Madres viciosas (Parte 1)

Este relato viene en partes amores. Espero que les guste tanto como a mi que lo repasé con una mano entre las piernas. La continuación viene pronto. Lo prometo. Bueno los dejo con la historia de Lucas:

Madres viciosas

Parte 1: Descubrimiento

No es fácil ponerle palabras a las experiencias que viví esa noche. Todas esas sensaciones y emociones fluyendo por todo mi cuerpo con la misma intensidad que un orgasmo son difíciles de llevar a las letras.

Mi nombre es Lucas. Como mi padre es un empresario bastante exitoso vivo en el mismo country desde que tengo memoria. En este lugar conocí a mi mejor amigo Leandro y al poco tiempo se mudó la familia de mi otro cómplice Walter. Hace un par de años se mudó la familia de Fernando y su hermano Patricio con los que se completó el quinteto de inseparables amigos.

Nuestras familias al ser vecinos y en un barrio cerrado son muy unidas. Mi madre, Isabel, siempre busca alguna razón para juntarnos y pasar tiempo con las vecinas y eso estrechó aún más el vinculo del grupo. Nuestros padres que comenzaron su amistad un poco arrastrados por sus mujeres tenían muchas aficiones en común especialmente deportivas.

Justamente ese fue el origen de todo. Los cuatro padres tuvieron la brillante idea de irse juntos de viaje para ver un partido de Rugby en Europa.
Era un viaje de hombres solos por lo tanto no había lugar en él para esposas ni hijos. Por lo que las cuatro familias quedaron sin el jefe del hogar. Eso dejó un escenario extraño que se fue haciendo cada vez peor.

Como siempre ocurría mi madre me comunicó sin consultarme que esa noche nos ibamos a juntar a cenar
- Esta noche invité a las chicas ya que somos solteras por una semana - me dijo como si nada mientras se escribía con las amigas
- Justo hoy que es sábado! Quienes vienen? - le pregunté sabiendo la respuesta
- Pamela, Cristina y Julia. Supongo que vendrán con los nenes - me decía mi vieja que sigue tratándonos como si fuéramos pendejitos.

El nene de Pamela es Lean, el de Cristina Walter y los nenes de Julia son Fer y Pato. El más chico de esos es Patricio con sus 18 años, el resto teníamos todos 20 o prontos a cumplirlos.
Pero hacerle entender esos números a mi madre era todo un desafío. Más fácil dejarlo en nenes.
- Si una joda barbara vamos a tener con nuestras madres acá - le dije resignado.
- Tampoco somos unas ancianas para asilo pero si tanto te incomoda pueden quedarse en el quincho a hacer sus cosas y nosotras nos quedamos acá. No vamos a estar bajo el mismo techo tienen todo el parque y la pile de distancia de sus aburridas madres - me sugirió irónica.
No era una mala idea. En el quincho teníamos todo. Mi viejo lo mandó a hacer justamente para eso. Para tener ese espacio aislado de la casa.

A la tarde salimos en el Mini Cooper con Lean a comprar bastante bebida. La idea era entonarnos bien y salir a buscar minitas entrada la noche y si no morir ahí. Cuando volvíamos nos llamó la atención que no estuvieran los muchachos de la guardia en la entrada. Un poco me preocupó. Fuimos a casa a dejar la bebida y nos fuimos a la casa de Fer y Pato por ser los más cercanos a ver si sabían algo. Nos atendió la mucama y nos dijo que los chicos se habían ido a la cancha de tenis. Pero apenas nos estábamos yendo y sentimos unos sonidos que llamaron nuestra atención. Unos gemidos femeninos venían de la medianera que daba a su patio.
Con Lea nos miramos y nos leímos la mente.

Nos colamos con cuidado hacia el patio como dos espías y lo que encontramos fue todo un premio al esfuerzo. Julia, la madre de nuestros amigos estaba entre los dos guardias vestida con un bikini blanco diminuto. La verdad es que la platinada cuarentona era bomba. Siempre me pareció que tenía pinta de puta pero ahora lo estaba comprobando con lujo de detalles.

