Agustina
Desde muy chica, todos los veranos mis viejos me llevaban a una colonia de vacaciones. Entrada en al adolescencia dejé de ir, porque ya no daba la edad para estar ahí. Pero ese verano luego de terminar la secundaria, me invitaron a que sea una especie de ayudante de los profes, ya que les faltaba gente.
Aún no había llegado a oídos de mis amigos (mejor dicho, conocidos o amigos de verano) las aventuras de esos últimos años donde me había destapado sexualmente a un ritmo bastante acelerado.
Luego de arreglar una semanita de vacaciones (caradura), que ya había organizado con mis amigas, empecé a trabajar. Mi tarea era sencilla: estar con las nenas más chiquitas, y ayudar a la profe con los juegos y cuidar que los chicos no se escapen. Una pavada.
Vamos a lo que nos interesa: si bien no tenía mucho trato con los profes y ayudantes de la parte de los nenes, eso no evitaba que les haya echado el ojo a algunos: de los de mi edad que estaban de ayudantes como yo, solo zafaba uno.
Pero yo me babeaba con los profes más grandes. En especial con Mati, un profe de educación física de unos 26 años que me hipnotizaba cada vez que lo veía sin remera. El otro, Chelo, un poco más chico, menos lomo pero linda carita. El problema con este era que su ex novia era una de las profes que trabajaba conmigo y se notaba un clima bastante tenso entre ellos.
El tema con Mati, era que si bien tenía re buena onda conmigo en el poco tiempo que tratábamos, no dejaba de notar que me veía como una nena. No era de extrañar. Sumado a los casi 10 años que nos separaban de edad, me enteré que el pibe se estaba garchando a otra profe del club, que tendría su edad, y en el verano daba aquagym. La mina tenía un lomazo.
Pero yo no me daba por vencida. Empecé a usar bikinis más provocadores, calzas más ajustadas, remeras más escotadas. Como era de esperar, primero cayeron a buitrear los más chicos. Les di cabida hasta donde yo quise, aunque sabía que los tenía ahí para cuando los necesitara.
Un viernes de enero, se hizo una dormida en el club. A la noche, cuando los pibitos se durmieron, nos juntamos todos los profes a charlar un rato. A la hora de dormir, me quedé un rato más con los otros ayudantes, los de mi edad. Era yo sola, y 2 chicos. Charlamos un rato mientras le daba cada vez más cabida al que me había gustado. Cuando el otro entendió, se levantó y se fue a dormir y nos dejó solos.
Ni dos minutos pasaron que ya estábamos chapando. Pero a lo loco. Me metió la mano por debajo del short y me agarró el orto con toda su fuerza, demostrando las ganas reprimidas que tenía de manosearme. Yo no me quedé atrás.
No solo le toqué el culo, sino que directamente le bajé la malla que tenía puesta hasta las rodillas. Cuando le vi la pija, pensé que aún la tenía dormida pero al tocarla me di cuenta que la tenía al palo. Gran decepción, pero ese era mi primer escalón hasta Mati.
El pibe era bastante dormido. Se quedó con las manos en mi cola sin hacer otra cosa. Lo senté en unos bancos contra la pared, y mientras seguimos transando bajé mi mano para pajearlo. Despacio, como con miedo y pidiendo permiso, puso una de sus manos en mis tetas, por encima de la remera. Me detuve para sacármela y quedarme en bolas y creo que ahí entendió que no me molestaba que lo hiciera.
Se notaba la inexperiencia al tocarme, pero eso no impedía que yo me haya calentado a full. Sin demorar más, agaché mi cabeza y empecé con lo que mejor me sale: petear. Me tragué toda la pija, sin dificultad, ya que no me llegaba ni a la garganta. No me di cuenta, y el pibe acabó cuando tenía la verga en la boca.
En un segundo, se me cruzó por la cabeza que si la sacaba en ese momento iba a ensuciar todo. Me podía ensuciar la ropa, y no tenía para cambiarme. Así que apreté fuerte los labios y metí la pija lo más adentro posible. Encima, estaba re cargado el guacho.
