Queríamos comentarles que estamos empezando un nuevo proyecto de relatos más cortos. La idea es un relato por día, donde la historia de cada uno empiece y termine ese mismo día. Pero para calentar más la cosa, la pagina se basaría únicamente en fantasías. Les dejamos el link para que nos vayan siguiendo ya que en los próximos días empezaremos a subir los primeros relatos.
Muchas gracias por todo!
http://www.poringa.net/FantasiasH
Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 41: Verano de oficina
Nadie lo sabía, decidí guardármelo para mi solita, pero me había convertido en la puta de mi jefe. Después de ese pete que le hice para conservar mi trabajo, me animé a ir un poco más allá y a los pocos días lo sorprendí en su oficina con una pollera muy corta que escondía una tanga negra, para terminar haciéndolo arriba de los papeles de su escritorio. La semana siguiente, me pasé 3 veces por su oficina, una para regalarle un hermoso pete con final feliz y las otras dos para montármelo sobre su silla y terminar recibiendo su leche en mis tetas. A Patricio no le importaba nada y estaba decidido a seguir con su juego.
Como si fuese poco, mis habilidades como secretaria se vieron reflejadas en el bono de fin de año, donde aparte de mi sueldo y el aguinaldo proporcional me llegó un fajo en efectivo casi equivalente a dos sueldos más y una tanga roja, todo en un paquete entregado por correo. Esa misma tarde fui al baño de la oficina, me cambié la ropa interior y le di un regalo sorpresa en su oficina con la tanguita que acababa de comprarme. Mi trabajo pasaba a ser mucho mejor de lo que ya era.
Para colmo, ni Juan Manuel, ni Matías, ni ninguno de los chicos que trabajaban ahí sospechaban algo. Ellos pensaban que yo lo había estado ayudando a armar los bonos de fin de año y la cena de empleados, pero en realidad todo eso lo había hecho durante horario de trabajo y lo que de verdad hacía en su oficina era ordeñarlo hasta dejarlo bien sequito.
Tomás seguía arrepentido y con su discurso de “Por favor perdóname. Te juro que yo te amo”, pero mi enojo era cada día más grande y le dejé bien en claro que no iba a darle una oportunidad. Él insistió por un buen rato, pero ya se iba a olvidar de mi.
Natalia, Silvina e Ingrid seguían haciéndose tiempo para verme de vez en cuando y me comentaron que el grupo volvía estar bastante dividido. Emiliano se había ido con Tomás y Francisco se había juntado con otros chicos y chicas. Matías parecía ser el único que tenía ganas de verse con todos, pero la diferencia de opiniones lo hicieron alejarse un poco de todo y terminó juntándose con otros chicos.
Las chicas de la secundaria seguían más o menos igual. Daiana y ailín eran las que estaban más de novias y por ende juntarse con ellas se hacía cada vez más complicado. Andrea terminó peleándose con Juan Carlos y sin embargo seguía con la idea de salir poco, juntarse a hacer programas más aburridos e irse a dormir temprano. Florencia y Paola terminaron volviéndose íntimas amigas y se juntaban muy seguido entre ellas aprovechando que vivían a pocas cuadras de distancia. Flavia era la que se había quedado conmigo y todavía me acompañaba en mis locuras.
A pesar de que se había declarado completamente lesbiana y que estaba decidida a buscar mujeres para divertirse, no tenía problema en salir y calentar a uno que otro hombre para ganarse un trago gratis. “Todo sea por un fernet” decía y le meneaba el culo sobre el pantalón. A pesar de eso, de vez en cuando la perdíamos y nos enterábamos que estaba por ahí con una chica. Una noche de locuras conoció a Romina y terminamos las 3 en su departamento. A pesar de que intentó convencerme, decidí que las dos fueran solas a la pieza y yo me quedé relajada en el sillón hasta quedarme dormida con sus gemidos de fondo. Por más de que me había gustado la experiencia con otra mujer, por el momento no tenía pensado hace un trío si no había un pito de por medio.
Además yo estaba muy bien atendida. Patricio me daba placer durante la semana en su oficina y los fines de semana Gastón me invitaba a comer o a tomar algo y después nos íbamos a su departamento para pasar un poco el tiempo. Volvía a estar en el medio de dos hombres, pero no tenía ganas de decidirme por uno y ninguno de ellos me exigía fidelidad.
El año nuevo empezó con una gran fiesta en la casa de Gerardo, el novio de Daiana y una noche parecida a la Navidad pasada se repitió, pero esta vez con otra protagonista. Flavia se acostó con un chico en la pieza de los padres de Gerardo, hizo que otro le chupara la concha en el baño del quincho y terminó yéndose con Romina a su departamento en lo que nos contó que fue “la mejor noche de sexo de mi vida”.
Por mi parte decidí comportarme un poco y terminé en el departamento de Gastón horas más tarde. Y es que me encantaba estar con él, me daba amor y placer de una manera increíble y se notaba que le gustaba como yo lo hacía. Era imposible no llegar al orgasmo con él y generalmente acababa unas dos o tres veces cuando estábamos juntos, cosa que me volvía loca.
Pero a pesar de que me trababa de una manera increíble y me daba muchísimo placer, el morbo de cogerme a mi jefe me excitaba tanto que los lunes caía rendida en su oficina pidiéndole por favor que me cogiera. Y él siempre me cogía.