- Vos ves lo que yo estoy viendo? - me preguntó Lea mientras contemplaba impávido como los tipos la manoseaban completa y ella se dejaba gustosa.
- Que puta boludo - fue todo lo que me salió decir mientras veía a la voluptuosa madura bajando los cierres de los dos empleados del country.
Me di vuelta un segundo y vi como mi amigo se frotaba la pija por arriba del pantalón viendo como la vieja de Fer y Pato empezaba a chupar una de las inflamadas pijas. Ver esos labios carnosos devorando verga fue mucho sentía que la pija me iba a estallar. No pude evitar el deseo de estar en lugar de ellos y sentir la succión de esa boca. La muy perra los miraba con una sonrisa gatuna mientras lamía por todo el largo de cada pija. Iba alternando el tiempo justo para mantenerlos al borde del éxtasis. Se había sacado la parte superior del bikini y recibía permanentemente las caricias y apretones en esas espectaculares tetas.

Los dos tipos estaban en la gloria y nosotros con las pijas más duras que un roble, desde nuestra posición teníamos un plano excepcional del culo firme y trabajado de la rubia para completarla. Creo que los dos estábamos apunto de meternos cuando sentimos el motor y la música a todo volumen del auto de los chicos. Julia y sus amigos no parecían notarlo y no era para menos en medio de tanto placer no estarían muy atentos.
Le hice señas a Leandro de irnos y me suplicó quedarnos para ver el final.
- Dale que si nos encuentran los pibes acá vamos a estar en un tremendo quilombo con ellos y con Julia.- lo hice entrar en razón. Obvio que yo quería ver más pero era muy arriesgado.

Sentí el auto apagarse y el golpe de las dos puertas y me apuré a interceptarlos. Desde lejos como si recién llegara les grité
- Son de acá rubias? - a modo de chiste como para hacer tiempo y de paso alertar al trío dentro de la casa de que estábamos junto a la puerta
- Que hacen idiotas? Compraron lo que les encargué? - preguntó Fernando
- Si obvio, si quieren pasen por el quincho y arreglamos todo para hoy a la noche - les sugerí en un intento por alejarlos de la pornográfica escena que protagonizaba su madre.
- No man, estamos muertos. Hay que descansar un rato. Te dejo las tareas de mina a vos - dijo Pato. Me alerté un poco hasta que vi a Lea hacerme una seña con los ojos.
Los dos empleados habían salido por el costado. No se si fue por nuestra presencia o ya habían acabado lo suyo. Al ver las sonrisas de satisfacción de los dos se me cruzó la imagen por la mente del rostro refinado de la madre de mis amigos totalmente bañado de leche. No tengo en claro que fue lo último que hablaron los chicos porque esa visión ocupó toda mi atención. Mientras aún mantenía esa erótica fotografía en mi cabeza la puerta se abrió y la sensual Julia se asomó con cara de señora de la casa, como si nada hubiera ocurrido.
- Como están chicos se quedan a merendar? - nos preguntó.
- No gracias - respondí casi sin mirarla. Estaba aún con el bikini pero envuelta en un pareo para fingir recato
Nos despedimos y partimos hacia mi casa.

Leandro se salia de la vaina y apenas cruzamos la puerta estalló en una carcajada.
- No lo puedo creer! Que cerca estuvo - comentó
- Si que manera de pasar todo tipo de calores - le respondí igual de risueño
- No pero que puta la vieja. Tenemos que ver qué hacemos ahora - tiro el comentario como para ver si mordía y yo fui derecho al anzuelo
- Cómo que hacemos? - le pregunté
- Y si. Me vas a decir que no te la queres coger ahora - soltó con toda naturalidad
- Vos estas loco? No solo es nuestra vecina y la madre de nuestros mejores amigos. También es intima amiga tanto de mi vieja como de la tuya. No te parece retorcido?
- Hace unos minutos no nos parecía retorcido a ninguno de los dos - respondió
- Estas re loco negro - cerré la discusión.
Pero lo cierto es que tenía las mismas ganas de comerme esa mujer experimentada y viciosa. Lo que había visto había cambiado para siempre mi imagen de Julia y esa noche la iba a tener de invitada en mi casa.

Con el pasar de las horas es idea fue tomando más fuerza en mi cabeza. Llegada la noche yo ya estaba listo para recibir a mis amigos, con buena música y mucho alcohol, como de costumbre. Un rato después de que se fue la empleada empezaron a caer las visitas. Los primeros en llegar fueron Walter y Cristina. Yo no sabía si era el efecto Julia pero no pude evitar detenerme en la figura de la madre de mi amigo.

