Hola niños!
Por desgracia no pude hacer nada más con Sandy después de eso porque llegaron sus amigas, así que me tuve que regresar a casa. Por mi mente pasó la idea de esa chica follando con todo su grupito en una buena orgía lésbica, y dado que la sexualidad de ella estaba por los aires, quizá también ella había tenido en mente una fantasía. Así pues me quedé sin nada mejor que hacer que volver a casa. Como pensé que mamá estaría dormida decidí no hacer ruido y en silencio fui a mi habitación. Grande fue mi sorpresa que al entrar, vi a mamá frente a mi escritorio, con la computadora encendida y viendo un vídeo porno a pantalla completa.
—¡Mamá!
Ella me miró sin mucho interés. Se sacó la mano de la entrepierna y apagó la pantalla.
—¿Qué no sabes tocar?
—Sí, pero ésta es mi habitación ¿qué estabas haciendo?
—Mirando una porno ¿quieres verla conmigo? —me tendió un coctel que estaba bebiendo y yo lo probé. Sabía extraño. Nunca lo había probado.
Miré a mamá. Llevaba unos ajustados shorts de licra y una blusita transparente. Sus grandes melones estaban muy juntos, y sus puntas excitadas por el vídeo se alzaban por encima de la tela. Yo suspiré de resignación, y dado que todavía estaba un poco caliente por el sexo con Sandy, pensé en que no habría nada de malo en ello. Me encogí de hombros y me recosté en la cama.
—Haz lo que quieras. No trabajo hasta la noche y no tengo mucho qué hacer.
Mi madre, que por cierto se llamaba Aura, me tomó la palabra y volvió a encender el monitor. Yo tomé un libro para leer desinteresadamente, pero me tuve que dejar de concentrar a los pocos minutos porque en voz baja me llegaban los gemiditos de mamá mientras se dedeaba la concha. La miré. Estaba de espaldas a mí, con su ralo cabello cayéndole libre por la espalda. Recordé que desde niñas mamá había tenido una vida sexual muy activa, y que sin preámbulos podría incluso follar frente a nosotras. Algo en ese pensamiento me produjo un poco de calor en el vientre. Me vinieron los dulces jadeos de ella mientras follaba la noche anterior. De hecho, mi hermana y mamá comieron riquísimas pollas mientras que yo estaba intentando dormir.
—¿Qué vídeo es?
Ella lo puso en pausa y se giró hacia mí.
—¿Quieres verlo conmigo?
—Mm. Sí, ¿por qué no?
Con una sonrisota de oreja a oreja, y algo traviesa, mamá le puso play al vídeo y se tiró a mi lado en la cama.
—¿Te molesta si mami se toca un poco?
La miré con atención y tragué saliva. A pesar de que la mujer no me caía muy bien por lo pésima madre que había sido, no pude negar que era hermosa y algo en eso me atrajo mucho la atención. Asentí lentamente, mirando como su mano se metía por debajo de sus shorts y comenzaba a tocarse la vulva. Sus grandes ojos estaban puestas en la pantalla. Sus pezones se alzaban por encima de la blusa. ¡Suficiente! No lo resisto más.
Sin poder hacer algo, excitada por tener a mamá masturbándose junto a mí, salí del cuarto y me fui a la ducha para darme un buen remojón. El corazón todavía me brincaba con violencia ante la idea de masturbarme junto a ella. ¿es que me estoy volviendo loca? Una cosa era hacerlo con otras personas, incluso con Lilith, a quien le había enseñado a tocarse, pero ¿con mamá? Eso sí que eran pisar ligas mayores.
Me quedé desnuda bajo el agua, esperando a que se me calmaran los nervios. Fue entonces que mamá entró.
—¿Te sientes bien? Saliste corriendo.
—Sí. Sólo… me estoy duchando. Sal de aquí.
—¿Te molesta si nos bañamos juntas? Lo hacíamos cuando eras niña.
Antes de que pudiera responderle ella ya se despojaba de la blusa. Sus tetas de silicona casi brillaban por sí solas. Su cintura era sumamente estrecha, increíblemente torneada, y cuando se bajó los shorts, noté que tenía un pequeño arete en el clítoris.
—Ma… má ¿qué tienes allí?
—Ah, te gusta —se abrió los labios para que yo viera mejor su adorno —. Me lo puse hace poco. Estaba en una de mis locas andanzas con mis amigas y se nos ocurrió.
