El Océano Atlántico nos separaba. Había aprendido a restar 7 automáticamente a cualquier hora. Si alguien me decía que eran las cuatro en mi mente aparecían las nueve, la hora en Medellín. Faltaban pocos días para irme a vivir a Colombia, no quería sufrir el sin vivir de una relación a distancia, así que decidí mudarme.
En una de nuestras últimas conversaciones visualizamos el momento de vernos.
(Extraído de la conversación real)
Yo- ¿Y has pensado como vendrás vestida al aeropuerto?
Andrea- Quizás con una minifalda para que puedas meterme la mano.
Yo- Uf.
Andrea- Y acariciarme el culo.
Al leer eso tuve una erección inmediata y así se lo hice notar. La conversación fue subiendo cada vez más de tono.
Yo- Se me puso firme la polla al imaginarme eso.
Andrea- Además de guarra iré sexy para que te calientes y te tocaré la polla mientras te beso. Eso seguro.
Andrea ya se había familiarizado con algunos términos españoles como polla y follar. Me sentía satisfecho de ampliar su conocimiento.
Yo- Me calentarías, aunque fueras envuelta en bolsas de plástico.
Andrea- Ufffff, me mojé!
Yo- Si haces eso saldremos en YouTube. En el aeropuerto hay cámaras.
Andrea- Iré en bolsas de plástico transparentes y sin calzones.
Yo- Sabría cómo desenvolverte y lamer todo tu cuerpo.
Andrea- Uf… si sigues así tendré que masturbarme.
Yo- No se puede. Debemos tener autocontrol.
Andrea- Uf!, no conozco esa palabra. Imaginaré tu cara de deseo por mí y me correré.
Yo-¿No dijimos que aguantaríamos sin masturbarnos hasta que nos viéramos?. El compromiso debería ser completo.
Andrea- Ok, pero por favor, no me digas más. Prefiero que cambiemos de tema.
Yo- Me parece bien. Hablemos de cómo me la chuparás en el taxi.
Andrea- Ufffffffff!!!! Que ganas. No te la chuparé. Te follaré en el taxi.
Yo- ¿Es una promesa?
Andrea- Sí. Le pediré a Víctor que nos lleve.
Yo- ¿Quién es Víctor?
Andrea. Es un taxista que me ha llevado en alguna ocasión. Siempre me echa los perros. Babea cada vez que me ve.
Yo- Cómo todo el mundo. Eso no es una novedad.
Andrea- El otro día me preguntó si tenía novio. Le dije que sí y que me visitaba pronto. Pese a eso, él insistió.
Yo- Pues llama a Víctor.
El viaje era largo y además tuve que hacer una escala. Pasé todo el tiempo pensando en el momento del encuentro y si ella cumpliría lo dicho en nuestra conversación. Mientras esperaba el último vuelo, paré en una tienda de golosinas y vi un curioso tubo, repleto de caramelos, que tenía la forma de un vibrador, redondeado en un extremo. Lo compré. Pensé que a Andrea le podía gustar.
Aterricé en Medellín y al pasar el control policial la vi sonriendo. Me pareció aún más bonita de como la recordaba. Mi mirada se centró en una sola prenda, su minifalda negra, la que me trajo a la mente su frase “Quizás (vendré) con una minifalda para que puedas meterme la mano…. Y acariciarme el culo”.
Nos besamos apasionadamente en medio del aeropuerto, pero no se animó a cogerme la polla. Creo que de hacerlo no se hubiera desilusionado, porque ya estaba lista.
Fuimos a buscar el taxi de Víctor. Mientras andábamos por el parking no desaproveché la oportunidad de besarla nuevamente y de acariciarle el culo, redondo y duro, probablemente uno de los culos más bonitos de la ciudad.
