Esta es la historia de Paula, una chica que a los 19 años la curiosidad la empieza a llevar por experiencias nuevas que cada vez resultan ser más intensas. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 13: Propuesta de cumpleaños (Parte 2)
Lucila se levantó de la cama y todo quedó en silencio por unos segundos. Yo me quedé acostada, con una mano sobre mis piernas y la otra en mi conchita que no daba más de lo caliente que estaba. Nicolás enmudeció y permaneció totalmente quieto. Su grito había llamado la atención de su novia y quedaba claro que no podía aguantar más la calentura, lo que se notaba en su pija totalmente parada que sobresalía de su cuerpo. Lucila se acercó a él caminando lentamente, se paró en frente suyo y se agachó para que sus cabezas quedaran a la misma altura.
- ¿Querés que te suelte, amor?- Le pregunto lentamente.
- ¡Ya!- Respondió él acelerado. Era obvia su calentura.- ¡Mira lo dura que me pusieron la pija!
Ella bajó su mirada despacio y observó la verga de su novio completamente tiesa y con la cabeza que parecía a punto de explotar. Volvió a mirarlo a los ojos y con mucha tranquilidad, como si nada pasara, le siguió hablando:
- ¡Está bien! Te vamos a liberar.- Él enseguida sonrió.- Pero con una condición…
- Sí amor, lo que sea.- Respondió rápido Nicolás que no veía la hora de que lo suelten.
- Vas a tener que ser nuestro esclavo sexual.
Recordemos un poco como habíamos llegado hasta esa situación. En Enero de ese año yo tuve una pequeña aventura con Nicolás, el nuevo vecino del 5to de 30 años y que recién se mudaba a la ciudad. Pero después de una semana de pasión, me vengo a enterar no solo que tiene novia, sino que ella va a vivir en el mismo departamento donde nosotros lo habíamos hecho. Lo peor llegó cuando ella se enteró de lo que habíamos hecho y me amenazó con que no quería volver a verme cerca de él. Sin embargo, un mes más tarde me propuso regalarle para su cumpleaños un trío. Pero no cualquier trío. “Vamos a atarlo a una silla y que vea como nosotras nos tocamos y nos besamos. Que se caliente al máximo. Que no de más de la calentura. Y recién ahí lo soltamos.” esas habían sido sus palabras y por más loca que me sonó la idea en un principio, terminé aceptando.
Así, el sábado 15 de agosto, le dije a mis padres que me juntaba con las chicas y bajé hasta el 5to piso para encontrarme con ella que me metió de incógnito en su casa y una vez que estuvimos listas, lo llevamos a Nicolás a la pieza, en donde se encontró con la sorpresa de tener a su novia y a su ex amante casi desnudas en la misma habitación. Pero su cara de asombro fue mucho mayor cuando Lucila lo ató a una silla frente a la cama y ella y yo nos empezamos a tocar, besar y acariciar de manera muy apasionada en frente de él. Hasta que Nicolás no pudo más y desesperado pidió que lo desatáramos.
- ¡Sí mi amor! Lo que ustedes quieran.- Dijo él convencido.
Entonces yo me levanté y seguí con el plan que habíamos hecho con Lucila: “Una vez que él pida desesperado que lo desatemos, yo le voy a decir que solo lo desato con la condición de que sea nuestro esclavo. Él obviamente va a aceptar y una vez que lo haga nos levantamos y le chupamos la pija ahí atado. Para volverlo más loco todavía”. Lentamente, imitando los movimientos que ella había hecho al levantarse, me paré de la cama y me acerqué hasta donde ellos estaban. Las dos nos arrodillamos al mismo tiempo frente a su cuerpo y comenzamos a acariciarle las piernas y un poco más. Como pudo, Nicolás abrió las piernas y su pija quedó totalmente disponible para nosotras dos. Lucila me echó una mirada cómplice y comenzó.