Me sonrojé y aparté la mirada, fingiendo que me enjabonaba. Fue cuando sentí las manos de mamá tocándome los hombros, y sus duros pezones en mi espalda. Pinchaban de lo calientes que estaban. Luego me abrazó justo por debajo de las tetas.
—¿Sabes, Ashley? Las he echado mucho de menos. Ustedes eran mis princesas. Lamento no haber estado allí antes para ustedes y ver cómo crecían.
—Pues no nos hiciste mucha falta —le repliqué por casi abandonarnos. Ella suspiró y me dio un beso en el hombro. Ahora sus manos bajaron lentamente por mi vientre hasta mis caderas —. Lo sé. Sólo… me sentía vieja. Es decir, por un error no disfruté de mi juventud… y yo cometí muchas fallas, pero quiero remediarlo —me dio la vuelta y me escrutó con sus grandes ojos azules —, y deseo hacer de todo con ustedes.
—Pero…
Dejé las palabras en el aire cuando ella, violentamente, me atrajo hacia sí para plantarme un beso. La irrupción de su lengua fue increíblemente rápida, el salvajismo, la experiencia con la que me estaba comiendo la boca fue tan maravillosa que durante un instante yo me quedé con los labios entreabiertos y los ojos como platos. Me abrazó de las caderas y me juntó más a su cuerpo, de modo que mis tetitas en comparación con las suyas se aplastaron bajo el peso de los implantes. El agua y el jabón reducían la fricción de nuestros cuerpos frotándose, y de un momento a otro, ella movió sus manos a mi culo, presionándome las nalgas.
El calor en mi coño aumentó bastante, y cerré los ojos y correspondí a su beso.
—Saca la lengua.
Lo hice, y ella comenzó a chuparla con su boca. Sus dedos encontraron el agujero de mi ano e introdujo uno allí. Fue tan brusca que todo mi cuerpo se sacudió. Lo hundió todo.
—Ay, hija. Estás caliente por dentro.
Empezó a meterlo y a sacarlo, arrancándome grandes suspiros. Mientras tanto disfrutaba de mi lengua en sus labios, del intercambio de saliva. Yo también moví mis manos para acariciarle las grandes tetas, duras como globos llenos de agua.
—Ah… vamos a la cama. Quiero hacerle el amor a mi niña.
—Sí, vamos.
Sí, sí. ¿A dónde se fueron mis principios? Nada más tuve tiempo de secarme cuando ella me jaló del brazo y me llevó hasta el cuarto. Me arrojó sobre la cama y antes de que pudiese decirle algo, me abrió las piernas y se hundió en mi coño. Yo me reí ante las cosquillas que me hacía su pelo y percibí cómo su lengua buscaba fervientemente mi clítoris. Grité cuando lo mordió, y luego introdujo dos de sus dedos y comenzó a exprimir todos los jugos que a penas estaban brotando de mi vagina.
Era la follada más salvaje que me había dado una mujer hasta la fecha, y mis jadeos no hicieron sino volverse más fuertes. Yo trataba de cerrar los muslos por reflejo, pero ella los tenía bien sujetos y me miraba a los ojos, estudiando mis reacciones y presionando con su boca para meterme la lengua. Si la tuviera más larga, de seguro me hubiese llegado hasta el útero.
—No te muevas —dijo y salió rápidamente del cuarto. Volvió enseguida con su consolador —. Ponte a cuatro patas.
—¿Qué me vas a hacer?
—Vamos a jugar un poco. ¡Ponte!
Casi fue un delicioso regaño. La obedecí y levanté el trasero. Ella se colocó justo detrás de mí. Separó mis nalgas y con una fuerza bastante dura, metió el consolador dentro de mi vagina. Lo encendió y las vibraciones del aparato me comenzaron a dar convulsiones por todos mis pequeños nervios. Mis gemidos eran casi lloriqueos ante tal increíble y doloroso placer. Ella lo movía sádicamente por todo mi interior y luego acercaba la boca para beberse los jugos que derramaba.
—Hija, qué rica estás. En serio que estás muy cachonda ¿verdad?
—Uhm… mami… ah… más fuerte.
Me dio una nalgada y luego clavó los dientes en mis nalgas. Mordió fuerte. Grité un poco y luego me relajé cuando sentí su lengua tanteando la superficie de mi culo.
