Que giros da la vida, hace dos días me cogí a mi mamá.
Como cambian las cosas tan radicalmente, un día eres un estudiante de prepa y días después... Bueno sigues siendo ese mismo estudiante; con la única diferencia de que en el celular tienes fotos de tu madre, aunque esto tampoco es lo raro; ¿quién no tiene fotos de su madre en el celular? Lo verdaderamente único y diferente de las otras fotos que pudiera tener cualquiera, y de las otras madres; es que en esta foto, mi mamá esta de rodillas frente a mí, casi desnuda. Por detrás se aprecia su tremendo culo, con una de sus nalgotas partida a la mitad por un micro hilo dental que se enterraba deliciosamente en el carnoso globo trasero; mientras un par de tacones de aguja sobresalen por debajo de sus nalgazas. Y su cara pfff... su cara viéndome fijamente a los ojos; reflejando alegría y lujuria, con el rímel de los ojos corrido, el labial embarrado por completo y cubierta con chorros de semen por la frente, nariz, mejilla e incluso el pelo, la boca la tiene abierta mostrando una buena cantidad de mi leche depositada sobre su lengua. No dejo de pensar en tal locura mientras clavo mi vista en su alianza de matrimonio que destella con la luz del flash mientras sujeta mi verga con firmeza.
A decir verdad, aún sigo procesando todo lo que paso. Porque no es que lo haya planeado o algo así. Sucedió en uno de los más calurosos días que han habido últimamente, en donde todo es calor, sudor y uno se encuentra pegajoso todo el tiempo. Y realmente sucedió de la nada, no fue premeditado, fue como si en un momento estuviéramos conviviendo de lo más normal y común, y de repente, bam... sucedió... MAMÁ Y YO CULEANDO.
Y no me refiero a hacer el amor o sexo común. Fue una buena culeada, sucia, sudorosa, cerda, olorosa, con gritos, gemidos, con las nalgas de mi madre bien abiertas, groserías y vulgaridades saliendo de su boca. Con mi carnosa verga enterrada en su maduro, jugoso y apretado coño. Con su lengua en mi boca. Con sus carnosos labios apretando ansiosamente la base de mi gruesa verga; la verga de su propio hijo, que a la vez taladraba la garganta materna, con mis manos apretando sus enormes y fantásticas tetas.
Dios, que enormes tetas y podía sentir cada centímetro de su deliciosa y desnuda piel. Madre e hijo, dos cuerpos desnudos, bañados en sudor, con su acalorada piel deslizándose una contra la otra mientras danzaban en una brutal culeada. Y vaya que era salvaje y ruda, se escuchaba el golpeteo de las nalgas de mi madre retumbar por toda la habitación. Para terminar con mis grandes pelotas cubiertas de flujos maternos y el apretado coño de mi madre chorreando. Fue la más espectacular experiencia carnal experimentada en nuestra vida.
Pero eso fue hace dos días…
La mayoría de las veces, aquí es donde la historia termina, con la culminación del acto sexual. El sexo ocurrió, fin de la historia. Pero la pregunta del millón es… ¿y ahora qué sigue? ¿Qué pasa después de que una madre e hijo tienen sexo? ¿Qué haces después de una experiencia así? ¿Acaso podemos volver a la normalidad? ¿Me gustaría volver a la normalidad?
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Antes de continuar creo que debo volver unos días atrás y contarles cómo llegamos a esto.
Todo empezó en un típico sábado de esos de flojera, a principios de agosto. Uno de esos días en los que estás todo acalorado e incluso pegajoso, de esos en los que la calle parece arder y estar afuera es un sacrilegio. Lo que ocasionó que me mantuviera encerrado disfrutando del aire acondicionado. Sobre todo después de haber salido en la mañana con unos amigos a dar el roll hasta que fue insoportable seguir afuera. Después de eso me vine a mi casa a refrescarme y pasar el rato, sentado en mi cuarto, jugando call of duty en mi ps4, rompiendo madres por supuesto jajaja. Típicas cosas que alguien que acababa de terminar el cuarto semestre de bachillerato. De hecho si fuera por mí esas cosas son las que haría todos los días que pudiera echar la flojera. Pero mi papá tenía otros planes.
Mi padre es socio en una empresa constructora, así que por lo regular siempre está ocupado. Como se podrán imaginar nos ha dado una buena vida, por lo cual no me puedo quejar. Pero volviendo al tema; su jefe el socio mayoritario, había organizado unas carnes asadas en un rancho para convivir con los empleados ese día. Era uno de sus grandes eventos anuales así que era forzoso que fueran todo el personal acompañado por sus familias para poder disfrutar. A papá le encanta todo lo que tenga que ver con su trabajo y el mostrar su buena vida, su hermosa esposa y su hijo, así que todos debíamos asistir. Íbamos cada año a esta reunión, y aunque había cierta diversión yo siempre me aburría hasta los huevos. Siempre me estaban forzando a juntarme con los chavos fresas e hijos de otros empleados y simplemente se me hacían de lo más estúpidos. Así que terminé por odiar este tipo de reuniones y siempre trataba de zafarme. Y hoy, con esta flojera estando en mi cuarto, vistiendo los mismos pantalones que había usado toda la semana, con la playera del Barcelona, mi equipo favorito, sentado y recargado en mi silla giratoria, jugando ps4. Para nada quería salir al calorón.
Y no era el único al que le desagradaban estas reuniones, a mi mamá tampoco le gustaban; pero trataba de ser una buena esposa y como sabía que era importante para papá siempre asistía y se la pasaba con una sonrisa ya que llegábamos al lugar.
Papá, por ser parte de los socios se había ido desde temprano, para ayudar con la organización. Mamá y yo quedamos en alcanzarlo después, pero como dije antes, me resistía a ir. Y al fin y al cabo mamá como toda buena madre, se encargaba de recordarme que no podía faltar.
-¡Migueee!- escuché a mamá gritar desde el pasillo, mientras se acercaba a mi cuarto. -necesitas empezar a arreglarte, tenemos que estar allí pronto.-
-seee!- le dije, sin voltear a verla, apenas prestándole atención. Podía sentir su presencia en la puerta de mi cuarto. Finalmente, cansada de mi clásica actitud rebelde, entró a mi cuarto, parándose entre la tv y yo, forzándome a pausar el juego.
-¿sí?- pregunté con cara de fastidio. Miré hacia arriba y me encontré con el rostro de mamá. Supongo que este sería el mejor momento para describir a mi madre, sobre todo porque está seria la mujer con la que estaría culeando en poco tiempo.
Mi madre se llama Rocío. Mi padre hizo suficiente dinero como para que ella no tuviera que trabajar, aunque a pesar de eso ella siempre trata de mantenerse ocupada en algo. Pero bueno nada de eso es relevante para la historia así que empecemos con lo bueno.
Seré honesto, mamá está muy buena. Está sabrosa y sexy a la vez. Es morena clara, con cabello oscuro en forma de capas que le llegan al hombro y con un look siempre moderno que la hace ver muy bien. Tiene unos brillantes y picaros ojos color miel y unos labios carnosos. En verdad es una chulada de mujer.
Y luego está su cuerpo... Dios, su cuerpo. A sus 43 años se mantiene activa, mide 1.65, hace bicicleta 3 veces por semana, así que se mantiene muy bien, no tiene el abdomen plano plano, pero la ligera pancita que tiene le da un toque más natural, es dueña de unas piernotas gruesas, soberbias, con unos muslos imponentes. Y su culo, que culazo, firme, amplio con buenas caderas y unas nalgotas grandes. La verdad que a cualquiera se le cae la baba al ver a mamá, e incluso a mí se me ha dificultado no quedarme perdido en el limbo viendo esas nalgazas.
Ahora siguen sus tetas...
De verdad que describirlas en palabras no es suficiente. Son... enormes, sabrosas. Tiene unas tetotas grandes, gordas, redondas, suaves y aun se le mantienen bastante firmes y paradas, con una bella forma respingona. Parecen sobresalir de su cuerpo con orgullo, bien puestas y paradas. Mamá conoce la envidia que ocasiona su cuerpo en las esposas de los otros socios, y estoy seguro que algunas han de pensar que son operadas. Créanme, la conozco de toda la vida. Esas ubres son reales, y absolutamente grandes.
Así que, desde su cabello hasta la punta del pie, mamá esta soberbiamente buena. Y como su hijo es algo difícil de ignorar, lo que explica cómo puedo describir su cuerpo con tanto detalle. Y he llegado a sentir bastante culpa por eso pero eventualmente lo he ido aceptándolo. Aparte mis amigos se encargan recordarme lo sexy que es mi madre, así que no podría subsistir sin volverme loco de no aceptarlo.
Y para que se den una mejor idea, imaginen a mamá con el rostro de la actriz Kim dickens, solo que un poco más joven, con el cabello oscuro pero con el cuerpo del tipo de Sara Jay, la actriz porno.
Así que después de esta descripción me preguntan que si ¿me he masturbado pensando en ella? claro. Tratando siempre de que no se volviera algo obsesivo sino más bien algo ocasional. En ciertas ocasiones, ella viste de una manera que me hace tener la verga erecta todo el tiempo. Incluso he llegado a pensar en cómo sería tener sexo con ella, fantaseado con la idea, pero realmente sin planear algo al respecto. Aparte supongo que mamá tendría le hubiera dado un infarto al escuchar esto. Y tampoco me va tan mal con las mujeres, no soy un Brad Pitt pero tengo lo mío, sobre todo allá abajo. Aunque debido a la idea tan caliente de ver en acción el cuerpo maduro de mamá me he tenido que morder la lengua para no usar frases explicitas y de doble sentido con ella. Su cuerpo incita tanta lujuria, que si otra chica se pareciera o me ocasionara ese tipo de pensamientos, estaría clavado con ella por siempre. Pero con muchísimo esfuerzo y lucha logro mantener mi calentura al margen.
-¡migue!- me dijo mamá, despertándome de mi letargo. -necesitas vestirte ¡pero ya!- dijo impaciente, con sus manos en las caderas. -necesitamos estar ahí pronto.-
-pero... hace mucho calor,- me queje exageradamente, mirando por la ventana, mi tono quejoso le saco una sonrisa.
-vamos, cielo, necesitas arreglarte,- dijo ella, agachándose ligeramente para zarandear mi rodilla. -ya estuviste afuera hace rato, estas todo pegajoso. Necesitas bañarte.-
-mmm... está bien.- dije mientras viraba los ojos, dejando el control sobre mi regazo. - sabes, no quiero ir a esa estúpida reunión de cualquier forma,-dije lo más calmado posible. -nunca es divertido.-
-lo sé,- contestó con una sonrisa. -¿crees que yo quiero ir?- sinceramente preferiría estar afuera en el jardín bronceándome, pero...-
-eso no suena tan mal...- repliqué, con un tono retador. Me aguanto cuando puedo, pero no puedo evitarlo del todo. Esa simplemente no es mi forma de ser. Pero mamá parece disfrutar estas situaciones de vez en vez, siempre dándome miradas cálidas, y sonriendo cuando digo algo como eso. Papá es un hombre entregado a su trabajo, así que dudo que el todavía tenga este tipo de insinuaciones o coqueteos con ella. Sabiendo que mamá disfrutaba de estos comentarios, nuestra relación a veces parecía ganar una especie de tono atrevido y coqueto. Nunca con malicia, simplemente se daba la situación. Mamá sabe que esta buena, y si papá no le dice nada al respecto, tengo la seguridad de ella disfruta de estas ocasiones, incluso viniendo de su propio hijo. Y también ella era reciproca conmigo, a veces me silba cuando me arreglo, o me dice guapo o galán, cosas como esas. Todo en un buen sentido aunque en el fondo parecía haber un chispazo de sinceridad en los comentarios que nos hacíamos.
