Como al parecer la parte 1 les gustó, traigo la segunda parte de la historia, espero que también les guste...!!
Acá les dejo el link de la primera parte: CLICK
No entendía muy bien la situación, el sueño había sido tan real que hasta podría jurar haber estado con la flaca hasta hace pocos minutos.
Mi excitación no bajaba ni un poco, miré la hora y el reloj marcaba las 8:15 AM. Al parecer me había dormido 5 horas, 5 horas en donde soñé que la mamá de mi mejor amigo me daba un pete magistral al mismo tiempo que le clavaba los dedos en la concha.
No podía entrar en razón que nada de eso había sido cierto, era la primera vez que tenía una fantasía con ella, nunca se me había cruzado verla más que como lo que era, la mamá de Martín.
Tras tomar un poco de aire sentado en la cama, miré por la ventana y el auto de Martín no estaba afuera, al parecer el muy afortunado estaba todavía con la mina, haciendo realidad lo que yo soñé con su mamá en esas 5 cortas y eternas horas.
Me puse de pie aún con la poronga dura como un fierro pidiendo por favor que alguien haga algo, tenía la garganta seca y me sentía agitado cual maratonista llegando a la meta. Caminé unos pasos hasta la puerta de la habitación que estaba entreabierta, cosa que mezclada con el sueño erótico que había tenido no me permitía recordar si realmente yo la había dejado de esa forma.
Me preocupó un poco la idea de que haya hecho algún ruido o que haya pronunciado alguna palabra estando inconsciente y que la flaca haya venido a ver si me pasaba algo y notado mi erección.
Fui hacia el comedor lentamente intentando hacer el menor ruido posible, me serví un vaso de agua y tras beberlo me disponía a ir hacia el baño, cuando en la puerta del comedor me choco con la flaca, y teniendo aún la erección intacta fue imposible que no la sienta.
— Uh, perdoname, no te vi, creeme que no fue intencional— dije al mismo tiempo que la pija me daba un saltito.
— No pasa nada Maxi, en tal caso fui yo la que te choqué, entré distraída y no te ví tampoco.
— Enserio, no me gustaría que se malinterpreten las cosas y que tal vez arruinar esta amistad que hay.
— Ay nene.. ¿Qué cosas decís? Fue un simple accidente, es normal además a tu edad levantarte así, Julián también se levantaba cada mañana así, no está nada mal recordar los viejos tiempos— dijo con una mezcla de melancolía y picardía.
No sabía como reaccionar ante esa respuesta, tal como me había pasado en el sueño, se me cruzaba por la cabeza que era la madre de Martín, mujer que prácticamente me crió como si fuera un hijo, pero en esos momentos y tras tan rara noche la excitación fue más fuerte que yo.
— ¿Recordar viejos tiempos? ¿Por qué decís algo así? Sos una linda mujer, no me vas a decir que no tenés alguien atrás tuyo— Al mismo tiempo que le rogaba al universo que no se tome a mal la respuesta y arruinar todo.
— Ay, vos lo decís para que no me sienta mal, yo ya soy una vieja, mirame como estoy, siempre le fui fiel a un sólo hombre, aunque no esté presente— Su voz denotaba tristeza.
— No te tomes a mal lo que te voy a decir, pero sos realmente una linda mujer, creo que hay momentos en los que hay que dar vuelta la página.
— Hace tanto que no me halagan, pero yo creo que ya estoy más cerca de cerrar el libro que de dar vuelta una página—dijo mientras noté que su mirada se desviaba hacia abajo.
— Esa es tu opinión, yo no creo que ningún hombre con dos dedos de frente piense que ese libro está por terminarse cuando siquiera se leyeron las primeras 10 páginas.
— Basta Max, me vas a hacer sonrojar.
Tras eso, se acercó a darme un abrazo, donde aproveché la situación y apreté mi bulto contra ella.
— ¡Uy! Me había olvidado de eso, perdoname— dijo completamente sonrojada.
No aguantaba más la excitación, estaba por abalanzarme arriba de ella sin importarme absolutamente más nada cuando se escucha el evidente sonido del caño de escape de Martín estacionando en la vereda.
Estaba al borde de hacer mi sueño realidad, o al menos de intentarlo cuando me cortó toda posibilidad.
Ella al escuchar eso me dejó libre el paso y sin mediar palabra avanzó hacia el comedor al mismo tiempo que yo me iba junto a mi erección hacia el baño, no sin antes prestar atención a su disimulada mirada nuevamente hacia mi pija.
Ni bien entré al baño tuve que descargar, la calentura que tenía me sobrepasaba, entre el sueño que me pareció tan realista y el hecho de saber que justo después del mismo ella no solo había visto intencionalmente y “sin querer” mi erección, sino también que la sintió dos veces, terminó de completar el combo que necesitaba para vaciar todo en menos de 5 minutos.
Luego de higienizarme salí del baño hacia el comedor con la idea volver a mi casa, justo estaba Martín tomando un café con la madre y con una notoria cara de sorpresa y tal vez de sospecha (aunque por su culpa no había pasado nada) me invitó a tomar un café con ellos.
Tras ese episodio no volví a ver a la flaca por dos semanas, ya que debido a los estudios de la universidad tanto Martín como yo no teníamos tiempo para ir de joda.
