link: https://www.youtube.com/watch?v=tSbIHhmh7sI
Anochece en un balneario de Uruguay. No hay electricidad, así que se van prendiendo las velas ( y otras cosas). Estuvimos toda la tarde tirados en la arena escuchando un sin fin de canciones de Bob Marley en un pequeño parador de troncos frente al mar. La repetición puede hacer que odies la más sublime música. Solo dos días en esa especie de paraiso de hippies me estaba aburriendo. Quería algo más "civilizado", pero mis amigos estaban al palo con la onda. La facilidad de acceso a ciertas cosas y los personajes reinantes les parecían increíbles. Todo endeble, todo a punto de caer, todo extraño, todo atado con alambre y pintado de colores. Rara mezcla de paisanos criollos y hippies hacían del lugar un aquelarre endemoniado.
Me separé de ellos para airearme de sus risas. Tenía ganas de tomarme una cerveza y pensar, solo pensar. Me fuí hasta un barcito metido entre un monte de árboles. Las velas prendidas en cada mesa eran las únicas luces. Los pocos asistentes parecían espectros sentados en troncos cortados. Algunos se reían. Sonaba otra vez Bob Marley...
Me acomodé en la única mesita que quedaba libre y me pedí una cerveza y una empanada de cangrejo (muy buena). Los minutos pasaban lentos pero los disfrutaba. La mezcla de cerveza y cannabis puede meterte en un estado hipnótico y extraño. Veía la gente charlando. Rastas, mallas, remeras de rock, vasos vacíos y llenos, las velas moverse con la brisa del mar. La estaba pasando bárbaro con mis pensamientos. Creo que habrá que una hora caí que había quedado colgado. Vuelvo en razón cuando la veo entrar. Tiene puesta una solera blanca y corta. Está muy bronceada, es morocha, tiene anteojos y es un poco narigona. Sus grandes tetas pugnan por liberarse del escote que las contiene. Sus largas piernas de cobre contrastan con la falda blanca. Es extraño, tiene puestas unas zandalias de taco alto. El detalle no es menor porque todo en aquel lugar es sobre la arena y casi todos ahi andan descalzos o en ojotas. De hecho yo ando descalzo desde hace dos días y ni se donde quedaron mis zapatillas en el rancho que alquilamos.
Pero ella está ahí, como diosa extraña bronceada e impoluta en ese lugar tan rústico. Parada sobre sus inútiles zandalias mira alrededor buscando algo o alguien que la salve de la barbarie que la rodea. Se le nota en el rostro la incomodidad, lo fuera de foco que se siente. Atina a darse vuelta para irse cuando un rapto de lucidez toma por asalto mi cuerpo y le digo:
- Hola, si querés sentate aca, yo me quedo un toque y ya me estoy yendo.
Ella duda. Tengo la misma pinta de zaparrastroso de todos los lugareños. Bermuda negra, remera negra con una cartel rojo que dice "pervert" y pelo un poco largo y desgreñado. Creo que mi sonrisa la tranquiliza.
- Sentate un rato, asi descansas de los tacos.- Insisto.
Lanza una risa que distiende el ambiente. Se dió cuenta de la ridiculez de su calzado. Se sienta enfrente mío y empieza a sacárselas.
- Primera vez aca?
- Si, me trajeron engañada....- Me cuenta un poco molesta.
- No es para cualquiera.-
- Imaginate que yo ando con una valija con rueditas...-
Una sonora carcajada brota de adentro mío. Creo que se puso incómoda. Cambio de tema para salir del embrollo y nos ponemos a charlar. Es simpática. Me cae bien y me encantan sus tetas sin corpiño moviéndose debajo del pequeño vestido blanco. Me voy de a poco imaginando como será chuparlas. Compartimos una cerveza. Me cuenta que es de Buenos Aires. Afianzamos nuestra alianza de argentinos en el exterior. Quiero besarla.
Me acerco y me acepta gustosa. Sus labios pintados de rojo se abren para recibir mi lengua que encuentra la suya con ganas de juguetear. Nos acoplamos abrazándonos. Siento sus tetas palpitar contra mi pecho. Estamos calentándonos. Mis manos empiezan a acariciar su espalda. Su mano derecha acaricia mi nuca. Entre salivas compartidas nos quedamos en el lugar unos minutos. Ella se separa e intentando reponerse toma un trago de cerveza. Me mira sonriente. Charlamos otro rato y vuelvo al ataque. Esta vez se nota su calentura. Quiere mi cuerpo sin dudar. Siento su piel deseosa. Yo deseo intensamente meterme dentro suyo. Mi pija está al palo. Ella la acaricia al pasar y me estremezco.
Recordé a mis amigos enclaustrados en el rancho. Le pregunté si podíamos ir donde ella se alojaba. Negativo...
- Vamos a la playa.- le propuse entonces. Aceptó La calentura nos nubló el pensamiento a ambos. Soplaba un viento del mar intenso. Se sentía bastante frío y la arena volar. Nos buscamos un rincón más o menos al reparo y nos empezamos a besar nuevamente. Sentí sus manos buscandome la pija. Agarrándome con ansias. Acariciando mis huevos delicadamente. Metí mi mano bajo su falda y corriendo la bombacha sentí su sexo húmedo, caliente. Acaricié el clítoris que me pareció enorme. Agitado, duro, parado, señalándome el camino de su placer. También lo acaricié y así, pajeándonos mutuamente volvimos a besarnos. Se tiró hacia atrás quedando boca arriba sobre la arena. Le bajé el escote para chuparle las tetas. Enormes, bastante blandas. Chupé uno a uno sus pezones. Estábamos delirando de placer. Ella buscó en su cartera un forro, me lo dió. Sin dudar me lo pongo y me meto dentro suyo corriéndole la bombacha. Su concha me recibió acalorada. Su lubricación era perfecta para dejarme llegar hasta el fondo en la tercer bombeada. Gemimos ambos de placer cuando estuvo toda adentro. El viento nos arremolinaba el pelo, pero nuestros sexo se arremolinaban entre sí en una danza hermosa. La cogía, veía como se movían esas tetas enormes en cada embate mío. En medio de la oscuridad la imaginaba con los ojos cerrados disfrutando de mi sexo dentro suyo.
De repente se quejó malamente. Me hizo salir.
- La arena me parece. Me raspaste!.- Dijo bastante dolorida. Se intentaba limpiar la arena de la concha, pero en esas condiciones era imposible. Con la pija dura delante de ella intentaba entender qué era lo que pasaba.
Cuando comprendí intenté ayudarla sin sentido. Todo se desinfló de golpe. Hasta mi pija.
Quedamos callados mirando el mar romper violentamente en la playa. Al rato nos levantamos y nos fuimos. Nos despedimos en una supuesta esquina. Ni siquiera nos dimos un beso.
Llegué al rancho y mis amigos seguían entre risas. Me uní al grupo que tomaba cerveza. Seguimos así hasta el amanecer.[/align]
7 comentarios - En la playa.