Tomó la enorme verga de su novio y se la metió en la boca sin dar muchas vueltas. “¡Que lindo!” dijo él al mismo momento que Lucila empezaba a mamársela como loca. Sin duda, habernos tocado, habernos besado y habernos calentado de la manera en la que lo habíamos hecho nosotras dos frente a él, nos había puesto totalmente locas de la excitación. Movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo comiéndose casi por completo la pija de su novio, mientras yo observaba con fascinación y seguía tocándole el cuerpo a él. Me dedicaba a darle besos en las piernas y en la cintura, mientras él miraba fijo a su novia que totalmente sacada le chupaba la pija.
Después me convidó a mí y yo copié lo que ella había hecho, tocando su verga con mis labios y empezando a mover mi cabeza de arriaba a abajo con velocidad para disfrutarla. La extrañaba mucho, me di cuenta en ese momento. Extrañaba esa pija grande, gorda y dura en mi boca. Había sido la primera que había chupado y la recordaba muy felizmente, después de todo me había dado muchísimos orgasmos el verano anterior. Mientras tanto, Lucila se había levantado y le comía la boca a Nicolás tirándole la cabeza hacia atrás desde la nuca.
Estuvimos un buen rato entreteniéndonos con su verga. La chupaba una y después la chupaba la otra y la que estaba libre se dedicaba a besar, tocar y calentar aún más a Nicolás que no podía creer la suerte que tenía de que nosotras dos estuviésemos haciendo eso. “¡Uff sí!” gemía de placer cuando alguna de las dos se volví a meter su pija en la boca y se la mamaba con muchas ganas. Para el final, Lucila y yo empezábamos a compartirla. Las dos se la chupábamos a la vez, una de cada lado, yendo a diferentes velocidades hacia arriba y hacia abajo, escuchándolo suspirar loco de placer.
- Primero queremos que te acuestes boca arriba y nosotras te vamos a montar a vos. ¿Entendido?- Le dijo Lucila comenzando a desatarlo.
- Sí.- Respondió él.
- ¿Sí, qué?- Le preguntó ella golpeándolo suavemente en la nuca.
- Sí, mi ama.- Contestó él enseguida y el juego de amo y esclavo se hizo presente.
Una vez estuvo desatado, Nicolás caminó hasta la cama donde antes nos habíamos estado divirtiendo nosotras y se acostó boca arriba dejando su pija parada y apuntando hacia el techo. Nosotras lo seguimos, una de cada lado de la cama, nos acostamos a su lado y volvimos a acariciarlo y besarlo. Nos entretuvimos un buen rato dándole besos y tocándole todo el cuerpo mientras él seguía disfrutando de su regalo de cumpleaños. Entonces Lucila fue la primera en animarse. Se fue subiendo despacio al cuerpo de su novio y yo fui quedando un poco de lado mientras ellos se besaban y se tocaban de manera muy caliente.
Entonces Lucila se metió la pija se su novio en la concha y sentada sobre su cintura empezó a moverse. Fue sorprendente la manera en la que transformó la situación, convirtiéndose en una actriz excelente, moviendo mucho sus brazos hasta llevar sus manos a la cabeza, tocándose el cuerpo y pasándolas por el pecho de Nicolás. También hacía caras, que iban desde expresiones de deseo hasta gestos de placer puro. Su cadera se movía descontroladamente, como si fuese una bailarina danzando para su jeque árabe. Por unos segundos pude comprender porque él la engañaba a veces. “Claro, si cada vez que coge actúa de esa manera, él seguro que debe buscar algo más real” dijo mi cerebro, pero al ver la cara de fascinación con la que la miraba Nicolás comprendí que en realidad solo lo hacía porque sí, por morboso.