Aunque fue demasiado premio para el pendejo, le tragué toda la leche sin dejar caer una gota. Recién cuando sentí que no salía más nada, tragué todo y me senté al lado de él. Lo putié un poco por no avisar, y me fui a dormir. Sin saberlo, esa decisión me había acercado aun más a mi objetivo final.
Llegué al salón donde estaban durmiendo las nenas y me acosté. Tenía la bolsa de dormir, pero por el calor, dormía destapada. Yo estaba tan caliente que no podía conciliar el sueño. Me aseguré que todas estén durmiendo, me metí en la bolsa y me saqué la ropa. La parte de abajo de la bikini estaba toda mojada. Me empecé a tocar, reprimiendo los gemidos mordiendo mi remera, hasta que acabé y me quedé dormida.
"Agus, que hacés adentro de la bolsa, boluda te vas a deshidratar!". Me dijo una de las profes cuando me vino a despertar. Estaba toda transpirada. Ya era hora de levantarse. Ese encuentro había sido muy fructífero, aunque no haya pasado nada más que el pete al pibito.
Primero, había notado como Mati se iba después de comer a caminar y fumar por el parque, lejos del salón. Y segundo, con el pete, conseguiría que me dejaran de ver como una nena. No tenía dudas, iba a abrir la boca. Y lejos de molestarme, era lo que quería.
Los días siguientes, noté que me miraban más y distinto. El pibe me siguió buscando pero no le di mucha más cabida. Al tiempo, se organizó otra dormida. Después de la cena, Mati se fue a caminar por las canchitas de fútbol.
Yo salí al rato, dirigiéndome a los baños, pero levemente modifiqué mi recorrido para cruzarlo. Salí en bikini, ni short ni nada me puse. Cuando nos encontramos, no pudo evitar mirarme de arriba a abajo. Le pedí si me convidaba un cigarrillo. "No sabía que fumabas", me dijo ofreciéndome uno. Lo miré con carita de "hay tantas cosas que no sabés". Seguimos caminando y charlando. Yo me acercaba y trataba de tener contacto físico lo más posible.
Noté que nos íbamos alejando cada vez más de los salones donde estaban todos. Al fondo del club, atrás de las canchitas... Mi corazón se aceleraba. La última cancha estaba separada por una hilera de árboles grandes. Mati me agarró la mano y me fue acercando a su cuerpo; hasta ponerme en frente suyo.
Me agarró las dos manos y sin decir nada me besó. Primero fue suave y tierno, pero después de un rato, dejó de acariciarme suavemente la espalda para apretarme fuerte contra su cuerpo. Podía sentir su erección contra mi pierna. Me agarró fuerte del culo, con tanta fuerza que casi me levantó del piso. Esa muestra de salvajismo no hizo más que mojarme toda la concha.
Me soltó y me alejó un poco. Subió sus manos por mi panza, hasta llegar a mis tetas. Miró para los costados, y empezó a manosearme dentro del corpiño. Me amasó las tetas un rato, y luego lo desató y las dejó al aire. A esa hora ya estaba todo oscuro y solo la luz de la luna iluminaba entre los árboles donde nos ocultábamos.
Siguió con una mano amasando mis pechos y la otra la bajó hasta mi conchita. Decir que estaba mojada es poco. Sentía mis muslos húmedos del roce. Corrió la bombachita y jugó con sus dedos. Primero, los humedeció bien, usando mis propios jugos. Y después los fue moviendo por la entrada a mi vagina, clítoris, los bordes, llegando casi hasta la cola. Yo no paraba de gemir. Me agarré de sus hombros para no caerme. Estaba cada vez más caliente.
Probó de meterme un dedo. Pegué un alarido, a lo que él respondió tapándome la boca con un beso. Me agarré más fuerte de sus hombros para no caer. Cuando sacó el dedo, me lo mostró y pude ver como chorreaba flujos. Empecé a respirar más agitada.
Me calentaba ver lo excitada que estaba. Mati me agarró de un brazo y me apoyó contra uno de los árboles. "Arrodillate", me dijo mientras se bajaba la malla. Cuando me arrodillé, Mati dejó caer su malla dejando al aire un Señor Pijón. Lo agarré y aún estaba medio flácido. Era una verga bien ancha y venosa. Quedé obnubilada mirándola y tocándola.