-está bien, hijo- dijo ella, parándome en seco. -tenemos que hacer este tipo de cosas, tu padre nos da una buena vida, es lo menos que podemos hacer.-
Es cómico ver lo doble cara que es a veces. No le importaba para nada la reunión. Seguramente le importaba mucho menos que a mí. Y en el fondo, no le preocupaba en lo absoluto mi holgazanería. Después de ver lo que hicimos una hora más tarde, veo toda esta interacción de una nueva forma. Se lo que en el fondo ella deseaba, lo que necesitaba. Les aseguro que si, en ese momento le hubiera dado la opción de ir a la parrillada, o que me jalara vigorosamente mi gorda y juvenil verga hasta explotar en gruesos, abundantes y cremosos chorros de semen, sobre sus enormes y desnudas tetas.. No lo habría pensado mucho.
-si lo sé...- cedí, aun sin estar plenamente convencido. Apague el PlayStation y me paré de mi cómodo lugar.
-aparte, te la pasas pegado a esos videojuegos. Te están quemando el cerebro. Ve afuera, sal, diviértete.- me sugirió, haciéndome virar los ojos hacia arriba. Sonrió ligeramente, mientras se hacía a un lado dándome espacio para levantarme. Y fue hasta ese momento en el que miró a su alrededor y vio mi habitación.
-guacala...- dijo, tapándose la nariz. -tu cuarto es un tiradero. Recuérdame fastidiarte de regreso, para que limpies este lugar. Dijo riéndose. Definitivamente teníamos una relación de confianza y picardía, así que solo asentí y reí con ella.
No le gustaba el estado de mi cuarto ahora, pero eso no bastaría para detenerla de lo que estaba por ocurrir en unos momentos. Como madre, lo desaprobaba, pero como mujer, realmente no le importaba, y me lo comprobó al estar muy muy de acuerdo en fornicar aquí. En mi cuarto, conmigo. ¿Acaso estaría pensando eso ahora? Tal vez mi rebeldía le estaba sacando su lado oscuro. ¿Será que las pilas de ropa sucia en el piso la hicieron querer desprenderse de su ropa y tirarla en el suelo también?
Me parpe frente a ella y giré hacia el espejo. Vi un agradable chico, no un modelo o algo parecido, pero me veía bien. Tengo buenas facciones, una quijada fuerte, bonitos ojos, buen cabello. Mi cuerpo tampoco está del todo mal, aunque no estoy marcado del todo. Más bien soy de altura promedio y no muy delgado, pero con algo de musa muscular. Vi a mamá detrás de mí, inspeccionándome. ¿Me estaría observando con deseo en ese momento? no lo creí pero viendo lo que se desató después...
Como sea, frente al espejo, me acomode el cabello hacia atrás con los dedos, antes de voltearme orgulloso.
-¡estoy listo!- le dije. Mirando a mamá con mis brazos abiertos. Ella volteo los ojos una vez más.
-si como no,- dijo sarcásticamente. -Mueve esas nalgas a la regadera en este momento. Estas atrasándonos mucho. Llevo lista desde hace media hora. Apúrate- insistió enérgicamente.
¿Estaba tan ansiosa de que me bañara? O ¿tenía ansiedad por querer meterse conmigo a la regadera? Con el agua cayendo sobre nuestros desnudos cuerpos. ¿Estaría ella pensado en eso ahora? ¿Fantasearía con ello? era difícil de decir, pero quizá si lo hacía...
-está bien, ya voy,- accedí, dirigiéndome a mi closet.
-y vístete bien!- me advirtió. -como yo!- dijo ella, posando.
Mamá se veía bien, muy bien. Vestía una blusa rosada, con mangas cortas que mostraban el límite de sus brazos. Con cuello bajo el cual mostraba una buena cantidad de escote, y lo suficiente entallada como para enseñar la perfecta forma de sus gigantes tetas. Abajo portaba una falda entallada gris oscuro, le llegaba a las rodillas abrazándole sus firmes muslos, y no duden que su culazo también. Usaba un par de bellos zapatos de tacón alto, haciéndola mas alta de lo normal, y otra vez acentuando sus nalgotas.
-bueno, no creo que la falda se me vea tan bien como a ti,- dije insinuándome y sonriendo después. Ella giró sus ojos una vez más.
-está bien, niño, vete a bañar. Creo que necesitas enfriarte un poco.- contestó, mas irritada que divertida. Dio la vuelta y caminó hacia el pasillo, sus tacones clicaban a cada paso. No pude evitar mirarla y si, su culo se veía increíble en esa falda. La delgada y suave tela, abrazando cada una de sus firmes y jugosas nalgas mientras se contoneaba de un lado al otro. Mi verga se paró de inmediato. Sacudí mi cabeza, aclarando esos pensamientos y me dirigí a tomar algo de ropa.
Necesito recordarles que ella y yo estábamos a menos de una hora estar cogiendo. Esta reunión a la que teníamos que ir... les digo que terminaríamos llegando muy, muy tarde, porque ella y yo estaríamos bastante ocupados. Desnudos, en mi cama. Cogiéndonos el uno al otro. Faltaba menos de una hora para sentir el apretado y mojado coño de mamá abrazando mi desnuda verga, apretándome fuertemente, tratando de succionar el espeso semen y depositarlo directo en su coño. Mamá parecía estar molesta conmigo ahora, pero muy pronto, tendría sus carnosos labios abrazando la cabeza de mi pito, tragando ansiosamente mi semen como una buena puta. Y aun así tan cerca del mágico momento, las cosas parecían de lo más normales.
Tenía razón al decirme que necesitaba enfriarme, así que el regaderazo me cayó de perlas. Era uno de esos días endemoniados, de esos que te la pasas terriblemente caliente. No tenía novia en ese momento, y aunque conocía a un par de chicas que estarían más que dispuestas a pasar momentos de cogedera sin compromiso, no pasaría esa noche. Y todo porque tenía que ir a esa estúpida reunión. Contemplé en jalármela ahí en la regadera, pero con las prisas de mamá, no tendría una sesión completamente satisfactoria. Cerré la llave y traté de ignorar mi rígido miembro, pensando a la vez en las horas que tendrían que pasar para poder expulsar toda la leche de mis bolas.
Por suerte, no tendría que esperar tanto. En un rato mamá estaría más que ansiosa por hacerse cargo de eso.
Me vestí, me puse una playera tipo polo y unos pantalones. Nada muy glamuroso, pero confortable y con estilo. Me peiné, y me lavé los dientes antes de dejar el baño. Bajé las escaleras hacia la cocina, donde supuse que estaría mamá impaciente. Me acerqué y la encontré allí, parada frente al refrigerador de acero inoxidable, estudiando su reflejo, mirando su ropa. No se percató de mi presencia, y en mi estado, no pude evitar mirar su redondo y jugoso trasero, moldeado perfectamente por la falda.
Normalmente me controlo. Normalmente, no hubiera hecho lo que hice. Pero combinando mi calentura con la molestia de tener que ir a la estúpida parrillada, me sentía algo atrevido. Así que con mi madre aun sin percatarse de mi presencia, me acerque lentamente por detrás y antes de que ella pudiera hacer algo. Alce hacia atrás una de mis manos y con fuerza la hice hacia delante, dándole a una de las ricas nalgotas de mi madre una buena y sonora nalgada.
Plasssss!
Mi mano colisiono con su nalga izquierda, haciendo un gran estruendo, mis dedos se enterraron completamente en sus carnes justo después de hacer contacto. Ella brinco de inmediato, volteando a verme cara a cara.
-¡ohhhh! ¿Qué chingados?- me dijo, con los ojos abiertos en completa sorpresa mientras se sobaba la nalga. Pero allí se veía algo más. Algo que cruzo su rostro por un instante. Una mirada de furia, combinada con algo más. Sus ojos estaban vidriosos, sus mejillas completamente rojas. Sus carnosos labios entreabiertos. Esta era una mirada que solo podía ser descrita como pura, y concentrada lujuria.
La mirada se fue rápido, la había borrado de su rostro, para que no me diera cuenta.
Me gusta pensar que este fue el momento en el que mi madre decidió que quería tragarse mi verga hasta la base, envolverla con sus carnosos labios hasta formar un apretado sello mientras bombeaba una gigante descarga de leche justo en su boca. Y quien sabe... tal vez si fue así. Tal vez el castigo por abusar de su persona así era tenerla de rodillas, inhalando mi verga y tragándose mi semen. Sé que suena loco, pero viendo los hechos que ocurrieron después, parece ser una razonable explicación.
Puedo asegurar que este fue el momento en el que cambiaron las cosas entre nosotros. Fue el momento que nos encaminó hasta terminar desnudos y sudados. Este fue el primer paso que nos llevaría a un salvaje encuentro para ambos.
-pinche chamaco.- me dijo mamá molesta, pero incapaz de contener una sonrisa lujuriosa. –si haces eso otra vez haré que te ardan las manos mocoso!- me advirtió, mientras burlonamente la observaba.
Y quien iba a pensar, que una hora después, mamá seria la que me rogara para que le azotara las gordas, desnudas y sudadas nalgas una y otra vez, sin importar que los cachetes del culo le ardieran o le quedaran rojos. Y créanme que lo haría con rabia. Y a ella le encantaría. Es más, provocaría que su coño me apretara la verga más duro.
Pero aún faltaba un poco de tiempo para eso.
Me moví hacia la alacena, antes de detenerme noté que ella había vuelto a verse en el refrigerador, parecía disgustada.
-¿qué pasa?- le pregunté
-no sé si me veo bien con esto- dijo, mirando su atuendo. -¿qué piensas?- preguntó volteando a verme. Se veía espectacular. La ropa detallaba su figura pero sin ser vulgar. La blusa rosada enmarcaba las suculentas tetas y no podía apartar mí vista de sus nalgotas. Así que la falda estaba haciendo su trabajo. Pero, detectando una rara energía en el ambiente, y sintiéndome un poco audaz, una idea me vino a la mente.
-ahh...- dije, divagando y con cierta imprecisión. -te ves bien-
-lo sabía- dijo ella molesta. -no creo que esto vaya a funcionar. Me voy a cambiar- dijo ella refunfuñando, para después salir del lugar, volver a las escaleras y entrar a su cuarto. Sonreí, sin ningún plan en mente, feliz de que la había hecho dudar. Complacido conmigo, regresé a mi cuarto y prendí mi ps4, sabiendo que mamá era muy indecisa en cosas como esta. Estaba en primer lugar de la partida, con una racha de 23-3 cuando mamá se paró en el marco de mi puerta.
-¿qué piensas de este?- preguntó. Giré sobre mi silla, volteando a verla.
La mire de pies a cabeza. Había remplazado la blusa rosada por una negra, un poco menos atrevida, pero aun coqueta. Cambió la falda gris por una ligera y veraniega color azul, cortada justo sobre las rodillas en una diagonal. Se veía muy bien.
-eh...- dije, divagando de nuevo, actuando como si no me hubiera impresionado. -¿quieres vestir de negro con el solazo que hay?- pregunté. Giró sus ojos y salió de prisa. -¡perdón!- le grité.
-sí, tienes razón,- contestó mientras entraba a su habitación y cerraba la puerta. Ambos atuendos estaban más que bien, pero me gustaba hacerla enojar.
Comencé otra partida y ya iba alrededor de las 20 muertes cuando escuche a mamá acercarse. Me giré para verla en su nuevo atuendo.
Había remplazado su anterior vestimenta con un lindo, y holgado vestido, blanco con líneas azules decorándolo. En la mayoría de las mujeres, este vestido se vería coqueto e inocente. Pero para una mujer con las curvas de mamá, se veía impresionante. Sus brazos quedaban desnudos, y la delgada tela apenas podía contener su masivo busto. La parte de arriba de sus tetas quedaba expuesta, mostrando algo de escote, y los melones eran tan grandes que se podían apreciar a través de los hoyos de los brazos. La delgada tela caía en cascada sobre su culazo, dando una buena impresión de su perfecto trasero. También el material blanco dejaba ver a un ojo entrenado como el mío el color negro de su bra y su ropa interior a través del vestido.
