Salí estresado de la oficina. Había tenido un día bastante pesado con mucho trabajo acumulado que me obligaron a quedar más tiempo de lo acostumbrado. Camine un poco y sentí deseos de una noche de sexo, pensé en llamar a algunas amigas o incluso en ir a un antro donde pueda encontrar los placeres en el Peru.
Como aun no me decidía que hacer tome un bus con destino al centro de Lima. Casi después que aborde el carro subió una señora de unos 38 o 40 años a lo mucho, tenía puesto un jean azul y una casaca marrón claro que combinaban bastante bien. Llevaba un sobre en sus manos, de pronto se dirigió hacia nosotros y nos contó su tragedia. Quien me diría que esa tía me haría probar los placeres en el Peru.
No hubiese imaginado que esa señora que hasta pinta de pituca tenia estuviera pasando por tantos problemas: primero nos contó que su hijo se había roto el brazo jugando futbol y tenían que operarlo para colocarle unos clavos (nos enseñó las placas radiográficas) y no tenía los medios para cubrir esos gastos ya que la habían sacado del trabajo y su esposo la había dejado por otra. Mirándola bien decía entre mi “como la va a dejar su esposo a esta flaca que era uno de los placeres en el Peru”.
Luego de contarnos su historia paso a pedir una ayuda voluntaria asiento por asiento. No había muchos pasajeros en el bus pero estaban unas señoras que le dejaron su aporte. Hasta que llego por mi lado, no me conmovió su relato pero me sobraban unos 2 soles así es que le di. Me miro y me dijo “gracias muñeco” tomando los dos soles de tal manera que sobo mis manos con las suyas de manera sugestiva como incitándome a disfrutar los placeres en el Peru.
Cuando la tía estaba por bajar en chorrillos note que tenía un culaso y como ya era muy de noche, pensé que en lugar de ir hasta el centro podía intentar fastidiar un poco a la señora. Baje detrás de ella y se dio cuenta. Me le acerque y le dije que su historia me conmovió, que me contara más a detalle. Ella accedió gustosa y nos fuimos a conversar a un parque cercano. Ella hablaba como una lora y yo hacía como que la escuchaba pero en verdad la miraba alucinando con ella una noche de placeres en el Peru.
Al terminar de hablar me dijo que se iba a su casa pero antes se puso a contar lo que recaudo durante el día. Le pregunte cuanto tenia y me dijo que solo 59 soles. Me puse a pensarla y a sacar cuentas de lo que hubiese gastando en ir al centro de lima y entonces le propuse “mira yo te doy 70 soles si tú me ayudas en algo” me miró fijamente a los ojos y me dijo “en que me podría ayudar”, entonces le mentí, contándole que no tenía novia hace tiempo y que me sentía solo y que solo deseaba su compañía y que me regale los placeres en el Peru.
Le dije quiero que me acompañes a un lugar y accedió algo dudosa. Antes fuimos a comprar un vodka para calentar la noche, ella no me decía nada solo sonreía. “sabía a lo que íbamos” decía entre mí. Finalmente llegamos donde un hostal más o menos decente y al entrar ella se detuvo, me cogió la mano fuerte. Pucha dije ya se arrepintió, me miro a los ojos, sonrió y avanzo. “Bien…ahora si a disfrutar de los placeres en el Peru” pensé.
Una vez dentro nos pusimos a tomar y a bailar un poco. Ella seguía contándome sus penas y deseos. Me confeso que desde que su marido la dejo hace 2 años no ha estado con otro hombre, cosa que no le creí en ese momento, pero que luego comprobé que era cierto. Entonces se me acerco y me susurro al oído “ya sé lo que quieres que haga por los 70 soles” me miro sonriente y empezó a besarme con desesperación mientras yo le tocaba ese culo que me traía loco desde que estaba en el bus.
Le baje el pantalón y el calzón mientras me la llevaba a la cama, le metí el dedo en la conchita que estaba caliente y húmeda. La tía se arrecho rápido que comenzaba a moverse sacudiéndose. Sus tetas no tan grandes pero suaves y de grandes pezones marrones me pusieron caliente, su culo además de inmenso era suave y firme, estaba gozando de los placeres en el Peru y ella también lo disfrutaba.
Nos metimos 3 polvos, la tía me confeso “me arrechan los chibolos como tú”. Como ya eran las 4 de la madrugada nos alistamos para irnos. Le pedí su número pero me dijo que no tenía. Entonces me pidió el mío y dijo que me llamaría. Cada uno se fue por su lado y ahora solo estoy a la espera que en algún momento mi teléfono suene y la pueda volver a ver.
