Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 18: Un cambio de rutina
Eloy y teníamos un año de novios y ya habíamos probado muchísimas cosas. El juego de roles y la agresividad dominaban nuestras aventuras sexuales, sin embargo las esposas, las sogas, los pañuelos, los ojos tapados, las cachetadas y la vestimenta sexy se habían convertido en algo rutinario de nuestra relación. La última vez me había cogido con un consolador y al final había podido sentir su pija en mi cola y el vibrador en mi concha, descubriendo que la doble penetración era algo que me faltaba probar y que tenía ganas.
Sin embargo de vez en cuando me moría de ganar por cambiar un poco, por vivir algo más tierno, algo más romántico. Quería que me cogiera con amor, que me besara y que me dijera que me amaba mientras sentía como su pija me llenaba por completo. Sin embargo no lograba mi objetivo. En más de una ocasión intenté dominar la situación y llevarla hacia ese lado, pero él siempre terminaba desvirtuándola y convirtiéndola en algo violenta y feroz. No me mal interpreten, siempre acababa y me satisfacía más que bien, pero de vez en cuando no viene mal un cambio de rutina.
Con Andrea fue con la primera que hablé el tema y lo mejor que ella pudo hacer fue aconsejarme que lo hable con él, después de todo era lo lógico. Pero yo no encontraba el momento adecuado para decírselo. Después de cumplir un año empezaron las tardes de trabajos y estudio, por lo que se hacía cada vez más difícil encontrar un momento para hablar y conversar ese tema. Nos pasábamos todo el día leyendo apuntes y haciendo ejercicios, por lo que cuando llegaba la noche lo único que queríamos era relajarnos y tener una buena sesión de sexo. No era momento adecuado para hablar. Además, hay que agregarle el hecho de que me daba un poco de cosa hablar ese tema.
Comenzó Noviembre y los días se hacían cada vez más cortos por culpa de la facultad. La desesperación por salir una noche o tener algo de tiempo, nos llevó a que varias de las chicas de la secundaria, aceptemos la invitación de Daiana a una peña que organizaba la facultad de ciencias económicas a la que ella iba.
- Va a estar bueno.- Nos dijo cuando nos vimos el fin de semana anterior a la noche que nos juntamos para cenar en la casa de Ailín.- Hace una semana que la venimos promocionando y ya hay como 70 personas. Y esta semana seguro se venden muchas más.
Flavia y Paola se sumaron enseguida al igual que la dueña de casa y Andrea. La que no estaba bien era Florencia, que después de meses de discusiones cortó con Guillermo y entró en una depresión en la que iba a estar durante varios meses. Lo único que nosotras podíamos hacer era ser amables con ella y tratar de levantarle el ánimo.
El jueves 17 de Noviembre, día que hacían la peña, me levanté y fui a la facultad para descubrir que Eloy no había ido. Le mandé unos mensajes pero no respondió, así que en un corte que tuvimos lo llamé. “¿Dónde estás?” le pregunté al escuchar el ruido raro de fondo. “Me estoy volviendo” me contó de repente y me comentó que se volvía al pueblo para ir al cumpleaños de Tamara su ex, entre otras cosas. Como era de esperar me enojé demasiado, ¿cómo no me había dicho nada? Se volvía al pueblo para ver a la ex y no me contaba. No me gustó nada lo que hizo, así que decidí cortarle el teléfono e ignorarlo el resto del día. A la noche nos juntamos con las chicas en la casa de Flavia y cerca de las 12:30, 1 nos fuimos a la peña.
El lugar estaba lleno de gente, la gran mayoría estudiantes de Ciencias Económicas como Dai, pero había algunos de mi facultad, gente de medicina y de otras facultades. El lugar tenía forma de L y como los baños estaban al fondo fuimos directamente hacia la parte de atrás. Cuando pasamos me pareció ver a un chico conocido, pero como estábamos apuradas no le di importancia. Pero al final terminamos en la barra con Paola y este chico que me había parecido conocido se acercó a mi y me saludó.
- Hola Gabi.- Me dijo desde atrás. Me di vuelta y me sorprendí.
- ¡Hernán!- Dije con tono alegre.- No sabía que venías.
- Y… Es la peña que organiza mi hermana.- Me respondió mirando alrededor.- Era obvio que iba a venir. ¿Ustedes bien?- Agregó al ver que Pao estaba conmigo.
- Sí, sí bien.- Respondió ella.- Voy a llevarle estos tragos a las chicas.- Agregó mirándome a mi.
Nos quedamos hablando con Hernán un buen rato, era muy raro encontrárselo después de tanto tiempo. La última vez que había estado con él había sido hacía más de un año y en ese momento Eloy era nadie, por lo que fue bastante incómodo para mi. A pesar de eso, él supo manejar la situación muy bien y hablarme y preguntarme sobre mi vida. Después de hablar un rato llegó Florencia y me fui con las chicas.
Pero la noche no se iba a pasar así fácil. Haberlo visto me generó sentimientos encontrados, más en ese día en el que estaba enojadísima con mi novio. Empezamos a tomar y a tomar. El alcohol estaba muy barato y Gerardo y unos amigos suyos que no paraban de chamuyarnos, nos llenaron de tragos. No fue hasta las 3, 3:30 de la mañana que me alejé de mis amigas para buscarlo.