-¿qué piensas?- preguntó, con sus brazos abiertos. Esta plática era aún inocente, lo noté, así que seguí en mi improvisado plan. La observe sin mucha emoción. Ella notó la expresión en mi rostro. –¿ahora qué?- preguntó.
-bueno...- comencé, con una pequeña risa. -no creo que este vestido sea muy... corporativo.-
-¿qué quieres decir?- preguntó mamá confundida. -es una parrillada. Creo que queda muy bien para la ocasión.-
-bueno, si quieres vestir eso, tendrás que, ammm...- comencé a hablar, sabiendo que estaba entrando en territorio delicado. -el asunto es... no sé si quieres enseñarle tu ropa interior a los amigos de papá, pero...- me calle abrupta mente.
-no puedes ver nada...- dijo ella, volteando a mirarse al espejo en mi cuarto. Se observó detenidamente. -mierda...-
Se dijo a ella misma confirmando mis palabras. -¿cómo lo notaste? no se supone que te fijaras en eso.-
-es difícil no notarlo,- dije carcajeándome. Me golpeó en el hombro, sabiendo que no era tan evidente. -además, soy hombre...- no puedo evitarlo-
Me miró de forma extraña un momento, mordiéndose ligeramente el labio antes de salir de mi cuarto. No sabía hacia donde se encaminaba este juego. Estaba improvisando, pero la energía había cambiado en un modo que no puedo describir. Mamá no decía nada, pero claramente lo sentía también. Probablemente no se había dado cuenta aun, pero el hecho de que yo hubiera notado su ropa interior a través del vestido cambio las cosas para ella. Y probablemente tampoco se percató que al salir de mi cuarto sacudió de forma exagerada las nalgas a cada paso que daba.
Dejé el control a un lado y esperé a que apareciera mamá, ahora más intrigado por el juego entre nosotros que por el de la pantalla. ¿como no estarlo? realmente el juego en la pantalla me había dejado de importar. Y menos considerando que el juego que improvisaba me encaminaba hacia una caliente y sudorosa culeada con esta ama de casa a la cual le digo mamá. Me senté de nuevo a esperarla, y ver que se pondría ahora.
Debo decir que no me decepciono para nada.
La puerta del cuarto de mis padres se abrió, después hizo su aparición, paseándose frente a mí. Me recargue en la silla mientras mis ojos se abrían al verla. Se había metido en un apretado vestido amarillo, y no exagero. Parecía que se lo hubiera embarrado en la piel. La firme tela amarilla se adhería a su impresionante figura, de largo le llegaba poco arriba de sus rodillas y por arriba mostraba un sugerente escote. En una mujer normal no llamaría tanto la atención, pero en una mujer con las curvas de mamá… las tetas parecían querer rasgar la tela.
Quitando el exuberante cuerpo, el vestido le sentaba muy bien. Contrastaba armoniosamente con su piel. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros, y su perfecto maquillaje completaba el atuendo. Y claro no podían faltar los zapatos altos a juego. Era una chulada de hembra.
-sí, sí, parece que este es el bueno,- le dije, incapaz de separar mis ojos de su sabroso cuerpo. Miraba sus tetas, observando la manera en que brincaban en su andar hacia mí, mientras admiraba la forma en que la lisa tela resaltaba su voluptuosa figura. Esas ubres peleaban por escapar del apretado vestido. La delicada, suave carne que asomaba por el escote se cimbraba a cada paso, atrayendo mi visión como imán. Y es que se veían ¡jodidamente grandes! sé que hablo de las tetas de mi madre, pero como no hacerlo, ¡son simplemente perfectas! no podía hacer otra cosa que mirar. También me percaté de algo que no hubiera notado normalmente si no la hubiera mirado con tanto detenimiento; y es que la protuberancia de sus pezones se distinguía a través de la tela.
-no sé,- dijo mamá. Mientras se miraba hacia abajo. -creo que es demasiado.-
-es perfecto,- le dije riéndome. -amarillo... soleado... servirá.-
-no es el color lo que me preocupa,- dijo ella volteando a ver el espejo. Con la mirada recorriendo su reflejo, me hice para atrás un poco y pude observar su culazo. ¡Dios mío! la tela abrazaba perfectamente la redondas y jugosas nalgas, y cada pequeño movimiento que hacia las hacia rebotar salvajemente. Mi verga palpitaba en mi pantalón. El vestido era tan apretado que dejaba poco a la imaginación, parecía pintado sobre su piel. Podía apreciar con detalle cada curva de su cuerpo.
Mis ojos miraron el espejo, dándome otra buena vista de sus gigantes ubres. ¡Dios!, son enormes. Tan redondas y suaves. Fueron hechas para ser apretadas. Nunca había visto un par de tetas así en la vida real. Ninguna de las chavas de la escuela se le comparaba.
Desvié la mirada antes de que ella pudiera notarla. Vi como analizaba su atuendo, tirando del dobladillo para que no se subiera demasiado.
-sí, está demasiado apretado- dijo al aire.
-no. Es perfecto- dije, causando que me mirara con algo de escepticismo en sus ojos.
-por favor- dijo sarcásticamente. -no recuerdo que fuera tan apretado- a la vez que pasaba sus manos cerca de sus senos, tratando de estirar la tela un poco. -realmente aprieta a las... chicas.- dijo en tono bajo. Por primera vez tocaba el tema de su busto. Supongo que para ella era una forma sutil de pedirme que observara sus grandes tetas, pero no necesitaba pedirlo. En este momento percibí que esto podría llegar a ser algo más que un simple juego para ella. Parecía haber dicho algo sin importancia, un comentario sobre sus senos; tanto así que no reparó en lo que dicho. Pero lo noté, percibí una segunda intención d fondo. Si las cosas parecían lo que yo creía, si el impulso dentro de ella seguía alentándola, esos comentarios empezarían a ser menos sutiles. Imaginé que en poco tiempo estaría invitándome a mirar sus tetas, o su culazo, con el pretexto de juzgar su atuendo. Pero ambos sabíamos en el fondo la verdad. Que a ella le encantaba tener los ojos de su propio hijo devorando su voluptuoso cuerpo.
Salí de mi trance mientras mamá continuaba mirándose en el espejo, recorriendo con sus manos su pecho, alisando la tela sobre sus grandes, suaves senos. Haciendo ella esto, decidí que era tiempo de seguir jugando. La miré con una traviesa mueca. Le tomó un momento antes de notar mi rostro, listo para aplicar una deliciosa maniobra en ella. -¿qué?- preguntó ansiosa
-nada.- dije, volviendo a recargarme en la silla, sonriendo. -es solo que... es bueno saber-
-bueno ¿saber qué?- preguntó impaciente.
-bueno... saber que tengo la suficiente confianza contigo para hablar sobre tu ropa interior mamá- dije con una mueca socarrona. El apretado vestido me dejó claro que ella se había quitado el bra y los pantys antes de ponérselo. Algunos podrían no notarlo... pero yo lo hice. Y dejarle saber a mamá que yo lo sabía la hizo ponerse roja.
-no.... es que…- mamá tartamudeo.
-perdón por mi sinceridad.- interrumpí. Humedeciendo mis labios y sonriendo como un idiota. Los ojos de mamá se abrieron mientras digería esto, se veía sorprendida; pero después de su aparente bochorno, la forma en que sus labios se entreabrieron mandándole señales a mis bolas. Mi valor parecía excitarla.
-sí, amm- dijo, desviando la mirada, con una voz baja. –aun así este vestido es demasiado- y comenzó a dirigirse a la salida, pero antes note que los pezones los tenia completamente erectos. Una corriente de excitación recorrió mi cuerpo. La miré irse nerviosa, meneando las nalgotas de lado a lado para mí. Dudé de que lo hiciera a propósito, pero lo disfrutaba igual. Parecía que comenzaba a calentarse, después de todo yo también lo estaba. Y creo que esta fue la primera ocasión en que notó lo que le pasaba.
Es por eso que probablemente le tomó tanto tiempo cambiarse esta vez, más que en las otras ocasiones. Con seguridad se preguntaba que era todo esto. Si las cosas podrían salirse de control. Dudando sobre que decisión tomar.
Yo sabía con claridad hasta donde quería llevar todo. Hasta tener a mi madre dándose salvajes sentones sobre mí caliente verga. Mamá podría haberle puesto fin fácilmente a esta situación, aparte cada vez estaba más cerca la hora de partida. Ella sabía que debía enfriar el ambiente o si no seguiría estimulando; pero la tentación de lo prohibido siempre puede más.
Minutos después emergió en un fresco y nuevo atuendo.
-está bien niño, espero que te hayas calmado un poco.- dijo advirtiéndome, con reclamo por estar pasándome de la raya con mis comentarios. Ella había insinuado cosas entrelineas antes, pero esta negación repentina de su parte me estimulo más. No sé qué era, pero me sentía extra confiado, así que no me calmé. Parece una locura, pero estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias. Así que no dudé demostrar mi decepción al ver lo que vestía.
Digo, se veía bien. Pero comparado con el vestido amarillo, no había comparación. Claramente mamá estaba tratando de calmar las cosas, queriendo enfriar la hirviente tensión. Seguro se dio cuenta de que se estaba dejando llevar por todo esto, así que era evidente que quería retomar el control. Se puso, una agradable blusa naranja oscuro, ligeramente más apretada que las otras blusas, así que dejaba menos a la imaginación. En la parte de abajo, vestía una falda de mezclilla hasta las rodillas, parecía una inocente y atractiva ama de casa con este atuendo; todo lo contrario de su ultimo atuendo... ese la hacía parecer una deliciosa hembra en celo.
Así que, aunque hubiera querido no pude ocultar mi decepción.
-¿qué?- preguntó, como posando para mí, pero por la mirada en sus ojos, era obvio que sabía la respuesta. Se había vestido de forma un poco más conservadora, sin mostrar su voluptuoso cuerpo de una manera descarada.
Me lanzó una breve sonrisa, pero no se la devolví. Me recargué de nuevo en la silla y sacudí la cabeza mostrando mi inconformidad. -¡creo que se ve bien¡- dijo mamá.
-mmm si... claro- dije, dejando que en la frase se denotara mi completa insatisfacción. –mmm… creo que puedes hacerlo mejor mamá- se me quedó viendo fijamente, como analizando el sentido de mis palabras.
-solo porque no estoy enseñando mis enormes senos y las nalgas, es motivo para que sea un conjunto aburrido- mamá me hizo reír con su comentario. Bingo, ahí había emergido su subconsciente otra vez, pronunciando que observara sus curvas. Aparte agrego la palabra enorme. Era claro seguía dentro del juego a pesar de resistirse.
-no esta tan mal- dijo ella, mirándose en el espejo. La vi una vez más, tratando de delinear su culo en esa falda.
Otra vez, abusando de rebelde, le dije. -voltéate mamá- en un tono calmado.
-¿qué? dijo algo confundida.
-voltéate- repetí con una ligera y decidida sonrisa, recargándome sobre la silla. Ella volteó los ojos, pero su aparente incomodidad no la detendría de hacer lo que le pedí. Suspiró ligeramente y giró el cuerpo para mí, dándome la espalda, meneando sus amplias caderas con gracia, así pude apreciar su trasero. Digo obvio que ese era el motivo por el cual le pedí que se diera la vuelta. De hecho en realidad lo que quise decir fue "hey ma da la vuelta para verte las nalgas" y a pesar de las contradicciones internas que ella pudiera tener, y que esto parecía dirigirse a un camino sin retorno; aun y con todo eso obedeció.
