Mi nombre es Renato y mi esposa se llama Florencia. Llevamos 5 años de casado y nos gusta mucho el sexo. Mi esposa es muy hermosa. Como buena hija de italianos, tiene una tez mate, tipo Claudia Cardinale o Sofía Loren, mide un 1,71, tiene una cara hermosa, nariz respingada, grandes ojos verdes y pelo castaño rizado que cae sobre sus hombros. Tiene un gran trasero que sobresale sobre sus largas y hermosas piernas. Sus tetas son turgentes y de mediano tamaño.
Como ya dije anteriormente, tenemos sexo bastante seguido, pero el trabajo y los hijos han disminuido un tanto nuestros accionar. Con todo, mi esposa es un poco renuente a hacerme sexo oral o que yo le haga sexo anal. Igual notaba que cuando lo hacíamos ella se calentaba mucho más cuando le hablaba que lo estaba haciendo con un negro… así que poco a poco me fue entrando la idea de ver a mi hermosa esposa con un negro, pero no me atrevía a planteárselo, por lo que poco a poco fui fraguando una idea que me satisficiera mis más recónditos deseos.
Mi plan fue el siguiente: Primero que nada me contacté con un ecuatoriano de raza negra, llamado Miguel, para que visitara –pagado por mi- a mi esposa en su consulta de psicóloga, con la historia de que no era correspondido por las mujeres por tener demasiado grande el tamaño de su pene, con la que las asustaba. La idea era que enganchara a mi mujer con sus historias y que la llevara a un motel donde grabaría un encuentro íntimo con ella, tras lo cual yo le pagaría por sus servicios. Tenía dudas si mi esposa caería y me sería infiel de esta manera, pero me calentaba sobremanera si llegaba a hacerse realidad.
Tras las dos primeras sesiones, Miguel me contó que Florencia fue muy frío con él, pero que al final de la segunda sesión le había pedido ver su pene: que se suponía que era el causante de su depresión e infelicidad, y ella se había puesto roja y notó en sus grandes ojos verdes una pequeña turbación.
Pasaron otras dos semanas más sin tener noticias de Miguel, hasta que un día me llamó para decirme que tenía listo el DVD con las imágenes que habíamos planeado. No puedo negar que en el momento que me lo dijo mi corazón saltó de excitación, pero también de pesar porque luego de un mes mi esposa me había sido infiel.
Apenas me entregó el Dvd le pagué a Miguel y me fui derecho a mi computador a ver el anhelado video.
En la primera escena estaban los dos sentados a un costado de la cama conversando. Claramente mi esposa le coqueteaba a Miguel jugando con una mano y peinándose su hermoso cabello. De la nada Miguel se acercó a su boca y la empezó a besar. Se dieron un tremendo beso, en el cual el negro casi se tragó a mi esposa. Lentamente la gran mano de Miguel bajó hasta sus blancas y naturales tetas donde las empezó a sobajear y amasar. Le quitó su roja blusa y después su brassier de encajes y se fue derecho a succionarlas. Las besó, las chupó, las mordió despacito. Florencia ya estaba mil. Posteriormente, vi como sus blancas manos bajaron a la entrepierna de Miguel empezando a masajear su miembro por sobre el pantalón. Este no perdió el tiempo y levantó la minifalda negra que llevaba mi esposa y comenzó a masajear sus hermosos y blancos muslos. Metió sus enormes manos negras entre sus ligas negras y con un dedo se acercó peligrosamente a su vagina y a su rosado clítoris. A estas alturas yo ya me estaba masturbando, cuestión que mi esposa empezó a hacer con el enorme miembro de Miguel que sacó por el cierre de su pantalón. Así estuvieron los dos un buen rato, más bien los tres masturbándonos. Luego de un momento, Miguel se ahincó frente a la vagina de Florencia y le realizó sexo oral. Metió como fuego su lengua, junto a sus largos dedos negros que resaltaban con la piel blanca y los finos pelos castaños de mi esposa. Florencia ya estaba a mil, echaba su cuerpo hacia atrás y comenzaba a tener un verdadero placer de parte de Miguel. Este ni corto ni perezoso empezó a meter un dedo en su culo. Así de esta manera un dedo estaba en el culo de mi mujer, otros tres dedos abriendo su vagina y su lengua tocando y chupando rápidamente y fuertemente su clítoris. De esta manera mi mujer se vino por primera vez. Y yo también eyaculé.
A continuación Florencia no aguantó el máximo placer que le entregaba Miguel, no podía bajar del éxtasis, gritó a más no poder. De un salto se levantó, le dio un enorme beso a Miguel, se puso como energúmena, sus ojos estaban enajenados, había perdido todos sus sentidos, se volvió como loca. De un salto se agachó y comenzó a hacerle un sexo oral a Miguel de antología. Nunca había visto a mi mujer de esa manera. Besó el enorme glande, se lo tragó, a continuación besó y chupó con su lengua el enorme sable de Miguel… Florencia no sabía qué hacer con él. Se desesperaba, se lo trató de tragar entero, pero no podía con él. Hacía el máximo intento de tragárselo entero, pero llegaba sólo a tres cuartos de su miembro. Lo dejó, respiró jadeante, y volvió a metérselo en su hermosa boca, pero la verdad es que no le cabía entero… mientras más intentaba, más se desesperaba. Después, se calmó un tanto y se quedó jugueteando con el glande de Miguel con sus labios y su lengua. En un momento de máximo placer de Miguel, este bajó su negra mano sobre el claro cabello de Florencia y comenzó a empujar su cabeza para que tragara con mayor fruición su pene y a la vez comenzó a meter y sacar su sable de la boquita de mi esposa. En este juego Florencia se ahogó, pero Miguel la obligó a no dejar su tranca por nada del mundo. En un momento Miguel sacó su negro pene y lo empezó a pasar por toda la hermosa cara de Florencia. Le tocó con este sus hermosos pómulos, su nariz respingada, su cuello, mientras mi mujer se volvió loca tratando de cazar ese suculento y grande bocado con su boca. Después Miguel comenzó a mover su pene y lo chocó varias veces contra la boca y la cara de Florencia. Esta ya no se aguantó de un segundo orgasmo. Yo eyaculé por segunda vez.
