“Hola ¿Julio? “
“¿Si?”
“Jimena te habla. Necesito un favor: Diego está de viaje y no enciende el termo tanque. No consigo técnico hasta dentro de 3 días. No quiero bañarme con agua fría ¿Podes pasar a verlo? A la hora que te sea más cómodo. “
Ofreció dejarme las llaves del departamento con el encargado del edificio pero, cuando le dije que podía ir a eso de las 16:00 – anticipando mi salida de la oficina - no hizo falta, iba a estar ella a esa hora.
La esposa de mi amigo Diego es más que bonita, está apetecible. Las veces que la vi en bikini me pareció exquisita. Tiene 37 años, 1,70 m. de estatura, cabello rubio largo, rostro, tronco y piernas deslumbrantes. En muchas ocasiones, en compañía – no de mi esposa Romina, claro - o a solas, le expresé mi admiración.
Pero no me imaginé que había logrado interesarla – calentarla- y que sucedería lo que sucedió por iniciativa de ella, aprovechando una circunstancia favorable, para convocarme, solos los dos.
Me recibió con un vestido ceñido, apenas arriba de sus pechos y bastante más arriba de sus rodillas, pantimedias negras y zapatos de taco alto. Un regalo para la vista.
Decliné el café que me ofreció – para no perder tiempo por si necesitaba repuestos, antes del cierre de los negocios del rubro – y me aboqué al termo tanque averiado. En efecto, salí a comprar la válvula de seguridad. Jimena me facilitó las llaves para volver a entrar. De regreso no la vi – supuse que estaba en su habitación – cambié la pieza defectuosa y comprobé el correcto funcionamiento.
-Jimena, ya está solucionado – dije en voz alta.
-¿Ahh que bien! Yo sabía que vos lo ibas a hacer. …. Vení , pasá – me respondió desde el dormitorio matrimonial. Me quedé donde estaba confuso, incierto, irresoluto. ¿Había oído bien? Me invitaba, no a la cocina o al living, al dormitorio.
-¿Y Julioooo? ¿No vas a venirrr?-
Abrí la puerta, entornada, y una vez más me detuve perturbado.
Ella estaba recostada con la parte superior del cuerpo apoyada en una pila de almohadas. Vestía, solamente, un brasier-corset -strapless blanco y una tanga del mismo color. Sus largas piernas abiertas dejaban a mi consideración su entrepiernas.
Con suaves golpecitos de su palma en el colchón, me invitaba a ubicarme a su derecha.
El “bobo” se me aceleró y, su bombeo precipitado se convirtió en súbita y total erección.
Me acerque, me senté a su lado y, callado, comencé a acariciar su cara y su cuello.
-¿Te parece bien mi medio de pago por tu ayuda? – susurró
-¡ Ahhhh jaa! No tenías que pagarme pero, si es en especie, ……… empecemos por el cambio chico. –
Pegué mis labios a los suyos y mi mano, desde su rodilla derecha, fue subiendo y acariciando el interior de su muslo, su tanga, pubis, vientre plano, ombligo, brasier – rocé una teta y llegue a su cuello, la atraje un poco más hacia mí y con la boca en su oído le susurré:
-A Diego y Romina no creo que les alegre lo que está sucediendo-
-No tienen por qué enterarse. Si no se enteran no hay heridos.- replicó
No dije nada y comencé a besar su oreja y cuello, le mordí suavemente el lóbulo. Ella se soltó, buscó mi boca, metió la lengua, enredándola con la mía y manoteó mi bulto.
-¡Ummmmm, esto promete!!! Siempre la misma sopa del marido, aburre. –
-¡Y sólo el guiso de la esposa, también, si no se lo alterna con …… sopa – repliqué con la palma en su bombacha humedecida.
