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Solamente por el culo dijo (2da. parte)

Nos reímos los tres juntos ante la salida de Reymundo. Obviamente empezamos a tutearlo inmediatamente.
-Y no te enojes Leonardo, pero no está entre mis gustos actuales el sexo con otro hombre. Y más teniendo frente a mi a una belleza como la Srta. Luciana- dijo.
La verdad es que me quitó un peso de encima porque no me gustaba para nada la idea de intimar con el Caballero de los Rizos de Plata. No me calentaba para nada la idea. Otros me han gustado. Este señor mayor para nada.
A Luciana pareció no terminar de cerrarle la idea, pero su calentura con Reymundo era evidente y obviamente alcanzaba para aceptar sus solicitudes. De todas maneras hice la declaración redundante.
- Pero vamos a estar los tres presentes. Nosotros hacemos todo juntos.
- Claro hombre. Esto es un trío. Como los Panchos! Lo que quise decir es que no me interesa que me penetres ni yo penetrarte a ti. Tampoco el sexo oral. Se entiende? Lo que me interesa es compartir a ésta bella dama contigo. Que la poseamos entre ambos y la hagamos gozar como se merecen esos ojos preciosos.
Luciana después me contó que casi se acaba ahí mismo al escuchar sus palabras. Lo miraba como embelezada. Un poquito me puse celoso. Porque ésto parecía ir un poco más allá de la calentura. Después resulto que no, pero en el momento temí con que se enamorara de el Señor de los Rizos.
Y que hacíamos entonces?
Reymundo pidió pasar por su hotel a buscar unas cosas y asearse. Después propusimos ir al telo de siempre. El conserje ya nos conoce y un domingo a la tarde es perfecto para el sexo grupal!
Así hicimos. Pagamos la cuenta y salimos.
Luciana pidió manejar. Vino bien porque yo había tomado un poco de más. Dejé que Reymundo fuese en el asiento del acompañante. Ella se sentó en el asiento del conductor. Se puso el cinturón de seguridad de manera que separaba y exaltaba sus tetas. Parecían querer salirse del escote y estaban preciosas. Acomodó el asiento a su altura y arrancó. Siempre sentí que hay algo sensual en una mujer manejando. Lo hacen de una manera suave que calienta.
En el primer semáforo Luciana subió su pollera de manera que se viese la concha (recuerden que estaba sin ropa interior). Miró a Reymundo sin decir nada. El posó su mano sobre el muslo de la pierna derecha.
- Que piel suave tenes.- dijo.
Y siguió acariciándolo aún despues de que arrancara el auto. Ninguno de nosotros decía nada, pero toda la atención estaba en esa mano que subía y bajaba por el muslo. Acariciando muy suavemente. Luciana entre cambio y cambio le apoyaba su mano sobre la de él, que en ese momento paraba con su movimiento rítmico.
En el siguiente semáforo Reymundo siguió con su mano hasta la concha. Acarició suavemente el clítoris con su dedo mayor.
-Está muy húmedo ahí abajo.
- Me estás calentando Rey. Respondió Luciana.
Yo miraba toda la escena desde atrás. Veía la mirada libidinosa de ella en el espejo retrovisor. De pronto un bocinazo nos hizo despertar a los tres. El semáforo se había puesto en verde y no arrancábamos. Reymundo sacó su mano de la entrepierna y ella puso primera.
- Apurémonos que no doy más.- Dijo y apretó el acelerador fuerte.
Llegamos al hotel de Reymundo rápido. Le dijimos que no hacía falta que se bañara. Que lo hacíamos juntos en el telo. Que ya lo habíamos hecho otras veces y había sido satisfactorio. Aceptó, pero igual tenía que buscar "algunas cosas".
- Este viejo te esta volviendo loca- le dije.
-Si, tengo la concha en llamas, mas vale que me cojan con todo!-
En siete minutos estaba nuevamente abriendo la puerta del auto. Traía consigo una cartera pequeña de esas que se cuelgan en el hombro.