Miguel ya podía hacer lo que quería con mi hermosa mujer. En ese momento me dio la impresión que ya no le importaba nada. La había perdido completamente. Con su polera Miguel hizo una especie de riendas alrededor del cuello de Florencia, la puso en cuatro patas sobre la cama y le metió de una, repito, de una, su enorme miembro en la vagina de Florencia, como si fuera una yegua que está siendo amaestrada. Florencia sólo atinó a saltar y gritar de placer. Luego Miguel la comenzó a espolonear con tanta fuerza que me dio miedo por la integridad física de mi amada esposa. Mientras la embestía con todas sus fuerzas, Miguel le metía dos dedos en el culo, y le magreaba fuertemente su clítoris con su otra mano. Mi mujer hizo un breve intento de sacar los dedos de Miguel de su culo, pero ya era demasiado tarde, los dedos de Miguel abrieron el hermoso y prieto culo de mi mujer, mientras la espoloneaba con su pene la vagina.
Ya para este instante Miguel estaba a punto de irse. Había gozado a mi mujer más de lo que yo habría deseado, pero así fueron no más las reglas del juego. Pero no saben cuál fue mi expresión y mi sorpresa cuando de repente sacó su pene de la vagina de mi mujer, se dio la vuelta y comenzó a masturbarse en su cara. Nunca Florencia me había dejado irme en su cara, y ahora deseaba completito el semen de ese sable negro. Ella abría su boca, sacaba su lengua, miraba con unos ojos totalmente idos. No era ella. Pero qué más da, así no más era la situación y tenía que aguantármela. En un momento Miguel gritó con una voz ronca característica de los descendientes de raza africana, y comenzó a llenar de semen muy blanco la cara de mi esposa. El mayor chorro llegó a su boca, que se lo tragó, pero otros chorritos llegaron a su respingada nariz, otro a su frente, otro en su pelo y uno último en uno de sus hermosos ojos verdes, que la hicieron cerrarlos, escena que me pareció denigrante. Para terminar la guinda de la torta, Florencia le limpió con su boca todo el pene a Miguel, dejándolo sequito. Casi el negro no tenía que bañarse.
Con esta escena de golfa de mi esposa se acabó la imagen del Dvd grabado. Me quedé pensativo algunos segundos, hasta que volvió a aparecer la imagen. Ahora era Miguel quien tenía una cámara en su mano y comenzó a grabar a mi mujer mientras se bañaba en la ducha. Sin darse cuenta ella, le enfocó su hermoso trasero, hasta que esta se dio cuenta y lo regañó. Miguel dejó la cámara en el borde de la ducha y su gran y oscura figura se acercó lentamente por detrás de mi mujer. Miguel iba empalmado y comenzó a magrear nuevamente el trasero de Florencia. No saben cuánto fue mi sorpresa nuevamente cuando Florencia se agachó y con sus manos abrió su culo, tomó con sus manos el pene de Miguel y comenzó a introducirlo lentamente en su culo. Lo metió lentamente hasta sus bolas. Florencia gritó a más no poder. Mientras el sable negro partía a mi mujer, Miguel le metía sus largos y negros dedos en la rica boca de Florencia. Esta la chupaba como si tuviera una verga riquísima. Después sacó su verga y con sus manos abrió el oyito de mi mujer. Su pene le había hecho un buen orificio, Le metió un dedo, luego otro, y terminó con su pene, metiéndolo y sacándolo. Florencia sólo atinaba a gritar y estremecerse. Finalmente Miguel sacó su pene y eyaculó en todo el gran trasero de Florencia. Toda la escena terminó con un encendido y largo beso y con mi mujer con una cara de satisfecha a más no poder y deseando casi repetir la experiencia. Con esto terminó finalmente el video.
Quedé muy contento con el trabajo de Miguel, lo llamé para felicitarlo, pero me quedé con las ganas de poder participar en otra oportunidad. Le pregunté a Miguel si podía traer a mi casa, la próxima semana, a otra mujer, cuestión de poder intercambiar parejas, todo esto sin que lo supiera Florencia. Miguel se llenó de felicidad porque de verdad había quedado prendado ante mi mujer. Me dijo que tenía a la mujer perfecta: su esposa, que también era ecuatoriana de raza mulata y que sabía lo que había hecho su esposo y las intenciones que tenía yo. Me pareció perfecto, sólo Florencia ignoraría la situación que se le presentaría.
Llegó el día señalado. Le dije a Florencia que vendría un amigo ecuatoriano de un magister que estaba realizando, junto a su esposa, para pasar un buen rato. No saben cuál fue la cara que puso Florencia al hacer pasar al vestíbulo a Miguel junto a su esposa. Se puso un poco roja y se sorprendió, pero logró controlarse y saludar a la pareja como si no los hubiera visto nunca. Por su parte, Patricia, la esposa de Miguel, era una mujer mulata, alta, con un trasero grande, como el de mi mujer, y una tetas descomunales, que resaltaban aún más su escote de su blusa blanca. Era alta, creo que alrededor de un 1,75, delgada, pero lo que más resaltaba eran su nariz fina y respingada y sus labios, gruesos y carnosos, que me hicieron excitarme el solo pensar como lo chuparía aquella mujer.
Comenzamos la reunión tomándonos unos tragos que fueron calentando lentamente el ambiente, Florencia le hacía preguntas a Miguel, como si nunca se hubieran visto, pero vi como mi mujer, al calor del alcohol, lentamente le empezaba a coquetear.
Posteriormente a mi se me ocurrió, luego de estar los ánimos bastante calientes, jugar una partida de streak poker en parejas. A lo que todos los invitados aceptaron gustosos. La idea era que los perdedores primeramente fueran sacándose la ropa, para finalizar haciendo pruebas eróticas, hasta lo que Dios quisiera, o más bien el diablo quisiera.