Miré fijamente y callado el carnoso culo de mamá por un momento, formándose un breve silencio entre nosotros. Se veía bien, sus nalgas se veían antojables, pero… se podía mejor, y tenía el cuerpo para lograrlo.
-ahh... no es muy... no te hace justicia- le dije.
-¿Cómo dices? preguntó viéndome a los ojos.
-no sé, la falda es... muy tosca. No resalta para nada.- dije seguro.
-¿no resalta?- preguntó. La miré de una forma en que supo lo que en realidad quería decirle. Que esa falda no resaltaba sus nalgas lo suficiente. Le he visto conjuntos mucho mejores.
-bueno... lo que pasa es que el vestido amarillo resaltaba DEMASIADO mis atributos- dijo mamá, alisando la falda sobre sus voluminosas nalgas, tratando de hacerlas lucir un poco mejor para mí. Haciéndole saber a su propio hijo que el culo de su madre aun podía lucir bien en esta falda.
-sigo creyendo que me veo bien- agregó ella.
-gira de nuevo mamá- le dije confiadamente, y esta vez, no lo dudó para nada. Giró justo frente a mí, y a pesar de lo grueso de la tela, y del bra que estaba usando. Pude ver como se marcaban sus pezones una vez más. Inconsciente, ella alisó su blusa, tratando de hacerla más agradable a mi vista. Tratando de enseñarme su cuerpo. Me miró de nuevo esperando mi comentario. Recorrí lentamente su cuerpo con mis ojos, con hambre, detallando cada curva. Mi vista se fijó directo en sus enormes pechos, bajando por su abdomen, pasando sobre sus firmes muslos y pantorrillas, para después subir de nuevo por sus piernas, recorriendo una vez más sus melones y terminar en su rostro. La calentura en mi era evidente, no podía borrar el deseo de mi mirada. Abrió los ojos poco a poco, solo por un instante. Mamá esperaba paciente mi sentencia, y yo volví a sacudir la cabeza.
-no funciona para mi ma- le dije sonriendo. Sus ojos se cerraron un instante, antes de girar hacia la puerta y sin emitir palabra alguna se dirigió a su cuarto. Mientras se alejaba, contoneaba las nalgas, de lado a lado, con un movimiento exagerado para que yo me pudiera percatar. Mamá debía ser consciente de lo que sus actos demostraban.
Le estaba gustando que yo la mirara con deseo. Le gustaba ser apreciada en una forma sexual, aunque fuera por su hijo. Le gustaba que le dijera, si bien con pocas frases, que disfrutaba como mostraba su cuerpo para mí.
A pesar de su incertidumbre, no paraba el juego. Ella continuaba, aun después de haber cruzado la línea. De darse cuenta que esto debió haber terminado hacia un rato. Justo en donde su instinto de mujer pero sobre todo el materno hubiera evitado que continuara. Pero ella no frenó. Estaba dejando fluir el juego.
Quiero creer que este momento fue el punto donde mamá decidió que necesitaba mi gruesa verga en lo más profundo de su vagina. ¿Querría ella darme un premio por mi insolencia y rebeldía? por lo menos algo debería de estar pensando al respecto. Tenía que estarlo.
Me dejó claro al verla entrar a mi cuarto que cualquier duda o incertidumbre que estuviera sintiendo ella, se había esfumado. Entró bamboleándose con energía. Incapaz de ocultar el regocijo que le daba este pequeño desfile de modas. Se detuvo cerca de la puerta y posó para mí, mirándome a los ojos con una confiada sonrisa.
-y ahora... ¿qué piensas?- preguntó con la sonrisa provocadora, poniendo las manos sobre sus caderas.
-mucho mejor,- dije acomodándome sobre el respaldo de la silla. Su blusa naranja había sido remplazada por una roja, mucho más agradable que la anterior, con más escote, mostrando más carne por arriba, mucho más de lo que había enseñado hasta ahorita. Sin duda notó mis ojos clavándose en el canal formado entre sus grandes melones, mi mirada hambrienta observaba las suaves ubres, y a ella pareció no importarle. No hizo reclamo alguno. Al contrario se inclinó ligeramente hacia adelante para que pudiera observar mejor. Tampoco se mostró incomoda cuando mis ojos repararon en sus pezones. La tela se aferraba a su gigante escote. Mamá había remplazado la falda de mezclilla por una mucho más delgada, color negra. A pesar de no quedarle entallada, era mucho más corta, y tenía bastante vuelo; lo que hacía que se meneara y subiera alegremente a cada paso que daban sus solidas piernas, y también mostraba mucho más las nalgotas de mamá.
-¿te gusta?- preguntó mordiéndose el labio inferior. Mamá estaba aumentando la temperatura, y me enseñaba lo que yo quería ver.
-mmm si- contesté una vez más.
-acaso ¿no enseño suficiente de mis enormes pechos para ti? preguntó mamá sarcásticamente, pero el hecho de que hubiera mencionado sus grandes melones una vez más era un paso ganado.
-ahh, claro que si- conteste burlonamente. Giró sus ojos, pero pude ver que le había gustado mi descaro.
Regresó a verse en el espejo, posando un poco, viendo de diferentes ángulos su atuendo. Yo miré su perfil mientras se encontraba parada aun costado mío, y… demonios, vaya que se veía buenísima. Los melones luchaban por escaparse de su encierro, la parte superior de ellos quedaba expuesta, y la carne se veía tan suave y firme que podía verlos vibrar con cada pequeño movimiento que ella hacía. Dios, se veían piradísimos, y gigantes. No podía dejar de mirarlos.
Sacudí mi cabeza antes de que me viera; y me di cuenta que ella supuestamente veía su reflejo, pero en realidad me estaba viendo a mí. Y no miraba mi rostro precisamente. No, sus ojos estaban fijos directo en mi bulto. Me moví un poco, separando mis piernas para darle un mejor vistazo, este movimiento hizo que quitara su vista de allí y volviera a posarla en su reflejo. Actuó como si no hubiera pasado nada, disimulando que no había dejado de ver su vestimenta en el espejo.
-me gusta muchísimo- dijo mamá volteando a verme directo a la cara, con algo de nerviosismo, tratando de actuar como si no acabara de ver fijamente el bulto de su hijo.
-¿tu ropa?- pregunté continuando mi ataque.
-obvio que mi ropa,- tartamudeo mamá, sonrojándose ligeramente. No daba señales de haber echado un vistazo. Fue puro instinto provocado por una profunda necesidad. A estas alturas mamá debía de haber reparado en toda la situación, en su mente deberían estar cruzando imágenes de nosotros, de ella empalándose en mi gorda y babosa verga. Estaba seguro que lo pensaba. Así que con todo el cinismo dije. – a mí me gusta ver mucha más piel ma.-
-ah ¿sí?- preguntó, sin tanto titubeo, como si nunca hubiera pensado en evitarlo.
Mientras me hablaba se distinguía cierta sensualidad en su voz, casi una provocación; la interacción entre nosotros cambió, se sentía una opresión, como si el cuarto se estuviera achicando, obligándonos a meternos en la cama; para culminar el encuentro de mi verga con su coño. Lo sabroso de todo es que en ambos sabíamos que no tardaría en pasar.
Giré mis dedos en el aire lentamente, simulando una vuelta. Ella obedeció a la primera. Lo bueno de esta falda es que con el movimiento la tela mostraba más de lo que debía. Mientras giraba, su falda se elevó y debido a lo corto de esta, pude ver en todo su esplendor las nalgotas de mamá, y también pude distinguir una pequeña tira de tela blanca bien metida en su raja. Mamá se había cambiado la ropa interior para mí, y ahora solo usaba una pequeña tanga. Mi verga palpitó ansiosa, y por un momento casi dejo que mi excitación se desbordara. Nunca había llevado las cosas tan lejos con mamá, pero viendo cómo iban resultando y lo mucho que disfrutaba esto no iba a renunciar ahora. Podía sentirlo. Prácticamente veía el futuro próximo. Ella se puso esa tanga por una razón. Para que yo la viera, para exhibirla. Y si jugaba bien mis cartas seguramente podría llegar a verla por completo.
Y si… vaya que jugué bien mis cartas.
-lindo...- dije, sin sonar demasiado emocionado. Sus ojos me vieron con sorpresa combinada con perversidad. Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo. Así que me descaré a mirarle el culo. La delgada tela le caía en las nalgas como una segunda piel.
-esta falda resalta mis nalgas bastante bien... ¿no lo crees?- preguntó, mirándome sobre su hombro. Casi me salgo de mis casillas con el repentino descaro que estaba mostrando mamá, pero tenía que comportarme si quería conseguir algo más, así que traté de calmarme. Mire su delgada falda para pensar que diría. Algunos de los otros atuendos que había usado, le apretaban deliciosamente las nalgas; así que este al quedar flojo no era de mis favoritos. Y viendo que ella parecía haber entrado de lleno al juego, dije algo no muy de su agrado.
-si ma aunque queda algo floja la tela... una de mis ex tenía un conjunto similar. Sin embargo a ella me gustaba mucho como se le veía.- sentencié.
-Ah ¿si?- preguntó mamá girando para verme.
-claro, aunque no lo tuvo puesto por mucho tiempo...- dije con total cinismo, levantando mis cejas. Mamá me dio la espalda y soltó una risota de sorpresa, por lo desvergonzado de mis palabras. Pero no me reprochó. De hecho dijo...
-sabes,- comenzó, antes de quedar de nuevo frente a mí, con más seguridad, haciendo brincar sus tetas con desfachatez. Me miró mientras yo dirigía la mirada hacia sus melones. Sus pezones destacaban por completo de la blusa. La mire de nuevo a la cara, sus ojos pestañeaban atrevidamente.
-encontré otro tipo de conjuntos al fondo de mi closet... de ese tipo de ropa que nunca usaría en público, ni si quiera para tu padre. Pero... quiero saber si a ti ¿te gustaría verlos?- dijo expectante. Nuestras miradas chocaban y la tensión que estábamos sintiendo inundaba el lugar. Estaba más que claro hacia donde iba esto. Sabíamos el riesgo de jugar con fuego. Y mi madre parecía estar dispuesta a quemarse.
-¡mamá! ¿Tú que crees? ¿Con quién crees que hablas?- contesté burlándome. Ella sonrió con perversidad y se alejó, sacudiendo sus nalgas de lado a lado obscenamente sin ningún pudor, causando que la falda se levantará con el contoneo dándome flashazos de sus jugosas nalgas. Me miró una última vez antes de entrar en su habitación, cerrando la puerta tras de ella.
En la quietud del momento, pensé en lo que estaba pasando. No sé porque me sentía tan fanfarrón. No sé porque había presionado tanto las cosas. Quizá era algo místico guiando mi mano. Guiándonos hasta estar juntos en la cama, jamás había estado así de excitado. Mi verga estaba como un fierro candente en mis pantalones. Empezaba a sentir algo de sudor en la frente, lo limpié con mi brazo y giré sobre mi silla dándole la espalda a la puerta. Me percaté de lo caliente que estaba, y la temperatura no parecía disminuir. Tenía rato que había apagado el aire acondicionado, la ventana estaba abierta, y no había brisa alguna que entrara, estaba prácticamente pegado en el asiento. Miré el reloj en el escritorio y vi que ya nos habíamos pasado por mucho de la hora en que supuestamente íbamos a salir de casa. Pero tanto mamá como yo estábamos disfrutando muchísimo de este juego, percibiendo nuestros más bajos instintos, nuestros cuerpos, nuestras necesidades carnales.