Sin dejar de besarla, la emprendí con los botones de mi camisa, comencé la maniobra de sacarla. Jimena me soltó el cinturón y el cierre del pantalón. Nos separamos para que, precipitadamente, me deshiciese de prendas exteriores, zapatos y medias. Cubierto sólo con el slip, volví a su lado, tiré almohadas al suelo, menos una, para acostarla y metí mis manos en su espalda en procura del cierre del corpiño. No fue obstáculo, el brasier cayó al costado de la cama. Sus increíbles, tetas no son grandes, sino perfectas con pezones rosados y duros. Se los mordí levemente y se los retorcí entre el índice y el pulgar. Comenzó a retorcerse y gemir y murmurar quedo:
-¡Ahiiii, siiiiiiii, que bueno, ahiiiii siiiiii Julio, asiiii, asiiii!!-.
Largué las tetas y besando y lamiendo comencé a bajar con destino a su sexo. En el trayecto, acompañado por Jimena con movimientos de caderas, contorsiones, gemidos, risitas, etc. di con el elástico de la tanga, lo enganché con ambas manos y se la corrí hasta quitársela. Ella colaboró levantando la cola. Me situé entre sus piernas y reanudé el trabajo de besar y lamer alrededor de su concha, se la abrí con dos dedos, la lengua entre los labios subió hasta el clítoris. Unos pocos y rápidos lengüetazos intensificaron las contorsiones, temblores y exteriorizaciones sonoras de Jimena. Suspendí la lamida y le comenté:
-De esta sopa hablaba antes: sopa de almeja ……. “bocado de cardenal” -
Estaba super húmeda. Fue más de lo queyo podía aguantar para el calentamiento pre cogida. Ella ni que hablar.
-¡Ya, Julioooo, ….. , llename la chocha!!!-
Me saqué el slip, subí la cabeza, le clavé los ojos en los ojos, acomodé el “muñeco” y se lo introduje despacio y a fondo. Me recibió con un largo gemido y un aaaaaahhh y un siiiiiiiii.
El mete y saca pausado inicial lo pude sostener muy poco, fui acelerando el ritmo mientras ella gemía bajito, “ayayayy”, “ooh”, “aah ajjjjj”, mecía las caderas y buscaba con su lengua la mía.
Detuve un instante el entra y sale. No lo toleró. Comenzó, con movimientos sensuales de cadera y mirada provocante, a coger ella, bajo protesta:
-¡No seas cretino ….. no parés …. eso no se le hace a una ….-
Le obedecí y retomé el control dándole a toda velocidad. Suspiró, gimió hasta que soltó algo así como un “hahahahahahahaaaaaa, siiiiiiii, siiii, mmmmmmmm” y percibí la contracción involuntaria de sus músculos vaginales, manifestación refleja de su orgasmo.
No aguanté mucho más allá. Fue un desparrame de semen en su intimidad y el derrumbe de mi pene con la última gotita.
Me dejé caer a su lado. Ambos parecíamos rendidos, exhaustos.
Aun estaba bajo el sopor post-coito cuando oí la voz de Jimena, murmurar bajito:
-¿Ahiii, Julio, que florrrr de cogida me diste!!! Graciasss -
-¡El agradecido soy yo, estuviste increíble-.
……… ……… ……… ………… ……… ……… ……
Parecíamos rendidos, exhaustos, dije. No contaba con la facilidad de recuperación de energías y la calentura de ambos, motorizadas por duchas compartidas y simultáneas –bajo el agua calentada por el reactivado termo tanque -. Antes de regresar a casa, disfruté dos polvos y orgasmos adicionales. Jimena algunos más, orgasmos obvio, en la misma dupla de cogidas.
Nuestra complicidad y conexión fue lasciva y sensual a la vez.
Nuestro primer encuentro explosivo, lleno de pasión y lujuria, con una dosis justa de ternura.
La combinación perfecta.
Sin embargo, de común acuerdo reconocimos que ambos estábamos en deuda y que debíamos repetir para saldarla.
Llevamos una decena nuevos intentos, perseverando, pero resulta que, ésta, es como la deuda externa de los países subdesarrollados, impagable – salvando la abismal diferencia: la nuestra es deliciosa y reconfortante, la otra …… huelgan las palabras-
“¿Si?”
