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Papá seducido por su nena tetona.

Publicado por Bluma el 03 de Sep, 2016


Aquí les comparto cómo inicie mi vida sexual de la mano de papá.

En ese entonces yo tenía 19 años y papá 48, mis padres habían decidido separarse y como quedaron en buenos términos ambos decidieron vivir cerca uno del otro, prácticamente solo había que caminar unos metros y cruzar la avenida para llegar a la casa del otro, así que yo tenía la facilidad de estar con los dos en un mismo día.

El asunto es que cuando convivía con papá me daba cuenta que ya no solo me veía con amor paternal, su mirada se volvió invasiva y descarada, escaneaba mi cuerpo de arriba abajo con toda la intención sin ningún pudor, no necesite mucho tiempo para entender que tarde o temprano eso pasaría a otro nivel y lejos de sentirme molesta o incomoda, me provoco tantas sensaciones lindas el pensar en ser tocada por él.
Entonces empecé a vestir ropa más reveladora frente a él, mini shorts, faldas cortitas, blusas de tirantes y escotes pronunciados para que él pudiera contemplarme a gusto, mis nalgas paraditas y aún más mis grandes tetas.
Que dicho sea de paso son mi orgullo, desde la pubertad he sido de teta grande y al día de hoy uso un 36 HH, unos 146 centímetros de pechuga que resaltan a primera vista, voy por ahí con un par de sandias rebotando a cada paso que doy, lo que resulta en miradas, comentarios, manoseos y demás situaciones a causa de ellas.


No había mucho que pudiera/quisiera hacer para evitar tal situación, él estaba en todo su derecho como hombre de ver y tocar mi cuerpo y siendo mi padre en su derecho de ejercer su autoridad sobre mí y eso incluía profanar mi cuerpo a su placer de la forma que quisiera.

Así, un viernes en la tarde, mi plan de salir a dar una vuelta con mis amigas se vio totalmente modificado, me había arreglado con un mini vestido negro de escote apretado y tacones azules, íbamos solo a llamar la atención por ahí, sin llegar a más.
Una vez lista me despedí de mamá y me coloque una gabardina a sugerencia de ella, estando afuera camine algunos metros logrando visualizar el auto de papá que venía en dirección contraria a donde yo iba, le hice señas y aproveche para pedirle que me llevara, ya en el auto noté que regresaba de trabajar, estaba tenso y estresado.
Consciente de su estado decidí entretenerlo un poco como venía haciéndolo desde hace tiempo, abriendo la gabardina y jalando un poco el escote del vestido de manera que se asomara el inicio de mis pezones, no tardo en voltear y escuche que aclaro su garganta, me hice la desentendida y siguió conduciendo sin decir nada, hasta que llegamos a una pequeña zona de topes bajos y continuos, puse mis brazos a los lados, así él podría ver mejor cómo me rebotaban, al primer tope mis pezones se asomaran por completo, paso los demás con movimientos bruscos y mis tetas saltaron fuera del apretado escote quedando totalmente expuestas para él y aunque yo lo había provocado no pude evitar sonrojarme y sonreír por los nervios, adelantó su mano aprisionando mi pezón izquierdo con los dedos.


—Hoy definitivamente no terminará solo así nena, ordeñaré tus ubres hasta sacarles leche y luego voy a preñarte— terminó llevándome con él a su casa para hacer realidad esas palabras, no dije nada durante el trayecto, me encontraba emocionada y nerviosa.
En cuanto llegamos a casa papá me hizo quitarme la gabardina, se acercó y levanto mis brazos inhalando el aroma de ellos pasando por mis axilas hasta llegar al inicio de mi pecho que subía y bajaba notoriamente, de un solo movimiento me bajo el vestido junto con las bragas, observando ansiosamente mi cuerpo —Amamántame cariño— paso su lengua y cara por en medio de mis senos varias veces— Amamántame con tus ricas mamilotas— las apretó y juntando mis pezones los empezó a succionar al mismo tiempo a un ritmo apresurado, totalmente entretenido, yo lo veía con mi respiración acelerada sintiendo por primera vez cómo eran ordeñadas mis ubres, ambos pezones dentro de la boca de papá siendo lengüeteados, mordidos y succionados hasta dejarlos rojos e inflamados, mi rajita ya estaba totalmente mojada y apenas íbamos empezando, pasaron un par de minutos cuando dejo de magrear mis pechos para tomarme por la cintura guiándome de manera brusca para recostarme sobre las escaleras —Mi nena tetona— dijo mientras se abría la bragueta sacando su miembro frente a mi cara, la cual no dejaba de estar sonrojada, golpeteo con la punta de su pene sobre mis labios y sin necesidad de que me lo ordenara se lo saboree poco a poco familiarizándome con esa tarea, anticipe que no me trataría con mucha ternura necesitaba eso desde hace tiempo, luego de un minuto se montó sobre mí posicionando su falo gordo entre mis tetas para hacerse una paja, observe como se le perdía entre mis masas, arqueando mi espalda en cuanto sentí que las apretaba y bombeaba con su verga, usó sus pulgares estimular aún más mis pezones, cerré los ojos un momento disfrutando cada movimiento que hacía, luego dirigí mi vista hacia su rostro, con sus pupilas dilatadas me veía de manera penetrante y un poco burlón— Está es tu posición, servir a los hombres deleitándonos con tus grandes tetas y ofreciendo tus hoyos para ser taladrados a placer de todos— comentó seriamente y fruncí el ceño ante sus palabras, estrujó con más fuerza mis senos aumentando la velocidad del bombeo y expulsando su leche sobre mis tetas, cayendo algunas gotas en mis mejillas y pelo— Pero sobre todo, sirves a papá para ensartarte— estaba totalmente de acuerdo con él.