La persona perdedora tenía la posibilidad de elegir entre sacarse una prenda o realizar un acto erótico o porno (escrito en un papel y que iría en aumento en su audacia) que tendría que hacérselo al ganador de la partida. Sólo se aceptarían actos heterosexuales. Los actos escritos en los papeles que irían subiendo de erotismo eran:
Beso con lengua.
Masaje por el torso y hombros (sin considerar tetas en el caso de las mujeres)
Sentarse en el caso de que la perdedora fuera mujer sobre el hombre por algunos minutos.
Acariciar y besar (chupar) torso desnudo del ganador (se incluyen tetas)
Acariciar y besar la parte de la cintura hacia abajo del ganador, sin llegar a la masturbación ni al sexo oral.
Masturbar por algunos minutos al ganador.
Sexo oral.
Sexo vaginal en la silla (la mujer por sobre el hombre)
Sexo posición a lo perrito
Sexo anal
Por supuesto, que primeramente los participantes comenzaron sacándose las prendas menos comprometedoras. Mi Florencia se quedó con unas portaligas negra y unos brassiers negros con encajes que resaltaban fuertemente con su piel mate y sus cabellos castaños ondulados. Miguel tenía unos bóxers negros que dibujaban un gran levantamiento y que se ligaban directamente con las miradas lascivas que dirigía de vez en cuando a Florencia. Patricia no lo hacía nada de mal. Tenía unos sujetadores rojos que dejaban ver toda su generosa delantera y un colaless también de color rojo que cuando me levantaba de la mesa para ir a buscar algo a la cocina no podía dejar de ver su generoso trasero negro. Yo también me quedé con unos calzoncillos que debajo de su género dejaba ver una protuberancia era mayor.
Miguel fue el que primero perdió. Prefirió quitarse su bóxer y no hacer la penitencia. Claramente lo hizo para calentar más a Florencia. Así de esta manera mostró toda su verga negra que estaba a medio levantarse provocando las miradas calientes de Florencia y Patricia, las de esta última claramente menos complicadas. La siguiente que perdió fue Patricia y el ganador fue Miguel, en vista de que no le complicaba darle un beso a su esposo eligió aquella alternativa. Se paró mostrándome por detrás su gran trasero y le dio un gran beso a Miguel. Este ni corto ni perezoso le amasó con sus grandes manos sus ricas tetas y después las bajó a sus glúteos que los pellizcó mostrando la generosa carne en esa zona del cuerpo de Patricia. Estuvieron unos dos minutos así, hasta que se separaron. Florencia estaba roja, Patricia caliente y yo con una protuberancia aún más grande en mis calzoncillos. Miguel ya tenía completamente erecto su pene. En el siguiente juego, volvió a repetirse a Patricia como perdedora y Miguel como ganador. Esta le hizo un masaje a este que lo dejó aún más caliente y a todos con ganas de que avanzara el juego todavía más.
En el siguiente juego gané yo y perdió Patricia. Debo confesar que me ilusioné por algún instante que su gran trasero sintiera mi carne por algunos minutos, pero ella eligió quitarse su sujetador rojo. Al hacerlo liberó unas tetas espectaculares. Fácil medían unos 100 centímetros… y eran naturales. También me llamó la atención sus aureolas negras muy diferentes a los de mi esposa Florencia, que eran rosadas. No tuve que forzar mucho mi imaginación… porque el siguiente juego lo ganó Miguel y lo perdió Florencia. Esta decidió como una buena y fiel esposa –pensaba ella- quitarse su sujetador negro con encajes. Así quedaron libres unas tetas blancas hechas a manos, más pequeñas que las de Patricia -88 centímetros- pero muy bien formadas. Para dolor mío, el siguiente juego lo volvió a ganar Miguel y a perder Florencia. No saben cuál fue mi sorpresa cuando Florencia, producto de los tragos y de su calentura, eligió sentarse sobre Miguel. A este se le iluminaron sus ojos y su verga se puso más dura. Mi mujer se fue sentando lentamente en el regazo de Miguel, primero medios incómodos, después se fueron soltando. Florencia no paraba de mirarme, y pareciera que al hacerlo más se calentaba. Esta lentamente empezó a hacer un pequeño movimiento a modo de bamboleo. De improviso apareció como un resorte anterior a la ingle de Florencia la enorme verga de Miguel. Esta la tomó y alcanzó a hacer unas cortas masturbaciones, mientras Miguel acariciaba con sus manos las tetas de Florencia. Ante las quejas mías y de Patricia dejaron de hacerlo y Florencia volvió a su silla.
El próximo juego lo gané yo y lo perdió mi esposa. Esta, ya muy caliente, empezó a acariciarme y chuparme como loca mis tetillas, mis hombros, mi estómago…Tuve que pararla para que no siguiera más abajo. Mientras tanto, Miguel y Patricia no pudieron contenerse ante la calentura del momento y esta empezó a masturbarlo, a la vez que Miguel le sobajeaba y les chupaba sus grandes tetas. Pasaron sus largos minutos hasta que todos volvimos a nuestros asientos.
Los dos próximos juegos las dos mujeres fueron las perdedoras y sus no esposos los ganadores respectivamente, con lo que las féminas decidieron desprenderse de su últimas prendas. Florencia mostró una vagina cuidosamente depilada con un fino vello púbico marrón central, mientras Patricia estaba totalmente depilada teniendo un clítoris mucho más grueso y grande que el de mi esposa.
El siguiente juego fue una sorpresa a juzgar cómo se venía dando. Florencia fue la ganadora y yo el perdedor. Estaba caliente, así que decidí acariciar y besar por completo sus piernas y sus muslos… mi lengua traviesa a veces se escapaba y llegaba hasta muy cerca de su vagina y su clítoris… Parecía que Florencia la estuvieran aplicando corriente porque se movía como si estuviera haciéndole sexo oral. Mientras tanto Miguel chupaba las tetas de Patricia y parecía estar muy caliente también. El siguiente juego también fue una sorpresa porque ganó Patricia y perdió Miguel. Así este se agachó en la entrepierna de Patricia y empezó a sobajear su clítoris y meter un dedo, después dos y finalmente tres en la vagina de su esposa. Patricia empezó a gemir y a moverse queriendo que este placer proporcionado por su marido no pasara nunca. Florencia ya estaba tan caliente que tomó mi pene, bajo el calzoncillo y empezó a masturbarme. Sabía que ya estaba lista para cualquier cosa que se le presentara. No había punto de retorno.
