Mi nueva familia II (El desenfreno sexual II)
Sus ojos abiertos como platos se habían clavado en los míos, parecía que apenas y lo podía creer, o que simplemente el espanto de la acción que acabamos de realizar había llegado a ella, cualquiera que fuera el caso, yo no la iba a dejar reaccionar.
Recostados como estábamos, le plante un beso que ella no tardo en corresponderme, si acaso recién habíamos cogido, pero lo que se dice hacer un acto de ternura y lleno de pasión, pues eso no tuve oportunidad de hacerlo, toda la excitación a la que había sido sometido durante todo el día y mi prolongado ayuno sexual habían hecho que todo terminara muy rápido, no sentí tanta satisfacción más allá bien alivio, pero esta situación iba a cambiar.
Mientras la besaba lentamente pero firme con mi mano derecha, empecé a acariciar su clítoris, haciendo movimientos circulares, los cuales provocaban que mi mano se llenase de los fluidos que estaban aún escurriendo de su panocha, debo aclarar que desde que en mi adolescencia comencé a practicar habitualmente la masturbación, podía notar como, tras dejarlo un par de días mi semen se tornaba sumamente espeso, pero la sorpresa de notar aquel fluido tan espeso combinado con sus jugos vaginales, en una especie de engrudo sexual que saturaba el cuarto con el olor a sexo, me excito de sobre manera, y no lo pensé dos veces, lleve mi mano hacia su boca y se la ofrecí, ella dudo, pude ver un dejo de repugnancia en su mirada, quizá otra vez estuviera entrando en razón, sin embargo tenía que aprovechar la oportunidad y acerque mi mano un poco más a ella, que comenzó a lamer mis dedos que escurrían de nuestra sopa sexual que habíamos cocinado con anterioridad.
Esto me dio mucha ternura, ya que por un momento vi a mi suegra además del objeto de mi deseo, mas como una tierna muchacha, inexperta, un tanto mojigata y realmente sumisa, era evidente que había un desagrado por su parte, pero que estaba totalmente dispuesta a complacerme en todo. Mireya despertó un nuevo sentimiento en mí, más potente que la ternura, definitivamente no amor pero si cariño, tras lo cual no pude contenerme y de nuevo le plante un beso.
- No que vas a hacer tengo la boca llena de…
No la deje terminar, mientras nuestros labios se juntaron yo con mi lengua empecé a buscar el camino dentro de su boca, sin embargo sus labios me sellaron el camino, decidí no forzarla, pero comencé a lamer los labios, y a mordisquear el labio inferior, pude sentir como ella se retorcía, mostrando su negativa a lo que estaba tratando de hacer, tras lo cual me detuve.
- No me importa, se que es mi semen, pero no me importa, son tus jugos y no hay nada mas delicioso que un amante pueda degustar el aroma del sexo, pero si tanto te molesta me detendré.
A la par que decía esto mi mano había vuelto a realizar las caricias a su clítoris, con movimientos circulares y periódicamente apretándolo mientras que con el dedo anular, procedía a explorar dentro de ella.
Ella tomo mi cara y la me guía hasta sus labios, permitiéndome proceder con lo que era mi intención original.
Mientras realizábamos este acto, podía ver sus ojos girar, su respiración volvía a acelerarse, la razón había abandonado a esta hembra, y yo podría continuar gozando de ella.
No mentiré, el beso tenía un doble propósito, si bien las caricias eran con el fin de provocar una excitación y ver hasta donde llegaría ella, también la gratitud y cariño que sentía hacia Mireya, me llevaban a hacerla sentir mi mujer, no una simple mujerzuela, sino una hembra, propiedad de su macho, que en ese momento era yo, justamente eso cruzaba por mi mente, cuando su voz me trajo de nuevo a la realidad.
- Desquítate con la suegra mijo.
Mientras pronunciaba estas palabras, sus manos se dirigieron a su zona erógena, apartando los labios y abriendo su vagina de tal manera que hacían evidente la invitación.
- Suegrita –le dije- ahora si se va a poner bueno esto.
- Ay como eres, ya deja de estarme calentando, ya te dije que por esta noche podrías desquitarte conmigo, y aquí estoy
- Lo se, pero quiero cogérmela, quiero hacerle el amor, quiero desatar un frenesí sexual sobre usted como…
- Ya no digas nada mas, esto es solamente porque mi hija no ha podido cumplir sus obligaciones, y estaría muy mal que anduvieras buscando putas en la calle.
