Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 4: Amor de verano
El año no pudo terminar mejor. Después de mi primera vez con Hernán volvimos a repetirlo el fin de semana cuando me lo crucé en el boliche al que habíamos ido con las chicas y una vez más el fin de semana siguiente. Entre los dos había mucha química en la cama, pero no pasaba de eso y cuando Daiana se enteró que estábamos acostándonos se enojó bastante con los dos. Después de una tarde de enojo de ella, él me terminó llamando por teléfono para decirme que no podíamos seguir con lo nuestro.
Florencia, Andrea y Flavia estaban de mi lado, opinaban que ella era la exagerada y la que me prohibía a mi de verme con el chico que me gustaba. Pero Paola y Ailín coincidían con ella y le decían que yo había roto ciertos códigos de amigas. Es por eso que las vacaciones que se avecinaban estaban en peligro, ya que 5 de las 6 nos íbamos a ir de vacaciones y el grupo estaba dividido en dos. A pesar de todo Daiana y Paola decidieron dejar los inconvenientes de lado y salir de vacaciones con Florencia, Flavia y conmigo. Andrea se iba con su familia a Brasil y Ailín con Santiago, su novio, a Carlos Paz. Así las 5 emprendimos un viaje del que no nos íbamos a olvidar.
Salimos el 2 de Enero con destino Pinamar a una casita que había conseguido Flor. Nos instalamos y ese mismo día fuimos a la playa. La cantidad de chicos divinos que había abundaba. No era una época como ahora en la que todos se cuidan y todos van a la cama solar, pero los pechos armados y los brazos musculosos abundaban y nosotras no parábamos de mirar. Dai en algunos momentos tiraba una indirecta hacia mi persona como diciendo “¿tanto vas a mirar a los chicos?”, pero se le pasaba cuando aparecía alguno al que ella le gustaba.
La 5ta noche, después de hacer una previa en la que aparecieron unos amigos de Flavia y su novio Fermín, salimos a bailar a uno de los boliches que había y conocí a un chico divino. Alto de 1,90, bien flaco, con una cara hermosa, ojos marrones y pelo bien cortito. Se llamaba Gastón y estaba en primer año de Abogacía y después de hablar un rato terminamos a los besos en una de las paredes del lugar. Me invitó a ir al depto donde estaban parando pero yo le dije que no. Al día siguiente empezamos con los mensajitos de texto para ver que hacíamos y así nos encontramos hasta el último día en el que me digné a ir a su casa.
Estábamos en su pieza, tirados en la cama a los besos a punto de ir a por todo. Él me había sacado el short y el culote que tenía ese día y me estaba chupando la conchita cuando escuchamos gritos y un ruido bárbaro en el living. Él sale y uno de los amigos se había cagado a trompadas con otro y estaba sangrando por la frente, así que ellos decidieron llevarlo a la guardia y yo me cambié y me fui a la cabaña, quedándome con toda la calentura.
De vuelta en Rosario nos seguimos mandando mensajes (él también es de acá, por si no les dije) y acordamos en vernos un día a la noche en un boliche, pero las chicas decidieron que querían ir a otro lugar y todo quedó en nada. No fue hasta el cumpleaños de Daiana que nos volvimos a ver. Las 7 nos juntamos la noche del 24 en la casa de Andrea, aprovechando que sus viejos no estaban y después de unos tragos y la torta llegó la tradición de los 18. Un striper divino, de unos 26 años, bien marcado y bronceado vestido de policía (se hacía llamar “Oficial Largo”) que bailó para todas y cuando terminó casi desnudo frente a Daiana se la llevó a los sillones y se la cogió en frente de todas nosotras, demostrando porque se había puesto ese nombre.
Cuando estuvimos listas para salir le mandé un mensaje a Gastón y le dije que vaya al mismo lugar que íbamos nosotras y para mi sorpresa, me lo encontré a la media hora. Me contó que había tardado en convencer a sus amigos, pero que cuando les explicó porque quería ir ahí ellos entendieron y le hicieron la segunda. En ese momento me di cuenta de que Gastón era más que un simple chico con el que me quería acostar, había estado 3 semanas hablando todos los días con él, intentando reunirnos y él había hecho lo imposible para que esa noche pasara. Después de unos besos acelerados y de bailar algunas canciones bien pegados, nos fuimos hasta su casa.
No eran ni las 3 de la mañana cuando llegamos y le avisé por mensaje a las chicas que me había ido. Fuimos derecho a su pieza (después me iba a enterar que sus padres estaban durmiendo) y él cerró con llave. Se acercó a mi y apoyando sus manos sobre mi cuello me besó de manera muy romántica y yo me morí de amor. Nos fuimos moviendo hasta la cama y yo me acosté y él se tiró encima de mi.