La tercer semana, ya habíamos rendido y nos habíamos liberado de ese peso, por ende decidimos nuevamente juntarnos en su casa para después arrancar para algún lado, aunque yo lo que más deseaba era ver a la flaca.
El sábado llegó rápido para mi fortuna, a las 21hs golpeé la puerta de la casa de Martín con una pizza en la mano y dos cervezas en la otra.
— ¡Hola Maxi! ¿Que hacés acá?— decía con cara de sorpresa al mismo tiempo que se estiraba para saludarme.
— Habíamos arreglado con Martín para salir esta noche… ¿No te avisó nada? — dije intentando poner mi mejor cara de inocente.
— No, Tincho salió temprano y me dijo que no volvía hasta mañana, creí que te había avisado.
— Que raro… no me dijo nada el muy forro, me dejó tirado— mentí.
La realidad era que sí me había avisado, la misma mina con la que había salido aquél sábado del sueño lo invitó a una casa que tienen los padres en la costa, y obviamente era una oferta que no podía rechazar, así que, ante esta situación se me ocurrió hacer de cuenta que no sabía nada y así intentar pasar un rato con la flaca.
— ¡Que colgado que es a veces mi hijo, hay que recordarle todo siempre!— dijo con un evidente tono de enojo.
— Bueno, son cosas que pasan, le estará picando el bichito del amor… ¿Vos ya comiste?.
— Esas son simples excusas, siempre fue igual. Y no todavía no cociné y tampoco comí nada… ¿por?
— Y… tengo dos cervezas y una grande de jamón y morrones… ¿Me vas a rechazar la oferta?— dije nuevamente con cara de inocente.
— No, la verdad que tenés razón, además no me viene mal un poco de compañía.
Mi plan había empezado a la perfección, la primer ficha se movió justo como necesitaba.
Entré a mi “segunda casa” y apoyé la pizza y las cervezas en la mesa, mientras la flaca me dijo que se iba a cambiar porque estaba vestida de entre casa ya que no esperaba a nadie.
Aproveché el tiempo que ella tardaba para ir destapando la primer cerveza y como conocía bien la casa preparé la mesa y serví un vaso para cada uno.
Tras unos minutos de espera apareció por la puerta y a decir verdad casi se me cae la baba.
Apareció con un vestido pegado al cuerpo, pegado a su delgado cuerpo que como dije no tenía nada destacable (que idiota y ciego que era), pero envuelto en esa tela era perfecto, hacía notar una cola parada, hermosa, una cinturita que jamás pensé que tenía y sus tetas sin corpiño con dos pezones que me apuntaban como si fueran a atravesarme, a eso sumado a que se había pintado los labios de un color rojo oscuro que hacía resaltar a sus hermosos ojos claros y su pelo rubio.
La verdad nunca la había visto así, al parecer su vestimenta desmejorada con la que la vi tantos años vestida me encegueció no permitiéndome notar que escondida detrás de esa apariencia desgastada, había una impresionante mujer que muy pocos tenían la suerte de ver en su esplendor.
Sin lugar a dudas mi mirada perdida en su hermosa figura y mi falta de reacción se notó porque no tardó en comentar.
— ¡Nene! ¿Estás bien? Parecés perdido— mientras liberaba una pícara sonrisa.
— Si, estoy bien, perdoname, es que, sinceramente, por favor no te lo tomés a mal, estás hermosa.
— Gracias de nuevo, la verdad es que después de la charla del otro día me dí cuenta que tenés razón, mi libro no tiene porque cerrarse, es tiempo de dejar el pasado de lado y seguir.
— Me alegra que lo hayas tenido en cuenta, y me alegra que lo hayas puesto en práctica en mi presencia.
— Tomalo como un presente, una “devolución” del favorsito de haberme hecho abrir los ojos.
Estaba más que sorprendido, no sólo por su belleza oculta, sino también por su radical cambio de actitud en sólo un par de semanas, abriéndose a dejar el pasado y seguir con su vida y ensima con la suerte de que lo estaba haciendo para conmigo. Fuera de mis intenciones de garcharla sin parar, me parecía perfecto, era un desperdicio que una mujer tan hermosa y digna como era ella se encierre en historias pasadas y no disfrute la vida.
Entre la espera en la puerta, y la demora por su cambio de ropa, la pizza que estaba caliente en un principio ya se había enfriado y la flaca al notar eso fue a ponerla al horno.
Había una especie de barra que me obstruía la vista desde donde estaba para poder verla agachada en el horno, así que haciéndome el simpático tomé el vaso de cerveza que era para ella y di la vuelta hacia el otro lado de la barra para ofrecérselo.
La imágen que me llevé tras eso era monumental y creo que jamás me la voy a olvidar, el vestido en esa posición dejaba ver casi la mitad de su cola, lo que al mismo tiempo mostraba una tanga negra clavada entre esos hermosos cachetes. Me puse a mil y otra vez mi poronga reaccionó como cuando me desperté del sueño. Yo tenía un jean puesto, pero a pesar de eso el bulto “distinto” se notaba.
Esperé a que se reincorpore para ofrecerle el vaso de cerveza.
— Tomá, sino ésta se va a calentar y es mejor si está fresquita— dije haciendo énfasis en el “ésta”, ya que tenía todas las de ganar.
