La cena transcurría como como era habitual. Una típica juntada nocturna entre amigos y conocidos, muchos desde la adolescencia. Obviamente, las circunstancias habían cambiado en estos 20 años y ahora nos juntábamos con nuestras esposas e hijos en casa de Jorge y Maite, quienes disponían de mayor espacio.
Ya avanzada la medianoche y luego de un asado de lenta cocción con aperitivos y sobremesa alcohólica, ya algunos mostraban signos de borrachera (en distintas medidas)
Martita (“la peti” como le decíamos desde siempre) y Dario, su marido, se encontraban en ese estado. Ella visiblemente alegre y juguetona mientras que él ya no se podía mantener en pie ni despierto.
Como era costumbre, Jorge siempre reservaba una de las habitaciones para que los comensales excedidos en copas pudiesen pasar la noche hasta reponerse y poder trasladarse por sus medios a sus respectivos domicilios.
Yo me encontraba acompañando a este nutrido grupo en soledad, dado que mi señora e hijos habían realizado un viaje con motivo del cumpleaños de una abuela de ella.
A eso de las dos de mañana “La Peti” decide que la era hora de marcharse, pero, dada la condición de su marido, que a esta altura roncaba descaradamente en uno de los sillones de la sala y su visible “alegría etílica”, le sugiero alcanzarla con mi vehículo. Justo esa noche, sin ninguna razón aparente había decidido no beber de más, salvo en la comida, por lo cual me encontraba en estado de sobriedad.
Con Martita nos conocemos desde la adolescencia y su apodo, “La Peti”, responde a su estatura; ella no mide mucho más de un metro y medio. Su contextura física fue, y sigue siendo, proporcional a sus dimensiones. Sus pechos son pequeños, pero acordes a una mujer que ha amamantado dos hijos, su piernas son cortas, pero delgadas. De joven tenía un culito respingón, que luego del paso del tiempo y embarazos mantiene su turgencia en proporción con sus caderitas levemente ensanchadas. A pesar de conocerla desde hace mucho, nunca me había llamado la atención, pero esa noche algo cambió.
Una vez en el auto, solos, tras haber dejado a su marido y los hijos durmiendo en la casa de Jorge, recorrimos las calles de la ciudad riéndonos de la situación (aunque en el fondo en ella se notaba cierto fastidio por la conducta de su marido) y recordando anécdotas de nuestra juventud, que sin ser muy cercanos, siempre habíamos coincidido en festejos y cenas de amigos en común.
Al llegar a su casa bajo de auto para acompañarla hasta la puerta sin ninguna intención, salvo un gesto de exagerada caballerosidad. Mientras buscaba las llaves en el interior de su bolso, y medio perdiendo el equilibrio, ella se apoya en mi haciendo coincidir nuestras miradas (ella desde abajo). Seguramente fue en ese momento que se produjo la conexión sexual que luego deviniera en una increíble cogida, pero el hecho es que nos fundimos en un apasionado beso. Dada mi altura y complexión física, tuve que doblarme para alcanzar sus labios hasta que decidí tomarla de sus glúteos y alzarla para ingresar así la casa.
Sin muchas explicaciones ni preámbulos, ella en el aire abrazada a mi cuello y yo manoseando impúdicamente su trasero nos dirigimos hasta el dormitorio, donde me senté en la cama con ella a horcajadas.
Nuestras lenguas se enlazaban, los fluidos se mezclaban y a veces escurrían por nuestros labios, sus dedos se aferraban a mi nuca mientras una de mis manos recorría su espalda y sujetaba su cabeza y la otra recorría su culo desde el interior de la entrepierna hasta el nacimiento de su espalda. En cada caricia nos fuimos desabrochando y quitando la ropa, hasta quedar con nuestros torsos desnudos.
Sus pechos, en buen estado natural, con unos pequeños pezones oscuros que se iban inflamando con los suaves pellizcos que les daba con mis dedos, mientras alternaba estos con movimientos circulares alrededor de sus aureolas rozadas. Finalmente la recosté para poder besar sus pechos. Ella totalmente excitada curvaba su cuerpo y agarraba sus pechos de forma de ofrecerlos para ser chupados, acariciados y pellizcados con suaves mordiscos, que los estiraban hasta que finalmente se soltaban de mis labios. EL sabor de su piel era natural y exquisito debido a la exudación de su calentura.