(En especial cuando las tengo aquí en la casa, pensé)
- Eso esta perfecto, te lo agradezco, pero tu no eres un puta ni mucho menos, te quiero, no solo por esto, sino de por si, sabes que aprecio mucho de ti.
- Ya no digas mas, y anda apúrale
- Bueno solo una cosa mas.
- Dime
- Quiero cambiar de posición
- Que quieres hacer conmigo? (dijo una vez la mirada de sorpresa apareció en su cara)
- Nada fuera de lo ordinario, ven.
Mientras le dije esto, me recosté a su lado, con mi mano derecha tome su cuello, y me recline hacia atrás, obligándola a ella a levantarse de la cama, y con mi mano todavía detrás de su cuello la guie hacia la esquina de la cama que ominosamente había sido nuestro punto de origen.
Como instintivamente y para dejar bien en claro mi dominio sobre de ella, le plante un beso mas, mientras ella se acomoda frente a mi a 4 patas.
- Voltéate.
- Como?
- Así como estas, solo voltéate
- Uy no, eso no, como crees, que vergüenza, me vas a ver todo el chocho.
- Precisamente, (alcance a decir mientras acercaba mi verga a su cara, sabia que era una apuesta arriesgada, pero igual tenia todo que ganar, al haberme acercado lo suficiente, con ella en cuatro y yo parado a la orilla de la cama extendí mi brazo izquierdo y comencé a masajear la zona de sus nalgas) esa es mi intención ahora se buena y compláceme.
Al terminar de decir estas palabras baje mi mirada hacia mi cara, ella estaba embobada con sus ojos clavados sobre mi verga.
- Gusta?
La misma mirada de asco y repulsión se asomó sobre su cara.
- No como crees, y menos ahorita que andas todo sucio.
- Me acabo de bañar sabe?
- No me refería a eso, andas escurriendo.
- Y ando escurriendo precisamente por ti, así que si se te antoja, no tienes ni que pedírmelo.
Termine de decirlo y con mi pene embarre sobre su mejilla el néctar producto de nuestro amor.
Una mirada de repulsión y asco todavía más fuerte se hizo presente, lo cual me convenció, que definitivamente esto, no iba a pasar. Así que procedí con mi plan, tome a mi suegra por su pancita con una mano mientras que con otra seguía acariciando sus nalgas, a la vez que la giraba. Si tuviera que describir la situación haciendo una comparación con alguna otra cosa, definitivamente seria como cuando pasean a las yeguas en el potrero, de esa forma era mi guía sobre de ella.
Todo estaba jugando en mi favor, cualquier recelo o remanente de pulcritud por parte de mi suegra se había ido al traste, su disposición por seguirme el juego, había mejorado, y pese a que con todo y todo, seguía poniendo cierta resistencia ante mi, todo iba desenvolviéndose de manera favorable.
Tras lo que pareció ser mas una lucha de voluntades, que un cambio de posiciones, acomode a mi suegra al fin a cuatro patas, lista para la posición de a perrito, este logro no quedo sin recompensa y fui premiado con una vista de lo que ha sido uno de los mejores culos que he visto en mi vida, no solo porque el tamaño de sus nalgas es mucho mayor que el de su hija, mi esposa, sino porque los años de trabajo en el campo, y una vida campirana habían torneado a ese cuerpo en la envidia de muchas mujeres asiduas al gym.
Es irónico, que la vista haya sido lo que mas recuerdo, pero que por su parte lo que causo un mayor impacto sobre de mi en ese momento y que desato todo dejo de razón en mi ser y me devolvió a mi estado primitivo y mas básico fue el tremendo olor que su panocha despedía, mezclado con mi propio semen, aquel olor que ya había inundado la habitación me llegaba todavía más fuerte tras haberla volteado, mi suegra se volteo.
- Ya por favor, haz lo que tengas que hacer, pero ya no me mires que me da mucha pena.
Ella no lo sabía, pero este comentario fue el detonante que hizo que me decidiera a soltarle una tremenda nalgada sobre su glúteo derecho, a la vez que mi tronco totalmente erecto, recuperado y palpitante se dirigió hacia su panocha inundándola sin compasión o consideración alguna.
Ella alcanzo esta vez a emitir un pequeño grito que ahogo mordiendo la sabana, a la vez que reclino su cabeza su colchón, lo cual hizo que sus caderas quedaran todavía mas empinadas sobre mi verga, ya que había llegado a un ángulo que definitivamente, nunca había visto a otra mujer lograr, claro esta, mas allá de las películas donde pornstars hacen de todo tipo de acrobacias sexuales.
