Agustina.
En el colegio había un pibe que me volvía loca. Gerónimo se llamaba, y me gustaba desde hacía un año; pero no me animaba a acercarme. Era el más lindo de la clase y no creía que se vaya a fijar en mi. Ya había estado con algunas de las otras chicas del curso (aunque después me enteré que solo habían sido besos), y eso me detenía un poco.
Después de tener sexo por primera vez con el hermano de Juli, me fui soltando más. Y me decidí a avanzar con Gero. Una vez, me tocó hacer un trabajo práctico con él.
Arreglamos para un día, después del colegio, en su casa. Sus padres trabajaban y sus hermanos no estaba, así que íbamos a estar solos. Perfecto. Tranquilidad para estudiar... y también para ver si podía pasar algo más.
Ese día salimos del colegio y nos fuimos a su casa. No voy a mentir, si bien estaba decidida, estaba re asustada. Mientras estudiábamos hice de todo para calentarlo.
Me sentaba de costado levantando la pollera de mi uniforme, me paraba para ir al baño con la pollera levantada, volvía con un botón menos de la camisa abrochado... Sus ojos no se perdían ningún movimiento que hacía.
Cuando paramos para merendar, nos distendimos un poco y nos sentamos a ver tele. Si bien el sillón es grande, me senté al lado. Nuestras piernas se tocaban piel con piel (él se había cambiado y puesto un short). Podía sentir la respiración agitada de él, mi pulso acelerado. Sabíamos que iba a pasar, pero ninguno de los dos se animaba a dar el paso (tiernos años aquellos).
Hasta que nos miramos un rato y terminamos a los besos, torpes y súper desesperados, producto de la inexperiencia. Nos abrazamos y nos acostamos en el sillón. Le saqué la remera y él desabrochó los botones de mi camisa. Me tiré encima. Sus manos se metieron por debajo de mi pollera, levantándola y empezó a acariciarme la cola.
Yo bajé mis manos por su cuerpo hasta agarrarlo del elástico del short. Se lo saqué y lo tiré en el piso. Volví otra vez a besarlo, clavándole las uñas por su torso desnudo. Me detuve y me paré frente a él. Me terminé de desvestir, sacándome la pollera y el corpiño. Gero miraba estupidizado, mientras se manoseaba la pija.
Me arrodillé y le saqué la mano de su bulto, mientras le bajaba el calzoncillo. La tenía durísima, pero en tamaño era mucho más chica que la pija que me desvirgó.
Abrí mi boca y la comí. Le pasaba la lengua por el tronco y volvía a meterla mientras lo pajeaba. Estuve así un rato, no sabía si estaba bien o debía seguir... encima yo creía que él tenía más experiencia.
Cuando lo quise besar me esquivó un poco, calculo porque le había chupado la pija antes. Me siguió tocando pero no activaba y yo ya estaba re caliente. Quería que me coja.
No aguanté más y se lo pedí directamente: "Cogeme". El rostro de terror de Gero me sorprendió. Se levantó y se fue a buscar un forro. Cuando volvió, me acostó en el sillón. "Y si vamos a tu habitación?", le dije. El pibe no reaccionaba.
Cuando entramos, me acosté y él se tiró arriba mío. La pija se le había dormido, pero con unos besos y caricias volvió a levantarse a full. Apuntó su pija en mi concha. Con miedo fue metiéndola hasta que entró toda. Yo me agarré de su espalda y empecé a moverme, ante la pasividad de él.
Las caritas de Gero eran geniales, estaba re asustado pobre. "Movete... movete... cogeme dale" le decía, yo que estaba desencajada y re caliente. En un momento reaccionó y empezó a moverse fuerte.
Me estuvo garchando un rato hasta que acabó. Sacó su pija aún chorreando de leche pero durísima.
Se acostó a mi lado, con la respiración agitada. Me confesó que era virgen y me rogaba que le diera otra oportunidad. Yo estaba hirviendo de calentura así que no lo dudé un segundo.