—¿Haces anal?
—Sí.
—Mi bebita ya creció.
Sentí como trataba de meterme el juguete por el recto, pero era demasiado grande y le dije que no lo hiciera. A continuación volvió a ponerlo dentro de mi vagina, moviéndolo con más fuerza que antes. Yo estaba disfrutando de lo lindo y tuve mi primer orgasmo. Ella sacó el juguete y se levantó de la cama cuando su celular empezó a sonar.
—¿Sí? ¿Quién es?
Yo me giré, jadeando todavía por la salvaje follada y comencé a restregarme el coño para mojar mis dedos y comerme mis fluidos. Mamá frunció las cejas.
—Está bien. En media hora —y colgó.
—¿Qué ocurre?
—Me tengo que ir. Mi ex amante está en la ciudad y quiere verme.
—Pe… pero y yo…
—¿Qué? Eso sólo fue un previo de lo que podría ser —tomó su ropa, me dio un beso en los labios y se fue a cambiar. En menos de quince minutos ya estaba marchándose con mi coche.
Yo me quedé allí tendida en la cama durante la mayor parte del día, jugando con el consolador que mamá había dejado para mí. Era un juguete increíble y muy genial como para agotarle todas las baterías. Sin embargo necesitaba a un hombre, una verga de verdad. Algo vivo dentro de mí. Y como si le hubiese dicho ese deseo a una estrella fugaz, no tardó mucho en que el hombre llegara a mi puerta.
—Hola, cari…
Ni le permití terminar de hablar. Llevé a Demian al cuarto y lo tiré sobre la cama. Acto seguido me desnudé. Él ya lo imaginaba así que se empezó a desabrochar la camisa y a sacarse los pantalones. Cuando lo tuve al fin desnudo y vi su verga semierecta, no lo resistí más y me tiré sobre él, cogiendo el pene con mi boca y llevándolo hasta el fondo de mi garganta. Agarró tamaño rápidamente hasta que el mero hecho de tenerlo dentro me dio arcadas. Aun así mamé con renovadas fuerzas, como si la cogida de mamá me hubiese encendido durante todo el día. Me dolía el coño incluso.
—Es… espera, vas a hacer que me corra. ¿Qué tienes?
—Hambre —dije masturbándolo con fuerza. Demonios ¿qué me pasaba? ¿es que mamá me había dado algo en su coctel? Sólo esa podía ser la explicación por el tremendo calor que sentía.
Así pues me apresuré a montar sobre Demian e introduje su verga directamente dentro de mi coño. Cabalgué como nunca antes lo había hecho, llena de éxtasis, de dolor, de placer. Podía sentir el largo pene llegando hasta mi útero incluso, como me abría y los jugos que chorreaban para lubricarme más.
—Ay, sí, ay, sí. Más, más —gemía yo como una gatita en celo.
Después de hacerle disfrutar montándolo, me puse a cuatro patas y me abrí el coño con las manos. Él se aproximó lentamente, poniendo sus manos en mis caderas y me clavó la verga con tanta fuerza que se me salieron unas lágrimas por el esfuerzo. Acto seguido empezó a bombear dentro de mí, a desgarrarme las paredes con el grosos de su pene, a arrancarme suspiros de placer y muecas de dolor. Subió una pierna sobre la cama para poder penetrar más a fondo.
—¿Hermana? ¿estás…? —-Lilith abrió la puerta, y me vio completamente ensartada. Su carita de niña se sonrojó como un tomate y luego, riendo, salió lentamente y me guiñó un ojo antes de irse.
Por alguna razón el hecho de que mi hermana menor se hubiese asomado hizo que Demian eyaculara. El calor de su semen me invadió toda la raja y se fue hasta las partes más profundas de mi cuerpo.
—¡Rayos! Tú hermana es jodidamente guapa.
—Por eso te corriste ¿verdad?
Se recostó. Su pene ya estaba flácido, y ni por más que lo tomé con mi boca, pude levantarlo. Además mi coño todavía chorreaba semen, así que me apresuré a limpiarlo. Me fui a la ducha y le dejé a él en la cama para descansar. Nada más entrar, vi a Lilith desnudándose a punto de entrar en la bañera.
—¡Ay…! Perdón.
—No, no. Entra —dijo con un bonito gesto de su cabeza —. Tienes que limpiarte.