— No, mejor que no se caliente porque sino me va a hacer mal— dijo mientras reía y nuevamente desviaba su mirada hacia abajo.
— Enserio, me sorprende tu cambio, me alegra muchísimo que hayas tomado esa decisión.
— Sí, y ya que fuiste el principal impulsor podríamos brindar ya que estás acá.
— ¿Brindar por qué?
— Por el futuro — Al mismo tiempo que me guiñaba un ojo.
Tras el brindis y luego de comer las pizzas, y tomar casi las dos cervezas, había caído en un “punto ciego” si bien era evidente que ella estaba buscando lo mismo que yo, a menos que simplemente sea una calienta pija, hablamos tanto de la vida que no podía encontrar la forma de llevar todo hacia el plano sexual y finalmente tratar de concluir mi plan (aclaré que el que tenía la pasta y el chamullo siempre fue Martín y no yo).
El reloj marcaba las 23hs en punto, y para intentar cambiar la situación y cortar con tanta filosofía de la vida, se me ocurrió ir a 5 cuadras a comprar helado. En un principio no le gustó la idea por miedo a que me pase algo en el camino, ya que el barrio de noche es un poco jodido, pero con la calentura que tenía no me importaba nada y si aportaba algo para poder llegar al garche, lo iba a intentar.
Por suerte no pasó nada en el camino y volví a los 15 minutos con el helado. Golpeé la puerta nuevamente y ella gritó de adentro que pase. Estaba en el sofá del living frente al televisor con una película la cual me invitó a ver mientras comíamos el helado.
La verdad la película no me interesaba, tal vez en otro momento sí, pero para ese entonces sólo quería darle a la flaca, así que sin previo aviso y disimuladamente apagué el televisor y tiré el control remoto tras un almohadón del sillón y puse el helado en el suelo.
La oscuridad nos invadía, estando a escasos centímetros uno del otro no nos veíamos. Disimuladamente comencé a hacer de cuenta que buscaba el control y aprovechaba para ir lentamente tocándole la pierna delicadamente.
No obtuve respuesta negativa de ella, tranquilamente podía haberse levantado, prendido la luz y se terminaba el juego, pero nada de eso pasó.
En esa oscuridad misma ya no era yo el único que “buscaba” el control, sentí su mano rozar mi pierna también con un “perdón” de su parte.
Estaba todo clarísimo, así que fui yo quien prendió la luz del living. Tras eso, volví hacia el sofá, me senté a su lado la tomé suavemente del rostro y le comí la boca.
El beso fue completamente correspondido y nuestras lenguas no tardaron nada en estar unidas en un frenesí incontrolable. Mi pija estaba a mil, explotaba en mi pantalón, baje mi mano lentamente, recorriendo todo su cuerpo, desde sus hombros hasta casi el límite con sus rodillas repetidas veces, en una de esas comencé a subirle el vestido y pude sentir su ya mojada tanga.
Se separó de mi, me miró con sus ojos claros que me derritieron y también comenzó a jugar con mi miembro.
Definitivamente estaba siendo mejor que en mi sueño. Desabrochó el cierre de mi jean y liberó a mi pija de ese encierro aunque el boxer aún se encargaba de cubrirla, al mismo tiempo que yo jugaba con su concha por sobre la tela.
Sus gemidos eran suaves pero constantes, y la tela dejaba en evidencia su calentura. Me aparté del sillón y prácticamente le arranqué la tanga. Estaba desesperado por hacer lo que no había podido en mi sueño y era chupar esa concha.
Me llevé una grata sorpresa al arrodillarme entre sus piernas y ver que estaba casi depilada por completo y una pequeña linea recta de pelos rubios era lo único que tenía como “monte”.
Su concha era hermosa y tenía los labios hacia afuera, lo cual me fascinaba, era una invitación imposible de rechazar.
Le miré el rostro justo antes de comenzar con mi trabajo, estaba con sus ojos cerrados y la cabeza tirada hacia atrás, y puse mis lengua en el medio de esa hermosa concha y comencé suavemente a pasarla de punta a punta, me detenía succionaba, le mordía suavemente esos labios que me volvían loco, los estiraba y movía de un lado a otro con mi lengua que se estaba haciendo un festín. Su placer iba constantemente en aumento, el flujo que emanaba era de sabor suave, y el aroma de esa concha aún lo tengo grabado, digno de seguir ahí abajo hasta morir.
Poco a poco noté que los anteriores “pequeños gemidos” comenzaban a aumentar y ahí empecé a ayudar a la chupada con mis dedos, a mi me gustaba hacer todo tranquilo, paso a paso, pero dándole el máximo placer a la flaca. Otra sorpresa me llevé al sentir que la conchita, si bien tenía unos hermosos labios salidos, estaba muy cerrada, incluso más que en mi sueño.
Mojé mis dedos con saliva y comencé lentamente a meter y sacar dos dedos, que salían de ahí adentro chorreando. Ella abría sus piernas a más no poder, se notaba claramente que estaba disfrutando con cada movimiento que hacía en su muy jugosa concha.
