Agustina
Habían pasado varios meses desde que estaba saliendo con Gero. Después del colegio siempre íbamos a comer o a tomar un helado, a pasear... típica relación adolescente. Aprovechábamos si mi casa o la de él estaban solas para garchar. Eran los primeros polvos de ambos, así que estábamos casi descubriendo juntos un mundo nuevo
Una noche que salimos solas con las chicas, empecé a descubrir lo difícil que se hace ser fiel. Nosotras estábamos en esa edad donde ya nos dejaban pasar a boliches para mayores, pero a los chicos no. Entonces, en general salíamos separados.
En la previa habíamos estado juntos, pero después cada uno por su lado. Franeleamos un poco, pero no pasó mucho más porque había mucha gente. Eso tampoco me ayudó mucho. Quedé un poco calentita.
Esa noche, en el boliche que fuimos, pasaban con una bota y te tiraban tequila. Te chorreaba por toda la ropa, porque a veces no apuntaban bien, o te empujaban. Encima, no estábamos acostumbradas a tomar mucho; menos bebidas blancas.
Busqué un rincón y me senté. Me daba vuelta todo. Un pibe se sentó al lado mío, igual o más destruido que yo. Nos pusimos a charlar, hasta que me invitó a bailar. Despacio nos levantamos, agarrándonos de las paredes y así de una me cazó de la cintura pegándome a su cuerpo.
Yo no me quedé atrás y lo abracé del cuello. Cuando lo vi bien, me di cuenta que estaba que se partía el pendejo. Encima olía hermoso, no se que perfume era, pero me resultaba muy afrodisíaco.
Bailábamos cada vez más pegados, cada vez más franeleo. Hasta que me tira un pico. Primero me dejé llevar por el momento, pero después entré en razón y corrí mi cara. "Pará... tengo novio!", le dije. "Está acá?", me preguntó. Le dije que no, y me empezó a hacer la cabeza de que seguro estaba con otra, y esas cosas que no puedo creer como aún funcionan.
En pocos minutos, mi lengua ya estaba en su boca. Nos pegamos una apretada en el medio de la pista terrible. Nos fuimos a un rincón. Me puse contra la pared. Bajó su mano por mi espalda, llegando hasta mi cola, siguió bajando hasta agarrarme el muslo (estaba en pollera) y volvió a subir, pero metiendo su mano entre mi ropa.
Lo saqué un toque, pero él me tranquilizó que no había nadie mirando. Miré para todos lados y de hecho, estaban todos en cualquiera. Seguí tranzando con el pibe, que no perdió tiempo en seguir metiendo mano.
Me besaba el cuello, mientras lentamente su mano se fue metiendo entre mis piernas, rozando con sus dedos cerca de mi concha. Estaba re caliente, mojándome a chorros. Con la respiración agitada de la calentura, fui abriendo su camisa despacio. Cuando terminé el último botón, lo apreté fuerte contra mi cuerpo. Él clavó sus dientes en mi cuello, haciéndome delirar.
Bajé mis manos, hasta tocarle el culo. Después, las moví para adelante y le agarré el bulto. Durísimo. Empecé a pajearlo por encima de la ropa. El flaco se desabrochó el jean, pero lo paré. Se soltó el cinturón, dejando más libre el pantalón, ya que era bien flaco. Agarró mi mano y la metió dentro.
Sentí el tubo caliente y duro entre mis manos. Lancé un suspiro al tocar esa pija durísima y bien ancha. Mucho más que la de mi novio. No llegaba a rodearla con mi mano. Mi respiración era cada vez más acelerada. Y más aún cuando otra vez, su mano se metió entre mis piernas y me clavó la lengua en mi boca como si de eso dependiera su vida.
No podía creer lo que estaba haciendo, por primera vez, me dejaba manosear de esa forma en un boliche y yo sin reparos le hacía una paja. La situación me resultaba peligrosa, pero muy excitante. Estaba experimentando cosas y sensaciones nuevas; que me encantaban.
Seguimos un rato, hasta que me pidió que nos vayamos a otro lado. Ahí me acobardé, y le dije que no. Encima no tenía auto, ni casa ni nada. Había que tomarse un taxi, a un telo y de ahí quien sabe. Y yo nunca había ido a un telo ni sabía si podía entrar.
