Queríamos comentarles que estamos empezando un nuevo proyecto de relatos más cortos. La idea es un relato por día, donde la historia de cada uno empiece y termine ese mismo día. Pero para calentar más la cosa, la pagina se basaría únicamente en fantasías. Les dejamos el link para que nos vayan siguiendo ya que en los próximos días empezaremos a subir los primeros relatos.
Muchas gracias por todo!
http://www.poringa.net/FantasiasH
Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 47: Hermanos y amantes
De haber sabido que esa iba a ser la última vez que me iba a acostar con Hernán lo hubiese hecho una vez más, o dos. Pero no tenía idea que tan solo una semana después se iba a casar e iba a convertirse en el hombre más fiel del mundo. El domingo me llamó para decirme que había sido una noche excelente pero que lamentablemente todo se iba a terminar. Pensé que lo decía en broma, pero tampoco quise interferir en su matrimonio, por lo que me hice a un lado y con una sonrisa que ocultaba un poco mi tristeza, le deseé lo mejor.
Daiana insistió tanto en que vayamos a la iglesia que terminamos yendo todas a ver como su hermano se casaba. Fue algo muy sencillo y lindo, donde ella lloró y Marcela, la madre de ellos, nos vino a agradecer a todas por haber ido. Cuando todo estaba por terminar Andrea se acercó a mi y me abrazo en lo que fue para mi uno de los abrazos más importantes de mi vida. Fue la única que notó mi tristeza ese día, pero también fue la única que entendió que yo había logrado cerrar una etapa de mi vida. Hernán ya era parte del pasado.
Gastón siguió en el norte por un tiempo y “la relación” que teníamos se hizo cada vez más complicada. Teníamos nuestros buenos momentos, hablábamos por teléfono o nos escribíamos cosas lindas por whatsapp, pero no podía seguir en algo con alguien que no sabía cuando iba a volver a vivir en la misma ciudad que yo.
- Perdón Gabi, entendeme.- Me dijo él con voz de arrepentido.- Pero este caso es muy importante, estamos hablando de una demanda de millones de pesos.
- Yo te entiendo Gastón, pero no puedo pensar en mantener una relación con alguien que está viviendo a miles de kilómetros.- Le respondí ofendida.
Obviamente las peleas o discusiones se hicieron cada vez más constantes y a mediados de diciembre él me terminó reconociendo que por el momento no podía estar conmigo y que lo mejor iba a ser que yo siguiera con mi vida. “No podés hacerme eso” pensaba yo, “No podés aparecerte en mi vida después de tantos años, conquistarme e irte de nuevo”, pero no me animé a decirle nada y obviamente quedó todo en lágrimas y tristeza en mi habitación. El año parecía terminar de manera triste.
Sin embargo el sábado 19 de diciembre a la noche me escribió por whatsapp diciéndome que quería hablar conmigo. Como yo tenía un día tranquilo y estaba relajada porque había aprobado todos los exámenes del mes, le dije que no había problema y me quedé esperando su llamada. Pero en vez de eso me dijo que quería hacerlo más a la noche y por skype. Algo intrigada, le dije que no había problema.
Cerca de las doce me llamó y con la notebook prendida y los auriculares puestos empezamos a hablar. Al principio me contó que estaba tranquilo, que iba a volver para el 25 y para año nuevo pero que se iba a tener que quedar enero y febrero. Eso me molestó un poco y como enseguida se dio cuenta cambió de tema y me empezó a preguntar sobre mi vida. Le conté un poco lo que estaba haciendo cuando me interrumpió con un “tengo calor” y de la nada se sacó la remera.
- ¿No te molesta no?- Me preguntó y le respondí que no.- ¿Vos no tenés calor?- Me preguntó enseguida.
- No.- Le dije cortante.- Estoy con el aire.
- ¿Estás segura?- Me preguntó él esbozando una sonrisa.- Yo tengo “muuucho” calor.- Y enseguida entendí el juego que quería jugar.
- Ahora que me lo decís tengo un poquito de frío, así que voy a apagar el aire.- Le dije y acto seguido lo apagué.- Está fresquito, necesito calentarme.
Empezamos a jugar con palabras y frases sensuales y a tocarnos el cuerpo. Enseguida se encendió un fuego en mi de algo que hasta el momento nunca había hecho. Me terminé sacando la remera y levanté la pantalla de la notebook para que la cámara enfocara mis tetas y él se excitó tanto que enseguida me dijo que tenía muchas ganas de estar conmigo.
- No sabés las cosas que te haría si te tuviese acá mi amor.- Le dije con voz de trola y él sonrió.- No te das una idea de lo mucho que me gustaría saborear tu pija.- Le dije y me pasé la lengua por los labios.