Me animé a sumarme un poco más, besándolo a él de manera apasionada y acariciando su pecho, disfrutando de esos músculos perfectos que tenía. Mis dedos llegaron a rozarse con los de Lucila y cuando la miré ella me guiño el ojo de manera seductora. Me levanté hasta quedar arrodillada a su lado y con pasión la besé. “¡Que belleza!” dijo entonces él y convencida de que lo que había hecho le había gustado, la seguí besando. Sentí su mano que pasaba por mi espalda y me tocaba de la misma manera en la que antes había tocado a su novio. Segundos más tarde la mano de Nicolás también se posó sobre mi cuerpo, pero esta vez en mis piernas. Las fui abriendo despacito, sin dejar de besar y tocar a Lucila ni un segundo, y él se fue abriendo camina hasta mi conchita que estaba muy mojada de todo lo que estaba viviendo.
Un dedo se paró directamente encima de mi clítoris y comenzó a dibujar círculos sobre él. No pude contener un cosquilleo que me llevó a quebrar la cintura y alejarme de Lucila, pero ella enseguida se acercó a mí y sin dejar de coger sentada sobre su novio, me volvió a besar. Ahora ellos dos se concentraban en mí. Mientras ella me besaba y me tocaba las tetas, él tenía su mano entre mis piernas y jugaba con mi conchita y mi clítoris. Era algo que nunca me había imaginado que podía llegar a vivir, algo que nunca pensé que me iba a animar a hacer. Y ahora que lo estaba haciendo, me encantaba y me calentaba muchísimo.
- ¿Me dejás un ratito a mi?- Le dije a Lucila al oído cuando bajó su cabeza para besarme en el cuello.
- Obvio.- Dijo ella contenta de que saliera de mí la propuesta.
Se corrió hacia un lado y se acostó a un costado de su novio. Entonces yo me acomodé encima de Nicolás y tomando su pija con la mano la fui introduciendo despacito en mi conchita. Era tan grande y tan gruesa que costaba que entre, pero una vez que la tuve bien adentro fue solo pasión y no pude evitar volverme loca con ella. Empecé a moverme como Lucila lo había hecho antes y él enseguida posó sus manos en mi cintura. “¿Te gusta, amor?” le preguntó ella a él y convencido de lo que le respondí le dijo que sí. “Me encanta mi regalo” agregó después y comenzó a mover la cintura hacia arriba y hacia abajo cogiéndome él a mí y haciéndome pegar saltos con cada golpe que daba.
A partir de ese momento, todo se tornó un poco más violento. Nicolás empezó a calentarse a un nivel que ya no podía controlar su cuerpo a pesar de que Lucila le había dicho que iba a ser nuestro esclavo. Después de cogerme a mí, dijo que nos quería a las dos en cuatro sobre la cama para divertirse un rato y tras un cruce de miradas con ella, obedecimos. Las dos nos colocamos boca abajo en la cama y nos alzamos sobre nuestras rodillas y nuestros brazos. Él se puso detrás de nosotras y decidió empezar conmigo. Apoyó su pija sobre la puerta de mi conchita y despacito la fue introduciendo hasta meterla toda. Colocó sos manos sobre mi cintura una vez más y empezamos a gozar.
Me cogía bien fuerte y bien rápido como lo había hecho la última vez que tuvimos sexo, e imitando aquella noche, yo no contuve mis gritos y mis gemidos que eran de excitación total. Lucila me miraba de costado, colocada en la misma pose que yo y cuando me atreví a mirar hacia atrás pude ver que con una de sus manos la estaba tocando a ella. Tenía la mayoría de los dedos sobre su cola, exceptuando el del medio que se metía en la concha de Lucila y se movía rápido hacia adentro y hacia afuera.
Después le tocó a ella e hizo exactamente lo mismo conmigo. Mientras se la cogía a su novia en cuatro, a mi me tocaba la cola y me cogía con su dedo por la conchita. Los gemidos que se escuchaban ahora eran los de Lucila, que gritaba como una perra y le pedía más y más a medida que pasaban los segundos. “¡Dale mi amor! ¡Cogeme bien fuerte!” le pedía y él le daba bien duro escuchándose los golpes de su cintura contra su cola. Yo los miraba encantada de la situación y disfrutando de ese dedito pícaro que se divertía con mi concha.