Mati se reía, al ver la cara de nena sorprendida por el pedazo de poronga que tenía. Sabía que tenía una terrible chota y al parecer no era la primera en quedar hipnotizada. "Comela Agus, dale.." me dijo mientras agarraba mi cabeza apretándola contra su pija. Aún flácida, tenía que abrir bien la boca para meterla.
Lamí la cabeza y le pasé la lengua desde la base hasta la punta. Amasé los huevos, mientras lo pajeaba y le comía la pija hasta la mitad más o menos. No se agrandó mucho más, lo que para mi era una buena noticia.
Ya estaba totalmente dura. Saqué su pija de mi boca y la escupí. Primero dejé caer un poco de saliva y la desparramé con la mano. Después, me salió la guarra de adentro y le metí un escupitajo en la cabeza de la verga para inmediatamente después metérmela a fondo.
La primera vez no pude, me dio una arcada fuerte que la tuve que sacar. Pero la segunda, me la aguanté y la metí hasta el fondo. Empecé a mover la cabeza con la pija clavada, chocando mi frente contra sus abdominales marcados.
Lo agarré de la cola, como queriendo empujar más. Cuando estaba por ahogarme, la saqué de golpe y me dejé caer en el piso. Tomé aire y me limpié la boca babeada. Podía ver dos hilitos de saliva iluminados por la luna colgar de la pija. Los agarré con los dedos y los distribuí por el tronco para luego meterla al fondo de nuevo.
Estuve un rato jugando entre la garganta profunda y la paja con lamida de huevos. Me levantó y me besó. Otra vez, su mano se fue derecho a mi concha. Me tocó y me metió los dedos un rato antes de darme vuelta y apoyarme contra el árbol.
Separé mis piernas y levanté la cola. Mati se puso atrás mío y luego de pegarme un chirlo, corrió la bombachita y apuntó su pijón contra mi conchita. La movió un poco en la entrada, mojando la punta con mis flujos, hasta que encontró el huequito y la enterró. Sentí como ese trozo de carne recorría lentamente mi vagina hasta que su panza se estrelló en mi cola.
Me agarró de los pelos y empezó a mover sus caderas, sacando y metiendo su pija cada vez con más fuerza. Yo le clavaba las uñas a la corteza del árbol mientras trataba de no gritar mucho. Me estaba pegando una sacudida terrible. Cuando se cansó, me pegó otro chirlo y me dio vuelta.
Apoyó mi espalda contra el tronco del árbol mientras apuntaba su tronco contra mi concha. Me levantó una pierna, y mientras yo me corría la bombachita de nuevo, él la enterró. Estaba re abierta.
La pija entró fácil y otra vez me clavó hasta el fondo. Me tenía penetrada y me pegaba golpes cortos y profundos con la pija que me hacían delirar. Me terminé de aflojar cuando bajó su boca hasta mis tetas. Con la lengua me acariciaba los pezones que estaban durísimos.
Yo estaba colgada de él, solo me sostenían sus hombros. Mis piernas ya no respondían. Mati me movía para donde quería. Cuando se detuvo, me soltó de golpe y casi me caigo. Me agarré del árbol. "Por Dios, como me cogiste!!" le dije mientras recuperaba el aire. "Vení que no terminé".
Me hizo arrodillar nuevamente, pero esta vez me puso en 4 sobre la tierra. A esa altura ya no me importaba nada. Me apoyé con mis codos y esperé las embestidas de mi macho. La bestia me clavó la poronga mientras me agarraba del pelo y empujaba mi cuerpo contra el suyo. "Aaayyy no parés no parés!" gritaba yo desencajada. Mis gemidos provocaban que Mati acelerara el ritmo de sus embestidas
De golpe se detuvo, sacó la pija y se vino para el frente mío. Yo no me podía mover. Me temblaban las piernas. Me puso la pija en la boca, yo me incorporé un poco para chupársela. "Tragá todo, ahí viene" me dijo sosteniendo mi cabeza.
