Estaba sentada a desgana en la pc. Llevaba mirando la maldita pantalla casi una hora.
Si era otra vez lunes, otra vez me tocaba mirar los videos de las cámaras de seguridad antes de borrar el archivo. De todas las funciones que tenía dentro de la oficina está la peor y tener que hacerla los lunes a primera hora no ayudaba nada. Sabía que había sido una semana tranquila por lo que esta revisión era más rutina que otra cosa. Siempre me pregunto ¿por qué no borro los archivos de una? Pero el recuerdo de mis compañeros enrollándose entre ellos, siempre me hace revisar las cámaras.
Como siempre las imágenes de lo que sucede en las cuatro oficinas, el pasillo y la cocina circulaban a una velocidad de x4, en una pantalla dividida en 6 partes, mientras yo me pregunto cómo es que termine siendo la encargada de las cámaras de seguridad. Algo me llama la atención y detengo las imágenes. Con unos breves comandos del teclado amplio la imagen de la oficina de mi jefa y las retrocedo.
Mi jefa es nueva, ya que mi exjefe se jubiló. La que tenemos ahora es una mujer divorciada recientemente, alta (como de 175 cm) pelo a la altura de lo hombros, ojos cafés claros, buen físico y bastante hueca. Suele venir a trabajar con unas minifaldas completamente fuera de lugar y le coquetea a todos los tipos mínimamente pasables que se paran del otro lado del mostrador.
Como casi todas las cuarentonas que se divorcian después de haberse casado joven, es bastante zorra.
Desde que ingresó a trabajar tengo muy en claro que prefiere a los hombres y que yo sea la única mujer (de mi área, ya que en las otras dos áreas hay cinco mujeres mas) no colaboró para nada con la relación entre nosotras.
Miro la pantalla y vuelvo a ver lo que me había llamado la atención. Emiliano (uno de mis compañeros) entra en la oficina y se va a un rincón ciego de la misma. Veo que ella se gira y habla, así que supongo que es con él. Luego noto una mano en la nuca de ella y que se agacha hacia adelante sin levantarse de la silla.
El rítmico movimiento de su cabeza es indicativo de lo que está haciendo. La observo absorta unos minutos. Si hay algo que no puedo negar es que tiene buena técnica y que le pone ganas a la felación.
De repente se me prende la lamparita. Nuestras cámaras graban con audio (algo que agregaron cuando hubo un conflicto importante y hubo que hacer intervenir a la policía). Bloqueo mi terminal de trabajo y voy en busca de unos auriculares a mi auto.
Cuando vuelvo y me los pongo, el sonido de una respiración agitada me hace sonreír. Es obvio que a Emiliano le encanta lo que mi jefa (¿les dije que se llama Gabriela?) le está haciendo. El sonido de un gemido profundo anuncia que Emi había alcanzado el orgasmo y la manera en que Gabriela se relame me dice que se ha tragado hasta la última gota como una campeona.
Me encantaría haber visto la pija de Emiliano para poder describir con más detalles, pero estoy segura que él conoce cuales son los puntos ciegos de las cámaras y se coloca ahí a propósito.
Una mano en mi hombro me hace saltar de mi silla, asustada. Giro rápidamente y veo a Lucho reírse divertido.
- ¿Qué veías tan atenta? Me dice aun riendo.
- Nada… respondo quitándome los auriculares. Me pregunto cuanto hace que está parado detrás de mí.
- ¿estas chequeando las cámaras?
- Sip. Me limito a contestar. Él, como todos en la oficina, saben que reviso las cámaras y que normalmente lo hago con las seis pantallas en simultáneo salvo que haya algo importante donde me centra en una sola filmación.
- ¿Qué pasaba en la oficina de la jefa? Me pregunta directo. Me sonrojo y pienso en una mentira creíble.
- No mucho, estaba viendo como Gabriela se guardaba dos resmas de hojas en el bolso. Me causo gracia. Respondo encogiéndome de hombros.