Cristina es una morocha que se acerca a los 40 pero su cara no lo dice. Tiene un rostro un tanto aniñado y un físico que nada tiene que envidiarle a las pibas más jóvenes muy delgada, piernas largas y con una cola espectacular. El diminuto y ajustado vestido azul marcaba a la perfección redondez de ese culo.

Cuando todavía los estábamos saludando sonó nuevamente el timbre. Era Leandro acompañado de su madre Pamela. Mis estimulados sentidos pasaron directamente a la madura siguiente. Pame a diferencia de Cristina si tiene un rostro que se acerca a su edad pero no por eso pierde atractivo. Es el prototipo de lo que dirían vulgarmente una MILF. Muchas curvas, sobre todo al frente,siempre bien arreglada y producida. Esa noche no era la excepción. Un fuerte labial rojo invitaba a mirar su sonrisa, el maquillaje de sus ojos hacía su mirada muy felina y el generoso escote de su vestido negro era más que seductor.

No podía seguir mirando de esa manera a las madres de mis amigos. Me sentía el tipo con menos códigos del mundo pero no podía negar la realidad. Estaban más que buenas. El hecho de esa relación casi familiar que las unía con mi madre hacía que nunca las viera de ese modo pero Julia había roto esa barrera. Justamente la rubia fue la última en llegar. Escoltada por sus dos hijo. Estaba hecha un infierno. Un maquillaje apenas más tenue que el de Pamela y un vestido rojo tan corto como los anteriores, la diferencia es que yo ya había visto casi todo lo que había debajo hacía pocas horas.

Como siempre se habían puesto de acuerdo para no pisarse con el vestuario por más que no fueran a salir de allí. De repente todas las amigas de mi vieja me parecían bastante perras. Miraba sus movimientos, su forma de hablar, de reír, de mirar y todo me parecía provocativo. Tal vez la falta de atención de sus maridos las ponía así.
Sería mi imaginación estimulada por el comportamiento de mi vecina esa tarde o algo más?
Me pareció que Leandro venía haciendo el mismo escaneo de maduras que yo solo que me molestó bastante verlo recorrer de esa manera el vestido gris de mi mamá. Fueron unos segundos y siguieron los saludos.

Mientras pensaba todo eso sentí un abrazo y unas tetas grandes en mi espalda que con lo caliente que estaba eran demasiado.
- Y que van a hacer gordito? - preguntaba mi mamá mientras me seguía abrazando. Tengo que reconocer que ese contacto en medio de esa situación me puso bastante incomodo. Por eso apuré la salida como pude
- Ya nos vamos para el quincho con los chicos tengo todo listo ahí. Vamos? - Les dije a los chicos sacándome de encima a mi madre que puede ser muy pegajosa cuando quiere.
- Bueno nosotras vamos a estar acá si necesitan algo - dijo mi madre al despedirnos.

Una vez instalados en el sector más alejado de la casa estuve más tranquilo. Comenzamos a comer, abrir botellas y a reír con las mismas tonterías de siempre. La música a todo volumen nos alejaba aún más de cualquier relación con la casa. Por un momento olvidé que nuestras madres estaban y simplemente me dediqué a divertirme con mis amigos. La noche fue avanzando entre el humo y el alcohol. Así era imposible no reír ante cualquier pavada.

Con el correr de las horas la estupidez colectiva fue en aumento y en un momento vi que Fer y Walter estaban tirando una botella de mano en mano como si fuera una pelota. Pato como buen hermano menor estaba en el medio tratando de agarrarla, Me pareció muy boludo y desde el puf en el que estaba les grité que la corten que iban a romper algo. Pero poco caso hicieron. Estaba cambiando la música cuando escuché la explosión de la botella.

- No pueden ser más pajeros loco! Les dije! - les grité más enojado porque me sacaron de clima que por el desastre de vidrios y alcohol que había en el piso.
- Tranquilo man no pasa nada se limpia! - me calmaba Walter
- Tené cuidado que te vas a cortar boludo! - le dije a los gritos a Patricio que estaba agarrando los pedazos de vidrio
- Bueno pareces mi mamá - Me respondió entre risas
- Ojalá estuviera la mamá - me dijo por lo bajo Leandro. Tuve que morderme para que no se dieran cuenta. Tal vez por ese afán de disimular les dije
- Vayan a la casa a buscar algo para limpiar este quilombo - A lo que los tres salieron en fila murmurando.