El flaco medio que se enojó y se fue. Yo me quedé re caliente. Ya ni me acordaba de mi novio. Me dejó con unas ganas de garchar terribles. El resto de la noche me quedé con las chicas, hasta que Juli me dijo que el hermano venía a buscarla, si quería me alcanzaba.
Apenas terminó de decirme eso, me hirvió la sangre. Desde que habíamos garchado aquella vez, no nos habíamos vuelto a encontrar. Y justo esta noche, que yo estaba alzadísima me lo cruzo. Ni a propósito!
"Está en la puerta, vamos" me dijo Juli. Salimos y nos subimos al auto. Charlamos un rato entre los 3, yo re nerviosa, porque aunque estaba decidida a cogérmelo esa noche, tenía un cagaso terrible que me dijera que no.
Encaró primero para su casa (o sea, iba a quedar sola con él). Juli ya sabía lo que había pasado entre nosotros, y se imaginaba las intenciones de su hermano. Entonces, me preguntó por Gero. Como para "advertir" al hermano, que yo estaba de novia.
Tardé en reaccionar. Me había olvidado de él. Mi cabeza solo pensaba en qué hacer cuando quedemos solos los dos. El guacho me re calienta, no solo fue el primero sino que me había hecho gozar tanto; obvio en ese entonces solo podía compararlo con mi novio (que tenía menos experiencia que yo), ya que eran los únicos dos con los que había estado.
Llegamos a la casa de Juli, ella se bajó. Me saludó y me dijo que me cuidara, intuyendo lo que iba a pasar. Me pasé adelante y Daniel (el hermano de Juli) arrancó y nos fuimos.
- Asi que estás de novia... - me preguntó Daniel rompiendo el silencio
- Ehh.. si.
- Dudaste? - me dijo riéndose. Esa fue la señal que necesitaba. Frenó el auto. Yo temblaba. Agarró mi mano y empezó a acariciarme el brazo. Me derretía. "No..." traté de frenarlo, pero no me hacía caso. Su boca ya estaba besando mi cuello y mis manos acariciando su pelo. Por más que mi boca pudiera llegar a decir "no" nuevamente, todo mi cuerpo gritaba "SI!"
Le comí la boca con las ganas acumuladas que tenía de tanto tiempo sin vernos. Él no se quedaba atrás, y me levantó la pollera hasta la cintura. Metió sus manos entre mis tetas. Parecía que tenía 4 brazos. "Vamos a otro lado", me dijo re caliente. Yo estaba igual, pero no sabía donde podíamos ir.
Encaró para un telo, de esos que se entra en auto. "Puedo entrar yo acá?", le dije. Estaba re asustada, era algo nuevo para mi. Me miró y limitó a sonreír. Pasamos, pagó mientras yo me sentaba en la cama.
Miraba para todos lados, era todo nuevo para mi. Dani se acercó y me acostó. Se tiró encima mío y empezó a besarme toda. Cerré mis ojos y recordé aquella no tan lejana primera vez, donde había sido tan tierno conmigo.
De a poco fue desnudándome, dejándome solo en ropa interior. Me miraba y tocaba admirando mi cuerpo. Se mordía los labios. El roce de sus dedos me estremecían. Yo ya estaba aún más caliente que cuando había salido del boliche.
Su boca recorría cada centímetro de mi cuerpo. Mis manos jugaban con su pelo. Llegó hasta mis piernas, las abrió, corrió un poco la tanga y me pasó los dedos, haciéndome mover instintivamente.
Estaba super mojada. Sentía como sus dedos desparramaban todo mi flujo, me volvía loca. Su lengua empezó a rozar mi clítoris casi acariciándolo. Mi mente volaba a esa noche, que me había hecho lo mismo y me había encantado. Mi novio nunca lo había hecho y yo tampoco me había animado a pedírselo.
Me terminó de desvestir, para poder hacer su trabajo más cómodo. Sus manos se instalaron en mis tetas, las amasaba mientras su lengua jugaba por toda mi entrepierna. Yo deliraba.
Me fui soltando y cada vez gritaba más fuerte. Él no se detenía por nada. Metió dos dedos adentro, y los movía velozmente. Mi espalda se contorsionaba ante cada golpe de su lengua.
A diferencia de la vez anterior, que lo hizo solo por un rato, esta vez le dedicó un buen tiempo. Y me llegó a poner en un nivel de calentura que nunca había experimentado. Me asustaba sentir todo ese calor subir por mi cuerpo y apoderarse de mi.
