Soy hombre joven y quiero relatarles una historia sumamente sensual, donde hay una protagonista, que nunca actuó directamente. Una historia que se asemeja a las andanzas de un niño espiando por detrás del tapial a su vecina, salvo que con demás ingredientes. Una historia mas de vecinos como tantas otras....o no?
Vale aclarar que en algún punto todas las personas afloramos nuestro orgullo. Nos gusta ser arrogantes en algún momento en particular ya sea por alguna virtud o adquisición. Todo se reduce a lo que somos y lo que poseemos. Es eso que los demás te envidian, eso que te es propio pero que lo desean. Hay algo en particular que me gusta presumir, el culo de mi mujer. Es el típico culo perfecto que todos quieren cogerse. Me encanta saber que todos lo miran con la morbosidad del que quiere tomar un cachete con cada mano, abrirlos y metérsela hasta el fondo. Para ser sincero, me calienta mucho saber que desean ese culo que me pertenece.
Dos de la tarde. Nos disponíamos a tomar sol en nuestra terraza una tarde calurosa de verano. Es una terraza encima de un primer piso, por lo que nos esta permitido sacarnos toda la ropa sin que prácticamente nadie tenga la posibilidad de vernos, ya que los patios y terrazas vecinas están por debajo de nuestra altura. Lindero tenemos un alto techo de chapa de un estacionamiento situado a la vuelta de nuestra casa, separado de nuestra terraza por una pequeña baranda de un metro de alto. Único techo que esta casi a nuestra altura.
Preparamos lo necesario, tome mi repososera y mi mujer decidió que subiría con una pequeña pseudo-colchoneta que le permitía recostarse en el piso sin que este la quemara. Tomo mi celular con la idea de llevarlo conmigo en caso que quiera escuchar música, y algún libro si por si acaso me tienta leer. Subo mi reposera y mis pertenencias y comienzo a ubicarme. Ella aun sigue abajo, por lo que decido prenderme un cigarrillo y espiar patios vecinos (siempre algo interesante se ve desde tan buena perspectiva hacia muchos patios. Queda para otra historia).
La casa de al lado del garage, a la vuelta de mi casa, ofrece una vista limitada desde su patio a la escalera que sube hacia mi terraza. En dicha casa vive un señor de unos cincuenta años aproximadamente con su esposa. Es una persona simpática, amable, que siempre nos saluda cuando nos ve en la calle. Acostumbra a arreglar su jardín, poda, corta el césped, re-acomoda algunas figuras de yeso que adornan el lugar, etc. Un gran patio, con grandes reflectores en lo alto que utiliza cuando organiza asados con amigos. En el fondo de ese patio tiene un quincho, del que solo puedo ver su techo de tejas azules desde mi patio.
He notado que siempre ha mirado con ganas a mi mujer, pero acaso quien no?. Ella tiene una cola imposible de pasar desapercibida, perfectas piernas, delgada con poco busto, cabello platinado y la cara de puta mas hermosa del mundo. Tiene 30 años, pero mantiene el cuerpo de los 20.
Mientras sigo fumando mi cigarrillo me percato que mi vecino amontonaba algunas botellas contra una de sus paredes, preparándolas como quien en breve las llevara a algún lugar. Siento el ruido de la puerta del patio de mi casa, lo que me da la pauta que mi mujer estaba saliendo al patio para comenzar a subir hacia la terraza. Dada la ubicación de la escalera patio-terraza, subimos dando la espalda al patio del vecino, por lo que le puede mirar el culo a mi mujer por algunos pocos segundos cuando esta llegando a los escalones superiores. Pocos segundos que siempre aprovecha muy bien.