- Como vas a decir eso de la vieja boludo - le dije a Lea apenas se alejaron.
- No pasa nada. Es una joda común - me tranquilizó con algo de razón
Nos quedamos ahí esperando a los tres borrachos de nuestros amigos y ante la tardanza me empecé a preocupar. Estaban tan borrachos que capaz rompían algo en la casa o aún peor que alguno quebrara frente a nuestras madres lo que nos dejaría en el peor de los ridículos.
- Che voy a ver por qué tardan estos nabos - le avisé a Leandro
- Te acompaño que voy a hacer acá solo. Me da miedo - dijo tapándose con el mantel. Sí. Mi amigo era un tarado importante pero sabía sacarle drama a las situaciones con esas tonterías.

Apenas entramos a la casa notamos que el clima era absolutamente diferente. De la música movida y a todo volumen del quincho pasamos a una música suave y lenta. Las luces estaban también muy tenues. Había algunas botellas de los mejores vinos vacías y varias copas manchadas con lápiz labial. Era sabido que nuestras madres no esperaban nuestra visitas así que supuse que habían aprovechado a salir por ahí y aprovechar la ausencia de los esposos.

Cuando estaba por gritar a ver donde estaban los chicos algo me detuvo y me paralizó. Escuché voces y gemidos que venían del comedor.
- Ahora le tocará con los del turno noche a Julia? - preguntó frotándose las manos Lea
- Vamos a averiguar - le dije entusiasmado. Esa mina me tenía loco y moría por verla de nuevo en acción.
Miré para todos lados. Me preocupaba que aparecieran mis amigos y me pescaran espiando a su madre. Mientras Leandro se asomó y vi su cara de sorpresa. Debí tomarlo como alerta pero la calentura no me dejaba pensar. No era Julia con los empleados de seguridad era mi vieja que estaba en bolas cabalgando a Fer mientras masturbaba y mamaba las pijas de Pato y Wal. No lo podía creer. Sentí como me subía la sangre por el cuello y me iba poniendo rojo en toda mi cara.

Me giré para no ver esa orgía y vi a Leandro con la boca abierta. No sabía que decir pero yo ya sabía lo que diría y eso me daba más bronca. La palabra puta seguro rebotaba por su mente. Parece que sintió mi mirada fulminante porque me miró y dijo
- Tranquilo Luc. Si entras ahora va a ser más vergonzoso para todos.
- Pero es mi vieja man! - le dije mordiéndome
- No parece obligada tampoco - me dijo mientras de reojo veía a mi vieja lamiendo la pija de Walter con una sonrisa de oreja a oreja. No supe que decir entre el shock y la bronca.
- Mirá quedémonos por acá y asegurémonos que estos borrachos no se zarpen de violentos - sugirió pero se le notaba la calentura en los ojos. Me costaba reconocerlo pero era más que excitante ver una mina con ese tremendo lomo en medio de tres pijas por más que esa mina fuera mi mamá.

Me quedé cayado mirando la escena. Mi madre se movía tan bien como su amiga. El movimiento de su cadera sobre mi amigo era como si con cada meneo se le metiera la pija más adentro. Encima Fernando estiraba sus brazos y manoseaba a su antojo los firmes pechos de mi vieja. Los pezones estaban tan duros que me quedé un largo rato admirándolos. Walter más confiado aparentemente, tomaba la tomaba de la nuca haciendo que su verga desapareciera entre los labios de mi madre que lo miraba fijamente a los ojos.

Sin dudas mi madre tenía mucha experiencia y domaba a su antojo a esos tres.
- Si señora, usted si que es toda una maestra - exclamó Walter con una cara de placer extremo. Mi madre soltó su pija y con unos hilos de saliva algo blanca colgando de sus labios le dijo
- Decime Isabel nene, estamos en confianza ya - sonrió con una cara de gato que nunca le había visto y se dio vuelta para seguir con la pija de Pato
- Uhh siii sos toda una perra Isabel - se descargó este, al sentir esa habilidosa boca.
Mi vieja respondió con unos ruidos ya que tenía la pija entera en la boca. Lo cual era más excitante que cualquier frase lasciva que pudiera pronunciar

Nunca me imaginé a mi madre en algo así pero después de ver como son sus amigas era negación no suponer que ella podría ser igual. Entre gemidos y jadeos de los cuatro era difícil reflexionar al respecto. Leandro se mordía los labios y se tocaba la pija excitado con la situación. Me sentí totalmente solo hasta que noté que yo mismo tenía una erección con esas imágenes tan fuertes. No lo podía negar. Mi madre había resultado tan trola que hasta yo me calentaba viéndola en acción. Un profundo gemido de ella me sacó de esos pensamientos. Pato se había acomodado detrás de ella y estaba empezando a metersela por el culo. Creí que iba a frenarlo pero para mi sorpresa se dio vuelta y le sonrió

Yo sentía que mi pija se llenaba de leche hasta la cabeza mientras veía como mi vieja se tragaba tres pijas jóvenes, una por cada lado.