- ¿Ah sí?- Me preguntó él emocionado.- ¿Y que más me harías?
- Te la chuparía toda. Y después de dejártela bien mojadita me sacaría la ropita y me sentaría de espaldas sobre tu pija.
En su cara se notó la emoción del momento y el morbo del cybersexo me calentó tanto que cuando me di cuenta tenía una mano adentro del short y me estaba tocando. Seguimos hablando y nos excitamos tanto que nos terminamos masturbando en frente del otro. Pude ver como se hacía la paja y la cámara enfocaba a su pija, mientras él veía mis tetas duritas y con los pezones parados y mis dedos entrando y saliendo de mi concha. El momento del clímax llegó cuando lo hice acabar sobre su pecho con gemidos suaves y casi silenciosos y con pedidos de “mostrame la lechita” que denotaban mi desesperación.
- ¡Como me calentás Gabi!- Me dijo limpiándose el pecho.- En Navidad te agarro y te cojo como loco.
- Eso espero.- Le dije yo.
Lo que no sabía es que la noche de Navidad iba a terminar enfiesta en mi pieza con dos hombres.
El jueves 24, Julián mi hermano se iba a pasarlo con su novia a la casa de los padres de ella. Mis viejos por ende decidieron juntarse a celebrarlo con unos amigos y como estos vivían en Funes (a unos km de Rosario) yo le propuse a mi hermana de pasarlo con ella para quedarme en la ciudad y poder salir esa misma noche con las chicas. Cintia y Emanuel aceptaron encantados de que pasara la noche con ellos y la familia de él. Así, terminamos pasando Navidad cada uno por su cuenta, ya íbamos a tener año nuevo para estar todos juntos.
La noche fue muy divertida, las dos hermanas de Emanuel eran muy simpáticas y la más chica, de 20 años, estaba completamente loca y nos hizo reír todo el tiempo. Sus padres muy amables y me trataron como una hija más y su abuela no paraba de contar anécdotas de cuando ella era chica y de cómo pasaban la navidad, mientras sus nietos se reían a carcajadas. Por unos segundos me sentí un poco mal y me levanté para ir al baño.
Me encantaba estar soltera, disfrutar de mi vida tranquila y poder estar con quien yo quisiera. Pero por otra parte quería eso, quería juntarme con la familia de mi novio y poder reírme con sus hermanos y poder ayudar a mis suegros y divertirme con las anécdotas de sus abuelos. Obviamente Gastón se me vino a la mente, pero pensar que era tan imposible todo en ese momento me hizo salir del baño con una sonrisa y proponerme que esa noche solo iba a pesar en divertirme.
- ¡Gracias por todo Ema!- Le dije a mi cuñado cuando él y mi hermana me alcanzaron a mi casa cerca de la una de la mañana.
Ailín nos esperaba en su casa para una gran fiesta y yo estaba muy emocionada porque tenía ganas de salir, divertirme y bailar con mis amigas. Pero apenas se abrió la puerta del ascensor alguien me chocó. Nicolás salió medio apurado y lo siguió una chica peticita de pelo negro que tenía cara de ofendida. Se dio vuelta y sorprendido de verme me saludó y me pidió que lo esperara porque él subía. Le abrió la puerta a la chica, que se fue casi sin saludarlo y volvió.
- ¿Todo bien?- Le pregunté sabiendo que la respuesta era no.
- Sí, sí. ¿Vos bien?- Pero era obvio que quería ignorar el tema.
- Nico, en serio. Sabés que podés confiar en mi…
- Es mi novia y venimos mal porque no se la banca a mi vieja.- Me confesó de entrada.- Pero ya fue. Mambo mío.
Llegamos a su piso y cuando se abrió la puerta apareció su hermano Gian Luca con una botella de fernet y una de coca. “Hola” me saludó y yo le pregunté a donde iba con eso con una sonrisa. Se miró cómplice con Nicolás y me confesaron que estaban yendo a la terraza para tomar entre ellos dos. Me apreció raro, nunca habían sido muy unidos, más que nada teniendo en cuenta que uno tenía 19 y el otro 29, pero les dije que me parecía excelente. Enseguida me invitaron a tomar con ellos, pero les dije que tenía que ir a casa a cambiarme.
- Lo tomamos en tu casa así vos te arreglas tranquila para salir.- Dijo enseguida Gian Luca.
