Queríamos comentarles que estamos empezando un nuevo proyecto de relatos más cortos. La idea es un relato por día, donde la historia de cada uno empiece y termine ese mismo día. Pero para calentar más la cosa, la pagina se basaría únicamente en fantasías. Les dejamos el link para que nos vayan siguiendo ya que en los próximos días empezaremos a subir los primeros relatos.
Muchas gracias por todo!
http://www.poringa.net/FantasiasH
Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 45: 25 añitos
Mi plan con Juan Manuel no había terminado. Le conté a Patricio lo que había pasado y para mi sorpresa él se puso como loco. Sin embargo le dije que se quedara tranquilo, porque tenía una idea y tenía un gran respaldo. Días más tarde Patricio se encargó de darle tanto trabajo y confundirlo tanto que se terminó mandando una cagada interesante. Al final lo despidió porque las cuentas no cerraban y faltaba algo de plata. Juan Manuel que enseguida se dio cuenta que pasaba empezó a los gritos en el medio de la recepción que yo me estaba cogiendo a Patricio y que por eso me despedía, porque él nos había visto.
Una vez que los chicos lo terminaron sacando me tocaba dar explicaciones a mi y por suerte Martín estaba ahí. “Es un tarado, es porque no le di bola” empecé y al final les terminé mintiendo a mis compañeros diciéndole que habíamos salido un par de veces con Juan Manuel (“Vos Martín nos viste una vez”) y que como le dije que no quería seguir con él lo dejaba.
- Obviamente está enojado porque lo despidieron y porque yo no le di bola.- Le conté a algunos de los chicos en el almuerzo.- Pero de ahí a decir que me estoy cogiendo a Patricio, no da. Es de muy poco hombre eso.- Concluí contenta porque todos se habían creído mi versión de la historia.
Sin embargo eso marcaba el fin de una etapa, ya que no me iba a poder acostar nuevamente con mi jefe, teníamos que tener cuidado y no podíamos arriesgarnos a que nuestra mentira se descubriera. Es por eso que el lunes de la semana siguiente fui a su oficina y terminamos todo. “¿No podemos terminar con un final feliz?” me preguntó él, y yo le respondí que era mejor si dejábamos todo y me fui contenta por sentirme deseada así por mi jefe.
En Julio Gastón vino por primera vez y tuvimos una sesión de sexo acelerado que duró pocos minutos. Él estaba muy caliente y no se pudo contener a cogerme de la nada y a satisfacer simplemente sus necesidades. No me importaba, me alegró volver a tenerlo ahí por unos días, pero el lunes volvió a irse y eso me entristeció muchísimo. Las semanas avanzaban y parecía que la facultad y el trabajo era toda mi vida. Me faltaba algo.
El mes siguió como si nada y en agosto volvió a aparecer Gastón, esta vez con la idea de quedarse. Pasaron unos días hasta que por fin nos pudimos ver y cuando lo hicimos nos reencontramos con un beso increíblemente hermoso que denotaba que nos habíamos estado extrañando muchísimo durante ese tiempo.
Fuimos a su departamento y después de una cena rápido nos metimos entre las sábanas y los besos no se hicieron esperar. Su boca recorría mi cuerpo desnudo haciéndome vibrar con cada beso que me daba. No podía creer lo mucho que me excitaba su forma de tocarme y acariciarme. Mi cuerpo estaba complemente en llamas y Gastón seguía avivando el fuego.
Se metió entre las sábanas y abrió mis piernas para besar mis muslos. Cuando llegó el momento comenzó a lamer mi conchita con gusto y mis ojos se abrieron de par en par. Me encantaba como lo hacía, como pasaba su boca por mi cuerpo y me provocaba mojarme toda. Sus dedos rozaban mi clítoris y me volvía loca. Mis piernas temblaban y mi cuerpo se movía con deseo. Mi cintura se levantaba del colchón en busca de su boca y él apretaba sus labios contra mi concha. No podía aguantar.