“Jimena te habla. Necesito un favor: Diego está de viaje y no enciende el termo tanque. No consigo técnico hasta dentro de 3 días. No quiero bañarme con agua fría ¿Podes pasar a verlo? A la hora que te sea más cómodo. “
Ofreció dejarme las llaves del departamento con el encargado del edificio pero, cuando le dije que podía ir a eso de las 16:00 – anticipando mi salida de la oficina - no hizo falta, iba a estar ella a esa hora.
La esposa de mi amigo Diego es más que bonita, está apetecible. Las veces que la vi en bikini me pareció exquisita. Tiene 37 años, 1,70 m. de estatura, cabello rubio largo, rostro, tronco y piernas deslumbrantes. En muchas ocasiones, en compañía – no de mi esposa Romina, claro - o a solas, le expresé mi admiración.
Pero no me imaginé que había logrado interesarla – calentarla- y que sucedería lo que sucedió por iniciativa de ella, aprovechando una circunstancia favorable, para convocarme, solos los dos.
Me recibió con un vestido ceñido, apenas arriba de sus pechos y bastante más arriba de sus rodillas, pantimedias negras y zapatos de taco alto. Un regalo para la vista.
Decliné el café que me ofreció – para no perder tiempo por si necesitaba repuestos, antes del cierre de los negocios del rubro – y me aboqué al termo tanque averiado. En efecto, salí a comprar la válvula de seguridad. Jimena me facilitó las llaves para volver a entrar. De regreso no la vi – supuse que estaba en su habitación – cambié la pieza defectuosa y comprobé el correcto funcionamiento.
-Jimena, ya está solucionado – dije en voz alta.
-¿Ahh que bien! Yo sabía que vos lo ibas a hacer. …. Vení , pasá – me respondió desde el dormitorio matrimonial. Me quedé donde estaba confuso, incierto, irresoluto. ¿Había oído bien? Me invitaba, no a la cocina o al living, al dormitorio.
-¿Y Julioooo? ¿No vas a venirrr?-
Abrí la puerta, entornada, y una vez más me detuve perturbado.
Ella estaba recostada con la parte superior del cuerpo apoyada en una pila de almohadas. Vestía, solamente, un brasier-corset -strapless blanco y una tanga del mismo color. Sus largas piernas abiertas dejaban a mi consideración su entrepiernas.
Con suaves golpecitos de su palma en el colchón, me invitaba a ubicarme a su derecha.
El “bobo” se me aceleró y, su bombeo precipitado se convirtió en súbita y total erección.
Me acerque, me senté a su lado y, callado, comencé a acariciar su cara y su cuello.
-¿Te parece bien mi medio de pago por tu ayuda? – susurró
-¡ Ahhhh jaa! No tenías que pagarme pero, si es en especie, ……… empecemos por el cambio chico. –
Pegué mis labios a los suyos y mi mano, desde su rodilla derecha, fue subiendo y acariciando el interior de su muslo, su tanga, pubis, vientre plano, ombligo, brasier – rocé una teta y llegue a su cuello, la atraje un poco más hacia mí y con la boca en su oído le susurré:
-A Diego y Romina no creo que les alegre lo que está sucediendo-
-No tienen por qué enterarse. Si no se enteran no hay heridos.- replicó
No dije nada y comencé a besar su oreja y cuello, le mordí suavemente el lóbulo. Ella se soltó, buscó mi boca, metió la lengua, enredándola con la mía y manoteó mi bulto.
-¡Ummmmm, esto promete!!! Siempre la misma sopa del marido, aburre. –
-¡Y sólo el guiso de la esposa, también, si no se lo alterna con …… sopa – repliqué con la palma en su bombacha humedecida.
