Vacaciones en Cancún
TODOS LOS PERSONAJES SON MAYORES DE EDAD
Como decía al final del anterior capitulo, empecé el tonteo con Elena, la miraba fijamente, sonreía mirando para ella y cuando movía sus piernas, miraba hacia ellas con total descaro. Elena en un momento dado abrió más de la cuenta sus piernas, la mire y le guiñe un ojo sonriéndola, ella ya no se pudo aguantar y se le escapo una pequeña sonrisa. Ya no cerraba las piernas. Cuando nos trajeron el postre, Valentina y yo habíamos pedido helado, se acercó mucho a mí y nos pusimos a comer el helado de forma morbosa, provocándola. Elena al principio cuando vio que Valentina también se puso a participar, se quedó como cortada y cerro las piernas de forma instintiva.
Pero al rato empezó a meterse ella también en el juego. Su marido veíamos que hablaba con ella y ella era como si pasara de él. El pobre o no se enteraba o simplemente se hacia el distraído. Cuando terminamos, Valeria y yo comentamos en alto de ir un rato a la playa, mirándola a ella y nos marchamos tranquilamente a la playa. Cuando llegamos allí, elegimos un sitio en donde si venían ellos se pudieran colocar sin problemas. Cuando nos colocamos, me fije en dos mujeres que rondarían los 45 años, año arriba año abajo. Lo que me sorprendió es que en los pocos días que las había visto por allí, estaban siempre solas y con cara de cabreo. Y no fue que lo pensara yo solo, ya que Matías y Valentina comentaron lo mismo. Como también coincidimos en que estaban las dos muy buenas, una de complexión normal y la otra con unos kilitos de más, pero las dos con muy buen tipo, buenas tetas y muy buen culo.
Como Matías al estar de espaldas en el restaurante se había perdido todo, nos preguntó si creíamos que vendrían. Valentina dijo que ella había visto muchas posibilidades que como mujer lo había notado, que todo dependería del marido. Yo sonriéndome le dije que, si dependía del marido, entonces vendrían seguro y les explique lo que había visto y oído estando junto a ellos. Y efectivamente al rato les vimos venir en la distancia, el marido quiso ir para otro lado, pero ella se encamino a donde nosotros, cuando llegaron saludaron. Ella se puso próxima a nosotros, exactamente pegada a Valentina. Reconozco que su bikini era más explosivo y tentador que el de Valentina, lo que no quería decir que no fuera espectacular el que llevaba.
Iniciamos una conversación entre los cinco, que se fue haciendo muy amena. Hablamos desde los lugares de donde procedíamos, a cosas más personales. Pero todo dentro de un buen rollo. El punto sobresaliente se inició cuando se pusieron Félix y Matías a hablar de futbol, equipos, jugadores… yo como el futbol me atraía de pasada, no estaba tan al tanto como ellos de todo ese mundo. Se les veía con entusiasmo hablando del tema y en ese momento apareció la vena dominante de Elena, la que les había dicho yo a Matías y Valentina, le dijo… “Félix ni de vacaciones paras de hablar de futbol. Sabes que no me gusta oír hablar de futbol ni de política, podías ir a otro sitio si vas a seguir hablando de lo mismo” (sentencio de forma contundente) yo me quede callado pero valentina sin dejar que nadie pudiera añadir nada mas dijo… “Elena tiene razón Matías, porque no os vais a dar una vuelta por ahí” Matías que no era tonto, se levantó e invito a Félix a irse a otro sitio, pero este se quedó mirando a su mujer la cual, tal vez un poco despectivamente le dijo que si, que se fueran.
El sol pegaba con fuerza, el calor era intenso. Yo esperaba ver como se sucedían los acontecimientos y no tuve que esperar mucho. Me puse los cascos para hacer que oía música. No me equivoque al hacerlo porque enseguida Valentina inicio una conversación directa con Elena, hacia como si hablara en plan confidencia, pero haciéndolo de tal manera que yo pudiera oírlo todo.
-Yo no sé tú, pero desde que estoy aquí, es que estoy todo el día con “ganas” ya me entiendes.
-Jajaja… eso es el calor, fíjate yo, que vengo de un sitio donde se está fresquito. Que en España no todo es calor.
-Me imagino. Y además con los hombres que se ven por aquí, que están todos…
-Ya, ya… que por lo que veo hiciste muy buena amistad con el que tienes a tu lado…
-Jajaja… que mala que eres.
- ¿Yo mala? La mala serás tú. Que tu sabrás lo que…
-Poca cosa…
-Cuenta, cuenta…
-Lo único que te puedo decir, que está muy bien dotado, más de lo normal, pero mucho más y que besa de muerte, después d besarte te deja…
- ¿Y cómo no remataste?
-Porque fue un aquí te pillo y había mucha gente, me entiendes… ¿Verdad?
-Pero tal como lo estás diciendo, si no hubiera habido gente, ¿te lo hubieras tirado?
-Como tirado.
-Sí, que te lo hubieras follado, vamos.
-No te quepa dudas.
- ¿Qué dices? ¿En serio?
-Pues claro, no me gusta perder el tiempo.
-Pero eso sería ser infiel.
-Quien es más infiel quien lo hace o quien lo piensa. Porque tú además de la exhibición de la comida, seguro que has pensado que te lo cogías. ¿O no? Que a mí no me engañas.
-Es que no es lo mismo.
-La única diferencia, es que yo disfrutaría más, que tu haciéndotelo sola o con y perdóname lo que voy a decir, con el aburrido de tu marido y pensando en él. Pero contéstate una pregunta y no hace falta que me digas la respuesta, ¿Si supieras que tu marido no se enteraría te lo cogerías?
-Jajaja… lo dicho, que “MALA” que eres. Pero a todo esto, que pasaría si tu marido se enterase.
-No se enteraría, porque o estaría el presente o luego se lo contaría con todo detalle para coger desenfrenadamente.
- ¿Lo dices en serio?
-Pues claro, como te crees que nos quitamos la rutina y como nos damos más morbo, después de tanto tiempo juntos. No me mires con cara de escandalizarte. Que me dices de vosotros.
-No sé a qué te refieres.
-Pues los bikinis que te pones, que lo haces porque te gusta que te vean, que te deseen y al… de tu marido, le pone que te miren, que se nota. ¿O no? No me mires otra vez así, o es que tú no te has dado cuenta.
-No sé.
-Ya lo has dicho todo. Pero te puedo decir una cosa, tiene unas manos de puro vicio, da unos masajes que no se pueden describir. (Ella no lo podía saber, imagine que lo decía para picarla)
- ¿Si?
-Si. Como no están nuestros maridos le voy a dar un toque, para decirle que o te de uno a ti, que te duele la espalda o que me de otro a mí, que me sigue doliendo. ¿Qué eliges? (Se quedó callada)
-Pero tu mira por si viene mi marido para avisarme. ¿Vale?
-Vale.
Note como me movían el brazo. Hice como si estuviera medio traspuesto, me quité los cascos y Valentina me dijo… “Elena, que le dio un tirón en la pierna y la cintura, que no se le pasa el dolor, por si tu pudieras hacer algo” Me senté en la tumbona y le pregunte que le había pasado, ella muy seria me conto un rollo, pero como describió el dolor, fue exacto a un ataque de ciática. Le dije que se diera la vuelta, que se tumbara boca abajo. Quedando su culo en total exposición, ya que llevaba uno de hilo, con una tira minúscula que se metía entre sus nalgas y parecía que no llevase nada.
Pregunte si tenían algún tipo de crema, para que las manos resbalasen mejor. Ella me dijo que solo tenía el bronceador, pero Valentina del bolso de playa saco lo que parecía crema hidratante. Deje caer un chorro en el final de su columna. Pero sin llegar al culo. Le dije que le daría primero un masaje por la espalda para que se relajase. Valentina, se había sentado de lado en la tumbona, de tal manera que no se iba a perder nada. Estuve dándole un masaje en la espalada y fui bajando poco a poco, hasta llegar a su cintura. Ya no hablábamos ninguno de los tres. Estábamos como en trance.
Luego puse nuevamente otro chorrito de crema, en la pierna que se suponía que le dolía. Masajeando desde sus pies, sus dedos, para continuar por sus gemelos, la cara de Valentina era de calentura total. Pase a acariciar su muslo, ya que era más eso que un masaje. No hizo falta decirle que abriera un poco las piernas, cuando noto una de mis manos por la cara interior de su muslo lo hizo. Esa mano la deje ahí, acariciando, pero sin llegar a su coñito, pero muy próxima. Con la otra, tocaba la nalga que dijo que le dolía, la amasaba, de tal manera que logre ver varias veces su culito.
Valentina me miraba a mí ya al culo de Elena con mucho deseo, me miraba se mordía el labio inferior y en un momento dado, saco toda su lengua, haciéndome un gesto mirando al culo, como diciéndome que se lo comería. Estábamos los tres más calientes que el sol que había. Con el canto de la mano y como si fuera accidental, se lo pasaba por sus labios vaginales. No podía ver su cara, pero por como hacía para no moverse, la tensión que tenía, me hacía darme cuenta de que estaba en mis manos, nunca mejor dicho. Pero era el momento de cortar, para dejarla con la miel en los labios. Se le escapó un… “¿YAAA?” y le dije que era mejor dejarlo así, que luego si le seguía doliendo, me lo dijese que le daría otro. Y me fui a dar un baño, lo hice para bajar mi erección y para dejarles que hablaran.
Vi como hablaban y como se sonreían. Pero todo se les corto cuando aparecieron los maridos. Próximas a mí en el agua en ese momento estaban las dos mujeres de unos 45 años. A la más rellenita, en un golpe de una ola, se le soltó la parte de arriba del bikini, tampoco era nada extraño, porque para sujetar esas tetazas hacía falta mucho más. Pude ver sus tetas estupendamente y me llamo la atención que aureola tenía poca, pero el pezón era extra grande. Ella se dio cuenta de que lo vi, se tapó y encogió los hombros.