-¿así que?...- dijo mamá detrás de mí, haciéndome brincar. -¿qué opinas?-
Continuará…
Como cambian las cosas tan radicalmente, un día eres un estudiante de prepa y días después... Bueno sigues siendo ese mismo estudiante; con la única diferencia de que en el celular tienes fotos de tu madre, aunque esto tampoco es lo raro; ¿quién no tiene fotos de su madre en el celular? Lo verdaderamente único y diferente de las otras fotos que pudiera tener cualquiera, y de las otras madres; es que en esta foto, mi mamá esta de rodillas frente a mí, casi desnuda. Por detrás se aprecia su tremendo culo, con una de sus nalgotas partida a la mitad por un micro hilo dental que se enterraba deliciosamente en el carnoso globo trasero; mientras un par de tacones de aguja sobresalen por debajo de sus nalgazas. Y su cara pfff... su cara viéndome fijamente a los ojos; reflejando alegría y lujuria, con el rímel de los ojos corrido, el labial embarrado por completo y cubierta con chorros de semen por la frente, nariz, mejilla e incluso el pelo, la boca la tiene abierta mostrando una buena cantidad de mi leche depositada sobre su lengua. No dejo de pensar en tal locura mientras clavo mi vista en su alianza de matrimonio que destella con la luz del flash mientras sujeta mi verga con firmeza.
A decir verdad, aún sigo procesando todo lo que paso. Porque no es que lo haya planeado o algo así. Sucedió en uno de los más calurosos días que han habido últimamente, en donde todo es calor, sudor y uno se encuentra pegajoso todo el tiempo. Y realmente sucedió de la nada, no fue premeditado, fue como si en un momento estuviéramos conviviendo de lo más normal y común, y de repente, bam... sucedió... MAMÁ Y YO CULEANDO.
Y no me refiero a hacer el amor o sexo común. Fue una buena culeada, sucia, sudorosa, cerda, olorosa, con gritos, gemidos, con las nalgas de mi madre bien abiertas, groserías y vulgaridades saliendo de su boca. Con mi carnosa verga enterrada en su maduro, jugoso y apretado coño. Con su lengua en mi boca. Con sus carnosos labios apretando ansiosamente la base de mi gruesa verga; la verga de su propio hijo, que a la vez taladraba la garganta materna, con mis manos apretando sus enormes y fantásticas tetas.
Dios, que enormes tetas y podía sentir cada centímetro de su deliciosa y desnuda piel. Madre e hijo, dos cuerpos desnudos, bañados en sudor, con su acalorada piel deslizándose una contra la otra mientras danzaban en una brutal culeada. Y vaya que era salvaje y ruda, se escuchaba el golpeteo de las nalgas de mi madre retumbar por toda la habitación. Para terminar con mis grandes pelotas cubiertas de flujos maternos y el apretado coño de mi madre chorreando. Fue la más espectacular experiencia carnal experimentada en nuestra vida.
Pero eso fue hace dos días…
La mayoría de las veces, aquí es donde la historia termina, con la culminación del acto sexual. El sexo ocurrió, fin de la historia. Pero la pregunta del millón es… ¿y ahora qué sigue? ¿Qué pasa después de que una madre e hijo tienen sexo? ¿Qué haces después de una experiencia así? ¿Acaso podemos volver a la normalidad? ¿Me gustaría volver a la normalidad?
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Antes de continuar creo que debo volver unos días atrás y contarles cómo llegamos a esto.
Todo empezó en un típico sábado de esos de flojera, a principios de agosto. Uno de esos días en los que estás todo acalorado e incluso pegajoso, de esos en los que la calle parece arder y estar afuera es un sacrilegio. Lo que ocasionó que me mantuviera encerrado disfrutando del aire acondicionado. Sobre todo después de haber salido en la mañana con unos amigos a dar el roll hasta que fue insoportable seguir afuera. Después de eso me vine a mi casa a refrescarme y pasar el rato, sentado en mi cuarto, jugando call of duty en mi ps4, rompiendo madres por supuesto jajaja. Típicas cosas que alguien que acababa de terminar el cuarto semestre de bachillerato. De hecho si fuera por mí esas cosas son las que haría todos los días que pudiera echar la flojera. Pero mi papá tenía otros planes.
Mi padre es socio en una empresa constructora, así que por lo regular siempre está ocupado. Como se podrán imaginar nos ha dado una buena vida, por lo cual no me puedo quejar. Pero volviendo al tema; su jefe el socio mayoritario, había organizado unas carnes asadas en un rancho para convivir con los empleados ese día. Era uno de sus grandes eventos anuales así que era forzoso que fueran todo el personal acompañado por sus familias para poder disfrutar. A papá le encanta todo lo que tenga que ver con su trabajo y el mostrar su buena vida, su hermosa esposa y su hijo, así que todos debíamos asistir. Íbamos cada año a esta reunión, y aunque había cierta diversión yo siempre me aburría hasta los huevos. Siempre me estaban forzando a juntarme con los chavos fresas e hijos de otros empleados y simplemente se me hacían de lo más estúpidos. Así que terminé por odiar este tipo de reuniones y siempre trataba de zafarme. Y hoy, con esta flojera estando en mi cuarto, vistiendo los mismos pantalones que había usado toda la semana, con la playera del Barcelona, mi equipo favorito, sentado y recargado en mi silla giratoria, jugando ps4. Para nada quería salir al calorón.
Y no era el único al que le desagradaban estas reuniones, a mi mamá tampoco le gustaban; pero trataba de ser una buena esposa y como sabía que era importante para papá siempre asistía y se la pasaba con una sonrisa ya que llegábamos al lugar.
Papá, por ser parte de los socios se había ido desde temprano, para ayudar con la organización. Mamá y yo quedamos en alcanzarlo después, pero como dije antes, me resistía a ir. Y al fin y al cabo mamá como toda buena madre, se encargaba de recordarme que no podía faltar.
-¡Migueee!- escuché a mamá gritar desde el pasillo, mientras se acercaba a mi cuarto. -necesitas empezar a arreglarte, tenemos que estar allí pronto.-
-seee!- le dije, sin voltear a verla, apenas prestándole atención. Podía sentir su presencia en la puerta de mi cuarto. Finalmente, cansada de mi clásica actitud rebelde, entró a mi cuarto, parándose entre la tv y yo, forzándome a pausar el juego.
-¿sí?- pregunté con cara de fastidio. Miré hacia arriba y me encontré con el rostro de mamá. Supongo que este sería el mejor momento para describir a mi madre, sobre todo porque está seria la mujer con la que estaría culeando en poco tiempo.
Mi madre se llama Rocío. Mi padre hizo suficiente dinero como para que ella no tuviera que trabajar, aunque a pesar de eso ella siempre trata de mantenerse ocupada en algo. Pero bueno nada de eso es relevante para la historia así que empecemos con lo bueno.
Seré honesto, mamá está muy buena. Está sabrosa y sexy a la vez. Es morena clara, con cabello oscuro en forma de capas que le llegan al hombro y con un look siempre moderno que la hace ver muy bien. Tiene unos brillantes y picaros ojos color miel y unos labios carnosos. En verdad es una chulada de mujer.
Y luego está su cuerpo... Dios, su cuerpo. A sus 43 años se mantiene activa, mide 1.65, hace bicicleta 3 veces por semana, así que se mantiene muy bien, no tiene el abdomen plano plano, pero la ligera pancita que tiene le da un toque más natural, es dueña de unas piernotas gruesas, soberbias, con unos muslos imponentes. Y su culo, que culazo, firme, amplio con buenas caderas y unas nalgotas grandes. La verdad que a cualquiera se le cae la baba al ver a mamá, e incluso a mí se me ha dificultado no quedarme perdido en el limbo viendo esas nalgazas.
Ahora siguen sus tetas...
De verdad que describirlas en palabras no es suficiente. Son... enormes, sabrosas. Tiene unas tetotas grandes, gordas, redondas, suaves y aun se le mantienen bastante firmes y paradas, con una bella forma respingona. Parecen sobresalir de su cuerpo con orgullo, bien puestas y paradas. Mamá conoce la envidia que ocasiona su cuerpo en las esposas de los otros socios, y estoy seguro que algunas han de pensar que son operadas. Créanme, la conozco de toda la vida. Esas ubres son reales, y absolutamente grandes.
Así que, desde su cabello hasta la punta del pie, mamá esta soberbiamente buena. Y como su hijo es algo difícil de ignorar, lo que explica cómo puedo describir su cuerpo con tanto detalle. Y he llegado a sentir bastante culpa por eso pero eventualmente lo he ido aceptándolo. Aparte mis amigos se encargan recordarme lo sexy que es mi madre, así que no podría subsistir sin volverme loco de no aceptarlo.
Y para que se den una mejor idea, imaginen a mamá con el rostro de la actriz Kim dickens, solo que un poco más joven, con el cabello oscuro pero con el cuerpo del tipo de Sara Jay, la actriz porno.
Así que después de esta descripción me preguntan que si ¿me he masturbado pensando en ella? claro. Tratando siempre de que no se volviera algo obsesivo sino más bien algo ocasional. En ciertas ocasiones, ella viste de una manera que me hace tener la verga erecta todo el tiempo. Incluso he llegado a pensar en cómo sería tener sexo con ella, fantaseado con la idea, pero realmente sin planear algo al respecto. Aparte supongo que mamá tendría le hubiera dado un infarto al escuchar esto. Y tampoco me va tan mal con las mujeres, no soy un Brad Pitt pero tengo lo mío, sobre todo allá abajo. Aunque debido a la idea tan caliente de ver en acción el cuerpo maduro de mamá me he tenido que morder la lengua para no usar frases explicitas y de doble sentido con ella. Su cuerpo incita tanta lujuria, que si otra chica se pareciera o me ocasionara ese tipo de pensamientos, estaría clavado con ella por siempre. Pero con muchísimo esfuerzo y lucha logro mantener mi calentura al margen.
-¡migue!- me dijo mamá, despertándome de mi letargo. -necesitas vestirte ¡pero ya!- dijo impaciente, con sus manos en las caderas. -necesitamos estar ahí pronto.-
-pero... hace mucho calor,- me queje exageradamente, mirando por la ventana, mi tono quejoso le saco una sonrisa.
-vamos, cielo, necesitas arreglarte,- dijo ella, agachándose ligeramente para zarandear mi rodilla. -ya estuviste afuera hace rato, estas todo pegajoso. Necesitas bañarte.-
-mmm... está bien.- dije mientras viraba los ojos, dejando el control sobre mi regazo. - sabes, no quiero ir a esa estúpida reunión de cualquier forma,-dije lo más calmado posible. -nunca es divertido.-
-lo sé,- contestó con una sonrisa. -¿crees que yo quiero ir?- sinceramente preferiría estar afuera en el jardín bronceándome, pero...-
-eso no suena tan mal...- repliqué, con un tono retador. Me aguanto cuando puedo, pero no puedo evitarlo del todo. Esa simplemente no es mi forma de ser. Pero mamá parece disfrutar estas situaciones de vez en vez, siempre dándome miradas cálidas, y sonriendo cuando digo algo como eso. Papá es un hombre entregado a su trabajo, así que dudo que el todavía tenga este tipo de insinuaciones o coqueteos con ella. Sabiendo que mamá disfrutaba de estos comentarios, nuestra relación a veces parecía ganar una especie de tono atrevido y coqueto. Nunca con malicia, simplemente se daba la situación. Mamá sabe que esta buena, y si papá no le dice nada al respecto, tengo la seguridad de ella disfruta de estas ocasiones, incluso viniendo de su propio hijo. Y también ella era reciproca conmigo, a veces me silba cuando me arreglo, o me dice guapo o galán, cosas como esas. Todo en un buen sentido aunque en el fondo parecía haber un chispazo de sinceridad en los comentarios que nos hacíamos.