Esta postura me permitió llevar mis manos hacia sus caderas, con lo cual comenzó un bombeo frenético por parte mía, y con la entera cooperación de ella, cada vez que se movía hacia abajo, permitía que mi verga se deslizara lo suficiente, tras lo cual yo la elevaba con mis manos para que mi verga encontrara su lugar dentro de su panocha.
Yo no tenia manera de saber si ella lo estaba disfrutando tanto como yo, pero definitivamente el hecho de que nuestros cuerpos se acompasaran de manera tan natural y sencilla, me daba la pauta para seguir aumentando la fuerza de mis embestidas.
Justamente me encontraba en el limite de la fuerza que podía darle a mis intensas embestidas que le estaba propinando a aquel pedazo de mujer, cuando con su mano derecha bien abierta me detuvo, haciendo que yo por instinto parase, volteo a verme con la cara llena de saliva, producto definitivamente del intenso esfuerzo y excitación a la que esta señora fue sometida.
- Bájale tantito.
- Si, perdón, no quería.
- Es delicioso, pero ya no soy una quinceañera, sabes.
- Lo se, lo siento, es que yo me deje llevar.
- No te creas, no es como que me partieras en dos, es solo que llevo tanto tiempo sin hacer esto que, me tomaste por sorpresa.
- Si tienes razón.
La tome de la trenza que tenía bien puesta todavía, pese a toda la intensidad de la faena sexual había quedado tras nosotros, la hice que volteara su rostro hacia a mi, y con mi verga pegada a su interior, procedí a besarla, este beso lleno de lujuria no lo detendría ella, busque desesperadamente sus labios, su lengua, recorrer todos los esquicios de su boca. Y ella me respondió con igual pasión y deseo.
Sin dejar de inundar con mi verga su panocha, me separe de ese beso, y con mas delicadeza que con anterioridad, seguí bombeando dentro de ella, solo que ahora dedique una mano a tomarla de la trenza, y jalar su cabeza hacia atrás, los sonidos que no alcanzaban a salir del todo de la garganta de mi suegra, delataban cuanto ella estaba disfrutando de esta situación.
Cuando por fin, su cuerpo logro re acostumbrarse a la intensidad de nuestra actividad sexual se asomo la bestial sexual que llevaba tanto tiempo aletargada, cobijada y disfrazada por el orgullo de la viudez y el señorío que debía imponer ante la sociedad, solo quedaba una hembra, desnuda cual su cuerpo que deseaba, anhelaba la saciedad de sus deseos sexuales.
- Así papito, dale, no pares.
- No… (alcance a decir con el aliento que ya empezaba a faltarme)
- Dale, vente, ya te siento que estas a punto de reventar, inunda ese chocho otra vez, cuantas veces quieras.
- Uuugh… ( mi concentración para lograr que el momento se prolongara lo mas posible, no me permitía ningún esfuerzo adicional para racionalizar ningún tipo de respuesta)
- Ándale ya lo quiero sentir todo, dentro de mi calientito.
Mi verga comenzó a hincharse dentro de ella, sin embargo no podía permitir que ese momento terminara igual de abrupto, sabia que una sola cogida no me bastaría para saciar mi apetito sexual, pero dudaba seriamente de que fuera capaz de propinar un tercer round, y los roles ahora habían cambiado, era yo quien no cabía ante la sorpresa, mi suegra se comportaba como toda una puta, una hembra en celo que se ha rendido ante el instinto y eso me calentaba, pero ya no podía pensar más en ello, ya no quería pensar más en ello, todo lo que quería era prolongar ese instante.
Mis embestidas, se tornaron menos vigorosas, menos constantes, pero más largas, más profundas, estaba por llegar al climax, sería un desenlace de fotografía, pero mi voluntad era prolongar, una lucha interna diferente a la que había estado dentro de mi todo el día había comenzado, que podría más, mi cuerpo o mi determinación.
Prolongarlo no tendría sentido, podía sentir como esta eyaculación estaría acompañada por un intenso orgasmo, pude predecir que dilatar el momento haría que se perdiera la oportunidad, así que me relaje por completo deje a mi cuerpo en automático y mi verga procedió a hincharse a su máximo dentro del cuerpo de mi suegra, lo cual provoco un espasmo en sus adentros, solté de su trenza, ambas manos ayudarían a mi arremetida final sobre este pedazo de hembra que tenia de frente y cualquier fuerza que tuviera, sería necesaria para llevar acabo tremenda tarea.
