Parte III (Segunda Parte)
Habían pasado dos días en que Matías había logrado esquivar a Adela. Era sábado y habían terminado de comer un asado que el propio joven había hecho. La familia estaba toda durmiendo la siesta, incluso la tía, y él decidió sentarse en el sillón del living a ver un partido de una liga europea, esos que no importan mucho el resulto sino que preferentemente sirven para dormitar un rato.
En eso estaba Matías, entre escuchar los relatos y perderse en sueños, cuando sintió que alguien abría sus piernas con las manos. Entre dormido y sorprendido vio como Adela pasaba la lengua desde la base de su pija hasta la punta, coronándola con un beso. Lo miró y le dijo: esta técnica es mucho más difícil para conseguir lo que quiero, pero es mi preferida. Matías atinó a moverse, pero la señora no se detuvo y volvió a lamer su pija de punta a punta.
La maestría con que Adela manejaba su lengua por la pija, le hizo sentir a Matías un placer que hasta el momento no había vivido. La mujer lograba llevarlo a lo más alto del éxtasis solo lamiendo la pija, ni la chupaba, ni la metía en su boca. La pija estaba ya venosa, parada al mango, largando sus propios jugos. Cuando Matías pensaba que no había placer mas grande, la madura empezó a recorrer sus huevos con la lengua. La lengua suave, húmeda, acariciaba toda la superficie de sus huevos, haciendo que la cabeza de su pija latería pidiendo explotar.
El placer también se notaba en el cuerpo de Adela, que tenía los pezones duros como roca y su entrepierna empezó a humedecerse más y más. Entendiendo y sabiéndose completa dominadora de la situación, la lengua de Adela bajó hasta debajo de los huevos y empezó a lamer moviéndose con maestría. Matías sentía debajo de sus bolas todo húmedo, sentía la saliva bajar hasta casi llegar a su ano. Su pija seguía latiendo y largando jugos, parecía que apenas un roce la haría estallar. En ese momento, Adela siguió bajando hasta tocar la entrada de su culo con la punta de la lengua, la acción tuvo una reacción inmediata y la pija de Martín estalló como un volcán en erupción. La leche del joven se había dispersado por toda su panza. Adela no perdió tiempo y bebió cada gota que estaba manchando a su sobrino.
La señora gemía suavemente mientras recogía con su lengua las gotas de semen desperdigadas por la panza de su sobrino. Las levantaba una a una, la metía en su boca, saboreaba, y trabaja, gimiendo suavemente. Matías alcanzó a ver como la mano de la madura tocaba su concha, y notó que su ropa interior estaba muy mojada.
Una vez que tomó toda la leche, se incorporó y le dijo: te dije que era la técnica que mejor manejaba. Y se fue hacia su pieza a dormir la siesta, como el resto de la familia. Matías subió sus short y se volvió a quedar dormido, el placer del que venía le había quitado todas sus energías y no podía casi moverse.
Continuará…
Habían pasado dos días en que Matías había logrado esquivar a Adela. Era sábado y habían terminado de comer un asado que el propio joven había hecho. La familia estaba toda durmiendo la siesta, incluso la tía, y él decidió sentarse en el sillón del living a ver un partido de una liga europea, esos que no importan mucho el resulto sino que preferentemente sirven para dormitar un rato.
En eso estaba Matías, entre escuchar los relatos y perderse en sueños, cuando sintió que alguien abría sus piernas con las manos. Entre dormido y sorprendido vio como Adela pasaba la lengua desde la base de su pija hasta la punta, coronándola con un beso. Lo miró y le dijo: esta técnica es mucho más difícil para conseguir lo que quiero, pero es mi preferida. Matías atinó a moverse, pero la señora no se detuvo y volvió a lamer su pija de punta a punta.
La maestría con que Adela manejaba su lengua por la pija, le hizo sentir a Matías un placer que hasta el momento no había vivido. La mujer lograba llevarlo a lo más alto del éxtasis solo lamiendo la pija, ni la chupaba, ni la metía en su boca. La pija estaba ya venosa, parada al mango, largando sus propios jugos. Cuando Matías pensaba que no había placer mas grande, la madura empezó a recorrer sus huevos con la lengua. La lengua suave, húmeda, acariciaba toda la superficie de sus huevos, haciendo que la cabeza de su pija latería pidiendo explotar.
El placer también se notaba en el cuerpo de Adela, que tenía los pezones duros como roca y su entrepierna empezó a humedecerse más y más. Entendiendo y sabiéndose completa dominadora de la situación, la lengua de Adela bajó hasta debajo de los huevos y empezó a lamer moviéndose con maestría. Matías sentía debajo de sus bolas todo húmedo, sentía la saliva bajar hasta casi llegar a su ano. Su pija seguía latiendo y largando jugos, parecía que apenas un roce la haría estallar. En ese momento, Adela siguió bajando hasta tocar la entrada de su culo con la punta de la lengua, la acción tuvo una reacción inmediata y la pija de Martín estalló como un volcán en erupción. La leche del joven se había dispersado por toda su panza. Adela no perdió tiempo y bebió cada gota que estaba manchando a su sobrino.
La señora gemía suavemente mientras recogía con su lengua las gotas de semen desperdigadas por la panza de su sobrino. Las levantaba una a una, la metía en su boca, saboreaba, y trabaja, gimiendo suavemente. Matías alcanzó a ver como la mano de la madura tocaba su concha, y notó que su ropa interior estaba muy mojada.
Una vez que tomó toda la leche, se incorporó y le dijo: te dije que era la técnica que mejor manejaba. Y se fue hacia su pieza a dormir la siesta, como el resto de la familia. Matías subió sus short y se volvió a quedar dormido, el placer del que venía le había quitado todas sus energías y no podía casi moverse.
Continuará…
2 comentarios - La Tía Adela - Tercera Parte