-Listo muchachos. Llévenme donde quieran, soy todo suyo.
El telo estaba desierto. Abel, el conserje nos saludó con una sonrisa. Le presentamos a Reymundo. Hizo un gesto de extrañeza. Seguramente por la edad y la pinta del caballero. Nos dió la llave de nuestra habitación favorita y nos dijo que que inmediatamente nos mandaba un champagne. Reymundo pidió que además le agregasen un agua mineral y subimos.
Luciana iba adelante con Reymundo detrás que no sacaba sus ojos de su cola. De vez en cuando se levantaba la pollera para que pudiesemos ver el culo. En el segundo descanso de la escalera Reymundo se dió vuelta y me dijo:
- Sos un afortunado de tener todos los días a ésta belleza contigo.
A la vez que hablaba le acariciaba las nalgas. Luciana paró para ser manoseada ahí mismo. Reymundo le metió la mano entre las piernas y ella lanzó un pequeño gemido de placer. Estaba a punto. Se zafó y corrió los últimos escalones hasta la puerta de la habitación. La "3" obviamente.
Abrió e hizo un ademán aparatoso para que pasemos.
- Adelante mis caballeros andantes!
Reymundo entro mirando a su alrededor. "Nuestro" telo no es nada del otro mundo. Un pequeño hotelito de alta rotatividad que está bien puesto. Pero nos gusta y nos queda más o menos cerca de casa.
- No es gran cosa, pero es acojedor....- dijo Luciana acostándose en la cama mirándonos.
Reymundo se sentó a su lado y empezó a acariciarle las pantorrillas.
- Hoy te voy a hacer de todo, pero creo que solamente te voy a cojer por el culo. Queres Luciana?.
- Si me dejás meter la lengua en el tuyo, acepto. Respondió Luciana.
Yo me acerqué a la cama y me sentó detrás de Luciana. Ella se incorporó apoyando la espalda en mi pecho como si fuese un sillón. De a poco fuí subiendo el vestido hasta dejarla desnuda frente a los ojos de Reymundo sacánoselo por la cabeza. Reymundo la miraba sin dejar de acariciar la pantorrilla. Yo empecé a manosearle las tetas pellizcandole los pezones que iban poniéndose duros como una piedra. Son redondos y grandes, pero cuando se calienta salen hacia adelante apetitosos. Dan ganas de chuparlos.
Eso hizo justamente Reymundo. Se acercó a las tetas que yo tenía entre las manos, como ofreciéndoselas y empezó a lamer los pezones. Yo iba poniendo y sacando las tetas de su boca. Luciana echó la cabeza hacia atrás gozando. Se sentía la respiración agitada de Reymundo que la estaba masturbando con la mano derecha. Ella empezó a moverse muy caliente y gimiendo despacio. Me agarraba la cabeza tirando los brazos hacia atrás y ofreciéndole a Reymundo aún más sus tetas para que las chupe. El agitó su mano más rápido. Yo le seguí metiendo de a uno los pezones en la boca para que los chupe. Se sentía el golpeteo de su mano contra su vientre y un ruido como "acuoso" seguramente de sus flujos que saldrían a chorros. Empezó a gemir más fuerte, casi a gritar y a agitarse como loca. Acabó ruidosamente agarrándome fuerte la cabeza y un suspiro final como de alivio por haber soltado la calentura juntada en todas éstas horas de charla y levante.
Se sintieron dos golpes. Era el champagne y el agua que nos mandaban. Luciana saltó de la cama para buscar las bebidas. Estaba radiante en su desnudez. Tenía solamente las sandalias puestas. Abrió la puertita de madera y metió a la habitación las botellas y tres copas.
- Se ve que Abel esperó a que acabe para no molestar.- dijo medio riéndose. - Pero, qué hacen todavía vestidos ustedes? Yo ya acabé una vez y todavía no vi una pija!
