A Alberto (36 años) lo conocí a través del chat, durante el mes de agosto de 2015. Había visitado mi perfil y quería conocerme a mí y a mi verga. A principios de septiembre intentamos combinar un encuentro con día y horario para alrededor del 15 de ese mes, en el que ambos no teníamos inconvenientes. Yo lo pasaría a buscar con mi auto, iríamos a tomar algo y luego finalizaríamos en un telo.
Lamentablemente el día 10 de septiembre, cuando estoy saliendo de mi casa a las 7 de mañana, dos chorros que estaban en un automóvil me apuntan con una pistola cada uno y amenazándome, se llevan mi auto, mis documentos, las llaves de mi casa y todo lo que me encontraron cuando me palparon todos los bolsillos de mi pantalón y mi campera.
Se sucedieron los inconvenientes propios de este tipo de situaciones: denuncia policial, denuncia al seguro del automóvil, llamar a todas las compañías de tarjetas de crédito para informar el robo y que me envíen la reposición, tener que cambiar con urgencia las cerraduras de toda la casa, tramitar todos mis documentos y el registro de conducir.
Ocupado con todos estos problemas, el día 15 realice un montón de trámites y por supuesto había olvidado por completo mi encuentro con Alberto. Él me manda un mensaje de whatsapp, donde trato de explicarle lo más sintéticamente posible todo lo que me había sucedido, y que a pesar de tener un segundo auto en la familia, hasta tanto no tuviera mi nuevo registro era imposible para mí poder manejar y encontrarme con él.
Como si todos los trámites fueran poco, me informan que para poder sacar nuevamente el registro debía tener el DNI, y el nuevo no me lo entregarían hasta fin de septiembre, por lo tanto no podría tener nuevo registro hasta esa fecha o principios de octubre.
A través del chat y el whatsapp, Alberto estaba al tanto de todos estos inconvenientes, pero como él estaba con muchas ganas de pija, no tenía inconvenientes en esperar todo lo que fuera necesario. Finalmente me entregaron el DNI y le aviso a Alberto que el primer viernes de octubre sacaría nuevamente el registro de conducir y podríamos arreglar algo para la semana siguiente.
Ese viernes me voy temprano a la Dirección de Transito que queda en el mismo barrio donde yo vivo (Villa Lugano). Realizo todo el trámite en no más de una hora, y a eso de las 8.30 hs. salgo de allí con mi flamante registro de conducir.
En la vereda me encuentro con Alberto que me estaba esperando. Por supuesto nos reconocimos enseguida, y conociendo el barrio lo invite a caminar hacia el lado del Parque Roca (unas 5/6 cuadras largas). Alberto, un poco más alto que yo, no paraba de mirarme el bulto.
Cuando llegamos a la esquina donde comienza el Parque Roca, lo invite a tomar un café en la YPF que está en esa esquina. En lugar de sentarse frente a mí, lo hizo a mi derecha y ahí mismo me empezó a sobar la verga por encima del pantalón.
- “Cambiate de lugar y charlemos como dos personas adultas y responsables.”
- “No me aguanto las ganas, quero ir al telo con vos.”
Le explique que por la zona no hay ninguno y que los más cercanos están por Mataderos o por Flores.
- “¡Llevame!, no perdamos tiempo.”
- “Vamos a tener que tomar uno o dos colectivos, depende para donde queramos ir, pero si durante el viaje me vas a estar franeleando a la vista de todos, prefiero que lo dejemos para otro día.”
- “Te prometo que me voy a portar bien.”
- “No te creo, mejor dejémoslo para la semana que viene que moviéndome con mi otro auto, podré pasarte a buscar por donde vos me digas.”
Como si fuera un niño al que le quitaron un juguete y poniendo su mejor cara de putito y voz de nenita, me dice:
- “¿Me vas a dejar con las ganas de chuparte la pija y beberme tu lechita…? ¿No hay ningún lugar por todo este Parque Almirante Brown, donde te la pueda chupar…?”
- “Lugares hay a montones, pero lo más fácil a esta hora, es en la vereda de enfrente, en el Parque de las Victorias. Igual tendremos que adentrarnos para salir de la zona donde los travas levantan clientes.”