Les dije que no había problema y los tres subimos hasta mi departamento y entramos a casa. Enseguida armaron 3 vasos enormes y brindamos por una feliz navidad y un próspero año nuevo. Empezamos a tomar y entraron a decir tantas pavadas y a hacerme reír tanto que me olvidé que tenía que irme a cambiar y me quedé charlando con ellos. Parecían dos mejores amigos que no paraban de hacer tonterías. Los vasos se vaciaron enseguida y se llenaron una vez más y cuando no había más, fui hasta el placard de mi pieza y saqué un fernet que tenía guardado y lo empezamos a tomar con ganas. En tan solo media hora, habían desaparecido casi las dos botellas.
- Voy a buscar más.- Dijo Gian Luca y salió corriendo.
Nos quedamos con Nicolás y el silencio se hizo instantáneo. Yo miraba la mesa mientras él miraba el vaso y le limpiaba la espuma del borde. “Estás muy linda” me dijo él y enseguida caí en la cuenta de que habían pasado casi dos años desde la última vez que lo había visto. Hacía dos años nos habíamos cruzado en el ascensor y las cosas se habían ido de control y terminé haciéndole un pete en la cocina que estaba a metros de donde estábamos nosotros. Se paró y vino caminando decidido a mi. Puso sus manos en mi cuello y levantó mi cabeza y me besó con ganas.
No podía creer lo que estaba pasando, me bloqueé tanto que me quedé ahí sentada mientras él me besaba. Lo único que se movía eran mis labios, mi mente estaba en blanco y mi cuerpo estaba inmóvil. Sus labios estaban cálidos y húmedos y me recordaron a nuestros meses de amantes, donde nos matábamos en la cama cada dos por tres. Pero no fue hasta que una tos esforzada de su hermano me despertó.
- Tranqui ustedes dos.- Dijo y apoyó una botella de fernet y dos de champagne sobre la mesa.
Nos entramos a reír y fue tal la tensión que liberé que no pude parar de reírme. Gian Luca abrió el fernet y se preparó otro vaso y Nicolás destapó el champagne y se sirvió a él y a mí. “Si quieren me voy chicos” dijo el menor y miró a su hermano con una sonrisa, pero lo que él no se esperaba era que fui yo la que le respondió.
- ¿Cómo si vos no hubieses hecho nada parecido?
Enseguida se cruzaron las miradas y noté algo ahí. Nicolás no estaba sorprendido de enterarse que yo había estado con su hermano, por el contrario, esbozó una sonrisa y siguió tomando su copa de champagne. Gian Luca intentó disimular con un comentario estúpido pero enseguida me cayó la ficha. Querían cumplir el sueño, querían divertirse, querían hacer lo que todos quieren… Querían hacer un trío.
- Son increíbles.- Dije levantándome de la silla y colocándome entre ellos dos.
Pasé mi mano por el pecho de Gian Luca, pero miré a Nicolás y volví a besarlo. Enseguida sentí como su hermanito se apoyaba al lado mío y sus manos pasaban por mi espalda hasta mi cintura. Nicolás se alejó de mi y me sonrió para después preguntarme si estaba segura y sin dudarle le dije que estaba muy segura. Los tomé a los dos de la mano y con paso decidido me los llevé hasta mi pieza.
Los senté en la cama y yo me senté entre medio de ellos dos que inmediatamente comenzaron a tocarme. Mi cabeza esta vez giró hacia Gian Luca y nuestros labios se encontraron en un beso, mientras Nicolás me abría las piernas y sin dar vueltas me metía la mano en el short. Sus dedos empezaron a tocarme y me calentaron enseguida. Gian Luca me acariciaba por detrás y después de sacarse la remera me levantó la mía y la tiró al piso. Las manos de ambos fueron automáticamente a mis tetas y empezaron a manoseármelas con ganas. Yo tiré mi cuerpo hacia atrás exponiendo mi pecho y dejé que los hermanitos se entretuvieran conmigo.
Me sacaron el corpiño y empezaron a besarme las gomas y a tocarme más todavía. Gian Luca siguió sacándose la ropa hasta quedar en bóxer y fue bajando por mi cuerpo hasta quedar arrodillado en frente mío. Nicolás, más tímidamente, me recostó sobre la cama y se acostó a mi lado para seguir besándome mientras su hermano me bajaba el short y la bombacha. Tenía cuatro manos tocándome son suavidad sobre mi cuerpo y me estaba volviendo loca. Pero lo que más me calentaba era saber que ellos eran hermanos y en ese momento eran mis amantes.
El menor empezó a chuparme la concha y consiguió excitarme enseguida. Mientras tanto, su hermano se iba desvistiendo con tranquilidad mientras seguía besándome y acariciando mis tetas. Pero yo estaba muy caliente, habían logrado motivarme al máximo y quería demostrarles que podía ser una perra en la cama. Me levanté y crucé las piernas haciendo prisionero a Gian Luca y tomé con fuerza a Nicolás y lo levanté hasta dejarlo parado a un costado de su hermano. Gian pareció emocionarse con mi actitud dominante y siguió lamiéndome ahí abajo y lo hacía muy bien. Mientras tanto, le bajé el bóxer al más grande y comencé a chuparle la pija como loca.