Entre besos y recorriendo con mi lengua su cuerpo fui bajando por su vientre hasta llegar a la altura de su jean, ya desabrochado. En un solo movimiento, alcanzando el borde de su ropa interior, le saqué todas las prendas que le quedaban (incluyendo sus medias). Así la tenía a “La Peti”, totalmente en desnuda, con las piernas semiabiertas dejando a la vista su monte de venus poblado por una pequeña mata de vellos oscuros, cuidadosamente recortados. Los alrededores de sus labios inferiores se encontraban depilados y brillosamente lubricados por los jugos que emanaban de su interior. Al acercarme pude percibir el suave olor dulzón de sus fluidos vaginales.
Incorporado al costado de la cama, me saqué las prendas inferiores, dejando expuesta mi pija en estado de total excitación, también lubricado con los fluidos pre seminales que se exponían en la punta. No puedo preciarme de ser un hombre “super dotado”, pero dada mi altura y complexión proporcional a mi metro ochenta puedo decir que estoy bastante bien. El contraste entre nuestros cuerpos quedo expuesto en toda su dimensión al punto que ella se sentó en la cama (apenas llegaban sus pies al piso) para agarrar con sus manos mi miembro, al tiempo que lo veía con ojos expectantes y sorprendidos, como si fuera la primera vez que veía algo así.
Lentamente me comenzó a masturbar, moviendo sus manos con movimientos semicirculares a los largo del recorrido por mi tronco venoso. De forma totalmente deliberada, y mirándome a los ojos, acercó sus labios a la punta de glande (como besándolo) pero al primer contacto de presión, sus labios se fueron abriendo a la vez que se iba perdiendo la cabeza de mi miembro en su boca hasta llegar a la altura de su campanilla (supongo yo), donde la retuvo por unos instantes. Con la misma lentitud, y sin desviar la mirada, fue retirándolo de su interior, dejando la cabeza y la mitad de mi polla completamente mojada con su saliva.
De pie al acostado de la cama, completamente excitado y sin mas deseos que penetrarla, la recosté (transversalmente) y tomándola de las caderas la atraje hasta el borde a la vez que ella abría sus piernas exponiendo en todo su esplendor su mojada entrepierna. Tomando mi falo desde la base, y teniendo su cadera en voladizo al borde de la cama, se lo restregué desde su trasero, pasando por su anillo anal, sus labios y rozando su clítoris hasta apoyarlo sobre su vientre. En cada movimiento La Peti arqueaba su cuerpo, excitada, ofreciendo su lubricada entrada vaginal para la penetración.
En uno de esos jugueteos estábamos, cuando al posar mi miembro sobre su concha esta se abrió y comenzó a tragar la cabeza. Centímetro a centímetro, lentamente y sintiendo como cada milímetro de su cavidad vaginal apretujaba mi polla fuimos comenzando un lento pero creciente vaivén donde en cada entrada aumentaba la profundidad. Ella recostada en transversalmente sobre su cama, con sus piernas estiradas y sus pies apoyados en mis hombros; totalmente desnuda agarrando con una mano las sábanas y con la otra sosteniendo mi vientre para regular la profundidad de cada penetración.
- Que hermosa concha tenes Peti!!!! Apretadísima……. Ahhhh…..siiii.
- Siiii,…. Siiiii…. Sii….. Mmmm despacio….despacio que estás llegando muy profundo!!!!
- Si… dale… vamos que te va a entrar toda – le decía yo en tono de fingida tranquilidad, aunque me moría por desfondarla.
Poco a poco y luego de aumentar el recorrido de las penetraciones, La Peti recibió toda mi verga, con algo de molestia para ambos, ya que yo también sentía algo de estrechez al final.
Durante varios minutos, incontables, minutos cogimos como desaforados. La habitación se llenó de nuestros gemidos. Apoyando mis rodillas en la cama y teniéndola sujeta desde las caderas, la movía imponiendo el ritmo a la vez que ella flexionaba su cuerpo al compás de la cogida, agarrando una de las almohadas para ahogar lo que pudo ser un aullido orgásmico.
Respirábamos agitados los dos, ella había alcanzado su primer orgasmo y con este sus piernas bajaron, lánguidas, de mis hombros. Su cuerpo, luego de la tensión muscular sufrida, se relajaba mientras aminoraba el ritmo de su respiración.
- Me mataste…guacho. No podes estar tan bien!!
- Dale Peti, todavía nos queda un rato…. Mirá como estoy – le decía a la vez que sacaba mi pija erecta de su interior y con un suave golpecito la poyaba sobre su vientre.
- Cambiemos – me dijo a la vez que se ponía en cuatro, sacando su culito al borde de la cama.
