Buenas noches comunidad. En mi relato anterior les conté como fue que empece a acercarme a mi compañera de trabajo hace cuatro años. Una madura bastante atractiva.
Pasaron varios días como si aquella chupada de pija que me pego en la oficina fuera parte de mi imaginación y nunca hubiese ocurrido.
Mi relación con Florencia volvió a hacer la misma de antes, saludarnos al llegar y al irnos de la oficina. Pero dos semanas después de ese encontronazo fui hasta su oficina a sacar unas copias, ya que la fotocopiadora estaba instalada ahí.
Ese día la vieja seductora había ido con una pollerita cortita, unos zapatos taco alto y una camisita y un sweater escote en "v" que nuevamente dejaba ver esos enormes pechos un poco caídos por el paso de los años.
Mientras hacía mi trabajo de su escritorio cayó una lapicera (después me daría cuenta que fue ella quien la dejó caer) me agache para alcanzársela al tiempo que ella disimuladamente abría un poco de más las piernas. No pude contener la mirada y mis ojos se desviaron hacía sus piernas. En ese momento pude notar que no tenía ropa interior, la vieja era toda una zorra. Alcance a ver una conchita bien rosadita y perfectamente depiladita. Me levanté como pude, tratando de no quedar hipnotizado por lo que acababa de observar, le devolví la lapicera y continúe con mi trabajo. Mi cerebro hizo un gran esfuerzo para enviarle ordenes a mi verga evitando excitarme. Volví a mi oficina y no hice otra cosa que pensar en lo que acababa de ver.
Aproximadamente una hora después, mientras tomaba unos mates con uno de mis compañeros, ella se acercó, le ofrecí un mate y mientras lo tomaba me comentó que tenía muchísimo trabajo, que no sabría si terminaría a horario y me preguntó si no tenía drama en quedarme después de horario para darle una mano.
Como no podía parecer tan desesperado, ya que más o menos me imaginaba que es lo que estaba buscando, le dije que tenía un compromiso, que en un rato le respondía si podía cancelarlo y poder quedarme para ayudarla con su trabajo.
Llegó el horario de cerrar la oficina. Florencia seguía en su oficina haciéndose la que trabajaba, yo hacía exactamente lo mismo. La última de nuestras compañeras en irse, no saludo y preguntándonos si cerraba con llave, se despidió.
Cinco minutos después de haber cerrado esa puerta, Florencia apareció en la puerta de mi oficina. Se había sacado el sweater y la camisa tenia más botones desprendidos de los que recordaba que tenía. Me pregunto si había podido cancelar mi compromiso para ayudarla con su trabajo. Haciéndome rogar un poco le dije que no podía quedarme que no había podido cancelar lo que tenía programado.
Con su mano corrió las hojas, los sellos y los demás útiles de oficina. La abrochadora cayó al piso, ella se sentó en el escritorio y abriendo bien las piernas me dijo que venía a entregarme eso que había provocado que desviara mis ojos.
Fuí hasta la cocina, agarre un vaso, lo llene con hielo y me puse dos pastillas de las mentho plus negras, esas que son fuertes, en la boca. Volví a mi oficina y ella seguía sentada en mi escritorio con sus piernas bien abiertas. La ayude a sacarse la pollera y fui pasando mi lengua cerca de esa hermosa argolla bien depiladita haciéndola desear, asegurándome que quisiera ser mi puta a tiempo completo. De vez en cuando mi lengua rosaba su clítoris provocando que se arqueara y gimiera.
Así la tuve aproximadamente cinco minutos hasta que decidí zambullirme desesperadamente en esa hermosa concha. Florencia empezó a gemir más y más fuerte, mientras mi lengua pasaba de arriba a abajo por esa cajeta y jugaba con las dos pastillas que provocaban una hermosa sensación en mi perra. Al cabo de un tiempo llegó su primer orgasmo, su cuerpo se arqueo todo y pego un gran grito tironeándome del pelo. Agarré tres hielos, los metí adentro de su concha y continúe chupando como loco, metiendo dos de mis dedos, los cuales chocaban con los hielos que poco a poco se fueron derritiendo. No pasaron ni siquiera dos minutos de su primer orgasmo que acabo de nuevo.
Se desprendió la camisa, me desabrocho el pantalón, el cual bajo junto con mi boxer haciendo salir mi verga, la cual ya se encontraba totalmente dura. Sin pensarlo siquiera dos segundos la metí bruscamente dentro de ella, bombee aproximadamente cinco minutos, luego me lleve sus pies a mis hombros y continúe otros diez más. Ella gritaba y gemía como una perra y me pedía que la coja más y más fuerte. No aguante más y descargue todo mi líquido dentro de ella, en el mismo momento que ella llegaba a su tercer orgasmo.
Nos quedamos abrazados un buen rato, nos dimos algunos besos al estilo novio, nos cambiamos, y ella se fue de la oficina mientras yo acomodaba el desastre que habíamos echo.