Sabíamos que al siguiente juego entrábamos en tierra derecha. Por un lado esto más nos calentaba, pero por otro empezaban a cosquillear algunos celos tanto míos –mucho menos- como de Miguel por lo que había también una cuota de intranquilidad. Por lo tanto el siguiente juego se jugó con más ímpetu y pasión. El ganador fue Miguel…la perdedora Florencia.
Después de los abucheos, aplausos, ruidos, tamborileos a la mesa una vez terminado el juego, Florencia lentamente se fue acercando a la verga de Miguel. Se agachó, la tomó con sus finas, blancas y largas manos y comenzó a masturbarlo. Después lentamente fue acercando su fina boca a esa enorme mole negra. Primeramente lo besó en su tronco hasta llegar al glande metiendo su fina lengua en su orificio, volvió a bajar besándolo ahora hasta los testículos. Miguel llegaba a poner blancos los ojos del placer que estaba sintiendo. Florencia, después lentamente empezó a introducirlo en su boca, con más experiencia que la otra vez, por supuesto que yo ignoraba lo de aquella vez. Llegaba hasta tres cuartos y lo sacaba. No saben la cara de sorpresa que puse cuando Miguel la empujó con sus manos a tragársela cada vez más. Entrando y sacándosela de su boquita.
Yo estaba ya realmente excitado. Me paré y empecé a chupar las grandes tetas de Patricia. Me perdía en ellas. Esta ni corta ni perezosa me bajó los calzoncillos y me empezó a masturbar para luego hacerme un sexo oral, mientras miraba como mi esposa se lo hacía al negro. Patricia se lo tragaba completo, Florencia hacía lo que podía. Saqué mi verga hinchada de la boca de la ecuatoriana y la empecé a frotar por toda su cara y su cuello, mientras ella se calentaba aún más. De reojo vi como Miguel molesto miraba a Patricia. De improviso levantó con fuertes brazos a Florencia, mientras esta se entretenía con su gran juguete negro, la puso de espaldas a él, le abrió sus contorneadas y tostadas piernas y le ensartó su enorme aparato en su vagina. Florencia dio un gran gemido y empezó a cabalgar sobre Miguel, mientras me miraba como Patricia me lo chupaba.
Me calentó tanto ver a mi esposa tan espoleada, que tomé a Patricia en brazos y la deposité en la mesa donde estábamos jugando mientras le ensartaba mi pene en su vagina, metiéndosela y sacándosela con fruición. Ante este espectáculo, Miguel, visiblemente contrariado, empezó a clavarle su aparato con más fuerza a Florencia, expresando esta una cara de mezcla entre placer y dolor. El ecuatoriano no quiso ver a su esposa taladrada por mí, tomó a Florencia y la puso en cuatro patas en el sofá del living y le metió su verga en una sola acción, con lo cual Florencia volvió a gemir y gozar como lo había estado al principio. Entretanto Patricia llegó a un orgasmo con un largo y sentido gemido. Mientras la mulata todavía gozaba la tomé y la puse en cuatro patas en el otro sofá del living, frente a la otra pareja. Así las dos parejas estábamos en la posición llamada “perrito” frente a frente. Miguel le metía su verga a Florencia con mucha fuerza y mientras más me miraba como se lo hacía a Patricia, con más fuerza y rabia se lo introducía a la pobre Florencia. Esta, por su parte, nuevamente tenía en su cara una mezcla de placer y dolor, que iría tornándose cada vez en lo último.
Por segunda vez Patricia llegaba a un orgasmo. A estas alturas mi pene estaba muy grande y caliente. Lo saqué y lentamente le fui abriendo con este su culo, que ella aceptó gustosísima hasta introducirlo entero. Por su parte Miguel ya visiblemente alterado trató de meter su verga en el ano de mi esposa, pero esta no quería. Ya no estaba cómoda y sentía dolor, por lo que tampoco estaba tranquila como para dilatar su ano y recibir una verga tan grande como la de Miguel, a lo que a cambio este trataba de introducirle sus largos dedos negros en el culito de Florencia. El ecuatoriano no halló nada mejor que terminar y comenzó a masturbarse frente a la hermosa cara de Florencia para irse. Finalmente eyaculó en su boca, a la que esta se la tragó enterita, sin dejar nada del semen del negro ni en su boca ni en la verga de Miguel.
Patricia tuvo un orgasmo por tercera vez. Sí que yo había hecho gozar a la mulata. Saqué mi pene de su culo y eyaculé en toda la cara de Patricia… en su boca, pómulos, frente, pelo e incluso alcanzó algo de semen para sus grandes tetas y sus negras aureolas. Le dejé todo mi semen que tenía guardado debido a mi sequía sexual con Florencia. Mientras la regaba con mi semen, alcancé a escuchar un ¡no! de Miguel y después de haber terminado retó duramente a Patricia por haberse dejado tratar de esa manera, lo cierto es que ésta lejos de hacer un intento de resistencia, tenía una cara de gozo y placer que no se la sacaba nadie.
Yo estaba preocupado por Florencia. Mientras me iba, ella se levantó y se fue, visiblemente afectada, ya sea por haber sido infiel o quizás por haber sido tratada con dureza por Miguel. Además, no había logrado ningún orgasmo por parte del ecuatoriano.