Su pija seguía durísima. Con torpeza bajé mi mano hasta su tronco y lo acaricié despacio. De a poco, Gero se empezó a soltar. Me besó con ganas y me manoseó toda.
Yo me acordaba de mi primera vez, como Daniel me tocó por todos lados. Agarré su mano y la llevé hasta mi conchita. "Tocame ahi", le dije.
De a poco fue agarrando confianza y moviendo sus dedos en mi clítoris. "Asiiii" le dije, mientras con mis manos me tocaba las tetas. Mi concha estaba empapada. Tenía una calentura bestial. Lo acosté en la cama y me subí encima de él.
Apunté la pija en mi concha y me senté de golpe. Cerré mis ojos y dejé escapar un gemido cuando la sentí clavarse en mi. Empecé a mover mis caderas hacia adelante y atrás, despacio, controlando el ritmo. Su pija no podía estar más adentro.
De a poco empecé a acelerar. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, no podía parar. Gero estaba duro y no se movía, mirando sorprendido todo lo que le hacía. Yo estaba como loca saltando sobre su pija desenfrenadamente.
Mis piernas empezaron a cansarse. Me dejé caer sobre su cuerpo y me quedé quieta un segundo, para recuperarme. Nos besamos un rato largo, y yo volví a mover mis caderas y levantar mi cola.
Gero me frenó y me pidió cambiar la posición. Me acosté, abrí mis piernas y abracé a Gero mientras se tiraba dobtr mi cuerpo clavándome la pija. "Ay asi... seguí asi", le decía al oído, mientras no podía evitar gemir cada vez más fuerte. Él se movía cada vez más rápido.
Pero cuando sentía que llegaba a mi mejor momento, Gero acabó de nuevo. Su cuerpo se puso duro y empezó a gritar que estaba por acabar.
Le pedí que la sacara y acabara en mis tetas, como me habían hecho la primera vez. Cuando la sacó, no llegó a apuntarla a mis pechos que empezó a acabar como un animal. Chorros de leche caliente y espesa cayeron sobre mi cuerpo y sobre las sábanas de la cama. "Nooo me quiero matar!!! ensucié todo!!", decía Gero.
Para calmarlo un poco, me levanté y le chupé la pija, limpiando las gotas de semen que aún caían de su punta. El gusto era una mezcla horrible de semen con el látex del forro. Por suerte, se le durmió rápido y dejé de petear.
Volvimos a hacer el trabajo de la escuela, pero después de haber garchado y encima yo no había acabado nunca (aunque en ese entonces, no sabía bien cuando o como se lograba eso), estaba re caliente y con más ganas. No podía concentrarme con el pibe al lado. Lo provoqué tanto, que terminamos tranzando en la mesa con las hojas de la escuela.
Mi mano fue derecho a su pija, que otra vez, estaba lista para la acción. Lo desnudé y separé un poco la silla de la mesa. Me arrodillé entre sus piernas comencé a chupársela. La agarré fuerte de la base del tronco, abrí mi boca y me metí la cabecita.
Hacía movimientos cortitos, metiendo y sacando una parte de la pija. Me anime a bajar un poco más, pero cuando sentí una arcada la saqué.
Gero tenía la pija cada vez más dura. Me paré y me senté encima de él, asi vestida con el uniforme como estaba. Empecé a frotar su pija dura sobre mi concha. Me agarraba fuerte de sus hombros, cerrando los ojos y gimiendo de placer con la paja que me estaba haciendo. Mi cuerpo empezó a temblar y acabé besándolo para ahogar el gemido de placer que me había arrancado ese orgasmo.
Me desabroché la camisa para que él pudiera entretenerse y chuparme las tetas. Mientras él se divertía, yo corrí la bombacha y me clavé la pija en mi concha empapada. Lo estuve cabalgando un rato, hasta que me hizo frenar. A esa hora estaba por llegar la madre. Lo quería matar! Estaba hirviendo. Me levanté, y lo empecé a pajear. Otra vez chuparla con gusto a látex ni loca, pensaba.