Un buen rato después de que se cogiera a su novia y que volviera conmigo a metérmela en cuatro, Nicolás le pidió a Lucila de quedarse un ratito a solas conmigo y ella se lo concedió y se fue a sentar en la silla. “¿Qué querrá?” me pregunté a mi misma y cuando lo vi acercándose a mi noté en sus ojos un deseo por hacerme el amor bien fuerte. Me recostó boca arriba y él se acomodó entre mis piernas. “Como te extrañaba” me dijo al oído en un susurro para que no escuche su novia y después se acomodó para hacerme gozar.
Su pija entró en mi cuerpo con total facilidad y yo lo envolví con mis piernas y mis brazos. Nicolás empezó a darme duro con un buen ritmo y en cuestión de tan solo segundos ya me tenía gritando como loca del placer que me brindaba. Sentía como su verga, carnosa y gorda, me partía al medio entrando y saliendo de mi conchita a toda velocidad. Sus besos en mi cuello y en mis labios eran un complemente increíble y el peso de su cuerpo sobre el mío me transmitía todo el calor de la situación. No podía más, estaba completamente caliente. Sentía que mi cuerpo iba a explotar de placer. “¡Sí, cogeme!” le rogaba a gritos entre gemidos y alaridos. Nicolás sacaba su pija de mi cuerpo y la metía de nuevo de manera violenta y acelerada. Era una sensación increíble.
Pegué un grito de placer inmenso y sentí como salía de mi concha mi propia acabada. Entonces él se apresuró en agacharse y colocar su cabeza entre mis piernas para chupármela bien fuerte e ir tragándose todos mis jugos. Eso me volvió a un más loca y comencé a retorcerme de placer, mientras él se aferraba fuertemente a mi cintura y seguía moviendo su lengua como loca de arriaba abajo por mi conchita.
- Ahora les toda a ustedes.- Dijo Nicolás levantando la cabeza y mirándome primero a mí y después a Lucila que se estaba autosatisfaciendo en la silla.
Las dos nos acomodamos frente a él que se había parado a un costado de la cama, nos arrodillamos y después de unos besos y unas sonrisas, abrimos bien grande la boca dispuestas a recibir nuestro premio. Nicolás, con esa imagen en primer plano, empezó a tocarse bien rápido y no tardó en acabar. Una gran cantidad de semen salió disparado para todos y terminó manchándonos a las dos por completo. A mí me llenó la cara, en especial la boca, el cuello, el pelo y las tetas de semen, mientras que a Lucila también le llegó a las piernas y a los brazos.
Entonces, de manera muy inesperada, ella me agarró de la mano e hizo algo que no habíamos planeado. Me llevó hasta la cama, se acostó y me tiró del brazo hasta que caí encima suyo. Me miró unos segundos y pasó su lengua por mis cachetes limpiándome la leche de su novio. Se la tragó y después me besó. Dejándome llevar un poco por la situación, por más que me resultaba un poco asquerosa, empezamos a besarnos y a franelearnos compartiendo el semen de Nicolás por todo nuestro cuerpo. Era algo raro, que nunca me imaginé que iba a pasar, pero que no podía dejar de hacerlo ya que estaba totalmente excitada.
Él se sentó una vez más en la silla y fue observando el nuevo show que ahora le brindábamos, tocándonos, besándonos, lamiéndonos y compartiendo toda su leche. Una vez que terminamos, nos acostamos las dos una al lado de la otra y Lucila le preguntó qué tal le había parecido su regalo de cumpleaños. Nicolás le sonrió.
- ¡Excelente mi amor!- Le dijo.- Las dos estuvieron estupendas.
- ¿Y a vos? ¿Qué te pareció tu primer trío?- Me preguntó a mí.
- ¡Estuvo increíble!- Respondí yo contenta acariciándome suavemente las tetas.- Si quieren, estoy dispuesta a repetirlo cuando gusten.
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