Buenas tardes a todos. Hoy continuaré con el relato de lo que le pasó a mi amigo Alejandro hace ya bastante tiempo atrás.
Como les decía, estabamos los dos en un bar, tomando unas cervezas, mientras el me contaba lo sucedido una semana antes, con sus propias palabras.
En el momento que me tiró la frase " cuando me di cuenta que había alguien más mirando..." se me paró la pija de golpe. Ya estaba medio morcillón por la calentura, y debo confesar que no se me bajó para nada la misma cuando me di cuenta que era una travesti con quien había pasado la tarde, sino mas bien al contrario, trayéndome recuerdos casi reprimidos de tardes con mi primo.
Pero acto seguido, con un guiño entre cómplice y culpable, agrega: "Pero estaba equivocado: era sólo uno de los reflejos múltiples en los espejos del costado, un juego de luces y sombras." Eso me la bajó un cacho (y ahi puedo ver cómo caí tan fácil tanto en San Nicolás como con el camionero), pero decidí seguir escuchando lo que me tenía que contar mi amigo. No quería que su mala forma de relatar me arruinara conocer la historia completa. Sigo, entonces, con sus propias palabras a continuación:
-Entonces seguí con mi tarea: primero bajé hasta sus pies, de nuevo, y le chupé cada dedo del pie izquierdo para pasar al pie derecho a continuación. Estaba muy limpia y con un olor y sabor casi dulce (me imaginé alguna fragancia floral), y embriagador para mi. Levantaba sus piernas de a una para facilitar mi tarea, yo parado al pie de la cama, y mientras le iba acariciando las piernas despacio, bien depiladas, muy pero muy suaves. Igual no podía apartar la mirada de su trozo, que lo veía duro de nuevo, hermoso, todo depilado entre sus piernas, listo para ser saboreado.
Asi que fui bajando de a poco, besándola suavemente, haciendola gemir con su voz ronca, hasta llegar a esa barra de carne, que no era tan enorme como me pareció la primera vez que la vi, pero si muy deseable (y más grande que la mía seguro, debía medir 18 o 19 centímetros seguro). De a poco, tratando de controlar mi ansiedad, le besé la cabeza despacito, le tiré la piel para atrás, y se la volví a besar un par de veces mas, antes de meter un poco la lengua en el asunto. Ya mas confianzudo, y muy caliente de escuchar sus gemidos, le pasé la lengua por el frenillo como si fuera un helado, para a continuación recorrer el tronco con toda la lengua afuera, arriba y abajo una y otra vez, saboreando esa pija preciosa media doblada que tenía adelante. Estuve así un buen rato, paseando por sus huevitos depilados, bajando y chupándole el hoyito precioso que poseía, metiendo un dedo, después otro, mientras seguía intentando comerme esa pija por completo, hasta que en un momento me agarra de los pelos, me separa de su pija, y me dice: -Esperá que me quiero acomodar.
Acto seguido, puso un par de almohadas a su espalda, y se fue bien arriba de la cama, sentada prácticamente. Me sorprendió un poco, pero después me acomodé mejor, y miré para atrás mío, y vi en el espejo de esa pared la imagen de mi culo en pompa y me dí cuenta que la calentaba verme así. Le di el gusto entonces, y seguí chupándole la pija, saboreando todo lo que podía ese pedazo.
-Tomá.-me dice, alcanzándome un gel:-metéte un par de deditos, bichito.
Sin dudarlo, me puse gel en la mano, y empecé a meterme primero un dedo y después dos a la vez, sin sacar su pija de mi boca, entrando y saliendo con mis dedos, preparándome para una cogida de ella de nuevo.
Sentí un ruido, pero antes de poder darme vuelta a ver qué era (tenía miedo que caiga la socia que ella había nombrado), me toma de los pelos de nuevo y me empuja a su pija.
-Dale, comé que tenemos sólo media hora mas, mi reicito!-me dice, y sin poder elegir demasiado, seguí chupando.
Ahí si fue cuando me di cuenta que no estábamos solos. Por el rabillo del ojo pude ver otra figura, con pelo rubio suelto, entrar a la habitación, pero Sofía (si ese era su nombre), me pasó las piernas por la espalda, y afirmando sus brazos sobre mí, no me dejó moverme, a pesar de que frenético quise salir de su abrazo, un poco asustado ahora.
