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Mi obsecion por el culo de mamá.

Mi obsecion por el culo de mama.


Navegando en la red di con este relato, Creado por Alexander_King. Me parecio de lo mas morboso, esta descrito con lujo de detalles.


Aqui vamos espero que lo disfruten.

Su mejor atributo, y el cual es el causante de mí placer y mi agonía, es su redondo trasero con forma de corazón.
Si, imaginen el dibujo típico de un corazón, le dan un giro de 180 grados y así es como se ve ese culo.

Cada vez que camina por la casa en ropa interior, mi boca instantáneamente babea al ver sus voluptuosas nalgas que van y vienen con cada paso que da. Me hacen querer clavar mi cara profundamente entre sus nalgas y lamer ese fruncido y apretado agujero.

Desde donde me encuentro en la cocina, puedo ver que lleva puesto un calzón muy sexy color rosa y una playera blanca que aprietan y resaltan sus grandes tetas. Sus pezones, parados como si estuvieran al acecho, me provocan acercarme y chuparlos a diestra y siniestra. Sus carnosas y bronceadas piernas yacen en pose como algún tipo de modelo erótica de esas que posan en lencería.

La mayor parte del día he intentado armarme de valor e ir hablar con ella para decirle que necesito desesperadamente su culo.

Pero antes de hacerlo, permítanme contarles que fue lo que me llevo estar en el desesperante estado en el que me encuentro.


Sé que suena descabellado, y probablemente no puedan imaginar a un hijo teniendo tales pensamientos de su madre.
Normalmente yo estaría de acuerdo con ustedes, pero verán, sino fuera por el incidente que ocurrió hace un par de años, no estaría tan mal como me encuentro actualmente.


Si mal no recuerdo, ocurrió un sábado por la tarde. Tenía 16 años en aquel entonces, y fue el momento en el que me di cuenta de lo que el cuerpo de una mujer puede causarle a un joven adolescente.
Me encontraba en el comedor, acababa de cenar, y me dirigía al baño de arriba para orinar e ir a escuchar algo de música a mi alcoba.
Al llegar, encontré la puerta un poco abierta, pude oír el agua llenando la tina; pensé que mi madre se estaría preparando para tomar un baño tibio. Hace esto de vez en cuando para "des estresarse" como diría ella. No estaba seguro si se encontraba desnuda o no, así que toqué primero y pregunté:

- Mamá, ¿puedo entrar?

- Si cariño, pasa, solo limpio el baño.

Nada pudo haberme preparado para lo que vería al abrir la puerta.
Me quedé como estatua con los ojos bien abiertos observando a mi madre, que tenía sus rodillas en el borde de la tina mientras tallaba las paredes del baño.
Cada movimiento de su brazo causaba un vaivén en su jugoso culo que solo estaba cubierto por su calzón.
No quería mirar, pero no pude evitarlo. Empecé a sentirme extraño, desde mi cabeza hasta mi palpitante miembro.

El culo de mi madre lucía como una especie de durazno perfectamente delineado.
Cada redonda y suculenta nalga estaba separada de la otra por una línea que codiciosamente tragaba su sedosa braga hacia dentro. Cuando se agachó hacia el fondo de la tina, su calzón se recorrió hacia abajo revelando más de esas deliciosas nalgas que ponen a babear cualquier boca. La vista de su delicioso culo hizo que mi miembro se llenara de sangre instantáneamente apretando mi prepucio hasta que molestó debido a la presión, pero en el buen sentido.

Me quedé allí como si mi cerebro no pudiera decidir qué hacer.

Momentos después, ella se inclinó aún más…
Esta vez sentí mi corazón detenerse y mi boca secarse al ver como el sedoso calzón de mi madre se recorría un poco más hacia abajo revelando parte de su arrugado y rosado ano.
Después de observar un par de segundos más, me moví a duras penas hacia el lavabo, lo cual me resultó bastante difícil gracias a mis rodillas que casi se rendían. No creo que hubiera podido orinar en la condición que me encontraba así que en su lugar me lavé las manos. Lo hice de prisa porque me encontraba nervioso y confundido. Mi inmaduro cerebro no encontraba sentido a las sensaciones que estaba experimentando. Por una parte me sentía excitado, pero por otra parte me encontraba muy asustado.

Enseguida, me aparté silenciosamente y salí del baño con la imagen de ese grandioso culo grabada en mi mente.

Desde aquel día, comencé a tener gran interés en el culo de mi madre, y de todos los culos en general.
Cada vez que veía su dulce trasero, mi pulso se alteraba y mis manos comenzaban a temblar, ni hablar de mi miembro, que se ponía duro como piedra.
No fue sino hasta el próximo año, cuando cumplí 17 que supe lo que quería en la vida, a demás de una carrera. Quería, mejor dicho, necesitaba más que nada en el mundo, poseer a mi madre analmente.

Al principio me sentí mal por tener estos enfermos pensamientos sobre ella, pero supongo que el deseo y la lujuria pronto destruyeron cualquier duda y sentimiento de culpa.