Veo que viene Valentina con una sonrisa de oreja a oreja. Y me cuenta lo que hablaron. Que se había quedado muy caliente, que estaba esperando más, que estaba rendida. Pero lo más importante es que le dijo que ya sería menos, que entonces porque le dijo de vigilar por si venia su marido. Que ella le había dicho, que en algunas cosas de las que Valentina había dicho no iban muy descaminadas. Que desde novios su marido siempre que sabía que alguien le habían tratado de ligar o por ejemplo que bailando alguien se había pegado de mas, el marido le preguntaba todos los detalles y luego cogían como locos.
Valentina me pregunto que ahora cual sería nuestro siguiente movimiento. No me hizo falta pensar mucho. Le dije que esta noche, Elena se tenía que quejar nuevamente y que ella tenía que decir nuevamente lo del masaje, que nos iríamos a su habitación o a la nuestra y le daría el masaje. Valentina me pregunto si todos o solo nosotros tres. Le dije que era muy fácil, que ella le contase al marido que yo le había dado el masaje y ver que le contaba, pero eso sí, que se lo contase cuando ya fuéramos a cenar, para que nos le diera tiempo a echar un polvo. Que según su reacción veríamos quienes íbamos.
Nos fuimos a cambiar, para la cena y para luego ir a bailar. Mientras íbamos para el hotel, ella dos iban bastante delante nuestra y hablando. Cuando llegamos al hotel, ellos se fueron para su habitación y nosotros para la nuestra. Allí me informo Valentina de que todo iba bien. Que le había dicho que se lo contase al marido cuando estuviesen abajo y que ella observaría, así le podría decir si su marido era como ella pensaba, que lo sabría en seguida. Matías se froto las manos y dijo… “Aunque no se bien lo que ha pasado, esta noche me parece que tendremos fiesta…”
Yo baje el ultimo, pero lo hice intencionadamente. Cuando llegue vi a las dos mujeres especialmente explosivas. Y a Valentina con esa sonrisa de la playa, esa sonrisa maliciosa. Me estaban esperando. Nos dirigimos al buffet y cogimos una mesa para los cinco. Yo necesitaba saber que había sucedido, si es que había sucedido algo. Una vez teníamos todos, la cena en la mesa. A mí se me ocurrió ir a ver que bebida me tomaba, me animaron a tomar alcohol, aunque ya sabían que no tomaba. El caso que Valentina se levantó y me dijo que me iba a asesorar.
Cuando nos distanciamos, de una manera rápida me dijo… “No hay duda, le gusta que su mujer se exhiba, cuando le ha contado lo de tu masaje y me ha dicho que se lo ha contado muy real, quería dejar para más tarde la cena y subirse a coger” regresamos a la mesa. Yo ya tenía claro todo, no era la primera vez que me encontraba un caso así, todo dependía más de Elena que de Félix. Lo que ella decidiese se haría, estaba seguro. La cena transcurrió con muchas risas, se notaba que todos estábamos pletóricos y seguro que por lo mismo.
Nos fuimos a tomar una copa y Matias eligió uno de los bares con música lenta y que se podía bailar. Cuando llevábamos ya un rato, me levante muy decidió y dije si alguna quería bailar, Matias le dijo a su mujer que bailase ella, que a él no le apetecía, pero Valentina dijo que primero Elena, que luego ella y Félix casi la levanta en vilo para que fuera. Desde el principio me pegue bien a ella, no se retiró, pero note como de vez en cuando miraba en dirección a su marido.
Casi musitando, me dio las gracias por el masaje, que antes fue muy desconsiderada y no me las dio, mi respuesta fue que quien tendría que dar las gracias era yo. Ella ahora sin musitar me pregunto extrañada el porqué. Y yo con toda mi cara, le dije… “Porque pocas veces uno toca un culito tan bonito, tan maravilloso” ella se rio y me dijo… “Eres joven, pero muy descarado. Pero gracias por tu sinceridad” bailamos un par de canciones más, eso sí haciendo que notase su polla en su total esplendor.
Luego baile con valentina y Matias se fue al servicio. Mientras yo observaba como hablaban Félix y Elena, veía como el la tocaba con disimulo, se notaba que le estaba contando lo que había pasado bailando, pero luego pude ver, que ella no le dejaba propasarse, porque le quito la mano de sus piernas. Cunado regreso Matias, nosotros dejamos de bailar y volvimos al sitio. Lo que aprovecharon las mujeres para ir al baño. Cuando regresaron Elena venia como cojeando y reconozco que lo hacía muy mal. Pero todos preguntamos lo que le sucedía y valentina, hizo de portavoz, diciendo que se había torcido la pierna y que le había vuelto otra vez el dolor.
Nadie se atrevía a añadir más, pero yo creo que en el pensamiento de todos o por lo menos en Matias, Valentina, Elena y el mío, estaba en que yo diera un masaje. Pero ninguno mostro interés, hasta que el propio Félix inocentemente, dijo que ya le había dicho su mujer que le di un masaje y que se le paso el dolor, que podría darle otro. Haciéndome el duro, conteste que lo mismo había sido solo la torcedura y que se le pasaba, pero que, si no se le pasaba, por mí no había problema.
Ellos siguieron bebiendo, no es que se emborracharan ni mucho menos, pero yo notaba sobre todo en las dos mujeres, que se desinhibían mas. Esta vez quien propuso ir a bailar fue Valentina y su marido me dijo que me cedía el sitio. Nos fuimos a bailar y allí me conto que Elena quería otro masaje, que como estaba entretenido su marido con Matias, pues ir los tres, pero eso sí, me dijo que solo como tonteo, sin pasarse, para luego pillar mejor a su marido, que por si no era suficiente, se había puesto muy cachondo viéndonos bailar. Yo le dije a Valentina que la azuzara, para que dijera que el dolor le aumentaba y la daría una sorpresa, Valentina quiso saber que sorpresa y solo le dije que me siguiera el rollo, que sería muy morbosa, placentera y caliente.
Ya estábamos sentados y ellas hablaban, por un lado, nosotros por el otro y en concreto hablábamos de la excursión del día siguiente, que era una excursión que yo había reservado desde España, que era para ver una zona arqueológica. Nos interrumpe la conversación Valentina y nos dice que Elena estaba ya muy dolorida. En ese momento me ofrezco yo para dar el masaje y añado mirando a Félix, siempre y cuando él no tenga ningún inconveniente, a lo que él dice que ninguno. Se levantan las dos mujeres y lo hago yo también. No las quito el ojo de encima, sobre todo a Elena, cuando les digo a los dos maridos que se vengan ellos también. Note la sorpresa de Valentina, pero se le puso cara sonriente y de “malvada”. Pero tanto la expresión de la cara y el cuerpo de Elena fueron de una tensión difícil de ocultar.
Ella trato de reaccionar diciendo que daba igual que se acostaría y que seguro que mañana estaría bien. Pero todos al unísono dijimos que no, que era una tontería estar padeciendo y que, si no, lo mismo mañana no se encontraría bien para la excursión. Con cara muy tensa accedió y antes de que nadie pudiera decir nada, ofrecí mi habitación, porque además había comprado unos aceites corporales de plantas típicas de allí, para llevármelas a España en mi vuelta. Estrenaría alguna en ese momento.
Matias se adelantó y al rato nos alcanzó llegando al ascensor y traía dos botellas de licor, una de tequila y la otra ni sabía de qué era, ni ahora lo recuerdo, lo único que sé, que todos dijeron que era un licor muy fuerte. Cuando llegamos a la habitación los dos maridos se sentaron en los dos sillones que había, Valentina se sentó en el borde de la cama y le dije a Elena que ella se tumbara, haciéndolo con el vestido puesto. Le dije que así sería difícil, mirando a Félix y a ella alternativamente, le dije que sería mejor que se pusiera una toalla grande del baño, se quitara el vestido y mirando más directamente a Félix, le dije que si la ropa interior era grande lo mismo molestaba. Ella estaba dudosa, se la veía nerviosa, pero Félix que ya estaba tomando una copa, le dijo a su mujer que no fuera niña, que estábamos todos allí.
Valentina que estaba al quite se levantó, le dijo ayudándola a levantarse, vamos que no pasa nada y se metieron en el baño. Tardaron un poco en salir y Valentina apago varias luces, de tal manera que se veía perfectamente pero no con tanta luz. Elena iba con una toalla, que no era la más grande, era una mediana, que le llegaba a tapar las tetas y un poco de los muslos nada más. Eso seguro que fue idea de Valentina. Elena en vez de tumbarse a lo largo de la cama como hizo al principio, se tumbó a lo ancho, no sé si para que no se le viera desde donde estaban los maridos. Quedando su cabeza cerca de Valentina.
Yo ya tenía preparado el aceite, esta vez empecé por los pies y lo hice por los dos, no por uno solo. Veía la mirada fija de Félix. No decía nada, solo miraba. No podía decir que tipo de mirada era, por lo que en cualquier momento podía saltar y decir que se iban. Por eso iba despacio. Llevaba como unos diez minutos y apenas había llegado a los muslos, pero esta vez, ella no me facilitaba las cosas abriendo sus piernas, como hizo por la tarde. Decidí esperar, quité las manos y las metí por debajo dela toalla, para acariciar sus nalgas. Note como se erizo toda su piel. En ese momento Valentina fue muy lista, empezó a acariciar su cabeza, con suavidad, con sentimiento.
Mire descaradamente hacia los maridos. Matias estaba expectante y tocándose con disimulo por encima del pantalón. La mira de Félix era de incredulidad y de excitación, ahora si se le notaba y luego como trataba de tapar su erección. Eso me dio pie a dar el siguiente paso, que fue abrir sus nalgas y uno de mis dedos pulgares pasarlo por toda la raja de su culo, lo hice varias veces. Luego bajé las dos manos otra vez a los muslos y en el momento que hice el primer amago de subir mis manos, sus piernas se abrieron tímidamente. Fui subiendo hasta que mis dedos llegaron a rozar sus labios vaginales. Los empecé a acariciar con total suavidad, pero sin meter mis dos dedos y sin tocar su clítoris, eso sí muy cerquita de todo ello. Necesitaba que lo desease al máximo, que lo pidiese.