Con un último suspiro, lleve a mi verga tan profundo como podía dentro de mi suegra, provocando que se levantase a la vez que curvaba en una posición antinatural su espalda, tras lo cual paso su brazo derecho sobre mi abrazándome.
Estalle, mi verga desbordo una cantidad inusitada de semen en su interior, mi venida anterior era poco en comparación, la consistencia era menos densa, pero la cantidad hizo que por un momento pensara que me estaba orinando en vez de eyaculando.
Un gemido salió de mi suegra, fuerte y exclamo.
- Así papito, todita tu leche, déjala salir, déjasela a tu suegrita.
Mi cuerpo se tenso, cada musculo desde el dedo gordo del pie, hasta el cuero cabelludo, se paralizo, una intensa corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, mis ojos solo alcanzaron a ver un intenso destello blanco que me encegueció, todo esto paso mientras seguía eyaculando dentro de ella. Mientras notaba las convulsiones que estaban dando lugar dentro de su panocha.
Quede estático como una piedra por un segundo, notando la cantidad descomunal de semen que salía de entre su orificio, yo pensé que tal vez me había orinado, y ella quiso pensara lo mismo, pero no importo a ninguno de los dos nos estaba importando nada, pudor, pulcritud, nada había ya entre nosotros, y aseguro que compartimos un orgasmo intenso y que nos deje al borde del agotamiento físico y mental.
Se requirió una cantidad colosal de esfuerzo de parte mía para poder alcanzar la cama, y soltarme sobre ella, y evitar caer ahí sobre el piso.
Por su parte, cuando después de unos segundos alcance a voltear a ver a mi suegrita para acariciarla, ella tenía lo cara hundida entre las sabanas, su posición era la misma en la que ella me había hecho llegar, solo que los espasmos musculares producto del agotamiento y del (prefiero pensar que así era) éxtasis seguían recorriendo su cuerpo haciendo temblar cada tramo de las carnes de ese ejemplar de hembra.
Después de un rato mas y de recobrar el aliento, me acerque a ella, acariciándole el pelo, con toda la intención de propinarle un beso lleno de cariño, pero algo me detuvo a medio camino, podía oír lo que pasaba debajo de las sabanas, ella estaba llorando, lloraba y yo no sabia la cauda del porque, eso me contrario, mi libido sexual se fugo, y todo lo que quedo fue la parte de mi que genuinamente se preocupa de Mireya como persona.
Así que me acerque no para besarla sino para junto a ella y con nuestros cuerpos desnudos, abrazarla y tratar de consolarla de cualquiera que fuera la causa de su pesar.
- Como pudimos?
Fue la pregunta que siguió.
- Lo hicimos, ya no tiene caso que nos arrepintamos.
Mis caricias cesaron, y me aparte de ella, era obvio para mi que en ese momento debía ser un maldito, me levante de la cama y tome la toalla con toda la intención de dirigirme hacia la ducha y dormir un poco de lo que restaba de la noche del sábado.
- Perdón, alcance a decir mientras me disponía a salir por la puerta.
Ella con lagrimas llenando sus ojos, me dijo.
- Tu no eres un mal hombre, no eres tu el que me ha provocado esto.
- No te entiendo.
- Ha sido maravilloso y disfrute, tanto o quizá mas que tu.
- Entonces, cual ha sido el problema Mire.
- Ven, abrázame.
Deje mis cosas botadas en el umbral de la puerta, y me uní a ella en esta postura tan llena de sensualidad a la que ahora ya estaba acostumbrándome, pero que sin duda seguía surtiendo un efecto estimulante sobre de mi cuerpo.
Me senté, a su lado, ella tomo mi cabeza y la dirigió hacia su pecho mientras me acariciaba el cabello.
- Hacia tanto tiempo que no experimentaba esta sensación, que de repente me embargo el recuerdo de mi marido.
Abrí los ojos de par en par, ahí mismo quede petrificado, una cosa es saber que uno no es el primer hombre en la vida de una mujer, otra es ser abiertamente comparado, y nada menos que con el padre de la ahora esposa mía.
Bueno eso es todo por ahora si los relatos mantienen la respuesta tan positiva, seguire contandolo lo que paso despues.