Llegamos al taxi y subimos detrás. Víctor me preguntó por el viaje a lo que respondí con un “todo bien” de cortesía y me centré en lo que verdaderamente me importaba, en besar a Andrea. Creo que el taxista lo entendió y con muy buen criterio puso música salsa. Las palabras escritas sobrevolaban el ambiente. Miré a Andrea y por su cara de deseo pensé que había bastantes posibilidades de que cumpliera con su palabra, así que en el siguiente beso deslicé mi mano por debajo de su falda, aparté su tanguita y metí mis dedos en su sexo. Ella cerró los ojos e intentó controlar el volumen de sus palabras, que yo podía oír muy cerca de mi oreja.
Andrea-¡Me tienes loca mi amor!
La tenía arrinconada, con las piernas abiertas, contra la puerta de atrás del conductor, así podía masturbarla, besarla y lamerle las tetas, que ya me había ofrecido al sacárselas del sujetador. Mi lengua alternaba sus pezones y su boca, lo que permanecía inalterable era mi mano jugueteando en su coño, que no dejaba de echar jugos. Intentábamos no hacer ruido. Simulábamos estar simplemente abrazados y así el taxista, a pesar de tener un retrovisor panorámico, no podía ver como frotaba el clítoris de Andrea con mis dedos, porque quedábamos justo detrás de él. En ese momento pensé en utilizar el tubo de caramelos que había comprado en el aeropuerto y darle un nuevo uso. Pero Andrea me arrebató ese pensamiento con unas palabras mágicas.
Andrea- ¡Para, quiero chuparte la polla!
Me bajó la cremallera, liberó mi polla de unas tensiones que empezaban a ser una verdadera tortura y me pajeó durante unos minutos. Yo ocupaba el puesto central, pero ligeramente ubicado hacía el lado del conductor, por lo que creo que no podía ver cómo me masturbaba. Al menos fue así hasta que Andrea acercó sus labios carnosos a mi pene y empezó a subir y a bajar su cabecita con ganas. Calculé que Víctor si podía ver parte de una cabeza moviéndose justo frente a mi sexo. Miré el retrovisor y vi como reacomodaba su mirada al frente. Sin duda nos había visto, pero no me importaba. Él se moría por las carnes de Andrea, así que tendría la oportunidad de oírla jadear…mientras conducía.
Ella me seguía follando con la boca e intercalaba sabias sacudidas con la mano de vez en cuando. Afortunadamente la música seguía sonando porque habría sido demasiado evidente el sonido de su mamada. Hasta ahí el taxista podía fingir no haber visto o escuchado nada.
Aparté a Andrea de mi polla porque parecía no querer dejarla.
(Entre susurros y jadeos)
Andrea- Quiero que te corras en mi cara de puta.
Yo- ¡No! ¡Quiero follarte!
Andrea- Me da pena por Víctor, vive a dos cuadras de donde mi madre y nos podría oír.
No le respondí y ella no volvió a hacer ningún comentario tonto. Los dos sabíamos que íbamos a follar en ese taxi pasara lo que pasara.
Andrea seguía cogiendo mi polla. Yo acerqué mi culo al borde del asiento para que tuviera espacio y pudiera sentarse encima de mí. Me alegró saber que sabía interpretar perfectamente los movimientos porque en segundos pasó una pierna al otro lado de mi cuerpo y condujo mi polla a la entrada de su coño. En esa posición ella tenía todo el control de la follada. Movía su pelvis adelante y atrás, muy lentamente para no hacer ruido, aunque me coloqué lo más cerca posible a la puerta estoy seguro que el conductor podía ver y oír lo que estábamos haciendo. Esa posición dejaba mi boca en muy buena posición para lamer sus pezones. Descubrí que lamiéndolos lentamente, pero de forma constante, a la vez que me follaba producía un efecto de descontrol en Andrea. Cada vez intensificaba más la presión sobre mi sexo y notaba más tensión en sus manos, que rodeaban mi cuello. Ver su expresión confirmaba mi diagnóstico: Andrea estaba a punto de gritar. Dejé sus tetas al notar los primeros espasmos y la besé. Eso solo sirvió para minimizar las primeras expresiones de su orgasmo, pero escapó de mi beso y gritó– ¡Ahhhhh! Pese a coincidir con la sección de vientos de una orquesta de salsa, el gemido fue muy evidente y a esa altura de los hechos ya no tenía dudas de que, si Víctor no era muy discreto, la mamá de Andrea sabría pronto cuales eran las pervertidas aficiones de su hija.