Como no tenía claro si solo quería cambiar de posición o de agujero, y como para no apurar las cosas, nuevamente penetré su chochito. Ella con su cabeza apoyada sobre sus antebrazos, y visiblemente mas relajada, dejó que yo impusiera el ritmo moviéndose en forma sincrónica. Con la espectacular visión que tenia de su ojete, mientras tomaba con mis manos el costado de sus glúteos, comencé a rozar su asterisco con mis pulgares. Al principio eran caricias superficiales que recorrían su perineo para luego pasar por su anillo.
Evidentemente estas caricias fueron surgiendo efecto, ya que La Peti fue aumentando la intensidad de sus gemidos, al punto de volver a necesitar tomar una almohada para amortiguar el sonido de su orgasmo. De a poco fui aumentando la presión de mis pulgares al pasar por su ano, hasta que instintivamente comenzó a latir, abriendo paso a mis yemas. Para ayudar la entrada, cada tanto dejaba caer saliva, que generosamente esparcía por los pliegues de su estrada.
- Me vas a matar si me lo intentas por ahí… la tuya es muy grande.
- Mmmm … se nota que ya han recorrido este huequito…. ¿me lo vas a negar? – le dije mientras mi la primera y parte de la segunda falange de mi dedo pulgar derecho se perdía en su interior.
- Aaooouuuuhhhh….. que hijo de puta…. Me abriste nomás!!!. ¿No querés esperar que me lave y traiga lubricante?.... No se como estaré!
- Estás bárbara…. Deja que te seguimos con el lubricante natural – le dije a la vez que dejaba caer una generosa cantidad de saliva, mientras que con los dedos de mi otra mano recogía sus fluidos vaginales.
Martita me estaba por entregar el culo y no quería darle tiempo a pensarlo y arrepentirse, así que no la iba a dejar ir. A esta altura de la faena, la higiene era lo de menos, ya con un dedo metido en su ojete no me iba a poner exquisito. Luego de un rato de jugueteo, comprobé la elasticidad de su anillo haciendo entrar las primeras falanges de mis pulgares a la vez. Ella seguí disfrutando de tener mi miembro en su interior, pero se la notaba concentrada en relajar y preparar su culito para ser penetrado.
- Que hermoso agujerito!!! Lo quieres adentro?
- No sé German… hacelo despacio porque tengo miedo que me duela más que otras veces.
- Shhh… tranquila Peti… Te va a entrar toda…. Tranquila
- Si? Vos decís?... me lo vas a reventar! Hazlo con cuidado.
Tomando mi miembro con la mano derecha, lo saque totalmente mojado de su conchita y lo apoyé sobre sus nalgas (era cierto que se veía desproporcionado por lo pequeño de su cuerpo). Luego, bajando por el camino de sus nalgas, lo apoyé contra su ano haciendo presión descendente hasta que mi glande se perdió, estirando los pliegues. Entrar no fue lo mas difícil, sino que continuar metiendo el resto de mi verga fue lo que llevó mas trabajo.
Su culito se abría y cerraba de forma peristáltica apretando cada centímetro de mi pija en su viaje hacia su interior. Ella no decía nada, solo emitía algún sonido cada vez que luego de retirarla un poco, hasta quedar atorado mi glande en su esfínter, volvía a empujarla para adentro intentando llegar un poco mas adentro. La notaba concentrada en relajar su culito, pero igualmente excitada.
- Que pedazo de orto tenés Peti…. Como coge este orto!!!
- Si?... Mmmmm … Te gusta?
- Es perfecto….mirá como te entra!!
- Igual de escuece un poco….pero llénamelo… enserio te gusta? Haber mostrarme cuanto te gusta?
Que pedazo de perra esta Peti!!! (pensé) a la vez que comencé a cogerla a ritmo sostenido. Entraba y salía (sin salirme completamente), como si me la estuviese cogiendo por adelante. Ella completamente entregada, se sujetó bien de las sábanas y comenzó a moverse al ritmo de la penetración.
En un momento, producto de la calentura y en un movimiento instintivo, saqué mi falo completamente de su culito a la misma vez que se escuchó un sonido como de vacío… Plop!!!
- Haaay … pará que me vas a dejar toda abierta si me la sacás de golpe!!! – decía con fingida preocupación.
- Shhh…. Si te hago así vas a quedar abierta!! A la vez que se la volvía a meter de un solo movimiento.
Varias veces hice lo mismo, alternando las salidas con profundas y reiteradas penetraciones, que extraían gemidos y puteadas de sus labios. En uno de esos movimientos, a la vez que le sacaba de golpe y sin aviso mi verga, se escuchó el claro sonido (y el hedor!) de una flatulencia que salió de su interior.