Sus ojos abiertos como platos se habían clavado en los míos, parecía que apenas y lo podía creer, o que simplemente el espanto de la acción que acabamos de realizar había llegado a ella, cualquiera que fuera el caso, yo no la iba a dejar reaccionar.
Recostados como estábamos, le plante un beso que ella no tardo en corresponderme, si acaso recién habíamos cogido, pero lo que se dice hacer un acto de ternura y lleno de pasión, pues eso no tuve oportunidad de hacerlo, toda la excitación a la que había sido sometido durante todo el día y mi prolongado ayuno sexual habían hecho que todo terminara muy rápido, no sentí tanta satisfacción más allá bien alivio, pero esta situación iba a cambiar.
Mientras la besaba lentamente pero firme con mi mano derecha, empecé a acariciar su clítoris, haciendo movimientos circulares, los cuales provocaban que mi mano se llenase de los fluidos que estaban aún escurriendo de su panocha, debo aclarar que desde que en mi adolescencia comencé a practicar habitualmente la masturbación, podía notar como, tras dejarlo un par de días mi semen se tornaba sumamente espeso, pero la sorpresa de notar aquel fluido tan espeso combinado con sus jugos vaginales, en una especie de engrudo sexual que saturaba el cuarto con el olor a sexo, me excito de sobre manera, y no lo pensé dos veces, lleve mi mano hacia su boca y se la ofrecí, ella dudo, pude ver un dejo de repugnancia en su mirada, quizá otra vez estuviera entrando en razón, sin embargo tenía que aprovechar la oportunidad y acerque mi mano un poco más a ella, que comenzó a lamer mis dedos que escurrían de nuestra sopa sexual que habíamos cocinado con anterioridad.
Esto me dio mucha ternura, ya que por un momento vi a mi suegra además del objeto de mi deseo, mas como una tierna muchacha, inexperta, un tanto mojigata y realmente sumisa, era evidente que había un desagrado por su parte, pero que estaba totalmente dispuesta a complacerme en todo. Mireya despertó un nuevo sentimiento en mí, más potente que la ternura, definitivamente no amor pero si cariño, tras lo cual no pude contenerme y de nuevo le plante un beso.
- No que vas a hacer tengo la boca llena de…
No la deje terminar, mientras nuestros labios se juntaron yo con mi lengua empecé a buscar el camino dentro de su boca, sin embargo sus labios me sellaron el camino, decidí no forzarla, pero comencé a lamer los labios, y a mordisquear el labio inferior, pude sentir como ella se retorcía, mostrando su negativa a lo que estaba tratando de hacer, tras lo cual me detuve.
- No me importa, se que es mi semen, pero no me importa, son tus jugos y no hay nada mas delicioso que un amante pueda degustar el aroma del sexo, pero si tanto te molesta me detendré.
A la par que decía esto mi mano había vuelto a realizar las caricias a su clítoris, con movimientos circulares y periódicamente apretándolo mientras que con el dedo anular, procedía a explorar dentro de ella.
Ella tomo mi cara y la me guía hasta sus labios, permitiéndome proceder con lo que era mi intención original.
Mientras realizábamos este acto, podía ver sus ojos girar, su respiración volvía a acelerarse, la razón había abandonado a esta hembra, y yo podría continuar gozando de ella.
No mentiré, el beso tenía un doble propósito, si bien las caricias eran con el fin de provocar una excitación y ver hasta donde llegaría ella, también la gratitud y cariño que sentía hacia Mireya, me llevaban a hacerla sentir mi mujer, no una simple mujerzuela, sino una hembra, propiedad de su macho, que en ese momento era yo, justamente eso cruzaba por mi mente, cuando su voz me trajo de nuevo a la realidad.
- Desquítate con la suegra mijo.
Mientras pronunciaba estas palabras, sus manos se dirigieron a su zona erógena, apartando los labios y abriendo su vagina de tal manera que hacían evidente la invitación.
- Suegrita –le dije- ahora si se va a poner bueno esto.
- Ay como eres, ya deja de estarme calentando, ya te dije que por esta noche podrías desquitarte conmigo, y aquí estoy
- Lo se, pero quiero cogérmela, quiero hacerle el amor, quiero desatar un frenesí sexual sobre usted como…
- Ya no digas nada mas, esto es solamente porque mi hija no ha podido cumplir sus obligaciones, y estaría muy mal que anduvieras buscando putas en la calle.