Tomo una posición donde puedo verlo espiar disimuladamente. Ella bronceador en una mano y colchoneta en otra comienza el trajín por la escalera con no mas que una tanga diminuta y una musculosa de las de "entrecasa". Tanga que técnicamente, y a la distancia, es percibir la desnudez absoluta. El hilo queda perdido entre sus cachetes haciendo que solo se aprecien los hilos saliendo del fondo y subiendo hacia sus caderas altas. Sigue su andar por los escalones y no me equivoque cuando supuse el actuar de nuestro mirón. El siempre atento vecino paraliza su mirada hacia ese culo, posiblemente no imaginando nada en ese momento, solo aprovechando esos pocos segundos que le brinda su perspectiva. Ella llega a la terraza y yo tomo asiento. Tira su pequeña colchoneta, se sienta, y pasa a sacarse su tanga. Prende ahora ella un cigarrillo, se levanta esa estirada musculosa traía puesta y la tira a un costado. Nada mas cubría sus pechos. Se recuesta boca abajo y me pide con sonrisa cómplice que le pase el bronceador por toda la parte de atrás. Me levanto nuevamente de mi reposera y antes de comenzar la tarea encomendada, abro sus cachetes lamo como tanto me gusta y acostumbro. Paso mi lengua por su concha y vuelvo lentamente a su culo. Yo solo traigo puesto un short sin otra prenda abajo. La pija se me pone durisima, así que opto por abortar las lamidas y comienzo a desparramarle el bronceador. Abarco todos su hombros, espalda, bajo al culo, paso por su piernas para terminar en las pantorrillas. Ella termina su cigarrillo y adopta sus brazos como almohada para apoyar su cabeza. Yo retomo mi asiento en la reposera y prendo otro cigarrillo para calmar la calentura.
Elijo tomar el libro que había llevado conmigo (Mas allá del bien y del mal, Nietzsche. Por si a alguien le interesa) y retomo lectura donde había dejado algunos días atrás. Varios minutos habían pasado, mas de 30 estimo, y decido pararme a estirar un poco las piernas y supervisar patios ajenos, sin nada llamativo. Miro hacia el patio del vecino en cuestión y noto que sale desde el fondo de su patio con una escalera de madera al hombro, dirigiéndose con la misma en dirección a la escalera de su terraza, desde la cual tampoco tiene visión hacia la nuestra. Sube los escalones y al llegar apoya su escalera contra una de las paredes. La pared en la que apoya es la que es lindera al amplio estacionamiento. Para mi sorpresa comienza a subir cuidadosamente hasta llegar a la superficie. Este techo es totalmente de chapa acanalada con medio metro de umbrales de ladrillos de ambos lados en todo el largo. Unos veinte metros de largo imagino. Comienza a deslizarse sentado sobre el camino de ladrillos, apoyándose levemente sobre la chapa con una de sus piernas. En un momento determinado nota que lo observo y me mira de reojo tímidamente sin desconcentrarse. Me acerco a la pequeña baranda que hace la separación de ese techo con mi terraza, y me hace saber con una seña acompañada de una sonrisa miedosa, que la intención es llegar a uno de los reflectores que alumbran su patio, ya que no le funcionaba y por la noche los necesitaría encender para una reunión con amigos. El reflector esta amurado en la parte alta de la pared lateral del estacionamiento, quedando ubicado a mitad de su patio en lo alto. A mitad de camino del umbral de ladrillos entre donde comienza y donde termina ese estacionamiento, en mi terraza
A todo esto mi mujer ya estaba dormida sobre su colchoneta, algo que hace habitualmente. Yo nunca puedo dormir al sol, me resulta imposible. Sigo observándolo por unos instantes y retomo mi asiento ya aburrido habiendo pasado la emoción de verlo deslizarse con tanto miedo por el borde de ese techo, viéndolo por ultima vez sentado en el umbral con las piernas abiertas, una a cada lado del reflector y revisando su foco. Pasado unos pocos minutos siento un leve sonido en las chapas, como si hubiese comenzado a moverse nuevamente iniciando su camino de vuelta. La curiosidad me hace poner en pie nuevamente y para mi asombro noto que no volvía a su terraza, sino que venia hacia la mía. No tenia nada claro con que intención lo hacia, pero si seguía avanzando hasta el final y luego caminaba por el borde de la chapa dos o tres metros hacia el centro quedaba posicionado en la baranda que separa ambos techos. Miro rápidamente a mi mujer, ya que siento crujir la colchoneta indicándome que se estaba moviendo, pero solo se reacomodo abriendo un poco mas sus piernas. Toda su espalda y su culo aceitado y bronceado perfecto al desnudo dormían nuevamente. Pense acercarme y frenar su andar preguntándole que necesitaba, pero la situación me genero morbo, latía rápido mi corazón imaginando que pasaría si llegara hasta donde nos encontrabamos y de repente se topara con ese culo que tanto le gusta observar totalmente al descubierto. Total, ella estaba dormida...que podía pasar?