Cuando llegué a casa el siguiente día después de ir a la escuela, me encontraba tan emocionado por masturbarme que en tiempo record me desvestí y me pajeé pensando en las jugosas nalgas de mi madre y en su hermoso culo siendo destrozado por mi duro miembro. En menos de un minuto me encontraba lanzando semen en toda mi cama. Quería masturbarme de nuevo, pero me sentía demasiado agotado. Había sido el orgasmo más grande de mi vida. Así que mejor, limpié el desorden y tomé una siesta antes de ir a cenar.

Después de la cena, fui a mi cuarto y me pajeé una vez más ya que me sentía con más energía después de haber dormido. Lo hice una vez más hasta que caí en un profundo sueño, donde el culo de mi madre ocupó toda la noche.

Unas semanas después de continuar haciendo esto, mi mente empezó a fallarme, no sé cómo explicarlo pero ya no me encontraba feliz con la vida. Empecé a sentirme solo y deprimido. Sabía que todo tenía que ver con mi obsesión de follar a mi madre, y el hecho de que ella nunca me lo permitiría.
Llegué al punto en el que ya no salía con mis amigos después de la escuela, o hablaba con nadie excepto algún familiar que viniera de visita.
Quien lo creería, un adolescente deprimido que quiere coger analmente a su madre. ¿Cuán patético suena eso?


No pasó mucho tiempo para que mi madre notara mi estado de ánimo.
Insistía en que le contara mis problemas, pero le dije que no era nada importante.
Me dejó claro que si alguna vez necesitaba hablar con ella sobre lo que fuera, estaría ahí para escucharme.
En verdad me sentí mal al involucrarla en esto pero no sabía qué hacer.

Hasta ahora...


Así que, aquí estoy. Extremadamente nervioso, pero listo para hablar con ella sobre mi problema.

Quiero dejar claro que solo hago esto por mi salud mental más que por el sexo. ¡Sinceramente! Bueno... tal vez.


Entre la desesperación y el dolor, mis pies comenzaron a moverse por sí solos hacia el sofá.
Mi madre notó que me acercaba y me miró con una dulce sonrisa, lo que hizo que mi corazón se derritiera.
Yo sabía que me amaba—su orgullo y alegría—pero yo la quería más que a una madre.

- Mamá.

- ¿Si cariño?—Dijo dulcemente.

- Mamá, ¿recuerdas cuando me dijiste que podía hablar contigo sobre lo que me ha estado perturbando los últimos meses?

Se dio cuenta que finalmente quería hablar sobre mi sentimientos, si tan solo supiera cuales eran estos.

- Así es, ¿quieres hablar ahora, mi cielo?

Asentí con la cabeza y me senté a su lado en el sofá. Miré hacia a la alfombra un par de segundos sin decir nada.
Esto me dio tiempo de aclarar mis pensamientos. Me encontraba demasiado nervioso para verla a los ojos.

- Diego, mírame.

- Mamá, por favor no me pidas que te mire. Esto es más difícil de lo que te puedas imaginar. Solo prométeme que me dejaras terminar lo que tengo que decir, sin importar lo que diga.

- Claro, lo haré amor.

Respiré profundamente mientras intentaba controlar mis temblorosas manos. Mi madre lo notó y cubrió mis manos con las suyas.

- Tranquilo cariño, solo dime lo que tienes en mente.

- Esta bien mamá.

Tras un gran esfuerzo para verla a los ojos, comencé a decirle todo, desde el momento en que la vi limpiando el baño aquel día, hasta como me masturbo constantemente pensando en su adorable trasero.

- Mamá, no te imaginas cuanto tiempo me ha costado tener el valor para hablarte de esto. Por favor no me juzgues, o me digas que necesito ver un psiquiatra.

- Hijo, no seas tontito. Muchos chicos se sienten atraídos hacia sus madres, aunque no tan apasionadamente como tú, supongo.

- Bueno, tal vez cambies de opinión al oír mi petición. Necesito pedirte este inmenso favor...Necesito...Mamá tienes que entender que tal vez no pueda crecer como un adulto normal sin tu ayuda.

- Prometí no interrumpirte, así que solo dime cómo puedo ayudarte a superar esto.

- Ma-má...Mamá necesito tener tu trasero. Nece...ehm... Necesito tener sexo anal contigo.

No quería usar lenguaje vulgar enfrente de mi madre, supongo que podía haber dicho: "Necesito coger tu jugoso culo", pero sería totalmente inadecuado, especialmente si estas pidiendo un gran favor como el que yo acabo de pedirle a ella.

- ¡¿Quéee?!

Abrió sus ojos como en estado de shock. Tenía una mirada como si acabara de decirle que me quedaba solo un día de vida.

- ¡No puedo creer lo que me has dicho!

Volví a mirar la alfombra, como esperando una cachetada que me dejara inconsciente. Mis manos comenzaron a temblar de nuevo. Sentí como si hiciera del dos, estaba tan jodidamente nervioso.

- ¿Quieres ir a la cama con tu propia madre? ¡Yo!