- “Dale, llevame.”
Cruzamos la Av. Cnel. Roca y una vez el Parque de las Victorias, caminamos casi como 300 metros a una zona en donde los fines de semana montones de familias hacen picnic, ya que hay bancos, parrillas y toda una gran zona arbolada. Nos sentamos en uno de esos bancos de plaza de cemento, y nos aseguramos que no hubiera nadie. Efectivamente, no había nadie en 150 metros a la redonda. Lo más cercano eran los automóviles de los tipos que se levantaron a algún trava y se notaba como cogían por el movimiento de los autos.
Alberto me hace un comentario sobre esto último y mi respuesta fue:
- “Apurate, no perdamos tiempo, es ahora o nos vamos.”
Me baja el cierre del pantalón, me afloja el cinturón y desabrocha el botón del jean. Desesperado busca dentro de mi boxer mi verga que ya estaba un poco endurecida, y empieza con unos lengüetazos sobre el glande que me la dejaron durísima. Se dio cuenta que yo estaba en una posición incómoda con mis huevos bastante apretados dentro de mi boxer, entonces me ayuda a bajarme un poco el pantalón y también el boxer, pudiendo liberar no solo mi verga sino también mis huevos.
Con su lengua me la empieza a chupar de la punta a la raíz y viceversa. Cuando se dio cuenta que ya la tenía recontra dura, se la tragó entera y sentí como la punta de mi pija estaba tocando el fondo de su garganta. Me puso tan, pero tan caliente, que le dije casi con desesperación:
- “Para un poco, así me vas a hacer acabar enseguida, me está costando un montón poder controlarme para no llenarte ya mismo tu boca de leche.”
- “¿Qué pasa, no te gusta papito…?”
- “Me encanta, pero me gustaría poder disfrutar un largo rato.”
Se saca mi pija de su boca y me siguió pajeando muy suavemente, sin prisa pero a la vez sin pausa. Al tiempo que yo le decía:
- “Yo no tengo tu edad, en donde con tanta facilidad la verga se te endurece una y otra vez, tampoco puedo acabar tantas veces seguidas. Si seguís tragándote mi verga como lo hiciste recién me vas a hacer acabar demasiado rápido, y yo estoy casi seguro que vos sabes muy bien cómo hacer gozar a un tipo de mi edad para poder sacarle hasta la última gota de leche.”
- “Por supuesto, papi.”
- “Entonces vaciame las bolas, pero que la chupada de pija sea bien duradera.”
- “Te voy a dejar tan seco, que me vas a suplicar para que empecemos de nuevo.”
Y ahí nomás me la empezó a chupar y a lamer de tal forma que me enloqueció. Alberto cuando se daba cuenta que estaba por acabar, cambiaba el ritmo y me apretaba las bolas para que me contuviera. Me la estuvo chupando durante más de 10 minutos, hasta que le dije:
- “No aguanto más, ¿la queres toda en la boca?”
Sin sacarla de la boca, asienta con la cabeza y empieza con su lengua y sus labios a acelerar el ritmo, siento que mis bolas estallan y como mi leche va recorriendo mi uretra hasta que largué dos terribles lechazos muy fuertes, que él los aguanto con la boca cerrada sin derramar nada y se los tragó todo. Seguía brotando leche de la punta de mi verga, que con mucha delicadeza la fue lamiendo con su lengua. Me volvía loco como la saboreaba, y encima con una vocecita de nena me dijo:
- “Que rica leche que tenes, papi…, ¿seguro que no tenes más guardada por ahí…?”
Me la siguió chupando hasta que no solo se bebió hasta la última gota, sino que también me la dejo reluciente. Me pide:
- “Cogeme, por favor…”
- “Difícil que después de semejante pete mi pija se pueda volver a endurecer, pero si queres la semana que viene venimos aquí con mi auto y vemos que onda.”
- “¡Si papito…! Si hay como diez autos, y en todos están cogiendo”
Salimos caminando en dirección al barrio para que pudiera tomarse un colectivo que lo alcanzara hasta el centro de la ciudad. Quedamos en comunicarnos durante la semana para combinar algo para la próxima.