Pegué un grito de placer cuando su lengua entró en mi concha y me provocó un orgasmo que venía aguantando desde hacía meses. Grité tan fuerte que él se sobresaltó pero rápidamente apoyé mis manos en su nuca y lo hice volver a chuparme ahí hasta que terminé recostada con cara de felicidad.
Después le tocó a él y me semnté sobre su pija y comencé a moverme bien rápido admirando su cara de felicidad. Me incliné hacia adelante y él me envolvió entre sus brazos y comenzamos a coger con ganas mientras nos besábamos con pasión. Gastón movía sus manos sobre mi espalda y yo las tenía detrás de su cabeza sosteniendo fuerte y besándolo con ganas. Sus labios me prendían mucho más.
Para el final él se puso sobre mi cuerpo y yo lo envolví con mis brazos y mis piernas. Apoyó su cuerpo caliente contra el mío y entre besos y caricias terminamos de hacerlo en un orgasmo doble que me llevó a ver las estrellas. Sentía como su leche salía de su cuerpo y me penetraba por dentro alimentando mi orgasmo. Un beso apasionado cerró la noche perfecta del reencuentro.
Pero la felicidad dura poco y el problema judicial de Jujuy volvió a sonar en la empresa y para Septiembre Gastón tuvo que volver y aparentemente era por unos dos meses. Sentí mucha tristeza cuando lo vi irse una vez más y supe que lo iba a extrañar con todo mi corazón.
Para colmo a los pocos días apareció un nuevo video de Tomás y Maipi haciéndolo que a pesar de que duraba tan solo 36 segundos se podía ver bien claro la cara de felicidad de los dos y como les gustaba coger. Ella en cuatro, recibiendo su pija por la concha y gimiendo como loca mientras él le preguntaba si le gustaba. Una ola de celos me invadió y me generó una ira que hizo que casi rompa el celular.
Octubre llegó y las chicas empezaron a preguntar que iba a hacer para mi cumpleaños. Flavia era la primera que siempre me ayudaba a organizar todo y ese año ella, Paola y Ailín se movieron bastante ya que yo estaba muy deprimida por culpa de de felicidad sexual de otros y la falta de vida amorosa mía. Andrea se encargó de reservar el boliche y el resto de las chicas me sorprendieron el sábado 24 de octubre con una previa en casa donde las 7 tomamos como si fuésemos 20. Después fuimos al boliche.
Silvina, Natalia e Ingrid estaban ahí, al igual que algunos de los novios de las chicas y Matías. Pero yo me concentré toda la noche en bailar con las chicas y divertirnos. El champagne empezó a correr por cortesía de Guillermo, el novio de Florencia que se pagó dos botellas y consiguió otras dos gratis por conocer a alguien de la barra.
Pero el baldazo de agua fría llegó cerca de las 3 de la mañana cuando mi estado ya dejaba mucho que desear. Tomás apareció en el boliche junto con Emiliano y Francisco y lo primero que hizo fue venir a encararme. Natalia obviamente intentó alejarlo de mi, pero yo que estaba muy borracha y necesitada le comí la boca de un beso y me le colgué de los hombros hasta que terminamos contra una pared, transando como dos pendejos súper calientes. Y es que así estábamos.
Flavia intentó alejarme de él, pero Romina su novia, que poco entendía de la situación, se la llevó diciéndole que me deje tranquila. Yo seguí con Tomás chapando como loca contra la pared a pesar de que sabía que me iba a arrepentir de eso. ¿Pero que iba a hacer? Estaba angustiada, triste, borracha y con un pibe que todavía me movía el piso en frente mío. No podía pensar con claridad y no tomé la mejor decisión de mi vida al aceptar irme con él del boliche hasta su casa.
