Me gusta, cuando se dan las condiciones, trabajar en casa cuando no hay nadie, sentir que estoy solo y que la maldad, la tentación y la perversión quedaron más allá de las paredes,
En eso estoy hoy, pero, suena el timbre de calle.
Es Norma. No debe tener cuarenta años y por la forma atrevida en que me mira sospecho que es falso que no supiera que estaba solo porque su amiga, Mariela, mi esposa, ayer viajó hacia otra ciudad.
-Perdoná …..¡Qué despistada soy!-
Alta, el cabello largo, teñido de un rubio estridente, con mechón insinuante. Campera de cuero negro, entreabierta que deja entrever una camiseta con la leyenda “Soy buena, pero cuando me porto mal, soy mucho mejor”, minifalda de jean, medias y zapatitos con tacos no logran ocultar ni disimular su cuerpo escultural.
-¿Queres pasar?-.
No fue por cortesía que le franquee la entrada, fue la tentación. Si no fuera por la tentación, ella no estaría ahora, “cadereando”, más bien que caminando, hacia el baño.
Vuelve al living, su mirada fija en la mía y sonrisa insinuante.
-Ya que estoy aquí, por error, pero estoy ¿Estás como para perder un poquito de tiempo conmigo?-
-Claro. ¿Qué tenes in-mente?-
-Sorber un cafecito, tal vez paladear un licorcito y …. tontear un rato –
-Sospecho que lo tuyo no es equivocación-
-¿Ahh nooo? ¿Qué es entonces, según vos?-
-Ganas de jugar a la … basurita-
-¿Basurita? Yo no sé qué es eso-
-Sí que sabes …. Vos te dejas caer y ……. yo te re-cojo-
-¿Qué decís Juan? No seas guarango!-
Me siento en el sofá y la invito a imitarme:
-Vení, sentate, que somos pocos y nos conocemos mucho-
No se hizo repetir el convite.
-¿Y el cafecito?
Mientras le tomo la cabeza con mi mano izquierda y comienzo a atraerla hacia la mía y mi mano derecha entre sus piernas palpa bombacha y sexo, le murmuro:
-Primero la leche; vos elegís si por la boca o por aquí-
El primer beso es parco en comparación con los que le siguen. El manoseo es indecente y a cuatro manos: cuello, tetas, concha y culo las mías, pecho, bulto y, corrido el cierre, la verga en vivo y directo las suyas.
Pierde campera, camiseta, minifalda y corpiño, me quita camisa y pantalón y baja mi slip a los tobillos.
Manotea mi miembro, lo lleva a la boca, luego despacio lo chupa, con la lengua recorre el glande, da vueltas alrededor del tronco, vuelve a introducirlo a la boca y a chuparlo.
Yo me estremezco, transpiro y gimo de placer. No quiero eyacular aun.
Me impongo, le hago soltar el juguete, la tumbo en el sofá, le quito la bombacha y zambullo mi cabeza entre sus piernas.
Meto lengua y un par de dedos en la vagina ya mojada– por aquello que “habiendo lengua y dedo, no hay hombre al pedo” - Reacciona con gemidos, grititos, ondular de caderas, me toma del cabello y me empuja más fuerte contra su entrepiernas que exuda abundante humedad viscosa.
Es mi turno de soltar la presa. Subo, paso lambiendo el vientre, el ombligo, le chupo los pezones, le beso el cuello y, con mi boca en su boca, mi verga le abre los labios inferiores y se introduce sin una pizca de delicadeza.
Norma acusa –festeja - la intromisión y replica con un profundo suspiro y hundiendo su lengua en procura de la mía.
Estamos cogiendo frenéticamente, cada caricia y pistoneo es una fiesta de los sentidos.
Ella percibe que yo estoy cerca del epílogo:
-¡Dame la lechita que me prometiste –
Esto me desquicia, eyaculo gruñendo de placer. Ella aprueba con gemidos y suspiros de culminación a tono con el sonido ronco de mi satisfacción. El orgasmo es brutalmente delicioso.
El cafecito lo tomamos vestidos con prendas mínimas que volvieron al piso, esta vez del dormitorio, para el segundo polvo de la tarde.
Norma, no dispone de tiempo para una nueva vuelta de tuerca - Tiene que encontrarse con su marido Alfredo - pero si para una réplica, insospechada por mí, a una velada crítica a lo sucedido dada su amistad con mi esposa:
-No creas. Soy tan buena amiga que acepté que Mariela se cogiera a Alfredo antes que yo a vos-
¡Ahhh buenoooo!
Al fin y al cabo se trató de un intercambio de maridos, organizado y ejecutado por las dos amigas.