Agarré la pija de la base, cargué de saliva mi boca y me la tragué. Toda. Despacio. Que sienta como mi garganta iba dejándole paso a su pija, igual que lo había hecho mi concha. Era bastante ancha, me apretaba y raspaba la garganta pero con la lubricación que le había dado pasaba.
"Aaahhh que hija de putaaaaa", gritó Mati mientas yo la sacaba despacio levantando mi mirada hacia sus ojos. Cuando llegué a la cabeza, le di un toque con la lengua en el frenillo y acabó a chorros. Una manguera parecía. Me había dejado la pija en la boca, pero fue imposible tragar todo. Tuve que escupir un poco para no ahogarme, aunque sin sacar la punta de la pija de mi boca. Los chorros de leche se escurrían entre mis labios y caían al piso.
Luego que terminó, tragué lo que me había quedado y volví a metermela hasta el fondo. Ahora, lubricada de mi saliva y su propio semen. La limpié bien, y luego la solté. "uuufff", exclamó Mati mientras buscaba su malla, que había quedado tirada por ahí. Yo tenía un chorro de leche en el muslo. En la boca tenía gusto a semen y tierra, que seguramente había tragado cuando estaba en 4. En el piso había quedado el charco de todo lo que no había podido tragar.
Volvimos como si nada hubiese pasado. Antes de llegar, Mati me señaló las rodillas. Estaba llena de tierra. "Andá a lavarte, van a pensar que estuviste peteando", me dijo riendo. Mientras él volvía con los demás, yo me fui a limpiar. No solo tenía las rodillas llenas de tierra, sino también los brazos y la cola. Me reí y pensé para mi: "Sin dudas, esto me pasa por petera".
(sigue)
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Desde muy chica, todos los veranos mis viejos me llevaban a una colonia de vacaciones. Entrada en al adolescencia dejé de ir, porque ya no daba la edad para estar ahí. Pero ese verano luego de terminar la secundaria, me invitaron a que sea una especie de ayudante de los profes, ya que les faltaba gente.
Aún no había llegado a oídos de mis amigos (mejor dicho, conocidos o amigos de verano) las aventuras de esos últimos años donde me había destapado sexualmente a un ritmo bastante acelerado.
Luego de arreglar una semanita de vacaciones (caradura), que ya había organizado con mis amigas, empecé a trabajar. Mi tarea era sencilla: estar con las nenas más chiquitas, y ayudar a la profe con los juegos y cuidar que los chicos no se escapen. Una pavada.
Vamos a lo que nos interesa: si bien no tenía mucho trato con los profes y ayudantes de la parte de los nenes, eso no evitaba que les haya echado el ojo a algunos: de los de mi edad que estaban de ayudantes como yo, solo zafaba uno.
Pero yo me babeaba con los profes más grandes. En especial con Mati, un profe de educación física de unos 26 años que me hipnotizaba cada vez que lo veía sin remera. El otro, Chelo, un poco más chico, menos lomo pero linda carita. El problema con este era que su ex novia era una de las profes que trabajaba conmigo y se notaba un clima bastante tenso entre ellos.
El tema con Mati, era que si bien tenía re buena onda conmigo en el poco tiempo que tratábamos, no dejaba de notar que me veía como una nena. No era de extrañar. Sumado a los casi 10 años que nos separaban de edad, me enteré que el pibe se estaba garchando a otra profe del club, que tendría su edad, y en el verano daba aquagym. La mina tenía un lomazo.
Pero yo no me daba por vencida. Empecé a usar bikinis más provocadores, calzas más ajustadas, remeras más escotadas. Como era de esperar, primero cayeron a buitrear los más chicos. Les di cabida hasta donde yo quise, aunque sabía que los tenía ahí para cuando los necesitara.
Un viernes de enero, se hizo una dormida en el club. A la noche, cuando los pibitos se durmieron, nos juntamos todos los profes a charlar un rato. A la hora de dormir, me quedé un rato más con los otros ayudantes, los de mi edad. Era yo sola, y 2 chicos. Charlamos un rato mientras le daba cada vez más cabida al que me había gustado. Cuando el otro entendió, se levantó y se fue a dormir y nos dejó solos.
