Lo que voy a contar creo no lo olvidaré así nomás . Tengo treinta años, mujer, dos hijos, alguna amante muy de vez en cuando, trabajo normal en una fábrica y una changa en una pizzería en Sarandí, haciendo delivery. Hace unas semanas me toco llevar tres docenas de empanadas a un domicilio. En la casa me atendió una señora de unos sesenta años, apenas más baja que yo (1,7), algo excedida de peso, pero con interesantes curvas, vestia una remera con lindo escote que insinuaban unos pechos bien conservados y de perfecto tamaño, un pantalón blanco ajustado que le marcaba una generosa bombacha. Todo eso lo vi en 3 segundos a partir de que ni bien abrió la puerta me miró de arriba a abajo y fijó la vista en mi bragueta. Fué tan notorio y directo que me produjo más incomodidad que excitación. Me hizo pasar por un pasillo a un comedor para buscar dinero. Si algo faltaba, desde el comedor pude ver que en un rincón había un hombre grande en camiseta, pantalón corto y medias tres cuarto sentado frente a una computadora mirando porno y tocandose, que al advertir mi presencia grito sin siquiera levantar la vista: Marta !! Guardáme tres para más tarde.... Estaba cada vez más incómodo porque la señora ha rio su cartera para buscar cambio y sin querer se le cayeron un consolador y varios preservativos sueltos, mientras el hombre a escasos cuatros metros míos se masturbaba a toda máquina y entre gemidos exclamaba palabras obscenas. La señora me dio la impresión de que se demoraba a propósito y no me sacaba la mirada de la bragueta, mientras suspiraba. Una vez que me pagó, fuimos por el pasillo hacia la calle, y a mitad de camino se detuvo y me dijo...déjame que te haga un pete... Te la chupo un poco y ya está, estoy caliente..ese que esta adentro es el pajero de mi marido ya te diste cuenta lo que es...me disculpe y me fuí dejando a la señora con su problema. Cuando llegue al negocio comente lo sucedido y el imbécil del dueño llamo para decir un montón de estupideces, adelante de la cocinera y del otro que hace reparto.
Quede medio inquieto por todo y más que nada porque no me podía sacar de la cabeza a la clienta. Al día siguiente, mi compañero me dijo que se fué hasta la casa de ella, Marta se llama, pidió disculpas por la llamada del dueño y de paso le pidió un pete. Contó con lujo de detalles lo que para el fue el mejor sexo oral de su vida. Que era una maestra la dama en esas artes, que tenía unos labios tan suaves y una lengua que enseguida detectó el lugar exacto, que se acompañaba con maestría con las manos sobre los testículos, que el pudo comprobar que de su concha escurría una cantidad de jugo como nunca había visto, que pudo probar y llevarse su perfume de recuerdo pero por la incomodidad no pudo beber como hubiera querido, resumiendo su relato me dejó con ganas de visitar a Marta. Busque su teléfono en las anotaciones del día anterior y la llamé. Me atendió comiéndoselo un choripan y a mis palabras de disculpas me respondió con cortantes monosílabos. Le termine diciendo que en una hora te llevo el postre. Y así fue, agarré unos flanes de la heladera y ni bien cerró el local me fui a su casa. Me recibió de buena manera y me dijo que trajiste? Unos flanes le quise responder pero ya me agarro a mano llena la pija, me hizo pasar al lavadero que estaba al fondo del pasillo donde había un sillón, me pegó la garchada de mi vida, me hizo tomar de ella un chorreo sabroso y abundante, me saco tres polvos en una hora y acabó incontables veces, me agradeció los flanes y me recomendó garchar mucho, mientras íbamos a la puerta me dijo el pajero de mi marido se va a poner contento con un flancito, los otros me los como yo. Gracias Marta la despedí con un beso lleno de amor, ni bien me reponga vuelvo.
Quede medio inquieto por todo y más que nada porque no me podía sacar de la cabeza a la clienta. Al día siguiente, mi compañero me dijo que se fué hasta la casa de ella, Marta se llama, pidió disculpas por la llamada del dueño y de paso le pidió un pete. Contó con lujo de detalles lo que para el fue el mejor sexo oral de su vida. Que era una maestra la dama en esas artes, que tenía unos labios tan suaves y una lengua que enseguida detectó el lugar exacto, que se acompañaba con maestría con las manos sobre los testículos, que el pudo comprobar que de su concha escurría una cantidad de jugo como nunca había visto, que pudo probar y llevarse su perfume de recuerdo pero por la incomodidad no pudo beber como hubiera querido, resumiendo su relato me dejó con ganas de visitar a Marta. Busque su teléfono en las anotaciones del día anterior y la llamé. Me atendió comiéndoselo un choripan y a mis palabras de disculpas me respondió con cortantes monosílabos. Le termine diciendo que en una hora te llevo el postre. Y así fue, agarré unos flanes de la heladera y ni bien cerró el local me fui a su casa. Me recibió de buena manera y me dijo que trajiste? Unos flanes le quise responder pero ya me agarro a mano llena la pija, me hizo pasar al lavadero que estaba al fondo del pasillo donde había un sillón, me pegó la garchada de mi vida, me hizo tomar de ella un chorreo sabroso y abundante, me saco tres polvos en una hora y acabó incontables veces, me agradeció los flanes y me recomendó garchar mucho, mientras íbamos a la puerta me dijo el pajero de mi marido se va a poner contento con un flancito, los otros me los como yo. Gracias Marta la despedí con un beso lleno de amor, ni bien me reponga vuelvo.
2 comentarios - Una experiencia con una mujer madura.
Grande Marta!!!