Hace un tiempo la conocí, sin saber que tan pronto podría pasar, me encantaba su modo de caminar y esa singular forma de mover su cadera, me gusta verla con pantalones entallados, era demasiado sexy para ser sincero, más que la curva de sus caderas, eran el tamaño de sus pechos, para su edad eran demasiado grandes, se veía genial al usar blusas escotadas, faldas cortas, esa era una ventaja de estar en el mes de abril, éramos amigos, hasta que un día sin pensarlo estábamos en su casa, parecía una plática cualquiera, ella traía puesto un vestido de color azul que le llegaba a la rodilla, sus padres nos estaban, su pecho tenia sudor, a simple vista se podía notar como las gotas de agua recorrían su piel y desaparecer en su brasier, esta abochornada, la tome de la cintura, volteo a verme, nunca olvidare esa sonrisa picara en su rostro.
Baje muy lentamente mi mano, sentía con mis dedos sus nalgas, no percibía donde está su ropa interior, me beso solo para decirme nada, la abrase sin dejar de tocar sus nalgas, baja cada vez más hasta que metí mis dos manos a él, sentía sus manos como se entrelazaban con mi cabello, le empecé a besar el cuello y con mis dientes movía hacia un lado el tirante de su vestido, brasier era blanco, podría contemplar claramente su piel sudorosa deseosa de placer, su tanga era tan pequeña que como el cable de un cargador de celular, se la baje, de esa forma también me hinque para poder saborear su sexo, se recargo en la pared cerca de la cocina, levante su vestido por el frente, la tenía depilada a su totalidad, la textura de su piel al humedecerse con mis labios era fantástica y más cuando me metía mi lengua recorría lentamente cada centímetro de su clítoris, era tan obvio como sus piernas se tensaban al sentir humedad de mi boca, con mi dedos la empecé abrir, su sexo se llena rápidamente de aquel líquido que para mí era tan delicioso, conforme me adentraba más la temperatura de su piel incrementaba a tal punto que empezaba apretar mi cabeza con sus piernas, me levante sin dejarla de ver a los ojos, me desabrocho el cinturón y con tanta desesperación bajo el cierre de mi pantalón, bajando con sus labios el elástico de mi roba interior, era predecible ver surgir mi pene, lo tomo con ambas y llevándoselo a la boca no paraba de chuparlo, ella me veía fijamente a los ojos, sin parar de saborearlo, el labial que traía puesto de color rojo quedo como registro en mi pene, estuvo así un par de minutos, después solo su lengua paseaba por todo mi sexo, me tomo de la mano y llevándome a la mesa de la cocina, recorrió una sillas de lugar, levanto su rodilla izquierda, recargándola en filo de la mesa, levantándola rápido su vestido volteo a verme y con baja me dijo: No quiero que pares, quiero ser tuya aunque sea un ratito.
Me pare justo atrás de ella y restregando mi pene en sus labios vaginal le dije al oído:
Lo que quiera mi dulce putita.
Apunte con firmeza mi sexo para envestir el suyo, ella por su parte metió una de sus manos para agarrármelo y poderlo introducir dentro de ella, la tome de la cintura con ambas más y sin me movía de tal forma que toca fondo y salía casi todo a excepción de la cabeza, ella se detenía de la mesa con una de sus manos, después de unos minutos le la primera nalgada, veía su nalgas sacudirse cada vez más, la tome del pelo y abajando su pierna de la mesa le empecé a penetrar con más fuerza, de su boca empezar a salir un ligero gemido, se vagina se apretaba cada segundo más, hasta el punto que me costaba abrirme paso, estaba tan deliciosamente hinchada que recargue mi cabeza en su espalda, mordiendo su piel con delicadeza mi pidió que me esforzara más, era tan literal al decirlo, recuerdo su voz diciéndome: No dejes que tu puta deja de sentir papi.
La abrase de la cintura, con una de mis piernas coloque una silla muy cerca de, tome impulso, logre a levantarla sin dejar de tenerla penetrada, de un golpe sentí como un par de centímetros se incrustaban en ella, babeaba de sentir que tan magnifico placer.
Me gustaba sentir como se movía sobre mí en aquella silla, no podía contenerme, al igual que ella, la seguía teniendo abrazada de pronto al deslizar mis manos, por casualidad tente su clítoris, mientras se movía incesante sobre mí yo la estimulaba.
Diciéndole en el oído: Nunca dejaras de ser mía.
Cada vez que mi dedos tocaban me respondía con un gemido, así pasaron un par de segundos para darme cuenta que estaba llegando al orgasmo, sus nalgas estaban rojas de tantas ocasiones que las estuve golpeando con la palma de mí mano, solo tardo un par de segundos después esto solo verla gritar como una loca, rasguñándome una de mis piernas, su propia saliva caía sus pechos, me pare y poniéndola de rodillas eyacule sobre su cara, dejando caer mi pene sobre su frente lo empezó a chupar unos minutos, después de eso ella se levantó y antes de acabarme de vestir me puso su tanga sobre mi mano y me dijo : No quiero dejar de ser tu puta.