-No pasa nada mi amor es mi socia Juana.-me dijo mientras me soltaba la cabeza (pero no relajó sus piernas). Ahí pude ver de costado a los espejos y ver a la socia.
Era también un travesti, como ella, pero si Sofía era el día, la socia Juana era un mal día enojado. Tendría al menos cincuenta años, media pasada de peso, nada de figura femenina. Tenía un pucho en la boca, una peluca rubia de mal gusto, y se veía una barba incipiente en un rostro que no pasaba mucho por mujer. Se había levantado el vestido, y se masajeaba una chota larga, gorda y oscura.
-Dale, pibe.-dice, con voz inconfundiblemente masculina.-Ponete en cuatro así te desvirgo como debe ser. Sofy es suavecita, a vos te vas gustar mas fuerte.
-Nooo...nooo.-atiné a decir, pero no hubo caso: entre Sofía que me sostenía con sus piernas y "Juana" que me tomó con fuerza por la cintura, estaba indefenso, con el culo arriba, y preparado con gel. No tardó ni diez segundos que me mandó la chota hasta el fondo, y yo pegando un grito que se oyó al lado seguro.
-Cerrale un poco la boca al putito.-dice la socia, y Sofía agrega a continuación: -Relajate mi rey, te va a gustar! Chupamela un ratito mas, así.-y mientras decía eso, me mandó con fuerza hacia abajo, y sentí que su pija tocaba mis amígdalas casi. Juana se quedó quita, esperando que mi culo se acostumbre a ese monstruo, pero Sofía empezó a mover sus caderas arriba y abajo, y prácticamente me cogía la boca. Sólo sonidos ahogados salían de mi boca, intentando yo desesperado respirar. Apenas me soltó un poco, respiré hondo, pensado que me ahogaba. Ese fue el momento que la socia eligió para empezar con el mete y saca. Iba para atrás despacio y después para adelante con fuerza, metiendome la verga hasta la garganta casi. Era mas grande la suya que la de Sofía, aunque por suerte y gracias al lubricante y al forro que se había puesto no me dolía tanto como pensé al principio, aunque no era del todo indoloro.
Sofía salió de abajo mío y alternaba unos besos suaves de lengua con masajes en la espalda y abrirme la cola para que la pija entrara mejor. Tuve que morder la almohada para no gritar, aunque ya el dolor dio paso a un placer mayor, pero tampoco quería que Juana me escuchara gemir como nena porque me parecía que iba a ser peor.
Me estuvo dando en cuatro como media hora seguida. Nunca vi a nadie aguantar tanto, quizás sería por la edad, pero fue tremendo. Yo no pude evitar acabar mientras Sofía me daba un beso y me acariciaba, porque la verdad era que me gustaba y mucho la cogida monstruosa que me pegaba Juana. Un rato después acabó Juana y se tiró arriba mío, toda sudada y pegajosa, con olor a cigarrillo por todo el cuerpo. Desde ese día lo encuentro exitante, por mas raro que te parezca, porque Juana no es una traba linda, pero la combinación de ese olor con el de Sofy era tremendamente erótico.
Al cabo de un rato, Sofy me la empezó a chupar. Me dolía un poco por la tremenda acabada que había tenido un ratito antes, pero igual me gustaba. Juana estaba tirada a un costado de la cama, casi dormida, pero Sofy seguía activa. Me la chupó, me besó de nuevo, y cuando la tuve dura, me puso un forro y se montó despacio sobre mí. Ella sola cabalgaba sobre mi pija, despacio, arriba y abajo pero con fuerza. Al cabo de un rato, me animé a pajearla a la vez, mientras ella se movía. En eso, se despierta o recupera Juana. Se sacó el vestido (tenía una bombacha blanca y corpiño blanco, el cuerpo medio peludo), y me puso la pija cerca de la boca. Dudé sólo un instante antes de metérmela adentro y empezar a chuparsela. Era grandota, mas grande que la de Sofía, y no me entraba toda, pero me gustaba, sudada y todo. Cuando se puso dura, le hizo una seña a Sofía, y salió ella de encima mío.