Volví a mi lugar y comencé a sentir cada vez mas cerca los retumbes leves de las chapas. Incline mi cabeza como quien no estaba al tanto de la situación y lo veo asomarse tratando de apoyar su mano en la baranda. Logra enderezarse y queda sumamente perplejo con la imagen de ese culo brillando al sol, totalmente aceitado. Retomó su vista hacia mi inmediatamente no sabiendo cual seria mi reacción. Lo mire, le sonreí, y quede a la espera de su explicación del porque de venir por el umbral hacia mi terraza. Me dijo en un tono de voz casi imperceptible y tartamudeando (no es para menos) si tenia un destornillador. Esa fue su sutil excusa para aventurarse a cruzar todo el techo en busca de mirar esa cola. Pero nunca pudo haberse imaginado que la recompensa seria tan grande!, que se la iba a encontrar desnuda, y con el culo para arriba. Encima dormida. Regalada!
Lleve mi mano hacia mi boca gestualizandole que mantenga silencio, que ella dormía. Asintió con la cabeza. Abrí mis brazos y negué con la cabeza haciéndole saber que no tenia destornillador. Una gran mentira, pero no podía bajar a buscar uno! Y aparte el no lo necesitaba!
No había dialogo, y el no sabia que hacer! Alternaba su mirada entre mi cara y su culo casi pidiéndome permiso para mirarlo un instante mas. La situación me calentó muchísimo. Volví a gesticular que haga silencio y me levanto, doy la vuelta al cuerpo de mi mujer para asegurarme por completo que aun dormía, ya que tenia su cabeza volteada para el lado opuesto donde nos encontrabamos nosotros. Lo confirme, dormía. En ese momento hice lo que el no se esperaba (ni yo había planeado), bajo mi short, con la pija totalmente dura, me agacho y comienzo a masturbarme con mi vista recta a su concha y su culo. Tenia las piernas abiertas al punto justo.
Lo miro nuevamente y le hago una seña para que cruce la baranda. Estaba con su cara enrojecida y petrificado. Lo puse seguramente en una de las situaciones mas extrañas e incomodas de su vida, o tal vez no tan incomoda, ya que lo pensó algunos segundos, tomo con ambas manos la baranda y sigilosamente la cruzo. Se paro a mi lado y contemplo ese terrible culo. Miraba para todos lados desechando testigos y no conociendo mi terraza, sin saber que nadie podía vernos. Comenzó a frotarse por encima de su pantalón vaquero. Yo me pajeaba cada vez con mas fuerza alternando mi mirada entre ese culo, esa concha y mi vecino. Me miro y asenté con mi cabeza para que la sacara y se pajeara como lo estaba haciendo yo. Se arrodillo justo a mi lado con la misma perspectiva visual, abrió la bragueta y saco su pija dura como piedra. Seguramente moría de ganas de arrojarse encima y cogerla a mas no poder. El culo lubricado se prestaba a ser penetrado. Mantuvo su postura sabiendo los limites, o hasta donde le permití avanzar yo. Pasados unos segundos camino con mis rodillas lentamente hacia uno de sus costados y apuntando mi pija sobre su culo comienzo a acabarle, y mi vecino atina a tomar mi posición. le dejo el lugar dejando caer mis ultimas gotas al piso, y explota el también de placer quedándole el culo bañado en semen. Se le deslizaba lentamente por su raya filtrándose y perdiéndose en lo profundo. El éxtasis había acabado, el volvió a ser el tímido vecino en ese instante, sabiendo que debía volver a retomar su rumbo. Estira su mano para saludarme y con una silenciosa carcajada lo miro y niego rotundamente con la cabeza. Sin dudas estaba mas que agradecido por la oportunidad que le brinde de estar al lado del culo que se cansaba de mirar a lo lejos, poder mirar su concha, y vaya premio! llenarle los cachetes de leche!