- Disculpá!!!! Que asquerosa que soy!!! – dijo compungida mirándome hacia atrás– qué hacemos?
- Qué hacemos?... Este culo está pidiendo pija y pija le vamos a dar – le dije a la vez que le volvía a meter la verga.
- Seguí… Seguí…. Seguí y acábame de una vez… Seguí – era todo lo que salía de sus labios.
- Siiiii…. Siii… Te lo voy a Llenar…. Te lo voy a llenar hasta que revientes!!!
Lo comenzó siendo una cogida en cuatro, terminó conmigo recostado sobre su espalda, apoyados sobre mis brazos para no aplastarla y mi pelvis moviéndose de manera ascendente y descendente con mi pija perdiéndose por completo en su interior. Transpirados, en la habitación se podían oír nuestros gemidos alternados por el sonido de la fricción acuosa de mi miembro taladrando su trasero. Así podría describirse el momento en que estallé en su interior.
- Siiiiiiii…Siiiii……Si! – fue lo que al unísono salió de nuestros labios.
Sin intensiones de salir aún, pero con el deseo de cambiar de posición para dar descanso a mis brazos entumecidos, me acomodé de costado a la vez que ella también giraba su cuerpo. Su espalda contra mi pecho (y gran parte de su cabeza también) con mis brazos alrededor nos quedamos unos minutos esperando que nuestros cuerpos recuperen el ritmo habitual.
- Guacho!!! Me hiciste mierda!!! No doy más – me decía mientras corría el pelo de su cara- Voy tener que cambiar las sábanas y ventilar un poco antes que llegue Darío… no sé cómo habré quedado… pero mañana me va a doler todo.
- Huffff…. Que pedazo de hembra Martita…. Que buena que estás – le dije en tono halagador, mientras en su interior mi miembro que de a poco iba volviendo a su estado natural.
- Enserio? … Te gustó… Vos no lo sabés, pero yo siempre estuve interesada en vos; pero bueno, la vida no llevó por distintos rumbos.
En un movimiento medio involuntario, y dado que mi miembro se encontraba nuevamente flácido, me salí de su interior. Ella en movimiento reflejo, colocó su mano de forma de tapar su ano a la vez que casi de un salto se incorporó y salió corriendo hacia el baño. Al incorporarme un poco en la cama y dejando escapar una sonrisa por la situación, comprobé el estado de la cama: las sábanas completamente desechas, con rastros húmedos de nuestros cuerpos, en especial en la zona pélvica donde se podían apreciar manchas de distintas tonalidades amarillentas.
Tomando conciencia de que en cualquier momento podría aparecer Dario y viendo el estado higiénico general, decidí que era momento de darme una rápida (rapidísima ducha) y salir. Sin Aviso entré al baño, provocando un susto y posterior reclamo de Martita que se encontraba distraída sentada en el inodoro.
- Que hacés… me asustaste… No podés esperar a que termine.
- La verdad que no… me ducho rápido y salgo – le dije metiéndome en la ducha.
Mientras me bañaba, Martita terminó de hacer sus necesidades, tiro la cadena y salió. Yo terminé, me sequé y salí envuelto en la toalla. En la habitación ella se encontraba tapada con una bata sacando las sábanas sucias, girando el colchón y tirando desodorante ambiental para tapar cualquier indicio del polvo que nos acabamos de echar.
- Menos mal que Dario estaba muy borracho y no se va a despertar hasta que amanezca dentro de unas horas. ¿Vos pensaste lo que puede pasar si se entera? – Su tono era de reproche y urgencia.
- Ok… Yo me voy. ¿Vos como estás? - le dije giñandole el ojo
- Mañana te cuento…. Seguramente no me voy a poder sentar, pero como toda madre y esposa recatada voy a disimular como las mejores …. Jajajaaja – respondió con su habitual humor. – Perdoná por… por … vos sabés
- Deja de joder…. Todo es producto de la pasión… y las ganas que tenía de cogerte.
Rápidamente me vestí y salí al recibidor acompañado por ella, que de pie y sin los tacos habituales que solía usar se veía mucho mas pequeña. Nos besamos fugazmente y me retiré.
En el auto miré la hora y no había pasado mas de una hora y media desde que habíamos llegado a su casa. Aún era de noche. Manejando, un poco distraído por el sueño, me confundí en la salida y debí volver a pasar por al frente del domicilio de Martita y Dario. Grande fue mi sorpresa al comprobar que ya se encontraba estacionado en la puerta el automóvil familiar…. Solo zafamos por unos minutos!!!!