Empezó a gozar como a poca mujer haya visto antes, estaba extasiada, al parecer los años sin nadie al lado estaban rindiendo frutos a mi favor, sus gritos comenzaban a resonar en toda la casa, me pedía que no pare, que nunca había sentido algo así, que no le habían chupado la concha así jamás y escuchar eso hacía que me potencie aún más. Sentí que de a poco su cuerpo se ponía tenso, el sonido de sus gemidos era impresionante, así que decidí culminar con el principio de “mi trabajo” y ataqué con mis labios y lengua directamente al clítoris.
No tardó mucho en explotar en placer, tuvo su primer orgasmo conmigo, simplemente con una chupada de concha, quedó sentada con la cabeza “colgando” detrás del sofá y sus piernas chorreando con su propio flujo.
Eran tantas las ganas que tenía yo de probar esa concha tras el sueño que me había dejado tan caliente y tan grata fue la sorpresa de lo que encontré ahí que ni siquiera le había quitado el vestido a ella y yo seguía completamente vestido.
Tras unos cuantos minutos se reincorporó, su cara mostraba felicidad por el placer recibido, me agradeció por haberla hecho acabar así y me confesó que desde que Julián había fallecido nunca había vuelto a tener ningún tipo de relación con un hombre.
Su pequeña mano empezó a avanzar nuevamente por mi pantalón, mi pija en un segundo estaba parada, dura al mango y lista para lo que venga, me sacó el pantalón junto al boxer en un sólo movimiento, al mismo tiempo que yo desabrochaba su vestido no aguantaba las ganas de ver esas tetitas que se escondían tras la tela y que también había soñado. Ambos estábamos desnudos y el vestido no había mentido en nada, la flaca realmente era hermosa, su figura era mucho mejor de lo que creía, rápidamente se arrodilló y tomó mi pija con su mano.
Empezó con una paja tranquila, que rápidamente se transformó en un pete, me pidió que “le avise” si hacia algo mal ya que estaba un poco oxidada… realmente si oxidada peteaba así no me imagino como sería cuando esté a tono.
Subía y bajaba con la lengua por el tronco, la besaba, se tomaba sus tiempos para mirarme con sus hermosos ojos y derretirme. Al mismo tiempo que subía y bajaba ayudaba al pete con la mano o me apretaba las bolas con ternura. Dejaba de vez en cuando de chupar mi miembro para dedicarle cariño también a las bolas, cosa que me volvía loco.
Su pelo rubio intentaba cruzarse en el medio así que aprovechaba la oportunidad para tomarla del mismo y ayudar al pete que estaba realizando, y empujaba suavemente hacia abajo intentando que llegue hasta el final pero no podía y se atragantaba.
Y con total habilidad, cada vez que sentía que estaba por acabar y mi pija empezaba a latir frenaba, disminuía el ritmo y me hacía estirar el placer. El sueño si bien no había sido real, se asemejaba bastante, cosa que aún me calentaba más y más.
Estuvo así como media hora estirándome el placer, que casi se volvía sufrimiento, hasta que no aguanté más, estaba al borde de acabar y se lo hice saber, y su respuesta fue simplemente mirarme a los ojos y abrir lo más grande que podía la boca en clara señal de que se la llene de leche.
Eso fue demasiado, no pude contenerme y se la llené de leche como quería mientras otro poco se escapaba por el borde de su boca.
Tragó todo y limpió lo que quedaba con sus dedos los cuales también limpió con su lengua. Saboreaba la leche en sus dedos y en su boca, realmente le gustaba lo que hacía y se notaba que extrañaba tanto la pija como la leche.
No podía creer que había soñado unas semanas antes con un pete de la flaca y que ahora esté pasando realmente, sin contar que tenía una concha mucho mejor delo que podía haber soñado y ni hablar del cuerpo que traía escondido durante tanto tiempo.
Mi calentura era tan grande que mi pija no se bajó a pesar de haber acabado. La tomé suavemente de la cintura y la recosté en el sofá, no aguantaba más las ganas de cogerla, de sentir esa concha mojada y chorreante en mi pija.
Ni bien la acosté y tras previos besos y caricias comencé a llevar mi pija lentamente hacia su concha que la pedía a gritos y fue en ese momento en el que ella cerró sus piernas y se tapó con un almohadón.
Su cara cambió completamente y se puso seria.
— Por favor, andate, andate ya— dijo totalmente seria.
— Pero… ¿Qué te pasa? La estamos pasando excelente, vos disfrutas, yo también— me interrumpió.
— Agarrá tus cosas y andate, por favor— dijo con voz firme mientras tomaba mi pantalón del piso y me lo daba.
La verdad no entendía nada, no podía comprender qué le pasaba, si había hecho algo mal, si había dicho algo inapropiado o si tal vez me había apurado y arruinado todo. Su postura me descolocó comletamente, no sabía ni como reaccionar a decir verdad.
Ví en su rostro que la cosa venía enserio y no era chiste, así que me cambié como me pidió y antes de irme intenté saludarla con un beso a lo que respondió corriendo su cara y con un “chau” seco.
Continuará...
Bueno gente, esta fue la segunda parte, espero que les guste tanto o más que la primera y si es bien recibida como la primera parte seguramente seguirá la historia un poquito más.
Vuelvo a dejar el link de la parte 1 por si alguien llegó hasta acá y se la perdió.
Un saludo grande, hasta la próxima!
