Vivo en una ciudad costera de América latina. Como ya se imaginaran el sol y la playa activa la lujuria a límites insospechables. Ella: Es una morocha de 1.67 de tez blanca, casi pálida, dotada por la naturaleza de unas pequeñas pero sabrosas tetas y hermosos ojos. Infelizmente casada con un hombre que le da muy poca importancia y atención sexual. Yo: Soy un moreno de ojos negros, robusto y de 1,80 como casi todos los que escriben estas historias. Tengo poco menos de 30 años y una novia muy aburrida que se la pasa viajando por su trabajo.
Todo sucedió casi por casualidad (digo casi porque no creo en las casualidades). Ella se sentaba como todas las tardes a tomar algo de sol en el patio de su casa y yo llegaba de trabajar algo cansado por un mal día de trabajo. Hay un pequeño cerco que divide su casa de la mía, creo que en más decorativo que por algún tipo de seguridad. La vi e instintivamente la saludé a desgano como buen vecino.
Esa noche sentado a la computadora no podía sacarme de la cabeza su cuerpo semidesnudo y su mano frotándose el bronceador por las piernas. Para cuando quise acordar tenía una hermosa erección, pero por mi condición de permanentemente calentura no me asombró. A las 10 llegó mi novia e intenté desquitarme con ella la calentura, pero con una penetración vaginal no podía saciar toda la carga sexual que mis pensamientos me habían dejado.
Intenté convencerla que me dejara penetrar su ano, pero todos mis intentos fueron inútiles, a lo que me tuve que conformar con un regalito extra de que se tomara mi leche lo que consistía en llegar cerca del final en su boca y que me masturbara los últimos segundos para terminar, que para lo que estábamos acostumbrados era mucho. Eso era a cambio de que no la iba a ver por dos semanas por uno de sus famosos viajes de trabajo.
A la mañana siguiente dejé a mi novia temprano en el aeropuerto y paré a desayunar en un pequeño café en el centro mientras esperaba mi hora de trabajo. Cual fue mi sorpresa al encontrarme allí a mi vecina cargada de bolsas de ropa y zapatos. La invité a sentarse a mi mesa y me contó que estaba preparándose porque esa tarde salían a una convención con su marido en no se que lugar de Centro América. No pude evitar mirar sus pechos que se balanceaban al compás de su cuerpo mientras me hablaba, vaya a saber uno de que. Creo que se dio cuenta por lo que me dijo que tenía que irse y yo también tenía que trabajar. Lo mejor que me ha pasado en la vida es lo que a partir de este momento los voy a contar.
Llegué a casa a mi rutina de PC y esta noche ya sin la posibilidad de que apareciera mi novia y no pude evitar mirar hacia la casa de mi vecina, me acerqué y la invité a tomar alguna bebida y conversar. Una hora más tarde nos encontrábamos recostados en el sillón frente al televisor, vestía una remera blanca que marcaban mucho sus pezones y un shorcito corto a la que asomaban sus bien formadas piernas. Sus ojos perdidos en el televisor no podían descubrir el deseo con el que se clavaban mis ojos en ella. La rodeé con mi brazo y ella respondió recostado su cabeza sobre mi. Mi pene quería salirse del pantalón y yo trataba de ir despacio para no arruinar la situación. Quise avanzar sutilmente para ver como estaba el terreno.
Lentamente acomodé mi mano en su pecho y empecé a besarle el cuello, ella con la mirada fija en la pantalla solo se limitaba a gemir, a medida que sus gemidos se incrementaban yo incrementaba mi manoseo sobre sus pechitos. Metí mi mano por debajo de su remera, sus pechos estaban tan erectos como mi pene. Me susurró al oído: no te detengas. Lo que fue la palabra mágica para que me pusiera en marcha.
Le quité su remera y las liberé del sostén, eran mucho más firmes de lo que las había imaginado y con unos pezones como los que nunca había imaginado. Primero los lamí suavemente y luego comencé a darles pequeños mordiscos.