Aceleró el ritmo y yo no pude aguantar más. Mis piernas temblaron hasta que acabé con un orgasmo fuertísimo. Mi cuerpo se relajó por completo y me desahogué. "Me mataste!", le dije y eso que aún ni siquiera me había penetrado. Daniel se puso encima mío y me besó.
Me fue clavando la pija, despacio porque se notaba que estaba cerrada para su poronga, y costaba entrar, a pesar de que estaba re mojada. "Despacio... por favor", le suplicaba. Sin decirme nada, fue metiendo de a poco la verga hasta que mi concha se acostumbró.
Ahí empezó a taladrarme, despacio, sacando y metiendo todo el tronco. "Ay, la siento muy adentro! muy adentro!" le decía enloquecida.
Yo estaba cada vez más mojada, la pija resbalaba con más facilidad. Daniel empezó a acelerar el ritmo de sus embestidas. La sacaba toda y la clavaba cada vez más violentamente. Al principio, me molestaba, pero después de un tiempo no podía dejar de gritar que me encantaba.
Me volvía loca cuando dejaba su pija enterrada toda y se movía cortito y fuerte bien adentro. Le clavé las uñas en la espalda, pero lejos de frenarse, me cogió con más fuerza.
Me levantó las piernas y se arrodilló casi arriba mío. Empezó a saltar sobre mi, dejándose caer con todo su peso adentro mío. "Me encanta... me encanta!" gritaba yo desencajada. Daniel me tenía a su merced y hacía lo que quería conmigo.
Sacó su pija, y otra vez, me empezó a chupar la concha. Ya no tenía fuerzas ni para gritar. Estaba re caliente, tanto que agarré instintivamente su cabeza y se la apreté contra mis piernas. Esto lo excitó más, y me la chupó con más violencia. Cuando me di cuenta, lo solté y le pedí disculpas pero él me incitó a que lo siguiera haciendo.
Luego de un rato, se detuvo, me puso de costado y empezó a pegarme en la cola, mientras iba levantando una de mis piernas. Me clavó y se movió con la pija toda enterrada un rato, hasta que volvió a darme vuelta, y me dejó en 4.
Me pegó una garchada que aún hoy no me la olvido más. Fue la primera vez que me dieron tan pero tan duro. La cama se movía para todos lados, golpeaba contra la pared. Pensaba que en cualquier momento terminábamos en la otra habitación.
Daniel no detenía su ritmo salvaje por nada. Me agarró del pelo y tiró mi cabeza hacia atrás. Yo, que era tan histérica con los que me tocaban el pelo, estaba dejando que me lo agarraran como riendas de una yegua y me tironearan de él empujando mi cuerpo contra su pija.
No podía creer que me excitara tanto estar tan sometida. Dani se frenó, me acostó en la cama boca abajo y empezó a besarme y morderme la cola.
Un rato después, sentí la lechita calentita sobre mis nalgas. Agradecía que haya terminado, no daba más. Pero me había quedado una sensación de calentura tremenda.
Se acostó al lado mío. Yo no sabía que hacer o qué decir. Él, tranquilo, prendió la tele. Esa boludez, cambió mi vida: estaba puesto un canal porno. Yo jamás había visto algo así. La mina le hacía un pete a un chabón, bien pijudo. Se la metía toda en la boca. Yo no lo podía creer.
- Cómo hace??! - pregunté yo - tiene que ser de mentira eso -
- Un poco si... pero que se puede, se puede! - me decía él.
- Yo no puedo.
- Probaste?
- No. Bah... si, pero no puedo
- Querés probar ahora? - mientras decía esto, se acariciaba su pija que ya estaba dura de nuevo.
Sin decir nada, me acomodé cerca de su pija y la agarré con las manos. Metí la cabeza en mi boca, pero Dani me agarró de los pelos y me la sacó. "Primero así...", me decía mientras guiaba mi boca sobre su tronco, desde abajo hasta arriba.
Le pasé mi lengua mojándola toda. "Ahora...", me dio la orden y me la metió en la boca. Despacio, fui tratando de llegar a meterme lo máximo que pudiera. Cuando sentí que chocaba en mi garganta, frené y la saqué tosiendo. "Escupila", me decía sosteniendo mi cabeza frente a su pija. Lo miré desconcertada con un poco de cara de asco.