Llegamos al departamento y me acosté sobre su cama esperando que él viniera por mi. Tomás se sacó parte de la ropa antes de acostarse sobre mi cuerpo y cuando lo hizo se notó su erección sobre los bóxers. Como siempre, a él le gustaba ir rápido y no dar muchas vueltas. Fue bajando por mi cuerpo, sacándome la ropa que se encontraba en el camino y una vez que me tuvo bien desnuda se metió entre mis piernas y después de un “Feliz cumpleaños” comenzó a chuparme la concha.
Había pasado casi un año desde la última vez que había estado con Tomás y sin embargo me acordaba de su lengua en mi cuerpo como si hubiese sido ayer. Empezó a saborear mi clítoris dejándome totalmente encendida. Movía su lengua como loco hacia un costado y hacia el otro y sentía el calor de su respiración sobre mi cuerpo y me dejó ardiendo.
Yo, que estaba muy boraccha, tampoco quise perder mucho tiempo y le pedí que me la metiera sin dar vueltas. Tomás se levantó y después de un beso exprés, metió su pija en mi cuerpo y empezó a cogerme. La extrañaba, recién ahí me di cuenta, pero extrañaba mucho a Tomar y a su pija bien gorda de 18 centímetros. Extrañaba que me cogiera bien fuerte como lo estaba haciendo y extrañaba sentir su cuerpo contra el mío.
Cambiamos de pose y me puso en cuatro y entró a darme duro con sus manos sobre mi espalda empujando mi cuerpo hacia abajo. Mi culito quedó en primer plano y un dedo se animó a tocar y a dibujar círculos en la zona. Una sonrisa en mi cara me indicó de que esa noche no había problemas de nada.
Pero antes de hacerlo por atrás me monté sobre su cuerpo y me dediqué a cogérmelo yo un rato a él, primero de frente y después de espaldas. Cuando estaba de esta manera agaché mi cuerpo hasta sus piernas y dejé mi cola para que volviera a tocarla. Un dedo húmedo apareció en el juego y me penetró por atrás abriéndome el culito sin problemas. Mis gemidos le indicaban que podía seguir haciéndolo. Cuando el segundo dedo entró en mi cuerpo la calentura fue tal que le rogué que me cogiera por atrás.
Me acosté boca abajo sobre la cama y él se sentó sobre mis piernas. Escupió en mi cola y esparció la saliva por la zona y después sentí como su pija empezaba a penetrarme. Al principio le costó un poco, pero una vez que levanté mi cintura y él pudo meterla bien a fondo, apoyó sus manos sobre mi cintura y con fuerza empezó a cogerme bien duro. Sentía su pija durísima entrar y salir de mi cola. Tuve que morder la sábana para no gritar y aun así mis gemidos eran inevitables. Tomás se emocionaba cada vez más y más y me daba con todas sus fuerzas, haciéndome gozar como hacía semanas que no gozaba. Extrañaba su pija, su cuerpo, la forma en la que me cogía y me tocaba.
Me puso en cuatro y él se levantó para darle en puntas de pie y la penetración era tan profunda que no pude evitar gritar como loca. Llegué a mi orgasmo y sentía como acaba por la concha mojándome todas las piernas y gritando como loca. Tomás sacó su pija de mi culo y comenzó a pajearse bien rápido hasta que su leche cayó sobre mi cola y mi espalda y sentía como se metía en mi culito que estaba bien abierto.
- Como extrañaba tu culo Gabi.- Me dijo dándome un chirlo y acostándose nuevamente en la cama.
Yo me quedé ahí tirada, con el cuerpo exaltado, respirando a gran velocidad y manchada con el semen del chico que me había arruinado la vida publicando un video hot de los dos. Pero estaba tan complacida que no pude evitar sonreír y cerrar los ojos hasta ir quedándome dormida. Mañana iba a ser otro día. Ahora estaba borracha, feliz y satisfecha sexualmente.
ANTERIOR
SIGUIENTE
1 comentarios - Una diosa. Capítulo 45