Ella comenzó a frotar mi pene sobre mi pantalón y para cuando pude darme cuanta lo tenía en su mano. Me propuse llevarla a mi cuarto para poder estar más cómodos, pero ella tenía otros planes. Al levantarme del sillón mi pene quedó a la altura de su cara y ella se lo llevó a la boca comenzó a besarlo con mucha intensidad, tanta que me hacía doler. Mi pene aunque es de un largo normal es muy grueso y entraba muy apretado en su boca, ella lo llevaba hasta su garganta, mientras que con la otra mano me acariciaba los testículos. Yo me limitaba a acariciar su cabeza.
Se dio cuenta que ya no podía retenerlo y me miró dando a entender que terminara en su boca. Se lo tragó, no dejó salir ni una gota de semen de su boca. Siguió con mucha energía hasta que no dejó ni una gota. Ella me pidió que le indicara donde estaba el baño y lo único que pude hacer fue levantar la mano y señalar en dirección de su puerta. Ella entró y cerró la puerta tras ella. Y prendió la ducha. No sabía que hacer, estaba medio desnudo en la sala de mi casa, había descargado mi pene en la boca de mi vecina que entraba a mi casa por primera vez, y ahora estaba duchándose en mi baño, tenía que tomar las riendas de este asunto.
Cuando salió del baño yo la estaba esperando para tratar de poner en claro las cosas. Ella sin embargo las tenía mucho más clara que yo. Envuelta en mi bata de baño me dijo, no creas que soy una chica fácil, solo es que me pareció que los dos necesitábamos un poco de diversión, pero esto no te compromete a nada. Yo asentí con la cabeza y me le acerqué para tomarla y ella empezó a corretear por la casa, y terminó metida en mi cuarto.
Me miró con cara de asco y me dijo: ¿solo una cama individual? ¿Acá lo haces con tu novia? Eres un miserable, ven para mi casa. Me empujó y pasó por el patio saltando la pequeña cerca de menos de un metro y se metió en su casa. Yo no sabía que hacer hasta que sonó el teléfono y su voz del otro lado me decía si esperaba una invitación impresa.
Al llegar a su casa, me condujo directamente a la habitación se tiró y sentó al borde de la cama y se me quedó mirando. Tomé la iniciativa y comencé a besarla, su boca, su cuello, sus pechos; la recosté sobre la cama y recorrí su vientre, sus muslos y llegué a sus orificios, la besé con desesperación, tomé el control de la situación, la tiré sobre la cama y me puse sobre ella. Mi pene entraba con mucha potencia y ella gritaba como poseída. Me pidió que la insulte, que la trate como su perra.
Yo comencé a llamarla puta callejera, cerda chupa pija, y a decirle que la iba a coger por todos los agujeros. Ella cada vez gritaba y se retorcía más y comenzó a moverse ella también. Cada vez que yo embestía ella despegaba su cuerpo de la cama para que la penetración sea más profunda. Solo se podían escuchar nuestros gemidos y gritos.
En ese momento sentí la necesidad de penetrarla por el ano. Le susurré al oído: prepárate que te voy a romper el orto ella se asustó, pero asintió con su mirada. Y me señaló una crema sobre la mesa de luz. La puse en el borde de la cama con las piernas sobre mis hombros le puse cremita en su culo y en mi miembro y lo acomodé en el orificio de su culito.
Ella me miró con miedo y yo me apoyé con toda mi fuerza. Soltó un pequeño grito mientras que una lágrima corría de su mejilla. Le pregunté si estaba bien y me dijo que siguiera despacio. Le di un minuto para acomodarse y empecé mi trabajo, primero eran pequeñas embestidas que fueron aumentando de ritmo hasta convertirse en embestidas bestiales.
Cuando ya estaba listo para terminar ella me detuvo, se puso en cuatro patas y me pidió que la penetrara por adelante, ya no podía retenerlo más y me pidió lléname de tu lechita. Solo con oír estas palabras fue como si se abriera una canilla de mi pene de la que empezó a brotar semen como muy pocas veces y eso que ya había terminado una vez. Ella llegó a su orgasmo conmigo y me quedé con mi miembro adentro de ella por un minuto.
Ella se incorporó y yo me dejé caer a su lado, metió mi miembro flácido en su boca y quitó todo resto de nuestra pequeña fiestita. Se metió nuevamente a la ducha y yo quedé tirado en su cama a los 15 minutos apareció totalmente desnuda y nos besamos hasta dormirnos. A la mañana me despertó con una pequeña mamada, luego me dijo, baja rápido a desayunar que tenemos solo hasta el medio día.