-Cambiemos.-me dijo. Se acostó boca arriba, se tomó las piernas con las manos, y me ofreció su hoyito nuevamente. Yo sin dudarlo me subí y se la puse, aunque sospechaba del cambio. Y si: Juana se puso atrás mío, y apenas se la puse a Sofía, ella me la mandó por atrás de nuevo. El ritmo lo marcaba Juana, con sus fuertes embestidas. En diez minutos largué la leche dentro del forro, con fuertes gemidos. Ahí Juana me tiró para atrás, salió y se sentó en la cama, palmeandose una pierna y mirádome. Yo me fui sin pensarlo ni un segundo, y me subí tal como Sofía había hecho conmigo antes. Me podía ver de cuerpo entero y de frente, cabalgando una pija enorme y gozando como trolito, aún sin que se me parara de nuevo (había acabado un montón ya).
Juana me cogió de diez, me hizo ver las estrellas. Antes de acabar, me sacó de encima de ella, me hizo arrodillar y, sacándose el forro, me tiró toda la leche calentita en el pecho y en la cara. Me dio cosa y no la saborée, aunque mas adelante si lo haría.
Me quedé a dormir esa noche, y no fui al otro día a trabajar. Me cogieron un montón, de varias maneras y en todas las combinaciones que te imagines. Vos debés pensar que soy puto, pero te digo algo: Sofía para mí es una mujer con pija. Y Juana casi. Y me gusta mucho. Ni me importa a lo que se dedican. Se que son prostis las dos, de alto nivel, y si, incluso Juana para clientes especiales. Ganan mucho dinero, y me ofrecieron ir a vivir con ellas. Hasta me dijeron que me podían dar trabajos especiales ocasionales. Y no te voy a mentir: me gusta la idea.
A la semana me enteré que renunció. Lo vi un tiempo mas tarde, en un auto con una travesti rubia muy linda, y otra muy fea, tal como me describió. Se lo veía contento y feliz.
A mi me dio verguenza y no lo saludé, pero siempre me acordé de el.
Como les decía, estabamos los dos en un bar, tomando unas cervezas, mientras el me contaba lo sucedido una semana antes, con sus propias palabras.
En el momento que me tiró la frase " cuando me di cuenta que había alguien más mirando..." se me paró la pija de golpe. Ya estaba medio morcillón por la calentura, y debo confesar que no se me bajó para nada la misma cuando me di cuenta que era una travesti con quien había pasado la tarde, sino mas bien al contrario, trayéndome recuerdos casi reprimidos de tardes con mi primo.
Pero acto seguido, con un guiño entre cómplice y culpable, agrega: "Pero estaba equivocado: era sólo uno de los reflejos múltiples en los espejos del costado, un juego de luces y sombras." Eso me la bajó un cacho (y ahi puedo ver cómo caí tan fácil tanto en San Nicolás como con el camionero), pero decidí seguir escuchando lo que me tenía que contar mi amigo. No quería que su mala forma de relatar me arruinara conocer la historia completa. Sigo, entonces, con sus propias palabras a continuación:
-Entonces seguí con mi tarea: primero bajé hasta sus pies, de nuevo, y le chupé cada dedo del pie izquierdo para pasar al pie derecho a continuación. Estaba muy limpia y con un olor y sabor casi dulce (me imaginé alguna fragancia floral), y embriagador para mi. Levantaba sus piernas de a una para facilitar mi tarea, yo parado al pie de la cama, y mientras le iba acariciando las piernas despacio, bien depiladas, muy pero muy suaves. Igual no podía apartar la mirada de su trozo, que lo veía duro de nuevo, hermoso, todo depilado entre sus piernas, listo para ser saboreado.