Simplemente asentí con la cabeza mientras veía el suelo.

-¡Diego, mírame por favor!

Por obvias razones, no podía ni moverme. Era como si mi cerebro se hubiera bloqueado o algo así.
Gentilmente puso su mano izquierda sobre mi barbilla, y volteó mi cabeza hacia ella.

- ¡Hijo, como podría hacer tal cosa contigo, y cómo pudiste preguntarme eso! No lo puedo creer. No puedo ni pensar en este momento. Diego, corazón, solo ve a tu cuarto y hablaremos después. Necesito pensar sobre lo que acabas de decirme. No estoy enojada contigo, pero tampoco contenta. Necesito tiempo para pensar en lo que voy hacer con tu problema.


Subí a mi cuarto sintiéndome avergonzado por lo que acababa de hacer.
Sentí bien al desahogarme y sacar de mi pecho lo que tenía dentro, pero al mismo tiempo me sentía culpable por haberlo hecho, y por tener esta maldición encima. ¿Por qué tuvo que pasarme a mí? Yo no quería obsesionarme con su trasero, es decir, ¿habría otros adolescentes en el mundo pasando por lo que yo estaba pasando o era el único que sufría?


Mamá hizo una agradable cena esa noche, y comimos casi en silencio. Creo que estaba enojada conmigo, y en verdad no la culpaba. Supongo que es lo que merecía por joder las cosas entre nosotros.

Cuando terminé de lavar los platos, subí a mi habitación y me recosté en la cama mirando hacia el techo pensando sobre lo que había hecho hacía un rato.

Un suave toque en mi puerta me sacó de mi trance.

- ¿Si?

- Cariño ven a mi cuarto. —Era hora de encarar el problema, pensé.

Al llegar, no sabía que esperar, ¿me enviaría a un manicomio? O, ¿a vivir con algún familiar, tal vez?

Estaba sentada en la orilla de su cama y me miraba con una seriedad que no había visto antes. Con una palmada en el colchón me indicó que me sentara junto a ella.
Me senté, y empecé a jugar con mis manos mientras veía su curioso y delicado pie. Llevaba en sus uñas un excitante color rojo intenso, al igual que en sus manos.

- Diego, lo que me pediste hoy, ningún hijo debería pedírselo a su madre. Entiendo el dolor mental y físico por el que debes estar pasando, y quiero que sepas que vamos a superar esto.

- Mamá...Yo...

Levantó su mano para indicarme que guardara silencio.

- Déjame finalizar cariño.

- Está bien.

- Debo admitir que me tomaste por sorpresa cuando me dijiste lo mucho que necesitas mi... trasero. No había visto un hombre tan apasionado por mi trasero desde hace mucho tiempo. Tu padre era igual que tú en lo que se refiere a mí...mmm, culo.

Solo con oírla decir "trasero" y "culo" mi verga empezaba a ponerse dura.

- Él tenía que poseerme de esa manera al menos tres o cuatro veces por semana. No fue fácil para mí al principio tenerlo allá atrás, pero después de algo de práctica, se convirtió en algo casi natural para mí. Aunque nunca me acostumbre del todo. ¿Entiendes lo que digo, Diego?

- Vaya, no puedo creer que me estés contando esto de ti y papá.

- Bueno no es fácil, y es algo muy privado que no compartiría con mi propio hijo en circunstancias normales. Pero tuviste el valor para decirme lo que sientes, y siento que debería hacer lo mismo.

- ¿Pero, que haremos mamá?

- No lo sé. Por el momento, espera un poco, dame la semana para pensar sobre esto más tiempo.

- Está bien. Mamá...

- ¿Si?

- Solo quiero que sepas que en verdad te amo. Aunque sé que estoy un poco dañado de la cabeza.

Ella sonrió con lágrimas formándose en sus ojos.

Creado por Alexander_King

- Yo también te amo cariño.


Me puse de pie, le di un beso en la mejilla y me retiré a mi habitación.


Bueno, al menos no me mandaría con un psiquiatra, por el momento.


Dormir no fue fácil esa noche, y cuando al fin lo logré, soñé con mi madre, posando sobre sus manos y rodillas en una brillosa bandeja de plata presentándome sus exquisitas nalgas para mi consumo. Me acerqué y mordí una de sus carnosas nalgas hasta casi rasgar su piel. Ella gimió, y me pidió que continuara. Estaba listo para lamer su parpadeante y rosado ano, cuando me despertó el clímax que hizo que mojara mis calzoncillos. Si tan solo hubiera tenido un minuto más para realmente haberla cogido.


Durante la semana me aparté de ella la mayor parte del tiempo para que pudiera pensar tranquilamente en mi propuesta. En verdad esperaba que me ayudara ofreciéndome su dulce culo, pero, ¿qué probabilidades había de que eso sucediera?
Fue una tortura esperar a que decidiera que hacer.
A continuación, el viernes por la noche, me llamó desde la sala para hablar, me senté junto a ella en el sofá.

- Cariño he estado pensando detenidamente en lo que me dijiste. Y sé que conseguirte una mujer para que se haga cargo de tus necesidades no funcionaría por que supongo que es más que solo sexo para ti.