Me levanté y me dirigí a la bañera, que es donde estaba Florencia. Me acerqué por detrás y la empecé a consolar. Estábamos en esto, cuando me empecé empalmar, mientras le besaba su cuello y le masajeaba sus tetas. Lentamente ella levantó sus caderas y su trasero con el fin de que mi pene fuera entrando en su ano. Mi pene fue introduciéndose en su prieto culito y lo fui entrando y sacando, hasta que ella logró un enorme orgasmo. Ante esto me dio unas ganas muy grandes de eyacular, el cual lo hice en sus hermosos y grandes glúteos. Nos dimos un gran beso y nos dijimos que mantendríamos en secreto esta experiencia. Seguimos un buen tiempo abrazados y sintiéndonos bajo la ducha.
autor: desconocido
Como ya dije anteriormente, tenemos sexo bastante seguido, pero el trabajo y los hijos han disminuido un tanto nuestros accionar. Con todo, mi esposa es un poco renuente a hacerme sexo oral o que yo le haga sexo anal. Igual notaba que cuando lo hacíamos ella se calentaba mucho más cuando le hablaba que lo estaba haciendo con un negro… así que poco a poco me fue entrando la idea de ver a mi hermosa esposa con un negro, pero no me atrevía a planteárselo, por lo que poco a poco fui fraguando una idea que me satisficiera mis más recónditos deseos.
Mi plan fue el siguiente: Primero que nada me contacté con un ecuatoriano de raza negra, llamado Miguel, para que visitara –pagado por mi- a mi esposa en su consulta de psicóloga, con la historia de que no era correspondido por las mujeres por tener demasiado grande el tamaño de su pene, con la que las asustaba. La idea era que enganchara a mi mujer con sus historias y que la llevara a un motel donde grabaría un encuentro íntimo con ella, tras lo cual yo le pagaría por sus servicios. Tenía dudas si mi esposa caería y me sería infiel de esta manera, pero me calentaba sobremanera si llegaba a hacerse realidad.
Tras las dos primeras sesiones, Miguel me contó que Florencia fue muy frío con él, pero que al final de la segunda sesión le había pedido ver su pene: que se suponía que era el causante de su depresión e infelicidad, y ella se había puesto roja y notó en sus grandes ojos verdes una pequeña turbación.
Pasaron otras dos semanas más sin tener noticias de Miguel, hasta que un día me llamó para decirme que tenía listo el DVD con las imágenes que habíamos planeado. No puedo negar que en el momento que me lo dijo mi corazón saltó de excitación, pero también de pesar porque luego de un mes mi esposa me había sido infiel.
Apenas me entregó el Dvd le pagué a Miguel y me fui derecho a mi computador a ver el anhelado video.
En la primera escena estaban los dos sentados a un costado de la cama conversando. Claramente mi esposa le coqueteaba a Miguel jugando con una mano y peinándose su hermoso cabello. De la nada Miguel se acercó a su boca y la empezó a besar. Se dieron un tremendo beso, en el cual el negro casi se tragó a mi esposa. Lentamente la gran mano de Miguel bajó hasta sus blancas y naturales tetas donde las empezó a sobajear y amasar. Le quitó su roja blusa y después su brassier de encajes y se fue derecho a succionarlas. Las besó, las chupó, las mordió despacito. Florencia ya estaba mil. Posteriormente, vi como sus blancas manos bajaron a la entrepierna de Miguel empezando a masajear su miembro por sobre el pantalón. Este no perdió el tiempo y levantó la minifalda negra que llevaba mi esposa y comenzó a masajear sus hermosos y blancos muslos. Metió sus enormes manos negras entre sus ligas negras y con un dedo se acercó peligrosamente a su vagina y a su rosado clítoris. A estas alturas yo ya me estaba masturbando, cuestión que mi esposa empezó a hacer con el enorme miembro de Miguel que sacó por el cierre de su pantalón. Así estuvieron los dos un buen rato, más bien los tres masturbándonos. Luego de un momento, Miguel se ahincó frente a la vagina de Florencia y le realizó sexo oral. Metió como fuego su lengua, junto a sus largos dedos negros que resaltaban con la piel blanca y los finos pelos castaños de mi esposa. Florencia ya estaba a mil, echaba su cuerpo hacia atrás y comenzaba a tener un verdadero placer de parte de Miguel. Este ni corto ni perezoso empezó a meter un dedo en su culo. Así de esta manera un dedo estaba en el culo de mi mujer, otros tres dedos abriendo su vagina y su lengua tocando y chupando rápidamente y fuertemente su clítoris. De esta manera mi mujer se vino por primera vez. Y yo también eyaculé.
A continuación Florencia no aguantó el máximo placer que le entregaba Miguel, no podía bajar del éxtasis, gritó a más no poder. De un salto se levantó, le dio un enorme beso a Miguel, se puso como energúmena, sus ojos estaban enajenados, había perdido todos sus sentidos, se volvió como loca. De un salto se agachó y comenzó a hacerle un sexo oral a Miguel de antología. Nunca había visto a mi mujer de esa manera. Besó el enorme glande, se lo tragó, a continuación besó y chupó con su lengua el enorme sable de Miguel… Florencia no sabía qué hacer con él. Se desesperaba, se lo trató de tragar entero, pero no podía con él. Hacía el máximo intento de tragárselo entero, pero llegaba sólo a tres cuartos de su miembro. Lo dejó, respiró jadeante, y volvió a metérselo en su hermosa boca, pero la verdad es que no le cabía entero… mientras más intentaba, más se desesperaba. Después, se calmó un tanto y se quedó jugueteando con el glande de Miguel con sus labios y su lengua. En un momento de máximo placer de Miguel, este bajó su negra mano sobre el claro cabello de Florencia y comenzó a empujar su cabeza para que tragara con mayor fruición su pene y a la vez comenzó a meter y sacar su sable de la boquita de mi esposa. En este juego Florencia se ahogó, pero Miguel la obligó a no dejar su tranca por nada del mundo. En un momento Miguel sacó su negro pene y lo empezó a pasar por toda la hermosa cara de Florencia. Le tocó con este sus hermosos pómulos, su nariz respingada, su cuello, mientras mi mujer se volvió loca tratando de cazar ese suculento y grande bocado con su boca. Después Miguel comenzó a mover su pene y lo chocó varias veces contra la boca y la cara de Florencia. Esta ya no se aguantó de un segundo orgasmo. Yo eyaculé por segunda vez.
