Hola a todos, quiero agradecer el gran apoyo que tuvo mi anterior relato. Por eso, tras unas merecidas vacaciones vengo con otro relato sobre una vez que me tocó entregar la cola y fracasé.
Muchas mujeres ponen barreras a la hora del sexo anal. El sexo en mí conoce pocos límites. Entregar la cola es un placer que disfruto en cualquier circunstancia, y no lo digo para calentar a los posibles lectores, sino que es algo real 100%. Mi marido calza muy bien, y sin embargo, su tamaño nunca fue un obstáculo para entregarle mi tesoro más preciado.
Pero hubo una vez, un tipo que me puso a prueba, y con cierta vergüenza debo confesar que salí derrotada. La cosa sucedió así.
Lo conocí en una fiesta, y en determinada circunstancia se dio que quedáramos solos en una habitación. Yo no conocía su “currículum”, y cuando el flaco pasó del toqueteo hot, y pasó a lo concreto, pelando su matambre, me sorprendí. Verla muerta no me impresionó tanto (mi chico, como les dije, calza muy bien) Pero al verla crecer de a poco, me fui asustando. Comparando, yo calculo tranquilamente unos 30 cm y más de 8 cm de ancho, seguro seguro.
Comprendí que levantar semejante pija iba a ser toda una tarea, así que decidí ayudarlo. Comenzé a chupáresela, tratado de meter la mayor cantidad de carne en mi boca, al tiempo que lo sentía crecer dentro de mi boca. El se mostraba muy tranquilo, seguro del trabajo que podía hacer con semejante máquina. Seguí chupándosela hasta notar que no se pondría a full del todo (supongo que de lograr una erección completa el flaco podría desmayarse, ja!). A partir de ahí, deje que el tomara un poco más la iniciativa. Me recosté sobre la cama y me ofrecí suave, pero experta. El comenzó a desvestirme y enseguida atacó mi conchita. Si bien no necesitaba calentarme más, si me vino bien la lubricación extra que me dio con su lengua, y la dilatación que fue logrando al meter sus dedos en mí, incluso haciéndome acabar una vez.
Estuve lista y el lo notó. Apoyó su enorme pija entre mis piernas y empujó. Gocé, y mucho esa primer embestida. Con suavidad fue calzándola. El tipo me cogía a buen ritmo, cuando sentí ganas de cambiar de posición para acabar por segunda vez. Instintivamente supe que me arriesgaba al ponerme en 4 patas, ofreciéndome indefensa a sus deseos, pero también tenía que aceptar semejante desafío.
Como una putita me entregué en 4. El siguío cogiéndome por la concha hasta que en un momento empecé a sentir sus dedos ensalivados penetrándome el culo. No había vuelta atrás, y pensé “¡¡¡como carajo hago para meterme todo esto!!!” Pronto él sintió que yo estaba lista, me puerteó y comenzó a penetrarme lentamente hasta que logró calzar la mitad de su tronco en mí. Un dolor tremendo, que al principio soporté, pensando que tras las primeras embestidas comenzaría a gozar como siempre… aguanté, aguante… pero al final, caí derrotada. Mis gritos de dolor no parecían intimidarlo, hasta que tuve que decirle “sacala” y casi desesperadamente me tiré para adelente. Senti un vacío y una dilatación que se fue recuperando muy pero muy de a poco. Había acabado dos veces y el tipo estaba aún al palo, así que no me quedó otra que tratar de chupársela como pude, hasta hacerlo acabar. Cargadísimo, derramó su leche en mi cara, ensuciándome el pelo y chorreando hasta mis pechos… Por suerte fue poco lo que tuve que tragar. En fin… a veces se gana, y a veces se pierde.
Sé que este relato es cortíto pero quería que supieran la vez que no pude aguantar jeje.
Muchas mujeres ponen barreras a la hora del sexo anal. El sexo en mí conoce pocos límites. Entregar la cola es un placer que disfruto en cualquier circunstancia, y no lo digo para calentar a los posibles lectores, sino que es algo real 100%. Mi marido calza muy bien, y sin embargo, su tamaño nunca fue un obstáculo para entregarle mi tesoro más preciado.
Pero hubo una vez, un tipo que me puso a prueba, y con cierta vergüenza debo confesar que salí derrotada. La cosa sucedió así.
Lo conocí en una fiesta, y en determinada circunstancia se dio que quedáramos solos en una habitación. Yo no conocía su “currículum”, y cuando el flaco pasó del toqueteo hot, y pasó a lo concreto, pelando su matambre, me sorprendí. Verla muerta no me impresionó tanto (mi chico, como les dije, calza muy bien) Pero al verla crecer de a poco, me fui asustando. Comparando, yo calculo tranquilamente unos 30 cm y más de 8 cm de ancho, seguro seguro.
Comprendí que levantar semejante pija iba a ser toda una tarea, así que decidí ayudarlo. Comenzé a chupáresela, tratado de meter la mayor cantidad de carne en mi boca, al tiempo que lo sentía crecer dentro de mi boca. El se mostraba muy tranquilo, seguro del trabajo que podía hacer con semejante máquina. Seguí chupándosela hasta notar que no se pondría a full del todo (supongo que de lograr una erección completa el flaco podría desmayarse, ja!). A partir de ahí, deje que el tomara un poco más la iniciativa. Me recosté sobre la cama y me ofrecí suave, pero experta. El comenzó a desvestirme y enseguida atacó mi conchita. Si bien no necesitaba calentarme más, si me vino bien la lubricación extra que me dio con su lengua, y la dilatación que fue logrando al meter sus dedos en mí, incluso haciéndome acabar una vez.
Estuve lista y el lo notó. Apoyó su enorme pija entre mis piernas y empujó. Gocé, y mucho esa primer embestida. Con suavidad fue calzándola. El tipo me cogía a buen ritmo, cuando sentí ganas de cambiar de posición para acabar por segunda vez. Instintivamente supe que me arriesgaba al ponerme en 4 patas, ofreciéndome indefensa a sus deseos, pero también tenía que aceptar semejante desafío.
Como una putita me entregué en 4. El siguío cogiéndome por la concha hasta que en un momento empecé a sentir sus dedos ensalivados penetrándome el culo. No había vuelta atrás, y pensé “¡¡¡como carajo hago para meterme todo esto!!!” Pronto él sintió que yo estaba lista, me puerteó y comenzó a penetrarme lentamente hasta que logró calzar la mitad de su tronco en mí. Un dolor tremendo, que al principio soporté, pensando que tras las primeras embestidas comenzaría a gozar como siempre… aguanté, aguante… pero al final, caí derrotada. Mis gritos de dolor no parecían intimidarlo, hasta que tuve que decirle “sacala” y casi desesperadamente me tiré para adelente. Senti un vacío y una dilatación que se fue recuperando muy pero muy de a poco. Había acabado dos veces y el tipo estaba aún al palo, así que no me quedó otra que tratar de chupársela como pude, hasta hacerlo acabar. Cargadísimo, derramó su leche en mi cara, ensuciándome el pelo y chorreando hasta mis pechos… Por suerte fue poco lo que tuve que tragar. En fin… a veces se gana, y a veces se pierde.
Sé que este relato es cortíto pero quería que supieran la vez que no pude aguantar jeje.
8 comentarios - Mini relato: No pude con su pija