Acá les dejo el link de la primera parte: CLICK
No entendía muy bien la situación, el sueño había sido tan real que hasta podría jurar haber estado con la flaca hasta hace pocos minutos.
Mi excitación no bajaba ni un poco, miré la hora y el reloj marcaba las 8:15 AM. Al parecer me había dormido 5 horas, 5 horas en donde soñé que la mamá de mi mejor amigo me daba un pete magistral al mismo tiempo que le clavaba los dedos en la concha.
No podía entrar en razón que nada de eso había sido cierto, era la primera vez que tenía una fantasía con ella, nunca se me había cruzado verla más que como lo que era, la mamá de Martín.
Tras tomar un poco de aire sentado en la cama, miré por la ventana y el auto de Martín no estaba afuera, al parecer el muy afortunado estaba todavía con la mina, haciendo realidad lo que yo soñé con su mamá en esas 5 cortas y eternas horas.
Me puse de pie aún con la poronga dura como un fierro pidiendo por favor que alguien haga algo, tenía la garganta seca y me sentía agitado cual maratonista llegando a la meta. Caminé unos pasos hasta la puerta de la habitación que estaba entreabierta, cosa que mezclada con el sueño erótico que había tenido no me permitía recordar si realmente yo la había dejado de esa forma.
Me preocupó un poco la idea de que haya hecho algún ruido o que haya pronunciado alguna palabra estando inconsciente y que la flaca haya venido a ver si me pasaba algo y notado mi erección.
Fui hacia el comedor lentamente intentando hacer el menor ruido posible, me serví un vaso de agua y tras beberlo me disponía a ir hacia el baño, cuando en la puerta del comedor me choco con la flaca, y teniendo aún la erección intacta fue imposible que no la sienta.
— Uh, perdoname, no te vi, creeme que no fue intencional— dije al mismo tiempo que la pija me daba un saltito.
— No pasa nada Maxi, en tal caso fui yo la que te choqué, entré distraída y no te ví tampoco.
— Enserio, no me gustaría que se malinterpreten las cosas y que tal vez arruinar esta amistad que hay.
— Ay nene.. ¿Qué cosas decís? Fue un simple accidente, es normal además a tu edad levantarte así, Julián también se levantaba cada mañana así, no está nada mal recordar los viejos tiempos— dijo con una mezcla de melancolía y picardía.
No sabía como reaccionar ante esa respuesta, tal como me había pasado en el sueño, se me cruzaba por la cabeza que era la madre de Martín, mujer que prácticamente me crió como si fuera un hijo, pero en esos momentos y tras tan rara noche la excitación fue más fuerte que yo.
— ¿Recordar viejos tiempos? ¿Por qué decís algo así? Sos una linda mujer, no me vas a decir que no tenés alguien atrás tuyo— Al mismo tiempo que le rogaba al universo que no se tome a mal la respuesta y arruinar todo.
— Ay, vos lo decís para que no me sienta mal, yo ya soy una vieja, mirame como estoy, siempre le fui fiel a un sólo hombre, aunque no esté presente— Su voz denotaba tristeza.
— No te tomes a mal lo que te voy a decir, pero sos realmente una linda mujer, creo que hay momentos en los que hay que dar vuelta la página.
— Hace tanto que no me halagan, pero yo creo que ya estoy más cerca de cerrar el libro que de dar vuelta una página—dijo mientras noté que su mirada se desviaba hacia abajo.
— Esa es tu opinión, yo no creo que ningún hombre con dos dedos de frente piense que ese libro está por terminarse cuando siquiera se leyeron las primeras 10 páginas.
— Basta Max, me vas a hacer sonrojar.
Tras eso, se acercó a darme un abrazo, donde aproveché la situación y apreté mi bulto contra ella.
— ¡Uy! Me había olvidado de eso, perdoname— dijo completamente sonrojada.
No aguantaba más la excitación, estaba por abalanzarme arriba de ella sin importarme absolutamente más nada cuando se escucha el evidente sonido del caño de escape de Martín estacionando en la vereda.
Estaba al borde de hacer mi sueño realidad, o al menos de intentarlo cuando me cortó toda posibilidad.
Ella al escuchar eso me dejó libre el paso y sin mediar palabra avanzó hacia el comedor al mismo tiempo que yo me iba junto a mi erección hacia el baño, no sin antes prestar atención a su disimulada mirada nuevamente hacia mi pija.
Ni bien entré al baño tuve que descargar, la calentura que tenía me sobrepasaba, entre el sueño que me pareció tan realista y el hecho de saber que justo después del mismo ella no solo había visto intencionalmente y “sin querer” mi erección, sino también que la sintió dos veces, terminó de completar el combo que necesitaba para vaciar todo en menos de 5 minutos.
Luego de higienizarme salí del baño hacia el comedor con la idea volver a mi casa, justo estaba Martín tomando un café con la madre y con una notoria cara de sorpresa y tal vez de sospecha (aunque por su culpa no había pasado nada) me invitó a tomar un café con ellos.
Tras ese episodio no volví a ver a la flaca por dos semanas, ya que debido a los estudios de la universidad tanto Martín como yo no teníamos tiempo para ir de joda.