- Ajám. —Asentí.

- Lo imaginé. —Murmuró.

- ¿En verdad?

- Claro, ¿qué madre no conoce a su hijo? Mira, esto no es fácil para mí, pero, he decidido ayudarte a medias.

- ¿Que significa ayudarme a medias?—Pregunté curiosamente.

- Bueno, significa que dejaré que juegues con mi… tu sabes… mi culo.

- No sé qué quieres decir mamá.

- Lo que quiero decir es que te dejaré tocarlo, olerlo, lo que quieras, pero no podrás penetrarme. Quiero dejar eso bien claro. No puedo permitir que mi propio hijo ponga su cosa en mí… trasero. No estaría bien, ya es bastante malo que te permita hacerme esto. Es contra la ley, y si alguien se enterara de esto, iría a la cárcel y tu acabarías en el psiquiátrico o con algún familiar.

- Mamá jamás le diré a nadie lo prometo.

No era lo que esperaba pero supongo que era mejor que nada, al menos me dejaría tener un poco de su dulce culo, aunque bajo sus términos.

- Date cuenta que esto no es algo placentero para mí. Solo hago esto con la esperanza de que vuelvas a ser normal. Por cierto solo me quitaré mis calzones. ¿Entiendes?

- Creo que sí. —Dije tristemente.

- No te deprimas, si lo deseas podemos empezar ya mismo. ¿Qué dices?

Se inclinó hacia mí y tomó mi pelo entre sus dedos tal como les gusta a las mamás hacerlo.

> Dame un poco de tiempo para prepararme. —Dijo.

Mi miembro se puso durísimo al grado de molestarme tan solo de pensar lo que haría a su hermoso culo.
Miré detenidamente a mi madre, o mejor dicho, como su grande y jugoso culo subía las escaleras mientras cada una de sus nalgas se balanceaba deliciosamente de lado a lado, y se metía a su habitación.

Después de esperar poco más de cinco minutos, fui hacia su habitación y me detuve en la puerta.

Estaba un poco abierta como la puerta del baño el día que lo lavaba, cuando tenía 16.
Me pregunté si lo hizo intencionalmente para recordarme aquel erótico incidente. Probablemente no.

En fin, empujé la puerta lentamente para abrirla con mi sudorosa mano.
La vista se fue haciendo poco a poco más grande conforme abría la puerta.

Finalmente, la diosa llamada madre, me esperaba en el centro de su cama. Mi aliento se contuvo en mi garganta cuando la vi. Sentí como mi sangre subía hasta mi cara mientras mi corazón latía más rápido. Finas gotas de sudor se formaron en mi frente y mi boca se secó de nuevo. Ese familiar temblor de manos volvió mientras la miraba con los ojos bien abiertos llenos de lujuria. No podía creer lo que veía.

Mi madre, se encontraba apoyada en sus manos y rodillas con su amplio culo en el aire, tenía puesta una tanga.
Al verme a los ojos, se agachó hasta tocar con los hombros el colchón y descansó el costado de su cara en sus antebrazos. Este movimiento incrementó aún más el arco en su espalda lo que hizo que resaltara aún más su cremoso culo.
Creo que estaba babeando porque tuve que detener un poco de saliva que salía de mi boca.
Me moví hacia ella hasta tocar el costado de la cama con mis rodillas. Traté de inhalar su olor desde donde estaba, esperando poder percibir el aroma de su culo desde esa distancia. En su lugar solo el dulce aroma de su perfume tocó mi nariz lo que hizo que mi verga se sintiera como si fuera hacer un hoyo en mi short. Su tanga blanca se veía tan excitante en contraste con su piel ligeramente bronceada. Los tirantes superiores se metían un poco en sus jugosas caderas haciéndolas resaltar aún más, deseando que las apretaran y masajearan. Mientras que el tirante inferior se metía profundamente entre su rajada, haciendo contacto con el hoyo en el que tanto deseaba estar.

- Esta bien cariño, sube y ven detrás de mami. —Dijo.

Ella notó el bulto en mi short mientras subía a la cama y me arrodillaba detrás de ella. Era lo más cerca que había estado del culo de una mujer. La vista era aún mejor por detrás debido a que pude apreciar verdaderamente esas suaves y cremosas nalgas. Ella volteó por encima de su hombro sonriendo y dijo: “Puedes empezar pero no me toques en ningún otro lado. Recuerda que es por tu salud mental y no para tu placer.”

Si tan solo supiera…

Con las manos temblorosas y con una fuerte sensación de mariposas en el estómago me acerqué para palpar la madura y redonda carne que había deseado durante estos años. La sensación era increíble al menos para este joven virgen.
Su piel era delicadamente tersa y suave. Nunca había sentido nada parecido.
Mientras seguía masajeando sus nalgas, la diferencia de temperatura entre su tanga y su tibia carne generaban ondas de placer que corrían hacia mi entrepierna haciendo que mi ya duro miembro se pusiera más tieso que nunca.