(En especial cuando las tengo aquí en la casa, pensé)
- Eso esta perfecto, te lo agradezco, pero tu no eres un puta ni mucho menos, te quiero, no solo por esto, sino de por si, sabes que aprecio mucho de ti.
- Ya no digas mas, y anda apúrale
- Bueno solo una cosa mas.
- Dime
- Quiero cambiar de posición
- Que quieres hacer conmigo? (dijo una vez la mirada de sorpresa apareció en su cara)
- Nada fuera de lo ordinario, ven.
Mientras le dije esto, me recosté a su lado, con mi mano derecha tome su cuello, y me recline hacia atrás, obligándola a ella a levantarse de la cama, y con mi mano todavía detrás de su cuello la guie hacia la esquina de la cama que ominosamente había sido nuestro punto de origen.
Como instintivamente y para dejar bien en claro mi dominio sobre de ella, le plante un beso mas, mientras ella se acomoda frente a mi a 4 patas.
- Voltéate.
- Como?
- Así como estas, solo voltéate
- Uy no, eso no, como crees, que vergüenza, me vas a ver todo el chocho.
- Precisamente, (alcance a decir mientras acercaba mi verga a su cara, sabia que era una apuesta arriesgada, pero igual tenia todo que ganar, al haberme acercado lo suficiente, con ella en cuatro y yo parado a la orilla de la cama extendí mi brazo izquierdo y comencé a masajear la zona de sus nalgas) esa es mi intención ahora se buena y compláceme.
Al terminar de decir estas palabras baje mi mirada hacia mi cara, ella estaba embobada con sus ojos clavados sobre mi verga.
- Gusta?
La misma mirada de asco y repulsión se asomó sobre su cara.
- No como crees, y menos ahorita que andas todo sucio.
- Me acabo de bañar sabe?
- No me refería a eso, andas escurriendo.
- Y ando escurriendo precisamente por ti, así que si se te antoja, no tienes ni que pedírmelo.
Termine de decirlo y con mi pene embarre sobre su mejilla el néctar producto de nuestro amor.
Una mirada de repulsión y asco todavía más fuerte se hizo presente, lo cual me convenció, que definitivamente esto, no iba a pasar. Así que procedí con mi plan, tome a mi suegra por su pancita con una mano mientras que con otra seguía acariciando sus nalgas, a la vez que la giraba. Si tuviera que describir la situación haciendo una comparación con alguna otra cosa, definitivamente seria como cuando pasean a las yeguas en el potrero, de esa forma era mi guía sobre de ella.
Todo estaba jugando en mi favor, cualquier recelo o remanente de pulcritud por parte de mi suegra se había ido al traste, su disposición por seguirme el juego, había mejorado, y pese a que con todo y todo, seguía poniendo cierta resistencia ante mi, todo iba desenvolviéndose de manera favorable.
Tras lo que pareció ser mas una lucha de voluntades, que un cambio de posiciones, acomode a mi suegra al fin a cuatro patas, lista para la posición de a perrito, este logro no quedo sin recompensa y fui premiado con una vista de lo que ha sido uno de los mejores culos que he visto en mi vida, no solo porque el tamaño de sus nalgas es mucho mayor que el de su hija, mi esposa, sino porque los años de trabajo en el campo, y una vida campirana habían torneado a ese cuerpo en la envidia de muchas mujeres asiduas al gym.
Es irónico, que la vista haya sido lo que mas recuerdo, pero que por su parte lo que causo un mayor impacto sobre de mi en ese momento y que desato todo dejo de razón en mi ser y me devolvió a mi estado primitivo y mas básico fue el tremendo olor que su panocha despedía, mezclado con mi propio semen, aquel olor que ya había inundado la habitación me llegaba todavía más fuerte tras haberla volteado, mi suegra se volteo.
- Ya por favor, haz lo que tengas que hacer, pero ya no me mires que me da mucha pena.
Ella no lo sabía, pero este comentario fue el detonante que hizo que me decidiera a soltarle una tremenda nalgada sobre su glúteo derecho, a la vez que mi tronco totalmente erecto, recuperado y palpitante se dirigió hacia su panocha inundándola sin compasión o consideración alguna.
Ella alcanzo esta vez a emitir un pequeño grito que ahogo mordiendo la sabana, a la vez que reclino su cabeza su colchón, lo cual hizo que sus caderas quedaran todavía mas empinadas sobre mi verga, ya que había llegado a un ángulo que definitivamente, nunca había visto a otra mujer lograr, claro esta, mas allá de las películas donde pornstars hacen de todo tipo de acrobacias sexuales.