—Sí, gracias.
Vi como se le coloreaba las mejillas cuando me metí al agua. Ella encogió las piernas para darme espacio en la tina. Se veía hermosa, sumamente encantadora y tierna como una preciosa conejita recién nacida. Intercambiamos una mirada y ella se rió.
—¿Qué?
—Nunca te había visto ensartada, hermana.
—Ah… sí. Creo que me dejé llevar.
—-Tienes una cara muy bonita jajaja. Gimiendo ay, ay, ay.
—¡Cállate! Me da un poco de pena que me hayas visto.
—Uf, si tú me vieras como soy en la cama.
—Bien cogelona ¿verdad?
—Seguramente sí —me guiñó un ojo, y entonces se puso de espaldas y recargó su peso contra mí, de modo que mis pezones, todavía erectos, le tocaron la espalda. Yo me apresuré a rodear su estrecha cintura con mis manos y a darle besitos en el cuello —. He decidido participar en la sesión de fotos eróticas. Mañana iré ¿me acompañas?
—Sí, claro.
—Le dije a mamá.
—¡¿Qué qué?!
—Qué le dije a mamá de mi trabajo de modelo y ella se enojó un poco pero luego se lo tomó con gracia. Igual irá a verme mañana. ¡Qué nervios! Me verá abierta ante la cámara.
Bueno, era un alivio que mamá mostrara apoyo a nuestra Lilith.
—Y… también recibí una llamada de Daniel, el primo director de porno. Me ofreció trabajo en un filme…
—No. eso sí que no.
—Escucha —insistió —. Dijo que sólo tenía que masturbarme frente a la cámara. No sé… me llama la atención hacerlo. Creo que soy vouyerista o algo así.
Gruñí. Estaba un poco fuera de onda por eso, pero si mi hermanita quería hacerlo, no me quedaba más que apoyarla. Le di un besito en el hombro y nos quedamos remojadas en la tina durante un buen rato.
-------------------
Felices pajas 🙂 y gracias a todos mis seguidores, los que me puntúan, me comentan y en fin, a toda la comunidad, nos vemos en la próxima
Por desgracia no pude hacer nada más con Sandy después de eso porque llegaron sus amigas, así que me tuve que regresar a casa. Por mi mente pasó la idea de esa chica follando con todo su grupito en una buena orgía lésbica, y dado que la sexualidad de ella estaba por los aires, quizá también ella había tenido en mente una fantasía. Así pues me quedé sin nada mejor que hacer que volver a casa. Como pensé que mamá estaría dormida decidí no hacer ruido y en silencio fui a mi habitación. Grande fue mi sorpresa que al entrar, vi a mamá frente a mi escritorio, con la computadora encendida y viendo un vídeo porno a pantalla completa.
—¡Mamá!
Ella me miró sin mucho interés. Se sacó la mano de la entrepierna y apagó la pantalla.
—¿Qué no sabes tocar?
—Sí, pero ésta es mi habitación ¿qué estabas haciendo?
—Mirando una porno ¿quieres verla conmigo? —me tendió un coctel que estaba bebiendo y yo lo probé. Sabía extraño. Nunca lo había probado.
Miré a mamá. Llevaba unos ajustados shorts de licra y una blusita transparente. Sus grandes melones estaban muy juntos, y sus puntas excitadas por el vídeo se alzaban por encima de la tela. Yo suspiré de resignación, y dado que todavía estaba un poco caliente por el sexo con Sandy, pensé en que no habría nada de malo en ello. Me encogí de hombros y me recosté en la cama.
—Haz lo que quieras. No trabajo hasta la noche y no tengo mucho qué hacer.
Mi madre, que por cierto se llamaba Aura, me tomó la palabra y volvió a encender el monitor. Yo tomé un libro para leer desinteresadamente, pero me tuve que dejar de concentrar a los pocos minutos porque en voz baja me llegaban los gemiditos de mamá mientras se dedeaba la concha. La miré. Estaba de espaldas a mí, con su ralo cabello cayéndole libre por la espalda. Recordé que desde niñas mamá había tenido una vida sexual muy activa, y que sin preámbulos podría incluso follar frente a nosotras. Algo en ese pensamiento me produjo un poco de calor en el vientre. Me vinieron los dulces jadeos de ella mientras follaba la noche anterior. De hecho, mi hermana y mamá comieron riquísimas pollas mientras que yo estaba intentando dormir.