Su cabeza estaba girada hacia donde estaba Valentina. Yo no la veía bien, pero esperaba ver que hacia Valentina para saber cunando hacer el siguiente movimiento. Miro a Valentina que sigue acariciando el pelo de Elena con dulzura, para que haga algo. Ahora empieza a acariciar su cara, veo como roza los labios de Elena hasta que mete uno dentro de la boca de ella y ella al principio no, pero luego lo chupa suavemente. Era el momento, miro hacia donde está su marido, haciéndolo fijamente, meto una mano por debajo y llego a su clítoris, ella cuando nota que lo toco, apaga un gemido fuerte con el dedo en la boca de Valentina. Pero no hay que ser tonto para darse cuenta de que pasa. Pero no se ha recuperado de eso, cuando meto dos dedos de la otra mano dentro de su coño, que esta encharcado.
Esta vez se gira y veo que mira a su marido, pero vuelve rápidamente a cambiar de posición la, cabeza. Veo que Matias se ha sacado la polla y se está tocando descaradamente, Félix lo ve y al final hace lo mismo. Veo que Elena se medio levanta, me da la sensación de que se quiere ir, pero cuando se gira y ve a su marido haciéndose una paja, junto a Matias, se da la vuelta y se quita la toalla, quedándose totalmente desnuda. Yo hago lo mismo, sin dejar de mirarla me desnudo y Valentina hace lo mismo. Valentina se acerca como una gata y se pone a comerme la polla, después de hacerlo varias veces le dice a Elena que se acerque y le dice… “Que te dije, tiene buena polla o no” Elena no dice nada se la mete en la boca. No paran las dos me comen la polla me lamén los huevos, sus lenguas no paran. Al principio cuando Elena se encontraba con la lengua de Valentina, se apartaba de golpe, pero poco a poco le va dando igual.
La hago tumbarse y meto mi cabeza entre sus piernas, ella se retuerce, gime, dice frases ininteligibles. Hasta que oigo… “Eso, eso, eso es lo tuyo, mira que lo sabía…” lo decía entre gemidos, pare popara ver lo que pasaba y pude ver a Matias haciéndole la paja a Félix y este a Matias. Volví a comerme el coño de Elena, cuando oigo como se corre por los gemidos uno de los maridos. Intuyo que ha sido Félix, porque dice que ya se quiere ir.
Elena saco su dominio y su mala leche, diciéndole que se callara, que se sentara, que se fuese, que hiciese lo que quisiera pero que no la molestara. Se quedó de pie sin saber que decir, pero sin dejar de mirar. Ahora le di la vuelta e hice que me comiera la polla nuevamente, quedando su culo en pompa, lo que no desaprovecho Valentina, empezó a comerla por detrás, en un principio Elena se sorprendió, pero no dijo nada, yo veía a Valentina devorarla y untase bien los dedos para lubricar su culo, allí sí que quiso protestar o decir algo Elena, pero sujete su cabeza y no la deje. Por como subía la intensidad de los gemidos, estaba claro que Valentina sabía lo que hacía y lo hacía muy bien. Porque al poco tiempo, Elena se sacó la polla de la boca, apoyo su cabeza en mi pelvis y grito como si se le fuera la vida.
Con cara de ternura, pero muy caliente me pidió que se la metiera y mirando a Valentina le dijo que sería la segunda de su vida. Valentina hizo que se tumbara boca arriba y la dio un beso muy húmedo en la boca, mientras yo se la metía y cunado la tenía toda dentro, Valentina le dijo… “Disfrútala, que yo ya la disfrute y ya verás cuando te haga la cola, es magnífico” le empezó a comer los pezones y Elena no paraba de suspirar. Mis penetraciones eran profundas, puse sus piernas sobre mis hombros y la embestía con mucha fuerza.
Valentina ahora se sentó a horcajadas y Elena antes de nada le dijo con voz casi apagada… “Nunca lo hice, no sé si sabré” Valentina se sonrió y sin decir nada puso su coñito en su boca. Vi la cara de Valentina y poco a poco se transformaba en gozo total, me miraba y me decía que si con la cabeza, se acercó y nos besábamos, sin dejar de hacer lo que hacíamos. Se corrieron las dos esta vez. Yo estaba deseando hacerlo y quise follarme ese culito nuevo, pero Elena me dijo que la próxima vez, que hoy no estaba preparada para tanto. Valentina le dijo mira y aprende, colocándose como la perrita que era y Elena miraba con cara de asombro, como mi polla entraba en ese culo fantástico y luego la fuerza con la que follabamos, ella con el movimiento salvaje de su culo y yo con mis embestidas, corriéndome de una manera brutal y ella al notar mi leche, se corrió detrás.
Cuando terminamos se fueron para sus habitaciones, que tendríamos poco tiempo para dormir si no queríamos perder la excursión del día siguiente. Sonó el teléfono de mi habitación, me avisaban de recepción que era la hora. Me costó levantarme un mundo. Me di una ducha fresca, me vestí lo mas cómodo posible y me bajé. Estaba desayunando solo, no vi a ningún componente de las dos parejas, llegué a suponer que no vendrían. Los primeros en llegar fueron la pareja argentina, que ella riéndose me dijo que la culpa era mía y se fue a poner el desayuno. Luego aparecieron deprisa y corriendo la otra pareja. Félix titubeo en sentarse con nosotros, pero como su mujer con una gran sonrisa se vino a donde nosotros y dándonos los buenos días se sentó. Y le dijo a su marido lo que quería.
Cuando terminamos fuimos a donde nos indicaron, todos los que íbamos en el grupo hablábamos español, aunque de distintos países. En el camino, el guía nos fue explicando lo que íbamos a ver y las normas que había en esos sitios. Valentina y Elena iban juntas y hablaban muy bajito entre las dos, lo único que se distinguía de la conversación eran sus risas, Por otro lado, Iban Matias y Félix, dándome cuenta que el que más hablaba era Matias.
Muy pegadas a mi iban las dos mujeres de 45 años. Las oía perfectamente, estaban muy enfadas, por lo que pude ver, entre ellas habían hecho muy buena amistad. Se quejaban las dos de los maridos. Por lo que pude oír, sus respectivos maridos se habían apuntado a un campeonato de golf que había entre varios complejos hoteleros. Y pasaba de ellas.
Cuando llegamos decidí como se dice por aquí, tirar la caña. Me acerque a ellas y con toda mi cara les dije… “Ustedes me disculparan, pero las he oído durante todo el trayecto y aunque sea un atrevimiento por mi parte, quiero decirles que sus maridos son unos perfectos imbéciles, dejando a dos mujeres guapísimas solas y desatendidas, que pena. Dios le da pan a quien no tiene dientes” una vez que termine de decirlo, continúe mi camino y oí como se reían.
Me olvide de todo y preste atención a todas las maravillas arqueológicas que veía. No tenía palabras, era más impactante de lo que me había imaginado. No me extenderé más, pero decidí en aquel momento volver, pero para ver más cosas y menos playa. Cuando regresábamos Félix y Elena se sentaron juntos, pero Matias me dejo con su mujer. Valentina aprovecho para contarme lo que le dijo Elena. Ella estaba encantada de la vida y estaba dispuesta otra vez, el problema era su marido, pero no porque no quisiera, estaba avergonzado sobre todo por haber tenido algo con Matias.
Mientras me lo contaba yo aprovechaba para meter mano a Valentina que no ponía ningún impedimento y mucho menos cuando miraba de vez en cuando Elena. Le excitaba que nos viera. Así estuvimos casi toda la vuelta. Al hotel llegamos ya casi a la hora de cenar, entre unas cosas y otras estuvimos fuera un poco más de 11 horas. Quedamos en cenar juntos y se fueron para sus habitaciones. Yo me acerque a ver las fiestas que había esa noche. Cuando veo que están las dos maduritas, como esperando, pero con la indecisión de decirme algo.
Cuando paso junto a ellas y un poco nerviosas, me preguntan que había querido decir antes cuando las pare. Las mire fijamente y las dije… “Que es una pena que las dejen solas, son una provocación, cuesta no decirles… mejor me callo” y ellas con mirada intrigante me dijeron que continuase. “Para que no me interpreten mal y no haya confusiones, no les diría que les haría el amor, porque sería mentira, simplemente me las follaria hasta quedar agotados” no se lo esperaban, o por lo menos tanta claridad. Una de ellas me dijo, “Joven es usted un descarado, podríamos ser su madre” y sonriendo le dije… “Pues si eres mi madre, te espero para que me ayudes a ducharme y me arropes para dormir” la amiga se partió de risa.
Me marchaba cuando me pare, me di media vuelta y fui nuevamente a donde estaban ellas, me miraban muy expectantes. Les dije… “Lo bueno de este sitio, es que no vuelves a ver a las personas y hay que aprovechar las situaciones, solo hace falta atrevimiento y querer pasarlo bien” y ahora si me marche. Una vez que me cambie y esas cosas me baje nuevamente, me senté junto al restaurante que habíamos quedado y aparecieron Félix y Elena, luego vino Matias solo, Valentina se había puesto a vomitar y con la tripa suelta, por lo que no bajarían a cenar. El más consternado fue Félix, que se quedó muy tenso.
La cena estuvo con cierta tirantez. Sobre todo, por parte de Félix, toque varios temas para tratar de iniciar una conversación, pero él no estaba por la labor. Pero Elena si tenía una conversación amena. Él se levantó y yo aproveche para decirle… “Me parece que esta noche por la cara que tiene tu marido os iréis pronto” ella con una mirada entusiasmada me dijo… “Hay algo que te debo y tenemos pendiente” no pude responderle ni hacer ningún comentario porque apareció el marido, pero ella le pidió que le trajera un helado y otra vez que se fue. No perdí el tiempo… “Por mí no hay ningún problema, pero no creo que tu marido sea de la misma opinión”
El llego con bastante helado y de distintos sabores. Ella lo comía, más que comerlo lo relamía, haciéndolo de una forma muy sensual y sexual, mirándonos a los dos. Luego se ponía mimosa con su marido y le daba a probar un poco de helado, así estuvieron todo el rato.
