Me tiró en la cama y así quedé... esperando sus lenguetazos.
Agarró mi minifalda, me la sacó y la tiró a un costado.
- Asi que a vos te gusta así?? Todo despacito? Eh?
Me levantó la remera y empezó a besarme el abdomen, a pasar su lengua por mi ombligo. En ese momento supe que no habría besos ni lenguetazos frenéticos, iba a ser víctima de mi propios métodos de tortura.
Fue bajando despacio por mi abdomen, besándolo, pasando la lengua muy despacio mientras emitía un gemido muy suave.
- Mmmmmm... que rica pancita...
Con sus manos me acariciaba las piernas y se aproximaba muy despacio hacia mi conchita. Me dispuse a esperar el beso en mi concha pero el muy hijo de puta siguió besando y lamiendo mis piernas.
Me acariciaba y besaba la parte interna de mis piernas y cuando creía que me la iba a chupar, pasaba de largo a mi ombligo o a la otra pierna. Me estaba torturando en serio.
De pronto se detuvo y me miró. Yo me había levantado el corpiño y me apretaba los pezones de la calentura que tenía. Sonrió.
- Ahhhhh.. viste como calienta que te hagan este jueguito?
Cerré los ojos y sentí su respiración pegada a mi concha. Lancé un pequeño quejido y sus labios se apoyaron suaves contra mi sexo. Me besó despacio y muy dulce... una, dos... tres veces... luego sentí la puntita de su lengua subiendo y bajando por los labios de mi concha. Volvió a besarme pero esta vez dejó los labios apoyados y su lengua empezó a buscar mi botoncito del placer.
Me corrió un escalofrío por todo el cuerpo y traté de abrir mi conchita para que me lamiera adentro pero me agarró la mano y la sostuvo a un costado. Siguió besándome y su lengua lamía muy suave mi clítoris.
Cada vez estaba más mojada y sentir su boca pegada a mi concha me estaba volviendo loca. De a poco y sin darme cuenta había aumentado la presión de sus labios y su lengua se metía cada vez más adentro de mi vagina. Su saliva y mis jugos empezaban a chorrearme por la cola.
Me abrió la concha y su boca fue como una ventosa al tiempo que metía su lengua y lamía por todos lados. Yo explotaba de placer. No paraba. Sus intenciones eran hacerme acabar. Me estremecía de tal forma que levantaba mis caderas para que se tragara mi concha.
Me metió un dedo y luego dos. Con sus labios apretó mi clítoris y comenzó a chuparlo de forma tal que creí desmayarme. Me pajeaba con sus dedos al tiempo que me chupaba de una manera feroz. Sentía que me venía... mi concha se dilataba cada vez más, sus dedos empapados en mis jugos entraban y salían abriendome toda. Su boca se había adueñado de mi clítoris y me estaba llevando al éxtasis.
No aguantaba mas... sentí que iba a acabar.
No daba más.
Me estaba devorando la concha.
No daba más.
Me venía.
No paraba de chuparme el clitoris y de pajearme.
Me venía.
No daba... más...
No...
En ese momento quitó sus dedos y se levantó.
Continuará
Agarró mi minifalda, me la sacó y la tiró a un costado.
- Asi que a vos te gusta así?? Todo despacito? Eh?
Me levantó la remera y empezó a besarme el abdomen, a pasar su lengua por mi ombligo. En ese momento supe que no habría besos ni lenguetazos frenéticos, iba a ser víctima de mi propios métodos de tortura.
Fue bajando despacio por mi abdomen, besándolo, pasando la lengua muy despacio mientras emitía un gemido muy suave.
- Mmmmmm... que rica pancita...
Con sus manos me acariciaba las piernas y se aproximaba muy despacio hacia mi conchita. Me dispuse a esperar el beso en mi concha pero el muy hijo de puta siguió besando y lamiendo mis piernas.
Me acariciaba y besaba la parte interna de mis piernas y cuando creía que me la iba a chupar, pasaba de largo a mi ombligo o a la otra pierna. Me estaba torturando en serio.
De pronto se detuvo y me miró. Yo me había levantado el corpiño y me apretaba los pezones de la calentura que tenía. Sonrió.
- Ahhhhh.. viste como calienta que te hagan este jueguito?
Cerré los ojos y sentí su respiración pegada a mi concha. Lancé un pequeño quejido y sus labios se apoyaron suaves contra mi sexo. Me besó despacio y muy dulce... una, dos... tres veces... luego sentí la puntita de su lengua subiendo y bajando por los labios de mi concha. Volvió a besarme pero esta vez dejó los labios apoyados y su lengua empezó a buscar mi botoncito del placer.
Me corrió un escalofrío por todo el cuerpo y traté de abrir mi conchita para que me lamiera adentro pero me agarró la mano y la sostuvo a un costado. Siguió besándome y su lengua lamía muy suave mi clítoris.
Cada vez estaba más mojada y sentir su boca pegada a mi concha me estaba volviendo loca. De a poco y sin darme cuenta había aumentado la presión de sus labios y su lengua se metía cada vez más adentro de mi vagina. Su saliva y mis jugos empezaban a chorrearme por la cola.
Me abrió la concha y su boca fue como una ventosa al tiempo que metía su lengua y lamía por todos lados. Yo explotaba de placer. No paraba. Sus intenciones eran hacerme acabar. Me estremecía de tal forma que levantaba mis caderas para que se tragara mi concha.
Me metió un dedo y luego dos. Con sus labios apretó mi clítoris y comenzó a chuparlo de forma tal que creí desmayarme. Me pajeaba con sus dedos al tiempo que me chupaba de una manera feroz. Sentía que me venía... mi concha se dilataba cada vez más, sus dedos empapados en mis jugos entraban y salían abriendome toda. Su boca se había adueñado de mi clítoris y me estaba llevando al éxtasis.
No aguantaba mas... sentí que iba a acabar.
No daba más.
Me estaba devorando la concha.
No daba más.
Me venía.
No paraba de chuparme el clitoris y de pajearme.
Me venía.
No daba... más...
No...
En ese momento quitó sus dedos y se levantó.
Continuará
1 comentarios - El cordobés del Skype (Parte 3)