—¿Qué vídeo es?
Ella lo puso en pausa y se giró hacia mí.
—¿Quieres verlo conmigo?
—Mm. Sí, ¿por qué no?
Con una sonrisota de oreja a oreja, y algo traviesa, mamá le puso play al vídeo y se tiró a mi lado en la cama.
—¿Te molesta si mami se toca un poco?
La miré con atención y tragué saliva. A pesar de que la mujer no me caía muy bien por lo pésima madre que había sido, no pude negar que era hermosa y algo en eso me atrajo mucho la atención. Asentí lentamente, mirando como su mano se metía por debajo de sus shorts y comenzaba a tocarse la vulva. Sus grandes ojos estaban puestas en la pantalla. Sus pezones se alzaban por encima de la blusa. ¡Suficiente! No lo resisto más.
Sin poder hacer algo, excitada por tener a mamá masturbándose junto a mí, salí del cuarto y me fui a la ducha para darme un buen remojón. El corazón todavía me brincaba con violencia ante la idea de masturbarme junto a ella. ¿es que me estoy volviendo loca? Una cosa era hacerlo con otras personas, incluso con Lilith, a quien le había enseñado a tocarse, pero ¿con mamá? Eso sí que eran pisar ligas mayores.
Me quedé desnuda bajo el agua, esperando a que se me calmaran los nervios. Fue entonces que mamá entró.
—¿Te sientes bien? Saliste corriendo.
—Sí. Sólo… me estoy duchando. Sal de aquí.
—¿Te molesta si nos bañamos juntas? Lo hacíamos cuando eras niña.
Antes de que pudiera responderle ella ya se despojaba de la blusa. Sus tetas de silicona casi brillaban por sí solas. Su cintura era sumamente estrecha, increíblemente torneada, y cuando se bajó los shorts, noté que tenía un pequeño arete en el clítoris.
—Ma… má ¿qué tienes allí?
—Ah, te gusta —se abrió los labios para que yo viera mejor su adorno —. Me lo puse hace poco. Estaba en una de mis locas andanzas con mis amigas y se nos ocurrió.
Me sonrojé y aparté la mirada, fingiendo que me enjabonaba. Fue cuando sentí las manos de mamá tocándome los hombros, y sus duros pezones en mi espalda. Pinchaban de lo calientes que estaban. Luego me abrazó justo por debajo de las tetas.
—¿Sabes, Ashley? Las he echado mucho de menos. Ustedes eran mis princesas. Lamento no haber estado allí antes para ustedes y ver cómo crecían.
—Pues no nos hiciste mucha falta —le repliqué por casi abandonarnos. Ella suspiró y me dio un beso en el hombro. Ahora sus manos bajaron lentamente por mi vientre hasta mis caderas —. Lo sé. Sólo… me sentía vieja. Es decir, por un error no disfruté de mi juventud… y yo cometí muchas fallas, pero quiero remediarlo —me dio la vuelta y me escrutó con sus grandes ojos azules —, y deseo hacer de todo con ustedes.
—Pero…
Dejé las palabras en el aire cuando ella, violentamente, me atrajo hacia sí para plantarme un beso. La irrupción de su lengua fue increíblemente rápida, el salvajismo, la experiencia con la que me estaba comiendo la boca fue tan maravillosa que durante un instante yo me quedé con los labios entreabiertos y los ojos como platos. Me abrazó de las caderas y me juntó más a su cuerpo, de modo que mis tetitas en comparación con las suyas se aplastaron bajo el peso de los implantes. El agua y el jabón reducían la fricción de nuestros cuerpos frotándose, y de un momento a otro, ella movió sus manos a mi culo, presionándome las nalgas.
El calor en mi coño aumentó bastante, y cerré los ojos y correspondí a su beso.
—Saca la lengua.
Lo hice, y ella comenzó a chuparla con su boca. Sus dedos encontraron el agujero de mi ano e introdujo uno allí. Fue tan brusca que todo mi cuerpo se sacudió. Lo hundió todo.
—Ay, hija. Estás caliente por dentro.
Empezó a meterlo y a sacarlo, arrancándome grandes suspiros. Mientras tanto disfrutaba de mi lengua en sus labios, del intercambio de saliva. Yo también moví mis manos para acariciarle las grandes tetas, duras como globos llenos de agua.
