Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 3: Fiesta
Las vacaciones habían empezado bien: Había logrado concretar con Celeste y Noelia, había reafirmado que ese año iba a ser un verano con mucho sexo. Pero lo mejor de todo, era que todavía estábamos a principios de Diciembre, lo que significaba que faltaba muchísimo para que todo terminara.
Diciembre es sinónimo de despedidas y reuniones de fin de año. La del club, estaba planeada para el 22 de Diciembre, la de los compañeros de la secundaria (ya les voy a hablar de ellos) para el 19 de diciembre, con los chicos de la facultad decidimos aprovechar la última peña del año para hacer nuestra fiesta. A diferencia de otros años, los de 5to de odontología, el año pasado organizaron una fiesta de fin de año para el domingo 13 de Diciembre. Aprovechamos con Daniel y Martín organizamos para comer en la casa de Dani y después de una buena previa ir de fiesta.
Oriana y Celeste confirmaron enseguida, y Guillermina (otra chica que de vez en cuando se juntaba con nosotros) se sumó a la previa. Así que cuando llegó el domingo, después de una tarde tranquila en el club, nos juntamos con los chicos y fuimos a comprar las cosas. A pesar de que sospechaban algo de lo que había pasado el lunes pasado, no les conté nada. Le dije que me la había comido pero que la cosa no había pasado a mayores, a lo que ellos no me creyeron. Y bien que hacían, ya que esa noche no pensaba disimular y quería acostarme con Cele otra vez.
Pero cuando las chicas llegaron algo me frenó la ilusión. Oriana, Guillermina y Celeste vinieron con alguien más, un chico: Iván. Un flaco, alto, morocho con cara de nabo y que entró de la mano con ella. A pesar de que nos lo presentó como “un amigo” yo sabía que era algo más y ahí me calló la ficha. Por eso Celeste no quería nada serio, por eso no quería hacerlo conmigo, porque había alguien más… Iván.
La noche se desarrolló de manera rara. A la hora de comer, ellos se sentaron en la otra punta de la mesa y a pesar de eso Cele respondía a cada uno de mis comentarios y prestaba mucha atención a lo que yo decía. A él bobo (Iván) parecía molestarle, ya que no paraba de hablar para llamar la atención. Cuando empezamos a tomar fue aún más loco, Celeste me buscó en varias ocasiones para darme tragos y para sacarse fotos y él no paraba de molestar. Le mostraba cosas del celular y se colaba en las fotos abrazándonos a los dos haciendo como que todo estaba bien.
- En cualquier momento lo mato.- Le digo a los chicos una vez que estuvimos más alejados.
- Jajaja.- Se rieron ambos.- Dejalo, hay peores.- Agrega Daniel.
¿Hay peores? Y sí, obvio. Siempre hay flacos que salen con minas que te cogiste hace una semana y que creías que iban a estar con vos. Ojo, no es que me moría de ganas por estar con Celeste, pero no había pasado una semana desde que estuvimos y me pareció cualquiera que llevara a un flaco.
Cuando salimos a bailar, ella se subió al mismo taxi en el que estábamos Martín y yo y me lo tuve que fumar hablándole al tachero. Por suerte para mí, cuando entramos al boliche se encontró con unos amigos y lo perdimos.
- Cualquiera lo tuyo.- Le digo a Celeste una vez que nos quedamos bailando solos.
- ¿Por?- Me pregunta.
- Traer al flaco ese.- Le digo ofendido.- ¿Quién es? ¿Tu nuevo novio? Cualquiera.
- Es gay.- Me dice mirándome fijo.- Salame.- Agrega riéndose.
- ¿Gay?- Le pregunto sin entender.
- ¡Sí Julián!- Me dice riéndose.- Gay. ¿No viste como hablaba, como movía las manos y que todo el tiempo me mostraba conversaciones de whatsapp con otro chico?
- No…- Le digo procesando todo. Y a pesar de su risa y de mi vergüenza, a partir de ese momento la noche cambió.
Celeste y yo empezamos a bailar mucho más tranquilos y relajados. Cuando volvieron los chicos con algunos tragos seguimos tomando y divirtiéndonos. La noche era otra y cuando Iván apareció para bailar un tema retro con Cele enseguida me di cuenta. ¡Era gay hasta la médula! Lo cual me alegró la noche y a partir de ese momento, Iván ya no me parecía un nabo sino un gay bastante loco y copado.
Con el correr de las horas Celeste se fue poniendo más cariñosa. Primero bailó un par de temas conmigo, después me pidió que la acompañara a la barra y por último me pidió un beso para “darle celos a un chico con el que ella había estado una vez”, cosa que después me enteré que no era verdad.
- ¿Así que te pusiste celoso?- Me pregunta algo borracha cuando íbamos caminando por la calle a las 5 de la mañana en busca de un taxi.
- No.- Le digo tratando de sonar serio.- Nada que ver. Pero me pareció cualquier que trajeras a un loco.
- Te pusiste celoso.- Me dice riéndose.- Igual no estoy con nadie.- Me dice dejando de caminar y mirándome fijo y bien cerca.
- ¿Por?- Le pregunto acercándome más a ella.
- Porque quiero seguir cogiendo con vos.- Me dice en un susurro.- Me gustó mucho lo que hicimos la otra vez, y tengo ganas de seguir haciéndolo.