Ya avanzada la medianoche y luego de un asado de lenta cocción con aperitivos y sobremesa alcohólica, ya algunos mostraban signos de borrachera (en distintas medidas)
Martita (“la peti” como le decíamos desde siempre) y Dario, su marido, se encontraban en ese estado. Ella visiblemente alegre y juguetona mientras que él ya no se podía mantener en pie ni despierto.
Como era costumbre, Jorge siempre reservaba una de las habitaciones para que los comensales excedidos en copas pudiesen pasar la noche hasta reponerse y poder trasladarse por sus medios a sus respectivos domicilios.
Yo me encontraba acompañando a este nutrido grupo en soledad, dado que mi señora e hijos habían realizado un viaje con motivo del cumpleaños de una abuela de ella.
A eso de las dos de mañana “La Peti” decide que la era hora de marcharse, pero, dada la condición de su marido, que a esta altura roncaba descaradamente en uno de los sillones de la sala y su visible “alegría etílica”, le sugiero alcanzarla con mi vehículo. Justo esa noche, sin ninguna razón aparente había decidido no beber de más, salvo en la comida, por lo cual me encontraba en estado de sobriedad.
Con Martita nos conocemos desde la adolescencia y su apodo, “La Peti”, responde a su estatura; ella no mide mucho más de un metro y medio. Su contextura física fue, y sigue siendo, proporcional a sus dimensiones. Sus pechos son pequeños, pero acordes a una mujer que ha amamantado dos hijos, su piernas son cortas, pero delgadas. De joven tenía un culito respingón, que luego del paso del tiempo y embarazos mantiene su turgencia en proporción con sus caderitas levemente ensanchadas. A pesar de conocerla desde hace mucho, nunca me había llamado la atención, pero esa noche algo cambió.
Una vez en el auto, solos, tras haber dejado a su marido y los hijos durmiendo en la casa de Jorge, recorrimos las calles de la ciudad riéndonos de la situación (aunque en el fondo en ella se notaba cierto fastidio por la conducta de su marido) y recordando anécdotas de nuestra juventud, que sin ser muy cercanos, siempre habíamos coincidido en festejos y cenas de amigos en común.
Al llegar a su casa bajo de auto para acompañarla hasta la puerta sin ninguna intención, salvo un gesto de exagerada caballerosidad. Mientras buscaba las llaves en el interior de su bolso, y medio perdiendo el equilibrio, ella se apoya en mi haciendo coincidir nuestras miradas (ella desde abajo). Seguramente fue en ese momento que se produjo la conexión sexual que luego deviniera en una increíble cogida, pero el hecho es que nos fundimos en un apasionado beso. Dada mi altura y complexión física, tuve que doblarme para alcanzar sus labios hasta que decidí tomarla de sus glúteos y alzarla para ingresar así la casa.
Sin muchas explicaciones ni preámbulos, ella en el aire abrazada a mi cuello y yo manoseando impúdicamente su trasero nos dirigimos hasta el dormitorio, donde me senté en la cama con ella a horcajadas.
Nuestras lenguas se enlazaban, los fluidos se mezclaban y a veces escurrían por nuestros labios, sus dedos se aferraban a mi nuca mientras una de mis manos recorría su espalda y sujetaba su cabeza y la otra recorría su culo desde el interior de la entrepierna hasta el nacimiento de su espalda. En cada caricia nos fuimos desabrochando y quitando la ropa, hasta quedar con nuestros torsos desnudos.
Sus pechos, en buen estado natural, con unos pequeños pezones oscuros que se iban inflamando con los suaves pellizcos que les daba con mis dedos, mientras alternaba estos con movimientos circulares alrededor de sus aureolas rozadas. Finalmente la recosté para poder besar sus pechos. Ella totalmente excitada curvaba su cuerpo y agarraba sus pechos de forma de ofrecerlos para ser chupados, acariciados y pellizcados con suaves mordiscos, que los estiraban hasta que finalmente se soltaban de mis labios. EL sabor de su piel era natural y exquisito debido a la exudación de su calentura.
Entre besos y recorriendo con mi lengua su cuerpo fui bajando por su vientre hasta llegar a la altura de su jean, ya desabrochado. En un solo movimiento, alcanzando el borde de su ropa interior, le saqué todas las prendas que le quedaban (incluyendo sus medias). Así la tenía a “La Peti”, totalmente en desnuda, con las piernas semiabiertas dejando a la vista su monte de venus poblado por una pequeña mata de vellos oscuros, cuidadosamente recortados. Los alrededores de sus labios inferiores se encontraban depilados y brillosamente lubricados por los jugos que emanaban de su interior. Al acercarme pude percibir el suave olor dulzón de sus fluidos vaginales.
