Cuando me ato a los barrotes de la cama creí que se pondría todo más denso. Pero mansamente deje que lo hiciera. Luego me ato los pies. Estaba claro que no quería hacerme daño ya que, salvo el tema de las ataduras no había en ella ningún signo de otra violencia. Desnudo sobre la cama y de pies y manos atado se dedicó a pararme bien la pija que se había retraído ante mi desconocimiento. Pasaba sus tetas, su boca y dejaba caer baba sobre el glande en una actitud de erotismo extremo y de disfrute personal donde yo había pasado a un segundo plano y su único objetivo era mi choto.
No hablaba, solo suspiraba. Me monto de tal manera que puso el tronco de mi poronga parada en el medio de su entrepierna. Así y con gran cadencia me frotaba con su concha empapada que entre el placer y la inmovilidad me tenía realmente muy pasado de vueltas. En uno de sus empellones la pija entro hasta el fondo de su concha, y solo por exasperación ambos gritamos de placer. Luego de cabalgarme un poco, tomo mi pija totalmente excitada y la dirigió hasta su culo. En medio de semejante espuma y estro la chota camino hasta el fondo de su orto sin ningún problema. Cuando estuvo bien penetrada solo la saco y me dio las espaldas y la volvió a enhebrar en su orto. Así de espaldas y acariciando me los huevos me llevo a acabar como cosa imposible. Luego abrió sus piernas y dejo que de su agujero cayere el semen que recién le había dado y lo empezó a comer como una golosina. De inmediato se puso de rodillas a mi par y logro acabar haciéndose una tremenda paja ante mis ojos que pudieron ver sus orbitas en blanco cuando se iba.
Yacio a mi costado por un instante. Sentía su respiración agitada, hasta que poco a poco se normalizo su ritmo. Así se puso a desatarme de la cama y liberándome (no creo que tenga recuerdo de un polvo así) de la incómoda situación en la que había conseguido hacerme acabar.
Como si nada hubiera pasado, como si el mundo no fuera más increíble que ese momento, me dijo: ¿Ariel no queres unos mates?
No hablaba, solo suspiraba. Me monto de tal manera que puso el tronco de mi poronga parada en el medio de su entrepierna. Así y con gran cadencia me frotaba con su concha empapada que entre el placer y la inmovilidad me tenía realmente muy pasado de vueltas. En uno de sus empellones la pija entro hasta el fondo de su concha, y solo por exasperación ambos gritamos de placer. Luego de cabalgarme un poco, tomo mi pija totalmente excitada y la dirigió hasta su culo. En medio de semejante espuma y estro la chota camino hasta el fondo de su orto sin ningún problema. Cuando estuvo bien penetrada solo la saco y me dio las espaldas y la volvió a enhebrar en su orto. Así de espaldas y acariciando me los huevos me llevo a acabar como cosa imposible. Luego abrió sus piernas y dejo que de su agujero cayere el semen que recién le había dado y lo empezó a comer como una golosina. De inmediato se puso de rodillas a mi par y logro acabar haciéndose una tremenda paja ante mis ojos que pudieron ver sus orbitas en blanco cuando se iba.
Yacio a mi costado por un instante. Sentía su respiración agitada, hasta que poco a poco se normalizo su ritmo. Así se puso a desatarme de la cama y liberándome (no creo que tenga recuerdo de un polvo así) de la incómoda situación en la que había conseguido hacerme acabar.
Como si nada hubiera pasado, como si el mundo no fuera más increíble que ese momento, me dijo: ¿Ariel no queres unos mates?
6 comentarios - Nunca fui sumiso