Este solo fue el comienzo una historia.
Este contenido es de mi autoridad, yo mismo lo escribi, cualquier aclaración manden un mensaje.
Baje muy lentamente mi mano, sentía con mis dedos sus nalgas, no percibía donde está su ropa interior, me beso solo para decirme nada, la abrase sin dejar de tocar sus nalgas, baja cada vez más hasta que metí mis dos manos a él, sentía sus manos como se entrelazaban con mi cabello, le empecé a besar el cuello y con mis dientes movía hacia un lado el tirante de su vestido, brasier era blanco, podría contemplar claramente su piel sudorosa deseosa de placer, su tanga era tan pequeña que como el cable de un cargador de celular, se la baje, de esa forma también me hinque para poder saborear su sexo, se recargo en la pared cerca de la cocina, levante su vestido por el frente, la tenía depilada a su totalidad, la textura de su piel al humedecerse con mis labios era fantástica y más cuando me metía mi lengua recorría lentamente cada centímetro de su clítoris, era tan obvio como sus piernas se tensaban al sentir humedad de mi boca, con mi dedos la empecé abrir, su sexo se llena rápidamente de aquel líquido que para mí era tan delicioso, conforme me adentraba más la temperatura de su piel incrementaba a tal punto que empezaba apretar mi cabeza con sus piernas, me levante sin dejarla de ver a los ojos, me desabrocho el cinturón y con tanta desesperación bajo el cierre de mi pantalón, bajando con sus labios el elástico de mi roba interior, era predecible ver surgir mi pene, lo tomo con ambas y llevándoselo a la boca no paraba de chuparlo, ella me veía fijamente a los ojos, sin parar de saborearlo, el labial que traía puesto de color rojo quedo como registro en mi pene, estuvo así un par de minutos, después solo su lengua paseaba por todo mi sexo, me tomo de la mano y llevándome a la mesa de la cocina, recorrió una sillas de lugar, levanto su rodilla izquierda, recargándola en filo de la mesa, levantándola rápido su vestido volteo a verme y con baja me dijo: No quiero que pares, quiero ser tuya aunque sea un ratito.
Me pare justo atrás de ella y restregando mi pene en sus labios vaginal le dije al oído:
Lo que quiera mi dulce putita.
Apunte con firmeza mi sexo para envestir el suyo, ella por su parte metió una de sus manos para agarrármelo y poderlo introducir dentro de ella, la tome de la cintura con ambas más y sin me movía de tal forma que toca fondo y salía casi todo a excepción de la cabeza, ella se detenía de la mesa con una de sus manos, después de unos minutos le la primera nalgada, veía su nalgas sacudirse cada vez más, la tome del pelo y abajando su pierna de la mesa le empecé a penetrar con más fuerza, de su boca empezar a salir un ligero gemido, se vagina se apretaba cada segundo más, hasta el punto que me costaba abrirme paso, estaba tan deliciosamente hinchada que recargue mi cabeza en su espalda, mordiendo su piel con delicadeza mi pidió que me esforzara más, era tan literal al decirlo, recuerdo su voz diciéndome: No dejes que tu puta deja de sentir papi.
La abrase de la cintura, con una de mis piernas coloque una silla muy cerca de, tome impulso, logre a levantarla sin dejar de tenerla penetrada, de un golpe sentí como un par de centímetros se incrustaban en ella, babeaba de sentir que tan magnifico placer.
Me gustaba sentir como se movía sobre mí en aquella silla, no podía contenerme, al igual que ella, la seguía teniendo abrazada de pronto al deslizar mis manos, por casualidad tente su clítoris, mientras se movía incesante sobre mí yo la estimulaba.
Diciéndole en el oído: Nunca dejaras de ser mía.
Cada vez que mi dedos tocaban me respondía con un gemido, así pasaron un par de segundos para darme cuenta que estaba llegando al orgasmo, sus nalgas estaban rojas de tantas ocasiones que las estuve golpeando con la palma de mí mano, solo tardo un par de segundos después esto solo verla gritar como una loca, rasguñándome una de mis piernas, su propia saliva caía sus pechos, me pare y poniéndola de rodillas eyacule sobre su cara, dejando caer mi pene sobre su frente lo empezó a chupar unos minutos, después de eso ella se levantó y antes de acabarme de vestir me puso su tanga sobre mi mano y me dijo : No quiero dejar de ser tu puta.
Este solo fue el comienzo una historia.
Este contenido es de mi autoridad, yo mismo lo escribi, cualquier aclaración manden un mensaje.
2 comentarios - El inicio de una historia.