—Ah… vamos a la cama. Quiero hacerle el amor a mi niña.
—Sí, vamos.
Sí, sí. ¿A dónde se fueron mis principios? Nada más tuve tiempo de secarme cuando ella me jaló del brazo y me llevó hasta el cuarto. Me arrojó sobre la cama y antes de que pudiese decirle algo, me abrió las piernas y se hundió en mi coño. Yo me reí ante las cosquillas que me hacía su pelo y percibí cómo su lengua buscaba fervientemente mi clítoris. Grité cuando lo mordió, y luego introdujo dos de sus dedos y comenzó a exprimir todos los jugos que a penas estaban brotando de mi vagina.
Era la follada más salvaje que me había dado una mujer hasta la fecha, y mis jadeos no hicieron sino volverse más fuertes. Yo trataba de cerrar los muslos por reflejo, pero ella los tenía bien sujetos y me miraba a los ojos, estudiando mis reacciones y presionando con su boca para meterme la lengua. Si la tuviera más larga, de seguro me hubiese llegado hasta el útero.
—No te muevas —dijo y salió rápidamente del cuarto. Volvió enseguida con su consolador —. Ponte a cuatro patas.
—¿Qué me vas a hacer?
—Vamos a jugar un poco. ¡Ponte!
Casi fue un delicioso regaño. La obedecí y levanté el trasero. Ella se colocó justo detrás de mí. Separó mis nalgas y con una fuerza bastante dura, metió el consolador dentro de mi vagina. Lo encendió y las vibraciones del aparato me comenzaron a dar convulsiones por todos mis pequeños nervios. Mis gemidos eran casi lloriqueos ante tal increíble y doloroso placer. Ella lo movía sádicamente por todo mi interior y luego acercaba la boca para beberse los jugos que derramaba.
—Hija, qué rica estás. En serio que estás muy cachonda ¿verdad?
—Uhm… mami… ah… más fuerte.
Me dio una nalgada y luego clavó los dientes en mis nalgas. Mordió fuerte. Grité un poco y luego me relajé cuando sentí su lengua tanteando la superficie de mi culo.
—¿Haces anal?
—Sí.
—Mi bebita ya creció.
Sentí como trataba de meterme el juguete por el recto, pero era demasiado grande y le dije que no lo hiciera. A continuación volvió a ponerlo dentro de mi vagina, moviéndolo con más fuerza que antes. Yo estaba disfrutando de lo lindo y tuve mi primer orgasmo. Ella sacó el juguete y se levantó de la cama cuando su celular empezó a sonar.
—¿Sí? ¿Quién es?
Yo me giré, jadeando todavía por la salvaje follada y comencé a restregarme el coño para mojar mis dedos y comerme mis fluidos. Mamá frunció las cejas.
—Está bien. En media hora —y colgó.
—¿Qué ocurre?
—Me tengo que ir. Mi ex amante está en la ciudad y quiere verme.
—Pe… pero y yo…
—¿Qué? Eso sólo fue un previo de lo que podría ser —tomó su ropa, me dio un beso en los labios y se fue a cambiar. En menos de quince minutos ya estaba marchándose con mi coche.
Yo me quedé allí tendida en la cama durante la mayor parte del día, jugando con el consolador que mamá había dejado para mí. Era un juguete increíble y muy genial como para agotarle todas las baterías. Sin embargo necesitaba a un hombre, una verga de verdad. Algo vivo dentro de mí. Y como si le hubiese dicho ese deseo a una estrella fugaz, no tardó mucho en que el hombre llegara a mi puerta.
—Hola, cari…
Ni le permití terminar de hablar. Llevé a Demian al cuarto y lo tiré sobre la cama. Acto seguido me desnudé. Él ya lo imaginaba así que se empezó a desabrochar la camisa y a sacarse los pantalones. Cuando lo tuve al fin desnudo y vi su verga semierecta, no lo resistí más y me tiré sobre él, cogiendo el pene con mi boca y llevándolo hasta el fondo de mi garganta. Agarró tamaño rápidamente hasta que el mero hecho de tenerlo dentro me dio arcadas. Aun así mamé con renovadas fuerzas, como si la cogida de mamá me hubiese encendido durante todo el día. Me dolía el coño incluso.
—Es… espera, vas a hacer que me corra. ¿Qué tienes?