Junté saliva y la dejé caer sobre el tronco. Con la mano fui desparramando todo. "Tiene que estar bien lubricada... ahora si", me dijo empujando mi cabeza sobre su pija. "Cuando sientas la arcada, aguantá un poco... que se acostumbre".
Llegó la cabeza a tocarme la garganta y no había entrado ni la mitad. Me detuve y quise salir, pero él me sostuvo la cabeza. "Aguantá!". Cuando vio que no me acostumbraba me sacó, y otra vez empecé a toser.
Estuve un rato probando hasta que me fui acostumbrando a las arcadas. La pija de Daniel estaba babeada desde la cabeza hasta los huevos. Me sentía cada vez más excitada al notar que de a poco iba pudiendo tragar más de la mitad de su pija. Cuando bajaba mi cabeza, él ponía una marca con sus dedos hasta donde llegaba. Y me alentaba a superarme en el siguiente intento.
"Suficiente por la primer clase", me dijo tirándome a la cama, re caliente por el pete que le había hecho. Se subió encima y me penetró de golpe, hasta el fondo haciéndome gritar. No lo esperaba. "Te
voy a hacer mierda pendeja!", me dijo mientras empezó a taladrarme con una violencia salvaje que me hacía gozar como nunca.
De repente se frenó y empezó a sacar y poner la pija bien suave.
- Te gusta así? - me decía casi sin moverse
- No... no... fuerte -
- Ahh mirala a la nena... le gusta fuerte a la nena ahora? - me decía acelerando y tirándome el pelo.
- Siiiii siiiii cogeme fuerte... daleee - gritaba desencajada.
- Te voy a hacer mierda pendeja... te voy a hacer mierda - me decía sin frenar de penetrarme. Cada vez era más fuerte y violento el ruido de nuestros cuerpos chocando.
"Lección dos", dijo sacándola entera y acostándose en la cama. Levantó su pija y me hizo sentar en ella. Despacio, fui metiéndola hasta que quedó totalmente enterrada. "Ay, boludo está muy adentro... muy adentro" decía con cara de dolor y placer, mientras empezaba a moverme con el palo de carne incrustado hasta el fondo.
No paraba de moverme y gemir, gritar, pedir más... Me agarró fuerte de la cola y levantaba mis caderas. Me frenó, y empezó a levantarse él a una velocidad que me hacía volar. "Aaayyy no parés, no pares!!" gritaba yo. Tenía la boca abierta, pero no salía ningún sonido. Cuando se cansó, me tiró en la cama y se puso entre mis piernas.
Me devoró la concha mientras me clavaba 3 dedos adentro. Estaba dilatadísima. Yo me doblaba toda. No podía quedarme quieta.
Acabé y solo ahí Daniel se detuvo. Sacó los dedos y me los puso en la boca. Al principio me dio un poco de asco, pero después los terminé limpiando, lamiéndolos como si fuera una verga.
Mientras yo le chupaba los dedos, él otra vez me clavó la pija. Y otra vez, me garchó como un animal. La tele aun estaba prendida. Me había olvidado completamente.
La mina de la peli estaba cabalgando al chabón. Vi como lo hacía, levantándose y sacando la pija casi por completo y bajando mientras se movía en círculos con la pija totalmente enterrada.
Con la poca fuerza que me quedaba, hice que Daniel frenara. Lo acosté y me subí arriba de nuevo, para imitar a la actriz. "Ohhh nena muy bien dale seguí" me incitaba. Yo sentí que estaba a punto de acabar, pero me estaba moviendo tanto que Daniel no aguantó. Sacó su pija y casi al toque empezó a saltar leche sobre su cuerpo.
Mis piernas no daban más. Me tiré en la cama exhausta, no me podía ni mover. Me había hecho pedazos. No estaba acostumbrada a coger así. Pero todavía quedaba más. Daniel me abrió las piernas y me chupó la concha hasta hacerme acabar de nuevo. Deliraba de placer. Me dolía todo y me ardía la concha.
Nos quedamos un rato abrazados hasta que nos echaron porque terminó el turno. En el camino me fue cayendo la ficha de todo lo que había hecho. No solo haberle metido los cuernos a mi novio (que era lo que menos me preocupaba), sino de toda la información nueva que estaba procesando. Y que por supuesto, pensaba seguir perfeccionando y poniendo en práctica.
