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yo soy tu concha, dijo.

- Yo soy tu concha.- dijo en una extraña utilización del idioma castellano. Supongo que debería perdonárselo. Tiene metida la pija de Eduardo en el orto. Está en cuatro delante mío mientras yo me pajeo ante sus ojos sin dejar que su lengua alcance mi glande.
- Que?.- le pregunto.
- Que soy tu concha. Que soy tuya. Soy tu puta.
Me pareció que podríamos ponernos a discutir el sentido de sus palabras. Que ella no puede nunca pertenecerle a nadie. Que caracterizarla como puta a mi me da una sensación fea, ya que puta se le dice a aquella mujer que, al fin y al cabo, no dispone de su cuerpo porque lo tiene en venta al mejor postor.
No le digo todos estos pensamientos que me pasan por la mente en un segundo.
La siento gemir delante mío. Me mira a los ojos, el rimmel corrido se mezcla con su transpiración y el semen que derramé en su cara hace un rato. Me guiña un ojo.
Cuanto más bella puede estar?
- Te gusta que tu jefe me rompa el culo? - me pregunta con cara de zorra.
- Me gusta ver como gozás con su pija en el ojete.- le respondo y me pajeo más rápido aún.
Creo que acabé cuatro veces en la noche. No puedo controlar la calentura que me viene de verla hecha una perra en celo en brazos de otro hombre. Otro que no deja de ser mi jefe. Hay algo muy extraño y morboso en todo ésto que pasa. Veo a Eduardo, transpirado, bombear con fuerza detrás de ella. Le mira la espalda y el culo abierto por su propia verga con cara de calentura extrema. Su cuidado peinado se ha ido al diablo. Tiene los pelos revueltos y un par de manchas de lapiz labial en los alrededores de la boca. Veo también como se mira de vez en cuando en el espejo de la pared. Se mira a sí mismo, se ve cojerla. Se debe sentir poderoso. Lo estoy dejando. Se pellizca el pezón izquierdo. Está solo con su propio placer, es evidente.
Lo invitamos a comer ese viernes. Es la segunda vez que lo hacemos, y ya en la primera Eduardo no podía sacarle los ojos de encima en ningún momento. Su lascivia le desbordaba por cada poro cuando ella se le acercaba. Para colmo se había puesto ese vestido violeta que tan bien le queda. Comimos aquella vez y se fue con los huevos hinchados de la calentura. Durante un par de semanas no paró de pedirme, casi rogarme que lo volviera a invitar a comer a casa. Además de lograr un par de ventajas laborales con el asunto, me estaba calentando también.
Acabó gritando. Acabó cerrando bien los ojos y retorciéndose del placer que le venía de la verga y le electrizaba el cuerpo entero. Acabó resoplando como toro enardecido y empujándose lo más adentro que pudo en su orto. Acabó y estalló en una risa. A carcajadas se reía. No se estaba mofando, estaba disfrutando y del goce que sentía se empezó a reir solo. Nosotros nos reímos junto a él. Nos tiramos los tres en la cama, ella en el medio.
Nos agarró de la nuca a ambos y nos guió hacia sus tetas para que las chupemos. Estaba re-caliente, no habia podido acabar antes. Así que nos hizo lamerle los pezones. Cada uno en el suyo. Eramos como Romulo y Remo alimentándonos de la loba madre de todas nuestras calenturas. Y ella satisfecha nos tenía agarrados por las nucas como dos bebés hambrientos de sus encantos. Así seguimos un rato. Ví como Eduardo se empezaba a calentar nuevamente. Ella nos empujó uno contra el otro. Ví la cara de no entender de él y yo casi lo rozaba con mi lengua cada vez que chupaba ese pezón que me ofrecía, duro y caliente. El intentaba alejarse, pero la férrea presión de su mano le acercaba a mi. Me estiré y lo besé. Hizo un gesto como de asco y se levantó histérico. Yo que quedé acostado riéndome y ella salió detrás suyo. Escuché algo detrás de la puerta de la habitación. Volvieron los dos. En bolas, enchastrados del sexo, con gesto serio. Eduardo me pidió que no lo hiciera nuevamente, que a él no le iba esa onda.
Acepté.
Ella lo sentó en la cama y le empezó a chupar la pija. Se le puso dura en un segundo y se tiró hacia atrás. Ella le levantó las piernas abiertas hasta que apoyó los talones en el colchón. Empezó a lamerle la pija desde la cabeza a los huevos. Así de arriba abajo varias veces. Eduardo jadeaba de calentura. De a poco empezó a pasarle la lengua debajo de los huevos, en el espacio que queda antes del culo. El se retorció de placer. Cerró los ojos y siguió gozándola. Después sí, arremetió contra su ojete. Pasando la lengua por fuera primero, después metiéndola de a poco. Abriéndose camino, dilatandolo suavemente. Eduardo gozaba, se dejaba hacer. Yo volvía a pajearme viendola hacer eso que a mi tanto me gusta.
Después de un rato metió un dedo. Lo llenó de saliva y se lo fué metiendo de a poco. Yo me puse detrás suyo y la empecé a cojer. Era finalmente mi turno de gozar de su concha. Ella seguía abriéndole el culo en cada embate mío. Fueron dos y tres dedos adentro. Gemíamos los tres. Eduardo con el culo recibiendo la mano de ella. Ella con mi pija en la concha. Yo viéndo como me metía dentro suyo y viendo a su vez el orto todavía abierto por la actividad anterior.
Eduardo se empezó a pajear pidiendo más.
- Decime que sos mi concha.- Le dijo ella entre jadeos.
- Qué?.- Preguntó el entendiendo todo.
- Decilo. Dale. Querés más? Pedilo.-
- Soy tu concha.- Dijo timidamente en voz baja.
- Más fuerte.- dijo ella.
- Soy tu concha.- repitió más fuerte.
- Y qué más?.- le insistió ella. -Te gusta no?.-
- Quiero más!. Si, soy tu concha. Soy tu puta. Soy todo tuyo. Mandame la mano entera.- Empezó a decir gimiendo y mirándome a mí. Yo me calenté a más no poder y acabé dentro de mi mujer. Eduardo hizo lo mismo casi al mismo tiempo llenándose de leche la panza, casi hasta el pecho.
Ella se levantó y se sentó encima de su cara. Le hizo chuparle la concha hasta acabar. Al levantarse ví la cara roja y llena de flujos de Eduardo. Cerraba los ojos extenuado.
Obviamente Eduardo no podía ser la concha de nadie. El ser un hombre lo inhabilita completamente. Aparte de tampoco poder pertenecer a nadie. Qué se yo, esos pensamientos que se me cruzan a veces.
El lunes nos cruzamos en la entrada del laburo. Me sonrió y me dijo que había que repetir la comida.
- En cuanto quieras.- le respondí.