Incorporado al costado de la cama, me saqué las prendas inferiores, dejando expuesta mi pija en estado de total excitación, también lubricado con los fluidos pre seminales que se exponían en la punta. No puedo preciarme de ser un hombre “super dotado”, pero dada mi altura y complexión proporcional a mi metro ochenta puedo decir que estoy bastante bien. El contraste entre nuestros cuerpos quedo expuesto en toda su dimensión al punto que ella se sentó en la cama (apenas llegaban sus pies al piso) para agarrar con sus manos mi miembro, al tiempo que lo veía con ojos expectantes y sorprendidos, como si fuera la primera vez que veía algo así.
Lentamente me comenzó a masturbar, moviendo sus manos con movimientos semicirculares a los largo del recorrido por mi tronco venoso. De forma totalmente deliberada, y mirándome a los ojos, acercó sus labios a la punta de glande (como besándolo) pero al primer contacto de presión, sus labios se fueron abriendo a la vez que se iba perdiendo la cabeza de mi miembro en su boca hasta llegar a la altura de su campanilla (supongo yo), donde la retuvo por unos instantes. Con la misma lentitud, y sin desviar la mirada, fue retirándolo de su interior, dejando la cabeza y la mitad de mi polla completamente mojada con su saliva.
De pie al acostado de la cama, completamente excitado y sin mas deseos que penetrarla, la recosté (transversalmente) y tomándola de las caderas la atraje hasta el borde a la vez que ella abría sus piernas exponiendo en todo su esplendor su mojada entrepierna. Tomando mi falo desde la base, y teniendo su cadera en voladizo al borde de la cama, se lo restregué desde su trasero, pasando por su anillo anal, sus labios y rozando su clítoris hasta apoyarlo sobre su vientre. En cada movimiento La Peti arqueaba su cuerpo, excitada, ofreciendo su lubricada entrada vaginal para la penetración.
En uno de esos jugueteos estábamos, cuando al posar mi miembro sobre su concha esta se abrió y comenzó a tragar la cabeza. Centímetro a centímetro, lentamente y sintiendo como cada milímetro de su cavidad vaginal apretujaba mi polla fuimos comenzando un lento pero creciente vaivén donde en cada entrada aumentaba la profundidad. Ella recostada en transversalmente sobre su cama, con sus piernas estiradas y sus pies apoyados en mis hombros; totalmente desnuda agarrando con una mano las sábanas y con la otra sosteniendo mi vientre para regular la profundidad de cada penetración.
- Que hermosa concha tenes Peti!!!! Apretadísima……. Ahhhh…..siiii.
- Siiii,…. Siiiii…. Sii….. Mmmm despacio….despacio que estás llegando muy profundo!!!!
- Si… dale… vamos que te va a entrar toda – le decía yo en tono de fingida tranquilidad, aunque me moría por desfondarla.
Poco a poco y luego de aumentar el recorrido de las penetraciones, La Peti recibió toda mi verga, con algo de molestia para ambos, ya que yo también sentía algo de estrechez al final.
Durante varios minutos, incontables, minutos cogimos como desaforados. La habitación se llenó de nuestros gemidos. Apoyando mis rodillas en la cama y teniéndola sujeta desde las caderas, la movía imponiendo el ritmo a la vez que ella flexionaba su cuerpo al compás de la cogida, agarrando una de las almohadas para ahogar lo que pudo ser un aullido orgásmico.
Respirábamos agitados los dos, ella había alcanzado su primer orgasmo y con este sus piernas bajaron, lánguidas, de mis hombros. Su cuerpo, luego de la tensión muscular sufrida, se relajaba mientras aminoraba el ritmo de su respiración.
- Me mataste…guacho. No podes estar tan bien!!
- Dale Peti, todavía nos queda un rato…. Mirá como estoy – le decía a la vez que sacaba mi pija erecta de su interior y con un suave golpecito la poyaba sobre su vientre.
- Cambiemos – me dijo a la vez que se ponía en cuatro, sacando su culito al borde de la cama.