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Indice
Habían pasado varios meses desde que estaba saliendo con Gero. Después del colegio siempre íbamos a comer o a tomar un helado, a pasear... típica relación adolescente. Aprovechábamos si mi casa o la de él estaban solas para garchar. Eran los primeros polvos de ambos, así que estábamos casi descubriendo juntos un mundo nuevo
Una noche que salimos solas con las chicas, empecé a descubrir lo difícil que se hace ser fiel. Nosotras estábamos en esa edad donde ya nos dejaban pasar a boliches para mayores, pero a los chicos no. Entonces, en general salíamos separados.
En la previa habíamos estado juntos, pero después cada uno por su lado. Franeleamos un poco, pero no pasó mucho más porque había mucha gente. Eso tampoco me ayudó mucho. Quedé un poco calentita.
Esa noche, en el boliche que fuimos, pasaban con una bota y te tiraban tequila. Te chorreaba por toda la ropa, porque a veces no apuntaban bien, o te empujaban. Encima, no estábamos acostumbradas a tomar mucho; menos bebidas blancas.
Busqué un rincón y me senté. Me daba vuelta todo. Un pibe se sentó al lado mío, igual o más destruido que yo. Nos pusimos a charlar, hasta que me invitó a bailar. Despacio nos levantamos, agarrándonos de las paredes y así de una me cazó de la cintura pegándome a su cuerpo.
Yo no me quedé atrás y lo abracé del cuello. Cuando lo vi bien, me di cuenta que estaba que se partía el pendejo. Encima olía hermoso, no se que perfume era, pero me resultaba muy afrodisíaco.
Bailábamos cada vez más pegados, cada vez más franeleo. Hasta que me tira un pico. Primero me dejé llevar por el momento, pero después entré en razón y corrí mi cara. "Pará... tengo novio!", le dije. "Está acá?", me preguntó. Le dije que no, y me empezó a hacer la cabeza de que seguro estaba con otra, y esas cosas que no puedo creer como aún funcionan.
En pocos minutos, mi lengua ya estaba en su boca. Nos pegamos una apretada en el medio de la pista terrible. Nos fuimos a un rincón. Me puse contra la pared. Bajó su mano por mi espalda, llegando hasta mi cola, siguió bajando hasta agarrarme el muslo (estaba en pollera) y volvió a subir, pero metiendo su mano entre mi ropa.
Lo saqué un toque, pero él me tranquilizó que no había nadie mirando. Miré para todos lados y de hecho, estaban todos en cualquiera. Seguí tranzando con el pibe, que no perdió tiempo en seguir metiendo mano.
Me besaba el cuello, mientras lentamente su mano se fue metiendo entre mis piernas, rozando con sus dedos cerca de mi concha. Estaba re caliente, mojándome a chorros. Con la respiración agitada de la calentura, fui abriendo su camisa despacio. Cuando terminé el último botón, lo apreté fuerte contra mi cuerpo. Él clavó sus dientes en mi cuello, haciéndome delirar.
Bajé mis manos, hasta tocarle el culo. Después, las moví para adelante y le agarré el bulto. Durísimo. Empecé a pajearlo por encima de la ropa. El flaco se desabrochó el jean, pero lo paré. Se soltó el cinturón, dejando más libre el pantalón, ya que era bien flaco. Agarró mi mano y la metió dentro.
Sentí el tubo caliente y duro entre mis manos. Lancé un suspiro al tocar esa pija durísima y bien ancha. Mucho más que la de mi novio. No llegaba a rodearla con mi mano. Mi respiración era cada vez más acelerada. Y más aún cuando otra vez, su mano se metió entre mis piernas y me clavó la lengua en mi boca como si de eso dependiera su vida.
No podía creer lo que estaba haciendo, por primera vez, me dejaba manosear de esa forma en un boliche y yo sin reparos le hacía una paja. La situación me resultaba peligrosa, pero muy excitante. Estaba experimentando cosas y sensaciones nuevas; que me encantaban.
Seguimos un rato, hasta que me pidió que nos vayamos a otro lado. Ahí me acobardé, y le dije que no. Encima no tenía auto, ni casa ni nada. Había que tomarse un taxi, a un telo y de ahí quien sabe. Y yo nunca había ido a un telo ni sabía si podía entrar.