Cuando se acabó la cena, yo está esperando ver que sucedía. Félix dijo que estaba muy cansado de la excursión que mañana sería otro día, pero Elena se puso entre mimosa y seria, quería por lo menos una copa. Félix al final cedió, pero sin mucho convencimiento. Pero eligió un bar del hotel en el que no se podía bailar. Era tipo pub. Entramos y Elena se fue directa a un rincón muy discreto. Pedimos la bebida. Lo que tardo Félix en bebérsela fue nada, casi de un trago. Yo decidí ir al servicio para que hablaran a solas si es que lo necesitaban.
Al salir del aseo, vi como ella sobaba su paquete y como le mordía o lamia la oreja. Estaba claro que lo estaba excitando o por lo menos lo intentaba. Yo me senté como si nada, pero ella seguía tocando a su marido. Ella pidió otra ronda y Félix puso mala cara, pero no dijo nada y yo no había acabado la primera que tomaba, cuando Félix se la volvió a beber de un tirón e insistió en irse a descansar.
Pero por lo que veía Elena estaba demasiado excitada y cachonda como para irse. Pero ya me estaba sabiendo mal, por la cara de Félix. Ella nos cogió por el cuello a los dos y nos abrazó, nos juntó bastante las cabezas y le dijo a su marido… “Mira Félix, ayer le prometí que le daría algo. Llevo todo el día pensando en ello y estoy fuera de sí. Tú también estabas así hasta que fallaron los argentinos. Los tres no podríamos apañar bien seguro, salvo que te gustara como te la meneo tu nuevo amigo…” él se echó para atrás y trataba de balbucear algo, pero no le salía. Ella puso una mano en cada paquete y nos sobo las pollas.
Entonces ella le dijo muy seriamente a su marido… “Tienes las siguientes opciones, nos subimos con Carlos a su habitación y lo pasamos bien, nos vamos solos para nuestra habitación y te olvidas que te vuelva a contar nada que me pase y me entiendes, tercera y última tú te vas solo y yo con Carlos, eso si luego te cuento todo con detalle. ¿Qué eliges?” él se quedó un buen rato pensativo y decidió, dijo de irse los dos a su habitación.
Como yo me esperaba cualquier respuesta, no me pillo de improviso, pero a Elena sí, no se esperó esa contestación. Ella muy digna, se levantó, con voz seria, tensa y tiránica le dijo… ¡¡PUES VAMONOS!! Note como parecía que le daba un escalofrió a él cuándo la escucho. Se fueron sin apenas despedirse, dejándome allí solo. No lo dude, me levante y fui a tratar de localizar a mis dos maduritas por si estaban por ahí. Las encontré en uno de los locales. Estaban con sus respectivos maridos, yo como si no las conociera me puse muy cerca de ellas. Nunca vi a dos parejas que estuvieran tan aburridas. Ellos hablaban del golf y sus batallitas, cada dos por tres les decían a sus mujeres que ya habían estado bastante, que porque no irse. Ellas protestaban, querían bailar y ellos ni de coña.
Yo las miraba y les hacía gestos sin que ellos me vieran. Al principio guardan las apariencias, estaban muy serias, pero al final se sonreían y se reían, ante la mirada de sus maridos, que no entendían nada. Estábamos así entretenidos, cuando se sientan en donde yo estoy Félix y Elena. Me los quedo mirando y les pregunto que como es que estaban otra vez aquí. Ella no decía nada, solo le miraba a él y el con cara mustia me dice que si aceptaba una invitación a su habitación. No le conteste me puse de pie y vi cómo se le iluminaban los ojos a Elena, se levantaron y nos íbamos, pero antes de hacerlo me gire a ver a mis “amigas” y las lance un par de besos.
Cuando llegamos a su habitación ella encendió bien las luces, no fue como en mi habitación. Nos sentamos y yo no quise beber nada, pero Félix si se puso una buena copa. Lo notaba entre nervioso y cortado. Al rato salió ella del baño. Me corto la respiración. Llevaba por decir algo, un camisón cortito, casi un picardías, de color negro trasparente, con medias negras. Se le veían perfectamente los pezones. Se acercó y le dio un piquito en los labios a su marido, el marido le paso una copa y ella se sentó encima mía.
Coloco su culo perfectamente y se movía suavemente, pero lo suficiente para que su marido lo viera. Mi polla empezó a crecer de forma irremediable. Ella se movía mas. Hablábamos de la excursión de la mañana. Yo pase una mano hacia delante y no tarde en llegar a su coñito, ya que no llevaba nada debajo tampoco. Cuando toque su clítoris, lo tenía ya súper duro. Ahora le costaba hablar. Se recostó sobre mí y mi otra mano fue a una de sus tetas, para luego aprisionar con mis dedos su pezón, sin par de tocarle el clítoris.
Yo a él no le podía ver, al estar ella recostada sobre mí. Pero cuando la oí decirle… “Anda si llego yo a saber que te ponía tan cachondo ver a tu mujer haciendo de zorrita… lo bien que lo hubiéramos pasado” me puse hacia un lado y vi porque lo decía, su marido está totalmente empalmado, el bulto del pantalón lo delataba.
En vista de lo que pude ver, la hice levantar, me desabroche el pantalón y me saque la polla. “¿Quién va a ser la putita que se la coma?” ella sonriendo dijo… “No preguntes eso que lo mismo mi maridito se tira a por ella” Félix le dijo… “ELENA… ¿QUE DICES?” “¿Cómo que digo? Estamos en confianza y tú me has dicho que te gusto ese pollón que era algo increíble” dijo ella, el totalmente abochornado se quiso justificar, pero se lio más. Ella se agacho y se puso a comerme la polla, lo hacía y me miraba a los ojos fijamente y de forma lasciva, sobre todo cuando se la sacaba y pasaba su lengua por toda mi polla. Pero me guiño un ojo y se puso a hacer lo mismo, pero mirando al marido, que ya le dio todo igual, porque vi cómo se sacaba su polla y se tocaba, mirándonos con mucha calentura. Ella estaba de rodillas y paro de mamármela, diciéndole a su marido “Ves al baño y trae la crema hidratante y pónmela en mi culito” él ni rechisto, se levantó y trajo la crema, pero el tío se había desnudado del todo, sí que fue veloz. Se puso detrás de su mujer y fue haciendo lo que ella le dijo. Mientras lo hacia ella ronroneaba y el miraba muy de cerca como ella se comía mi polla.
Ella al darse cuenta, se sacó la polla de la boca y la apretaba fuerte, lo que hacía que se hinchara más, el miraba como hipnotizado y ella le decía… “Joder que cara de vicio que tienes maridito, estas loquito por darle un lametazo…” el no decía nada y ella la lamia con provocación. Ella sin esperarlo yo, agarro la cabeza de su marido y la acerco a mi polla, el marido abrió la boca para recibirla, pero ella le agarro del pelo y lo quito diciéndole… “Que maricona tengo en casa… madre mía” lo dijo riéndose. Ahora se fue a la cama y se colocó a cuatro patas como lo hizo la noche anterior Valentina.
Me desnude y me acerque a donde estaba ella. Me puse crema en mi polla y era hora de tomar yo el control en todo. Le dije que mejor se tumbara boca abajo, que para ser la primera vez sería mejor. Ella obedeció y yo coloque mi polla en la entrada de su culito. Pero resbalaba mucho, así que la tuve que coger y colocarla bien en el culito, luego apreté un poco y se medió encajo. Ella dio un suspiro fuerte, pero no dijo nada más.
Luego dio otro empujoncito y metí lo que era la cabeza de mi polla, ahora si protesto y se quejó, me dijo que cuidado que le había dolido. Tal como estábamos ella no se podía escapar, estaba a mi merced. Se la notaba muy estrecha, sabia ya que iba a costar. Di una embestida un poco más fuerte que las anteriores y grito, me dijo que la sacase que le dolía mucho. Yo trate de tranquilizarla, pero empezó a hablarme como lo hacía con el marido, en plan mandón. Pero le dije que, a callar, que yo no era su marido, que a mí se me hablaba bien. Cuando vi que se envalentonaba para decirme algo. Volví a embestir un poco más, pero me pasé, casi se la había metido toda.
Ella me llamo cabrón, hijo de puta, cerdo… y mil cosas más, por eso cuando termino con los insultos y recuperaba fuerzas, acabe de metérsela del todo. Pidió ayuda al marido, pero le dije que ni se moviese. Ella seguía protestando y la verdad que mi polla estaba muy aprisionada por la estrechez del culito. Dejo de moverse al darse cuenta que si se estaba quieta le dolía menos. Ella con voz más suave me decía… “Por favor Carlos, sácala con mucho cuidado, que me duele mucho, por favor” como vio que no le hacía caso empezó otra vez con la retahíla de insultos, no lo dude, le di varios azotes en el culo y se quedó callada no se lo debía de esperar.
Luego empecé a moverme con suavidad, ella cada vez se quejaba menos y poco después acompasaba el movimiento con su culo. Ya empezó a disfrutar poco a poco. Cada vez se movía más y yo embestía profundo, pero despacio. Ella me decía que yo era un cabron, pero esta vez lo decía como provocando. Y le dije a su marido que tenía toda una zorrona en casa y empecé a embestirla más rápido, más fuerte, pellizcaba sus pezones y de vez en cuando le daba una buena palmada en su culo. Esto se notaba que le gustaba. Félix se acercó a mira más de cerca y ella con voz entrecortada le dijo… “Esto es un macho lo ha intentado una vez y lo ha conseguido a la primera, me ha roto bien el culo y tu intentándolo años y no fuiste capaz…” y no acabo de decir esto y se corrió, como si le dieran convulsiones.
Me pidió que me corriera en mi culo, que quería sentir lo que le había dicho Valentina y estuve embistiéndola con fuerza, con rapidez hasta que me corrí en su culo y ella cuando termine de correrme, cuando me disponía a sacársela se volvió a correr. Una vez que se la saque ella sonriendo me dijo, que esa noche ya no podría más que le había dejado para el arrastre. Félix se corrió y se manchó todo, ella le mando a limpiarse y cuando se fue me dijo que me acercase y me dijo al oído… “Eres un tío increíble, nadie me había tratado así en la vida, pero que sepas que me ha puesto muy cachonda, eres un buen empotrador, un auténtico semental, pero la próxima vez lo haremos solos y… ¿vale?” pero llego el marido y no pudimos seguir hablando. Me fui al baño y me limpié para poder irme.