Como no tenía claro si solo quería cambiar de posición o de agujero, y como para no apurar las cosas, nuevamente penetré su chochito. Ella con su cabeza apoyada sobre sus antebrazos, y visiblemente mas relajada, dejó que yo impusiera el ritmo moviéndose en forma sincrónica. Con la espectacular visión que tenia de su ojete, mientras tomaba con mis manos el costado de sus glúteos, comencé a rozar su asterisco con mis pulgares. Al principio eran caricias superficiales que recorrían su perineo para luego pasar por su anillo.
Evidentemente estas caricias fueron surgiendo efecto, ya que La Peti fue aumentando la intensidad de sus gemidos, al punto de volver a necesitar tomar una almohada para amortiguar el sonido de su orgasmo. De a poco fui aumentando la presión de mis pulgares al pasar por su ano, hasta que instintivamente comenzó a latir, abriendo paso a mis yemas. Para ayudar la entrada, cada tanto dejaba caer saliva, que generosamente esparcía por los pliegues de su estrada.
- Me vas a matar si me lo intentas por ahí… la tuya es muy grande.
- Mmmm … se nota que ya han recorrido este huequito…. ¿me lo vas a negar? – le dije mientras mi la primera y parte de la segunda falange de mi dedo pulgar derecho se perdía en su interior.
- Aaooouuuuhhhh….. que hijo de puta…. Me abriste nomás!!!. ¿No querés esperar que me lave y traiga lubricante?.... No se como estaré!
- Estás bárbara…. Deja que te seguimos con el lubricante natural – le dije a la vez que dejaba caer una generosa cantidad de saliva, mientras que con los dedos de mi otra mano recogía sus fluidos vaginales.
Martita me estaba por entregar el culo y no quería darle tiempo a pensarlo y arrepentirse, así que no la iba a dejar ir. A esta altura de la faena, la higiene era lo de menos, ya con un dedo metido en su ojete no me iba a poner exquisito. Luego de un rato de jugueteo, comprobé la elasticidad de su anillo haciendo entrar las primeras falanges de mis pulgares a la vez. Ella seguí disfrutando de tener mi miembro en su interior, pero se la notaba concentrada en relajar y preparar su culito para ser penetrado.
- Que hermoso agujerito!!! Lo quieres adentro?
- No sé German… hacelo despacio porque tengo miedo que me duela más que otras veces.
- Shhh… tranquila Peti… Te va a entrar toda…. Tranquila
- Si? Vos decís?... me lo vas a reventar! Hazlo con cuidado.
Tomando mi miembro con la mano derecha, lo saque totalmente mojado de su conchita y lo apoyé sobre sus nalgas (era cierto que se veía desproporcionado por lo pequeño de su cuerpo). Luego, bajando por el camino de sus nalgas, lo apoyé contra su ano haciendo presión descendente hasta que mi glande se perdió, estirando los pliegues. Entrar no fue lo mas difícil, sino que continuar metiendo el resto de mi verga fue lo que llevó mas trabajo.
Su culito se abría y cerraba de forma peristáltica apretando cada centímetro de mi pija en su viaje hacia su interior. Ella no decía nada, solo emitía algún sonido cada vez que luego de retirarla un poco, hasta quedar atorado mi glande en su esfínter, volvía a empujarla para adentro intentando llegar un poco mas adentro. La notaba concentrada en relajar su culito, pero igualmente excitada.
- Que pedazo de orto tenés Peti…. Como coge este orto!!!
- Si?... Mmmmm … Te gusta?
- Es perfecto….mirá como te entra!!
- Igual de escuece un poco….pero llénamelo… enserio te gusta? Haber mostrarme cuanto te gusta?
Que pedazo de perra esta Peti!!! (pensé) a la vez que comencé a cogerla a ritmo sostenido. Entraba y salía (sin salirme completamente), como si me la estuviese cogiendo por adelante. Ella completamente entregada, se sujetó bien de las sábanas y comenzó a moverse al ritmo de la penetración.
En un momento, producto de la calentura y en un movimiento instintivo, saqué mi falo completamente de su culito a la misma vez que se escuchó un sonido como de vacío… Plop!!!
- Haaay … pará que me vas a dejar toda abierta si me la sacás de golpe!!! – decía con fingida preocupación.
- Shhh…. Si te hago así vas a quedar abierta!! A la vez que se la volvía a meter de un solo movimiento.
Varias veces hice lo mismo, alternando las salidas con profundas y reiteradas penetraciones, que extraían gemidos y puteadas de sus labios. En uno de esos movimientos, a la vez que le sacaba de golpe y sin aviso mi verga, se escuchó el claro sonido (y el hedor!) de una flatulencia que salió de su interior.