Reymundo se levantó y muy prolijamente fue desvistiéndose y acomodando la ropa sobre una silla en perfecto doblez. Era delgado y se mantenía bien por la edad que tenía. El pelo blanco en el pecho y la entrepierna llamaban la atención. Sus carnes un poco flácidas estaban muy quemadas por el sol. Tenía una marca como si usara zunga. Luciana le comentó de lo quemado que estaba. Dijo que le gustaba mucho el río y tenía un amigo con embarcación. Su pija era de mediana para grande, estaba flácida. Los huevos caían lejanos. Luciana se acercó y los agarró con la mano sopesándolos.
- Me gustan.- dijo mientras los acariciaba despacio. Después lo agarró de la pija y lo empezó a guiar hacia el baño.
- Esperame un segundo, que tomo la pastilllita.
Sacó de su carterita un blister y tomó un viagra con un trago largo de agua mineral. Mientras yo ya estaba desvestido y abrazaba a Luciana que apoyó la cabeza en mi hombro.
- Son lindo así desnudos y abrazados.- dijo Reymundo. - Ahora sí estoy listo.-
Luciana lo volvió a agarrar de la pija y lo llevamos al baño. Abriendo la canilla de agua, empezó a lavarsela junto con los huevos. De a poco iba tomando dureza y agrandándose. Ella la miraba ponerse dura y la acariciaba mientras pasaba el jabón tambien por los huevos. Lo hizo darse vuelta y también le lavó el culo. El se dejaba hacer. Yo le acariciaba un poco las tetas de vez en cuando. Al terminar hizo lo mismo conmigo. Nos secó y allí mismo agarró las dos pijas y las empezó a chupar sentada en el inodoro. Agarraba una con cada mano y se las metía de a una en la boca. También les pasaba la lengua a una y otra alternativamente. Después las pajeaba y las miraba. Como que las comparaba y las hacía chocar entre sí. Empecé a sentir que la pija me explotaba de calentura. Ver a mi mujer con dos pijas en la boca es de las delicias más grandes que tengo en ésta vida. Así fue jugando con las dos hasta que se las metió. Reymundo le acariciaba la nuca y gemía caliente.
- Que dulce boca que tenés Luciana. Me encanta tu lengua en mi verga.- le decía.
Ella levantaba la vista y la sostenía en cada uno de nosotros. Empezó a suspirar mientras chupaba. Se estaba calentando nuevamente.
Propuse ir a la cama que estaríamos más cómodos. Luciana se levantó sin soltar las pijas y nos guió hasta la habitación. Allí se sacó las sandalias y se sentó en el borde de la cama ofreciéndome un pie.
- Quiero que me lo chupes.- me dijo y nunca me voy a negar a ése tipo de propuestas de mi mujer. Me arrodillé al borde de la cama y agarré su pie izquierdo. Empecé a lamerle los dedos de a uno, después chupándolos. Veía desde ahí que ella se había recostado en el colchón y Reymundo le acercaba la pija a la boca para que la chupe. Le pasaba la lengua por el frenillo y le acariciaba los huevos con una mano. El a su vez le masajeaba las tetas pasándole apenas la palma de la mano sobre los pezones. Yo seguía con el pie en la boca viéndola moverse y lamientod. Miraba sobre todo su concha. Ella misma empezó a tocarse el clítoris y a mojarse. Subí besándole el interior de las piernas hasta llegar a la almeja que estaba otra vez húmeda a más no poder. Empecé a chupársela con ganas. Ella me apretaba la cabeza con su mano libre para que no parara. Se movía como loca. Reymundo pasó una de sus piernas del otro lado de la cabeza de Luciana, de manera que quedara una de cada lado y la empezó a coger por la boca. Chupandole la concha veía la pija entrando y saliendo y ella teniendo alguna arcada de vez en cuando y agarrándose los pezones con fuerza. Gozaba como loca.
Reymundo sacó la poronga de la boca y literalmente se sentó en la cara de Luciana.