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TODOS LOS PERSONAJES SON MAYORES DE EDAD
Como decía al final del anterior capitulo, empecé el tonteo con Elena, la miraba fijamente, sonreía mirando para ella y cuando movía sus piernas, miraba hacia ellas con total descaro. Elena en un momento dado abrió más de la cuenta sus piernas, la mire y le guiñe un ojo sonriéndola, ella ya no se pudo aguantar y se le escapo una pequeña sonrisa. Ya no cerraba las piernas. Cuando nos trajeron el postre, Valentina y yo habíamos pedido helado, se acercó mucho a mí y nos pusimos a comer el helado de forma morbosa, provocándola. Elena al principio cuando vio que Valentina también se puso a participar, se quedó como cortada y cerro las piernas de forma instintiva.
Pero al rato empezó a meterse ella también en el juego. Su marido veíamos que hablaba con ella y ella era como si pasara de él. El pobre o no se enteraba o simplemente se hacia el distraído. Cuando terminamos, Valeria y yo comentamos en alto de ir un rato a la playa, mirándola a ella y nos marchamos tranquilamente a la playa. Cuando llegamos allí, elegimos un sitio en donde si venían ellos se pudieran colocar sin problemas. Cuando nos colocamos, me fije en dos mujeres que rondarían los 45 años, año arriba año abajo. Lo que me sorprendió es que en los pocos días que las había visto por allí, estaban siempre solas y con cara de cabreo. Y no fue que lo pensara yo solo, ya que Matías y Valentina comentaron lo mismo. Como también coincidimos en que estaban las dos muy buenas, una de complexión normal y la otra con unos kilitos de más, pero las dos con muy buen tipo, buenas tetas y muy buen culo.
Como Matías al estar de espaldas en el restaurante se había perdido todo, nos preguntó si creíamos que vendrían. Valentina dijo que ella había visto muchas posibilidades que como mujer lo había notado, que todo dependería del marido. Yo sonriéndome le dije que, si dependía del marido, entonces vendrían seguro y les explique lo que había visto y oído estando junto a ellos. Y efectivamente al rato les vimos venir en la distancia, el marido quiso ir para otro lado, pero ella se encamino a donde nosotros, cuando llegaron saludaron. Ella se puso próxima a nosotros, exactamente pegada a Valentina. Reconozco que su bikini era más explosivo y tentador que el de Valentina, lo que no quería decir que no fuera espectacular el que llevaba.
Iniciamos una conversación entre los cinco, que se fue haciendo muy amena. Hablamos desde los lugares de donde procedíamos, a cosas más personales. Pero todo dentro de un buen rollo. El punto sobresaliente se inició cuando se pusieron Félix y Matías a hablar de futbol, equipos, jugadores… yo como el futbol me atraía de pasada, no estaba tan al tanto como ellos de todo ese mundo. Se les veía con entusiasmo hablando del tema y en ese momento apareció la vena dominante de Elena, la que les había dicho yo a Matías y Valentina, le dijo… “Félix ni de vacaciones paras de hablar de futbol. Sabes que no me gusta oír hablar de futbol ni de política, podías ir a otro sitio si vas a seguir hablando de lo mismo” (sentencio de forma contundente) yo me quede callado pero valentina sin dejar que nadie pudiera añadir nada mas dijo… “Elena tiene razón Matías, porque no os vais a dar una vuelta por ahí” Matías que no era tonto, se levantó e invito a Félix a irse a otro sitio, pero este se quedó mirando a su mujer la cual, tal vez un poco despectivamente le dijo que si, que se fueran.
El sol pegaba con fuerza, el calor era intenso. Yo esperaba ver como se sucedían los acontecimientos y no tuve que esperar mucho. Me puse los cascos para hacer que oía música. No me equivoque al hacerlo porque enseguida Valentina inicio una conversación directa con Elena, hacia como si hablara en plan confidencia, pero haciéndolo de tal manera que yo pudiera oírlo todo.
-Yo no sé tú, pero desde que estoy aquí, es que estoy todo el día con “ganas” ya me entiendes.
-Jajaja… eso es el calor, fíjate yo, que vengo de un sitio donde se está fresquito. Que en España no todo es calor.
-Me imagino. Y además con los hombres que se ven por aquí, que están todos…
-Ya, ya… que por lo que veo hiciste muy buena amistad con el que tienes a tu lado…
-Jajaja… que mala que eres.
- ¿Yo mala? La mala serás tú. Que tu sabrás lo que…
-Poca cosa…
-Cuenta, cuenta…
-Lo único que te puedo decir, que está muy bien dotado, más de lo normal, pero mucho más y que besa de muerte, después d besarte te deja…
- ¿Y cómo no remataste?
-Porque fue un aquí te pillo y había mucha gente, me entiendes… ¿Verdad?
-Pero tal como lo estás diciendo, si no hubiera habido gente, ¿te lo hubieras tirado?
-Como tirado.
-Sí, que te lo hubieras follado, vamos.
-No te quepa dudas.
- ¿Qué dices? ¿En serio?
-Pues claro, no me gusta perder el tiempo.
-Pero eso sería ser infiel.
-Quien es más infiel quien lo hace o quien lo piensa. Porque tú además de la exhibición de la comida, seguro que has pensado que te lo cogías. ¿O no? Que a mí no me engañas.
-Es que no es lo mismo.
-La única diferencia, es que yo disfrutaría más, que tu haciéndotelo sola o con y perdóname lo que voy a decir, con el aburrido de tu marido y pensando en él. Pero contéstate una pregunta y no hace falta que me digas la respuesta, ¿Si supieras que tu marido no se enteraría te lo cogerías?
-Jajaja… lo dicho, que “MALA” que eres. Pero a todo esto, que pasaría si tu marido se enterase.
-No se enteraría, porque o estaría el presente o luego se lo contaría con todo detalle para coger desenfrenadamente.
- ¿Lo dices en serio?
-Pues claro, como te crees que nos quitamos la rutina y como nos damos más morbo, después de tanto tiempo juntos. No me mires con cara de escandalizarte. Que me dices de vosotros.
-No sé a qué te refieres.
-Pues los bikinis que te pones, que lo haces porque te gusta que te vean, que te deseen y al… de tu marido, le pone que te miren, que se nota. ¿O no? No me mires otra vez así, o es que tú no te has dado cuenta.
-No sé.
-Ya lo has dicho todo. Pero te puedo decir una cosa, tiene unas manos de puro vicio, da unos masajes que no se pueden describir. (Ella no lo podía saber, imagine que lo decía para picarla)
- ¿Si?
-Si. Como no están nuestros maridos le voy a dar un toque, para decirle que o te de uno a ti, que te duele la espalda o que me de otro a mí, que me sigue doliendo. ¿Qué eliges? (Se quedó callada)
-Pero tu mira por si viene mi marido para avisarme. ¿Vale?
-Vale.
Note como me movían el brazo. Hice como si estuviera medio traspuesto, me quité los cascos y Valentina me dijo… “Elena, que le dio un tirón en la pierna y la cintura, que no se le pasa el dolor, por si tu pudieras hacer algo” Me senté en la tumbona y le pregunte que le había pasado, ella muy seria me conto un rollo, pero como describió el dolor, fue exacto a un ataque de ciática. Le dije que se diera la vuelta, que se tumbara boca abajo. Quedando su culo en total exposición, ya que llevaba uno de hilo, con una tira minúscula que se metía entre sus nalgas y parecía que no llevase nada.
Pregunte si tenían algún tipo de crema, para que las manos resbalasen mejor. Ella me dijo que solo tenía el bronceador, pero Valentina del bolso de playa saco lo que parecía crema hidratante. Deje caer un chorro en el final de su columna. Pero sin llegar al culo. Le dije que le daría primero un masaje por la espalda para que se relajase. Valentina, se había sentado de lado en la tumbona, de tal manera que no se iba a perder nada. Estuve dándole un masaje en la espalada y fui bajando poco a poco, hasta llegar a su cintura. Ya no hablábamos ninguno de los tres. Estábamos como en trance.
Luego puse nuevamente otro chorrito de crema, en la pierna que se suponía que le dolía. Masajeando desde sus pies, sus dedos, para continuar por sus gemelos, la cara de Valentina era de calentura total. Pase a acariciar su muslo, ya que era más eso que un masaje. No hizo falta decirle que abriera un poco las piernas, cuando noto una de mis manos por la cara interior de su muslo lo hizo. Esa mano la deje ahí, acariciando, pero sin llegar a su coñito, pero muy próxima. Con la otra, tocaba la nalga que dijo que le dolía, la amasaba, de tal manera que logre ver varias veces su culito.
Valentina me miraba a mí ya al culo de Elena con mucho deseo, me miraba se mordía el labio inferior y en un momento dado, saco toda su lengua, haciéndome un gesto mirando al culo, como diciéndome que se lo comería. Estábamos los tres más calientes que el sol que había. Con el canto de la mano y como si fuera accidental, se lo pasaba por sus labios vaginales. No podía ver su cara, pero por como hacía para no moverse, la tensión que tenía, me hacía darme cuenta de que estaba en mis manos, nunca mejor dicho. Pero era el momento de cortar, para dejarla con la miel en los labios. Se le escapó un… “¿YAAA?” y le dije que era mejor dejarlo así, que luego si le seguía doliendo, me lo dijese que le daría otro. Y me fui a dar un baño, lo hice para bajar mi erección y para dejarles que hablaran.
Vi como hablaban y como se sonreían. Pero todo se les corto cuando aparecieron los maridos. Próximas a mí en el agua en ese momento estaban las dos mujeres de unos 45 años. A la más rellenita, en un golpe de una ola, se le soltó la parte de arriba del bikini, tampoco era nada extraño, porque para sujetar esas tetazas hacía falta mucho más. Pude ver sus tetas estupendamente y me llamo la atención que aureola tenía poca, pero el pezón era extra grande. Ella se dio cuenta de que lo vi, se tapó y encogió los hombros.