Asi que fui bajando de a poco, besándola suavemente, haciendola gemir con su voz ronca, hasta llegar a esa barra de carne, que no era tan enorme como me pareció la primera vez que la vi, pero si muy deseable (y más grande que la mía seguro, debía medir 18 o 19 centímetros seguro). De a poco, tratando de controlar mi ansiedad, le besé la cabeza despacito, le tiré la piel para atrás, y se la volví a besar un par de veces mas, antes de meter un poco la lengua en el asunto. Ya mas confianzudo, y muy caliente de escuchar sus gemidos, le pasé la lengua por el frenillo como si fuera un helado, para a continuación recorrer el tronco con toda la lengua afuera, arriba y abajo una y otra vez, saboreando esa pija preciosa media doblada que tenía adelante. Estuve así un buen rato, paseando por sus huevitos depilados, bajando y chupándole el hoyito precioso que poseía, metiendo un dedo, después otro, mientras seguía intentando comerme esa pija por completo, hasta que en un momento me agarra de los pelos, me separa de su pija, y me dice: -Esperá que me quiero acomodar.
Acto seguido, puso un par de almohadas a su espalda, y se fue bien arriba de la cama, sentada prácticamente. Me sorprendió un poco, pero después me acomodé mejor, y miré para atrás mío, y vi en el espejo de esa pared la imagen de mi culo en pompa y me dí cuenta que la calentaba verme así. Le di el gusto entonces, y seguí chupándole la pija, saboreando todo lo que podía ese pedazo.
-Tomá.-me dice, alcanzándome un gel:-metéte un par de deditos, bichito.
Sin dudarlo, me puse gel en la mano, y empecé a meterme primero un dedo y después dos a la vez, sin sacar su pija de mi boca, entrando y saliendo con mis dedos, preparándome para una cogida de ella de nuevo.
Sentí un ruido, pero antes de poder darme vuelta a ver qué era (tenía miedo que caiga la socia que ella había nombrado), me toma de los pelos de nuevo y me empuja a su pija.
-Dale, comé que tenemos sólo media hora mas, mi reicito!-me dice, y sin poder elegir demasiado, seguí chupando.
Ahí si fue cuando me di cuenta que no estábamos solos. Por el rabillo del ojo pude ver otra figura, con pelo rubio suelto, entrar a la habitación, pero Sofía (si ese era su nombre), me pasó las piernas por la espalda, y afirmando sus brazos sobre mí, no me dejó moverme, a pesar de que frenético quise salir de su abrazo, un poco asustado ahora.
-No pasa nada mi amor es mi socia Juana.-me dijo mientras me soltaba la cabeza (pero no relajó sus piernas). Ahí pude ver de costado a los espejos y ver a la socia.
Era también un travesti, como ella, pero si Sofía era el día, la socia Juana era un mal día enojado. Tendría al menos cincuenta años, media pasada de peso, nada de figura femenina. Tenía un pucho en la boca, una peluca rubia de mal gusto, y se veía una barba incipiente en un rostro que no pasaba mucho por mujer. Se había levantado el vestido, y se masajeaba una chota larga, gorda y oscura.
-Dale, pibe.-dice, con voz inconfundiblemente masculina.-Ponete en cuatro así te desvirgo como debe ser. Sofy es suavecita, a vos te vas gustar mas fuerte.
-Nooo...nooo.-atiné a decir, pero no hubo caso: entre Sofía que me sostenía con sus piernas y "Juana" que me tomó con fuerza por la cintura, estaba indefenso, con el culo arriba, y preparado con gel. No tardó ni diez segundos que me mandó la chota hasta el fondo, y yo pegando un grito que se oyó al lado seguro.
-Cerrale un poco la boca al putito.-dice la socia, y Sofía agrega a continuación: -Relajate mi rey, te va a gustar! Chupamela un ratito mas, así.-y mientras decía eso, me mandó con fuerza hacia abajo, y sentí que su pija tocaba mis amígdalas casi. Juana se quedó quita, esperando que mi culo se acostumbre a ese monstruo, pero Sofía empezó a mover sus caderas arriba y abajo, y prácticamente me cogía la boca. Sólo sonidos ahogados salían de mi boca, intentando yo desesperado respirar. Apenas me soltó un poco, respiré hondo, pensado que me ahogaba. Ese fue el momento que la socia eligió para empezar con el mete y saca. Iba para atrás despacio y después para adelante con fuerza, metiendome la verga hasta la garganta casi. Era mas grande la suya que la de Sofía, aunque por suerte y gracias al lubricante y al forro que se había puesto no me dolía tanto como pensé al principio, aunque no era del todo indoloro.