Como aun no me decidía que hacer tome un bus con destino al centro de Lima. Casi después que aborde el carro subió una señora de unos 38 o 40 años a lo mucho, tenía puesto un jean azul y una casaca marrón claro que combinaban bastante bien. Llevaba un sobre en sus manos, de pronto se dirigió hacia nosotros y nos contó su tragedia. Quien me diría que esa tía me haría probar los placeres en el Peru.
No hubiese imaginado que esa señora que hasta pinta de pituca tenia estuviera pasando por tantos problemas: primero nos contó que su hijo se había roto el brazo jugando futbol y tenían que operarlo para colocarle unos clavos (nos enseñó las placas radiográficas) y no tenía los medios para cubrir esos gastos ya que la habían sacado del trabajo y su esposo la había dejado por otra. Mirándola bien decía entre mi “como la va a dejar su esposo a esta flaca que era uno de los placeres en el Peru”.
Luego de contarnos su historia paso a pedir una ayuda voluntaria asiento por asiento. No había muchos pasajeros en el bus pero estaban unas señoras que le dejaron su aporte. Hasta que llego por mi lado, no me conmovió su relato pero me sobraban unos 2 soles así es que le di. Me miro y me dijo “gracias muñeco” tomando los dos soles de tal manera que sobo mis manos con las suyas de manera sugestiva como incitándome a disfrutar los placeres en el Peru.
Cuando la tía estaba por bajar en chorrillos note que tenía un culaso y como ya era muy de noche, pensé que en lugar de ir hasta el centro podía intentar fastidiar un poco a la señora. Baje detrás de ella y se dio cuenta. Me le acerque y le dije que su historia me conmovió, que me contara más a detalle. Ella accedió gustosa y nos fuimos a conversar a un parque cercano. Ella hablaba como una lora y yo hacía como que la escuchaba pero en verdad la miraba alucinando con ella una noche de placeres en el Peru.
Al terminar de hablar me dijo que se iba a su casa pero antes se puso a contar lo que recaudo durante el día. Le pregunte cuanto tenia y me dijo que solo 59 soles. Me puse a pensarla y a sacar cuentas de lo que hubiese gastando en ir al centro de lima y entonces le propuse “mira yo te doy 70 soles si tú me ayudas en algo” me miró fijamente a los ojos y me dijo “en que me podría ayudar”, entonces le mentí, contándole que no tenía novia hace tiempo y que me sentía solo y que solo deseaba su compañía y que me regale los placeres en el Peru.
Le dije quiero que me acompañes a un lugar y accedió algo dudosa. Antes fuimos a comprar un vodka para calentar la noche, ella no me decía nada solo sonreía. “sabía a lo que íbamos” decía entre mí. Finalmente llegamos donde un hostal más o menos decente y al entrar ella se detuvo, me cogió la mano fuerte. Pucha dije ya se arrepintió, me miro a los ojos, sonrió y avanzo. “Bien…ahora si a disfrutar de los placeres en el Peru” pensé.
Una vez dentro nos pusimos a tomar y a bailar un poco. Ella seguía contándome sus penas y deseos. Me confeso que desde que su marido la dejo hace 2 años no ha estado con otro hombre, cosa que no le creí en ese momento, pero que luego comprobé que era cierto. Entonces se me acerco y me susurro al oído “ya sé lo que quieres que haga por los 70 soles” me miro sonriente y empezó a besarme con desesperación mientras yo le tocaba ese culo que me traía loco desde que estaba en el bus.
Le baje el pantalón y el calzón mientras me la llevaba a la cama, le metí el dedo en la conchita que estaba caliente y húmeda. La tía se arrecho rápido que comenzaba a moverse sacudiéndose. Sus tetas no tan grandes pero suaves y de grandes pezones marrones me pusieron caliente, su culo además de inmenso era suave y firme, estaba gozando de los placeres en el Peru y ella también lo disfrutaba.
Nos metimos 3 polvos, la tía me confeso “me arrechan los chibolos como tú”. Como ya eran las 4 de la madrugada nos alistamos para irnos. Le pedí su número pero me dijo que no tenía. Entonces me pidió el mío y dijo que me llamaría. Cada uno se fue por su lado y ahora solo estoy a la espera que en algún momento mi teléfono suene y la pueda volver a ver.
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