Estaba en una fiesta en una casa ubicada a pocas cuadras del Parque Central, en pleno centro mendocino. Me acompañaba Julián, ambos borrachos y calientes buscando a alguna chica que al menos aceptara hacernos un pete en el patio. A mi amigo no se le ocurrió mejor idea que pararnos al lado de la puerta del baño porque “las minas siempre van acompañadas al baño, y al ser en una casa seguro había una fila llena de mujeres ebrias”. Yo lo miré a Julián con la misma cara que Albert Einstein miró sus apuntes al crear la Teoría de la Equivalencia Masa – Energía, ante tamaño descubrimiento que tuvo mi amigo por poco soy yo el que fascinado por tal teoría le hace un pete delante de todos.
Rápidamente borré de mi cabeza esa idea y fue así que nos acercamos al baño ubicándonos en la puerta y le dimos charla a cuanta mujer ingresaba. Todas nos ignoraban y nuestro estado de ebriedad no ayudaba para nada. Hasta que apareció la gordilla.
Cuando la vi supe que esos 75 kilos distribuidos en un cuerpo de 1.62 iban a ser míos. “Te puedo invitar un trago?” le pregunté con mi voz inentendible y con mi mejor cara de seductor nato. Ella sonrió y me dio su vaso: “Esperáme que entro al baño y hablamos, no te vayas con mi trago”.
Julián se reía y me quiso convencer de que nos fuéramos, que la gordilla no vale la pena. Pero un buen cazador sabe que donde pone el ojo tiene que poner la bala…y no iba a ser muy difícil errarle a tremenda masa de grasa.
Cuando salió del baño la invité a una plaza ubicada a una cuadra con el objetivo de tener mi tan ansiado pete. Nos acostamos en el suelo mientras nos besábamos, saqué sus enormes tetas de su escote y comencé a lamerlas, chuparlas, morderlas suavemente. Ella no se contuvo demasiado y sacó mi verga del bóxer, comenzó a masturbarme fuertemente, se escupía la mano y me tocaba la cabecita de la pija, se volvía a escupir la mano y me acariciaba los huevos. Agarré su cabeza con mi mano y la obligué a que se metiera toda la pija en la boca y ella feliz comenzó a petear.
Sus ojos explotaban en lágrimas al meterse la verga hasta el fondo, tenía arcadas pero continuaba chupando, lamiendo, mordiendo suavemente los huevos. Me miraba con sus ojos verdes con sufrimiento mientras yo le decía: “Dale putita divina, seguí chupando que te encanta”. Con una de mis manos le pellizcaba los pezones y con la otra comencé a tocarle la conchita por debajo de la bombachita. La gordilla estaba empapada, me costaba masturbarla de la cantidad de líquidos que emanaba esa concha totalmente depilada. Le metí un dedo, le metí otro…le metí tres dedos y la mina seguía chupando como una profesional.
A pesar de que no era la idea inicial de la noche y que yo solo buscaba un pete, le saque la pija de la boca y la acosté en el pasto, rápidamente le bajé el pantalón y la tanga, me dijo que no quería coger y como respuesta le pegué flor de coscacho en medio de la mandíbula. No sé si la dejé atontada con el golpe o se cagó de miedo o qué pero no se quejó más. La abrí de gambas y le metí la pija hasta el fondo. Si hubiera podido meterle los huevos, no duden amigos que se los hubiera metido también. La garché con rudeza, al oído le repetía lo puta que era, qué diría su mamá de que le estaban cogiendo a la hija en el pastito de una plaza. Ella gemía suavemente, con los ojos cerrados y clavaba sus uñas en mi camisa, me agarraba de la cola y me empujaba hacia adentro. Acabó una vez…volvió a acabar…me dio envidia porque yo estaba tan curado que me costaba poder sacar mi leche.
Hasta que la sentí venir. El cuerpo en un instante se me endureció por completo, alcancé a sacarle la pija de adentro y mientras me temblaba todo el cuerpo me masturbé rápidamente y le acabé sobre la musculosa gris que tan gordillamente llevaba.