Miguel ya podía hacer lo que quería con mi hermosa mujer. En ese momento me dio la impresión que ya no le importaba nada. La había perdido completamente. Con su polera Miguel hizo una especie de riendas alrededor del cuello de Florencia, la puso en cuatro patas sobre la cama y le metió de una, repito, de una, su enorme miembro en la vagina de Florencia, como si fuera una yegua que está siendo amaestrada. Florencia sólo atinó a saltar y gritar de placer. Luego Miguel la comenzó a espolonear con tanta fuerza que me dio miedo por la integridad física de mi amada esposa. Mientras la embestía con todas sus fuerzas, Miguel le metía dos dedos en el culo, y le magreaba fuertemente su clítoris con su otra mano. Mi mujer hizo un breve intento de sacar los dedos de Miguel de su culo, pero ya era demasiado tarde, los dedos de Miguel abrieron el hermoso y prieto culo de mi mujer, mientras la espoloneaba con su pene la vagina.
Ya para este instante Miguel estaba a punto de irse. Había gozado a mi mujer más de lo que yo habría deseado, pero así fueron no más las reglas del juego. Pero no saben cuál fue mi expresión y mi sorpresa cuando de repente sacó su pene de la vagina de mi mujer, se dio la vuelta y comenzó a masturbarse en su cara. Nunca Florencia me había dejado irme en su cara, y ahora deseaba completito el semen de ese sable negro. Ella abría su boca, sacaba su lengua, miraba con unos ojos totalmente idos. No era ella. Pero qué más da, así no más era la situación y tenía que aguantármela. En un momento Miguel gritó con una voz ronca característica de los descendientes de raza africana, y comenzó a llenar de semen muy blanco la cara de mi esposa. El mayor chorro llegó a su boca, que se lo tragó, pero otros chorritos llegaron a su respingada nariz, otro a su frente, otro en su pelo y uno último en uno de sus hermosos ojos verdes, que la hicieron cerrarlos, escena que me pareció denigrante. Para terminar la guinda de la torta, Florencia le limpió con su boca todo el pene a Miguel, dejándolo sequito. Casi el negro no tenía que bañarse.
Con esta escena de golfa de mi esposa se acabó la imagen del Dvd grabado. Me quedé pensativo algunos segundos, hasta que volvió a aparecer la imagen. Ahora era Miguel quien tenía una cámara en su mano y comenzó a grabar a mi mujer mientras se bañaba en la ducha. Sin darse cuenta ella, le enfocó su hermoso trasero, hasta que esta se dio cuenta y lo regañó. Miguel dejó la cámara en el borde de la ducha y su gran y oscura figura se acercó lentamente por detrás de mi mujer. Miguel iba empalmado y comenzó a magrear nuevamente el trasero de Florencia. No saben cuánto fue mi sorpresa nuevamente cuando Florencia se agachó y con sus manos abrió su culo, tomó con sus manos el pene de Miguel y comenzó a introducirlo lentamente en su culo. Lo metió lentamente hasta sus bolas. Florencia gritó a más no poder. Mientras el sable negro partía a mi mujer, Miguel le metía sus largos y negros dedos en la rica boca de Florencia. Esta la chupaba como si tuviera una verga riquísima. Después sacó su verga y con sus manos abrió el oyito de mi mujer. Su pene le había hecho un buen orificio, Le metió un dedo, luego otro, y terminó con su pene, metiéndolo y sacándolo. Florencia sólo atinaba a gritar y estremecerse. Finalmente Miguel sacó su pene y eyaculó en todo el gran trasero de Florencia. Toda la escena terminó con un encendido y largo beso y con mi mujer con una cara de satisfecha a más no poder y deseando casi repetir la experiencia. Con esto terminó finalmente el video.
Quedé muy contento con el trabajo de Miguel, lo llamé para felicitarlo, pero me quedé con las ganas de poder participar en otra oportunidad. Le pregunté a Miguel si podía traer a mi casa, la próxima semana, a otra mujer, cuestión de poder intercambiar parejas, todo esto sin que lo supiera Florencia. Miguel se llenó de felicidad porque de verdad había quedado prendado ante mi mujer. Me dijo que tenía a la mujer perfecta: su esposa, que también era ecuatoriana de raza mulata y que sabía lo que había hecho su esposo y las intenciones que tenía yo. Me pareció perfecto, sólo Florencia ignoraría la situación que se le presentaría.
Llegó el día señalado. Le dije a Florencia que vendría un amigo ecuatoriano de un magister que estaba realizando, junto a su esposa, para pasar un buen rato. No saben cuál fue la cara que puso Florencia al hacer pasar al vestíbulo a Miguel junto a su esposa. Se puso un poco roja y se sorprendió, pero logró controlarse y saludar a la pareja como si no los hubiera visto nunca. Por su parte, Patricia, la esposa de Miguel, era una mujer mulata, alta, con un trasero grande, como el de mi mujer, y una tetas descomunales, que resaltaban aún más su escote de su blusa blanca. Era alta, creo que alrededor de un 1,75, delgada, pero lo que más resaltaba eran su nariz fina y respingada y sus labios, gruesos y carnosos, que me hicieron excitarme el solo pensar como lo chuparía aquella mujer.
Comenzamos la reunión tomándonos unos tragos que fueron calentando lentamente el ambiente, Florencia le hacía preguntas a Miguel, como si nunca se hubieran visto, pero vi como mi mujer, al calor del alcohol, lentamente le empezaba a coquetear.
Posteriormente a mi se me ocurrió, luego de estar los ánimos bastante calientes, jugar una partida de streak poker en parejas. A lo que todos los invitados aceptaron gustosos. La idea era que los perdedores primeramente fueran sacándose la ropa, para finalizar haciendo pruebas eróticas, hasta lo que Dios quisiera, o más bien el diablo quisiera.
La persona perdedora tenía la posibilidad de elegir entre sacarse una prenda o realizar un acto erótico o porno (escrito en un papel y que iría en aumento en su audacia) que tendría que hacérselo al ganador de la partida. Sólo se aceptarían actos heterosexuales. Los actos escritos en los papeles que irían subiendo de erotismo eran:
Beso con lengua.
