anilungus

Acostado en la cama boca abajo, con la cara enterrada en la almohada y las manos atadas al respaldo espero ansioso eso que está por darme.
Muevo el culo caliente, sintiendo el rozar de mi pija contra las sábanas. Un calor me consume y recorre mi cuerpo que desea eso.
Hay música muy tenue, una melancólica trompeta discurre una melodía añeja y nos envuelve en ese momento. Se que está ahí. No hay sonidos.
Se que está ahí porque me ató como quería. Me dijo que tenía esa fantasía y yo se la cumpli como siempre. Se que está ahí y la presiento desnuda, parada en los pies de la cama, tocándose apenas el clítoris mientras me ve así, a disposición suya y haciéndome desear.
Se que está ahí porque a pesar de la distancia puedo sentir su perfume de jazmines, ese que se pone solo en éstas situaciones especiales y sabe que me vuelve loco.
Le pido por favor que empiece, que la pija está a punto de estallarme. Levanto el culo ofreciéndole mi sexo. Se que le excita ver cómo me caliento. Ruego por su lengua y sus dedos.
Ella no responde.
Quizás se haya sentado en el silloncito que vi al entrar a la habitación. Puede ser que haya subido una de sus piernas apoyándola sobre el apoyabrazos. Me gusta cuando se sienta así porque me ofrece el hermoso espectáculo de su concha.
Tengo la pija dura, muy dura. Casi estoy en cuatro patas y moviéndome caliente. Siento la palma de su mano que se apoya en mi cadera, sobre las nalgas. Hace presión hacia abajo. Me está diciendo que me recueste y lo hago.
Empieza por los pies.
Su lengua empieza a recorrerme desde el dedo gordo del pie derecho. Lo lame, despacio. Me hace un poco de cosquillas, pero sobre todo me hace desearla aún más. Sube por el tobillo y la pantorrilla. Siento el rozar de sus tetas sobre las piernas mientras va subiendo y lamiéndome al pasar. Su respiración agitada se mezcla con los sonidos del jazz. Su piel me estremece cuando me roza. Su lengua está haciendo estragos en mi calentura.
Ahora se dedica a recorrerme las nalgas. Con una mano las estruja y con la lengua me va chupando cada vez más cerca. Siento que me las abre y nada pasa. La imagino viéndo mi ojete, que de la calentura debe estar latiendo, suplicando por su lengua.
Abre y cierra mis nalgas dos o tres veces y las deja. Siento que se aleja. Y siento también sus gemidos a mi espalda. Debe estar pajeándose parada. Eso le gusta. Le gusta mirar, mirarme, mirarnos en espejos. Muchas veces la calentura le entra por los ojos.
Por suerte para mi vuelve. Ahora pasa su mano por mi espalda, muy suavemente. Recorre cada centímetro. Siento sus palmas un poco rugosas, las disfruto. Pasa por los omóplatos, la columna. Sube y baja haciéndome delirar. En algún momento se acerca y me pasa la lengua por el lóbulo de la oreja. Salto de la calentura. Quiero más, se lo pido.
Vuelve a agarrarme las nalgas. Se me sube como a caballo, pero desde la espalda de manera que su culo se apoya casi en mi cuello. Me acerca un pie y me dice que lo chupe. Lo hago casi desesperado. Siento sus manos abriéndome las nalgas y su lengua que finalmente va en busca de su tesoro. Mi ano la recibe con locura. Primero lame, despacio, después cada vez más profundo. Se para y se pone de frente a él. Me hace levantar las caderas para ofrecércelo mejor. Vuelve a abrirme y directamente me ensarta con su lengua. La calidez de su saliva llenándome me hace enloquecer. Muevo el culo en círculos en su cara. Me agarra la pija. Me siento estallar.
Estallo.
Acabo sobre las sábanas y me tiro sobre el semen, agotado por el fortísimo orgasmo.
Ella se me sube por la espalda y me da un beso en el cachete. Siento que empieza a frotar su concha contra mis nalgas. Lo hace cada vez más rápido y caliente. La siento acabar sobre mi mojándome el culo con sus flujos.