Esta postura me permitió llevar mis manos hacia sus caderas, con lo cual comenzó un bombeo frenético por parte mía, y con la entera cooperación de ella, cada vez que se movía hacia abajo, permitía que mi verga se deslizara lo suficiente, tras lo cual yo la elevaba con mis manos para que mi verga encontrara su lugar dentro de su panocha.
Yo no tenia manera de saber si ella lo estaba disfrutando tanto como yo, pero definitivamente el hecho de que nuestros cuerpos se acompasaran de manera tan natural y sencilla, me daba la pauta para seguir aumentando la fuerza de mis embestidas.
Justamente me encontraba en el limite de la fuerza que podía darle a mis intensas embestidas que le estaba propinando a aquel pedazo de mujer, cuando con su mano derecha bien abierta me detuvo, haciendo que yo por instinto parase, volteo a verme con la cara llena de saliva, producto definitivamente del intenso esfuerzo y excitación a la que esta señora fue sometida.
- Bájale tantito.
- Si, perdón, no quería.
- Es delicioso, pero ya no soy una quinceañera, sabes.
- Lo se, lo siento, es que yo me deje llevar.
- No te creas, no es como que me partieras en dos, es solo que llevo tanto tiempo sin hacer esto que, me tomaste por sorpresa.
- Si tienes razón.
La tome de la trenza que tenía bien puesta todavía, pese a toda la intensidad de la faena sexual había quedado tras nosotros, la hice que volteara su rostro hacia a mi, y con mi verga pegada a su interior, procedí a besarla, este beso lleno de lujuria no lo detendría ella, busque desesperadamente sus labios, su lengua, recorrer todos los esquicios de su boca. Y ella me respondió con igual pasión y deseo.
Sin dejar de inundar con mi verga su panocha, me separe de ese beso, y con mas delicadeza que con anterioridad, seguí bombeando dentro de ella, solo que ahora dedique una mano a tomarla de la trenza, y jalar su cabeza hacia atrás, los sonidos que no alcanzaban a salir del todo de la garganta de mi suegra, delataban cuanto ella estaba disfrutando de esta situación.
Cuando por fin, su cuerpo logro re acostumbrarse a la intensidad de nuestra actividad sexual se asomo la bestial sexual que llevaba tanto tiempo aletargada, cobijada y disfrazada por el orgullo de la viudez y el señorío que debía imponer ante la sociedad, solo quedaba una hembra, desnuda cual su cuerpo que deseaba, anhelaba la saciedad de sus deseos sexuales.
- Así papito, dale, no pares.
- No… (alcance a decir con el aliento que ya empezaba a faltarme)
- Dale, vente, ya te siento que estas a punto de reventar, inunda ese chocho otra vez, cuantas veces quieras.
- Uuugh… ( mi concentración para lograr que el momento se prolongara lo mas posible, no me permitía ningún esfuerzo adicional para racionalizar ningún tipo de respuesta)
- Ándale ya lo quiero sentir todo, dentro de mi calientito.
Mi verga comenzó a hincharse dentro de ella, sin embargo no podía permitir que ese momento terminara igual de abrupto, sabia que una sola cogida no me bastaría para saciar mi apetito sexual, pero dudaba seriamente de que fuera capaz de propinar un tercer round, y los roles ahora habían cambiado, era yo quien no cabía ante la sorpresa, mi suegra se comportaba como toda una puta, una hembra en celo que se ha rendido ante el instinto y eso me calentaba, pero ya no podía pensar más en ello, ya no quería pensar más en ello, todo lo que quería era prolongar ese instante.
Mis embestidas, se tornaron menos vigorosas, menos constantes, pero más largas, más profundas, estaba por llegar al climax, sería un desenlace de fotografía, pero mi voluntad era prolongar, una lucha interna diferente a la que había estado dentro de mi todo el día había comenzado, que podría más, mi cuerpo o mi determinación.
Prolongarlo no tendría sentido, podía sentir como esta eyaculación estaría acompañada por un intenso orgasmo, pude predecir que dilatar el momento haría que se perdiera la oportunidad, así que me relaje por completo deje a mi cuerpo en automático y mi verga procedió a hincharse a su máximo dentro del cuerpo de mi suegra, lo cual provoco un espasmo en sus adentros, solté de su trenza, ambas manos ayudarían a mi arremetida final sobre este pedazo de hembra que tenia de frente y cualquier fuerza que tuviera, sería necesaria para llevar acabo tremenda tarea.