Veo que viene Valentina con una sonrisa de oreja a oreja. Y me cuenta lo que hablaron. Que se había quedado muy caliente, que estaba esperando más, que estaba rendida. Pero lo más importante es que le dijo que ya sería menos, que entonces porque le dijo de vigilar por si venia su marido. Que ella le había dicho, que en algunas cosas de las que Valentina había dicho no iban muy descaminadas. Que desde novios su marido siempre que sabía que alguien le habían tratado de ligar o por ejemplo que bailando alguien se había pegado de mas, el marido le preguntaba todos los detalles y luego cogían como locos.
Valentina me pregunto que ahora cual sería nuestro siguiente movimiento. No me hizo falta pensar mucho. Le dije que esta noche, Elena se tenía que quejar nuevamente y que ella tenía que decir nuevamente lo del masaje, que nos iríamos a su habitación o a la nuestra y le daría el masaje. Valentina me pregunto si todos o solo nosotros tres. Le dije que era muy fácil, que ella le contase al marido que yo le había dado el masaje y ver que le contaba, pero eso sí, que se lo contase cuando ya fuéramos a cenar, para que nos le diera tiempo a echar un polvo. Que según su reacción veríamos quienes íbamos.
Nos fuimos a cambiar, para la cena y para luego ir a bailar. Mientras íbamos para el hotel, ella dos iban bastante delante nuestra y hablando. Cuando llegamos al hotel, ellos se fueron para su habitación y nosotros para la nuestra. Allí me informo Valentina de que todo iba bien. Que le había dicho que se lo contase al marido cuando estuviesen abajo y que ella observaría, así le podría decir si su marido era como ella pensaba, que lo sabría en seguida. Matías se froto las manos y dijo… “Aunque no se bien lo que ha pasado, esta noche me parece que tendremos fiesta…”
Yo baje el ultimo, pero lo hice intencionadamente. Cuando llegue vi a las dos mujeres especialmente explosivas. Y a Valentina con esa sonrisa de la playa, esa sonrisa maliciosa. Me estaban esperando. Nos dirigimos al buffet y cogimos una mesa para los cinco. Yo necesitaba saber que había sucedido, si es que había sucedido algo. Una vez teníamos todos, la cena en la mesa. A mí se me ocurrió ir a ver que bebida me tomaba, me animaron a tomar alcohol, aunque ya sabían que no tomaba. El caso que Valentina se levantó y me dijo que me iba a asesorar.
Cuando nos distanciamos, de una manera rápida me dijo… “No hay duda, le gusta que su mujer se exhiba, cuando le ha contado lo de tu masaje y me ha dicho que se lo ha contado muy real, quería dejar para más tarde la cena y subirse a coger” regresamos a la mesa. Yo ya tenía claro todo, no era la primera vez que me encontraba un caso así, todo dependía más de Elena que de Félix. Lo que ella decidiese se haría, estaba seguro. La cena transcurrió con muchas risas, se notaba que todos estábamos pletóricos y seguro que por lo mismo.
Nos fuimos a tomar una copa y Matias eligió uno de los bares con música lenta y que se podía bailar. Cuando llevábamos ya un rato, me levante muy decidió y dije si alguna quería bailar, Matias le dijo a su mujer que bailase ella, que a él no le apetecía, pero Valentina dijo que primero Elena, que luego ella y Félix casi la levanta en vilo para que fuera. Desde el principio me pegue bien a ella, no se retiró, pero note como de vez en cuando miraba en dirección a su marido.
Casi musitando, me dio las gracias por el masaje, que antes fue muy desconsiderada y no me las dio, mi respuesta fue que quien tendría que dar las gracias era yo. Ella ahora sin musitar me pregunto extrañada el porqué. Y yo con toda mi cara, le dije… “Porque pocas veces uno toca un culito tan bonito, tan maravilloso” ella se rio y me dijo… “Eres joven, pero muy descarado. Pero gracias por tu sinceridad” bailamos un par de canciones más, eso sí haciendo que notase su polla en su total esplendor.
Luego baile con valentina y Matias se fue al servicio. Mientras yo observaba como hablaban Félix y Elena, veía como el la tocaba con disimulo, se notaba que le estaba contando lo que había pasado bailando, pero luego pude ver, que ella no le dejaba propasarse, porque le quito la mano de sus piernas. Cunado regreso Matias, nosotros dejamos de bailar y volvimos al sitio. Lo que aprovecharon las mujeres para ir al baño. Cuando regresaron Elena venia como cojeando y reconozco que lo hacía muy mal. Pero todos preguntamos lo que le sucedía y valentina, hizo de portavoz, diciendo que se había torcido la pierna y que le había vuelto otra vez el dolor.
Nadie se atrevía a añadir más, pero yo creo que en el pensamiento de todos o por lo menos en Matias, Valentina, Elena y el mío, estaba en que yo diera un masaje. Pero ninguno mostro interés, hasta que el propio Félix inocentemente, dijo que ya le había dicho su mujer que le di un masaje y que se le paso el dolor, que podría darle otro. Haciéndome el duro, conteste que lo mismo había sido solo la torcedura y que se le pasaba, pero que, si no se le pasaba, por mí no había problema.
Ellos siguieron bebiendo, no es que se emborracharan ni mucho menos, pero yo notaba sobre todo en las dos mujeres, que se desinhibían mas. Esta vez quien propuso ir a bailar fue Valentina y su marido me dijo que me cedía el sitio. Nos fuimos a bailar y allí me conto que Elena quería otro masaje, que como estaba entretenido su marido con Matias, pues ir los tres, pero eso sí, me dijo que solo como tonteo, sin pasarse, para luego pillar mejor a su marido, que por si no era suficiente, se había puesto muy cachondo viéndonos bailar. Yo le dije a Valentina que la azuzara, para que dijera que el dolor le aumentaba y la daría una sorpresa, Valentina quiso saber que sorpresa y solo le dije que me siguiera el rollo, que sería muy morbosa, placentera y caliente.
Ya estábamos sentados y ellas hablaban, por un lado, nosotros por el otro y en concreto hablábamos de la excursión del día siguiente, que era una excursión que yo había reservado desde España, que era para ver una zona arqueológica. Nos interrumpe la conversación Valentina y nos dice que Elena estaba ya muy dolorida. En ese momento me ofrezco yo para dar el masaje y añado mirando a Félix, siempre y cuando él no tenga ningún inconveniente, a lo que él dice que ninguno. Se levantan las dos mujeres y lo hago yo también. No las quito el ojo de encima, sobre todo a Elena, cuando les digo a los dos maridos que se vengan ellos también. Note la sorpresa de Valentina, pero se le puso cara sonriente y de “malvada”. Pero tanto la expresión de la cara y el cuerpo de Elena fueron de una tensión difícil de ocultar.
Ella trato de reaccionar diciendo que daba igual que se acostaría y que seguro que mañana estaría bien. Pero todos al unísono dijimos que no, que era una tontería estar padeciendo y que, si no, lo mismo mañana no se encontraría bien para la excursión. Con cara muy tensa accedió y antes de que nadie pudiera decir nada, ofrecí mi habitación, porque además había comprado unos aceites corporales de plantas típicas de allí, para llevármelas a España en mi vuelta. Estrenaría alguna en ese momento.
Matias se adelantó y al rato nos alcanzó llegando al ascensor y traía dos botellas de licor, una de tequila y la otra ni sabía de qué era, ni ahora lo recuerdo, lo único que sé, que todos dijeron que era un licor muy fuerte. Cuando llegamos a la habitación los dos maridos se sentaron en los dos sillones que había, Valentina se sentó en el borde de la cama y le dije a Elena que ella se tumbara, haciéndolo con el vestido puesto. Le dije que así sería difícil, mirando a Félix y a ella alternativamente, le dije que sería mejor que se pusiera una toalla grande del baño, se quitara el vestido y mirando más directamente a Félix, le dije que si la ropa interior era grande lo mismo molestaba. Ella estaba dudosa, se la veía nerviosa, pero Félix que ya estaba tomando una copa, le dijo a su mujer que no fuera niña, que estábamos todos allí.
Valentina que estaba al quite se levantó, le dijo ayudándola a levantarse, vamos que no pasa nada y se metieron en el baño. Tardaron un poco en salir y Valentina apago varias luces, de tal manera que se veía perfectamente pero no con tanta luz. Elena iba con una toalla, que no era la más grande, era una mediana, que le llegaba a tapar las tetas y un poco de los muslos nada más. Eso seguro que fue idea de Valentina. Elena en vez de tumbarse a lo largo de la cama como hizo al principio, se tumbó a lo ancho, no sé si para que no se le viera desde donde estaban los maridos. Quedando su cabeza cerca de Valentina.
Yo ya tenía preparado el aceite, esta vez empecé por los pies y lo hice por los dos, no por uno solo. Veía la mirada fija de Félix. No decía nada, solo miraba. No podía decir que tipo de mirada era, por lo que en cualquier momento podía saltar y decir que se iban. Por eso iba despacio. Llevaba como unos diez minutos y apenas había llegado a los muslos, pero esta vez, ella no me facilitaba las cosas abriendo sus piernas, como hizo por la tarde. Decidí esperar, quité las manos y las metí por debajo dela toalla, para acariciar sus nalgas. Note como se erizo toda su piel. En ese momento Valentina fue muy lista, empezó a acariciar su cabeza, con suavidad, con sentimiento.
Mire descaradamente hacia los maridos. Matias estaba expectante y tocándose con disimulo por encima del pantalón. La mira de Félix era de incredulidad y de excitación, ahora si se le notaba y luego como trataba de tapar su erección. Eso me dio pie a dar el siguiente paso, que fue abrir sus nalgas y uno de mis dedos pulgares pasarlo por toda la raja de su culo, lo hice varias veces. Luego bajé las dos manos otra vez a los muslos y en el momento que hice el primer amago de subir mis manos, sus piernas se abrieron tímidamente. Fui subiendo hasta que mis dedos llegaron a rozar sus labios vaginales. Los empecé a acariciar con total suavidad, pero sin meter mis dos dedos y sin tocar su clítoris, eso sí muy cerquita de todo ello. Necesitaba que lo desease al máximo, que lo pidiese.