Después de un rato de hacerle la paja acabó sobre su panza. Se levantó, se limpió y volvió al comedor. Al rato llegó la madre, que por suerte nos encontró sentaditos como dos buenos niños estudiando. Terminamos el trabajo y me fui para mi casa.
Esa noche, apenas me acosté en mi cama, sentía un calor que me invadía. Seguía re caliente. Empecé a tocarme, despacio, rozando mis dedos por los alrededores de mi concha. Suavemente acerqué mis dedos a la entrada de mi vagina. Chorreaba!
Largué un suspiro y cerré mis ojos. No podía dejar de pensar en el garche de esa tarde, o en la pija de Daniel. Me metí un dedo y jugué un rato adentro, lo sacaba, tocaba mi clítoris. Me retorcía de placer. Con la otra mano acariciaba mis pechos.
Hasta que en un momento, mi cuerpo se estremeció. Mis piernas se enderezaron y se pusieron tiesas. Abrí mi boca pero no salió ningún sonido hasta que esa electricidad que invadía todo mi cuerpo se fue. Ahí pude largar un suspiro y me relajé. Dormí como un bebé.
Al otro día, en el colegio, me lo crucé a Gero pero casi ni hablamos. Cuando salimos, me acompañó hasta mi casa y me pidió que seamos novios. Lo miré a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja. Era oficialmente mi primer novio.
Al principio estaba muy contenta. Pero después, se me fueron presentando muchas tentaciones en el camino. Demasiadas y muy tentadoras para una adolescente que recién descubría el sexo.
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En el colegio había un pibe que me volvía loca. Gerónimo se llamaba, y me gustaba desde hacía un año; pero no me animaba a acercarme. Era el más lindo de la clase y no creía que se vaya a fijar en mi. Ya había estado con algunas de las otras chicas del curso (aunque después me enteré que solo habían sido besos), y eso me detenía un poco.
Después de tener sexo por primera vez con el hermano de Juli, me fui soltando más. Y me decidí a avanzar con Gero. Una vez, me tocó hacer un trabajo práctico con él.
Arreglamos para un día, después del colegio, en su casa. Sus padres trabajaban y sus hermanos no estaba, así que íbamos a estar solos. Perfecto. Tranquilidad para estudiar... y también para ver si podía pasar algo más.
Ese día salimos del colegio y nos fuimos a su casa. No voy a mentir, si bien estaba decidida, estaba re asustada. Mientras estudiábamos hice de todo para calentarlo.
Me sentaba de costado levantando la pollera de mi uniforme, me paraba para ir al baño con la pollera levantada, volvía con un botón menos de la camisa abrochado... Sus ojos no se perdían ningún movimiento que hacía.
Cuando paramos para merendar, nos distendimos un poco y nos sentamos a ver tele. Si bien el sillón es grande, me senté al lado. Nuestras piernas se tocaban piel con piel (él se había cambiado y puesto un short). Podía sentir la respiración agitada de él, mi pulso acelerado. Sabíamos que iba a pasar, pero ninguno de los dos se animaba a dar el paso (tiernos años aquellos).
Hasta que nos miramos un rato y terminamos a los besos, torpes y súper desesperados, producto de la inexperiencia. Nos abrazamos y nos acostamos en el sillón. Le saqué la remera y él desabrochó los botones de mi camisa. Me tiré encima. Sus manos se metieron por debajo de mi pollera, levantándola y empezó a acariciarme la cola.
Yo bajé mis manos por su cuerpo hasta agarrarlo del elástico del short. Se lo saqué y lo tiré en el piso. Volví otra vez a besarlo, clavándole las uñas por su torso desnudo. Me detuve y me paré frente a él. Me terminé de desvestir, sacándome la pollera y el corpiño. Gero miraba estupidizado, mientras se manoseaba la pija.
Me arrodillé y le saqué la mano de su bulto, mientras le bajaba el calzoncillo. La tenía durísima, pero en tamaño era mucho más chica que la pija que me desvirgó.