—Hambre —dije masturbándolo con fuerza. Demonios ¿qué me pasaba? ¿es que mamá me había dado algo en su coctel? Sólo esa podía ser la explicación por el tremendo calor que sentía.
Así pues me apresuré a montar sobre Demian e introduje su verga directamente dentro de mi coño. Cabalgué como nunca antes lo había hecho, llena de éxtasis, de dolor, de placer. Podía sentir el largo pene llegando hasta mi útero incluso, como me abría y los jugos que chorreaban para lubricarme más.
—Ay, sí, ay, sí. Más, más —gemía yo como una gatita en celo.
Después de hacerle disfrutar montándolo, me puse a cuatro patas y me abrí el coño con las manos. Él se aproximó lentamente, poniendo sus manos en mis caderas y me clavó la verga con tanta fuerza que se me salieron unas lágrimas por el esfuerzo. Acto seguido empezó a bombear dentro de mí, a desgarrarme las paredes con el grosos de su pene, a arrancarme suspiros de placer y muecas de dolor. Subió una pierna sobre la cama para poder penetrar más a fondo.
—¿Hermana? ¿estás…? —-Lilith abrió la puerta, y me vio completamente ensartada. Su carita de niña se sonrojó como un tomate y luego, riendo, salió lentamente y me guiñó un ojo antes de irse.
Por alguna razón el hecho de que mi hermana menor se hubiese asomado hizo que Demian eyaculara. El calor de su semen me invadió toda la raja y se fue hasta las partes más profundas de mi cuerpo.
—¡Rayos! Tú hermana es jodidamente guapa.
—Por eso te corriste ¿verdad?
Se recostó. Su pene ya estaba flácido, y ni por más que lo tomé con mi boca, pude levantarlo. Además mi coño todavía chorreaba semen, así que me apresuré a limpiarlo. Me fui a la ducha y le dejé a él en la cama para descansar. Nada más entrar, vi a Lilith desnudándose a punto de entrar en la bañera.
—¡Ay…! Perdón.
—No, no. Entra —dijo con un bonito gesto de su cabeza —. Tienes que limpiarte.
—Sí, gracias.
Vi como se le coloreaba las mejillas cuando me metí al agua. Ella encogió las piernas para darme espacio en la tina. Se veía hermosa, sumamente encantadora y tierna como una preciosa conejita recién nacida. Intercambiamos una mirada y ella se rió.
—¿Qué?
—Nunca te había visto ensartada, hermana.
—Ah… sí. Creo que me dejé llevar.
—-Tienes una cara muy bonita jajaja. Gimiendo ay, ay, ay.
—¡Cállate! Me da un poco de pena que me hayas visto.
—Uf, si tú me vieras como soy en la cama.
—Bien cogelona ¿verdad?
—Seguramente sí —me guiñó un ojo, y entonces se puso de espaldas y recargó su peso contra mí, de modo que mis pezones, todavía erectos, le tocaron la espalda. Yo me apresuré a rodear su estrecha cintura con mis manos y a darle besitos en el cuello —. He decidido participar en la sesión de fotos eróticas. Mañana iré ¿me acompañas?
—Sí, claro.
—Le dije a mamá.
—¡¿Qué qué?!
—Qué le dije a mamá de mi trabajo de modelo y ella se enojó un poco pero luego se lo tomó con gracia. Igual irá a verme mañana. ¡Qué nervios! Me verá abierta ante la cámara.
Bueno, era un alivio que mamá mostrara apoyo a nuestra Lilith.
—Y… también recibí una llamada de Daniel, el primo director de porno. Me ofreció trabajo en un filme…
—No. eso sí que no.
—Escucha —insistió —. Dijo que sólo tenía que masturbarme frente a la cámara. No sé… me llama la atención hacerlo. Creo que soy vouyerista o algo así.
Gruñí. Estaba un poco fuera de onda por eso, pero si mi hermanita quería hacerlo, no me quedaba más que apoyarla. Le di un besito en el hombro y nos quedamos remojadas en la tina durante un buen rato.
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Felices pajas 🙂 y gracias a todos mis seguidores, los que me puntúan, me comentan y en fin, a toda la comunidad, nos vemos en la próxima
6 comentarios - Trabajos sexuales cap 10
Y ya me la imagino a Lilith... 😉
gracias!
Van 10