- ¡Estás destruida Gabi!- Me dijo riéndose apenas me vio.
Pero no le di tiempo, fui directo a sus labios y abrazándolo por encima de los hombros comencé a besarlo. Hernán me devolvió el beso y aunque estaba sorprendido por la situación me envolvió con sus brazos a la altura de la cintura. Despacito, entre labios y lengua, nos fuimos corriendo hacia la pared más cercana. Nada importaba, nadie podía vernos, éramos nosotros dos.
“¿Querés que vayamos a otro lado Gabi?” me preguntó él y la respuesta fue obvia. Saludó a sus amigos a las apuradas y nos fuimos. Cuando salimos me contó que esa noche él se iba a dormir a la casa de uno de sus compañeros y que tenía la llave y que le dijo que no había problema en que fuéramos. Cuando salí me di cuenta del estado en el que estaba: totalmente borracha. Me subí a su auto y sin escrúpulos comencé a hablarle de lo enojada que estaba con Eloy porque se había ido al cumpleaños de su ex y me había dejado sola y de lo mucho que lo extrañaba a él. El alcohol hablaba por mi. Hernan simplemente sonreía y acotaba comentarios menores.
- Necesito alguien que sea más tierno conmigo.- Le confesé.- No te digo todos los días. ¡Pero una noche! ¿No puede una noche tratarme de manera más romántica?
Hernán río y dijo algo que no le presté atención ya que seguí hablando. Cuando llegamos al edificio subimos y en el ascensor volvimos a los besos. “Que linda que sos” me dijo él mirándome fijo a los ojos y después me besó agarrándome de la cara. En ese instante morí de amor. Era obvio que todavía sentía algo por mí, lo que también era obvio pero estaba demasiado borracha como para darme cuenta, era que yo sentía algo por él.
Entramos al departamento y fuimos directo a la cama y nos acostamos uno al lado del otro. Antes de volver a besarnos él me corrió el pelo de la cara y me pasó su dedo índice desde la frente hasta el cuello, disfrutando de mi piel con una caricia hermosa. Después volvió a besarme con ternura, pero fui yo la que empezó a calentar la cosa, colocándome encima de él y metiéndole la lengua hasta la garganta. “¿No querías romanticismo vos?” me preguntó riéndose. Yo también me reí, me agaché para darle nuevamente un beso y lo miré fijo:
- Es que me calentás tanto que no me pudo controlar.- Le dije.
En ese momento comenzó el desfile de ropa. La remera, pantalón, short, zapatos, zapatillas, medias, todo voló en cuestión de minutos al piso y cuando nos dimos cuenta estábamos los dos desnudos. Hernán me acostó sobre la cama y fue besando desde mis labios hasta mis otros labios. Se posicionó entre mis piernas y comenzó a lamerme con ganas. Su lengua no tardó en hacer magia sobre mis dedos, moviéndose como loca desde un lado hacia el otro por encima de mi clítoris. Mi cuerpo se calentaba cada vez que me besaba ahí abajo. Mis manos iban desde mis tetas hasta mis muslos y su cabeza. Las suyas se encontraban rodeando mis piernas y apoyadas en mi abdomen. Las tomé con fuerza cuando sentí el placer máximo. Su lengua no paraba de complacerme. Un orgasmo inmenso le vino seguido a un grito de satisfacción pura.
- ¡Cogeme!- Le rogué como loca.
Él subió hasta encontrarse con mi cuerpo y sentí como sus 16 gordos centímetros de pija entraban en mi cuerpo generándome un cosquilleo desde la punta de los pies hasta la cabeza. Apoyó su pecho sobre mis tetas y sus codos a la altura de mi cabeza. Levanté los brazos por encima de mí y mis manos se encontraron nuevamente con las suyas. Nuestros dedos se entrecruzaron al mismo momento que nuestros labios se unieron en un beso precioso.
Bien despacito comenzó a cogerme, moviendo su cintura hacia adelante y hacia atrás sobre mi cuerpo. Sentía como su pija me iba penetrando cada vez más fuerte. Nuestros labios estaban unidos al igual que nuestras manos y el resto de nuestro cuerpo. Era muy romántico y a la vez excitante como me iba cogiendo con ganas, pero a la vez con mucha delicadeza y pasión. Me volvía loca, me calentaba mucho que me hiciera lo que yo quería y necesitaba.
No se cuanto tiempo estuvimos cogiendo, pero fue hermoso. A veces iba más rápido, a veces más lento, variaba la forma en la que lo hacía, ya sea dando círculos o hacia arriba y hacia abajo, pero sentir su pija penetrándome de esa forma me volvía loca. Un nuevo orgasmo llegó minutos más tarde, pero esta vez fue silencioso, con un grito ahogado que denotaba placer puro y mientras él besaba mi cuerpo y me seguía cogiendo, pude sentir como me llenaba por dentro con su lechita calentita.
Me miró a los ojos y volvió a besarme con pasión y no pude evitar poner mi mano sobre su nuca. Hacía muchísimo tiempo que quería eso y no podía haber sido más perfecto. Me miró a los ojos nuevamente y le devolví la mirada con una sonrisa.
- Siempre vas a ser la número 1 Gabi.- Me dijo.
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