Lentamente moví mis manos alrededor de su suave trasero, masajeando, pellizcando, y tirando como si fuera una masa. Después de unos cinco minutos de hacer esto, moví mi cara hacia abajo para inhalar su dulce olor. Sus maravillosas nalgas rodearon mi cara y tibiaron mi piel mientras inhalaba profundamente su fragancia natural. Olfateé como alguien poseído.
Su culo tenía un ligero olor a axila pero no me molestó, de hecho su aroma me envió a otro nivel de deseo y lujuria.

Ya era tiempo.
Me levanté y alcancé los tirantes de su tanga, y lentamente jalé, mientras los hilos abrazaban y apretaban su redondo culo en forma de corazón. Me detuve justo debajo de sus nalgas. Esto hizo que su culo se realzara aún más si era posible.
¡Viejo! Que vista. Me arrimé y abrí sus nalgas con mis pulgares, lo que hizo que los labios de su concha se separaran mostrando su rosado interior. Ella jadeo.

- ¿Estás bien mamá?—Pregunté formalmente.

- Bien cariño, simplemente no esperaba eso.

Dios mío, su fruncido anillo era absolutamente perfecto, no como las mujeres en esas obscenas revistas que tienen el agujero del culo destruido, o algunas sucias marcas de nacimiento. No esta reina de culos.
Tenía un hermoso color rosado que cubría los pliegues que empezaban desde el centro de su orificio y terminaban justo en el borde exterior de aquel glorioso hoyo.

Continúe inhalando su aroma y decidí besarla.
A medida que mis labios hacían contacto con su rosado capullo, su esfínter se contraía, enviándome a un estado de furor y lujuria. Un gemido escapó de su boca mientras devoraba su pequeña estrella.
Lamía su apretado esfínter, chupando y mordiendo los bordes de su capullo, sin ver el fin de aquel preciado banquete.
Seguí devorando la entrada de su estrecho canal por lo que debió haber sido unos buenos diez minutos esperando que brotara del tamaño de su pezón si era posible.

Cuando acabe de comer, los pequeños rosados pliegues de su ano, se habían inflamado. Sentí como su ardiente aro me pidió que gentilmente deslizara la punta de mi lengua sobre cada cresta para calmar su dolor.



Durante el tiempo que tomé devorando el culo de mi madre, mi polla se puso dura como piedra, sentía casi como si su piel fuera a romperse. Necesitaba desesperadamente sentir su estrecho canal alrededor de mi palpitante miembro ordeñando toda la leche de mis bolas. Pero, sabía que follarla era un no rotundo.
No podía detenerme ahora, me encontraba tan cerca de mi meta. Simplemente tenía que poseerla analmente, pero necesitaba un plan— ¡y rápido!

Entonces la idea se me vino en mente como si me golpeara una tonelada de ladrillos.
Le diría que quiero explorar gentilmente su esfínter con mis dedos. Y mientras lo hago, le preguntaré si puedo meter mi pulgar en su culo, ya que es un poco más gordo que mis otros dedos. Cuando llegue la hora de meter mi pulgar, insertaré mi verga en su lugar.
Está claro que mi pene es más grande y ancho, pero, no creo que mi madre note la diferencia. Sé que suena como un mal plan, pero tienen que recordar algo— ¡estoy desesperado!

- Mamá, ¿te…eh… puedo meter mis dedos?—Pregunté lo más dulce y cortésmente que pude.

Se tomó un tiempo para pensarlo. Estaba casi seguro que se negaría cuando sorprendentemente dijo:

- Esta bien, pero solo por un momento. No debería permitirte hacer esto. Primero ve al baño y trae la vaselina del cajón de las medicinas. Necesito estar lubricada antes de que hagas cualquier exploración. ¡Y lava tus manos!

¡No lo podía creer! Sonreí de alegría y empecé a sentir que mi plan funcionaría, si no echaba a perder nada en el momento. Fui deprisa hacia al baño, tome el pequeño bote con lubricante, y estuve detrás de su parado trasero en segundos.

Ansiosamente sumergí mi dedo medio, y tome un pegote. Lo apliqué delicadamente en su arrugado y carnoso agujero, moviendo mi dedo alrededor en círculos, para que se acostumbrara a la sensación. Después de hacer esto por un tiempo, noté como su esfínter ya no se contraía tanto como lo hacía al principio, lo que tomé como mi señal para insertar gentilmente mi dedo lubricado en su ardiente hueco.

Empujé lentamente mientras su fruncido orificio succionaba mi dedo muy hondo hacia sus prohibidas profundidades. Ella gimió.
Era una vista tan erótica, pero nada pudo haberme preparado para lo que pasó a continuación: cuando comencé a deslizar mi dedo hacia afuera, su esfínter se ciñó obscenamente a mi dedo y salió lo que serían unos dos centímetros.

Esta vez la baba escapó de mi boca y cayó al colchón. Había visto esto en revistas pero parecía que solo muy pocas mujeres tenían esta habilidad. No podía quitar los ojos de su ano. Estaba completamente hipnotizado.
Sus palabras rompieron mi fijación.