Con un último suspiro, lleve a mi verga tan profundo como podía dentro de mi suegra, provocando que se levantase a la vez que curvaba en una posición antinatural su espalda, tras lo cual paso su brazo derecho sobre mi abrazándome.
Estalle, mi verga desbordo una cantidad inusitada de semen en su interior, mi venida anterior era poco en comparación, la consistencia era menos densa, pero la cantidad hizo que por un momento pensara que me estaba orinando en vez de eyaculando.
Un gemido salió de mi suegra, fuerte y exclamo.
- Así papito, todita tu leche, déjala salir, déjasela a tu suegrita.
Mi cuerpo se tenso, cada musculo desde el dedo gordo del pie, hasta el cuero cabelludo, se paralizo, una intensa corriente eléctrica recorrió mi cuerpo, mis ojos solo alcanzaron a ver un intenso destello blanco que me encegueció, todo esto paso mientras seguía eyaculando dentro de ella. Mientras notaba las convulsiones que estaban dando lugar dentro de su panocha.
Quede estático como una piedra por un segundo, notando la cantidad descomunal de semen que salía de entre su orificio, yo pensé que tal vez me había orinado, y ella quiso pensara lo mismo, pero no importo a ninguno de los dos nos estaba importando nada, pudor, pulcritud, nada había ya entre nosotros, y aseguro que compartimos un orgasmo intenso y que nos deje al borde del agotamiento físico y mental.
Se requirió una cantidad colosal de esfuerzo de parte mía para poder alcanzar la cama, y soltarme sobre ella, y evitar caer ahí sobre el piso.
Por su parte, cuando después de unos segundos alcance a voltear a ver a mi suegrita para acariciarla, ella tenía lo cara hundida entre las sabanas, su posición era la misma en la que ella me había hecho llegar, solo que los espasmos musculares producto del agotamiento y del (prefiero pensar que así era) éxtasis seguían recorriendo su cuerpo haciendo temblar cada tramo de las carnes de ese ejemplar de hembra.
Después de un rato mas y de recobrar el aliento, me acerque a ella, acariciándole el pelo, con toda la intención de propinarle un beso lleno de cariño, pero algo me detuvo a medio camino, podía oír lo que pasaba debajo de las sabanas, ella estaba llorando, lloraba y yo no sabia la cauda del porque, eso me contrario, mi libido sexual se fugo, y todo lo que quedo fue la parte de mi que genuinamente se preocupa de Mireya como persona.
Así que me acerque no para besarla sino para junto a ella y con nuestros cuerpos desnudos, abrazarla y tratar de consolarla de cualquiera que fuera la causa de su pesar.
- Como pudimos?
Fue la pregunta que siguió.
- Lo hicimos, ya no tiene caso que nos arrepintamos.
Mis caricias cesaron, y me aparte de ella, era obvio para mi que en ese momento debía ser un maldito, me levante de la cama y tome la toalla con toda la intención de dirigirme hacia la ducha y dormir un poco de lo que restaba de la noche del sábado.
- Perdón, alcance a decir mientras me disponía a salir por la puerta.
Ella con lagrimas llenando sus ojos, me dijo.
- Tu no eres un mal hombre, no eres tu el que me ha provocado esto.
- No te entiendo.
- Ha sido maravilloso y disfrute, tanto o quizá mas que tu.
- Entonces, cual ha sido el problema Mire.
- Ven, abrázame.
Deje mis cosas botadas en el umbral de la puerta, y me uní a ella en esta postura tan llena de sensualidad a la que ahora ya estaba acostumbrándome, pero que sin duda seguía surtiendo un efecto estimulante sobre de mi cuerpo.
Me senté, a su lado, ella tomo mi cabeza y la dirigió hacia su pecho mientras me acariciaba el cabello.
- Hacia tanto tiempo que no experimentaba esta sensación, que de repente me embargo el recuerdo de mi marido.
Abrí los ojos de par en par, ahí mismo quede petrificado, una cosa es saber que uno no es el primer hombre en la vida de una mujer, otra es ser abiertamente comparado, y nada menos que con el padre de la ahora esposa mía.
Bueno eso es todo por ahora si los relatos mantienen la respuesta tan positiva, seguire contandolo lo que paso despues.
4 comentarios - ]Mi nueva familia II (El desenfreno sexual II)