No hizo falta decir más nada para que nos termináramos comiendo la boca. Los otros chicos, que iban caminando un poco más adelante, empezaron a gritarnos cosas pero nosotros no le dimos importancia. Estábamos ahí tranzando con muchas ganas y solo había una salida.
- ¿Vamos a tu depto?- Le pregunté al ver que venían unos taxis.
Le hice una señal a los chicos para decirles que se vayan solos y nos subimos a uno. El viaje se hizo interminable, nos moríamos de ganas de coger. Fuimos todo el camino besándonos, pero controlando el impulso de manosearnos arriba del auto. Cuando llegamos no nos soltamos ni un minuto: caminamos por el palier del edificio de la mano, en el ascensor nos comimos la boca y aproveché para manosearle el culo y cuando llegamos fuimos directo a la pieza entre besos y caricias.
Ella se tiró en la cama y yo me acosté encima de ella para volver a los besos, esta vez sin control alguno. Empezamos a subir la temperatura y a usar el resto del cuerpo. Ella me sacó la remera de un tirón y después yo fui bajando por su cuerpo hasta llegar al short que tenía puesto. Se lo desabroché de un saque y metí la mano para encontrarme con una tanga que parecía diminuta. No pude evitar una sonrisa y ella se dio cuenta que me gustaba la ropa.
- ¿Te gusta la ropita que tengo?- Me pregunto riéndose ella también
- Con ese short no podía parar de mirarte el culo y ahora con una tanga… Me vas a matar.- Le digo.
Me empujó hacia el costado y se paró para quedar enfrente mío. Yo me acomodé en la cama y me puse a ver como de a poquito se iba desvistiendo bailando una canción que solo sonaba en su mente. De a poco se fue sacando la remera, el corpiño y el short, hasta quedarse con una tanga celestita que era prácticamente dos hilitos al costado y atrás y un triangulito adelante que le tapaba la conchita. Se dio media vuelta y se agachó para buscar un forro dejando su culo en primer plano. Sin dejar de mirarla, me saqué lo que me quedaba de ropa y me volví a acostar. Cuando ella se dio vuelta, ya estaba completamente desnudo.
Se subió de nuevo a la cama y vino gateando hasta mi verga que ya estaba completamente dura. Nuevamente demostró toda su habilidad y se metió en la boca una chota bien gorda de 17 centímetros sin decir nada. Atrás, gracias al espejo que había en la pared, pude verle el orto en primer plato. Celeste no era la mejor chupándola, pero le ponía mucha garra y el hecho de que le entrara toda sin ahogarse era excitante. Así que siguió lamiéndome la pija hasta que le pedí que se acostara. Ella lo hizo y me abrió sus piernas. Me daba cosa sacarle la tanga, era muy muy linda, pero quería cogérmela y lo tuve que hacer.
- ¿Me tocás un ratito?- Me preguntó haciéndome pucherito.
- Si, mi amor.- Le digo agarrándola de las piernas y trayéndola hasta mí.
Sumergí mi cara entre sus muslos y me dediqué a darle una buena lamida de concha. Ella me abrazó con sus piernas y me puso una mano en la nuca para que no me alejara. Le pasaba mi lengua por toda la conchita, totalmente depilada y muy mojada. Ella hacía ruidos de placer cada vez que mis labios se movían de arriba para abajo. Mi lengua iba de acá para allá, y cada vez que le apretaba el clítoris ella se retorcía de placer.
Sin decirle nada me liberé, me puse a su altura y volvimos a besarnos. La calentura que teníamos era inmensa. Nos manoseábamos, nos lamíamos todo el cuerpo y la respiración aumentaba a cada segundo. Me puse el forro que había dejado al lado y se la puse. Esta vez costó un ratito en entrar, pero teniendo en cuéntalo excitados que estábamos, ella no tuvo problema en esperar. Una vez que tubo la pija completamente adentro, no podía parar de disfrutar. Empecé a cogérmela bien rápido, con ganas, mientras le besaba el cuello y sentía su respiración agitada y sus gemido en la oreja. Ella no paraba de disfrutar y a mi me encantaba como lo hacía.
Después de un rato me dijo que me acostara y ella se puso encima de mí, pero en vez de darme la cara me dio la espalda, o mejor dicho el culo. De a poquito se iba moviendo de adelante para atrás mientras yo la tenía de la cintura, acompañando cada movimiento que daba. A medida que pasaban los segundos, se iba moviendo más rápido, mi verga bailaba adentro de su concha. Baje las manos hasta el hermoso culo de Celeste y a ella pareció gustarle que se lo manoseé porque empezó a moverse cada vez más rápido. Los gemidos volvieron y empezaron a ser tan fuertes como sus movimientos.
Un rato más tarde ella se paró y se puso en cuatro contra el borde de la cama. Yo me paré atrás de ella y volví a cogérmela como hacía una semana lo había hecho en el sillón. Su culo en primer plano me volvía loco y sus gemidos y sus gritos ahogados por el colchón me motivaban aún más. Estaba llegando al punto más alto del placer. Y con un golpe seco y duro al final, acabé. Ella también lo hizo, se comportó como una trola total, revolcándose por el colchón y manoseándose las tetas mientras me miraba y se mordía el labio. El sexo con Celeste valía la pena.
- Me matás.- Me dijo después que volví de limpiarme del baño.- Por favor no dejemos de hacer esto.
- Nunca se me cruzó la idea de dejar de hacerlo.- Le respondí con una sonrisa de ganador.
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