Durante los años de pura pajas José tenía una debilidad por su vecina de al lado. Algo mayor, una señora petiza, simpática, con pocos pechos pero con un culto enorme!
Si le habrá dedica noches bajo las sábanas. Siempre la recorda viéndola lavar la ropa en donde sus escotes le permitía ver sus diminutas y sencillas retas o como se la pasaba mirándole el cuño todas la veces que podía. Es que cualquier pantalón se llenaban con esas cachas.
Pasaron los años y José ya era una persona adulta y había equilibrado la distancia de edad. Ella seguía impune al tiempo y esa cola seguí intacta a su deseo.
Como todo en la vida se presentó la oportunidad.
Ana ya con sus dos hijos fuera de casa y con su marido todo el día trabajando se la pasaba todo el día sola.
José jamás perdió la costumbre de mirarla cuando se daba la espalda y como seguían siendo buenos vecinos cada tanto visitaba la casa.
Una tarde pasó a tomar unos mates y Ana se entraba sola y nerviosa. Le comentó que su vida era aburrida, que sin hijos en casa y con un marido que sólo pensaba en el trabajo pasaba sus días en una rutina que la aplicaba.
Entre mate y mate Ana le preguntó si a esta altura de la vida José todavía no se había cansado de mirarla.
José muerto de vergüenza no sabía que acotar, jamás pensó en que le iban a preguntar tal cosa.
Ana le contó que lo sabía desde siempre desde que el era chico y que eso siempre le levantó la autoestima y que queria agradeserselo de alguna manera.
En ese instante ella separó la silla en donde José se encontraba sentado, se arrodilló ante él , le bajó el cierre del pantalón, buscó en el boxer su pene que comenzaba a ponerse duro y suavemente lo fue metiendo en su boca hasta hacerlo desaparecer. Sólo movía su lengua hasta lograrlo endurecer del todo y de ahí en más fue en meter y sacar a buen ritmo. Lo lambia, lo besaba, lo escupió y de vuelta todo el tronco adentro.
Ana se reincorporó, se sacó su ropa lentamente para disfrute de José. Luego se montó en el. José sintió que su concha rebalzaba en jugos. Ella lo cabalgaba con toda pasión y le decía al oído gracias por todos estos años de miradas, "hoy tú vecina te lo agradece siendo la más pura para vos"
Después de unos minutos José deliraba de placer y su cara lo decía todo estaba a punto de acabar.
Ella le pidió la leche en la cara. Él se paró. Ana se lo llevó a la boca y succiono por poco tiempo. Cuando sintió el primer chorro caliente lo sacó y se lo llevó a la cara. Con su pija se espacio todo el semen restante de José por su cara.
Luego ella simpaticamente le dijo: me limpió y nos tomamos unos mates más? Dale que ya llega mi marido y siempre me pregunta ¿En que anda José?
Si le habrá dedica noches bajo las sábanas. Siempre la recorda viéndola lavar la ropa en donde sus escotes le permitía ver sus diminutas y sencillas retas o como se la pasaba mirándole el cuño todas la veces que podía. Es que cualquier pantalón se llenaban con esas cachas.
Pasaron los años y José ya era una persona adulta y había equilibrado la distancia de edad. Ella seguía impune al tiempo y esa cola seguí intacta a su deseo.
Como todo en la vida se presentó la oportunidad.
Ana ya con sus dos hijos fuera de casa y con su marido todo el día trabajando se la pasaba todo el día sola.
José jamás perdió la costumbre de mirarla cuando se daba la espalda y como seguían siendo buenos vecinos cada tanto visitaba la casa.
Una tarde pasó a tomar unos mates y Ana se entraba sola y nerviosa. Le comentó que su vida era aburrida, que sin hijos en casa y con un marido que sólo pensaba en el trabajo pasaba sus días en una rutina que la aplicaba.
Entre mate y mate Ana le preguntó si a esta altura de la vida José todavía no se había cansado de mirarla.
José muerto de vergüenza no sabía que acotar, jamás pensó en que le iban a preguntar tal cosa.
Ana le contó que lo sabía desde siempre desde que el era chico y que eso siempre le levantó la autoestima y que queria agradeserselo de alguna manera.
En ese instante ella separó la silla en donde José se encontraba sentado, se arrodilló ante él , le bajó el cierre del pantalón, buscó en el boxer su pene que comenzaba a ponerse duro y suavemente lo fue metiendo en su boca hasta hacerlo desaparecer. Sólo movía su lengua hasta lograrlo endurecer del todo y de ahí en más fue en meter y sacar a buen ritmo. Lo lambia, lo besaba, lo escupió y de vuelta todo el tronco adentro.
Ana se reincorporó, se sacó su ropa lentamente para disfrute de José. Luego se montó en el. José sintió que su concha rebalzaba en jugos. Ella lo cabalgaba con toda pasión y le decía al oído gracias por todos estos años de miradas, "hoy tú vecina te lo agradece siendo la más pura para vos"
Después de unos minutos José deliraba de placer y su cara lo decía todo estaba a punto de acabar.
Ella le pidió la leche en la cara. Él se paró. Ana se lo llevó a la boca y succiono por poco tiempo. Cuando sintió el primer chorro caliente lo sacó y se lo llevó a la cara. Con su pija se espacio todo el semen restante de José por su cara.
Luego ella simpaticamente le dijo: me limpió y nos tomamos unos mates más? Dale que ya llega mi marido y siempre me pregunta ¿En que anda José?
3 comentarios - La vecina veterana