Es así, tal cual el título de este relato, y a pesar de que, necesito otra piel, otros brazos, otras bocas, otro sexo, por él, por mi hermano, hago y accedo a cualquier cosa.
Él, fue el primero en reparar en mi como mujer, a pesar de que cuando era pendeja yo no estaba tan buena, ni era lo popular que soy hoy en día, él se acercó a mi, y me prodigó todo tipo de cariños y caricias, hasta esas, las íntimas, cuando nadie reparaba en mi persona, y estaba más sola que loca mala.
Y como digo, aunque el contacto con otros cuerpos, otros físicos, otras contexturas, otros tamaños me hacen más plena, más feliz, y me hicieron conocer más y mejores experiencias que las mantenidas con mi hermano, sin embargo, si él lo desea, si él me lo pide, dejo todo y voy con él, y hago lo que le venga en ganas a Leo, recuerden, ese es el nombre de mi sangre, mi hermano, mi carne.
Porque con mi hermano hicimos cualquier cosa, y a él, jamás le dio asco nada, nunca puso alguna condición, besó mi boca llena de su semen, mis labios luego de chuparle el agujero del ano, mi baba de saliva casi con arcadas de nauseas y apunto de vomitar, luego que sacaba su garcha de mi faringe.
Me perdonó a pesar de sus celos cuando me encontró a punto de cojer con nuestro primo, si hubiera sido otra mina, no estaría contando el cuento. Él me ama incondicionalmente y yo le correspondo de la misma forma.
hermana
Leo, chupó mi clítoris con olor a pescado rancio y/o con gusto a bacalao, lamió mi vulva con sabor a orín luego de mear, lambió entre mis cachas, entre mis nalgas luego de hacerme el orto y remover toda la zona, estuvo conmigo aún sin bañarme, con mi cabello sucio, me comió la concha con regla, con mi abundante menstruación.
Con mi hermano soy capaz de cualquier cosa
Recuerdo verlo salir de entre mis piernas con la boca como de payaso, y decir, fideos con tuco muerto de risa, eso me enamoró de por vida de mi hermano Leo.
Además, es un fabulador, tiene una imaginación prodigiosa, creativa, inventa juegos eróticos, me sigue calentando a pesar de los años juntos y nuestros encuentros furtivos, riesgosos, en nuestro hogar, frente a las narices de toda nuestra familia. Jamás nadie lo notó, bah, por lo menos nadie hizo ningún comentario decisivo, seguro.
Siempre al límite, al filo del buen gusto, rememoro la tarde que empezamos jugando ambos, solos, como de costumbre al carnaval, vestidos y terminamos desnudos, en el fondo de nuestra casa, en el terreno, con un barrial producto del agua, de la falta de césped, en la tierra embarrados, embadurnados de lodo, sucios y sensuales terminamos cojiendo como perros en celo.
Eso, Leo siempre despertó mis bajos instintos, la destreza de su lengua para el cunnilinguis, como una serpiente se retorcía en mi interior, la facilidad que tiene para humedecerme, no con sus jugos, sino con mis fluidos preseminales que chorrean pasión y deseo genital, el olor a sexo juntos es mortal, el ritmo que adquirimos al mero contacto, me erizo y se excita instantáneamente.
Hoy, si quisiera ya no lo necesitaría para nada, tengo ofertas al por mayor, soy muy demandada por los señores de todas las condiciones socioeconómicas, tipos que me hacen regalos carísimos, los cuales debo desdeñar, ya que no me puedo aparecer con obsequios tan costosos en casa, porque todos sospecharían. Y que me invitan a lugares divinos, lujosos, y la paso de diez.
Pero, tengo clavada la espina de Leo, es como que lo traiciono, siento culpa por estar con extraños, desconocidos, y no con él, mi hermano. Es muy loco, porque lo anormal es justamente eso, estar con un familiar. Cuando las normas sociales, morales, éticas, religiosas, lo condenan. Aunque para ambos no es así. Se que a él le pasa lo mismo, no puede hablar de alguna otra mujer que no sea yo en mi presencia, y hasta frente a mi madre le pasa igual. Aunque ella, nuestra madre es celosa de él, yo no.
De verdad, yo quisiera que él se enamore, seguro o tal vez, a mi me pasaría lo mismo. Pero hoy por hoy, los hombres son en mi vida una necesidad sexual. No porque me falte la verga de Leo, sino que cada vez más la siento familiar, no se como explicar, me encanta, pero es un gusto distinto, necesito también de chotas foráneas.
Es como algunos fumadores que fuman rubios habitualmente, pero lo van mechando con tabaco negro "Marlboro y Parisiens" jaja.
Para colmo cada día que pasa me crecen las tetas, y Leo, mi hermano es un enfermo de las lolas, y se saca al pensar que mis pechos son mirados con lascivia por los varones, principalmente sus amigos, que lo cargan diciéndole ¡Que fuerte se está poniendo tu hermana! Se viene loco, ¡Si supiera que casi todos me franelearon los pechos, como mínimo.....