- Disculpá!!!! Que asquerosa que soy!!! – dijo compungida mirándome hacia atrás– qué hacemos?
- Qué hacemos?... Este culo está pidiendo pija y pija le vamos a dar – le dije a la vez que le volvía a meter la verga.
- Seguí… Seguí…. Seguí y acábame de una vez… Seguí – era todo lo que salía de sus labios.
- Siiiii…. Siii… Te lo voy a Llenar…. Te lo voy a llenar hasta que revientes!!!
Lo comenzó siendo una cogida en cuatro, terminó conmigo recostado sobre su espalda, apoyados sobre mis brazos para no aplastarla y mi pelvis moviéndose de manera ascendente y descendente con mi pija perdiéndose por completo en su interior. Transpirados, en la habitación se podían oír nuestros gemidos alternados por el sonido de la fricción acuosa de mi miembro taladrando su trasero. Así podría describirse el momento en que estallé en su interior.
- Siiiiiiii…Siiiii……Si! – fue lo que al unísono salió de nuestros labios.
Sin intensiones de salir aún, pero con el deseo de cambiar de posición para dar descanso a mis brazos entumecidos, me acomodé de costado a la vez que ella también giraba su cuerpo. Su espalda contra mi pecho (y gran parte de su cabeza también) con mis brazos alrededor nos quedamos unos minutos esperando que nuestros cuerpos recuperen el ritmo habitual.
- Guacho!!! Me hiciste mierda!!! No doy más – me decía mientras corría el pelo de su cara- Voy tener que cambiar las sábanas y ventilar un poco antes que llegue Darío… no sé cómo habré quedado… pero mañana me va a doler todo.
- Huffff…. Que pedazo de hembra Martita…. Que buena que estás – le dije en tono halagador, mientras en su interior mi miembro que de a poco iba volviendo a su estado natural.
- Enserio? … Te gustó… Vos no lo sabés, pero yo siempre estuve interesada en vos; pero bueno, la vida no llevó por distintos rumbos.
En un movimiento medio involuntario, y dado que mi miembro se encontraba nuevamente flácido, me salí de su interior. Ella en movimiento reflejo, colocó su mano de forma de tapar su ano a la vez que casi de un salto se incorporó y salió corriendo hacia el baño. Al incorporarme un poco en la cama y dejando escapar una sonrisa por la situación, comprobé el estado de la cama: las sábanas completamente desechas, con rastros húmedos de nuestros cuerpos, en especial en la zona pélvica donde se podían apreciar manchas de distintas tonalidades amarillentas.
Tomando conciencia de que en cualquier momento podría aparecer Dario y viendo el estado higiénico general, decidí que era momento de darme una rápida (rapidísima ducha) y salir. Sin Aviso entré al baño, provocando un susto y posterior reclamo de Martita que se encontraba distraída sentada en el inodoro.
- Que hacés… me asustaste… No podés esperar a que termine.
- La verdad que no… me ducho rápido y salgo – le dije metiéndome en la ducha.
Mientras me bañaba, Martita terminó de hacer sus necesidades, tiro la cadena y salió. Yo terminé, me sequé y salí envuelto en la toalla. En la habitación ella se encontraba tapada con una bata sacando las sábanas sucias, girando el colchón y tirando desodorante ambiental para tapar cualquier indicio del polvo que nos acabamos de echar.
- Menos mal que Dario estaba muy borracho y no se va a despertar hasta que amanezca dentro de unas horas. ¿Vos pensaste lo que puede pasar si se entera? – Su tono era de reproche y urgencia.
- Ok… Yo me voy. ¿Vos como estás? - le dije giñandole el ojo
- Mañana te cuento…. Seguramente no me voy a poder sentar, pero como toda madre y esposa recatada voy a disimular como las mejores …. Jajajaaja – respondió con su habitual humor. – Perdoná por… por … vos sabés
- Deja de joder…. Todo es producto de la pasión… y las ganas que tenía de cogerte.
Rápidamente me vestí y salí al recibidor acompañado por ella, que de pie y sin los tacos habituales que solía usar se veía mucho mas pequeña. Nos besamos fugazmente y me retiré.
En el auto miré la hora y no había pasado mas de una hora y media desde que habíamos llegado a su casa. Aún era de noche. Manejando, un poco distraído por el sueño, me confundí en la salida y debí volver a pasar por al frente del domicilio de Martita y Dario. Grande fue mi sorpresa al comprobar que ya se encontraba estacionado en la puerta el automóvil familiar…. Solo zafamos por unos minutos!!!!
1 comentarios - Una fiera mi amiga