Abrí mi boca y la comí. Le pasaba la lengua por el tronco y volvía a meterla mientras lo pajeaba. Estuve así un rato, no sabía si estaba bien o debía seguir... encima yo creía que él tenía más experiencia.
Cuando lo quise besar me esquivó un poco, calculo porque le había chupado la pija antes. Me siguió tocando pero no activaba y yo ya estaba re caliente. Quería que me coja.
No aguanté más y se lo pedí directamente: "Cogeme". El rostro de terror de Gero me sorprendió. Se levantó y se fue a buscar un forro. Cuando volvió, me acostó en el sillón. "Y si vamos a tu habitación?", le dije. El pibe no reaccionaba.
Cuando entramos, me acosté y él se tiró arriba mío. La pija se le había dormido, pero con unos besos y caricias volvió a levantarse a full. Apuntó su pija en mi concha. Con miedo fue metiéndola hasta que entró toda. Yo me agarré de su espalda y empecé a moverme, ante la pasividad de él.
Las caritas de Gero eran geniales, estaba re asustado pobre. "Movete... movete... cogeme dale" le decía, yo que estaba desencajada y re caliente. En un momento reaccionó y empezó a moverse fuerte.
Me estuvo garchando un rato hasta que acabó. Sacó su pija aún chorreando de leche pero durísima.
Se acostó a mi lado, con la respiración agitada. Me confesó que era virgen y me rogaba que le diera otra oportunidad. Yo estaba hirviendo de calentura así que no lo dudé un segundo.
Su pija seguía durísima. Con torpeza bajé mi mano hasta su tronco y lo acaricié despacio. De a poco, Gero se empezó a soltar. Me besó con ganas y me manoseó toda.
Yo me acordaba de mi primera vez, como Daniel me tocó por todos lados. Agarré su mano y la llevé hasta mi conchita. "Tocame ahi", le dije.
De a poco fue agarrando confianza y moviendo sus dedos en mi clítoris. "Asiiii" le dije, mientras con mis manos me tocaba las tetas. Mi concha estaba empapada. Tenía una calentura bestial. Lo acosté en la cama y me subí encima de él.
Apunté la pija en mi concha y me senté de golpe. Cerré mis ojos y dejé escapar un gemido cuando la sentí clavarse en mi. Empecé a mover mis caderas hacia adelante y atrás, despacio, controlando el ritmo. Su pija no podía estar más adentro.
De a poco empecé a acelerar. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, no podía parar. Gero estaba duro y no se movía, mirando sorprendido todo lo que le hacía. Yo estaba como loca saltando sobre su pija desenfrenadamente.
Mis piernas empezaron a cansarse. Me dejé caer sobre su cuerpo y me quedé quieta un segundo, para recuperarme. Nos besamos un rato largo, y yo volví a mover mis caderas y levantar mi cola.
Gero me frenó y me pidió cambiar la posición. Me acosté, abrí mis piernas y abracé a Gero mientras se tiraba dobtr mi cuerpo clavándome la pija. "Ay asi... seguí asi", le decía al oído, mientras no podía evitar gemir cada vez más fuerte. Él se movía cada vez más rápido.
Pero cuando sentía que llegaba a mi mejor momento, Gero acabó de nuevo. Su cuerpo se puso duro y empezó a gritar que estaba por acabar.
Le pedí que la sacara y acabara en mis tetas, como me habían hecho la primera vez. Cuando la sacó, no llegó a apuntarla a mis pechos que empezó a acabar como un animal. Chorros de leche caliente y espesa cayeron sobre mi cuerpo y sobre las sábanas de la cama. "Nooo me quiero matar!!! ensucié todo!!", decía Gero.
Para calmarlo un poco, me levanté y le chupé la pija, limpiando las gotas de semen que aún caían de su punta. El gusto era una mezcla horrible de semen con el látex del forro. Por suerte, se le durmió rápido y dejé de petear.