- ¡ah! Yo venía a pedirte queme copies en un pendrive y después borres el jueves de desde las 2 a las 4 sin mirarlo. Me pide sonriendo de lado.
Lo miro a los ojos y frunzo el ceño.
- ¿Qué cámara? Pregunto.
- La oficina de la jefa.
- Veamos, dame una buena razón para borrarlo. Pido sin dejar de mirarlo a los ojos.
- Emiliano y yo nos quedamos después de hora terminando unos informes y bueno… Gabriela también se quedó… y… una cosa llevo a la otra… balbucea incoherente, sin un ápice de la arrogancia que tenía hace unos minutos.
- A ver si entiendo. ¿Emiliano y vos se cogieron a la jefa en su despacho? ¿y me estas pidiendo una copia del archivo?
Lucho asiente sonrojado.
- ¿para qué quieren el video? Porque me imagino que Emiliano y vos acordaron que vos me ibas a pedir el video, porque tenemos más onda o alguna estupides de ese estilo. Argumento enojada.
Ojo no me mal interpreten, no son celos ni nada parecido. Estoy casi segura que me molesta porque sé cómo un video de ese tipo puede arruinarle la vida a una mujer.
- Lo queremos de recuerdo. Argumenta él.
- No. Respondo escueta.- Puedo borrar el archivo y no decir nada. Pero copiarlo, definitivamente no.
- No seas forra. Me increpa.
- No pienso hacer una copia. Salvo que sea para mandarla a La Plata. Lo amenazo seria.
- Está bien. Recula. – bórralo por favor.
Asiento y me giro para ponerme frente al monitor. Un minuto después me giro y veo que el aun esta en mi box.
- ¿querías algo más? Pregunto cada vez más cabreada.
- Esperaba a que borres el archivo. Me responde desconfiado. Ahora tiene miedo que más de una copia a La Plata.
- Me dijiste jueves después de las dos, cámara tres y voy mirando recién el martes. Cuando llegue al jueves lo borro. Respondo.
- Está bien, me contesta de mala manera y se va.
Bloqueo la terminal y voy a prepararme el equipo para tomar unos mates. Cuando vuelvo, veo que alguien trato de desbloquear la terminal ¡dios, que tipos más predecibles! Me acomodo y me dispongo a poner las cámaras en multa pantalla y observo la pantalla tomando mates.
Pasa las filmaciones del martes y en la del miércoles veo en la cocina a Amy de recepción montándoselo con Tomas, uno de los chicos de mi área. (Pero eso lo dejo para otro relato). Sonrió, creo que soy la única que no se coje a nadie en esta oficina.
Llego al jueves a las dos y veo como Emi y Lucho están girados en sus box conversando con Gabriela que está sentada en una silla en medio del pasillo.
La conversación se pone caliente. Emi le pregunta si alguna vez se acostó con dos tipos a la vez. Ella dice que no y él la desafía a tener un “encuentro” con ellos y ella les dice:
- Dos hombres, doble trabajo, doble placer. Y se levanta. Los dos chicos se apuran a seguirla. Y yo me apuro a cambiar de cámara.
Entraron al despacho y ellas les pidieron que le hicieran un sandwichito. Que los chicos se apuraron a complacer Emi, quedo por delante y Lucho por detrás.
Emi se refregaba contra ella, besándola en la boca mientras le tocaba las tetas mientras Luche le lamia el cuello y se lo mordisqueaba y le frotaba la pija en el culo.
Emi le sacó la blusa, y con una coordinación casi practicada Lucho le desabrochó el corpiño.
De manera casi automática cada uno de los chicos se prendió de una teta, como des bebes hambrientos, mientras las manos de los jóvenes recorrieran las distintas partes del cuerpo de la madura mujer. Lucho le levantó la minifalda y para mi sorpresa Gabriela llevaba liguero. Uno de los chicos murmuro su aprobación ante el atuendo u Emiliano comenzó a tirar de un lado de la tanga para tratar de romperla.