Lamentablemente el día 10 de septiembre, cuando estoy saliendo de mi casa a las 7 de mañana, dos chorros que estaban en un automóvil me apuntan con una pistola cada uno y amenazándome, se llevan mi auto, mis documentos, las llaves de mi casa y todo lo que me encontraron cuando me palparon todos los bolsillos de mi pantalón y mi campera.
Se sucedieron los inconvenientes propios de este tipo de situaciones: denuncia policial, denuncia al seguro del automóvil, llamar a todas las compañías de tarjetas de crédito para informar el robo y que me envíen la reposición, tener que cambiar con urgencia las cerraduras de toda la casa, tramitar todos mis documentos y el registro de conducir.
Ocupado con todos estos problemas, el día 15 realice un montón de trámites y por supuesto había olvidado por completo mi encuentro con Alberto. Él me manda un mensaje de whatsapp, donde trato de explicarle lo más sintéticamente posible todo lo que me había sucedido, y que a pesar de tener un segundo auto en la familia, hasta tanto no tuviera mi nuevo registro era imposible para mí poder manejar y encontrarme con él.
Como si todos los trámites fueran poco, me informan que para poder sacar nuevamente el registro debía tener el DNI, y el nuevo no me lo entregarían hasta fin de septiembre, por lo tanto no podría tener nuevo registro hasta esa fecha o principios de octubre.
A través del chat y el whatsapp, Alberto estaba al tanto de todos estos inconvenientes, pero como él estaba con muchas ganas de pija, no tenía inconvenientes en esperar todo lo que fuera necesario. Finalmente me entregaron el DNI y le aviso a Alberto que el primer viernes de octubre sacaría nuevamente el registro de conducir y podríamos arreglar algo para la semana siguiente.
Ese viernes me voy temprano a la Dirección de Transito que queda en el mismo barrio donde yo vivo (Villa Lugano). Realizo todo el trámite en no más de una hora, y a eso de las 8.30 hs. salgo de allí con mi flamante registro de conducir.
En la vereda me encuentro con Alberto que me estaba esperando. Por supuesto nos reconocimos enseguida, y conociendo el barrio lo invite a caminar hacia el lado del Parque Roca (unas 5/6 cuadras largas). Alberto, un poco más alto que yo, no paraba de mirarme el bulto.
Cuando llegamos a la esquina donde comienza el Parque Roca, lo invite a tomar un café en la YPF que está en esa esquina. En lugar de sentarse frente a mí, lo hizo a mi derecha y ahí mismo me empezó a sobar la verga por encima del pantalón.
- “Cambiate de lugar y charlemos como dos personas adultas y responsables.”
- “No me aguanto las ganas, quero ir al telo con vos.”
Le explique que por la zona no hay ninguno y que los más cercanos están por Mataderos o por Flores.
- “¡Llevame!, no perdamos tiempo.”
- “Vamos a tener que tomar uno o dos colectivos, depende para donde queramos ir, pero si durante el viaje me vas a estar franeleando a la vista de todos, prefiero que lo dejemos para otro día.”
- “Te prometo que me voy a portar bien.”
- “No te creo, mejor dejémoslo para la semana que viene que moviéndome con mi otro auto, podré pasarte a buscar por donde vos me digas.”
Como si fuera un niño al que le quitaron un juguete y poniendo su mejor cara de putito y voz de nenita, me dice:
- “¿Me vas a dejar con las ganas de chuparte la pija y beberme tu lechita…? ¿No hay ningún lugar por todo este Parque Almirante Brown, donde te la pueda chupar…?”
- “Lugares hay a montones, pero lo más fácil a esta hora, es en la vereda de enfrente, en el Parque de las Victorias. Igual tendremos que adentrarnos para salir de la zona donde los travas levantan clientes.”
- “Dale, llevame.”