Su cabeza estaba girada hacia donde estaba Valentina. Yo no la veía bien, pero esperaba ver que hacia Valentina para saber cunando hacer el siguiente movimiento. Miro a Valentina que sigue acariciando el pelo de Elena con dulzura, para que haga algo. Ahora empieza a acariciar su cara, veo como roza los labios de Elena hasta que mete uno dentro de la boca de ella y ella al principio no, pero luego lo chupa suavemente. Era el momento, miro hacia donde está su marido, haciéndolo fijamente, meto una mano por debajo y llego a su clítoris, ella cuando nota que lo toco, apaga un gemido fuerte con el dedo en la boca de Valentina. Pero no hay que ser tonto para darse cuenta de que pasa. Pero no se ha recuperado de eso, cuando meto dos dedos de la otra mano dentro de su coño, que esta encharcado.
Esta vez se gira y veo que mira a su marido, pero vuelve rápidamente a cambiar de posición la, cabeza. Veo que Matias se ha sacado la polla y se está tocando descaradamente, Félix lo ve y al final hace lo mismo. Veo que Elena se medio levanta, me da la sensación de que se quiere ir, pero cuando se gira y ve a su marido haciéndose una paja, junto a Matias, se da la vuelta y se quita la toalla, quedándose totalmente desnuda. Yo hago lo mismo, sin dejar de mirarla me desnudo y Valentina hace lo mismo. Valentina se acerca como una gata y se pone a comerme la polla, después de hacerlo varias veces le dice a Elena que se acerque y le dice… “Que te dije, tiene buena polla o no” Elena no dice nada se la mete en la boca. No paran las dos me comen la polla me lamén los huevos, sus lenguas no paran. Al principio cuando Elena se encontraba con la lengua de Valentina, se apartaba de golpe, pero poco a poco le va dando igual.
La hago tumbarse y meto mi cabeza entre sus piernas, ella se retuerce, gime, dice frases ininteligibles. Hasta que oigo… “Eso, eso, eso es lo tuyo, mira que lo sabía…” lo decía entre gemidos, pare popara ver lo que pasaba y pude ver a Matias haciéndole la paja a Félix y este a Matias. Volví a comerme el coño de Elena, cuando oigo como se corre por los gemidos uno de los maridos. Intuyo que ha sido Félix, porque dice que ya se quiere ir.
Elena saco su dominio y su mala leche, diciéndole que se callara, que se sentara, que se fuese, que hiciese lo que quisiera pero que no la molestara. Se quedó de pie sin saber que decir, pero sin dejar de mirar. Ahora le di la vuelta e hice que me comiera la polla nuevamente, quedando su culo en pompa, lo que no desaprovecho Valentina, empezó a comerla por detrás, en un principio Elena se sorprendió, pero no dijo nada, yo veía a Valentina devorarla y untase bien los dedos para lubricar su culo, allí sí que quiso protestar o decir algo Elena, pero sujete su cabeza y no la deje. Por como subía la intensidad de los gemidos, estaba claro que Valentina sabía lo que hacía y lo hacía muy bien. Porque al poco tiempo, Elena se sacó la polla de la boca, apoyo su cabeza en mi pelvis y grito como si se le fuera la vida.
Con cara de ternura, pero muy caliente me pidió que se la metiera y mirando a Valentina le dijo que sería la segunda de su vida. Valentina hizo que se tumbara boca arriba y la dio un beso muy húmedo en la boca, mientras yo se la metía y cunado la tenía toda dentro, Valentina le dijo… “Disfrútala, que yo ya la disfrute y ya verás cuando te haga la cola, es magnífico” le empezó a comer los pezones y Elena no paraba de suspirar. Mis penetraciones eran profundas, puse sus piernas sobre mis hombros y la embestía con mucha fuerza.
Valentina ahora se sentó a horcajadas y Elena antes de nada le dijo con voz casi apagada… “Nunca lo hice, no sé si sabré” Valentina se sonrió y sin decir nada puso su coñito en su boca. Vi la cara de Valentina y poco a poco se transformaba en gozo total, me miraba y me decía que si con la cabeza, se acercó y nos besábamos, sin dejar de hacer lo que hacíamos. Se corrieron las dos esta vez. Yo estaba deseando hacerlo y quise follarme ese culito nuevo, pero Elena me dijo que la próxima vez, que hoy no estaba preparada para tanto. Valentina le dijo mira y aprende, colocándose como la perrita que era y Elena miraba con cara de asombro, como mi polla entraba en ese culo fantástico y luego la fuerza con la que follabamos, ella con el movimiento salvaje de su culo y yo con mis embestidas, corriéndome de una manera brutal y ella al notar mi leche, se corrió detrás.
Cuando terminamos se fueron para sus habitaciones, que tendríamos poco tiempo para dormir si no queríamos perder la excursión del día siguiente. Sonó el teléfono de mi habitación, me avisaban de recepción que era la hora. Me costó levantarme un mundo. Me di una ducha fresca, me vestí lo mas cómodo posible y me bajé. Estaba desayunando solo, no vi a ningún componente de las dos parejas, llegué a suponer que no vendrían. Los primeros en llegar fueron la pareja argentina, que ella riéndose me dijo que la culpa era mía y se fue a poner el desayuno. Luego aparecieron deprisa y corriendo la otra pareja. Félix titubeo en sentarse con nosotros, pero como su mujer con una gran sonrisa se vino a donde nosotros y dándonos los buenos días se sentó. Y le dijo a su marido lo que quería.
Cuando terminamos fuimos a donde nos indicaron, todos los que íbamos en el grupo hablábamos español, aunque de distintos países. En el camino, el guía nos fue explicando lo que íbamos a ver y las normas que había en esos sitios. Valentina y Elena iban juntas y hablaban muy bajito entre las dos, lo único que se distinguía de la conversación eran sus risas, Por otro lado, Iban Matias y Félix, dándome cuenta que el que más hablaba era Matias.
Muy pegadas a mi iban las dos mujeres de 45 años. Las oía perfectamente, estaban muy enfadas, por lo que pude ver, entre ellas habían hecho muy buena amistad. Se quejaban las dos de los maridos. Por lo que pude oír, sus respectivos maridos se habían apuntado a un campeonato de golf que había entre varios complejos hoteleros. Y pasaba de ellas.
Cuando llegamos decidí como se dice por aquí, tirar la caña. Me acerque a ellas y con toda mi cara les dije… “Ustedes me disculparan, pero las he oído durante todo el trayecto y aunque sea un atrevimiento por mi parte, quiero decirles que sus maridos son unos perfectos imbéciles, dejando a dos mujeres guapísimas solas y desatendidas, que pena. Dios le da pan a quien no tiene dientes” una vez que termine de decirlo, continúe mi camino y oí como se reían.
Me olvide de todo y preste atención a todas las maravillas arqueológicas que veía. No tenía palabras, era más impactante de lo que me había imaginado. No me extenderé más, pero decidí en aquel momento volver, pero para ver más cosas y menos playa. Cuando regresábamos Félix y Elena se sentaron juntos, pero Matias me dejo con su mujer. Valentina aprovecho para contarme lo que le dijo Elena. Ella estaba encantada de la vida y estaba dispuesta otra vez, el problema era su marido, pero no porque no quisiera, estaba avergonzado sobre todo por haber tenido algo con Matias.
Mientras me lo contaba yo aprovechaba para meter mano a Valentina que no ponía ningún impedimento y mucho menos cuando miraba de vez en cuando Elena. Le excitaba que nos viera. Así estuvimos casi toda la vuelta. Al hotel llegamos ya casi a la hora de cenar, entre unas cosas y otras estuvimos fuera un poco más de 11 horas. Quedamos en cenar juntos y se fueron para sus habitaciones. Yo me acerque a ver las fiestas que había esa noche. Cuando veo que están las dos maduritas, como esperando, pero con la indecisión de decirme algo.
Cuando paso junto a ellas y un poco nerviosas, me preguntan que había querido decir antes cuando las pare. Las mire fijamente y las dije… “Que es una pena que las dejen solas, son una provocación, cuesta no decirles… mejor me callo” y ellas con mirada intrigante me dijeron que continuase. “Para que no me interpreten mal y no haya confusiones, no les diría que les haría el amor, porque sería mentira, simplemente me las follaria hasta quedar agotados” no se lo esperaban, o por lo menos tanta claridad. Una de ellas me dijo, “Joven es usted un descarado, podríamos ser su madre” y sonriendo le dije… “Pues si eres mi madre, te espero para que me ayudes a ducharme y me arropes para dormir” la amiga se partió de risa.
Me marchaba cuando me pare, me di media vuelta y fui nuevamente a donde estaban ellas, me miraban muy expectantes. Les dije… “Lo bueno de este sitio, es que no vuelves a ver a las personas y hay que aprovechar las situaciones, solo hace falta atrevimiento y querer pasarlo bien” y ahora si me marche. Una vez que me cambie y esas cosas me baje nuevamente, me senté junto al restaurante que habíamos quedado y aparecieron Félix y Elena, luego vino Matias solo, Valentina se había puesto a vomitar y con la tripa suelta, por lo que no bajarían a cenar. El más consternado fue Félix, que se quedó muy tenso.
La cena estuvo con cierta tirantez. Sobre todo, por parte de Félix, toque varios temas para tratar de iniciar una conversación, pero él no estaba por la labor. Pero Elena si tenía una conversación amena. Él se levantó y yo aproveche para decirle… “Me parece que esta noche por la cara que tiene tu marido os iréis pronto” ella con una mirada entusiasmada me dijo… “Hay algo que te debo y tenemos pendiente” no pude responderle ni hacer ningún comentario porque apareció el marido, pero ella le pidió que le trajera un helado y otra vez que se fue. No perdí el tiempo… “Por mí no hay ningún problema, pero no creo que tu marido sea de la misma opinión”
El llego con bastante helado y de distintos sabores. Ella lo comía, más que comerlo lo relamía, haciéndolo de una forma muy sensual y sexual, mirándonos a los dos. Luego se ponía mimosa con su marido y le daba a probar un poco de helado, así estuvieron todo el rato.