Ni dos minutos pasaron que ya estábamos chapando. Pero a lo loco. Me metió la mano por debajo del short y me agarró el orto con toda su fuerza, demostrando las ganas reprimidas que tenía de manosearme. Yo no me quedé atrás.
No solo le toqué el culo, sino que directamente le bajé la malla que tenía puesta hasta las rodillas. Cuando le vi la pija, pensé que aún la tenía dormida pero al tocarla me di cuenta que la tenía al palo. Gran decepción, pero ese era mi primer escalón hasta Mati.
El pibe era bastante dormido. Se quedó con las manos en mi cola sin hacer otra cosa. Lo senté en unos bancos contra la pared, y mientras seguimos transando bajé mi mano para pajearlo. Despacio, como con miedo y pidiendo permiso, puso una de sus manos en mis tetas, por encima de la remera. Me detuve para sacármela y quedarme en bolas y creo que ahí entendió que no me molestaba que lo hiciera.
Se notaba la inexperiencia al tocarme, pero eso no impedía que yo me haya calentado a full. Sin demorar más, agaché mi cabeza y empecé con lo que mejor me sale: petear. Me tragué toda la pija, sin dificultad, ya que no me llegaba ni a la garganta. No me di cuenta, y el pibe acabó cuando tenía la verga en la boca.
En un segundo, se me cruzó por la cabeza que si la sacaba en ese momento iba a ensuciar todo. Me podía ensuciar la ropa, y no tenía para cambiarme. Así que apreté fuerte los labios y metí la pija lo más adentro posible. Encima, estaba re cargado el guacho.
Aunque fue demasiado premio para el pendejo, le tragué toda la leche sin dejar caer una gota. Recién cuando sentí que no salía más nada, tragué todo y me senté al lado de él. Lo putié un poco por no avisar, y me fui a dormir. Sin saberlo, esa decisión me había acercado aun más a mi objetivo final.
Llegué al salón donde estaban durmiendo las nenas y me acosté. Tenía la bolsa de dormir, pero por el calor, dormía destapada. Yo estaba tan caliente que no podía conciliar el sueño. Me aseguré que todas estén durmiendo, me metí en la bolsa y me saqué la ropa. La parte de abajo de la bikini estaba toda mojada. Me empecé a tocar, reprimiendo los gemidos mordiendo mi remera, hasta que acabé y me quedé dormida.
"Agus, que hacés adentro de la bolsa, boluda te vas a deshidratar!". Me dijo una de las profes cuando me vino a despertar. Estaba toda transpirada. Ya era hora de levantarse. Ese encuentro había sido muy fructífero, aunque no haya pasado nada más que el pete al pibito.
Primero, había notado como Mati se iba después de comer a caminar y fumar por el parque, lejos del salón. Y segundo, con el pete, conseguiría que me dejaran de ver como una nena. No tenía dudas, iba a abrir la boca. Y lejos de molestarme, era lo que quería.
Los días siguientes, noté que me miraban más y distinto. El pibe me siguió buscando pero no le di mucha más cabida. Al tiempo, se organizó otra dormida. Después de la cena, Mati se fue a caminar por las canchitas de fútbol.
Yo salí al rato, dirigiéndome a los baños, pero levemente modifiqué mi recorrido para cruzarlo. Salí en bikini, ni short ni nada me puse. Cuando nos encontramos, no pudo evitar mirarme de arriba a abajo. Le pedí si me convidaba un cigarrillo. "No sabía que fumabas", me dijo ofreciéndome uno. Lo miré con carita de "hay tantas cosas que no sabés". Seguimos caminando y charlando. Yo me acercaba y trataba de tener contacto físico lo más posible.
Noté que nos íbamos alejando cada vez más de los salones donde estaban todos. Al fondo del club, atrás de las canchitas... Mi corazón se aceleraba. La última cancha estaba separada por una hilera de árboles grandes. Mati me agarró la mano y me fue acercando a su cuerpo; hasta ponerme en frente suyo.
