Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 31: Obsesión
El 2013 terminó bastante normal después de esa Navidad agitada. El 30 a la noche Tomás y yo decidimos despedir el año con una comida en un bar, unos tragos en otro y una buena sesión de sexo en uno de los mejores telos de la ciudad. Me pasó a buscar tipo 9 y después de comer y tomar algo para animar el cuerpo nos matamos en una habitación por casi 4 horas, jugando primero sobre la cama, después en el jacuzzi y una tercera vez en la cama. Al terminar nos acostamos un rato para cerrar la noche y él me dijo que le encantaba coger conmigo. Yo pensaba igual, pero lo que no sabía es que comenzaba a gustarme mucho más que para solo sexo casual.
Tomás se iba a ir el día siguiente a la costa con unos amigos suyos e iba a estar afuera por dos semanas, algo que pensé que no me iba a mover un pelo, pero al otro día ya estaba mandándole mensajes para preguntarle como andaba y si había llegado. El 1 de Enero me mandó un mensaje para saludarme por el año nuevo yo le respondí establecimos una conversación que duró unos minutos, pero yo me quedé con ganas de seguir hablándole. Y así pasaban los días y yo lo único que hacía era esperar ese mensaje de él que no llegaba. A veces me levantaba y le mandaba un mensaje y él me lo respondía dos o tres horas después, siendo para mí las horas más largas de mi vida.
Cuando le conté a Paola y a Flavia lo que me estaba pasando decidieron hacer una reunión de carácter casi urgente y nos juntamos en la casa de Fla para charlar el tema. Lo primero que ellas me dijeron era que me estaba enganchando y a pesar de que yo lo negara, era obvio eso. Lo segundo fue lo que más me causaba dudas, “Hablalo con él” me dijo Pao y era lo más lógico. Pero… ¿Si Tomás no quería saber nada conmigo? A pesar de todo nuestra relación se basaba en sexo más que nada y no quería arruinar eso por querer algo más cuando en realidad no sabía si de verdad quería estar con él en algo serio.
El primer fin de semana del año llegó y las noches de verano no tardaron en aparecer. Con Flor, Fla, Andre y Pao nos juntamos para hacer una buena previa y después salir a romper la noche a alguno de los boliches de la costa. Como era costumbre en nuestras salidas, el alcohol era un gran protagonista de la noche y las dos solteras del grupo éramos las que más tomábamos.
Fuimos a bailar y cuando llegamos directo a la barra a comprar algunos tragos. A medida que la noche avanzaba me empecé a dar cuenta que ya no estaba al 100% en mi y que la bebida empezaba a apoderarse de mi cuerpo y de mis emociones. Tal fue así que a las 3 de la mañana me senté en uno de los bancos del lugar a mirar fotos de Tomás desde el celular. Paola se acercó para preguntarme que me pasaba y sin poder contenerme me largué a llorar y a decirle que lo quería muchísimo y que lo extrañaba. Al cabo de un rato me calmé un poco, sin embargo no estaba con ánimos de fiesta y me terminé yendo con Florencia a mi casa.
Al otro día me levanté y lo primero que hice fue entrar nuevamente al facebook de Tomás para seguir viendo fotos de él. Pero lo primero que me encontré era una foto de él en el boliche con una morocha con cara de puta abrazada a él y dándole un beso en el cachete. Fue tal mi ataque de bronca que le mandé un mensaje diciéndole “Veo que te estás divirtiendo”, tratando de que sonara a modo de ironía. Sin embargo me arrepentí casi al instante. Pero ya era tarde. Tomás no me respondió hasta varias horas después y con simple “Sí, sí. Son mis vacaciones y quiero pasarla bien” lo que denotaba que no le había gustado para nada mi reacción. Mientras le contaba a las chicas por whatsapp, no pude contener una lágrima.
Durante la semana traté de no pensar en él, pero tenía muchísimo tiempo libre y era muy difícil llenarlo con otras cosas. Con las chicas nos juntábamos bastante, ya sea en la casa de Flavia o en la de Ailín, aprovechando de los días lindos y nos la pasábamos tomando sol, mates y charlando de distintos temas. Pero el más recurrente era el de Tomás, después de todo era la única con novedades por decirlo de algún modo. Y los consejos eran siempre los mismos: “Esperá que llegue y lo hablás”, “Lo mejor va a ser que lo charlen”, “Si no le decís nada el loco no puede hacer nada” y otras frases que a pesar de que eran verdad, no me gustaban nada.
- ¿Cuándo vuelve?- Me preguntó Paola.
- El domingo 19.- Le digo yo con tono desilusionado.- Falta un montón.
- Bueno, vamos a hacer así: Mañana salimos a bailar y me das el celular a mi así no te poner a ver fotos de él y quiero que estés con 2 ó 3 chicos por lo menos. ¿Sí?
- Bueno dale.- Le digo yo riéndome.- 3 mínimo.- Agrego en forma de chiste.
Seguimos bromeando sobre con cuantos chicos debería estar para olvidarme de Tomás y entre risas y chistes fue pasando la tarde. Sin embargo el sábado a la mañana iba a pasar algo que iba a terminar convirtiendo los chistes en realidad.