Conseguir su cometido le llevo como cuatro intentos. Emi se agacho y comenzó a lamerle la vagina. Los gemidos de Gabriela iban en crescendo. Lucho le apretaba y estiraba los pezones mientras le comía la boca a la cuarentona.
El primero en quitarse el pantalón fue Lucho. Mientras los gemidos iban torturando lentamente mi pobre y sobre estimulado cerebro. El plano de la cámara (desde arriba y en un Angulo de unos 60 grados) no me dejaba ver muchos detalles, digamos… fisonómicos.
- Emi. Necesito metérsela. Indicó lucho. Lo que hizo que el otro se pusiera de pie y mientras este último se desvestía el otro llevaba a Gabriela frente al escritorio y la inclinaba sobre este, para sin mediar palabra clavársela hasta el fondo. El gritito de (creo yo) dolor mesclado con placer de la jefa me obligo a bar el volumen del audio.
Mientras Lucho le daba fuertes y certeros golpes de cadera. Emiliano se sentó sobre el escritorio y me puso la pija en la boca a Gabriela. La que ni lenta, ni perezosa, comenzó a chuparla y a metérsela en la garganta.
La mirada de Emiliano directo a la cámara, seguida de un guiño me llamó poderosamente la atención. Hasta que vi como tomaba de la cabeza a la chica y la obligaba a tragarse toda la pija. Se notaba que la estaba ahogando porque ella hacia fuerza para zafarse. Cuando la soltó ella protestó.
- Así no Emi. No me gusta que me la entierres así.
La respuesta de mi compañero fue volver a meterla la verga hasta el fondo de la garganta a la fuerza mientras le decía:
- Ahora no sos mi jefa, putita y vas a hacer lo que a mí me dé la gana. Concluyó para soltarle la cabeza y que ella aspirara aire con fuerza.
Me sorprendió que ella no protestara más o incluyo que diera por terminado el episodio. Lo que me llevo a pensar que el placer debería ser muy superior a la incomodidad.
Mi mente divagó y se me ocurrió que a lo mejor yo podría pedirles que me hagan lo mismo a cambio de una copia de este video y así terminar mi época de celibato por todo lo alto.
Lo medité y me di cuenta que jamás lo haría. Ellos no eran tipos feos. Pero ninguno me calentaba ni un poco. Nunca en los años que llevamos trabajando juntos me habían arrancado ni siquiera una fantasía.
La voz de Emiliano me devolvió a la “realidad”:
- ¿Queras que te penetremos los dos? Consultó a Gaby.
- Por la cola no me gusta. Murmuro ella con los labios sobre la cabeza dela pija de él.
- Eso se soluciona fácil. Dijo el bajándose la mesa.
Se acercó a Lucho que seguía metiéndosela hasta el fondo. Y le susurro algo al oído.
Lucho sonrió perverso, sacando la verga de la vagina y dándole una sonora nalgada. Que recibió un gemido por respuesta.
- Vení y clávate mi pija. Indicó Emiliano sentado en la silla que hay para las “visitas”. La cuarentona obedeció sumisa.
Cuando se hubo empalado con el pene de Emi. Él la abrazo y la obligo a pegarse a su pecho. Lucho se acercó por detrás y con algo de esfuerzo comenzó a penetrarla.
Yo creí que pese a que ella no quería Lucho la estaba cogiendo por el culo. Pero me equivocaba garrafalmente.
- No… por favor… no me penetren los dos por la concha. Gemía y sollozaba Gabriela. Mientras Emi la inmovilizaba con su abrazo.
Lucho fue el que comenzó a moverse, mientras ella cada vez protestaba más fuerte.
Emiliano tomándola por la cintura empezó a subirla y a bajarla, mientras la besaba para amortiguar las protestas.
- Dios, esto es genial. Fue lo único que dijo Lucho.
- Me duele. Gimió Gabriela.
- Hubieras entregado el culo. Aclaro Emiliano.
Lucho metió una mano entre el cuerpo de la chica y su compañero y las protestas cambiaron rápidamente a gemidos de placer.