El flaco medio que se enojó y se fue. Yo me quedé re caliente. Ya ni me acordaba de mi novio. Me dejó con unas ganas de garchar terribles. El resto de la noche me quedé con las chicas, hasta que Juli me dijo que el hermano venía a buscarla, si quería me alcanzaba.
Apenas terminó de decirme eso, me hirvió la sangre. Desde que habíamos garchado aquella vez, no nos habíamos vuelto a encontrar. Y justo esta noche, que yo estaba alzadísima me lo cruzo. Ni a propósito!
"Está en la puerta, vamos" me dijo Juli. Salimos y nos subimos al auto. Charlamos un rato entre los 3, yo re nerviosa, porque aunque estaba decidida a cogérmelo esa noche, tenía un cagaso terrible que me dijera que no.
Encaró primero para su casa (o sea, iba a quedar sola con él). Juli ya sabía lo que había pasado entre nosotros, y se imaginaba las intenciones de su hermano. Entonces, me preguntó por Gero. Como para "advertir" al hermano, que yo estaba de novia.
Tardé en reaccionar. Me había olvidado de él. Mi cabeza solo pensaba en qué hacer cuando quedemos solos los dos. El guacho me re calienta, no solo fue el primero sino que me había hecho gozar tanto; obvio en ese entonces solo podía compararlo con mi novio (que tenía menos experiencia que yo), ya que eran los únicos dos con los que había estado.
Llegamos a la casa de Juli, ella se bajó. Me saludó y me dijo que me cuidara, intuyendo lo que iba a pasar. Me pasé adelante y Daniel (el hermano de Juli) arrancó y nos fuimos.
- Asi que estás de novia... - me preguntó Daniel rompiendo el silencio
- Ehh.. si.
- Dudaste? - me dijo riéndose. Esa fue la señal que necesitaba. Frenó el auto. Yo temblaba. Agarró mi mano y empezó a acariciarme el brazo. Me derretía. "No..." traté de frenarlo, pero no me hacía caso. Su boca ya estaba besando mi cuello y mis manos acariciando su pelo. Por más que mi boca pudiera llegar a decir "no" nuevamente, todo mi cuerpo gritaba "SI!"
Le comí la boca con las ganas acumuladas que tenía de tanto tiempo sin vernos. Él no se quedaba atrás, y me levantó la pollera hasta la cintura. Metió sus manos entre mis tetas. Parecía que tenía 4 brazos. "Vamos a otro lado", me dijo re caliente. Yo estaba igual, pero no sabía donde podíamos ir.
Encaró para un telo, de esos que se entra en auto. "Puedo entrar yo acá?", le dije. Estaba re asustada, era algo nuevo para mi. Me miró y limitó a sonreír. Pasamos, pagó mientras yo me sentaba en la cama.
Miraba para todos lados, era todo nuevo para mi. Dani se acercó y me acostó. Se tiró encima mío y empezó a besarme toda. Cerré mis ojos y recordé aquella no tan lejana primera vez, donde había sido tan tierno conmigo.
De a poco fue desnudándome, dejándome solo en ropa interior. Me miraba y tocaba admirando mi cuerpo. Se mordía los labios. El roce de sus dedos me estremecían. Yo ya estaba aún más caliente que cuando había salido del boliche.
Su boca recorría cada centímetro de mi cuerpo. Mis manos jugaban con su pelo. Llegó hasta mis piernas, las abrió, corrió un poco la tanga y me pasó los dedos, haciéndome mover instintivamente.
Estaba super mojada. Sentía como sus dedos desparramaban todo mi flujo, me volvía loca. Su lengua empezó a rozar mi clítoris casi acariciándolo. Mi mente volaba a esa noche, que me había hecho lo mismo y me había encantado. Mi novio nunca lo había hecho y yo tampoco me había animado a pedírselo.
Me terminó de desvestir, para poder hacer su trabajo más cómodo. Sus manos se instalaron en mis tetas, las amasaba mientras su lengua jugaba por toda mi entrepierna. Yo deliraba.
Me fui soltando y cada vez gritaba más fuerte. Él no se detenía por nada. Metió dos dedos adentro, y los movía velozmente. Mi espalda se contorsionaba ante cada golpe de su lengua.
A diferencia de la vez anterior, que lo hizo solo por un rato, esta vez le dedicó un buen tiempo. Y me llegó a poner en un nivel de calentura que nunca había experimentado. Me asustaba sentir todo ese calor subir por mi cuerpo y apoderarse de mi.