- Estás viendo como mi agujero se desliza hacia fuera, ¿verdad? A tu papá le fascinaba eso por alguna razón. Debe ser algo de hombres. Supongo que te pareces a él.

- Es increíblemente sexy mamá. Eres hermosa.

- Gracias Diego.

Deslicé mi dedo en su culo un par de veces más. Estuve a punto de correrme al presenciar tal acontecimiento, así que miré hacia las sabanas para tranquilizarme un poco, antes de que un geiser hiciera erupción en mi short. Todavía no era hora del gran final.
Metí mi dedo a medias y tiré hacia atrás solo para ver aquel espectáculo de nuevo. Ya no podía aguantar más.

Decidí que la próxima vez que sacara mi dedo, lo reemplazaría con mi pulsante miembro. Lentamente deslicé mi dedo hacia afuera, y al mismo tiempo, saqué mi verga de mis calzoncillos.

- Mamá, ¿habría problema si... uso mi pulgar?—Pregunté nervioso por la anticipación.

Todo dependía de su respuesta. Si decía que si, estaría en el paraíso anal. Pero, si decía que no, sería un pequeño adolescente deprimido.

- Eh… está bien. Pero eso será todo por hoy.

No terminaba de asimilarlo. ¡En verdad iba a pasar!

Sin gastar otro microsegundo, entusiasmadamente alineé la punta de mi polla hacia donde había estado mi dedo, y la restregué firmemente contra su rosado capullo. ¡Hombre! La sensación era increíble. Líquido pre seminal goteaba desde la cabeza de mi pija el cual unté sobre su fruncida estrella. Quería que creyera que todavía era mi pulgar frotándola.

Después, de sentir que era demasiado para mí, o más bien, demasiado para mi verga. Le dije que metería mi pulgar en su trasero.

- Recuerda, lentamente cariño. —Dijo, con un poco de aprehensión en su voz.

Creado por Alexander_King

Cuando mi madre pronuncio esas palabras; sin saber, acababa de darme permiso para penetrar su hermoso culo.
Antes que cambiara de opinión, presioné la hinchada cabeza de mi rígido miembro contra su tenso ano, y empujé. Estaba listo para detener sus caderas si decidía forcejear, y probablemente lo haría.
Pude ver el prepucio de mi polla corriéndose hacia atrás por la presión que causaba adentrarme en su dulce culo. Conforme empujé un poco más, la bulbosa cabeza de mi pene salió de su funda revelando su enfurecida cabeza. Las venas de mi tronco sobresalían como si fuera a reventar del esfuerzo. Sentí como su ajustado esfínter se hundía bajo la presión de mi empuje y se mantenía tenso. Después de unos segundos de batalla, su rosado anillo cedió y suavemente se deslizó milímetro tras milímetro alrededor de la inflamada cabeza de mi polla, eventualmente la tragó toda, recibiéndome por primera vez dentro de su tibio y húmedo recto. Lo que casi me ocasiona derramar mis jugos en el momento.

- Aaay! Con calma, cariño. —Se quejó.

El fino tejido, apretado y elástico de mi madre, masajeaba expertamente mi esponjada corona, tensando y destensado alrededor de mi húmedo glande. ¡Dios! Si follar siempre se sintió así, estoy en ello de por vida.
No puedo describir lo bien que se sentía estar dentro de su culo, y el hecho de que era el culo de mi madre, lo hacia el doble de placentero. De hecho, mamá se sentía tan bien, que si fuera una prostituta, vendría a diario para poseerla, considerando que tuviera el dinero, claro.


Estaba haciendo mi mejor esfuerzo por no eyacular, hasta que pudiera adentrarme hasta el fondo de sus entrañas. Con cada contracción involuntaria del ano de mi madre, perdía cada vez más y más el control, lo que causó que impacientemente empujara más mi polla dentro de su elástico boquete.
Sabía que una vez que mis muslos hicieran contacto con ella, se acababa el juego, así que lenta y delicadamente la metí un poco más. Luego un poco más. Ella gimió mientras llenaba su estrecho esfínter. Podía sentir los finos músculos del interior de su recto masajear increíblemente la cabeza y parte del tronco de mi polla.
No me había pedido que parara. Así que tomé eso como una buena señal.

Al revisar mi progreso, ya tenía la mitad de mi verga emparedada entre dos suaves y tiernos globos de carne anal. Nada mal para un principiante.

Con mi mano izquierda aparté su nalga hacia un lado, y pude ver su esfínter estirarse por el tamaño de mi dura polla. Esto causó que sus músculos destensaran un poco dejándome entrar más rápido. Hubiera usado mi otra mano para ayudarme pero ella hubiera empezado a cuestionarse que era lo que en realidad tenía dentro de su tibio canal. No era un buen plan.
Inserté unos cinco centímetros más y decidí que era hora de sacarla antes de que nuestros muslos hicieran contacto.