El cruza la baranda y en tiempo record vuelve a su casa, seguramente a pajearse de nuevo, como seguirá haciendo por largo rato con la imagen mental de ese momento. El reflector ya no importaba, o tal vez nunca importo. Nunca me percate de observar si esa noche funciono.
Acto seguido me arrodillo ante ella y áfrico toda la leche que tenia desparramada por su culo. Se lo abro y paso mi dedo por su agujero introduciendo discretamente. sigo desparramando con ambas manos y ella cierra su boca y abre sus ojos. Me pregunta que estoy haciendo, y le explico que echándole mas bronceador. Gira su cabeza y nota que mi pija estaba dura, si...seguía dura.
Levanta el culo levemente, apoya sus manos en el piso, y me sonríe invitándome a que se la meta. Baje mi short, tome su cintura y comencé penetrarla lo mas fuerte que me era posible. Apoyo su frente en la colchoneta y gemía tan fuerte que tuve que pedirle que baje la voz. No le importo, ya que acabo instantáneamente, y yo le seguí, bañándola de leche nuevamente, pero esta vez por dentro. La tarde siguió su curso como de costumbre, ella bajo a preparar unos tereres, y yo espere su vuelta arriba. Contemple por enésima vez el patio del vecino, que ya no estaba atento a las subidas de la escalera de mi mujer.
Ya por la noche, luego de cenar, salimos al patio a fumarnos unos cigarrillos. Ambos con una latita verde de cerveza en la mano, nos sentamos en el piso. Estaba esperando el momento adecuado para contarle parte de la historia que había sucedido por la tarde con la intención de obtener información de una leve sospecha que me invadía. Le comente la andanza del vecino por el techo, su intención de reparar la lampara, y su aventurada llegada a nuestra terraza para percatarse de su desnudez. Ella atónita en su expresión escuchaba mi relato atentamente sin poder creer que la había visto el vecino en esa situación. Mi historia solo relataba hasta la solicitud del destornillador y nada mas. En el cuento que le contaba mi vecino se daba la vuelta y se retiraba inmediatamente.
Ella no salia de su asombro, pudorosa y boquiabierta. Temblaba su mano al fumar, y me comentaba que no sabia con que cara miraría al vecino cuando lo cruce por la calle. Le dije que siga actuando con normalidad, Termina su cigarrillo y su cerveza y me dice que tiene sueño (otra vez quiere dormir? durmió toda la tarde! ) y me veo frustrado ya que no pude sacarme esa duda que me estaba comiendo por dentro. Pasa a levantarse, me da un beso, y se dirige a la puerta. No pude sacarle ningún gesto, dato, o información que delate su conducta ante mi inquietud, por lo que opte por ser mas agresivo, osado y arriesgado en mi búsqueda, casi al limite. Le menciono que hay algo que me llamo la atención y ella detiene su paso con la mano en el picaporte y la puerta entreabierta. Queda mirándome atentamente e intrigada. La miro fijamente mientras llevo otro cigarrillo a mi boca para encenderlo. Le digo que lo que llamo mi atención es que cuando le estábamos tirando toda la leche en el culo (situación que no le había mencionado antes) a ella se le puso piel de gallina. sonrió cómplice, como quien se delata sin quererlo, me tiro un beso mientras se apretó un cachete, y cerró la puerta. En fin, quede algunos minutos más en el patio terminando mi cigarrillo y el resto de mi cerveza, sabiendo que en definitiva lo dos habíamos disfrutado esa extraña situación desde lados totalmente diferentes. Hice una última deducción antes de ir a acostarme, y es que ella manejo la situación todo el tiempo, no yo. Estaba siempre un paso atrás sin saberlo.
Entro a mi casa, me dirijo a la pieza, enciendo la luz y ella ya dormía. Es lógico, no había dormido en toda la tarde.