La tercer semana, ya habíamos rendido y nos habíamos liberado de ese peso, por ende decidimos nuevamente juntarnos en su casa para después arrancar para algún lado, aunque yo lo que más deseaba era ver a la flaca.
El sábado llegó rápido para mi fortuna, a las 21hs golpeé la puerta de la casa de Martín con una pizza en la mano y dos cervezas en la otra.
— ¡Hola Maxi! ¿Que hacés acá?— decía con cara de sorpresa al mismo tiempo que se estiraba para saludarme.
— Habíamos arreglado con Martín para salir esta noche… ¿No te avisó nada? — dije intentando poner mi mejor cara de inocente.
— No, Tincho salió temprano y me dijo que no volvía hasta mañana, creí que te había avisado.
— Que raro… no me dijo nada el muy forro, me dejó tirado— mentí.
La realidad era que sí me había avisado, la misma mina con la que había salido aquél sábado del sueño lo invitó a una casa que tienen los padres en la costa, y obviamente era una oferta que no podía rechazar, así que, ante esta situación se me ocurrió hacer de cuenta que no sabía nada y así intentar pasar un rato con la flaca.
— ¡Que colgado que es a veces mi hijo, hay que recordarle todo siempre!— dijo con un evidente tono de enojo.
— Bueno, son cosas que pasan, le estará picando el bichito del amor… ¿Vos ya comiste?.
— Esas son simples excusas, siempre fue igual. Y no todavía no cociné y tampoco comí nada… ¿por?
— Y… tengo dos cervezas y una grande de jamón y morrones… ¿Me vas a rechazar la oferta?— dije nuevamente con cara de inocente.
— No, la verdad que tenés razón, además no me viene mal un poco de compañía.
Mi plan había empezado a la perfección, la primer ficha se movió justo como necesitaba.
Entré a mi “segunda casa” y apoyé la pizza y las cervezas en la mesa, mientras la flaca me dijo que se iba a cambiar porque estaba vestida de entre casa ya que no esperaba a nadie.
Aproveché el tiempo que ella tardaba para ir destapando la primer cerveza y como conocía bien la casa preparé la mesa y serví un vaso para cada uno.
Tras unos minutos de espera apareció por la puerta y a decir verdad casi se me cae la baba.
Apareció con un vestido pegado al cuerpo, pegado a su delgado cuerpo que como dije no tenía nada destacable (que idiota y ciego que era), pero envuelto en esa tela era perfecto, hacía notar una cola parada, hermosa, una cinturita que jamás pensé que tenía y sus tetas sin corpiño con dos pezones que me apuntaban como si fueran a atravesarme, a eso sumado a que se había pintado los labios de un color rojo oscuro que hacía resaltar a sus hermosos ojos claros y su pelo rubio.
La verdad nunca la había visto así, al parecer su vestimenta desmejorada con la que la vi tantos años vestida me encegueció no permitiéndome notar que escondida detrás de esa apariencia desgastada, había una impresionante mujer que muy pocos tenían la suerte de ver en su esplendor.
Sin lugar a dudas mi mirada perdida en su hermosa figura y mi falta de reacción se notó porque no tardó en comentar.
— ¡Nene! ¿Estás bien? Parecés perdido— mientras liberaba una pícara sonrisa.
— Si, estoy bien, perdoname, es que, sinceramente, por favor no te lo tomés a mal, estás hermosa.
— Gracias de nuevo, la verdad es que después de la charla del otro día me dí cuenta que tenés razón, mi libro no tiene porque cerrarse, es tiempo de dejar el pasado de lado y seguir.
— Me alegra que lo hayas tenido en cuenta, y me alegra que lo hayas puesto en práctica en mi presencia.
— Tomalo como un presente, una “devolución” del favorsito de haberme hecho abrir los ojos.
Estaba más que sorprendido, no sólo por su belleza oculta, sino también por su radical cambio de actitud en sólo un par de semanas, abriéndose a dejar el pasado y seguir con su vida y ensima con la suerte de que lo estaba haciendo para conmigo. Fuera de mis intenciones de garcharla sin parar, me parecía perfecto, era un desperdicio que una mujer tan hermosa y digna como era ella se encierre en historias pasadas y no disfrute la vida.
Entre la espera en la puerta, y la demora por su cambio de ropa, la pizza que estaba caliente en un principio ya se había enfriado y la flaca al notar eso fue a ponerla al horno.
Había una especie de barra que me obstruía la vista desde donde estaba para poder verla agachada en el horno, así que haciéndome el simpático tomé el vaso de cerveza que era para ella y di la vuelta hacia el otro lado de la barra para ofrecérselo.
La imágen que me llevé tras eso era monumental y creo que jamás me la voy a olvidar, el vestido en esa posición dejaba ver casi la mitad de su cola, lo que al mismo tiempo mostraba una tanga negra clavada entre esos hermosos cachetes. Me puse a mil y otra vez mi poronga reaccionó como cuando me desperté del sueño. Yo tenía un jean puesto, pero a pesar de eso el bulto “distinto” se notaba.
Esperé a que se reincorpore para ofrecerle el vaso de cerveza.
— Tomá, sino ésta se va a calentar y es mejor si está fresquita— dije haciendo énfasis en el “ésta”, ya que tenía todas las de ganar.