Me agarró las dos manos y sin decir nada me besó. Primero fue suave y tierno, pero después de un rato, dejó de acariciarme suavemente la espalda para apretarme fuerte contra su cuerpo. Podía sentir su erección contra mi pierna. Me agarró fuerte del culo, con tanta fuerza que casi me levantó del piso. Esa muestra de salvajismo no hizo más que mojarme toda la concha.
Me soltó y me alejó un poco. Subió sus manos por mi panza, hasta llegar a mis tetas. Miró para los costados, y empezó a manosearme dentro del corpiño. Me amasó las tetas un rato, y luego lo desató y las dejó al aire. A esa hora ya estaba todo oscuro y solo la luz de la luna iluminaba entre los árboles donde nos ocultábamos.
Siguió con una mano amasando mis pechos y la otra la bajó hasta mi conchita. Decir que estaba mojada es poco. Sentía mis muslos húmedos del roce. Corrió la bombachita y jugó con sus dedos. Primero, los humedeció bien, usando mis propios jugos. Y después los fue moviendo por la entrada a mi vagina, clítoris, los bordes, llegando casi hasta la cola. Yo no paraba de gemir. Me agarré de sus hombros para no caerme. Estaba cada vez más caliente.
Probó de meterme un dedo. Pegué un alarido, a lo que él respondió tapándome la boca con un beso. Me agarré más fuerte de sus hombros para no caer. Cuando sacó el dedo, me lo mostró y pude ver como chorreaba flujos. Empecé a respirar más agitada.
Me calentaba ver lo excitada que estaba. Mati me agarró de un brazo y me apoyó contra uno de los árboles. "Arrodillate", me dijo mientras se bajaba la malla. Cuando me arrodillé, Mati dejó caer su malla dejando al aire un Señor Pijón. Lo agarré y aún estaba medio flácido. Era una verga bien ancha y venosa. Quedé obnubilada mirándola y tocándola.
Mati se reía, al ver la cara de nena sorprendida por el pedazo de poronga que tenía. Sabía que tenía una terrible chota y al parecer no era la primera en quedar hipnotizada. "Comela Agus, dale.." me dijo mientras agarraba mi cabeza apretándola contra su pija. Aún flácida, tenía que abrir bien la boca para meterla.
Lamí la cabeza y le pasé la lengua desde la base hasta la punta. Amasé los huevos, mientras lo pajeaba y le comía la pija hasta la mitad más o menos. No se agrandó mucho más, lo que para mi era una buena noticia.
Ya estaba totalmente dura. Saqué su pija de mi boca y la escupí. Primero dejé caer un poco de saliva y la desparramé con la mano. Después, me salió la guarra de adentro y le metí un escupitajo en la cabeza de la verga para inmediatamente después metérmela a fondo.
La primera vez no pude, me dio una arcada fuerte que la tuve que sacar. Pero la segunda, me la aguanté y la metí hasta el fondo. Empecé a mover la cabeza con la pija clavada, chocando mi frente contra sus abdominales marcados.
Lo agarré de la cola, como queriendo empujar más. Cuando estaba por ahogarme, la saqué de golpe y me dejé caer en el piso. Tomé aire y me limpié la boca babeada. Podía ver dos hilitos de saliva iluminados por la luna colgar de la pija. Los agarré con los dedos y los distribuí por el tronco para luego meterla al fondo de nuevo.
Estuve un rato jugando entre la garganta profunda y la paja con lamida de huevos. Me levantó y me besó. Otra vez, su mano se fue derecho a mi concha. Me tocó y me metió los dedos un rato antes de darme vuelta y apoyarme contra el árbol.
Separé mis piernas y levanté la cola. Mati se puso atrás mío y luego de pegarme un chirlo, corrió la bombachita y apuntó su pijón contra mi conchita. La movió un poco en la entrada, mojando la punta con mis flujos, hasta que encontró el huequito y la enterró. Sentí como ese trozo de carne recorría lentamente mi vagina hasta que su panza se estrelló en mi cola.