Aceleró el ritmo y yo no pude aguantar más. Mis piernas temblaron hasta que acabé con un orgasmo fuertísimo. Mi cuerpo se relajó por completo y me desahogué. "Me mataste!", le dije y eso que aún ni siquiera me había penetrado. Daniel se puso encima mío y me besó.
Me fue clavando la pija, despacio porque se notaba que estaba cerrada para su poronga, y costaba entrar, a pesar de que estaba re mojada. "Despacio... por favor", le suplicaba. Sin decirme nada, fue metiendo de a poco la verga hasta que mi concha se acostumbró.
Ahí empezó a taladrarme, despacio, sacando y metiendo todo el tronco. "Ay, la siento muy adentro! muy adentro!" le decía enloquecida.
Yo estaba cada vez más mojada, la pija resbalaba con más facilidad. Daniel empezó a acelerar el ritmo de sus embestidas. La sacaba toda y la clavaba cada vez más violentamente. Al principio, me molestaba, pero después de un tiempo no podía dejar de gritar que me encantaba.
Me volvía loca cuando dejaba su pija enterrada toda y se movía cortito y fuerte bien adentro. Le clavé las uñas en la espalda, pero lejos de frenarse, me cogió con más fuerza.
Me levantó las piernas y se arrodilló casi arriba mío. Empezó a saltar sobre mi, dejándose caer con todo su peso adentro mío. "Me encanta... me encanta!" gritaba yo desencajada. Daniel me tenía a su merced y hacía lo que quería conmigo.
Sacó su pija, y otra vez, me empezó a chupar la concha. Ya no tenía fuerzas ni para gritar. Estaba re caliente, tanto que agarré instintivamente su cabeza y se la apreté contra mis piernas. Esto lo excitó más, y me la chupó con más violencia. Cuando me di cuenta, lo solté y le pedí disculpas pero él me incitó a que lo siguiera haciendo.
Luego de un rato, se detuvo, me puso de costado y empezó a pegarme en la cola, mientras iba levantando una de mis piernas. Me clavó y se movió con la pija toda enterrada un rato, hasta que volvió a darme vuelta, y me dejó en 4.
Me pegó una garchada que aún hoy no me la olvido más. Fue la primera vez que me dieron tan pero tan duro. La cama se movía para todos lados, golpeaba contra la pared. Pensaba que en cualquier momento terminábamos en la otra habitación.
Daniel no detenía su ritmo salvaje por nada. Me agarró del pelo y tiró mi cabeza hacia atrás. Yo, que era tan histérica con los que me tocaban el pelo, estaba dejando que me lo agarraran como riendas de una yegua y me tironearan de él empujando mi cuerpo contra su pija.
No podía creer que me excitara tanto estar tan sometida. Dani se frenó, me acostó en la cama boca abajo y empezó a besarme y morderme la cola.
Un rato después, sentí la lechita calentita sobre mis nalgas. Agradecía que haya terminado, no daba más. Pero me había quedado una sensación de calentura tremenda.
Se acostó al lado mío. Yo no sabía que hacer o qué decir. Él, tranquilo, prendió la tele. Esa boludez, cambió mi vida: estaba puesto un canal porno. Yo jamás había visto algo así. La mina le hacía un pete a un chabón, bien pijudo. Se la metía toda en la boca. Yo no lo podía creer.
- Cómo hace??! - pregunté yo - tiene que ser de mentira eso -
- Un poco si... pero que se puede, se puede! - me decía él.
- Yo no puedo.
- Probaste?
- No. Bah... si, pero no puedo
- Querés probar ahora? - mientras decía esto, se acariciaba su pija que ya estaba dura de nuevo.
Sin decir nada, me acomodé cerca de su pija y la agarré con las manos. Metí la cabeza en mi boca, pero Dani me agarró de los pelos y me la sacó. "Primero así...", me decía mientras guiaba mi boca sobre su tronco, desde abajo hasta arriba.
Le pasé mi lengua mojándola toda. "Ahora...", me dio la orden y me la metió en la boca. Despacio, fui tratando de llegar a meterme lo máximo que pudiera. Cuando sentí que chocaba en mi garganta, frené y la saqué tosiendo. "Escupila", me decía sosteniendo mi cabeza frente a su pija. Lo miré desconcertada con un poco de cara de asco.