Andrea pronto se recuperó y me susurró al oído.
Andrea- ¿Dónde quieres correrte?
Yo-¿Quieres que me corra?
Andrea- Si follamos en el taxi hagámoslo bien. ¿Quieres correrte en mi boquita y que me beba toda tu leche?
Hay invitaciones que simplemente no se piensan. Agarré la cabeza de Andrea para llevarla a mi polla y me la empezó a chupar. Me concentré en el movimiento de sus labios carnosos a lo largo de mi sexo, entonces descubrí la importancia de unos buenos labios para gozar de una buena felación. La combinación del movimiento de su mano, las succiones y lengüetazos me estaban volviendo loco y sabía que después de tanta excitación contenida pronto me correría… y además quería hacerlo. Quería llenarla de toda la leche que había acumulado durante semanas. Empecé a follarle la boca y cuando intuí que me iba a correr la agarré fuerte para que no se echara atrás, pero ella no hizo el gesto de retirarse, se quedó mamándome la polla mientras salían mis chorros de forma continuada. Se lo trago todo y aun se entretuvo unos segundos en lamer mi sexo para que quedara bien limpio.
Andrea- Que rico.
Yo- No dejaste ni una gota.
Andrea- Es que no quería que se manchara el coche de Víctor.
Aun tuvimos tiempo de acomodarnos un poco antes de llegar al hotel. Andrea pagó al taxista, que no hizo ningún comentario y me agarró del brazo. Mientras subíamos las escaleras le acerqué el tubo de caramelos.
Yo- ¿Quieres uno?
Andrea- ¿Qué es?
Yo- Caramelos.
Andrea- Uy, pero sí parece un consolador.
Yo- Que mente tan pervertida tienes.
En una de nuestras últimas conversaciones visualizamos el momento de vernos.
(Extraído de la conversación real)
Yo- ¿Y has pensado como vendrás vestida al aeropuerto?
Andrea- Quizás con una minifalda para que puedas meterme la mano.
Yo- Uf.
Andrea- Y acariciarme el culo.
Al leer eso tuve una erección inmediata y así se lo hice notar. La conversación fue subiendo cada vez más de tono.
Yo- Se me puso firme la polla al imaginarme eso.
Andrea- Además de guarra iré sexy para que te calientes y te tocaré la polla mientras te beso. Eso seguro.
Andrea ya se había familiarizado con algunos términos españoles como polla y follar. Me sentía satisfecho de ampliar su conocimiento.
Yo- Me calentarías, aunque fueras envuelta en bolsas de plástico.
Andrea- Ufffff, me mojé!
Yo- Si haces eso saldremos en YouTube. En el aeropuerto hay cámaras.
Andrea- Iré en bolsas de plástico transparentes y sin calzones.
Yo- Sabría cómo desenvolverte y lamer todo tu cuerpo.
Andrea- Uf… si sigues así tendré que masturbarme.
Yo- No se puede. Debemos tener autocontrol.
Andrea- Uf!, no conozco esa palabra. Imaginaré tu cara de deseo por mí y me correré.
Yo-¿No dijimos que aguantaríamos sin masturbarnos hasta que nos viéramos?. El compromiso debería ser completo.
Andrea- Ok, pero por favor, no me digas más. Prefiero que cambiemos de tema.
Yo- Me parece bien. Hablemos de cómo me la chuparás en el taxi.
Andrea- Ufffffffff!!!! Que ganas. No te la chuparé. Te follaré en el taxi.
Yo- ¿Es una promesa?