Emiliano abandonó los labios de Gabriela y comenzó a morderle los pezones.
(A mí me sorprendió como Lucho podía aguantar de esa manera las flexiones de rodillas. Sinceramente debe de haber hecho unas cincuenta sentadillas cortas… el viernes le deben haber dolido los muslos una barbaridad)
La frase pronunciada por lucho me saco de mis cavilaciones:
- Si no tomas pastillas vas a tener que comprarte la del día después. Comento y la frase me hizo gracia.
- ¿vas a acabar? Preguntó Emiliano.
- Sí. Gimió Gabriela y Emi volvió a sonreírle a la cámara, desconcertándome.
Los gemidos de Gabriela se hicieron realmente fuertes, para caer desmadejada.
- Tírala en el piso. Ordenó Lucho saliendo de interior de la mujer.
Emi la apoyo con bastante poco cuidado en el suelo y luego ambos se arrodillaron al costado de ella; uno de cada lado.
Para empezar a masturbarse.
- Abrí la boca. Ordenó Lucho. Dos segundos antes de que un chorro de semen bañara la cara de mi jefa.
Emiliano se rio y poniéndose entre las piernas de ella se la clavo hasta el fondo gruñendo.
Lucho lo miró sorprendido.
- No íbamos a dejar que esa concha caliente se quede sin su ración de leche.
En silenció, ellos, se vistieron. Ella aún estaba desmadejada en el suelo. Lucho se acercó y le preguntó si estaba bien. Ella dijo que sí. Que nunca lo había pasado tan bien. Los chicos se rieron y sin importarle que ella aun estuviera tirada en el piso salieron del despacho.
Minimice la ventana y medité unos segundo sobre qué hacer con ese video.
Buscando un CD. Copie el segmento del archivo y genere un nuevo documento bajo el nombre “incidente 14” y lo grabe en el Compacto. Para luego guardarlo en mi bolso. Decidí que este video iría a mi reserva de información, junto con todos los otros videos de mis compañeros cogiendo entre ellos.
Si era otra vez lunes, otra vez me tocaba mirar los videos de las cámaras de seguridad antes de borrar el archivo. De todas las funciones que tenía dentro de la oficina está la peor y tener que hacerla los lunes a primera hora no ayudaba nada. Sabía que había sido una semana tranquila por lo que esta revisión era más rutina que otra cosa. Siempre me pregunto ¿por qué no borro los archivos de una? Pero el recuerdo de mis compañeros enrollándose entre ellos, siempre me hace revisar las cámaras.
Como siempre las imágenes de lo que sucede en las cuatro oficinas, el pasillo y la cocina circulaban a una velocidad de x4, en una pantalla dividida en 6 partes, mientras yo me pregunto cómo es que termine siendo la encargada de las cámaras de seguridad. Algo me llama la atención y detengo las imágenes. Con unos breves comandos del teclado amplio la imagen de la oficina de mi jefa y las retrocedo.
Mi jefa es nueva, ya que mi exjefe se jubiló. La que tenemos ahora es una mujer divorciada recientemente, alta (como de 175 cm) pelo a la altura de lo hombros, ojos cafés claros, buen físico y bastante hueca. Suele venir a trabajar con unas minifaldas completamente fuera de lugar y le coquetea a todos los tipos mínimamente pasables que se paran del otro lado del mostrador.
Como casi todas las cuarentonas que se divorcian después de haberse casado joven, es bastante zorra.
Desde que ingresó a trabajar tengo muy en claro que prefiere a los hombres y que yo sea la única mujer (de mi área, ya que en las otras dos áreas hay cinco mujeres mas) no colaboró para nada con la relación entre nosotras.
Miro la pantalla y vuelvo a ver lo que me había llamado la atención. Emiliano (uno de mis compañeros) entra en la oficina y se va a un rincón ciego de la misma. Veo que ella se gira y habla, así que supongo que es con él. Luego noto una mano en la nuca de ella y que se agacha hacia adelante sin levantarse de la silla.