Masaje por el torso y hombros (sin considerar tetas en el caso de las mujeres)
Sentarse en el caso de que la perdedora fuera mujer sobre el hombre por algunos minutos.
Acariciar y besar (chupar) torso desnudo del ganador (se incluyen tetas)
Acariciar y besar la parte de la cintura hacia abajo del ganador, sin llegar a la masturbación ni al sexo oral.
Masturbar por algunos minutos al ganador.
Sexo oral.
Sexo vaginal en la silla (la mujer por sobre el hombre)
Sexo posición a lo perrito
Sexo anal
Por supuesto, que primeramente los participantes comenzaron sacándose las prendas menos comprometedoras. Mi Florencia se quedó con unas portaligas negra y unos brassiers negros con encajes que resaltaban fuertemente con su piel mate y sus cabellos castaños ondulados. Miguel tenía unos bóxers negros que dibujaban un gran levantamiento y que se ligaban directamente con las miradas lascivas que dirigía de vez en cuando a Florencia. Patricia no lo hacía nada de mal. Tenía unos sujetadores rojos que dejaban ver toda su generosa delantera y un colaless también de color rojo que cuando me levantaba de la mesa para ir a buscar algo a la cocina no podía dejar de ver su generoso trasero negro. Yo también me quedé con unos calzoncillos que debajo de su género dejaba ver una protuberancia era mayor.
Miguel fue el que primero perdió. Prefirió quitarse su bóxer y no hacer la penitencia. Claramente lo hizo para calentar más a Florencia. Así de esta manera mostró toda su verga negra que estaba a medio levantarse provocando las miradas calientes de Florencia y Patricia, las de esta última claramente menos complicadas. La siguiente que perdió fue Patricia y el ganador fue Miguel, en vista de que no le complicaba darle un beso a su esposo eligió aquella alternativa. Se paró mostrándome por detrás su gran trasero y le dio un gran beso a Miguel. Este ni corto ni perezoso le amasó con sus grandes manos sus ricas tetas y después las bajó a sus glúteos que los pellizcó mostrando la generosa carne en esa zona del cuerpo de Patricia. Estuvieron unos dos minutos así, hasta que se separaron. Florencia estaba roja, Patricia caliente y yo con una protuberancia aún más grande en mis calzoncillos. Miguel ya tenía completamente erecto su pene. En el siguiente juego, volvió a repetirse a Patricia como perdedora y Miguel como ganador. Esta le hizo un masaje a este que lo dejó aún más caliente y a todos con ganas de que avanzara el juego todavía más.
En el siguiente juego gané yo y perdió Patricia. Debo confesar que me ilusioné por algún instante que su gran trasero sintiera mi carne por algunos minutos, pero ella eligió quitarse su sujetador rojo. Al hacerlo liberó unas tetas espectaculares. Fácil medían unos 100 centímetros… y eran naturales. También me llamó la atención sus aureolas negras muy diferentes a los de mi esposa Florencia, que eran rosadas. No tuve que forzar mucho mi imaginación… porque el siguiente juego lo ganó Miguel y lo perdió Florencia. Esta decidió como una buena y fiel esposa –pensaba ella- quitarse su sujetador negro con encajes. Así quedaron libres unas tetas blancas hechas a manos, más pequeñas que las de Patricia -88 centímetros- pero muy bien formadas. Para dolor mío, el siguiente juego lo volvió a ganar Miguel y a perder Florencia. No saben cuál fue mi sorpresa cuando Florencia, producto de los tragos y de su calentura, eligió sentarse sobre Miguel. A este se le iluminaron sus ojos y su verga se puso más dura. Mi mujer se fue sentando lentamente en el regazo de Miguel, primero medios incómodos, después se fueron soltando. Florencia no paraba de mirarme, y pareciera que al hacerlo más se calentaba. Esta lentamente empezó a hacer un pequeño movimiento a modo de bamboleo. De improviso apareció como un resorte anterior a la ingle de Florencia la enorme verga de Miguel. Esta la tomó y alcanzó a hacer unas cortas masturbaciones, mientras Miguel acariciaba con sus manos las tetas de Florencia. Ante las quejas mías y de Patricia dejaron de hacerlo y Florencia volvió a su silla.
El próximo juego lo gané yo y lo perdió mi esposa. Esta, ya muy caliente, empezó a acariciarme y chuparme como loca mis tetillas, mis hombros, mi estómago…Tuve que pararla para que no siguiera más abajo. Mientras tanto, Miguel y Patricia no pudieron contenerse ante la calentura del momento y esta empezó a masturbarlo, a la vez que Miguel le sobajeaba y les chupaba sus grandes tetas. Pasaron sus largos minutos hasta que todos volvimos a nuestros asientos.
Los dos próximos juegos las dos mujeres fueron las perdedoras y sus no esposos los ganadores respectivamente, con lo que las féminas decidieron desprenderse de su últimas prendas. Florencia mostró una vagina cuidosamente depilada con un fino vello púbico marrón central, mientras Patricia estaba totalmente depilada teniendo un clítoris mucho más grueso y grande que el de mi esposa.
El siguiente juego fue una sorpresa a juzgar cómo se venía dando. Florencia fue la ganadora y yo el perdedor. Estaba caliente, así que decidí acariciar y besar por completo sus piernas y sus muslos… mi lengua traviesa a veces se escapaba y llegaba hasta muy cerca de su vagina y su clítoris… Parecía que Florencia la estuvieran aplicando corriente porque se movía como si estuviera haciéndole sexo oral. Mientras tanto Miguel chupaba las tetas de Patricia y parecía estar muy caliente también. El siguiente juego también fue una sorpresa porque ganó Patricia y perdió Miguel. Así este se agachó en la entrepierna de Patricia y empezó a sobajear su clítoris y meter un dedo, después dos y finalmente tres en la vagina de su esposa. Patricia empezó a gemir y a moverse queriendo que este placer proporcionado por su marido no pasara nunca. Florencia ya estaba tan caliente que tomó mi pene, bajo el calzoncillo y empezó a masturbarme. Sabía que ya estaba lista para cualquier cosa que se le presentara. No había punto de retorno.