Sofía salió de abajo mío y alternaba unos besos suaves de lengua con masajes en la espalda y abrirme la cola para que la pija entrara mejor. Tuve que morder la almohada para no gritar, aunque ya el dolor dio paso a un placer mayor, pero tampoco quería que Juana me escuchara gemir como nena porque me parecía que iba a ser peor.
Me estuvo dando en cuatro como media hora seguida. Nunca vi a nadie aguantar tanto, quizás sería por la edad, pero fue tremendo. Yo no pude evitar acabar mientras Sofía me daba un beso y me acariciaba, porque la verdad era que me gustaba y mucho la cogida monstruosa que me pegaba Juana. Un rato después acabó Juana y se tiró arriba mío, toda sudada y pegajosa, con olor a cigarrillo por todo el cuerpo. Desde ese día lo encuentro exitante, por mas raro que te parezca, porque Juana no es una traba linda, pero la combinación de ese olor con el de Sofy era tremendamente erótico.
Al cabo de un rato, Sofy me la empezó a chupar. Me dolía un poco por la tremenda acabada que había tenido un ratito antes, pero igual me gustaba. Juana estaba tirada a un costado de la cama, casi dormida, pero Sofy seguía activa. Me la chupó, me besó de nuevo, y cuando la tuve dura, me puso un forro y se montó despacio sobre mí. Ella sola cabalgaba sobre mi pija, despacio, arriba y abajo pero con fuerza. Al cabo de un rato, me animé a pajearla a la vez, mientras ella se movía. En eso, se despierta o recupera Juana. Se sacó el vestido (tenía una bombacha blanca y corpiño blanco, el cuerpo medio peludo), y me puso la pija cerca de la boca. Dudé sólo un instante antes de metérmela adentro y empezar a chuparsela. Era grandota, mas grande que la de Sofía, y no me entraba toda, pero me gustaba, sudada y todo. Cuando se puso dura, le hizo una seña a Sofía, y salió ella de encima mío.
-Cambiemos.-me dijo. Se acostó boca arriba, se tomó las piernas con las manos, y me ofreció su hoyito nuevamente. Yo sin dudarlo me subí y se la puse, aunque sospechaba del cambio. Y si: Juana se puso atrás mío, y apenas se la puse a Sofía, ella me la mandó por atrás de nuevo. El ritmo lo marcaba Juana, con sus fuertes embestidas. En diez minutos largué la leche dentro del forro, con fuertes gemidos. Ahí Juana me tiró para atrás, salió y se sentó en la cama, palmeandose una pierna y mirádome. Yo me fui sin pensarlo ni un segundo, y me subí tal como Sofía había hecho conmigo antes. Me podía ver de cuerpo entero y de frente, cabalgando una pija enorme y gozando como trolito, aún sin que se me parara de nuevo (había acabado un montón ya).
Juana me cogió de diez, me hizo ver las estrellas. Antes de acabar, me sacó de encima de ella, me hizo arrodillar y, sacándose el forro, me tiró toda la leche calentita en el pecho y en la cara. Me dio cosa y no la saborée, aunque mas adelante si lo haría.
Me quedé a dormir esa noche, y no fui al otro día a trabajar. Me cogieron un montón, de varias maneras y en todas las combinaciones que te imagines. Vos debés pensar que soy puto, pero te digo algo: Sofía para mí es una mujer con pija. Y Juana casi. Y me gusta mucho. Ni me importa a lo que se dedican. Se que son prostis las dos, de alto nivel, y si, incluso Juana para clientes especiales. Ganan mucho dinero, y me ofrecieron ir a vivir con ellas. Hasta me dijeron que me podían dar trabajos especiales ocasionales. Y no te voy a mentir: me gusta la idea.
A la semana me enteré que renunció. Lo vi un tiempo mas tarde, en un auto con una travesti rubia muy linda, y otra muy fea, tal como me describió. Se lo veía contento y feliz.
A mi me dio verguenza y no lo saludé, pero siempre me acordé de el.
2 comentarios - Mi amigo y su chica no tan..(II) (Relato Gay)