Él, fue el primero en reparar en mi como mujer, a pesar de que cuando era pendeja yo no estaba tan buena, ni era lo popular que soy hoy en día, él se acercó a mi, y me prodigó todo tipo de cariños y caricias, hasta esas, las íntimas, cuando nadie reparaba en mi persona, y estaba más sola que loca mala.
Y como digo, aunque el contacto con otros cuerpos, otros físicos, otras contexturas, otros tamaños me hacen más plena, más feliz, y me hicieron conocer más y mejores experiencias que las mantenidas con mi hermano, sin embargo, si él lo desea, si él me lo pide, dejo todo y voy con él, y hago lo que le venga en ganas a Leo, recuerden, ese es el nombre de mi sangre, mi hermano, mi carne.
Porque con mi hermano hicimos cualquier cosa, y a él, jamás le dio asco nada, nunca puso alguna condición, besó mi boca llena de su semen, mis labios luego de chuparle el agujero del ano, mi baba de saliva casi con arcadas de nauseas y apunto de vomitar, luego que sacaba su garcha de mi faringe.
Me perdonó a pesar de sus celos cuando me encontró a punto de cojer con nuestro primo, si hubiera sido otra mina, no estaría contando el cuento. Él me ama incondicionalmente y yo le correspondo de la misma forma.
hermana
Leo, chupó mi clítoris con olor a pescado rancio y/o con gusto a bacalao, lamió mi vulva con sabor a orín luego de mear, lambió entre mis cachas, entre mis nalgas luego de hacerme el orto y remover toda la zona, estuvo conmigo aún sin bañarme, con mi cabello sucio, me comió la concha con regla, con mi abundante menstruación.
Con mi hermano soy capaz de cualquier cosa
Recuerdo verlo salir de entre mis piernas con la boca como de payaso, y decir, fideos con tuco muerto de risa, eso me enamoró de por vida de mi hermano Leo.
Además, es un fabulador, tiene una imaginación prodigiosa, creativa, inventa juegos eróticos, me sigue calentando a pesar de los años juntos y nuestros encuentros furtivos, riesgosos, en nuestro hogar, frente a las narices de toda nuestra familia. Jamás nadie lo notó, bah, por lo menos nadie hizo ningún comentario decisivo, seguro.
Siempre al límite, al filo del buen gusto, rememoro la tarde que empezamos jugando ambos, solos, como de costumbre al carnaval, vestidos y terminamos desnudos, en el fondo de nuestra casa, en el terreno, con un barrial producto del agua, de la falta de césped, en la tierra embarrados, embadurnados de lodo, sucios y sensuales terminamos cojiendo como perros en celo.
Eso, Leo siempre despertó mis bajos instintos, la destreza de su lengua para el cunnilinguis, como una serpiente se retorcía en mi interior, la facilidad que tiene para humedecerme, no con sus jugos, sino con mis fluidos preseminales que chorrean pasión y deseo genital, el olor a sexo juntos es mortal, el ritmo que adquirimos al mero contacto, me erizo y se excita instantáneamente.
Hoy, si quisiera ya no lo necesitaría para nada, tengo ofertas al por mayor, soy muy demandada por los señores de todas las condiciones socioeconómicas, tipos que me hacen regalos carísimos, los cuales debo desdeñar, ya que no me puedo aparecer con obsequios tan costosos en casa, porque todos sospecharían. Y que me invitan a lugares divinos, lujosos, y la paso de diez.
Pero, tengo clavada la espina de Leo, es como que lo traiciono, siento culpa por estar con extraños, desconocidos, y no con él, mi hermano. Es muy loco, porque lo anormal es justamente eso, estar con un familiar. Cuando las normas sociales, morales, éticas, religiosas, lo condenan. Aunque para ambos no es así. Se que a él le pasa lo mismo, no puede hablar de alguna otra mujer que no sea yo en mi presencia, y hasta frente a mi madre le pasa igual. Aunque ella, nuestra madre es celosa de él, yo no.
De verdad, yo quisiera que él se enamore, seguro o tal vez, a mi me pasaría lo mismo. Pero hoy por hoy, los hombres son en mi vida una necesidad sexual. No porque me falte la verga de Leo, sino que cada vez más la siento familiar, no se como explicar, me encanta, pero es un gusto distinto, necesito también de chotas foráneas.
Es como algunos fumadores que fuman rubios habitualmente, pero lo van mechando con tabaco negro "Marlboro y Parisiens" jaja.
Para colmo cada día que pasa me crecen las tetas, y Leo, mi hermano es un enfermo de las lolas, y se saca al pensar que mis pechos son mirados con lascivia por los varones, principalmente sus amigos, que lo cargan diciéndole ¡Que fuerte se está poniendo tu hermana! Se viene loco, ¡Si supiera que casi todos me franelearon los pechos, como mínimo.....
2 comentarios - Soy capaz de cualquier cosa, Con mi hermanito