Volvimos a hacer el trabajo de la escuela, pero después de haber garchado y encima yo no había acabado nunca (aunque en ese entonces, no sabía bien cuando o como se lograba eso), estaba re caliente y con más ganas. No podía concentrarme con el pibe al lado. Lo provoqué tanto, que terminamos tranzando en la mesa con las hojas de la escuela.
Mi mano fue derecho a su pija, que otra vez, estaba lista para la acción. Lo desnudé y separé un poco la silla de la mesa. Me arrodillé entre sus piernas comencé a chupársela. La agarré fuerte de la base del tronco, abrí mi boca y me metí la cabecita.
Hacía movimientos cortitos, metiendo y sacando una parte de la pija. Me anime a bajar un poco más, pero cuando sentí una arcada la saqué.
Gero tenía la pija cada vez más dura. Me paré y me senté encima de él, asi vestida con el uniforme como estaba. Empecé a frotar su pija dura sobre mi concha. Me agarraba fuerte de sus hombros, cerrando los ojos y gimiendo de placer con la paja que me estaba haciendo. Mi cuerpo empezó a temblar y acabé besándolo para ahogar el gemido de placer que me había arrancado ese orgasmo.
Me desabroché la camisa para que él pudiera entretenerse y chuparme las tetas. Mientras él se divertía, yo corrí la bombacha y me clavé la pija en mi concha empapada. Lo estuve cabalgando un rato, hasta que me hizo frenar. A esa hora estaba por llegar la madre. Lo quería matar! Estaba hirviendo. Me levanté, y lo empecé a pajear. Otra vez chuparla con gusto a látex ni loca, pensaba.
Después de un rato de hacerle la paja acabó sobre su panza. Se levantó, se limpió y volvió al comedor. Al rato llegó la madre, que por suerte nos encontró sentaditos como dos buenos niños estudiando. Terminamos el trabajo y me fui para mi casa.
Esa noche, apenas me acosté en mi cama, sentía un calor que me invadía. Seguía re caliente. Empecé a tocarme, despacio, rozando mis dedos por los alrededores de mi concha. Suavemente acerqué mis dedos a la entrada de mi vagina. Chorreaba!
Largué un suspiro y cerré mis ojos. No podía dejar de pensar en el garche de esa tarde, o en la pija de Daniel. Me metí un dedo y jugué un rato adentro, lo sacaba, tocaba mi clítoris. Me retorcía de placer. Con la otra mano acariciaba mis pechos.
Hasta que en un momento, mi cuerpo se estremeció. Mis piernas se enderezaron y se pusieron tiesas. Abrí mi boca pero no salió ningún sonido hasta que esa electricidad que invadía todo mi cuerpo se fue. Ahí pude largar un suspiro y me relajé. Dormí como un bebé.
Al otro día, en el colegio, me lo crucé a Gero pero casi ni hablamos. Cuando salimos, me acompañó hasta mi casa y me pidió que seamos novios. Lo miré a los ojos con una sonrisa de oreja a oreja. Era oficialmente mi primer novio.
Al principio estaba muy contenta. Pero después, se me fueron presentando muchas tentaciones en el camino. Demasiadas y muy tentadoras para una adolescente que recién descubría el sexo.
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22 comentarios - El primer novio de Agustina
gracias por pasar
Esos pibes jovencitos que se corren tan rápido y no saben satisfacer a una muchacha. Pero es que ni con los dedos no lo compensan ni con la rapidez en recuperarse jajajja
Van puntos
lo de los nenes es verdad! jaja aunque una vez que consiguen controlarse son imparables jeje.
gracias por pasar!
Mañana paso con los porotos...
gracias por pasar!
Felicitaciones
No veo la hora que le debuten la colita a Agus 😃
Besos y puntos Juli!
Como siempre
Saludos!
gracias por pasar!
Si doy puntos la mitad son para ella:-p
gracias por pasar!!
Aunque ambos teníamos nuestro kilometraje curtido creo que nos encontramos en un momento justo ella no era tan adicta a la pija y yo no era tan alzado.
Volviendo a la primera vez es muy jodida para nosotros mas cuando no te la vez venir.