Andrea- Sí. Le pediré a Víctor que nos lleve.
Yo- ¿Quién es Víctor?
Andrea. Es un taxista que me ha llevado en alguna ocasión. Siempre me echa los perros. Babea cada vez que me ve.
Yo- Cómo todo el mundo. Eso no es una novedad.
Andrea- El otro día me preguntó si tenía novio. Le dije que sí y que me visitaba pronto. Pese a eso, él insistió.
Yo- Pues llama a Víctor.
El viaje era largo y además tuve que hacer una escala. Pasé todo el tiempo pensando en el momento del encuentro y si ella cumpliría lo dicho en nuestra conversación. Mientras esperaba el último vuelo, paré en una tienda de golosinas y vi un curioso tubo, repleto de caramelos, que tenía la forma de un vibrador, redondeado en un extremo. Lo compré. Pensé que a Andrea le podía gustar.
Aterricé en Medellín y al pasar el control policial la vi sonriendo. Me pareció aún más bonita de como la recordaba. Mi mirada se centró en una sola prenda, su minifalda negra, la que me trajo a la mente su frase “Quizás (vendré) con una minifalda para que puedas meterme la mano…. Y acariciarme el culo”.
Nos besamos apasionadamente en medio del aeropuerto, pero no se animó a cogerme la polla. Creo que de hacerlo no se hubiera desilusionado, porque ya estaba lista.
Fuimos a buscar el taxi de Víctor. Mientras andábamos por el parking no desaproveché la oportunidad de besarla nuevamente y de acariciarle el culo, redondo y duro, probablemente uno de los culos más bonitos de la ciudad.
Llegamos al taxi y subimos detrás. Víctor me preguntó por el viaje a lo que respondí con un “todo bien” de cortesía y me centré en lo que verdaderamente me importaba, en besar a Andrea. Creo que el taxista lo entendió y con muy buen criterio puso música salsa. Las palabras escritas sobrevolaban el ambiente. Miré a Andrea y por su cara de deseo pensé que había bastantes posibilidades de que cumpliera con su palabra, así que en el siguiente beso deslicé mi mano por debajo de su falda, aparté su tanguita y metí mis dedos en su sexo. Ella cerró los ojos e intentó controlar el volumen de sus palabras, que yo podía oír muy cerca de mi oreja.
Andrea-¡Me tienes loca mi amor!
La tenía arrinconada, con las piernas abiertas, contra la puerta de atrás del conductor, así podía masturbarla, besarla y lamerle las tetas, que ya me había ofrecido al sacárselas del sujetador. Mi lengua alternaba sus pezones y su boca, lo que permanecía inalterable era mi mano jugueteando en su coño, que no dejaba de echar jugos. Intentábamos no hacer ruido. Simulábamos estar simplemente abrazados y así el taxista, a pesar de tener un retrovisor panorámico, no podía ver como frotaba el clítoris de Andrea con mis dedos, porque quedábamos justo detrás de él. En ese momento pensé en utilizar el tubo de caramelos que había comprado en el aeropuerto y darle un nuevo uso. Pero Andrea me arrebató ese pensamiento con unas palabras mágicas.
Andrea- ¡Para, quiero chuparte la polla!
Me bajó la cremallera, liberó mi polla de unas tensiones que empezaban a ser una verdadera tortura y me pajeó durante unos minutos. Yo ocupaba el puesto central, pero ligeramente ubicado hacía el lado del conductor, por lo que creo que no podía ver cómo me masturbaba. Al menos fue así hasta que Andrea acercó sus labios carnosos a mi pene y empezó a subir y a bajar su cabecita con ganas. Calculé que Víctor si podía ver parte de una cabeza moviéndose justo frente a mi sexo. Miré el retrovisor y vi como reacomodaba su mirada al frente. Sin duda nos había visto, pero no me importaba. Él se moría por las carnes de Andrea, así que tendría la oportunidad de oírla jadear…mientras conducía.
