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Compendio II
😟
Les prometo que de verdad, soy una chica buena.
Que cuando me quedaba sola en casa, cuando mi esposo se iba a la faena, yo me portaba bien y me preocupaba más de estudiar, de mi práctica y de mis hijitas.
😬
Y bueno… mi marido sabe que… de vez en cuando… me pongo a congelar las imágenes de los partidos de futbol…
Y bueno, me toco.
😊
Pero de verdad, incluso cuando me coqueteaban mis compañeros y uno que otro profe o compañero de práctica me invitaba a tomar un café, yo no les daba bola.
Y no les voy a negar que en más de una vez, vi chicos que encontré “lindos”, pero al momento de conversar con ellos, toda esa ilusión se me acababa, porque me miraban así como con malas intenciones (sin importarles que les dijera que ya estaba casada y súper enamorada de mi marido) o eran tan confiados, que estaban seguros que yo babeaba por ellos.
😠
¡Me molesta mucho la gente así!
Pero bueno, me salgo de las ramas…
XD
Mi marido me pidió que no les avisara a los vecinos que nos cambiábamos de casa.
Yo estaba igual tentada, porque desde antes del Halloween que la vecina miraba a mi marido como si se lo quisiera comer hasta con limón.
😕
Pero le di mi palabra y la cumplí…
Hasta que se dio todo el asunto con Liz, que se fue a vivir con su mamá y se llevó varias cosas que no podíamos traer en el viaje (mi marido dice que lo contará más adelante todo eso…).
Entonces, de casualidad me encontré con la vecina en el jardín y me preguntó qué nos pasaba y ahí le dije que nos mudábamos de ciudad…
😈
A la vecina le bajaron todos los colores, porque aunque se porta mejor con su marido y con su hijito, igual mi marido le hace mojar los calzones…
Y no pasó un día para que nos invitaran a una cena de despedida.
😅
Habíamos guardado casi toda la ropa buena y la verdad, que andábamos con bermudas y camisas sin mangas, por andar limpiando y empacando los últimos detalles, porque viajábamos el sábado y estábamos a jueves.
Aun así, encuentro que me veía bien coqueta, porque andaba con unos bermudas blancos que me hacen ver tremendamente sensual mi cola y como con los nervios por mi trabajo de titulación, perdí ene peso, por lo que tengo hasta cintura y por arriba, una polera medio gastada color celeste, que igual marcaba la presencia de mis pechugas.
😋
Pero mi esposo estaba para comérselo entero: se puso una sudadera, que le dejaba ver sus brazos musculosos, su espaldita recta y esos tremendos hombros de súper héroe (¡¡Que lo hacen ver más rico que el pan con palta!! :F) y unos blue Jeans viejos, pero de esos que le remarcaban recontra bien su durito traserito…
Así que así íbamos para lo de la vecina, con las peques…
😈
Ella, para variar, se puso un traje de seda chino celeste (parecido al de la Chun-Li, pero con faldita, a la altura de las rodillas XD) que le quedaba apretadísimo: se le veía bastante bien su enorme trasero, pero más que nada sus tremendísimas pechugas, que sin mentirles, se sacudían con cada paso que ella daba.
😏
Y claro, ella contoneando la cintura de lado a lado, mientras nos llevaba al living para que nos sentáramos y qué decirles que era puros ojitos para mi marido y sonrisas y miradas coquetas…
XD
Entonces, bajó el vecino con Scott en brazos.
😕
El vecino es más alto que mi marido y mucho más musculoso. Es un poco gordito, con papada y poco cuello; de ojitos celestes, unos labios carnosos y cachetón (¡Porque come muchísimo!) y una nariz alargada, pero plana en la puntita, que lo hace ver más enojón.
De cuerpo, es más musculoso que mi marido y más gordito (es como un oso enorme, para que se hagan la idea) y es pelirrojo, pero se corta al cero.