Luego les contaré cuando juntos realizamos un viaje de trabajo. Saludos.
Pasaron varios días como si aquella chupada de pija que me pego en la oficina fuera parte de mi imaginación y nunca hubiese ocurrido.
Mi relación con Florencia volvió a hacer la misma de antes, saludarnos al llegar y al irnos de la oficina. Pero dos semanas después de ese encontronazo fui hasta su oficina a sacar unas copias, ya que la fotocopiadora estaba instalada ahí.
Ese día la vieja seductora había ido con una pollerita cortita, unos zapatos taco alto y una camisita y un sweater escote en "v" que nuevamente dejaba ver esos enormes pechos un poco caídos por el paso de los años.
Mientras hacía mi trabajo de su escritorio cayó una lapicera (después me daría cuenta que fue ella quien la dejó caer) me agache para alcanzársela al tiempo que ella disimuladamente abría un poco de más las piernas. No pude contener la mirada y mis ojos se desviaron hacía sus piernas. En ese momento pude notar que no tenía ropa interior, la vieja era toda una zorra. Alcance a ver una conchita bien rosadita y perfectamente depiladita. Me levanté como pude, tratando de no quedar hipnotizado por lo que acababa de observar, le devolví la lapicera y continúe con mi trabajo. Mi cerebro hizo un gran esfuerzo para enviarle ordenes a mi verga evitando excitarme. Volví a mi oficina y no hice otra cosa que pensar en lo que acababa de ver.
Aproximadamente una hora después, mientras tomaba unos mates con uno de mis compañeros, ella se acercó, le ofrecí un mate y mientras lo tomaba me comentó que tenía muchísimo trabajo, que no sabría si terminaría a horario y me preguntó si no tenía drama en quedarme después de horario para darle una mano.
Como no podía parecer tan desesperado, ya que más o menos me imaginaba que es lo que estaba buscando, le dije que tenía un compromiso, que en un rato le respondía si podía cancelarlo y poder quedarme para ayudarla con su trabajo.
Llegó el horario de cerrar la oficina. Florencia seguía en su oficina haciéndose la que trabajaba, yo hacía exactamente lo mismo. La última de nuestras compañeras en irse, no saludo y preguntándonos si cerraba con llave, se despidió.
Cinco minutos después de haber cerrado esa puerta, Florencia apareció en la puerta de mi oficina. Se había sacado el sweater y la camisa tenia más botones desprendidos de los que recordaba que tenía. Me pregunto si había podido cancelar mi compromiso para ayudarla con su trabajo. Haciéndome rogar un poco le dije que no podía quedarme que no había podido cancelar lo que tenía programado.
Con su mano corrió las hojas, los sellos y los demás útiles de oficina. La abrochadora cayó al piso, ella se sentó en el escritorio y abriendo bien las piernas me dijo que venía a entregarme eso que había provocado que desviara mis ojos.
Fuí hasta la cocina, agarre un vaso, lo llene con hielo y me puse dos pastillas de las mentho plus negras, esas que son fuertes, en la boca. Volví a mi oficina y ella seguía sentada en mi escritorio con sus piernas bien abiertas. La ayude a sacarse la pollera y fui pasando mi lengua cerca de esa hermosa argolla bien depiladita haciéndola desear, asegurándome que quisiera ser mi puta a tiempo completo. De vez en cuando mi lengua rosaba su clítoris provocando que se arqueara y gimiera.
Así la tuve aproximadamente cinco minutos hasta que decidí zambullirme desesperadamente en esa hermosa concha. Florencia empezó a gemir más y más fuerte, mientras mi lengua pasaba de arriba a abajo por esa cajeta y jugaba con las dos pastillas que provocaban una hermosa sensación en mi perra. Al cabo de un tiempo llegó su primer orgasmo, su cuerpo se arqueo todo y pego un gran grito tironeándome del pelo. Agarré tres hielos, los metí adentro de su concha y continúe chupando como loco, metiendo dos de mis dedos, los cuales chocaban con los hielos que poco a poco se fueron derritiendo. No pasaron ni siquiera dos minutos de su primer orgasmo que acabo de nuevo.
Se desprendió la camisa, me desabrocho el pantalón, el cual bajo junto con mi boxer haciendo salir mi verga, la cual ya se encontraba totalmente dura. Sin pensarlo siquiera dos segundos la metí bruscamente dentro de ella, bombee aproximadamente cinco minutos, luego me lleve sus pies a mis hombros y continúe otros diez más. Ella gritaba y gemía como una perra y me pedía que la coja más y más fuerte. No aguante más y descargue todo mi líquido dentro de ella, en el mismo momento que ella llegaba a su tercer orgasmo.
Nos quedamos abrazados un buen rato, nos dimos algunos besos al estilo novio, nos cambiamos, y ella se fue de la oficina mientras yo acomodaba el desastre que habíamos echo.
Luego les contaré cuando juntos realizamos un viaje de trabajo. Saludos.
3 comentarios - Con mi compañera madura de trabajo II