De a poco nos fuimos sacando la ropa, su remera, mi top, su jean, mi short, todo fue quedando desparramado por el piso hasta que yo quedé en mi culote y él en bóxer. Su pija se hacía notar adentro, bien dura y firme, pedía gritos salir de ahí. Él comenzó bajando por mi cuerpo, encargándose de chuparme bien las tetas y la pancita. Cuando llegó a mis piernas me sacó lo que me quedaba de ropa y comenzó a besarme, sin embargo no llegó a chuparme la conchita, ya que terminó subiendo nuevamente hasta mi boca. Se bajó el bóxer y dejó al descubierto una pija de unos 17 centímetros bien dura y parada con una vena que iba desde la base hasta la punta que me volvió loca.
Me tocó unos segundos y al ver que estaba bien mojada me la metió de una. Automáticamente me invadió un placer inmenso que me iba a durar hasta que termináramos los dos satisfechos. Gastón comenzó por moverse rápido, fuerte, demostrando su energía a la hora de hacerlo, con su cuerpo medio levantado sobre el mío y sus ojos que iban de los míos a mis tetas. De vez en cuando bajaba un poco la velocidad y se movía en forma de círculos. Era la primera vez que estaba con alguien sin usar un preservativo y se sentía excelente, pero el miedo me invadió de repente y le dije que vaya a ponerse uno.
Volvió a la cama listo para seguir con lo suyo pero le dije que se acostara boca arriba. Él obedeció y yo me senté sobre su cuerpo introduciendo nuevamente su pija adentro mío y entrecruzando las manos comencé a moverme para volver a la acción. Su cuerpo adentro del mío me volvía loca, me daba mucho placer sentir su pija bien a fondo de mi conchita y la calentura hacia que yo me moviera cada vez más rápido. Mi cintura iba hacia adelante y hacia atrás, mientras nuestras manos seguían agarradas con fuerza. Gastón soltó su mano derecha y la apoyó sobre mi cintura a medida que abría un poco más las piernas. Tiré mi cuerpo hacia adelante, apoyando mis tetas sobre su pecho y nuestras bocas se encontraron una vez más en un beso muy apasionado. De repente, me abrazó bien fuerte, sin dejar que yo pudiera levantarme y él empezó a cogerme a mi.
Movía su cadera hacia arriba y hacia abajo bien rápido, con una de sos manos sobre mi culo y la otra sobre mi espalda. Me gustaba tanto lo que hacía que no pude contener unos gemidos de placer que él intentó tapar con un beso. “Shhh que mis viejos duermen en la otra pieza” me dijo de la nada y ahí me enteré de la situación. Me dio tanta vergüenza que no emití más sonido hasta que me fui. Pero él me seguía cogiendo bien fuerte, no paraba de moverse, esa pose me estaba volviendo loca, su pija entrando y saliendo a toda velocidad de mi cuerpo me provocaba un placer inmenso. Yo tenía los ojos cerrados y la boca bien abierta intentando no gritar del placer.
Después me pidió que me parara y yo lo hice. Él se colocó detrás de mí y me hizo apoyar mi pierna derecha sobre el borde de la cama e inclinar mi cuerpo hacia adelante, quedando mi colita bien parada. “Monumental tu cola” me dijo entre risas, provocando una carcajada en mi. Después se agachó un poquito y despacito fue metiendo su pija en mi concha por detrás. Una vez totalmente adentro me tomó por la cintura y volvió a tomar el mando dándome bien duro.
Sentía su cintura chocar contra mi cola y sus manos que me agarraban bien fuerte. Su pija entraba y salía de mi provocándome un placer inmenso, una calentura bárbara se apoderó de mi y cuando me di cuenta tenía mi mano derecha sobre mi clítoris y me estaba tocando con ganas. Gastón fue subiendo su mano izquierda por mi cuerpo hasta llegar a mis tetas y las apretó bien fuerte. Me daba cada vez más duro, más rápido. Mi mano se movía como loca sobre mi conchita. No daba más.
Acabé con un grito de placer y un “¡Sí!” que se escuchó por toda la habitación y seguramente toda la casa. Pero no me importó, necesitaba gritarlo, necesitaba descargar ese orgasmo. Él se volvió loco, acomodando nuevamente sus dos manos sobre mi cintura, para cogerme bien fuerte hasta terminar acabando con un golpe bien duro sobre mi cola. Me di vuelta y tomandolo de la nuca le encajé un hermoso beso que él me devolvió abrazándome sobre la cadera.
Nos cambiamos y me acompañó hasta la puerta donde me tomé un taxi y me volví a mi casa. Cuando llegué vi la enorme cantidad de mensajes que las chicas me habían mandado y les respondí una por una indicándoles donde había estado y que había pasado. Después me acosté sobre la cama y cuando estaba a punto de dormir me llegó un mensaje de Gastón: “Cuando quieras lo repetimos” decía. Me dormí pensando en lo mucho que deseaba volver a estar con él.
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