Sin dejar de besarla, la emprendí con los botones de mi camisa, comencé la maniobra de sacarla. Jimena me soltó el cinturón y el cierre del pantalón. Nos separamos para que, precipitadamente, me deshiciese de prendas exteriores, zapatos y medias. Cubierto sólo con el slip, volví a su lado, tiré almohadas al suelo, menos una, para acostarla y metí mis manos en su espalda en procura del cierre del corpiño. No fue obstáculo, el brasier cayó al costado de la cama. Sus increíbles, tetas no son grandes, sino perfectas con pezones rosados y duros. Se los mordí levemente y se los retorcí entre el índice y el pulgar. Comenzó a retorcerse y gemir y murmurar quedo:
-¡Ahiiii, siiiiiiii, que bueno, ahiiiii siiiiii Julio, asiiii, asiiii!!-.
Largué las tetas y besando y lamiendo comencé a bajar con destino a su sexo. En el trayecto, acompañado por Jimena con movimientos de caderas, contorsiones, gemidos, risitas, etc. di con el elástico de la tanga, lo enganché con ambas manos y se la corrí hasta quitársela. Ella colaboró levantando la cola. Me situé entre sus piernas y reanudé el trabajo de besar y lamer alrededor de su concha, se la abrí con dos dedos, la lengua entre los labios subió hasta el clítoris. Unos pocos y rápidos lengüetazos intensificaron las contorsiones, temblores y exteriorizaciones sonoras de Jimena. Suspendí la lamida y le comenté:
-De esta sopa hablaba antes: sopa de almeja ……. “bocado de cardenal” -
Estaba super húmeda. Fue más de lo queyo podía aguantar para el calentamiento pre cogida. Ella ni que hablar.
-¡Ya, Julioooo, ….. , llename la chocha!!!-
Me saqué el slip, subí la cabeza, le clavé los ojos en los ojos, acomodé el “muñeco” y se lo introduje despacio y a fondo. Me recibió con un largo gemido y un aaaaaahhh y un siiiiiiiii.
El mete y saca pausado inicial lo pude sostener muy poco, fui acelerando el ritmo mientras ella gemía bajito, “ayayayy”, “ooh”, “aah ajjjjj”, mecía las caderas y buscaba con su lengua la mía.
Detuve un instante el entra y sale. No lo toleró. Comenzó, con movimientos sensuales de cadera y mirada provocante, a coger ella, bajo protesta:
-¡No seas cretino ….. no parés …. eso no se le hace a una ….-
Le obedecí y retomé el control dándole a toda velocidad. Suspiró, gimió hasta que soltó algo así como un “hahahahahahahaaaaaa, siiiiiiii, siiii, mmmmmmmm” y percibí la contracción involuntaria de sus músculos vaginales, manifestación refleja de su orgasmo.
No aguanté mucho más allá. Fue un desparrame de semen en su intimidad y el derrumbe de mi pene con la última gotita.
Me dejé caer a su lado. Ambos parecíamos rendidos, exhaustos.
Aun estaba bajo el sopor post-coito cuando oí la voz de Jimena, murmurar bajito:
-¿Ahiii, Julio, que florrrr de cogida me diste!!! Graciasss -
-¡El agradecido soy yo, estuviste increíble-.
……… ……… ……… ………… ……… ……… ……
Parecíamos rendidos, exhaustos, dije. No contaba con la facilidad de recuperación de energías y la calentura de ambos, motorizadas por duchas compartidas y simultáneas –bajo el agua calentada por el reactivado termo tanque -. Antes de regresar a casa, disfruté dos polvos y orgasmos adicionales. Jimena algunos más, orgasmos obvio, en la misma dupla de cogidas.
Nuestra complicidad y conexión fue lasciva y sensual a la vez.
Nuestro primer encuentro explosivo, lleno de pasión y lujuria, con una dosis justa de ternura.
La combinación perfecta.
Sin embargo, de común acuerdo reconocimos que ambos estábamos en deuda y que debíamos repetir para saldarla.
Llevamos una decena nuevos intentos, perseverando, pero resulta que, ésta, es como la deuda externa de los países subdesarrollados, impagable – salvando la abismal diferencia: la nuestra es deliciosa y reconfortante, la otra …… huelgan las palabras-
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