El rítmico movimiento de su cabeza es indicativo de lo que está haciendo. La observo absorta unos minutos. Si hay algo que no puedo negar es que tiene buena técnica y que le pone ganas a la felación.
De repente se me prende la lamparita. Nuestras cámaras graban con audio (algo que agregaron cuando hubo un conflicto importante y hubo que hacer intervenir a la policía). Bloqueo mi terminal de trabajo y voy en busca de unos auriculares a mi auto.
Cuando vuelvo y me los pongo, el sonido de una respiración agitada me hace sonreír. Es obvio que a Emiliano le encanta lo que mi jefa (¿les dije que se llama Gabriela?) le está haciendo. El sonido de un gemido profundo anuncia que Emi había alcanzado el orgasmo y la manera en que Gabriela se relame me dice que se ha tragado hasta la última gota como una campeona.
Me encantaría haber visto la pija de Emiliano para poder describir con más detalles, pero estoy segura que él conoce cuales son los puntos ciegos de las cámaras y se coloca ahí a propósito.
Una mano en mi hombro me hace saltar de mi silla, asustada. Giro rápidamente y veo a Lucho reírse divertido.
- ¿Qué veías tan atenta? Me dice aun riendo.
- Nada… respondo quitándome los auriculares. Me pregunto cuanto hace que está parado detrás de mí.
- ¿estas chequeando las cámaras?
- Sip. Me limito a contestar. Él, como todos en la oficina, saben que reviso las cámaras y que normalmente lo hago con las seis pantallas en simultáneo salvo que haya algo importante donde me centra en una sola filmación.
- ¿Qué pasaba en la oficina de la jefa? Me pregunta directo. Me sonrojo y pienso en una mentira creíble.
- No mucho, estaba viendo como Gabriela se guardaba dos resmas de hojas en el bolso. Me causo gracia. Respondo encogiéndome de hombros.
- ¡ah! Yo venía a pedirte queme copies en un pendrive y después borres el jueves de desde las 2 a las 4 sin mirarlo. Me pide sonriendo de lado.
Lo miro a los ojos y frunzo el ceño.
- ¿Qué cámara? Pregunto.
- La oficina de la jefa.
- Veamos, dame una buena razón para borrarlo. Pido sin dejar de mirarlo a los ojos.
- Emiliano y yo nos quedamos después de hora terminando unos informes y bueno… Gabriela también se quedó… y… una cosa llevo a la otra… balbucea incoherente, sin un ápice de la arrogancia que tenía hace unos minutos.
- A ver si entiendo. ¿Emiliano y vos se cogieron a la jefa en su despacho? ¿y me estas pidiendo una copia del archivo?
Lucho asiente sonrojado.
- ¿para qué quieren el video? Porque me imagino que Emiliano y vos acordaron que vos me ibas a pedir el video, porque tenemos más onda o alguna estupides de ese estilo. Argumento enojada.
Ojo no me mal interpreten, no son celos ni nada parecido. Estoy casi segura que me molesta porque sé cómo un video de ese tipo puede arruinarle la vida a una mujer.
- Lo queremos de recuerdo. Argumenta él.
- No. Respondo escueta.- Puedo borrar el archivo y no decir nada. Pero copiarlo, definitivamente no.
- No seas forra. Me increpa.
- No pienso hacer una copia. Salvo que sea para mandarla a La Plata. Lo amenazo seria.
- Está bien. Recula. – bórralo por favor.
Asiento y me giro para ponerme frente al monitor. Un minuto después me giro y veo que el aun esta en mi box.
- ¿querías algo más? Pregunto cada vez más cabreada.
- Esperaba a que borres el archivo. Me responde desconfiado. Ahora tiene miedo que más de una copia a La Plata.
- Me dijiste jueves después de las dos, cámara tres y voy mirando recién el martes. Cuando llegue al jueves lo borro. Respondo.
- Está bien, me contesta de mala manera y se va.