Vale aclarar que en algún punto todas las personas afloramos nuestro orgullo. Nos gusta ser arrogantes en algún momento en particular ya sea por alguna virtud o adquisición. Todo se reduce a lo que somos y lo que poseemos. Es eso que los demás te envidian, eso que te es propio pero que lo desean. Hay algo en particular que me gusta presumir, el culo de mi mujer. Es el típico culo perfecto que todos quieren cogerse. Me encanta saber que todos lo miran con la morbosidad del que quiere tomar un cachete con cada mano, abrirlos y metérsela hasta el fondo. Para ser sincero, me calienta mucho saber que desean ese culo que me pertenece.
Dos de la tarde. Nos disponíamos a tomar sol en nuestra terraza una tarde calurosa de verano. Es una terraza encima de un primer piso, por lo que nos esta permitido sacarnos toda la ropa sin que prácticamente nadie tenga la posibilidad de vernos, ya que los patios y terrazas vecinas están por debajo de nuestra altura. Lindero tenemos un alto techo de chapa de un estacionamiento situado a la vuelta de nuestra casa, separado de nuestra terraza por una pequeña baranda de un metro de alto. Único techo que esta casi a nuestra altura.
Preparamos lo necesario, tome mi repososera y mi mujer decidió que subiría con una pequeña pseudo-colchoneta que le permitía recostarse en el piso sin que este la quemara. Tomo mi celular con la idea de llevarlo conmigo en caso que quiera escuchar música, y algún libro si por si acaso me tienta leer. Subo mi reposera y mis pertenencias y comienzo a ubicarme. Ella aun sigue abajo, por lo que decido prenderme un cigarrillo y espiar patios vecinos (siempre algo interesante se ve desde tan buena perspectiva hacia muchos patios. Queda para otra historia).
La casa de al lado del garage, a la vuelta de mi casa, ofrece una vista limitada desde su patio a la escalera que sube hacia mi terraza. En dicha casa vive un señor de unos cincuenta años aproximadamente con su esposa. Es una persona simpática, amable, que siempre nos saluda cuando nos ve en la calle. Acostumbra a arreglar su jardín, poda, corta el césped, re-acomoda algunas figuras de yeso que adornan el lugar, etc. Un gran patio, con grandes reflectores en lo alto que utiliza cuando organiza asados con amigos. En el fondo de ese patio tiene un quincho, del que solo puedo ver su techo de tejas azules desde mi patio.
He notado que siempre ha mirado con ganas a mi mujer, pero acaso quien no?. Ella tiene una cola imposible de pasar desapercibida, perfectas piernas, delgada con poco busto, cabello platinado y la cara de puta mas hermosa del mundo. Tiene 30 años, pero mantiene el cuerpo de los 20.
Mientras sigo fumando mi cigarrillo me percato que mi vecino amontonaba algunas botellas contra una de sus paredes, preparándolas como quien en breve las llevara a algún lugar. Siento el ruido de la puerta del patio de mi casa, lo que me da la pauta que mi mujer estaba saliendo al patio para comenzar a subir hacia la terraza. Dada la ubicación de la escalera patio-terraza, subimos dando la espalda al patio del vecino, por lo que le puede mirar el culo a mi mujer por algunos pocos segundos cuando esta llegando a los escalones superiores. Pocos segundos que siempre aprovecha muy bien.