-está bien, hijo- dijo ella, parándome en seco. -tenemos que hacer este tipo de cosas, tu padre nos da una buena vida, es lo menos que podemos hacer.-
Es cómico ver lo doble cara que es a veces. No le importaba para nada la reunión. Seguramente le importaba mucho menos que a mí. Y en el fondo, no le preocupaba en lo absoluto mi holgazanería. Después de ver lo que hicimos una hora más tarde, veo toda esta interacción de una nueva forma. Se lo que en el fondo ella deseaba, lo que necesitaba. Les aseguro que si, en ese momento le hubiera dado la opción de ir a la parrillada, o que me jalara vigorosamente mi gorda y juvenil verga hasta explotar en gruesos, abundantes y cremosos chorros de semen, sobre sus enormes y desnudas tetas.. No lo habría pensado mucho.
-si lo sé...- cedí, aun sin estar plenamente convencido. Apague el PlayStation y me paré de mi cómodo lugar.
-aparte, te la pasas pegado a esos videojuegos. Te están quemando el cerebro. Ve afuera, sal, diviértete.- me sugirió, haciéndome virar los ojos hacia arriba. Sonrió ligeramente, mientras se hacía a un lado dándome espacio para levantarme. Y fue hasta ese momento en el que miró a su alrededor y vio mi habitación.
-guacala...- dijo, tapándose la nariz. -tu cuarto es un tiradero. Recuérdame fastidiarte de regreso, para que limpies este lugar. Dijo riéndose. Definitivamente teníamos una relación de confianza y picardía, así que solo asentí y reí con ella.
No le gustaba el estado de mi cuarto ahora, pero eso no bastaría para detenerla de lo que estaba por ocurrir en unos momentos. Como madre, lo desaprobaba, pero como mujer, realmente no le importaba, y me lo comprobó al estar muy muy de acuerdo en fornicar aquí. En mi cuarto, conmigo. ¿Acaso estaría pensando eso ahora? Tal vez mi rebeldía le estaba sacando su lado oscuro. ¿Será que las pilas de ropa sucia en el piso la hicieron querer desprenderse de su ropa y tirarla en el suelo también?
Me parpe frente a ella y giré hacia el espejo. Vi un agradable chico, no un modelo o algo parecido, pero me veía bien. Tengo buenas facciones, una quijada fuerte, bonitos ojos, buen cabello. Mi cuerpo tampoco está del todo mal, aunque no estoy marcado del todo. Más bien soy de altura promedio y no muy delgado, pero con algo de musa muscular. Vi a mamá detrás de mí, inspeccionándome. ¿Me estaría observando con deseo en ese momento? no lo creí pero viendo lo que se desató después...
Como sea, frente al espejo, me acomode el cabello hacia atrás con los dedos, antes de voltearme orgulloso.
-¡estoy listo!- le dije. Mirando a mamá con mis brazos abiertos. Ella volteo los ojos una vez más.
-si como no,- dijo sarcásticamente. -Mueve esas nalgas a la regadera en este momento. Estas atrasándonos mucho. Llevo lista desde hace media hora. Apúrate- insistió enérgicamente.
¿Estaba tan ansiosa de que me bañara? O ¿tenía ansiedad por querer meterse conmigo a la regadera? Con el agua cayendo sobre nuestros desnudos cuerpos. ¿Estaría ella pensado en eso ahora? ¿Fantasearía con ello? era difícil de decir, pero quizá si lo hacía...
-está bien, ya voy,- accedí, dirigiéndome a mi closet.
-y vístete bien!- me advirtió. -como yo!- dijo ella, posando.
Mamá se veía bien, muy bien. Vestía una blusa rosada, con mangas cortas que mostraban el límite de sus brazos. Con cuello bajo el cual mostraba una buena cantidad de escote, y lo suficiente entallada como para enseñar la perfecta forma de sus gigantes tetas. Abajo portaba una falda entallada gris oscuro, le llegaba a las rodillas abrazándole sus firmes muslos, y no duden que su culazo también. Usaba un par de bellos zapatos de tacón alto, haciéndola mas alta de lo normal, y otra vez acentuando sus nalgotas.
-bueno, no creo que la falda se me vea tan bien como a ti,- dije insinuándome y sonriendo después. Ella giró sus ojos una vez más.
-está bien, niño, vete a bañar. Creo que necesitas enfriarte un poco.- contestó, mas irritada que divertida. Dio la vuelta y caminó hacia el pasillo, sus tacones clicaban a cada paso. No pude evitar mirarla y si, su culo se veía increíble en esa falda. La delgada y suave tela, abrazando cada una de sus firmes y jugosas nalgas mientras se contoneaba de un lado al otro. Mi verga se paró de inmediato. Sacudí mi cabeza, aclarando esos pensamientos y me dirigí a tomar algo de ropa.
Necesito recordarles que ella y yo estábamos a menos de una hora estar cogiendo. Esta reunión a la que teníamos que ir... les digo que terminaríamos llegando muy, muy tarde, porque ella y yo estaríamos bastante ocupados. Desnudos, en mi cama. Cogiéndonos el uno al otro. Faltaba menos de una hora para sentir el apretado y mojado coño de mamá abrazando mi desnuda verga, apretándome fuertemente, tratando de succionar el espeso semen y depositarlo directo en su coño. Mamá parecía estar molesta conmigo ahora, pero muy pronto, tendría sus carnosos labios abrazando la cabeza de mi pito, tragando ansiosamente mi semen como una buena puta. Y aun así tan cerca del mágico momento, las cosas parecían de lo más normales.
Tenía razón al decirme que necesitaba enfriarme, así que el regaderazo me cayó de perlas. Era uno de esos días endemoniados, de esos que te la pasas terriblemente caliente. No tenía novia en ese momento, y aunque conocía a un par de chicas que estarían más que dispuestas a pasar momentos de cogedera sin compromiso, no pasaría esa noche. Y todo porque tenía que ir a esa estúpida reunión. Contemplé en jalármela ahí en la regadera, pero con las prisas de mamá, no tendría una sesión completamente satisfactoria. Cerré la llave y traté de ignorar mi rígido miembro, pensando a la vez en las horas que tendrían que pasar para poder expulsar toda la leche de mis bolas.
Por suerte, no tendría que esperar tanto. En un rato mamá estaría más que ansiosa por hacerse cargo de eso.
Me vestí, me puse una playera tipo polo y unos pantalones. Nada muy glamuroso, pero confortable y con estilo. Me peiné, y me lavé los dientes antes de dejar el baño. Bajé las escaleras hacia la cocina, donde supuse que estaría mamá impaciente. Me acerqué y la encontré allí, parada frente al refrigerador de acero inoxidable, estudiando su reflejo, mirando su ropa. No se percató de mi presencia, y en mi estado, no pude evitar mirar su redondo y jugoso trasero, moldeado perfectamente por la falda.
Normalmente me controlo. Normalmente, no hubiera hecho lo que hice. Pero combinando mi calentura con la molestia de tener que ir a la estúpida parrillada, me sentía algo atrevido. Así que con mi madre aun sin percatarse de mi presencia, me acerque lentamente por detrás y antes de que ella pudiera hacer algo. Alce hacia atrás una de mis manos y con fuerza la hice hacia delante, dándole a una de las ricas nalgotas de mi madre una buena y sonora nalgada.
Plasssss!
Mi mano colisiono con su nalga izquierda, haciendo un gran estruendo, mis dedos se enterraron completamente en sus carnes justo después de hacer contacto. Ella brinco de inmediato, volteando a verme cara a cara.
-¡ohhhh! ¿Qué chingados?- me dijo, con los ojos abiertos en completa sorpresa mientras se sobaba la nalga. Pero allí se veía algo más. Algo que cruzo su rostro por un instante. Una mirada de furia, combinada con algo más. Sus ojos estaban vidriosos, sus mejillas completamente rojas. Sus carnosos labios entreabiertos. Esta era una mirada que solo podía ser descrita como pura, y concentrada lujuria.
La mirada se fue rápido, la había borrado de su rostro, para que no me diera cuenta.
Me gusta pensar que este fue el momento en el que mi madre decidió que quería tragarse mi verga hasta la base, envolverla con sus carnosos labios hasta formar un apretado sello mientras bombeaba una gigante descarga de leche justo en su boca. Y quien sabe... tal vez si fue así. Tal vez el castigo por abusar de su persona así era tenerla de rodillas, inhalando mi verga y tragándose mi semen. Sé que suena loco, pero viendo los hechos que ocurrieron después, parece ser una razonable explicación.
Puedo asegurar que este fue el momento en el que cambiaron las cosas entre nosotros. Fue el momento que nos encaminó hasta terminar desnudos y sudados. Este fue el primer paso que nos llevaría a un salvaje encuentro para ambos.
-pinche chamaco.- me dijo mamá molesta, pero incapaz de contener una sonrisa lujuriosa. –si haces eso otra vez haré que te ardan las manos mocoso!- me advirtió, mientras burlonamente la observaba.
Y quien iba a pensar, que una hora después, mamá seria la que me rogara para que le azotara las gordas, desnudas y sudadas nalgas una y otra vez, sin importar que los cachetes del culo le ardieran o le quedaran rojos. Y créanme que lo haría con rabia. Y a ella le encantaría. Es más, provocaría que su coño me apretara la verga más duro.
Pero aún faltaba un poco de tiempo para eso.
Me moví hacia la alacena, antes de detenerme noté que ella había vuelto a verse en el refrigerador, parecía disgustada.
-¿qué pasa?- le pregunté
-no sé si me veo bien con esto- dijo, mirando su atuendo. -¿qué piensas?- preguntó volteando a verme. Se veía espectacular. La ropa detallaba su figura pero sin ser vulgar. La blusa rosada enmarcaba las suculentas tetas y no podía apartar mí vista de sus nalgotas. Así que la falda estaba haciendo su trabajo. Pero, detectando una rara energía en el ambiente, y sintiéndome un poco audaz, una idea me vino a la mente.
-ahh...- dije, divagando y con cierta imprecisión. -te ves bien-
-lo sabía- dijo ella molesta. -no creo que esto vaya a funcionar. Me voy a cambiar- dijo ella refunfuñando, para después salir del lugar, volver a las escaleras y entrar a su cuarto. Sonreí, sin ningún plan en mente, feliz de que la había hecho dudar. Complacido conmigo, regresé a mi cuarto y prendí mi ps4, sabiendo que mamá era muy indecisa en cosas como esta. Estaba en primer lugar de la partida, con una racha de 23-3 cuando mamá se paró en el marco de mi puerta.
-¿qué piensas de este?- preguntó. Giré sobre mi silla, volteando a verla.
La mire de pies a cabeza. Había remplazado la blusa rosada por una negra, un poco menos atrevida, pero aun coqueta. Cambió la falda gris por una ligera y veraniega color azul, cortada justo sobre las rodillas en una diagonal. Se veía muy bien.
-eh...- dije, divagando de nuevo, actuando como si no me hubiera impresionado. -¿quieres vestir de negro con el solazo que hay?- pregunté. Giró sus ojos y salió de prisa. -¡perdón!- le grité.
-sí, tienes razón,- contestó mientras entraba a su habitación y cerraba la puerta. Ambos atuendos estaban más que bien, pero me gustaba hacerla enojar.
Comencé otra partida y ya iba alrededor de las 20 muertes cuando escuche a mamá acercarse. Me giré para verla en su nuevo atuendo.
Había remplazado su anterior vestimenta con un lindo, y holgado vestido, blanco con líneas azules decorándolo. En la mayoría de las mujeres, este vestido se vería coqueto e inocente. Pero para una mujer con las curvas de mamá, se veía impresionante. Sus brazos quedaban desnudos, y la delgada tela apenas podía contener su masivo busto. La parte de arriba de sus tetas quedaba expuesta, mostrando algo de escote, y los melones eran tan grandes que se podían apreciar a través de los hoyos de los brazos. La delgada tela caía en cascada sobre su culazo, dando una buena impresión de su perfecto trasero. También el material blanco dejaba ver a un ojo entrenado como el mío el color negro de su bra y su ropa interior a través del vestido.