Cuando se acabó la cena, yo está esperando ver que sucedía. Félix dijo que estaba muy cansado de la excursión que mañana sería otro día, pero Elena se puso entre mimosa y seria, quería por lo menos una copa. Félix al final cedió, pero sin mucho convencimiento. Pero eligió un bar del hotel en el que no se podía bailar. Era tipo pub. Entramos y Elena se fue directa a un rincón muy discreto. Pedimos la bebida. Lo que tardo Félix en bebérsela fue nada, casi de un trago. Yo decidí ir al servicio para que hablaran a solas si es que lo necesitaban.
Al salir del aseo, vi como ella sobaba su paquete y como le mordía o lamia la oreja. Estaba claro que lo estaba excitando o por lo menos lo intentaba. Yo me senté como si nada, pero ella seguía tocando a su marido. Ella pidió otra ronda y Félix puso mala cara, pero no dijo nada y yo no había acabado la primera que tomaba, cuando Félix se la volvió a beber de un tirón e insistió en irse a descansar.
Pero por lo que veía Elena estaba demasiado excitada y cachonda como para irse. Pero ya me estaba sabiendo mal, por la cara de Félix. Ella nos cogió por el cuello a los dos y nos abrazó, nos juntó bastante las cabezas y le dijo a su marido… “Mira Félix, ayer le prometí que le daría algo. Llevo todo el día pensando en ello y estoy fuera de sí. Tú también estabas así hasta que fallaron los argentinos. Los tres no podríamos apañar bien seguro, salvo que te gustara como te la meneo tu nuevo amigo…” él se echó para atrás y trataba de balbucear algo, pero no le salía. Ella puso una mano en cada paquete y nos sobo las pollas.
Entonces ella le dijo muy seriamente a su marido… “Tienes las siguientes opciones, nos subimos con Carlos a su habitación y lo pasamos bien, nos vamos solos para nuestra habitación y te olvidas que te vuelva a contar nada que me pase y me entiendes, tercera y última tú te vas solo y yo con Carlos, eso si luego te cuento todo con detalle. ¿Qué eliges?” él se quedó un buen rato pensativo y decidió, dijo de irse los dos a su habitación.
Como yo me esperaba cualquier respuesta, no me pillo de improviso, pero a Elena sí, no se esperó esa contestación. Ella muy digna, se levantó, con voz seria, tensa y tiránica le dijo… ¡¡PUES VAMONOS!! Note como parecía que le daba un escalofrió a él cuándo la escucho. Se fueron sin apenas despedirse, dejándome allí solo. No lo dude, me levante y fui a tratar de localizar a mis dos maduritas por si estaban por ahí. Las encontré en uno de los locales. Estaban con sus respectivos maridos, yo como si no las conociera me puse muy cerca de ellas. Nunca vi a dos parejas que estuvieran tan aburridas. Ellos hablaban del golf y sus batallitas, cada dos por tres les decían a sus mujeres que ya habían estado bastante, que porque no irse. Ellas protestaban, querían bailar y ellos ni de coña.
Yo las miraba y les hacía gestos sin que ellos me vieran. Al principio guardan las apariencias, estaban muy serias, pero al final se sonreían y se reían, ante la mirada de sus maridos, que no entendían nada. Estábamos así entretenidos, cuando se sientan en donde yo estoy Félix y Elena. Me los quedo mirando y les pregunto que como es que estaban otra vez aquí. Ella no decía nada, solo le miraba a él y el con cara mustia me dice que si aceptaba una invitación a su habitación. No le conteste me puse de pie y vi cómo se le iluminaban los ojos a Elena, se levantaron y nos íbamos, pero antes de hacerlo me gire a ver a mis “amigas” y las lance un par de besos.
Cuando llegamos a su habitación ella encendió bien las luces, no fue como en mi habitación. Nos sentamos y yo no quise beber nada, pero Félix si se puso una buena copa. Lo notaba entre nervioso y cortado. Al rato salió ella del baño. Me corto la respiración. Llevaba por decir algo, un camisón cortito, casi un picardías, de color negro trasparente, con medias negras. Se le veían perfectamente los pezones. Se acercó y le dio un piquito en los labios a su marido, el marido le paso una copa y ella se sentó encima mía.
Coloco su culo perfectamente y se movía suavemente, pero lo suficiente para que su marido lo viera. Mi polla empezó a crecer de forma irremediable. Ella se movía mas. Hablábamos de la excursión de la mañana. Yo pase una mano hacia delante y no tarde en llegar a su coñito, ya que no llevaba nada debajo tampoco. Cuando toque su clítoris, lo tenía ya súper duro. Ahora le costaba hablar. Se recostó sobre mí y mi otra mano fue a una de sus tetas, para luego aprisionar con mis dedos su pezón, sin par de tocarle el clítoris.
Yo a él no le podía ver, al estar ella recostada sobre mí. Pero cuando la oí decirle… “Anda si llego yo a saber que te ponía tan cachondo ver a tu mujer haciendo de zorrita… lo bien que lo hubiéramos pasado” me puse hacia un lado y vi porque lo decía, su marido está totalmente empalmado, el bulto del pantalón lo delataba.
En vista de lo que pude ver, la hice levantar, me desabroche el pantalón y me saque la polla. “¿Quién va a ser la putita que se la coma?” ella sonriendo dijo… “No preguntes eso que lo mismo mi maridito se tira a por ella” Félix le dijo… “ELENA… ¿QUE DICES?” “¿Cómo que digo? Estamos en confianza y tú me has dicho que te gusto ese pollón que era algo increíble” dijo ella, el totalmente abochornado se quiso justificar, pero se lio más. Ella se agacho y se puso a comerme la polla, lo hacía y me miraba a los ojos fijamente y de forma lasciva, sobre todo cuando se la sacaba y pasaba su lengua por toda mi polla. Pero me guiño un ojo y se puso a hacer lo mismo, pero mirando al marido, que ya le dio todo igual, porque vi cómo se sacaba su polla y se tocaba, mirándonos con mucha calentura. Ella estaba de rodillas y paro de mamármela, diciéndole a su marido “Ves al baño y trae la crema hidratante y pónmela en mi culito” él ni rechisto, se levantó y trajo la crema, pero el tío se había desnudado del todo, sí que fue veloz. Se puso detrás de su mujer y fue haciendo lo que ella le dijo. Mientras lo hacia ella ronroneaba y el miraba muy de cerca como ella se comía mi polla.
Ella al darse cuenta, se sacó la polla de la boca y la apretaba fuerte, lo que hacía que se hinchara más, el miraba como hipnotizado y ella le decía… “Joder que cara de vicio que tienes maridito, estas loquito por darle un lametazo…” el no decía nada y ella la lamia con provocación. Ella sin esperarlo yo, agarro la cabeza de su marido y la acerco a mi polla, el marido abrió la boca para recibirla, pero ella le agarro del pelo y lo quito diciéndole… “Que maricona tengo en casa… madre mía” lo dijo riéndose. Ahora se fue a la cama y se colocó a cuatro patas como lo hizo la noche anterior Valentina.
Me desnude y me acerque a donde estaba ella. Me puse crema en mi polla y era hora de tomar yo el control en todo. Le dije que mejor se tumbara boca abajo, que para ser la primera vez sería mejor. Ella obedeció y yo coloque mi polla en la entrada de su culito. Pero resbalaba mucho, así que la tuve que coger y colocarla bien en el culito, luego apreté un poco y se medió encajo. Ella dio un suspiro fuerte, pero no dijo nada más.
Luego dio otro empujoncito y metí lo que era la cabeza de mi polla, ahora si protesto y se quejó, me dijo que cuidado que le había dolido. Tal como estábamos ella no se podía escapar, estaba a mi merced. Se la notaba muy estrecha, sabia ya que iba a costar. Di una embestida un poco más fuerte que las anteriores y grito, me dijo que la sacase que le dolía mucho. Yo trate de tranquilizarla, pero empezó a hablarme como lo hacía con el marido, en plan mandón. Pero le dije que, a callar, que yo no era su marido, que a mí se me hablaba bien. Cuando vi que se envalentonaba para decirme algo. Volví a embestir un poco más, pero me pasé, casi se la había metido toda.
Ella me llamo cabrón, hijo de puta, cerdo… y mil cosas más, por eso cuando termino con los insultos y recuperaba fuerzas, acabe de metérsela del todo. Pidió ayuda al marido, pero le dije que ni se moviese. Ella seguía protestando y la verdad que mi polla estaba muy aprisionada por la estrechez del culito. Dejo de moverse al darse cuenta que si se estaba quieta le dolía menos. Ella con voz más suave me decía… “Por favor Carlos, sácala con mucho cuidado, que me duele mucho, por favor” como vio que no le hacía caso empezó otra vez con la retahíla de insultos, no lo dude, le di varios azotes en el culo y se quedó callada no se lo debía de esperar.
Luego empecé a moverme con suavidad, ella cada vez se quejaba menos y poco después acompasaba el movimiento con su culo. Ya empezó a disfrutar poco a poco. Cada vez se movía más y yo embestía profundo, pero despacio. Ella me decía que yo era un cabron, pero esta vez lo decía como provocando. Y le dije a su marido que tenía toda una zorrona en casa y empecé a embestirla más rápido, más fuerte, pellizcaba sus pezones y de vez en cuando le daba una buena palmada en su culo. Esto se notaba que le gustaba. Félix se acercó a mira más de cerca y ella con voz entrecortada le dijo… “Esto es un macho lo ha intentado una vez y lo ha conseguido a la primera, me ha roto bien el culo y tu intentándolo años y no fuiste capaz…” y no acabo de decir esto y se corrió, como si le dieran convulsiones.
Me pidió que me corriera en mi culo, que quería sentir lo que le había dicho Valentina y estuve embistiéndola con fuerza, con rapidez hasta que me corrí en su culo y ella cuando termine de correrme, cuando me disponía a sacársela se volvió a correr. Una vez que se la saque ella sonriendo me dijo, que esa noche ya no podría más que le había dejado para el arrastre. Félix se corrió y se manchó todo, ella le mando a limpiarse y cuando se fue me dijo que me acercase y me dijo al oído… “Eres un tío increíble, nadie me había tratado así en la vida, pero que sepas que me ha puesto muy cachonda, eres un buen empotrador, un auténtico semental, pero la próxima vez lo haremos solos y… ¿vale?” pero llego el marido y no pudimos seguir hablando. Me fui al baño y me limpié para poder irme.
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