Ella me seguía follando con la boca e intercalaba sabias sacudidas con la mano de vez en cuando. Afortunadamente la música seguía sonando porque habría sido demasiado evidente el sonido de su mamada. Hasta ahí el taxista podía fingir no haber visto o escuchado nada.
Aparté a Andrea de mi polla porque parecía no querer dejarla.
(Entre susurros y jadeos)
Andrea- Quiero que te corras en mi cara de puta.
Yo- ¡No! ¡Quiero follarte!
Andrea- Me da pena por Víctor, vive a dos cuadras de donde mi madre y nos podría oír.
No le respondí y ella no volvió a hacer ningún comentario tonto. Los dos sabíamos que íbamos a follar en ese taxi pasara lo que pasara.
Andrea seguía cogiendo mi polla. Yo acerqué mi culo al borde del asiento para que tuviera espacio y pudiera sentarse encima de mí. Me alegró saber que sabía interpretar perfectamente los movimientos porque en segundos pasó una pierna al otro lado de mi cuerpo y condujo mi polla a la entrada de su coño. En esa posición ella tenía todo el control de la follada. Movía su pelvis adelante y atrás, muy lentamente para no hacer ruido, aunque me coloqué lo más cerca posible a la puerta estoy seguro que el conductor podía ver y oír lo que estábamos haciendo. Esa posición dejaba mi boca en muy buena posición para lamer sus pezones. Descubrí que lamiéndolos lentamente, pero de forma constante, a la vez que me follaba producía un efecto de descontrol en Andrea. Cada vez intensificaba más la presión sobre mi sexo y notaba más tensión en sus manos, que rodeaban mi cuello. Ver su expresión confirmaba mi diagnóstico: Andrea estaba a punto de gritar. Dejé sus tetas al notar los primeros espasmos y la besé. Eso solo sirvió para minimizar las primeras expresiones de su orgasmo, pero escapó de mi beso y gritó– ¡Ahhhhh! Pese a coincidir con la sección de vientos de una orquesta de salsa, el gemido fue muy evidente y a esa altura de los hechos ya no tenía dudas de que, si Víctor no era muy discreto, la mamá de Andrea sabría pronto cuales eran las pervertidas aficiones de su hija.
Andrea pronto se recuperó y me susurró al oído.
Andrea- ¿Dónde quieres correrte?
Yo-¿Quieres que me corra?
Andrea- Si follamos en el taxi hagámoslo bien. ¿Quieres correrte en mi boquita y que me beba toda tu leche?
Hay invitaciones que simplemente no se piensan. Agarré la cabeza de Andrea para llevarla a mi polla y me la empezó a chupar. Me concentré en el movimiento de sus labios carnosos a lo largo de mi sexo, entonces descubrí la importancia de unos buenos labios para gozar de una buena felación. La combinación del movimiento de su mano, las succiones y lengüetazos me estaban volviendo loco y sabía que después de tanta excitación contenida pronto me correría… y además quería hacerlo. Quería llenarla de toda la leche que había acumulado durante semanas. Empecé a follarle la boca y cuando intuí que me iba a correr la agarré fuerte para que no se echara atrás, pero ella no hizo el gesto de retirarse, se quedó mamándome la polla mientras salían mis chorros de forma continuada. Se lo trago todo y aun se entretuvo unos segundos en lamer mi sexo para que quedara bien limpio.
Andrea- Que rico.
Yo- No dejaste ni una gota.
Andrea- Es que no quería que se manchara el coche de Víctor.
Aun tuvimos tiempo de acomodarnos un poco antes de llegar al hotel. Andrea pagó al taxista, que no hizo ningún comentario y me agarró del brazo. Mientras subíamos las escaleras le acerqué el tubo de caramelos.
Yo- ¿Quieres uno?
Andrea- ¿Qué es?
Yo- Caramelos.
Andrea- Uy, pero sí parece un consolador.
Yo- Que mente tan pervertida tienes.
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