-¿qué piensas?- preguntó, con sus brazos abiertos. Esta plática era aún inocente, lo noté, así que seguí en mi improvisado plan. La observe sin mucha emoción. Ella notó la expresión en mi rostro. –¿ahora qué?- preguntó.
-bueno...- comencé, con una pequeña risa. -no creo que este vestido sea muy... corporativo.-
-¿qué quieres decir?- preguntó mamá confundida. -es una parrillada. Creo que queda muy bien para la ocasión.-
-bueno, si quieres vestir eso, tendrás que, ammm...- comencé a hablar, sabiendo que estaba entrando en territorio delicado. -el asunto es... no sé si quieres enseñarle tu ropa interior a los amigos de papá, pero...- me calle abrupta mente.
-no puedes ver nada...- dijo ella, volteando a mirarse al espejo en mi cuarto. Se observó detenidamente. -mierda...-
Se dijo a ella misma confirmando mis palabras. -¿cómo lo notaste? no se supone que te fijaras en eso.-
-es difícil no notarlo,- dije carcajeándome. Me golpeó en el hombro, sabiendo que no era tan evidente. -además, soy hombre...- no puedo evitarlo-
Me miró de forma extraña un momento, mordiéndose ligeramente el labio antes de salir de mi cuarto. No sabía hacia donde se encaminaba este juego. Estaba improvisando, pero la energía había cambiado en un modo que no puedo describir. Mamá no decía nada, pero claramente lo sentía también. Probablemente no se había dado cuenta aun, pero el hecho de que yo hubiera notado su ropa interior a través del vestido cambio las cosas para ella. Y probablemente tampoco se percató que al salir de mi cuarto sacudió de forma exagerada las nalgas a cada paso que daba.
Dejé el control a un lado y esperé a que apareciera mamá, ahora más intrigado por el juego entre nosotros que por el de la pantalla. ¿como no estarlo? realmente el juego en la pantalla me había dejado de importar. Y menos considerando que el juego que improvisaba me encaminaba hacia una caliente y sudorosa culeada con esta ama de casa a la cual le digo mamá. Me senté de nuevo a esperarla, y ver que se pondría ahora.
Debo decir que no me decepciono para nada.
La puerta del cuarto de mis padres se abrió, después hizo su aparición, paseándose frente a mí. Me recargue en la silla mientras mis ojos se abrían al verla. Se había metido en un apretado vestido amarillo, y no exagero. Parecía que se lo hubiera embarrado en la piel. La firme tela amarilla se adhería a su impresionante figura, de largo le llegaba poco arriba de sus rodillas y por arriba mostraba un sugerente escote. En una mujer normal no llamaría tanto la atención, pero en una mujer con las curvas de mamá… las tetas parecían querer rasgar la tela.
Quitando el exuberante cuerpo, el vestido le sentaba muy bien. Contrastaba armoniosamente con su piel. Su cabello oscuro caía sobre sus hombros, y su perfecto maquillaje completaba el atuendo. Y claro no podían faltar los zapatos altos a juego. Era una chulada de hembra.
-sí, sí, parece que este es el bueno,- le dije, incapaz de separar mis ojos de su sabroso cuerpo. Miraba sus tetas, observando la manera en que brincaban en su andar hacia mí, mientras admiraba la forma en que la lisa tela resaltaba su voluptuosa figura. Esas ubres peleaban por escapar del apretado vestido. La delicada, suave carne que asomaba por el escote se cimbraba a cada paso, atrayendo mi visión como imán. Y es que se veían ¡jodidamente grandes! sé que hablo de las tetas de mi madre, pero como no hacerlo, ¡son simplemente perfectas! no podía hacer otra cosa que mirar. También me percaté de algo que no hubiera notado normalmente si no la hubiera mirado con tanto detenimiento; y es que la protuberancia de sus pezones se distinguía a través de la tela.
-no sé,- dijo mamá. Mientras se miraba hacia abajo. -creo que es demasiado.-
-es perfecto,- le dije riéndome. -amarillo... soleado... servirá.-
-no es el color lo que me preocupa,- dijo ella volteando a ver el espejo. Con la mirada recorriendo su reflejo, me hice para atrás un poco y pude observar su culazo. ¡Dios mío! la tela abrazaba perfectamente la redondas y jugosas nalgas, y cada pequeño movimiento que hacia las hacia rebotar salvajemente. Mi verga palpitaba en mi pantalón. El vestido era tan apretado que dejaba poco a la imaginación, parecía pintado sobre su piel. Podía apreciar con detalle cada curva de su cuerpo.
Mis ojos miraron el espejo, dándome otra buena vista de sus gigantes ubres. ¡Dios!, son enormes. Tan redondas y suaves. Fueron hechas para ser apretadas. Nunca había visto un par de tetas así en la vida real. Ninguna de las chavas de la escuela se le comparaba.
Desvié la mirada antes de que ella pudiera notarla. Vi como analizaba su atuendo, tirando del dobladillo para que no se subiera demasiado.
-sí, está demasiado apretado- dijo al aire.
-no. Es perfecto- dije, causando que me mirara con algo de escepticismo en sus ojos.
-por favor- dijo sarcásticamente. -no recuerdo que fuera tan apretado- a la vez que pasaba sus manos cerca de sus senos, tratando de estirar la tela un poco. -realmente aprieta a las... chicas.- dijo en tono bajo. Por primera vez tocaba el tema de su busto. Supongo que para ella era una forma sutil de pedirme que observara sus grandes tetas, pero no necesitaba pedirlo. En este momento percibí que esto podría llegar a ser algo más que un simple juego para ella. Parecía haber dicho algo sin importancia, un comentario sobre sus senos; tanto así que no reparó en lo que dicho. Pero lo noté, percibí una segunda intención d fondo. Si las cosas parecían lo que yo creía, si el impulso dentro de ella seguía alentándola, esos comentarios empezarían a ser menos sutiles. Imaginé que en poco tiempo estaría invitándome a mirar sus tetas, o su culazo, con el pretexto de juzgar su atuendo. Pero ambos sabíamos en el fondo la verdad. Que a ella le encantaba tener los ojos de su propio hijo devorando su voluptuoso cuerpo.
Salí de mi trance mientras mamá continuaba mirándose en el espejo, recorriendo con sus manos su pecho, alisando la tela sobre sus grandes, suaves senos. Haciendo ella esto, decidí que era tiempo de seguir jugando. La miré con una traviesa mueca. Le tomó un momento antes de notar mi rostro, listo para aplicar una deliciosa maniobra en ella. -¿qué?- preguntó ansiosa
-nada.- dije, volviendo a recargarme en la silla, sonriendo. -es solo que... es bueno saber-
-bueno ¿saber qué?- preguntó impaciente.
-bueno... saber que tengo la suficiente confianza contigo para hablar sobre tu ropa interior mamá- dije con una mueca socarrona. El apretado vestido me dejó claro que ella se había quitado el bra y los pantys antes de ponérselo. Algunos podrían no notarlo... pero yo lo hice. Y dejarle saber a mamá que yo lo sabía la hizo ponerse roja.
-no.... es que…- mamá tartamudeo.
-perdón por mi sinceridad.- interrumpí. Humedeciendo mis labios y sonriendo como un idiota. Los ojos de mamá se abrieron mientras digería esto, se veía sorprendida; pero después de su aparente bochorno, la forma en que sus labios se entreabrieron mandándole señales a mis bolas. Mi valor parecía excitarla.
-sí, amm- dijo, desviando la mirada, con una voz baja. –aun así este vestido es demasiado- y comenzó a dirigirse a la salida, pero antes note que los pezones los tenia completamente erectos. Una corriente de excitación recorrió mi cuerpo. La miré irse nerviosa, meneando las nalgotas de lado a lado para mí. Dudé de que lo hiciera a propósito, pero lo disfrutaba igual. Parecía que comenzaba a calentarse, después de todo yo también lo estaba. Y creo que esta fue la primera ocasión en que notó lo que le pasaba.
Es por eso que probablemente le tomó tanto tiempo cambiarse esta vez, más que en las otras ocasiones. Con seguridad se preguntaba que era todo esto. Si las cosas podrían salirse de control. Dudando sobre que decisión tomar.
Yo sabía con claridad hasta donde quería llevar todo. Hasta tener a mi madre dándose salvajes sentones sobre mí caliente verga. Mamá podría haberle puesto fin fácilmente a esta situación, aparte cada vez estaba más cerca la hora de partida. Ella sabía que debía enfriar el ambiente o si no seguiría estimulando; pero la tentación de lo prohibido siempre puede más.
Minutos después emergió en un fresco y nuevo atuendo.
-está bien niño, espero que te hayas calmado un poco.- dijo advirtiéndome, con reclamo por estar pasándome de la raya con mis comentarios. Ella había insinuado cosas entrelineas antes, pero esta negación repentina de su parte me estimulo más. No sé qué era, pero me sentía extra confiado, así que no me calmé. Parece una locura, pero estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias. Así que no dudé demostrar mi decepción al ver lo que vestía.
Digo, se veía bien. Pero comparado con el vestido amarillo, no había comparación. Claramente mamá estaba tratando de calmar las cosas, queriendo enfriar la hirviente tensión. Seguro se dio cuenta de que se estaba dejando llevar por todo esto, así que era evidente que quería retomar el control. Se puso, una agradable blusa naranja oscuro, ligeramente más apretada que las otras blusas, así que dejaba menos a la imaginación. En la parte de abajo, vestía una falda de mezclilla hasta las rodillas, parecía una inocente y atractiva ama de casa con este atuendo; todo lo contrario de su ultimo atuendo... ese la hacía parecer una deliciosa hembra en celo.
Así que, aunque hubiera querido no pude ocultar mi decepción.
-¿qué?- preguntó, como posando para mí, pero por la mirada en sus ojos, era obvio que sabía la respuesta. Se había vestido de forma un poco más conservadora, sin mostrar su voluptuoso cuerpo de una manera descarada.
Me lanzó una breve sonrisa, pero no se la devolví. Me recargué de nuevo en la silla y sacudí la cabeza mostrando mi inconformidad. -¡creo que se ve bien¡- dijo mamá.
-mmm si... claro- dije, dejando que en la frase se denotara mi completa insatisfacción. –mmm… creo que puedes hacerlo mejor mamá- se me quedó viendo fijamente, como analizando el sentido de mis palabras.
-solo porque no estoy enseñando mis enormes senos y las nalgas, es motivo para que sea un conjunto aburrido- mamá me hizo reír con su comentario. Bingo, ahí había emergido su subconsciente otra vez, pronunciando que observara sus curvas. Aparte agrego la palabra enorme. Era claro seguía dentro del juego a pesar de resistirse.
-no esta tan mal- dijo ella, mirándose en el espejo. La vi una vez más, tratando de delinear su culo en esa falda.
Otra vez, abusando de rebelde, le dije. -voltéate mamá- en un tono calmado.
-¿qué? dijo algo confundida.
-voltéate- repetí con una ligera y decidida sonrisa, recargándome sobre la silla. Ella volteó los ojos, pero su aparente incomodidad no la detendría de hacer lo que le pedí. Suspiró ligeramente y giró el cuerpo para mí, dándome la espalda, meneando sus amplias caderas con gracia, así pude apreciar su trasero. Digo obvio que ese era el motivo por el cual le pedí que se diera la vuelta. De hecho en realidad lo que quise decir fue "hey ma da la vuelta para verte las nalgas" y a pesar de las contradicciones internas que ella pudiera tener, y que esto parecía dirigirse a un camino sin retorno; aun y con todo eso obedeció.
Miré fijamente y callado el carnoso culo de mamá por un momento, formándose un breve silencio entre nosotros. Se veía bien, sus nalgas se veían antojables, pero… se podía mejor, y tenía el cuerpo para lograrlo.
-ahh... no es muy... no te hace justicia- le dije.