Hicimos el amor durante toda la mañana y me dijo que esperara hasta que regrese para seguir con los jueguitos.
Todo sucedió casi por casualidad (digo casi porque no creo en las casualidades). Ella se sentaba como todas las tardes a tomar algo de sol en el patio de su casa y yo llegaba de trabajar algo cansado por un mal día de trabajo. Hay un pequeño cerco que divide su casa de la mía, creo que en más decorativo que por algún tipo de seguridad. La vi e instintivamente la saludé a desgano como buen vecino.
Esa noche sentado a la computadora no podía sacarme de la cabeza su cuerpo semidesnudo y su mano frotándose el bronceador por las piernas. Para cuando quise acordar tenía una hermosa erección, pero por mi condición de permanentemente calentura no me asombró. A las 10 llegó mi novia e intenté desquitarme con ella la calentura, pero con una penetración vaginal no podía saciar toda la carga sexual que mis pensamientos me habían dejado.
Intenté convencerla que me dejara penetrar su ano, pero todos mis intentos fueron inútiles, a lo que me tuve que conformar con un regalito extra de que se tomara mi leche lo que consistía en llegar cerca del final en su boca y que me masturbara los últimos segundos para terminar, que para lo que estábamos acostumbrados era mucho. Eso era a cambio de que no la iba a ver por dos semanas por uno de sus famosos viajes de trabajo.
A la mañana siguiente dejé a mi novia temprano en el aeropuerto y paré a desayunar en un pequeño café en el centro mientras esperaba mi hora de trabajo. Cual fue mi sorpresa al encontrarme allí a mi vecina cargada de bolsas de ropa y zapatos. La invité a sentarse a mi mesa y me contó que estaba preparándose porque esa tarde salían a una convención con su marido en no se que lugar de Centro América. No pude evitar mirar sus pechos que se balanceaban al compás de su cuerpo mientras me hablaba, vaya a saber uno de que. Creo que se dio cuenta por lo que me dijo que tenía que irse y yo también tenía que trabajar. Lo mejor que me ha pasado en la vida es lo que a partir de este momento los voy a contar.
Llegué a casa a mi rutina de PC y esta noche ya sin la posibilidad de que apareciera mi novia y no pude evitar mirar hacia la casa de mi vecina, me acerqué y la invité a tomar alguna bebida y conversar. Una hora más tarde nos encontrábamos recostados en el sillón frente al televisor, vestía una remera blanca que marcaban mucho sus pezones y un shorcito corto a la que asomaban sus bien formadas piernas. Sus ojos perdidos en el televisor no podían descubrir el deseo con el que se clavaban mis ojos en ella. La rodeé con mi brazo y ella respondió recostado su cabeza sobre mi. Mi pene quería salirse del pantalón y yo trataba de ir despacio para no arruinar la situación. Quise avanzar sutilmente para ver como estaba el terreno.
Lentamente acomodé mi mano en su pecho y empecé a besarle el cuello, ella con la mirada fija en la pantalla solo se limitaba a gemir, a medida que sus gemidos se incrementaban yo incrementaba mi manoseo sobre sus pechitos. Metí mi mano por debajo de su remera, sus pechos estaban tan erectos como mi pene. Me susurró al oído: no te detengas. Lo que fue la palabra mágica para que me pusiera en marcha.
Le quité su remera y las liberé del sostén, eran mucho más firmes de lo que las había imaginado y con unos pezones como los que nunca había imaginado. Primero los lamí suavemente y luego comencé a darles pequeños mordiscos.
Ella comenzó a frotar mi pene sobre mi pantalón y para cuando pude darme cuanta lo tenía en su mano. Me propuse llevarla a mi cuarto para poder estar más cómodos, pero ella tenía otros planes. Al levantarme del sillón mi pene quedó a la altura de su cara y ella se lo llevó a la boca comenzó a besarlo con mucha intensidad, tanta que me hacía doler. Mi pene aunque es de un largo normal es muy grueso y entraba muy apretado en su boca, ella lo llevaba hasta su garganta, mientras que con la otra mano me acariciaba los testículos. Yo me limitaba a acariciar su cabeza.