Tomo una posición donde puedo verlo espiar disimuladamente. Ella bronceador en una mano y colchoneta en otra comienza el trajín por la escalera con no mas que una tanga diminuta y una musculosa de las de "entrecasa". Tanga que técnicamente, y a la distancia, es percibir la desnudez absoluta. El hilo queda perdido entre sus cachetes haciendo que solo se aprecien los hilos saliendo del fondo y subiendo hacia sus caderas altas. Sigue su andar por los escalones y no me equivoque cuando supuse el actuar de nuestro mirón. El siempre atento vecino paraliza su mirada hacia ese culo, posiblemente no imaginando nada en ese momento, solo aprovechando esos pocos segundos que le brinda su perspectiva. Ella llega a la terraza y yo tomo asiento. Tira su pequeña colchoneta, se sienta, y pasa a sacarse su tanga. Prende ahora ella un cigarrillo, se levanta esa estirada musculosa traía puesta y la tira a un costado. Nada mas cubría sus pechos. Se recuesta boca abajo y me pide con sonrisa cómplice que le pase el bronceador por toda la parte de atrás. Me levanto nuevamente de mi reposera y antes de comenzar la tarea encomendada, abro sus cachetes lamo como tanto me gusta y acostumbro. Paso mi lengua por su concha y vuelvo lentamente a su culo. Yo solo traigo puesto un short sin otra prenda abajo. La pija se me pone durisima, así que opto por abortar las lamidas y comienzo a desparramarle el bronceador. Abarco todos su hombros, espalda, bajo al culo, paso por su piernas para terminar en las pantorrillas. Ella termina su cigarrillo y adopta sus brazos como almohada para apoyar su cabeza. Yo retomo mi asiento en la reposera y prendo otro cigarrillo para calmar la calentura.
Elijo tomar el libro que había llevado conmigo (Mas allá del bien y del mal, Nietzsche. Por si a alguien le interesa) y retomo lectura donde había dejado algunos días atrás. Varios minutos habían pasado, mas de 30 estimo, y decido pararme a estirar un poco las piernas y supervisar patios ajenos, sin nada llamativo. Miro hacia el patio del vecino en cuestión y noto que sale desde el fondo de su patio con una escalera de madera al hombro, dirigiéndose con la misma en dirección a la escalera de su terraza, desde la cual tampoco tiene visión hacia la nuestra. Sube los escalones y al llegar apoya su escalera contra una de las paredes. La pared en la que apoya es la que es lindera al amplio estacionamiento. Para mi sorpresa comienza a subir cuidadosamente hasta llegar a la superficie. Este techo es totalmente de chapa acanalada con medio metro de umbrales de ladrillos de ambos lados en todo el largo. Unos veinte metros de largo imagino. Comienza a deslizarse sentado sobre el camino de ladrillos, apoyándose levemente sobre la chapa con una de sus piernas. En un momento determinado nota que lo observo y me mira de reojo tímidamente sin desconcentrarse. Me acerco a la pequeña baranda que hace la separación de ese techo con mi terraza, y me hace saber con una seña acompañada de una sonrisa miedosa, que la intención es llegar a uno de los reflectores que alumbran su patio, ya que no le funcionaba y por la noche los necesitaría encender para una reunión con amigos. El reflector esta amurado en la parte alta de la pared lateral del estacionamiento, quedando ubicado a mitad de su patio en lo alto. A mitad de camino del umbral de ladrillos entre donde comienza y donde termina ese estacionamiento, en mi terraza
A todo esto mi mujer ya estaba dormida sobre su colchoneta, algo que hace habitualmente. Yo nunca puedo dormir al sol, me resulta imposible. Sigo observándolo por unos instantes y retomo mi asiento ya aburrido habiendo pasado la emoción de verlo deslizarse con tanto miedo por el borde de ese techo, viéndolo por ultima vez sentado en el umbral con las piernas abiertas, una a cada lado del reflector y revisando su foco. Pasado unos pocos minutos siento un leve sonido en las chapas, como si hubiese comenzado a moverse nuevamente iniciando su camino de vuelta. La curiosidad me hace poner en pie nuevamente y para mi asombro noto que no volvía a su terraza, sino que venia hacia la mía. No tenia nada claro con que intención lo hacia, pero si seguía avanzando hasta el final y luego caminaba por el borde de la chapa dos o tres metros hacia el centro quedaba posicionado en la baranda que separa ambos techos. Miro rápidamente a mi mujer, ya que siento crujir la colchoneta indicándome que se estaba moviendo, pero solo se reacomodo abriendo un poco mas sus piernas. Toda su espalda y su culo aceitado y bronceado perfecto al desnudo dormían nuevamente. Pense acercarme y frenar su andar preguntándole que necesitaba, pero la situación me genero morbo, latía rápido mi corazón imaginando que pasaría si llegara hasta donde nos encontrabamos y de repente se topara con ese culo que tanto le gusta observar totalmente al descubierto. Total, ella estaba dormida...que podía pasar?