-¿Cómo dices? preguntó viéndome a los ojos.
-no sé, la falda es... muy tosca. No resalta para nada.- dije seguro.
-¿no resalta?- preguntó. La miré de una forma en que supo lo que en realidad quería decirle. Que esa falda no resaltaba sus nalgas lo suficiente. Le he visto conjuntos mucho mejores.
-bueno... lo que pasa es que el vestido amarillo resaltaba DEMASIADO mis atributos- dijo mamá, alisando la falda sobre sus voluminosas nalgas, tratando de hacerlas lucir un poco mejor para mí. Haciéndole saber a su propio hijo que el culo de su madre aun podía lucir bien en esta falda.
-sigo creyendo que me veo bien- agregó ella.
-gira de nuevo mamá- le dije confiadamente, y esta vez, no lo dudó para nada. Giró justo frente a mí, y a pesar de lo grueso de la tela, y del bra que estaba usando. Pude ver como se marcaban sus pezones una vez más. Inconsciente, ella alisó su blusa, tratando de hacerla más agradable a mi vista. Tratando de enseñarme su cuerpo. Me miró de nuevo esperando mi comentario. Recorrí lentamente su cuerpo con mis ojos, con hambre, detallando cada curva. Mi vista se fijó directo en sus enormes pechos, bajando por su abdomen, pasando sobre sus firmes muslos y pantorrillas, para después subir de nuevo por sus piernas, recorriendo una vez más sus melones y terminar en su rostro. La calentura en mi era evidente, no podía borrar el deseo de mi mirada. Abrió los ojos poco a poco, solo por un instante. Mamá esperaba paciente mi sentencia, y yo volví a sacudir la cabeza.
-no funciona para mi ma- le dije sonriendo. Sus ojos se cerraron un instante, antes de girar hacia la puerta y sin emitir palabra alguna se dirigió a su cuarto. Mientras se alejaba, contoneaba las nalgas, de lado a lado, con un movimiento exagerado para que yo me pudiera percatar. Mamá debía ser consciente de lo que sus actos demostraban.
Le estaba gustando que yo la mirara con deseo. Le gustaba ser apreciada en una forma sexual, aunque fuera por su hijo. Le gustaba que le dijera, si bien con pocas frases, que disfrutaba como mostraba su cuerpo para mí.
A pesar de su incertidumbre, no paraba el juego. Ella continuaba, aun después de haber cruzado la línea. De darse cuenta que esto debió haber terminado hacia un rato. Justo en donde su instinto de mujer pero sobre todo el materno hubiera evitado que continuara. Pero ella no frenó. Estaba dejando fluir el juego.
Quiero creer que este momento fue el punto donde mamá decidió que necesitaba mi gruesa verga en lo más profundo de su vagina. ¿Querría ella darme un premio por mi insolencia y rebeldía? por lo menos algo debería de estar pensando al respecto. Tenía que estarlo.
Me dejó claro al verla entrar a mi cuarto que cualquier duda o incertidumbre que estuviera sintiendo ella, se había esfumado. Entró bamboleándose con energía. Incapaz de ocultar el regocijo que le daba este pequeño desfile de modas. Se detuvo cerca de la puerta y posó para mí, mirándome a los ojos con una confiada sonrisa.
-y ahora... ¿qué piensas?- preguntó con la sonrisa provocadora, poniendo las manos sobre sus caderas.
-mucho mejor,- dije acomodándome sobre el respaldo de la silla. Su blusa naranja había sido remplazada por una roja, mucho más agradable que la anterior, con más escote, mostrando más carne por arriba, mucho más de lo que había enseñado hasta ahorita. Sin duda notó mis ojos clavándose en el canal formado entre sus grandes melones, mi mirada hambrienta observaba las suaves ubres, y a ella pareció no importarle. No hizo reclamo alguno. Al contrario se inclinó ligeramente hacia adelante para que pudiera observar mejor. Tampoco se mostró incomoda cuando mis ojos repararon en sus pezones. La tela se aferraba a su gigante escote. Mamá había remplazado la falda de mezclilla por una mucho más delgada, color negra. A pesar de no quedarle entallada, era mucho más corta, y tenía bastante vuelo; lo que hacía que se meneara y subiera alegremente a cada paso que daban sus solidas piernas, y también mostraba mucho más las nalgotas de mamá.
-¿te gusta?- preguntó mordiéndose el labio inferior. Mamá estaba aumentando la temperatura, y me enseñaba lo que yo quería ver.
-mmm si- contesté una vez más.
-acaso ¿no enseño suficiente de mis enormes pechos para ti? preguntó mamá sarcásticamente, pero el hecho de que hubiera mencionado sus grandes melones una vez más era un paso ganado.
-ahh, claro que si- conteste burlonamente. Giró sus ojos, pero pude ver que le había gustado mi descaro.
Regresó a verse en el espejo, posando un poco, viendo de diferentes ángulos su atuendo. Yo miré su perfil mientras se encontraba parada aun costado mío, y… demonios, vaya que se veía buenísima. Los melones luchaban por escaparse de su encierro, la parte superior de ellos quedaba expuesta, y la carne se veía tan suave y firme que podía verlos vibrar con cada pequeño movimiento que ella hacía. Dios, se veían piradísimos, y gigantes. No podía dejar de mirarlos.
Sacudí mi cabeza antes de que me viera; y me di cuenta que ella supuestamente veía su reflejo, pero en realidad me estaba viendo a mí. Y no miraba mi rostro precisamente. No, sus ojos estaban fijos directo en mi bulto. Me moví un poco, separando mis piernas para darle un mejor vistazo, este movimiento hizo que quitara su vista de allí y volviera a posarla en su reflejo. Actuó como si no hubiera pasado nada, disimulando que no había dejado de ver su vestimenta en el espejo.
-me gusta muchísimo- dijo mamá volteando a verme directo a la cara, con algo de nerviosismo, tratando de actuar como si no acabara de ver fijamente el bulto de su hijo.
-¿tu ropa?- pregunté continuando mi ataque.
-obvio que mi ropa,- tartamudeo mamá, sonrojándose ligeramente. No daba señales de haber echado un vistazo. Fue puro instinto provocado por una profunda necesidad. A estas alturas mamá debía de haber reparado en toda la situación, en su mente deberían estar cruzando imágenes de nosotros, de ella empalándose en mi gorda y babosa verga. Estaba seguro que lo pensaba. Así que con todo el cinismo dije. – a mí me gusta ver mucha más piel ma.-
-ah ¿sí?- preguntó, sin tanto titubeo, como si nunca hubiera pensado en evitarlo.
Mientras me hablaba se distinguía cierta sensualidad en su voz, casi una provocación; la interacción entre nosotros cambió, se sentía una opresión, como si el cuarto se estuviera achicando, obligándonos a meternos en la cama; para culminar el encuentro de mi verga con su coño. Lo sabroso de todo es que en ambos sabíamos que no tardaría en pasar.
Giré mis dedos en el aire lentamente, simulando una vuelta. Ella obedeció a la primera. Lo bueno de esta falda es que con el movimiento la tela mostraba más de lo que debía. Mientras giraba, su falda se elevó y debido a lo corto de esta, pude ver en todo su esplendor las nalgotas de mamá, y también pude distinguir una pequeña tira de tela blanca bien metida en su raja. Mamá se había cambiado la ropa interior para mí, y ahora solo usaba una pequeña tanga. Mi verga palpitó ansiosa, y por un momento casi dejo que mi excitación se desbordara. Nunca había llevado las cosas tan lejos con mamá, pero viendo cómo iban resultando y lo mucho que disfrutaba esto no iba a renunciar ahora. Podía sentirlo. Prácticamente veía el futuro próximo. Ella se puso esa tanga por una razón. Para que yo la viera, para exhibirla. Y si jugaba bien mis cartas seguramente podría llegar a verla por completo.
Y si… vaya que jugué bien mis cartas.
-lindo...- dije, sin sonar demasiado emocionado. Sus ojos me vieron con sorpresa combinada con perversidad. Ella sabía exactamente lo que estaba haciendo. Así que me descaré a mirarle el culo. La delgada tela le caía en las nalgas como una segunda piel.
-esta falda resalta mis nalgas bastante bien... ¿no lo crees?- preguntó, mirándome sobre su hombro. Casi me salgo de mis casillas con el repentino descaro que estaba mostrando mamá, pero tenía que comportarme si quería conseguir algo más, así que traté de calmarme. Mire su delgada falda para pensar que diría. Algunos de los otros atuendos que había usado, le apretaban deliciosamente las nalgas; así que este al quedar flojo no era de mis favoritos. Y viendo que ella parecía haber entrado de lleno al juego, dije algo no muy de su agrado.
-si ma aunque queda algo floja la tela... una de mis ex tenía un conjunto similar. Sin embargo a ella me gustaba mucho como se le veía.- sentencié.
-Ah ¿si?- preguntó mamá girando para verme.
-claro, aunque no lo tuvo puesto por mucho tiempo...- dije con total cinismo, levantando mis cejas. Mamá me dio la espalda y soltó una risota de sorpresa, por lo desvergonzado de mis palabras. Pero no me reprochó. De hecho dijo...
-sabes,- comenzó, antes de quedar de nuevo frente a mí, con más seguridad, haciendo brincar sus tetas con desfachatez. Me miró mientras yo dirigía la mirada hacia sus melones. Sus pezones destacaban por completo de la blusa. La mire de nuevo a la cara, sus ojos pestañeaban atrevidamente.
-encontré otro tipo de conjuntos al fondo de mi closet... de ese tipo de ropa que nunca usaría en público, ni si quiera para tu padre. Pero... quiero saber si a ti ¿te gustaría verlos?- dijo expectante. Nuestras miradas chocaban y la tensión que estábamos sintiendo inundaba el lugar. Estaba más que claro hacia donde iba esto. Sabíamos el riesgo de jugar con fuego. Y mi madre parecía estar dispuesta a quemarse.
-¡mamá! ¿Tú que crees? ¿Con quién crees que hablas?- contesté burlándome. Ella sonrió con perversidad y se alejó, sacudiendo sus nalgas de lado a lado obscenamente sin ningún pudor, causando que la falda se levantará con el contoneo dándome flashazos de sus jugosas nalgas. Me miró una última vez antes de entrar en su habitación, cerrando la puerta tras de ella.
En la quietud del momento, pensé en lo que estaba pasando. No sé porque me sentía tan fanfarrón. No sé porque había presionado tanto las cosas. Quizá era algo místico guiando mi mano. Guiándonos hasta estar juntos en la cama, jamás había estado así de excitado. Mi verga estaba como un fierro candente en mis pantalones. Empezaba a sentir algo de sudor en la frente, lo limpié con mi brazo y giré sobre mi silla dándole la espalda a la puerta. Me percaté de lo caliente que estaba, y la temperatura no parecía disminuir. Tenía rato que había apagado el aire acondicionado, la ventana estaba abierta, y no había brisa alguna que entrara, estaba prácticamente pegado en el asiento. Miré el reloj en el escritorio y vi que ya nos habíamos pasado por mucho de la hora en que supuestamente íbamos a salir de casa. Pero tanto mamá como yo estábamos disfrutando muchísimo de este juego, percibiendo nuestros más bajos instintos, nuestros cuerpos, nuestras necesidades carnales.
-¿así que?...- dijo mamá detrás de mí, haciéndome brincar. -¿qué opinas?-
Continuará…
28 comentarios - Cogí con mi madre por resistirme a una parrillada 1
Toda esa preparación me calentó muchísimo... espero la segunda parte!!
Gracias!
por fa muero por la continuacion
ojala escribieras con mas regularidad...
tus relatos me vuelan el celebro...
gracias...
ojala no tardes demasiado...
ojala esa mano se recupere fast...
gracias
Muchas pero muchas Felicidades!!
Saludos!