Mama no dejaba de gritarme que pare mientras quería entrar en su concha y cambio de posición y me puso mi pija en la puerta de su anillo del culo y me dijo; ahora sí, dale. No tenía importancia, solo quería estar adentro de ella. Su culo cerrado, estrecho, contenía mi poronga de una manera firme, tensa. Con el movimiento sentí dolor en mi pija y por la forma que ella se quejaba seguro también; pero era también era seguro que nos maravillaba disfrutar del sexo anal. Dejo de gritar de dolor, ahora era solo de placer. La tome de la cintura para poder aumentar el ritmo, agarre sus tetas y el vaivén era terrible. También escuchaba el sonido que genera el golpeteo de los cuerpos chocando cuando se coge. El entorno me exasperaba y la leche ya corría dentro de su orto a borbollones. Cuando salió mi pija y seguía chorreando leche; mi madre se volvió y chupo la pija y junto y comió todas las gotas de leche que había en el glande, Yo me recosté a su lado exhausto y soltó mi pija fláccida, y se acurruco en mi pecho. En ese momento intente explicarme lo que habíamos hecho, y no podía salir de mi asombro. Le pregunte a ella sobre ¿que sentía? y me contesto que solo había tratado de evitar que la cogiera por la concha. Eso me dio mucha bronca. Pero supe que era la forma en que ella evitaba suponer que no habíamos tenido incesto. Supe así que la había entendido. No me moví de mi cuarto y no pude pegar un ojo por dos dias. La relación era distante y solo hablábamos no necesario; mi padre se daba cuenta, aunque supongo que no sabría a que atribuir la situación. Cuando todo volvió a su cauce y creí que todo estaba superado me volvió a entregar su culo que lo destroce con mayores ansias que antes. Volvimos a la relación cordial y salvo en los encuentros en donde deshago su orto, nuestra vida sigue la rutina ordinaria
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