Me senté a su lado con la respiración entre cortada, le pedí un cigarro que ella prendió y puso en mis labios. Le pedí disculpas por el coscacho pero me dijo que le encanta que le peguen cuando se la cojen. La volví a mirar a esos ojos verdes divinos y le dije: “Sofía, no sabés la que te espera”.
Rápidamente borré de mi cabeza esa idea y fue así que nos acercamos al baño ubicándonos en la puerta y le dimos charla a cuanta mujer ingresaba. Todas nos ignoraban y nuestro estado de ebriedad no ayudaba para nada. Hasta que apareció la gordilla.
Cuando la vi supe que esos 75 kilos distribuidos en un cuerpo de 1.62 iban a ser míos. “Te puedo invitar un trago?” le pregunté con mi voz inentendible y con mi mejor cara de seductor nato. Ella sonrió y me dio su vaso: “Esperáme que entro al baño y hablamos, no te vayas con mi trago”.
Julián se reía y me quiso convencer de que nos fuéramos, que la gordilla no vale la pena. Pero un buen cazador sabe que donde pone el ojo tiene que poner la bala…y no iba a ser muy difícil errarle a tremenda masa de grasa.
Cuando salió del baño la invité a una plaza ubicada a una cuadra con el objetivo de tener mi tan ansiado pete. Nos acostamos en el suelo mientras nos besábamos, saqué sus enormes tetas de su escote y comencé a lamerlas, chuparlas, morderlas suavemente. Ella no se contuvo demasiado y sacó mi verga del bóxer, comenzó a masturbarme fuertemente, se escupía la mano y me tocaba la cabecita de la pija, se volvía a escupir la mano y me acariciaba los huevos. Agarré su cabeza con mi mano y la obligué a que se metiera toda la pija en la boca y ella feliz comenzó a petear.
Sus ojos explotaban en lágrimas al meterse la verga hasta el fondo, tenía arcadas pero continuaba chupando, lamiendo, mordiendo suavemente los huevos. Me miraba con sus ojos verdes con sufrimiento mientras yo le decía: “Dale putita divina, seguí chupando que te encanta”. Con una de mis manos le pellizcaba los pezones y con la otra comencé a tocarle la conchita por debajo de la bombachita. La gordilla estaba empapada, me costaba masturbarla de la cantidad de líquidos que emanaba esa concha totalmente depilada. Le metí un dedo, le metí otro…le metí tres dedos y la mina seguía chupando como una profesional.
A pesar de que no era la idea inicial de la noche y que yo solo buscaba un pete, le saque la pija de la boca y la acosté en el pasto, rápidamente le bajé el pantalón y la tanga, me dijo que no quería coger y como respuesta le pegué flor de coscacho en medio de la mandíbula. No sé si la dejé atontada con el golpe o se cagó de miedo o qué pero no se quejó más. La abrí de gambas y le metí la pija hasta el fondo. Si hubiera podido meterle los huevos, no duden amigos que se los hubiera metido también. La garché con rudeza, al oído le repetía lo puta que era, qué diría su mamá de que le estaban cogiendo a la hija en el pastito de una plaza. Ella gemía suavemente, con los ojos cerrados y clavaba sus uñas en mi camisa, me agarraba de la cola y me empujaba hacia adentro. Acabó una vez…volvió a acabar…me dio envidia porque yo estaba tan curado que me costaba poder sacar mi leche.
Hasta que la sentí venir. El cuerpo en un instante se me endureció por completo, alcancé a sacarle la pija de adentro y mientras me temblaba todo el cuerpo me masturbé rápidamente y le acabé sobre la musculosa gris que tan gordillamente llevaba.
Me senté a su lado con la respiración entre cortada, le pedí un cigarro que ella prendió y puso en mis labios. Le pedí disculpas por el coscacho pero me dijo que le encanta que le peguen cuando se la cojen. La volví a mirar a esos ojos verdes divinos y le dije: “Sofía, no sabés la que te espera”.
5 comentarios - Las gordillas son las más aguantadoras
son espectaculares mientras sean limpitas porque una vez me toco una muy olorosa
ahora tengo una gorda petera frecuente
esta en mis relatos la historia
a la mujer o llamemos pareja que este con uno hay que respetarla siempre
igual buen relato