Me agarró de los pelos y empezó a mover sus caderas, sacando y metiendo su pija cada vez con más fuerza. Yo le clavaba las uñas a la corteza del árbol mientras trataba de no gritar mucho. Me estaba pegando una sacudida terrible. Cuando se cansó, me pegó otro chirlo y me dio vuelta.
Apoyó mi espalda contra el tronco del árbol mientras apuntaba su tronco contra mi concha. Me levantó una pierna, y mientras yo me corría la bombachita de nuevo, él la enterró. Estaba re abierta.
La pija entró fácil y otra vez me clavó hasta el fondo. Me tenía penetrada y me pegaba golpes cortos y profundos con la pija que me hacían delirar. Me terminé de aflojar cuando bajó su boca hasta mis tetas. Con la lengua me acariciaba los pezones que estaban durísimos.
Yo estaba colgada de él, solo me sostenían sus hombros. Mis piernas ya no respondían. Mati me movía para donde quería. Cuando se detuvo, me soltó de golpe y casi me caigo. Me agarré del árbol. "Por Dios, como me cogiste!!" le dije mientras recuperaba el aire. "Vení que no terminé".
Me hizo arrodillar nuevamente, pero esta vez me puso en 4 sobre la tierra. A esa altura ya no me importaba nada. Me apoyé con mis codos y esperé las embestidas de mi macho. La bestia me clavó la poronga mientras me agarraba del pelo y empujaba mi cuerpo contra el suyo. "Aaayyy no parés no parés!" gritaba yo desencajada. Mis gemidos provocaban que Mati acelerara el ritmo de sus embestidas
De golpe se detuvo, sacó la pija y se vino para el frente mío. Yo no me podía mover. Me temblaban las piernas. Me puso la pija en la boca, yo me incorporé un poco para chupársela. "Tragá todo, ahí viene" me dijo sosteniendo mi cabeza.
Agarré la pija de la base, cargué de saliva mi boca y me la tragué. Toda. Despacio. Que sienta como mi garganta iba dejándole paso a su pija, igual que lo había hecho mi concha. Era bastante ancha, me apretaba y raspaba la garganta pero con la lubricación que le había dado pasaba.
"Aaahhh que hija de putaaaaa", gritó Mati mientas yo la sacaba despacio levantando mi mirada hacia sus ojos. Cuando llegué a la cabeza, le di un toque con la lengua en el frenillo y acabó a chorros. Una manguera parecía. Me había dejado la pija en la boca, pero fue imposible tragar todo. Tuve que escupir un poco para no ahogarme, aunque sin sacar la punta de la pija de mi boca. Los chorros de leche se escurrían entre mis labios y caían al piso.
Luego que terminó, tragué lo que me había quedado y volví a metermela hasta el fondo. Ahora, lubricada de mi saliva y su propio semen. La limpié bien, y luego la solté. "uuufff", exclamó Mati mientras buscaba su malla, que había quedado tirada por ahí. Yo tenía un chorro de leche en el muslo. En la boca tenía gusto a semen y tierra, que seguramente había tragado cuando estaba en 4. En el piso había quedado el charco de todo lo que no había podido tragar.
Volvimos como si nada hubiese pasado. Antes de llegar, Mati me señaló las rodillas. Estaba llena de tierra. "Andá a lavarte, van a pensar que estuviste peteando", me dijo riendo. Mientras él volvía con los demás, yo me fui a limpiar. No solo tenía las rodillas llenas de tierra, sino también los brazos y la cola. Me reí y pensé para mi: "Sin dudas, esto me pasa por petera".
(sigue)
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28 comentarios - Colonia de vacaciones
Me encantó el relato y el espíritu.
gracias por pasar!
Vayan mis lechazos para vos ricura
gracias por pasar
gracias por pasar
gracias por pasar!
Van 9 puntos
GRACIAS POR COMPARTIR.
gracias por pasar
espero que disfrutes los proximos 😉
Uno de los mejores relatos
Van puntos
que feo lo del gusto a tierra jajjajaj , lo demas q rico ❤️
Mortal eso de cuando aguantast para no manchar jejej
gracias por comentar 😉
gracias por comentar