- Chupame el culo, meté la lengua hasta el fondo. Dale!. - El también estaba caliente al palo. Se acomodó para que ella se lo chupe y empezó a pajearse sobre las tetas. Movía la pelvis de adelante hacia atrás sobre su cara. Yo chupando veía como se pajeaba y ella jadeando y gimiendo, como ahogada pero gozando como pocas veces la había visto. Tenía el mentón y hasta la nariz lleno de flujos vaginales que salían a chorros con cada chupada mía.
- Cogeme con la lengua, dale, dale que acabo, dale!- dijo Reymundo y se desbordó en tres chorros que cayeron sobre las tetas y panza de Luciana. Acabó en un suspiro largo.
Cuando se levantó vi la cara completamente roja y líbida de Luciana. El rimmel se le había corrido de manera que eran como dos grandes lágrimas que caían a los costados de su cara hasta llegar cuello. Tenía una mirada medio perdida. Me vió chupándose, me agarró de los hombros atrayéndome hacia ella y me dijo:
- Cojeme, rompeme toda, cojeme Leo. Quiero tu pija adentro mío! Dale que no puedo más. Cojeme!
Jadeaba y me atraía contra ella. Se la metí. Entró como en un tubo húmedo y abierto. Mi poronga se deslizaba en el canal de la vagina como nunca. Su mirada estaba fije en la mía. En ese momento éramos nosotros dos, nada más. No exitía Reymundo, el telo, el domingo ni nada más. La cojí con todas mis fuerzas por un par de minutos hasta que acabamos juntos en un orgasmo prolongado y violento, abrazados fuerte, sintiéndonos el uno al otro. Ella quedó temblando entre mis brazos, con la cabeza contra mi.
Cuando nos separamos sentí en mi pecho una mezcla vizcosa de semen de Reymundo y sudores míos y de Luciana. Ella estaba igual y exhausta resoplando al lado mío. Vimos a Reymundo parado delante nuestro desnudo. Sin demasiada razón empazamos a reirnos a carcajadas. Él primero no entendía nada. Después se unió a nosotros en la risa.
Todos pegajosos, decidimos darnos una ducha antes de seguir.
Luciana y yo nos metimos bajo el agua. Reymundo nos acompañó al baño, pero se sentó en el inodoro a vernos. Ella empezó a tocarme y enjabonarme. Lo miraba a Reymundo con ganas. El empezó a pajearse mientras nos miraba. Mi pija se empezó a poner dura nuevamente y casi sin quererlo estábamos otra vez calientes los tres. Ella me dió vuelta y empezó a besarme las nalgas. Veía como Reymundo se calentaba viendo el espectáculo. De a poco fue acercando su lengua a mi orto. Abrió las nalgas y empezó a lamerlo. Primero con delicadeza, después metiéndose de a poco hasta sentir que me estaba cogiendo. Tenía la pija al palo, así que me empecé a pajear. Sentía la lengua en el culo y veía a Reymundo exitado mirándole el orto a Luciana.
- Vamos al cuarto, que hay que cojer un orto.- dije retirándome de ella.
Ya en el cuarto, le dije a Luciana que se ponga en cuatro sobre la cama. Ella lo hizo apoyando la cara contra el colchón y moviendo el culo en una especie de círculo caliente. Yo la agarré primero de las nalgas, abriéndolo y cerrándolo.
- Viste que ogete tan precioso?- le dije a Reymundo que mira con la pija en la mano.
- Es una hermosura.
- Y ahora lo vas a cojer. Primero vamos a ir abriéndolo de a poco.- le contesté.
- Traje algo para eso.- dijo y sacó de su carterita un pomo de un gel que nunca había visto. Me lo alcanzó y me dijo que empezara. Yo lo abrí y me puse un poco en los dedos mayor e índice de la mano. Comencé a acariciarle el culo superficialmente.
- MMMMMMMMM, que rico que es eso!- dijo Luciana mientras empezaba a mover más el culo.