Cruzamos la Av. Cnel. Roca y una vez el Parque de las Victorias, caminamos casi como 300 metros a una zona en donde los fines de semana montones de familias hacen picnic, ya que hay bancos, parrillas y toda una gran zona arbolada. Nos sentamos en uno de esos bancos de plaza de cemento, y nos aseguramos que no hubiera nadie. Efectivamente, no había nadie en 150 metros a la redonda. Lo más cercano eran los automóviles de los tipos que se levantaron a algún trava y se notaba como cogían por el movimiento de los autos.
Alberto me hace un comentario sobre esto último y mi respuesta fue:
- “Apurate, no perdamos tiempo, es ahora o nos vamos.”
Me baja el cierre del pantalón, me afloja el cinturón y desabrocha el botón del jean. Desesperado busca dentro de mi boxer mi verga que ya estaba un poco endurecida, y empieza con unos lengüetazos sobre el glande que me la dejaron durísima. Se dio cuenta que yo estaba en una posición incómoda con mis huevos bastante apretados dentro de mi boxer, entonces me ayuda a bajarme un poco el pantalón y también el boxer, pudiendo liberar no solo mi verga sino también mis huevos.
Con su lengua me la empieza a chupar de la punta a la raíz y viceversa. Cuando se dio cuenta que ya la tenía recontra dura, se la tragó entera y sentí como la punta de mi pija estaba tocando el fondo de su garganta. Me puso tan, pero tan caliente, que le dije casi con desesperación:
- “Para un poco, así me vas a hacer acabar enseguida, me está costando un montón poder controlarme para no llenarte ya mismo tu boca de leche.”
- “¿Qué pasa, no te gusta papito…?”
- “Me encanta, pero me gustaría poder disfrutar un largo rato.”
Se saca mi pija de su boca y me siguió pajeando muy suavemente, sin prisa pero a la vez sin pausa. Al tiempo que yo le decía:
- “Yo no tengo tu edad, en donde con tanta facilidad la verga se te endurece una y otra vez, tampoco puedo acabar tantas veces seguidas. Si seguís tragándote mi verga como lo hiciste recién me vas a hacer acabar demasiado rápido, y yo estoy casi seguro que vos sabes muy bien cómo hacer gozar a un tipo de mi edad para poder sacarle hasta la última gota de leche.”
- “Por supuesto, papi.”
- “Entonces vaciame las bolas, pero que la chupada de pija sea bien duradera.”
- “Te voy a dejar tan seco, que me vas a suplicar para que empecemos de nuevo.”
Y ahí nomás me la empezó a chupar y a lamer de tal forma que me enloqueció. Alberto cuando se daba cuenta que estaba por acabar, cambiaba el ritmo y me apretaba las bolas para que me contuviera. Me la estuvo chupando durante más de 10 minutos, hasta que le dije:
- “No aguanto más, ¿la queres toda en la boca?”
Sin sacarla de la boca, asienta con la cabeza y empieza con su lengua y sus labios a acelerar el ritmo, siento que mis bolas estallan y como mi leche va recorriendo mi uretra hasta que largué dos terribles lechazos muy fuertes, que él los aguanto con la boca cerrada sin derramar nada y se los tragó todo. Seguía brotando leche de la punta de mi verga, que con mucha delicadeza la fue lamiendo con su lengua. Me volvía loco como la saboreaba, y encima con una vocecita de nena me dijo:
- “Que rica leche que tenes, papi…, ¿seguro que no tenes más guardada por ahí…?”
Me la siguió chupando hasta que no solo se bebió hasta la última gota, sino que también me la dejo reluciente. Me pide:
- “Cogeme, por favor…”
- “Difícil que después de semejante pete mi pija se pueda volver a endurecer, pero si queres la semana que viene venimos aquí con mi auto y vemos que onda.”
- “¡Si papito…! Si hay como diez autos, y en todos están cogiendo”
Salimos caminando en dirección al barrio para que pudiera tomarse un colectivo que lo alcanzara hasta el centro de la ciudad. Quedamos en comunicarnos durante la semana para combinar algo para la próxima.
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7 comentarios - Alberto
Cuando me calienta una pija no paro
Ja..., ja..., ja...
a la plaza victoria jajajajaja
de la plaza