Después de un rato de ver como gozaban de ella, y con esa sensibilidad que tienen las minas experimentadas se dio cuenta de que ya estaban por acabar, se sacó la pija de Walter de la boca y les dijo con una voz muy de puta
- A ver chicos tráiganmelas para acá - mientras se saboreaba. Los tres obedecieron y se pararon al rededor de ella que arrodillada empezó a chupar a toda velocidad una por una sus vergas. Buscaba hacerlos acabar pero lo hizo con tanta calidad que Fernando no tardó nada en empezar a gemir y acabar en su boca. Mamá se sonrió y el espeso liquido blanco se escurrió entre sus labios. Succionó como si tuviera una bombilla y se tragó lo que quería escapar. Siguió pajeando con una mano a cada uno a los otros dos mientras jugaba con su lengua en las puntas de cada pija. Si que sabía como excitar a un hombre! En cuestión de segundos los dos empezaron a acabar a chorros sobre toda la cara de mi madre. Ella cerraba los ojos y sonreía con la satisfacción de una mina muy sedienta de leche. Se limpió los ojos con los dedos y con la cara chorreando les dio unas últimas lamidas a cada pija para sacar la leche que quedaba.

En ese momento golpee con el codo a Leandro que estaba hipnotizado y le hice señas de que nos fuéramos. No quería que nos vieran ahí. Estábamos camino a la puerta para volver a nuestra reclusión en el quincho cuando mi amigo me frenó.
- Aguantá tengo que emm... pasar por el baño - me dijo haciendo gesto con la cabeza hacia abajo. Al menos fue un poco fino para decir que se iba a pajear pensando en mi vieja.
- Ok tomate tu tiempo yo voy al quincho a fumar algo y relajarme un poco - le concedí
- Hey man, esto no va a quedar así eh! Yo estoy con vos, ojo por ojo con estos sin códigos.- me dijo mientras me apretaba el brazo.
Me sonreí. La verdad no era muy heroica la venganza que tenía en mente. Mas bien era una excusa para comernos a dos hermbrones como Cristina y Julia

Cuando entré al quincho me sorprendí al encontrarme a Pamela enfundada en ese ajustado vestido negro, con su cartera en la mano.
- Espero que no les moleste la intromisión pero sequé el charco que había acá antes de que se seque y junté los vidrios - me decía mientras señalaba que ya no había rastros de la botella que rompieron mis amigos. Yo solamente miraba esos labios escandalosamente rojos
- Gracias. No hacía falta Pame. Que hacías acá? - le dije medio tartamudeando
- Venía a buscar las llaves del auto. Allá se terminó la bebida temprano así que pensé ir a casa a buscar algo más y bueno no quería caminarme todo con estos tacos - me dijo mientras se agachaba para tocarse el zapato y me daba una vista inmejorable de su tremendo escote. Leandro en ese momento se estaba pajeando pensando en mi vieja no me pareció incorrecto mirar un poco las tetas de la suya.
Como si me hubiera leído la mente Pamela me preguntó
- Mi nene? Se dejó el celu acá, donde anda? - se quedó esperando mi respuesta con las manos en la cintura y la cara que hacía cada vez que nos mandábamos alguna con Lea
- Fue al baño y supongo que tendrá para rato - le dije sin entrar en detalles.
- Luquitas vos no me llevas en tu auto? Harías eso por la tía Pame? - me pedía mientras jugaba con su dedo indice en mi pobretona barba. Se me había puesto tan cerca que su dulce perfume se metía en mi nariz como un afrodisíaco. El corazón me empezó a latir fuerte
Tragué saliva. Miré para la casa y ví la luz del baño del primer piso prendida.
- Dale - le dije sacando las llaves del auto de mi bolsillo.

Ella sonrió y salió caminando delante mío.
Que hermosa cola tenía esa mujer y que manera de caminar...


Los espero en la Parte 2
http://www.poringa.net/posts/relatos/2904842/Madres-viciosas-Parte-2.html