—Hazlo, ensártame y lléname con tu lechita— se levantó y me hizo ponerme de pie para llevarme al comedor, me sentó en la mesa buscando mis labios para empezar una sesión de besos húmedos y acelerados, tan concentrada estaba sintiendo cómo mi boca era explorada por su legua que no me di cuenta en que momento había acercado su mano a mi rajita cuando sentí que era perforada de golpe por dos de sus dedos, los giro un par de veces y los saco.


—Quisiera meterte hasta los huevos en cada uno de tus hoyos— dijo entre besos dejando marcas en mi cuello y pecho, luego ordenó que me recostara, se inclinó para ver mi entrada y sentí que la cara se me puso roja, ya me había visto desnuda y se había hecho una paja con mis tetas, pero por alguna razón los nervios me invadieron e instintivamente me tape lo ojos, acaricio con sus dedos y abrió mis labios vaginales para ver mi agujero —Rico, para llenarlo con mi semilla— dijo para después dirigir su lengua directamente a mi hoyito lengüeteando ahí adentro por un rato, no pude más que deshacerme en jadeos desesperados, experimentando olas de calor placentero.

Minutos después se posiciono entre mis piernas, coloco una de ellas sobre su hombro y sujeto mis cadera de manera firme, frotó el largo de su pene en medio de mi entrada, provocándome un temblor en la piernas, pensando en que no me había lo suficiente, acerco la punta de su falo a mi hoyo, hizo presión y se alejó unos centímetros— Una cosita tan apretada y virginal debe ser reventada ASI— acto seguido como bestia la clavo de golpe, no entro por completo y lo saco tomando más impulso —¿Cómo que no? ¡Toma!— lo clavo de nuevo está vez topando con la pared de mi útero, grite por la impresión y también por el dolor que me provocó.


—Bestia— mi papá solo se burló y sin dejar que me acostumbrara a su pedazo de carne empezó a bombear desesperadamente, mis gemidos agudos retumbaban por toda la casa, por momentos me dolía, pero no quise detenerlo y ni podría.
En el tiempo que he tenido relaciones con papá nunca me ha penetrado suavemente, disfruta taladrar mi agujero hasta dejarlo bien abierto y repleto de su semilla para luego botarme por ahí como trapo viejo.


De esa manera, firme y rápido, estuvo perforándome un buen tiempo, mi pierna se movía al compás de él recargada en su pecho y el tacón sobre su hombro, mis tetas rebotaban como gelatinas golpeando una con otra, a la vez disfrutaba ese dolorcito cada que lo deslizaba y me perdía escuchando el sonido húmedo de las penetraciones provocado por nuestros fluidos.


—Que rico caldito—hizo movimientos circulares con su pene y se acercó para chuparme una teta, esa fricción me provoco varios estirones de piernas y gemidos ahogados, sintiendo mi primer orgasmo provocado por un hombre, saco su pene por completo y lo metió de una estocada, yo estaba tan feliz que ya no me importo como lo hundiera, elevó mis caderas para penetrar a su gusto y repitió el acto tantas veces hasta que empezó de nuevo a taladrar frenéticamente, mis tetas incluso chocaban con mis mejillas, las agarre y yo misma chupe mis pezones, en cuanto papá vio ese acto dejo salir toda su leche en mi interior, emitiendo un gruñido grave, me concentré sintiendo cómo se bañaban de esperma caliente mis paredes internas, al terminar suspiró satisfecho y sin sacar su pene descanso un rato usando mis senos de almohadas, yo estaba temblando y trataba de regular mi respiración.
De algún lado agarro fuerzas y 10 minutos después me volvió a follar, durante menos tiempo, pero vaciando de nuevo su semilla en mi interior, mi hueco ya se sentía llenito de fluido masculino—Leche de tres días solo para ti— se inclinó y me dio un beso largo.


—Gracias por tu lechita papá— dio un último lametón a mis ubres, saco su verga de mi agujero limpiándola en mis muslos, se la guardó y abrochó su pantalón, observando orgulloso la escena que dejaba sobre la mesa.


— ¿Aún vas a querer que te lleve?— salió de la casa riendo, dejándome tirada en la mesa con la piernas aún abiertas y temblando, palpe mi entrada sintiendo cómo quedaba inflamada y derramando la leche de papá corriendo por el medio de mis nalgas, estuve un rato así en lo que me tranquilizaba.

Más tarde regresé a casa de mi mamá, quién ya dormía y recibí un mensaje de mis amigas preguntando por qué no había llegado “pensamos que te habían secuestrado para violarte”, pues algo parecido había pasado y recordando esa noche con papá caí en un profundo sueño hasta el mediodía.

Cabe mencionar que la noche siguiente papá aprovechó la ausencia de mi mamá para profanar mi trasero cruelmente.


Así inicié mi vida sexual y mi gusto por sentirme dominada, sobre todo por hombres maduros.

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