Segundos más tarde le dije a los dos que se pararan uno al lado del otro y me arrodillé frente a ellos. Gian Luca se bajó el pantalón y su enorme pija bien dura se elevó hasta mi boca. Las tomé a ambas con las manos y mientras pajeaba a uno se la chupaba a otra. Iba de pija en pija disfrutando de las dos a más no poder, después de todo las dos me habían hecho muy feliz en el pasado. Ellos miraban felizmente como yo se las chupaba y pude notar una alegría inmensa en sus miradas. Me sentía muy puta y me encantaba. Disfrutaba cada centímetro de la pija de Nicolás y me volvía loca con los 22 de su hermano.
Me levantaron y Nicolás se acostó boca arriba en la cama y enseguida me acosté encima de él, poniendo su pija en mi conchita. Gian Luca se quedó parado al lado, pero yo le dije que se subiera a la cama y mientras cabalgaba a su hermano se la iba chupando a él. Me sentía tan trola que me encantaba lo que hacía, montar la pija de un chico mientras chupaba la de su hermano. No podía calentarme más.
Pero Gian Luca enseguida se agachó y me dijo al oído “¿Te acordás de lo que me prometiste?” y una sonrisa se dibujó en mi cara. Obviamente que me acordaba. Él me había pedido la cola en repetidas ocasiones durante el mes que fuimos amantes y yo le dije que se la iba a entregar cuando estuviera su hermano y ahora tenía que cumplir con la promesa. Tiré mi cuerpo hacia adelante apoyando mi pecho sobre el de Nicolás y levanté la cola. Enseguida sentó como las manos de Gian Luca empezaban a jugar sobre mi culito y me invadió una sensación hermosa. Un dedo empezó a entrar y yo estaba tan entregada que me abrí por completo y él empezó a cogerme con este. Otro dedo se hizo presente y la sensación de la doble penetración me volvió loca.
- ¡Metémela ya!- Le pedí desesperada al menor.
Se arrodilló entre mis piernas y las de su hermano y empecé a sentir como su pija dura entraba en mi cola. Fue un placer instantáneo el que me invadió en ese momento y lo manifesté con un grito orgásmico. Una vez que las tuve a las dos bien adentro comenzaron a mover, Gian Luca hacia adelante y hacia atrás y Nicolás hacia arriba y hacia abajo. Era hermoso, increíble. No podía aguantarme las ganas de gritar y gemir de placer. Les pedía más y más y ellos me seguían cogiendo como locos. Me invadía una sensación de placer puro que recorría cada centímetro de mi cuerpo.
Me pusieron en cuatro y mientras Gian Luca me cogía la cola Nicolás se arrodilló frente a mi y de manera violenta me metió su pija en la boca. “Dale chupámela” me ordenó. Pero me costaba muchísimo entre gemido y gemido mantener su pija en la boca. Sin embargo seguía ahí, disfrutando de cada lengüetazo que le daba. Después cambió de lugares con su hermano y mientras el mayor me cogía, se la chupaba al menor.
Cogimos durante muchísimo tiempo. Me decían que me ponga en cuatro, me daban vuelta, me penetraba uno, después del otro, por la conchita, por la cola, me volvían loca. Una vez que acabé no pude parar y era un orgasmo atrás del otro y eran gritos de placer y gemidos de satisfacción que se mezclaban entre los suspiros silenciosos de Gian Luca y los comentarios al estilo de “Que cola que tenés Gabi” o “Que putita que sos” de Nicolás.
Para el gran final les pedí lo que más me gusta, la leche. Me acosté en el piso y ellos se arrodillaron uno a cada lado de mi cuerpo y empezaron a pajearse hasta acabar. Primero terminó Nicolás y su semen fue a parar en mis tetas y en mi pecho, pero su hermano decidió llenarme la cara y la boca de su lechita calentita y fue tanta la cantidad que después siguió acabando sobre mis tetas.
Se levantaron y enseguida se fueron a cambiar mientras yo me quedé en el piso excitada y disfrutando todavía de mis múltiples orgasmos. No podía creer lo que acababa de pasar, no podía creer que me acababan de coger dos hermanos y que lo habían hecho con tal violencia y tal seguridad. Me sentía tan trola y me había encantado. Me lavé la cara en el baño y ellos se fueron y fui directo a acostarme a mi cama para comprobar que eran las 4 de la mañana. Había sido la mejor Navidad de mi vida.
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1 comentarios - Una diosa. Capítulo 47
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