13 comentarios - yo soy tu concha, dijo.

Lomorocha
Uuuufffff un maremoto de calientes morbos!!! Excelente!!
paspadohastalos
tiembla todo... gracias!
fernanda1978 +1
Genial tu relato.. Genial! caliente y entretenido. Un beso. Fernanda
paspadohastalos
gracias y beso para vos tambien!
Lady_GodivaII +1
hay ciertas frases y ciertos párrafos que trascienden lo narrado en el relato, de lujo!
paspadohastalos +1
un lujo que no merezco tus elogios!
grancucon
¡¡¡¡ Muy Buena Su Narracion Maestro.....Me Puso Loco esa Hembra Brutal....Hasta Me Dio un Touch de Miedo....Impactante y Muy Vivido Su Relato...Felicitaciones y Gracias por Compartirlo...!!!!
paspadohastalos +1
gracias a vos por el elogio!
amigolo +1
Excelente relato, muy bueno. Te invitamos a pasar por nuestros posts para saber tu opinión. Besitos.
tfy01 +1
me encanto!!!
paspadohastalos
muchas gracias, me gusta!
Stooge
muy bueno, van puntos. saludos

yo soy tu concha, dijo.
paspadohastalos +1
gracias por el comentario y los puntos
Stooge
@paspadohastalos de nada, son merecidos... saludos
anaypa
WoW caliente!!!
paspadohastalos
arrrrrde! muchas gracias por pasar.