Kilómetros nos separan pero nos une el deseo.
Sé que estás ahí, presiento tu llegada.
Siempre la presiento.
Hace semanas que nos encontramos
de casualidad, en una sala cualquiera.
Las casualidades no existen,
sólo las piezas anatómicamente perfectas.
Creadas para encajar la una en la otra.
Como tu pija.
Como mi concha.
Y desde entonces no hacemos más que eso.
Desearnos.
Acudir sin fallar nunca a nuestras citas
frente a la pantalla de la computadora.
Tenemos el compromiso de mantener funcionando
el sonido, el micrófono, la cámara.
Tenemos el compromiso de conectarnos.
Siempre igual: desnudos y dispuestos
a complacer al otro, siempre.
y la promesa de guardar la intimidad.
No hay nombres.
No hay rostros.
No vi nunca tu rostro, pero me sé de memoria tu verga.
Nunca me viste la cara,
pero podrías dibujar mi concha con los ojos cerrados.
Tu presencia me es indispensable.
Tu voz, relatando en el micrófono
la forma en que tu pija me perfora
me es necesaria, como el agua y el aire.
Uno o dos orgasmos cada noche
semana tras semana.
Algunos días me pides que me meta
algún juguete reemplazando a tu carne.
Otros sólo quieres que me toque.
Varios sólo quieres que me duerma
dejándote observar mi concha húmeda.
No te conozco, no me conocés.
Pero sabés como hacerme alcanzar la gloria.
Y alcanzarla vos viendo mis jugos,
oyendo ese ruidito que tanto te gusta,
el de mis fluidos cuando me masturbo fuerte.
Me has vuelto viciosa de tu gruesa verga
de tu blanca leche,
de tus manos grandes,
de imaginar tu sexo en mi.
Mi amante virtual.
1 comentarios - Un poco cachondita.