😑
A él, todavía no lo paso del todo, porque cuando me metí con él (las hormonas del embarazo me tenían súper calentona… 😕 ), me trató y me hizo sentir como una puta.
Y no una de esas putas que uno dice “¿Cómo soy capaz de hacer esto?” o “¿Cómo no me canso?” (Que es lo que pienso cuando estoy con mi marido), pero de las otras, que se meten con un imbécil que ni siquiera se preocupa que una acabe bien, que lo disfrute o que como mínimo, que no te duela y que al final, lo único que quieres es que se corra luego para que te dejen tranquila.
👿
Y es por eso que más me enojo conmigo misma…
Pero a lo que quiero llegar es que él tampoco andaba tan elegante como su señora: unos bermudas negros, una polera blanca, sandalias y se acabó.
Y claro, lo primero que hicimos fue conversar de nuestros pequeños…
😃
Pero al ratito, Scott se hizo en su pañal y la vecina aprovechó para pedirle a su marido que lo mudara, mientras le pedía ayuda a mi esposo en la cocina…
Lo que más risa me daba es que mi marido sigue siendo tan inocente y cooperador como para creer que la vecina lo necesitaba para cocinar, cuando hasta yo misma le veía los colmillos para comérselo a solas…
XD
Así que acompañé al “cornudo” a mudar a su hijo, mientras yo le daba la papa a las chiquititas.
😆
Igual me ofrecí para ayudarle, porque no todos los hombres son buenos con los pañales, pero me di cuenta que no necesitaba de ayuda y hasta ni siquiera le daba asco cambiar el pañal a su chiquitito.
Lo que sí me decepcionó un poco fue ver que tenía un mechón rojo como el vecino y no la mirada inteligente o el pelito negro que tiene mi marido.
😕
Pero ahí el vecino aprovechó de disculparse de las veces que estuvimos juntos.
Me contó que desde nos conocieron, les arreglamos su matrimonio y que si ahora son papás, fue porque aprendieron mucho de nosotros y se fue en halagos a mi marido y a mí y cosas así, que igual me hicieron sentir raro.
Les digo, igual me sigue cayendo bomba y como amante, lo mandaría a volar…
Pero estaba igual arrepentido de verdad y como que me dio cargo de conciencia.
Cuando nuestros 3 angelitos se quedaron dormidos, bajamos de nuevo a living y nos pusimos a conversar.
😂
Conversamos bastante: de mi título (¡Porque al fin, soy una titulada y licenciada profesora de historia! 😤 ), de su trabajo, del trabajo de mi esposo, de los pequeños…
Yo creo que debimos pasar más de una hora conversando, sin contar lo que nos tardamos en hacer dormir a los chiquititos y de nuestras parejas, ni pio, del otro lado de la puerta de la cocina…
😏
Hasta que salió ella, contentísima, como si flotara en una nube…
Apenas pude mantener la risa, porque el vestido estaba bastante arrugadito, se notaba un poquito más despeinada y como que se tambaleaba de las piernas al caminar…
Y el vecino debe ser muy distraído o algo, pero ni siquiera se dio cuenta que su “amorosa esposita” tenía más de la mitad de los pechos afuera y hasta creo que fue tanto su descaro, que antes de darle un cariñosísimo besito en los labios a su amoroso y atento marido, se limpió la boca de una manchita blanca bastante olorosa, que reconocía yo bastante bien…
Pero lo mejor fue ver salir a mi marido…
😳
¡Tenía una carita tan linda, con unos ojos enormes, como si no tuviese idea de lo que le había pasado y hasta me dio la impresión como que me pidiera ayuda, porque la vecina sí que es una fiera en la cama!
Pero lo que más me hacía mojarme y ponerme calentona es que a mi marido todavía se le marcaba su tremendo coso en el pantalón, por lo que yo me tenía que morder los labios y tratar de no mirarle tanto, porque si no, me empezaría a rascar mi botoncito ahí mismo, delante de todos…
😉
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3 comentarios - Y mientras tanto, nosotros… (I)