Y yo, alucinándome, macho alfa.
En eso estoy hoy, pero, suena el timbre de calle.
Es Norma. No debe tener cuarenta años y por la forma atrevida en que me mira sospecho que es falso que no supiera que estaba solo porque su amiga, Mariela, mi esposa, ayer viajó hacia otra ciudad.
-Perdoná …..¡Qué despistada soy!-
Alta, el cabello largo, teñido de un rubio estridente, con mechón insinuante. Campera de cuero negro, entreabierta que deja entrever una camiseta con la leyenda “Soy buena, pero cuando me porto mal, soy mucho mejor”, minifalda de jean, medias y zapatitos con tacos no logran ocultar ni disimular su cuerpo escultural.
-¿Queres pasar?-.
No fue por cortesía que le franquee la entrada, fue la tentación. Si no fuera por la tentación, ella no estaría ahora, “cadereando”, más bien que caminando, hacia el baño.
Vuelve al living, su mirada fija en la mía y sonrisa insinuante.
-Ya que estoy aquí, por error, pero estoy ¿Estás como para perder un poquito de tiempo conmigo?-
-Claro. ¿Qué tenes in-mente?-
-Sorber un cafecito, tal vez paladear un licorcito y …. tontear un rato –
-Sospecho que lo tuyo no es equivocación-
-¿Ahh nooo? ¿Qué es entonces, según vos?-
-Ganas de jugar a la … basurita-
-¿Basurita? Yo no sé qué es eso-
-Sí que sabes …. Vos te dejas caer y ……. yo te re-cojo-
-¿Qué decís Juan? No seas guarango!-
Me siento en el sofá y la invito a imitarme:
-Vení, sentate, que somos pocos y nos conocemos mucho-
No se hizo repetir el convite.
-¿Y el cafecito?
Mientras le tomo la cabeza con mi mano izquierda y comienzo a atraerla hacia la mía y mi mano derecha entre sus piernas palpa bombacha y sexo, le murmuro:
-Primero la leche; vos elegís si por la boca o por aquí-
El primer beso es parco en comparación con los que le siguen. El manoseo es indecente y a cuatro manos: cuello, tetas, concha y culo las mías, pecho, bulto y, corrido el cierre, la verga en vivo y directo las suyas.
Pierde campera, camiseta, minifalda y corpiño, me quita camisa y pantalón y baja mi slip a los tobillos.
Manotea mi miembro, lo lleva a la boca, luego despacio lo chupa, con la lengua recorre el glande, da vueltas alrededor del tronco, vuelve a introducirlo a la boca y a chuparlo.
Yo me estremezco, transpiro y gimo de placer. No quiero eyacular aun.
Me impongo, le hago soltar el juguete, la tumbo en el sofá, le quito la bombacha y zambullo mi cabeza entre sus piernas.
Meto lengua y un par de dedos en la vagina ya mojada– por aquello que “habiendo lengua y dedo, no hay hombre al pedo” - Reacciona con gemidos, grititos, ondular de caderas, me toma del cabello y me empuja más fuerte contra su entrepiernas que exuda abundante humedad viscosa.
Es mi turno de soltar la presa. Subo, paso lambiendo el vientre, el ombligo, le chupo los pezones, le beso el cuello y, con mi boca en su boca, mi verga le abre los labios inferiores y se introduce sin una pizca de delicadeza.
Norma acusa –festeja - la intromisión y replica con un profundo suspiro y hundiendo su lengua en procura de la mía.
Estamos cogiendo frenéticamente, cada caricia y pistoneo es una fiesta de los sentidos.
Ella percibe que yo estoy cerca del epílogo:
-¡Dame la lechita que me prometiste –
Esto me desquicia, eyaculo gruñendo de placer. Ella aprueba con gemidos y suspiros de culminación a tono con el sonido ronco de mi satisfacción. El orgasmo es brutalmente delicioso.
El cafecito lo tomamos vestidos con prendas mínimas que volvieron al piso, esta vez del dormitorio, para el segundo polvo de la tarde.
Norma, no dispone de tiempo para una nueva vuelta de tuerca - Tiene que encontrarse con su marido Alfredo - pero si para una réplica, insospechada por mí, a una velada crítica a lo sucedido dada su amistad con mi esposa:
-No creas. Soy tan buena amiga que acepté que Mariela se cogiera a Alfredo antes que yo a vos-
¡Ahhh buenoooo!
Al fin y al cabo se trató de un intercambio de maridos, organizado y ejecutado por las dos amigas.
Y yo, alucinándome, macho alfa.
2 comentarios - Demonios con polleras.