— No, mejor que no se caliente porque sino me va a hacer mal— dijo mientras reía y nuevamente desviaba su mirada hacia abajo.
— Enserio, me sorprende tu cambio, me alegra muchísimo que hayas tomado esa decisión.
— Sí, y ya que fuiste el principal impulsor podríamos brindar ya que estás acá.
— ¿Brindar por qué?
— Por el futuro — Al mismo tiempo que me guiñaba un ojo.
Tras el brindis y luego de comer las pizzas, y tomar casi las dos cervezas, había caído en un “punto ciego” si bien era evidente que ella estaba buscando lo mismo que yo, a menos que simplemente sea una calienta pija, hablamos tanto de la vida que no podía encontrar la forma de llevar todo hacia el plano sexual y finalmente tratar de concluir mi plan (aclaré que el que tenía la pasta y el chamullo siempre fue Martín y no yo).
El reloj marcaba las 23hs en punto, y para intentar cambiar la situación y cortar con tanta filosofía de la vida, se me ocurrió ir a 5 cuadras a comprar helado. En un principio no le gustó la idea por miedo a que me pase algo en el camino, ya que el barrio de noche es un poco jodido, pero con la calentura que tenía no me importaba nada y si aportaba algo para poder llegar al garche, lo iba a intentar.
Por suerte no pasó nada en el camino y volví a los 15 minutos con el helado. Golpeé la puerta nuevamente y ella gritó de adentro que pase. Estaba en el sofá del living frente al televisor con una película la cual me invitó a ver mientras comíamos el helado.
La verdad la película no me interesaba, tal vez en otro momento sí, pero para ese entonces sólo quería darle a la flaca, así que sin previo aviso y disimuladamente apagué el televisor y tiré el control remoto tras un almohadón del sillón y puse el helado en el suelo.
La oscuridad nos invadía, estando a escasos centímetros uno del otro no nos veíamos. Disimuladamente comencé a hacer de cuenta que buscaba el control y aprovechaba para ir lentamente tocándole la pierna delicadamente.
No obtuve respuesta negativa de ella, tranquilamente podía haberse levantado, prendido la luz y se terminaba el juego, pero nada de eso pasó.
En esa oscuridad misma ya no era yo el único que “buscaba” el control, sentí su mano rozar mi pierna también con un “perdón” de su parte.
Estaba todo clarísimo, así que fui yo quien prendió la luz del living. Tras eso, volví hacia el sofá, me senté a su lado la tomé suavemente del rostro y le comí la boca.
El beso fue completamente correspondido y nuestras lenguas no tardaron nada en estar unidas en un frenesí incontrolable. Mi pija estaba a mil, explotaba en mi pantalón, baje mi mano lentamente, recorriendo todo su cuerpo, desde sus hombros hasta casi el límite con sus rodillas repetidas veces, en una de esas comencé a subirle el vestido y pude sentir su ya mojada tanga.
Se separó de mi, me miró con sus ojos claros que me derritieron y también comenzó a jugar con mi miembro.
Definitivamente estaba siendo mejor que en mi sueño. Desabrochó el cierre de mi jean y liberó a mi pija de ese encierro aunque el boxer aún se encargaba de cubrirla, al mismo tiempo que yo jugaba con su concha por sobre la tela.
Sus gemidos eran suaves pero constantes, y la tela dejaba en evidencia su calentura. Me aparté del sillón y prácticamente le arranqué la tanga. Estaba desesperado por hacer lo que no había podido en mi sueño y era chupar esa concha.
Me llevé una grata sorpresa al arrodillarme entre sus piernas y ver que estaba casi depilada por completo y una pequeña linea recta de pelos rubios era lo único que tenía como “monte”.
Su concha era hermosa y tenía los labios hacia afuera, lo cual me fascinaba, era una invitación imposible de rechazar.
Le miré el rostro justo antes de comenzar con mi trabajo, estaba con sus ojos cerrados y la cabeza tirada hacia atrás, y puse mis lengua en el medio de esa hermosa concha y comencé suavemente a pasarla de punta a punta, me detenía succionaba, le mordía suavemente esos labios que me volvían loco, los estiraba y movía de un lado a otro con mi lengua que se estaba haciendo un festín. Su placer iba constantemente en aumento, el flujo que emanaba era de sabor suave, y el aroma de esa concha aún lo tengo grabado, digno de seguir ahí abajo hasta morir.
Poco a poco noté que los anteriores “pequeños gemidos” comenzaban a aumentar y ahí empecé a ayudar a la chupada con mis dedos, a mi me gustaba hacer todo tranquilo, paso a paso, pero dándole el máximo placer a la flaca. Otra sorpresa me llevé al sentir que la conchita, si bien tenía unos hermosos labios salidos, estaba muy cerrada, incluso más que en mi sueño.
Mojé mis dedos con saliva y comencé lentamente a meter y sacar dos dedos, que salían de ahí adentro chorreando. Ella abría sus piernas a más no poder, se notaba claramente que estaba disfrutando con cada movimiento que hacía en su muy jugosa concha.