Quería darnos un descanso pero los fuertes tirones que sentía en mis bolas me dijeron que simplemente continuara follándola.
Así que deslicé hacia afuera mí duro bastón mientras su esfínter se ceñía de nuevo a mi miembro. Saqué hasta que la cresta de mi glande empezó a hacerle visible, ahora solo mi cabeza estaba dentro de su flexible canal.

Empujé de nuevo hacia la dirección contraria pero esta vez con más fuerza. Me sentía más seguro así que tomé un buen ritmo.
Al principio se sentía un poco extraño follar, por que usaba ciertos músculos en una forma que no había usado antes, lo que hacia mi técnica algo torpe. Pero eso no me detuvo de serruchar mi polla fuera y dentro de su apretado esfinter.
Me fascinaba como su estrecho y rosado hoyo sujetaba fuertemente mi rígido tubo, arrastrándome cada vez más cerca del gran esperado final. Aceleré el ritmo pues sabía que no me faltaba mucho.


Todo iba conforme a lo planeado—hasta que—accidentalmente zambullí mi verga hasta la raíz. No planeaba hacerlo, pero a estas alturas, ya había llegado demasiado lejos como para que me importara si me descubría. De hecho, ahora que lo pienso, quería que mi madre supiera que era el miembro de su hijo labrando su dulce culo. De esta manera, podría hundir toda mi verga con cada empujón, cerrando finalmente la abertura que había entre nosotros. En verdad quería sentir esas suaves y tibias nalgas apoyándose en mis muslos mientras martillaba su delicioso hoyo.

Cuando sintió mis manos que la sujetaban fuertemente de sus caderas, no se dio cuenta de mi engaño hasta que era demasiado tarde. En un estado de pánico, mi madre intentó zafarse rápidamente pero mi fuerte agarre la mantuvo firme en su lugar.
Forcejeó un poco tratando de desengancharse.

- ¡Diego! ¡Para! ¡Detente en este momento!—Gritó, mirándome por encima de su hombro.

Intentó ponerse de pie pero rápidamente la detuve, y la mantuve en la misma posición. Después de eso, sencillamente dejó de pelear.

Supongo que se había percatado que era mejor dejarme poseerla a mi manera.

Comencé acelerar mi ritmo mientras incrementaba graduablemente la cantidad de carne que embutía en ella.
Me di cuenta que mientras más rápido empujaba, más fuerte era la succión. Ella dejaba escapar un gemido sexy cada vez que mis pesadas bolas chocaban contra los labios de su concha.

Después de un tiempo, empecé a sentir algo muy tibio y pegajoso en mi escroto.
Miré hacia abajo mientras me deslizaba fuera y dentro de su ano y noté un grueso hilo de sus jugos estirarse desde su concha hasta mis bolas cada vez que me deslizaba hacia fuera.
El saber que yo era responsable de que mi buenísima madre estuviera mojada hizo que mis testículos se contrajeran sin control. Sabía que solo era cuestión de segundos antes que reventara dentro del culo de mi madre.

Hizo un último intento para que no siguiera follándola:

- ¡Ohh!... Dieeeg…—Intentó hablar, pero la estaba clavando tan fuerte, que el aire escapaba de sus pulmones.

> ¡Ahh! Me engañaste. ¡Uhh! ¡Soy tu madre! ¡No deberías estar…fo…follándome! ¡Esto es incesto! ¡Ohh! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¿Porque…ahh…Diego? ¿Por qué?—Expresó.

- No…pude evit…ahh…evitarlo mamá. —Jadeé.

– Te necesito tanto. Necesito este culo.

Ya no podía hablar. La porción de mi cerebro que instintivamente trabajaba se apagó. Todo razonamiento dejó la habitación, y la lujuria lo reemplazó. Mi nivel intelectual paso a ser el de un neandertal. Un salvaje con una solo obsesión, terminar de complacerme con el alucinante culo de mamá.
Aceleré el paso, no faltaba mucho.

Los músculos de su esfínter empezaron a contraerse sin control conforme martillaba despiadadamente su maternal culo. Supe que solo era cuestión de segundos antes de que bañara las paredes de sus entrañas con mi potente crema.
Separé sus gordas nalgas, para ver como su esfínter deboraba mi polla.
Justo en ese momento, escuché un profundo gemido escapando de la boca de mamá. Cerró fuertemente sus ojos y sus labios formaron la más erótica “O” que he visto en una mujer. Repentinamente su gemido se convirtió en un excitante grito de placer que me tomó por sorpresa.
Sentí su cuerpo tensarse y sus finos dedos apretaron las sabanas al grado de verse sus nudillos.
En ese momento, un tibio chisguete roció repentinamente mis bolas. Se sintió como pipi espesa más que nada.
Miré hacia abajo y me di cuenta que mi madre se estaba viniendo en mis bolas. ¡Santo Dios! ¡Y muy fuerte!
Sus dulces jugos empaparon completamente mi escroto y mis muslos.
Prácticamente eso me mandó al límite.

Penetré el sexy culo de mi madre un par de veces más, hasta que sentí el comienzo de mi descarga hacerse camino desde mi uretra hasta el tallo de mi polla.