Volví a mi lugar y comencé a sentir cada vez mas cerca los retumbes leves de las chapas. Incline mi cabeza como quien no estaba al tanto de la situación y lo veo asomarse tratando de apoyar su mano en la baranda. Logra enderezarse y queda sumamente perplejo con la imagen de ese culo brillando al sol, totalmente aceitado. Retomó su vista hacia mi inmediatamente no sabiendo cual seria mi reacción. Lo mire, le sonreí, y quede a la espera de su explicación del porque de venir por el umbral hacia mi terraza. Me dijo en un tono de voz casi imperceptible y tartamudeando (no es para menos) si tenia un destornillador. Esa fue su sutil excusa para aventurarse a cruzar todo el techo en busca de mirar esa cola. Pero nunca pudo haberse imaginado que la recompensa seria tan grande!, que se la iba a encontrar desnuda, y con el culo para arriba. Encima dormida. Regalada!
Lleve mi mano hacia mi boca gestualizandole que mantenga silencio, que ella dormía. Asintió con la cabeza. Abrí mis brazos y negué con la cabeza haciéndole saber que no tenia destornillador. Una gran mentira, pero no podía bajar a buscar uno! Y aparte el no lo necesitaba!
No había dialogo, y el no sabia que hacer! Alternaba su mirada entre mi cara y su culo casi pidiéndome permiso para mirarlo un instante mas. La situación me calentó muchísimo. Volví a gesticular que haga silencio y me levanto, doy la vuelta al cuerpo de mi mujer para asegurarme por completo que aun dormía, ya que tenia su cabeza volteada para el lado opuesto donde nos encontrabamos nosotros. Lo confirme, dormía. En ese momento hice lo que el no se esperaba (ni yo había planeado), bajo mi short, con la pija totalmente dura, me agacho y comienzo a masturbarme con mi vista recta a su concha y su culo. Tenia las piernas abiertas al punto justo.
Lo miro nuevamente y le hago una seña para que cruce la baranda. Estaba con su cara enrojecida y petrificado. Lo puse seguramente en una de las situaciones mas extrañas e incomodas de su vida, o tal vez no tan incomoda, ya que lo pensó algunos segundos, tomo con ambas manos la baranda y sigilosamente la cruzo. Se paro a mi lado y contemplo ese terrible culo. Miraba para todos lados desechando testigos y no conociendo mi terraza, sin saber que nadie podía vernos. Comenzó a frotarse por encima de su pantalón vaquero. Yo me pajeaba cada vez con mas fuerza alternando mi mirada entre ese culo, esa concha y mi vecino. Me miro y asenté con mi cabeza para que la sacara y se pajeara como lo estaba haciendo yo. Se arrodillo justo a mi lado con la misma perspectiva visual, abrió la bragueta y saco su pija dura como piedra. Seguramente moría de ganas de arrojarse encima y cogerla a mas no poder. El culo lubricado se prestaba a ser penetrado. Mantuvo su postura sabiendo los limites, o hasta donde le permití avanzar yo. Pasados unos segundos camino con mis rodillas lentamente hacia uno de sus costados y apuntando mi pija sobre su culo comienzo a acabarle, y mi vecino atina a tomar mi posición. le dejo el lugar dejando caer mis ultimas gotas al piso, y explota el también de placer quedándole el culo bañado en semen. Se le deslizaba lentamente por su raya filtrándose y perdiéndose en lo profundo. El éxtasis había acabado, el volvió a ser el tímido vecino en ese instante, sabiendo que debía volver a retomar su rumbo. Estira su mano para saludarme y con una silenciosa carcajada lo miro y niego rotundamente con la cabeza. Sin dudas estaba mas que agradecido por la oportunidad que le brinde de estar al lado del culo que se cansaba de mirar a lo lejos, poder mirar su concha, y vaya premio! llenarle los cachetes de leche!
El cruza la baranda y en tiempo record vuelve a su casa, seguramente a pajearse de nuevo, como seguirá haciendo por largo rato con la imagen mental de ese momento. El reflector ya no importaba, o tal vez nunca importo. Nunca me percate de observar si esa noche funciono.