Sabíamos que al siguiente juego entrábamos en tierra derecha. Por un lado esto más nos calentaba, pero por otro empezaban a cosquillear algunos celos tanto míos –mucho menos- como de Miguel por lo que había también una cuota de intranquilidad. Por lo tanto el siguiente juego se jugó con más ímpetu y pasión. El ganador fue Miguel…la perdedora Florencia.
Después de los abucheos, aplausos, ruidos, tamborileos a la mesa una vez terminado el juego, Florencia lentamente se fue acercando a la verga de Miguel. Se agachó, la tomó con sus finas, blancas y largas manos y comenzó a masturbarlo. Después lentamente fue acercando su fina boca a esa enorme mole negra. Primeramente lo besó en su tronco hasta llegar al glande metiendo su fina lengua en su orificio, volvió a bajar besándolo ahora hasta los testículos. Miguel llegaba a poner blancos los ojos del placer que estaba sintiendo. Florencia, después lentamente empezó a introducirlo en su boca, con más experiencia que la otra vez, por supuesto que yo ignoraba lo de aquella vez. Llegaba hasta tres cuartos y lo sacaba. No saben la cara de sorpresa que puse cuando Miguel la empujó con sus manos a tragársela cada vez más. Entrando y sacándosela de su boquita.
Yo estaba ya realmente excitado. Me paré y empecé a chupar las grandes tetas de Patricia. Me perdía en ellas. Esta ni corta ni perezosa me bajó los calzoncillos y me empezó a masturbar para luego hacerme un sexo oral, mientras miraba como mi esposa se lo hacía al negro. Patricia se lo tragaba completo, Florencia hacía lo que podía. Saqué mi verga hinchada de la boca de la ecuatoriana y la empecé a frotar por toda su cara y su cuello, mientras ella se calentaba aún más. De reojo vi como Miguel molesto miraba a Patricia. De improviso levantó con fuertes brazos a Florencia, mientras esta se entretenía con su gran juguete negro, la puso de espaldas a él, le abrió sus contorneadas y tostadas piernas y le ensartó su enorme aparato en su vagina. Florencia dio un gran gemido y empezó a cabalgar sobre Miguel, mientras me miraba como Patricia me lo chupaba.
Me calentó tanto ver a mi esposa tan espoleada, que tomé a Patricia en brazos y la deposité en la mesa donde estábamos jugando mientras le ensartaba mi pene en su vagina, metiéndosela y sacándosela con fruición. Ante este espectáculo, Miguel, visiblemente contrariado, empezó a clavarle su aparato con más fuerza a Florencia, expresando esta una cara de mezcla entre placer y dolor. El ecuatoriano no quiso ver a su esposa taladrada por mí, tomó a Florencia y la puso en cuatro patas en el sofá del living y le metió su verga en una sola acción, con lo cual Florencia volvió a gemir y gozar como lo había estado al principio. Entretanto Patricia llegó a un orgasmo con un largo y sentido gemido. Mientras la mulata todavía gozaba la tomé y la puse en cuatro patas en el otro sofá del living, frente a la otra pareja. Así las dos parejas estábamos en la posición llamada “perrito” frente a frente. Miguel le metía su verga a Florencia con mucha fuerza y mientras más me miraba como se lo hacía a Patricia, con más fuerza y rabia se lo introducía a la pobre Florencia. Esta, por su parte, nuevamente tenía en su cara una mezcla de placer y dolor, que iría tornándose cada vez en lo último.
Por segunda vez Patricia llegaba a un orgasmo. A estas alturas mi pene estaba muy grande y caliente. Lo saqué y lentamente le fui abriendo con este su culo, que ella aceptó gustosísima hasta introducirlo entero. Por su parte Miguel ya visiblemente alterado trató de meter su verga en el ano de mi esposa, pero esta no quería. Ya no estaba cómoda y sentía dolor, por lo que tampoco estaba tranquila como para dilatar su ano y recibir una verga tan grande como la de Miguel, a lo que a cambio este trataba de introducirle sus largos dedos negros en el culito de Florencia. El ecuatoriano no halló nada mejor que terminar y comenzó a masturbarse frente a la hermosa cara de Florencia para irse. Finalmente eyaculó en su boca, a la que esta se la tragó enterita, sin dejar nada del semen del negro ni en su boca ni en la verga de Miguel.
Patricia tuvo un orgasmo por tercera vez. Sí que yo había hecho gozar a la mulata. Saqué mi pene de su culo y eyaculé en toda la cara de Patricia… en su boca, pómulos, frente, pelo e incluso alcanzó algo de semen para sus grandes tetas y sus negras aureolas. Le dejé todo mi semen que tenía guardado debido a mi sequía sexual con Florencia. Mientras la regaba con mi semen, alcancé a escuchar un ¡no! de Miguel y después de haber terminado retó duramente a Patricia por haberse dejado tratar de esa manera, lo cierto es que ésta lejos de hacer un intento de resistencia, tenía una cara de gozo y placer que no se la sacaba nadie.
Yo estaba preocupado por Florencia. Mientras me iba, ella se levantó y se fue, visiblemente afectada, ya sea por haber sido infiel o quizás por haber sido tratada con dureza por Miguel. Además, no había logrado ningún orgasmo por parte del ecuatoriano.
Me levanté y me dirigí a la bañera, que es donde estaba Florencia. Me acerqué por detrás y la empecé a consolar. Estábamos en esto, cuando me empecé empalmar, mientras le besaba su cuello y le masajeaba sus tetas. Lentamente ella levantó sus caderas y su trasero con el fin de que mi pene fuera entrando en su ano. Mi pene fue introduciéndose en su prieto culito y lo fui entrando y sacando, hasta que ella logró un enorme orgasmo. Ante esto me dio unas ganas muy grandes de eyacular, el cual lo hice en sus hermosos y grandes glúteos. Nos dimos un gran beso y nos dijimos que mantendríamos en secreto esta experiencia. Seguimos un buen tiempo abrazados y sintiéndonos bajo la ducha.
autor: desconocido
5 comentarios - el que rie último rie mejor
van 10 Juli