- ¡Ohh rayos! ¡Aahhh mamá! ¡Prepárate!

Instantáneamente mi estómago se contrajo fuertemente y la cabeza de mi polla se hincho y se sacudió liberando descarga tras descarga de mi hirviente crema, muy profundo en el recto de mi hermosa madre.
Grité mientras una increíble sensación recorría todo mi cuerpo, forzándome a cerrar los ojos y sentir intensamente cada oleada de mi orgasmo.

- ¡Ah! ¡Ahh! ¡Ahhhh! Ohh mamá, no puedo parar. Te sientes tan bien.

Seguí disparando chorro tras chorro de mi semen hasta que mis bolas quedaron completamente vaciadas de su contenido.
La sensación fue tan intensa que estuve a punto del desmayo, hasta que inhalé profundamente y mi visión se aclaró.


Me sentí mareado y fatigado, mi pene se veía como si una fina capa de piel hubiera sido limada. Estaba rojizo por la fricción que soportó.
Al sacar mi miembro, su agujero sonó como una especie de sorbido debido al sello hermético que había generado alrededor de mi verga.
Su ano recién cogido quedo entreabierto y mi semen escurría hacia su concha. El hueco no era tan grande como en las revistas porno, pero era tan excitante ver un boquete en persona. No sé porque pero la vista de su ano abierto me hizo querer comer su culo de nuevo, y es lo que hice.

Me zambullí de nuevo para sorber el dilatado esfínter de mi madre, mientras ella continuaba tomando aire después de nuestro reciente clímax. Lamí las paredes internas de su recto alrededor y en sentido contrario mientras babeaba su abusada entrada. Devoraba codiciosamente su rosada carne, dándole la lamida de su vida.

Trató de zafarse pero la sostuve ansiosamente. Era tan bueno.
Después, su hueco se cerró alrededor de mi lengua evitando que me moviera libremente.
Ya que lo pensé, decidí cogerla con mi lengua hasta que mi mandíbula se cansó. Ella me dijo que me detuviera con un tono de enojo en su voz. Al no ceder, golpeó su dulce culo contra mi nariz, causando que me doliera bastante. A estas alturas, sabía que la diversión se había terminado.

Me pidió que saliera de su cuarto, mientras se volteaba para sentarse sobre su hermoso culo en forma de durazno.
Mientras recogía mi ropa, mi madre empezó a sollozar.
¿Qué podía hacer o decir para cambiar las cosas a estas alturas? Le dije que la quería, y me aparte de su vista hacia mi cuarto.

Epílogo


El próximo día, después de aquel maravilloso incidente, mi madre me dijo que estaba muy decepcionada.
Intenté explicar mis sentimientos hacia ella, pero no me escuchó.
Una semana después, cedió un poco y tuvimos una necesitada plática.
Ella estaba muy avergonzada por el hecho de que la hice revelar algo muy íntimo. El hecho de que tenía orgasmos húmedos.
Me explicó que solo le sucedía cuando se venía muy fuerte. Pero, lo que en verdad la molestaba, era que había tomado ventaja de ella.
Le dije que el deseo se apoderó de mí, pero que todavía la amaba y la respetaba. Le pedí perdón con lágrimas en los ojos.
Supongo que toqué esa parte de su corazón, que solo un hijo puede tocar, porque me abrazó contra sus tibias tetas mientras me besaba suavemente en la cabeza.

- Sinceramente, creo que si mi bebé ya no estará deprimido, entonces es un costo muy bajo que pagar—pero uno que no será perdonado fácilmente. —Dijo seriamente.

Me moví para darle un beso en la mejilla.

- Mamá, siento mucho lo que hice. Pero tal vez el hecho de que te desee más que cualquier otra mujer en el mundo será suficiente castigo.

Ella sonrió y jugó con mi cabello.

- No seas melodramático. Además, tal vez en algunos años tu vieja madre siga soltera. Quién sabe, dependiendo como me sienta, tal vez quiera un hombre más joven en mi vida. —Dijo, con una sonrisilla sexy.

Mi verga empezó a dar tirones dentro del pantalón solo de pensar en las posibilidades. No sé si fue una broma de su parte pero voy a tomarlo como un reto.

Ah sí, casi lo olvido. Estuve castigado durante seis meses por haberla follado. Fue algo duro, pero sabía que me lo merecía. Seguiré intentando ganarme su corazón. Es mi misión—cueste lo que cueste. Supongo que cuando acabe la universidad y consiga un trabajo de verdad, haré mi jugada.

2 comentarios - Mi obsecion por el culo de mamá.

novatocosta
Es muy hermoso.
Yo creo que todos nos hemos enamorado del culo y de las tetas de nuestras madres.
Yo me masturbaba pensando en ello con 14 y con 40 me sigue exitando
Creo que es algo natural
hernanob
FUE EL PRIMER CULO QUE VI EN MI VIDA,NUNCA LO VOY A OLVIDAR...NO LO PUEDO NEGAR...INCONTABLES LAS PAJAS QUE ME HICE Y ME SIGO HACIENDO...