Bloqueo la terminal y voy a prepararme el equipo para tomar unos mates. Cuando vuelvo, veo que alguien trato de desbloquear la terminal ¡dios, que tipos más predecibles! Me acomodo y me dispongo a poner las cámaras en multa pantalla y observo la pantalla tomando mates.
Pasa las filmaciones del martes y en la del miércoles veo en la cocina a Amy de recepción montándoselo con Tomas, uno de los chicos de mi área. (Pero eso lo dejo para otro relato). Sonrió, creo que soy la única que no se coje a nadie en esta oficina.
Llego al jueves a las dos y veo como Emi y Lucho están girados en sus box conversando con Gabriela que está sentada en una silla en medio del pasillo.
La conversación se pone caliente. Emi le pregunta si alguna vez se acostó con dos tipos a la vez. Ella dice que no y él la desafía a tener un “encuentro” con ellos y ella les dice:
- Dos hombres, doble trabajo, doble placer. Y se levanta. Los dos chicos se apuran a seguirla. Y yo me apuro a cambiar de cámara.
Entraron al despacho y ellas les pidieron que le hicieran un sandwichito. Que los chicos se apuraron a complacer Emi, quedo por delante y Lucho por detrás.
Emi se refregaba contra ella, besándola en la boca mientras le tocaba las tetas mientras Luche le lamia el cuello y se lo mordisqueaba y le frotaba la pija en el culo.
Emi le sacó la blusa, y con una coordinación casi practicada Lucho le desabrochó el corpiño.
De manera casi automática cada uno de los chicos se prendió de una teta, como des bebes hambrientos, mientras las manos de los jóvenes recorrieran las distintas partes del cuerpo de la madura mujer. Lucho le levantó la minifalda y para mi sorpresa Gabriela llevaba liguero. Uno de los chicos murmuro su aprobación ante el atuendo u Emiliano comenzó a tirar de un lado de la tanga para tratar de romperla.
Conseguir su cometido le llevo como cuatro intentos. Emi se agacho y comenzó a lamerle la vagina. Los gemidos de Gabriela iban en crescendo. Lucho le apretaba y estiraba los pezones mientras le comía la boca a la cuarentona.
El primero en quitarse el pantalón fue Lucho. Mientras los gemidos iban torturando lentamente mi pobre y sobre estimulado cerebro. El plano de la cámara (desde arriba y en un Angulo de unos 60 grados) no me dejaba ver muchos detalles, digamos… fisonómicos.
- Emi. Necesito metérsela. Indicó lucho. Lo que hizo que el otro se pusiera de pie y mientras este último se desvestía el otro llevaba a Gabriela frente al escritorio y la inclinaba sobre este, para sin mediar palabra clavársela hasta el fondo. El gritito de (creo yo) dolor mesclado con placer de la jefa me obligo a bar el volumen del audio.
Mientras Lucho le daba fuertes y certeros golpes de cadera. Emiliano se sentó sobre el escritorio y me puso la pija en la boca a Gabriela. La que ni lenta, ni perezosa, comenzó a chuparla y a metérsela en la garganta.
La mirada de Emiliano directo a la cámara, seguida de un guiño me llamó poderosamente la atención. Hasta que vi como tomaba de la cabeza a la chica y la obligaba a tragarse toda la pija. Se notaba que la estaba ahogando porque ella hacia fuerza para zafarse. Cuando la soltó ella protestó.
- Así no Emi. No me gusta que me la entierres así.
La respuesta de mi compañero fue volver a meterla la verga hasta el fondo de la garganta a la fuerza mientras le decía:
- Ahora no sos mi jefa, putita y vas a hacer lo que a mí me dé la gana. Concluyó para soltarle la cabeza y que ella aspirara aire con fuerza.
Me sorprendió que ella no protestara más o incluyo que diera por terminado el episodio. Lo que me llevo a pensar que el placer debería ser muy superior a la incomodidad.
Mi mente divagó y se me ocurrió que a lo mejor yo podría pedirles que me hagan lo mismo a cambio de una copia de este video y así terminar mi época de celibato por todo lo alto.