Me desperté y como de costumbre agarré el celular para chusmear las redes sociales. No tenía intenciones de entrar en su perfil, hice todo lo posible para resistirme, pero me apareció a los pocos segundos un álbum en el que había sido etiquetado y no me pude contener. Al principio eran fotos de él y sus amigos, en la playa, en la casa, en el boliche, todo bastante normal. Pero a medida que avanzaba iba apareciendo un grupito de chicas y cada vez figuraban más. Siempre las mismas tres, la morocha, la rubia y la de pelito cortito. La morocha en todas las fotos estaba cerca de él. Después de varias imágenes que hicieron que me fuera poniendo molesta llegué a una de las últimas donde aparecían en el plano principal dos amigos de él, pero arriba a la derecha se podía ver un poco alejados a él y a la morocha bien abrazados y sumergidos en un beso bien caliente. La bronca fue tal que tiré el celular al piso. ¿Así que él se estaba divirtiendo con esa morocha putita? Yo también podía divertirme. Esa noche me iba a divertir mucho con el primero que se me cruzara.
- ¿Cristian me dijiste tu nombre?- Le pregunté a un chico que se acercó a hablarme en la barra cerca de las 4 de la mañana. Las chicas tenían razón, tenía que salir, divertirme y probar suerte. Cristian era lindo, y parecía bastante sencillo.- Si me pagás el trago podés tener suerte esta noche.- Le digo apoyando mi dedo índice en su pecho y bajándolo hasta su cinturón.
Cristian tenía 27 años y era alto, de 1,90 aproximadamente, flaco pero no musculoso, tenía una linda sonrisa, pero lo que más me llamaba la atención era el color de su pelo: naranja. Y cuando las chicas me vieron hablando con un colorado fue muy obvia la forma en la que empezaron a cuchichear. Pero a mí me gustaba y había dos factores que apoyaban esa decisión: la broncha y el alcohol.
Nos terminamos yendo un rato más tarde. Nos subimos a su auto y sin decirme nada comenzó a manejar. Estuvimos andando un largo rato, mientras hablábamos un poco de todo y yo cantaba como loca las canciones de la radio. Llegamos a un telo que estaba bastante alejado del centro (uno de los que más habíamos frecuentado con Eloy durante nuestro noviazgo) y pedimos una habitación que se ocupó de pagar sin ningún problema.
- Me pagaste dos tragos, pagaste el telo… ¡Qué bien que te estás portando!- Le digo dejando la cartera y levantándome despacito la remera.
- ¿Viste? Merezco una buena recompensa.- Me dijo él y se sacó la remera. Como ya suponía, no tenía un cuerpo bien marcado y formado como a mí me gustan, pero me había convencido de hacer lo que estaba a punto de hacer.
Después de unos besos bien fogosos y de que sus manos se posaran en mi cola, comencé a bajar por su pecho para darle muchos besos hasta quedar arrodillada frente a su cuerpo. Le desabroché el jean y se lo bajé junto con el bóxer. Su pija de unos 14 ó 15 centímetros estaba a medio camino y decidí darle una mano para terminar de ponerla bien dura. Le fui haciendo la paja mientras le daba algunos besos perdidos sobre la cintura y las piernas.
Una vez que estuvo bien firme me volví a levantar y con suavidad me ayudó a desvestirme. Cuando estuvimos los dos desnudos me acosté en la cama y él fue hasta su pantalón para buscar un preservativo. Me acomodé boca arriba y él se subí entre mis piernas y despacito me la fue metiendo hasta tenerla bien adentro. “Mmmm sí” le dije yo con voz de trola cuando me empezó a coger. Cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar de cómo Cristian me daba placer.
Pero una imagen muy rara se me cruzó en la mente. Las fotos del facebook de Tomás empezaron a pasar por mi mente. Él en la playa cebando mates. Él en el boliche con esa camisita celeste. Él en el departamento en cuero y con ese bóxer gris. Él en la playa con el cuerpo bronceado y el pelo mojado. Abrí los ojos y volví a ver a Cristian en frente mío, que sonreía mientras me la metía y me la sacaba cada vez más rápido.
- ¡Ay sí! ¡Cogeme!- Le dije y volví a cerrar los ojos.
Las imágenes de Tomás volvieron a mi cabeza, pero esta vez eran imágenes nuevas, que nunca había visto pero que podía imaginarme. Él completamente desnudo. Él en la ducha de espaldas. Él haciéndose una paja frente a mi cuerpo. Él cogiéndome bien fuerte. Los gemidos de Cristian parecían cada vez más lejanos, mi mente solo le prestaba atención a las imágenes que veía. Tomás cogiéndome por delante. Tomás cogiéndome por detrás. Tomás cogiéndome de parado. Tomás acabando sobre mi boca.
Y no pude contener un orgasmo increíble, lleno de placer y acompañado de un grito que denotaba satisfacción. Cristian parecía muy conforme con su trabajo, lo que él no sabía era que no había acabado gracias a su pija, sino que todo el trabajo lo había hecho mi mente. Sin embargo se había portado muy bien conmigo y decidí darle un alegría.
- Parate.- Le dije y cuando se levantó me arrodillé nuevamente delante de su cuerpo.- Ahora te toca a vos.- Le dije y sacándole el forro comencé a pajearlo bien rápido.
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