El segundo jueves del año arrancó con muchísimo calor. La oficina estaba casi vacía, puesto que la mitad de las personas estaban de vacaciones y otra gran parte había faltado por una charla. Eramos tan solo 5 personas ese día y cada una estaba en su sector. Cerca de las 12 del medio día un estallido sonó donde estaba el aire y veo como se apaga y deja de tirar frío. “Se rompió” dijo uno de los chicos cuando le pregunté si sabía que había pasado.
- ¡No! ¡No puedo trabajar con este calor!- Le dije indignada y me dijo que de última use la oficina de Juan Manuel que estaba atrás de la recepción.
Pero yo tenía un mejor plan. Fui hasta el baño y me saqué la pollera y la bombacha para ponerme una tanguita bien sexy, me acomodé nuevamente la pollera y los tacos y fui hasta la oficina de Patricio. Le comenté acerca del problema y le dije que por esos días iba a trabajar desde la oficina de Juan Manuel y él me dijo que no tenía problema. Pero después cerré la puerta despacito y bajé la persiana dejándonos a solas y en completa intimidad.
- Igual tengo mucho calor ¿sabe?- Le dije avanzando despacito hacia él.- ¿Le molesta si me saco la camisa?- Le pregunté y antes de que responda empecé a desabrocharme los botones.
Me encantaba tratarlo de usted, me generaba más morbo y eso me excitaba más y me gustaba su cara de depravado cuando yo lo hacía. Fui caminando despacio hasta la parte de atrás del escritorio y tiré mi camisa al piso. “Qué lindo corpiño que tenés” me dijo él y rápidamente apoyó sus manos sobre mis tetas. Le encantaba hacerlo, le encantaba masajearme las gomas y tocarlas con ganas. Me volvía loca cuando lo hacía. Sabía cómo encenderme.
Me lo terminó sacando y el corpiño fue a parar al lado de la camisa. Me senté de espaldas a él sobre sus piernas y sus manos pasaron por debajo de mis brazos hasta acabar en mis tetas. Apoyé mi cuerpo contra el suyo y mi cabeza en su hombre y me relejé para disfrutar del masaje de gomas que me estaba haciendo.
- ¡Como me gustan tus tetas!- Dijo y siguió manoseándolas.
Me fui dando vuelta hasta quedar de costado y despacito empecé a bajar hasta terminar arrodillada en frente de él. Le desabroché el pantalón y se lo bajé junto con el bóxer hasta los tobillos. Su pija volvía estar completamente dura, a pesar de que hacía tan solo 24 horas que lo habíamos hecho en ese mismo lugar. Me la metí en la boca y comencé a saborearla con ganas. No sé porque pero era la pija que más me excitaba chupar desde que había comenzado a hacerlo. Podía ser el morbo, o la situación, pero la pija de Patricio era la que más puta me ponía.
- Levantate.- Me dijo él y cuando lo hice me tiró de frente hacia el escritorio y mis tetas cayeron sobre la pida de papeles que había.
Se paró detrás de mí y sentí su pija bien dura apoyarse contra mi pollera. Despacito me la fue bajando y al ver la tanguita negra escuché una pequeña risita que me provocó una sonrisa. Me pegó un chirlo en la cola y me bajó la tanga hasta sacármela. Abrió mis cachetes y esperé ese pijazo que ya había recibido hacía tan solo un día, pero lo que pasó me sorprendió.
Sentí su lengua pasar desde mi concha hasta mi culito y un temblor recorrió mi cuerpo. Su boca se posó sobre mi culo y empezó a chupar con ganas. ¡Iba a hacerme la cola! Obviamente no le dije nada, pero su reacción me había tomado completamente por sorpresa. Su lengua se movía como loca y me gustaba como lo hacía. Nuevamente el morbo calentaba mucho más la situación. Abrió el segundo cajón de su escritorio y sacó un frasquito de lubricante y segundos más tarde sentí como caía sobre mi cola. Un dedo entró sin problemas y después dos. Estaba lista para ser penetrada. Apoyó la cabeza de su pija sobre mi cola y empezó a hacer fuerza.
Una vez la tuve adentro, apoyó sus manos sobre mi cintura y sentí como empezaba a cogerme bien despacito. El lubricante hacía todo el trabajo y era solo placer. Su pija entraba y salía de mi culito como agua cayendo por un tobogán. Tuve que llevarme la mano a la boca para no gritar, pero me moría de ganas de gemir. Patricio apretaba bien fuerte sobre mi cintura y su pija entraba cada vez más a fondo. Sus muslos chocaban contra mi cola en un golpe seco y eso hacía que me mojara cada vez más. Se venía un orgasmo y no podía no gritar.
Agarré una pila de papeles y me los metí en la boca al mismo momento que sentía que de mi conchita salía un flujo que indicaba un increíble orgasmo. Él siguió cogiéndome más y más fuerte y yo no paraba de acabar. Finalmente sacó su pija de adentro mío y antes de que pudiera reaccionar la leche empezó a caer sobre mi cola.
Escupí los papeles y mi respiración agitada fue empañando el vidrio del escritorio. Sentía un calor impresionante y la transpiración recorría mi cuerpo a pesar de que el aire estaba prendido. Mi cola estaba en llamas y la leche calentita de Patricio empezaba a caer por mi conchita y mis piernas. Me miré reflejada en la pantalla de la computadora y no pude evitar una sonrisa de puta complacida.
ANTERIOR
SIGUIENTE
2 comentarios - Una diosa. Capítulo 41