Yo seguía con las caricias superficiales en círculos alrededor del orto. Puse un poco más del gel desconocido directamente en el agujero y empecé a meter el dedo de a poco. Ella suspiraba caliente con la cara contra el colchón. De a poco entró todo el dedo, así que metí otro. Sentìa su ano dilatándose y apretándome los dedos alternativamente, como latiendo hasta que se abrió lo suficiente para que pudiera empezar a meterlos y sacarlos simulando que la cojía. Reymundo tomó el pomo y se embadurnó sus dedos tambíen. Sin dejar que saque la mano empezó a meter un dedo el tambíen. Mis dedos y los suyos juntos en el orto de mi mujer hacían que se estremeciera y el agujero agrandarse cada vez más. Empezó a tocarse el clítoris con su mano. Ya estaba gozándolo a full.
- Ya está lista.- dijo Reymundo y sacando su mano de adentro del culo, sacó de su cartera un forro y un aro peneano. Los había visto en las películas pero nunca en vivo. Se lo colocó y después el forro. Yo retiré la mano y dejé que Reymundo procediera.
- Metemela Rey.
- Ahí voy damicela. Abrí ese ogete para mi, quiero sentirlo todo.
Vi como arrimaba la pija al agujero e iba empujando poco a poco dentro de ella. El orto se iba abriendo y cerrando, pero cediendo a la presión de la poronga de Reymundo hasta que estuvo toda adentro. El la dejó quieta un rato para que se acostumbre y Luciana misma empezó a moverse de a poco bombeando la poronga.
Me pareció que lo mejor era dejar a mi mujer disfrutar de la pija de viejo que tanto había deseado esa semana, así que me senté en un sillón al lado de la cama, me serví una copa de champagne y me dispuse a disfrutar de ese inmejorable espectáculo.
Luciana se abria las nalgas con las manos para que entrara mejor y gemia caliente. Reymundo la agarró de las caderas y empezó un bombeó primero lentoy después cada véz más rápido hasta que se hizo intenso. Lo veía transpirar mientras se movía. sus rizos plateados estaban ya mojados del sudor. Luciana seguía con la cara contra el colchón y se masturbaba con una de las manos. Gozaba.
La visión me calentaba tanto que me empecé a pajear. La veía gozar de esa manera y me parecía áun más hermosa de lo que la veo normalmente. Sentí que acababa, así que me acerqué a su cara y le acabé en el cachete y sobre el pelo. Ella pareció calentarse más y empezó a moverse más rápido y masturbarse más fuerte. Acabó a los pocos minutos estruendosamente. Sonreía satisfecha con el cachete lleno de leche. La besé y le dije que la amaba.
Reymundo pidió seguir un poco más. La bombeó unos diez minutos pero se notaba que estaba agotado. Sudaba y cada vez le costaba respirar más.
- No voy a poder acabar. Hasta acá llego muchachos.- y se sacó el forro y el aro. Dijo que es peligroso tenerlo puesto mucho más de media hora porque corta la circulación.
Nos volvimos a duchar.
Cuando salimos era de noche. El cansancio era evidente en los tres.
Llevamos a Reymundo hasta su hotel. Ahí intercambiamos teléfonos y quedamos en vernos otro día.
Pero no sucedió. Resultó ser que el teléfono que nos dió no existía. Cuando fuimos al hotel nos dijeron que no había ningun hombre llamado Reymundo alojado y que había un señor de las características que describíamos, pero que había dejado el albergue el lunes por la mañana temprano y que no podía darnos sus datos.
Nunca más volvimos a ver a Reymundo. A veces nos calentamos acordándonos de la tarde de domingo vivida con él.

6 comentarios - Solamente por el culo dijo (2da. parte)

viciosomdq +2
La veía gozar de esa manera y me parecía áun más hermosa de lo que la veo normalmente[/]
Espectacular amigo...!!! Es hermoso el morbo que genera ver a nuestra amiga en manos de un tercero... Muy bien narrado! Me gustó...
josemanuel602003 +1
Cuando quieran repetir.con u .maduro avisen,me encantaria participar.puntos y recomiendo
Pervberto +1
Relato bello y caliente como un volcán en erupción.