Empezó a gozar como a poca mujer haya visto antes, estaba extasiada, al parecer los años sin nadie al lado estaban rindiendo frutos a mi favor, sus gritos comenzaban a resonar en toda la casa, me pedía que no pare, que nunca había sentido algo así, que no le habían chupado la concha así jamás y escuchar eso hacía que me potencie aún más. Sentí que de a poco su cuerpo se ponía tenso, el sonido de sus gemidos era impresionante, así que decidí culminar con el principio de “mi trabajo” y ataqué con mis labios y lengua directamente al clítoris.
No tardó mucho en explotar en placer, tuvo su primer orgasmo conmigo, simplemente con una chupada de concha, quedó sentada con la cabeza “colgando” detrás del sofá y sus piernas chorreando con su propio flujo.
Eran tantas las ganas que tenía yo de probar esa concha tras el sueño que me había dejado tan caliente y tan grata fue la sorpresa de lo que encontré ahí que ni siquiera le había quitado el vestido a ella y yo seguía completamente vestido.
Tras unos cuantos minutos se reincorporó, su cara mostraba felicidad por el placer recibido, me agradeció por haberla hecho acabar así y me confesó que desde que Julián había fallecido nunca había vuelto a tener ningún tipo de relación con un hombre.
Su pequeña mano empezó a avanzar nuevamente por mi pantalón, mi pija en un segundo estaba parada, dura al mango y lista para lo que venga, me sacó el pantalón junto al boxer en un sólo movimiento, al mismo tiempo que yo desabrochaba su vestido no aguantaba las ganas de ver esas tetitas que se escondían tras la tela y que también había soñado. Ambos estábamos desnudos y el vestido no había mentido en nada, la flaca realmente era hermosa, su figura era mucho mejor de lo que creía, rápidamente se arrodilló y tomó mi pija con su mano.
Empezó con una paja tranquila, que rápidamente se transformó en un pete, me pidió que “le avise” si hacia algo mal ya que estaba un poco oxidada… realmente si oxidada peteaba así no me imagino como sería cuando esté a tono.
Subía y bajaba con la lengua por el tronco, la besaba, se tomaba sus tiempos para mirarme con sus hermosos ojos y derretirme. Al mismo tiempo que subía y bajaba ayudaba al pete con la mano o me apretaba las bolas con ternura. Dejaba de vez en cuando de chupar mi miembro para dedicarle cariño también a las bolas, cosa que me volvía loco.
Su pelo rubio intentaba cruzarse en el medio así que aprovechaba la oportunidad para tomarla del mismo y ayudar al pete que estaba realizando, y empujaba suavemente hacia abajo intentando que llegue hasta el final pero no podía y se atragantaba.
Y con total habilidad, cada vez que sentía que estaba por acabar y mi pija empezaba a latir frenaba, disminuía el ritmo y me hacía estirar el placer. El sueño si bien no había sido real, se asemejaba bastante, cosa que aún me calentaba más y más.
Estuvo así como media hora estirándome el placer, que casi se volvía sufrimiento, hasta que no aguanté más, estaba al borde de acabar y se lo hice saber, y su respuesta fue simplemente mirarme a los ojos y abrir lo más grande que podía la boca en clara señal de que se la llene de leche.
Eso fue demasiado, no pude contenerme y se la llené de leche como quería mientras otro poco se escapaba por el borde de su boca.
Tragó todo y limpió lo que quedaba con sus dedos los cuales también limpió con su lengua. Saboreaba la leche en sus dedos y en su boca, realmente le gustaba lo que hacía y se notaba que extrañaba tanto la pija como la leche.
No podía creer que había soñado unas semanas antes con un pete de la flaca y que ahora esté pasando realmente, sin contar que tenía una concha mucho mejor delo que podía haber soñado y ni hablar del cuerpo que traía escondido durante tanto tiempo.
Mi calentura era tan grande que mi pija no se bajó a pesar de haber acabado. La tomé suavemente de la cintura y la recosté en el sofá, no aguantaba más las ganas de cogerla, de sentir esa concha mojada y chorreante en mi pija.
Ni bien la acosté y tras previos besos y caricias comencé a llevar mi pija lentamente hacia su concha que la pedía a gritos y fue en ese momento en el que ella cerró sus piernas y se tapó con un almohadón.
Su cara cambió completamente y se puso seria.
— Por favor, andate, andate ya— dijo totalmente seria.
— Pero… ¿Qué te pasa? La estamos pasando excelente, vos disfrutas, yo también— me interrumpió.
— Agarrá tus cosas y andate, por favor— dijo con voz firme mientras tomaba mi pantalón del piso y me lo daba.
La verdad no entendía nada, no podía comprender qué le pasaba, si había hecho algo mal, si había dicho algo inapropiado o si tal vez me había apurado y arruinado todo. Su postura me descolocó comletamente, no sabía ni como reaccionar a decir verdad.
Ví en su rostro que la cosa venía enserio y no era chiste, así que me cambié como me pidió y antes de irme intenté saludarla con un beso a lo que respondió corriendo su cara y con un “chau” seco.
Continuará...
Bueno gente, esta fue la segunda parte, espero que les guste tanto o más que la primera y si es bien recibida como la primera parte seguramente seguirá la historia un poquito más.
Vuelvo a dejar el link de la parte 1 por si alguien llegó hasta acá y se la perdió.
Un saludo grande, hasta la próxima!
4 comentarios - Me garché a la mamá de mi mejor amigo [Parte 2]