Acto seguido me arrodillo ante ella y áfrico toda la leche que tenia desparramada por su culo. Se lo abro y paso mi dedo por su agujero introduciendo discretamente. sigo desparramando con ambas manos y ella cierra su boca y abre sus ojos. Me pregunta que estoy haciendo, y le explico que echándole mas bronceador. Gira su cabeza y nota que mi pija estaba dura, si...seguía dura.
Levanta el culo levemente, apoya sus manos en el piso, y me sonríe invitándome a que se la meta. Baje mi short, tome su cintura y comencé penetrarla lo mas fuerte que me era posible. Apoyo su frente en la colchoneta y gemía tan fuerte que tuve que pedirle que baje la voz. No le importo, ya que acabo instantáneamente, y yo le seguí, bañándola de leche nuevamente, pero esta vez por dentro. La tarde siguió su curso como de costumbre, ella bajo a preparar unos tereres, y yo espere su vuelta arriba. Contemple por enésima vez el patio del vecino, que ya no estaba atento a las subidas de la escalera de mi mujer.
Ya por la noche, luego de cenar, salimos al patio a fumarnos unos cigarrillos. Ambos con una latita verde de cerveza en la mano, nos sentamos en el piso. Estaba esperando el momento adecuado para contarle parte de la historia que había sucedido por la tarde con la intención de obtener información de una leve sospecha que me invadía. Le comente la andanza del vecino por el techo, su intención de reparar la lampara, y su aventurada llegada a nuestra terraza para percatarse de su desnudez. Ella atónita en su expresión escuchaba mi relato atentamente sin poder creer que la había visto el vecino en esa situación. Mi historia solo relataba hasta la solicitud del destornillador y nada mas. En el cuento que le contaba mi vecino se daba la vuelta y se retiraba inmediatamente.
Ella no salia de su asombro, pudorosa y boquiabierta. Temblaba su mano al fumar, y me comentaba que no sabia con que cara miraría al vecino cuando lo cruce por la calle. Le dije que siga actuando con normalidad, Termina su cigarrillo y su cerveza y me dice que tiene sueño (otra vez quiere dormir? durmió toda la tarde! ) y me veo frustrado ya que no pude sacarme esa duda que me estaba comiendo por dentro. Pasa a levantarse, me da un beso, y se dirige a la puerta. No pude sacarle ningún gesto, dato, o información que delate su conducta ante mi inquietud, por lo que opte por ser mas agresivo, osado y arriesgado en mi búsqueda, casi al limite. Le menciono que hay algo que me llamo la atención y ella detiene su paso con la mano en el picaporte y la puerta entreabierta. Queda mirándome atentamente e intrigada. La miro fijamente mientras llevo otro cigarrillo a mi boca para encenderlo. Le digo que lo que llamo mi atención es que cuando le estábamos tirando toda la leche en el culo (situación que no le había mencionado antes) a ella se le puso piel de gallina. sonrió cómplice, como quien se delata sin quererlo, me tiro un beso mientras se apretó un cachete, y cerró la puerta. En fin, quede algunos minutos más en el patio terminando mi cigarrillo y el resto de mi cerveza, sabiendo que en definitiva lo dos habíamos disfrutado esa extraña situación desde lados totalmente diferentes. Hice una última deducción antes de ir a acostarme, y es que ella manejo la situación todo el tiempo, no yo. Estaba siempre un paso atrás sin saberlo.
Entro a mi casa, me dirijo a la pieza, enciendo la luz y ella ya dormía. Es lógico, no había dormido en toda la tarde.
11 comentarios - El Regalo a mi Vecino.
Jajajajaa
Morbo en su máxima expresión!
Espero haya segunda parte. Ya me masturbé con esta, pero quisiera hacerlo leyendo como la entregaste a ese vecino calentón, y como ella lo disfrutó.
Van puntos y a favoritos!
Abrazo grande che!
abrazo.
Tremendo!! mejor regalo no le pudiste hacer a tu vecino... queremos fotos de ese hermoso culo 🤤 🤤
+10 para VOS