Se dio cuenta que ya no podía retenerlo y me miró dando a entender que terminara en su boca. Se lo tragó, no dejó salir ni una gota de semen de su boca. Siguió con mucha energía hasta que no dejó ni una gota. Ella me pidió que le indicara donde estaba el baño y lo único que pude hacer fue levantar la mano y señalar en dirección de su puerta. Ella entró y cerró la puerta tras ella. Y prendió la ducha. No sabía que hacer, estaba medio desnudo en la sala de mi casa, había descargado mi pene en la boca de mi vecina que entraba a mi casa por primera vez, y ahora estaba duchándose en mi baño, tenía que tomar las riendas de este asunto.
Cuando salió del baño yo la estaba esperando para tratar de poner en claro las cosas. Ella sin embargo las tenía mucho más clara que yo. Envuelta en mi bata de baño me dijo, no creas que soy una chica fácil, solo es que me pareció que los dos necesitábamos un poco de diversión, pero esto no te compromete a nada. Yo asentí con la cabeza y me le acerqué para tomarla y ella empezó a corretear por la casa, y terminó metida en mi cuarto.
Me miró con cara de asco y me dijo: ¿solo una cama individual? ¿Acá lo haces con tu novia? Eres un miserable, ven para mi casa. Me empujó y pasó por el patio saltando la pequeña cerca de menos de un metro y se metió en su casa. Yo no sabía que hacer hasta que sonó el teléfono y su voz del otro lado me decía si esperaba una invitación impresa.
Al llegar a su casa, me condujo directamente a la habitación se tiró y sentó al borde de la cama y se me quedó mirando. Tomé la iniciativa y comencé a besarla, su boca, su cuello, sus pechos; la recosté sobre la cama y recorrí su vientre, sus muslos y llegué a sus orificios, la besé con desesperación, tomé el control de la situación, la tiré sobre la cama y me puse sobre ella. Mi pene entraba con mucha potencia y ella gritaba como poseída. Me pidió que la insulte, que la trate como su perra.
Yo comencé a llamarla puta callejera, cerda chupa pija, y a decirle que la iba a coger por todos los agujeros. Ella cada vez gritaba y se retorcía más y comenzó a moverse ella también. Cada vez que yo embestía ella despegaba su cuerpo de la cama para que la penetración sea más profunda. Solo se podían escuchar nuestros gemidos y gritos.
En ese momento sentí la necesidad de penetrarla por el ano. Le susurré al oído: prepárate que te voy a romper el orto ella se asustó, pero asintió con su mirada. Y me señaló una crema sobre la mesa de luz. La puse en el borde de la cama con las piernas sobre mis hombros le puse cremita en su culo y en mi miembro y lo acomodé en el orificio de su culito.
Ella me miró con miedo y yo me apoyé con toda mi fuerza. Soltó un pequeño grito mientras que una lágrima corría de su mejilla. Le pregunté si estaba bien y me dijo que siguiera despacio. Le di un minuto para acomodarse y empecé mi trabajo, primero eran pequeñas embestidas que fueron aumentando de ritmo hasta convertirse en embestidas bestiales.
Cuando ya estaba listo para terminar ella me detuvo, se puso en cuatro patas y me pidió que la penetrara por adelante, ya no podía retenerlo más y me pidió lléname de tu lechita. Solo con oír estas palabras fue como si se abriera una canilla de mi pene de la que empezó a brotar semen como muy pocas veces y eso que ya había terminado una vez. Ella llegó a su orgasmo conmigo y me quedé con mi miembro adentro de ella por un minuto.
Ella se incorporó y yo me dejé caer a su lado, metió mi miembro flácido en su boca y quitó todo resto de nuestra pequeña fiestita. Se metió nuevamente a la ducha y yo quedé tirado en su cama a los 15 minutos apareció totalmente desnuda y nos besamos hasta dormirnos. A la mañana me despertó con una pequeña mamada, luego me dijo, baja rápido a desayunar que tenemos solo hasta el medio día.
Hicimos el amor durante toda la mañana y me dijo que esperara hasta que regrese para seguir con los jueguitos.
2 comentarios - vecinita
En Argentina desayunar es desayunar, es tomar el desayuno, el café, te, mate....y que yo sepa...Argentina está en Sudamérica.