Junté saliva y la dejé caer sobre el tronco. Con la mano fui desparramando todo. "Tiene que estar bien lubricada... ahora si", me dijo empujando mi cabeza sobre su pija. "Cuando sientas la arcada, aguantá un poco... que se acostumbre".
Llegó la cabeza a tocarme la garganta y no había entrado ni la mitad. Me detuve y quise salir, pero él me sostuvo la cabeza. "Aguantá!". Cuando vio que no me acostumbraba me sacó, y otra vez empecé a toser.
Estuve un rato probando hasta que me fui acostumbrando a las arcadas. La pija de Daniel estaba babeada desde la cabeza hasta los huevos. Me sentía cada vez más excitada al notar que de a poco iba pudiendo tragar más de la mitad de su pija. Cuando bajaba mi cabeza, él ponía una marca con sus dedos hasta donde llegaba. Y me alentaba a superarme en el siguiente intento.
"Suficiente por la primer clase", me dijo tirándome a la cama, re caliente por el pete que le había hecho. Se subió encima y me penetró de golpe, hasta el fondo haciéndome gritar. No lo esperaba. "Te
voy a hacer mierda pendeja!", me dijo mientras empezó a taladrarme con una violencia salvaje que me hacía gozar como nunca.
De repente se frenó y empezó a sacar y poner la pija bien suave.
- Te gusta así? - me decía casi sin moverse
- No... no... fuerte -
- Ahh mirala a la nena... le gusta fuerte a la nena ahora? - me decía acelerando y tirándome el pelo.
- Siiiii siiiii cogeme fuerte... daleee - gritaba desencajada.
- Te voy a hacer mierda pendeja... te voy a hacer mierda - me decía sin frenar de penetrarme. Cada vez era más fuerte y violento el ruido de nuestros cuerpos chocando.
"Lección dos", dijo sacándola entera y acostándose en la cama. Levantó su pija y me hizo sentar en ella. Despacio, fui metiéndola hasta que quedó totalmente enterrada. "Ay, boludo está muy adentro... muy adentro" decía con cara de dolor y placer, mientras empezaba a moverme con el palo de carne incrustado hasta el fondo.
No paraba de moverme y gemir, gritar, pedir más... Me agarró fuerte de la cola y levantaba mis caderas. Me frenó, y empezó a levantarse él a una velocidad que me hacía volar. "Aaayyy no parés, no pares!!" gritaba yo. Tenía la boca abierta, pero no salía ningún sonido. Cuando se cansó, me tiró en la cama y se puso entre mis piernas.
Me devoró la concha mientras me clavaba 3 dedos adentro. Estaba dilatadísima. Yo me doblaba toda. No podía quedarme quieta.
Acabé y solo ahí Daniel se detuvo. Sacó los dedos y me los puso en la boca. Al principio me dio un poco de asco, pero después los terminé limpiando, lamiéndolos como si fuera una verga.
Mientras yo le chupaba los dedos, él otra vez me clavó la pija. Y otra vez, me garchó como un animal. La tele aun estaba prendida. Me había olvidado completamente.
La mina de la peli estaba cabalgando al chabón. Vi como lo hacía, levantándose y sacando la pija casi por completo y bajando mientras se movía en círculos con la pija totalmente enterrada.
Con la poca fuerza que me quedaba, hice que Daniel frenara. Lo acosté y me subí arriba de nuevo, para imitar a la actriz. "Ohhh nena muy bien dale seguí" me incitaba. Yo sentí que estaba a punto de acabar, pero me estaba moviendo tanto que Daniel no aguantó. Sacó su pija y casi al toque empezó a saltar leche sobre su cuerpo.
Mis piernas no daban más. Me tiré en la cama exhausta, no me podía ni mover. Me había hecho pedazos. No estaba acostumbrada a coger así. Pero todavía quedaba más. Daniel me abrió las piernas y me chupó la concha hasta hacerme acabar de nuevo. Deliraba de placer. Me dolía todo y me ardía la concha.
Nos quedamos un rato abrazados hasta que nos echaron porque terminó el turno. En el camino me fue cayendo la ficha de todo lo que había hecho. No solo haberle metido los cuernos a mi novio (que era lo que menos me preocupaba), sino de toda la información nueva que estaba procesando. Y que por supuesto, pensaba seguir perfeccionando y poniendo en práctica.
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10 comentarios - Adiestrando una puta
gracias por pasar