Lo medité y me di cuenta que jamás lo haría. Ellos no eran tipos feos. Pero ninguno me calentaba ni un poco. Nunca en los años que llevamos trabajando juntos me habían arrancado ni siquiera una fantasía.
La voz de Emiliano me devolvió a la “realidad”:
- ¿Queras que te penetremos los dos? Consultó a Gaby.
- Por la cola no me gusta. Murmuro ella con los labios sobre la cabeza dela pija de él.
- Eso se soluciona fácil. Dijo el bajándose la mesa.
Se acercó a Lucho que seguía metiéndosela hasta el fondo. Y le susurro algo al oído.
Lucho sonrió perverso, sacando la verga de la vagina y dándole una sonora nalgada. Que recibió un gemido por respuesta.
- Vení y clávate mi pija. Indicó Emiliano sentado en la silla que hay para las “visitas”. La cuarentona obedeció sumisa.
Cuando se hubo empalado con el pene de Emi. Él la abrazo y la obligo a pegarse a su pecho. Lucho se acercó por detrás y con algo de esfuerzo comenzó a penetrarla.
Yo creí que pese a que ella no quería Lucho la estaba cogiendo por el culo. Pero me equivocaba garrafalmente.
- No… por favor… no me penetren los dos por la concha. Gemía y sollozaba Gabriela. Mientras Emi la inmovilizaba con su abrazo.
Lucho fue el que comenzó a moverse, mientras ella cada vez protestaba más fuerte.
Emiliano tomándola por la cintura empezó a subirla y a bajarla, mientras la besaba para amortiguar las protestas.
- Dios, esto es genial. Fue lo único que dijo Lucho.
- Me duele. Gimió Gabriela.
- Hubieras entregado el culo. Aclaro Emiliano.
Lucho metió una mano entre el cuerpo de la chica y su compañero y las protestas cambiaron rápidamente a gemidos de placer.
Emiliano abandonó los labios de Gabriela y comenzó a morderle los pezones.
(A mí me sorprendió como Lucho podía aguantar de esa manera las flexiones de rodillas. Sinceramente debe de haber hecho unas cincuenta sentadillas cortas… el viernes le deben haber dolido los muslos una barbaridad)
La frase pronunciada por lucho me saco de mis cavilaciones:
- Si no tomas pastillas vas a tener que comprarte la del día después. Comento y la frase me hizo gracia.
- ¿vas a acabar? Preguntó Emiliano.
- Sí. Gimió Gabriela y Emi volvió a sonreírle a la cámara, desconcertándome.
Los gemidos de Gabriela se hicieron realmente fuertes, para caer desmadejada.
- Tírala en el piso. Ordenó Lucho saliendo de interior de la mujer.
Emi la apoyo con bastante poco cuidado en el suelo y luego ambos se arrodillaron al costado de ella; uno de cada lado.
Para empezar a masturbarse.
- Abrí la boca. Ordenó Lucho. Dos segundos antes de que un chorro de semen bañara la cara de mi jefa.
Emiliano se rio y poniéndose entre las piernas de ella se la clavo hasta el fondo gruñendo.
Lucho lo miró sorprendido.
- No íbamos a dejar que esa concha caliente se quede sin su ración de leche.
En silenció, ellos, se vistieron. Ella aún estaba desmadejada en el suelo. Lucho se acercó y le preguntó si estaba bien. Ella dijo que sí. Que nunca lo había pasado tan bien. Los chicos se rieron y sin importarle que ella aun estuviera tirada en el piso salieron del despacho.
Minimice la ventana y medité unos segundo sobre qué hacer con ese video.
Buscando un CD. Copie el segmento del archivo y genere un nuevo documento bajo el nombre “incidente 14” y lo grabe en el Compacto. Para luego guardarlo en mi bolso. Decidí que este video iría a mi reserva de información, junto con todos los otros videos de mis compañeros cogiendo entre ellos.
8 comentarios - trio en la oficina