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Un ganador. Capítulo 49

Un ganador. Capítulo 49

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 49: Calor de oficina
   El año terminó bien, tranquilo, con un Diciembre plagado de trabajo, pero con alegrías, reuniones y sobre todo rodeado de amigos. Decidí despedir el año dos veces en mi departamento, primero con los chicos de la facultad y segundo con los de la secundaria. Para navidad nos reunimos con la familia Fernández y pude ver a Tatiana una vez más, pero como en este caso estaba de novia y el novio estaba ahí, no pasó nada. Para año nuevo nos fuimos a buenos aires a la casa de unos primos lejanos a una reunión familiar bien grande y nos reencontramos con parientes que hacía tiempo no veíamos.
   El 2016 arrancó más que relajado. Tenía los segundos 15 días del mes de vacaciones, pero como Pamela había renunciado le ofrecí tomarme los días en Marzo y darle tiempo a que contrate a otra persona. Así fue como Roberto empezó con las entrevistas de trabajo la primer quincena del mes y a los pocos días ya estaba convencido de a quien quería contratar.
   - El chico ese León.- Nos contó cuando Cintia le preguntó a quien tenía pensado decirle.- Me pareció bien, es un pibe grande de 26 años, responsable y aparte tiene de referencias a Luciana, la de la oficina de acá la vuelta que es amiga de tu madre.- Le aclaró a su hija.- La semana que viene arranca.

   Ese viernes a la noche nos reunimos con los chicos de la secundaria y Cristian nos contó una gran noticia. Él y celeste se iban a vivir juntos y después de que nazca el bebé se iban a casar. “Para Agosto más o menos” nos contó cuando le preguntamos cuando iba a ser la fiesta. Obviamente nos dio una gran noticia y como si fuera poco Juampi nos confesó que él y Giselle estaban empezando a buscar familia. Facu siguió con las buenas noticias y nos contó que él y Laura, la chica que nos había presentado en mi cumpleaños, se habían puesto de novios y que se querían ir a vivir juntos. Cuando nos miraron a Lean y a mi para preguntarnos sobre las relaciones, no pudimos hacer otra cosa que reírnos.
   No tenía intenciones de salir a buscar el amor, lo había intentado y no había terminado bien. Mi primer noviazgo, con Natalia, había terminado de mala manera, con peleas y celos y una tercera en discordia. Peor había sido mi segundo noviazgo, con Eliana. Nos engañábamos con frecuencia, nos metíamos los cuernos cada vez que podíamos y cuando nos veíamos hacíamos como si nada había pasado. Además de eso mi fallida relación con Luz y mis intentos de salir con otras chicas que nunca habían dado resultado. Iba a esperar que el amor me golpeara en la cara.

   El lunes 11 León arrancó en el trabajo. Era un buen pibe, responsable y bastante agradable. Hablaba bastante y tuvimos una primer semana interesante, en la que yo le expliqué muchas cosas que él no sabía de cómo se manejaban y él me ayudó con otras, como herramientas de gestión, administrar mejor los archivos y buscar cosas en algunas páginas de internet. Físicamente era flaco, alto y se notaba que entrenaba. Pelo negro y ojos verdes y una linda sonrisa, captó la mirada de Cintia enseguida. Era muy obvio que ella no paraba de coquetearlo y de provocarlo, mientras yo por dentro pensaba “ojo ahí” cada vez que él le tiraba alguna indirecta.
   El fin de semana lo tomé para descansar. El viernes tuvimos un día muy agitado ya que a un cliente le llegó una inspección sorpresa de la AFIP y yo me terminé yendo a las corridas a las 7 de la tarde mientras León y Cintia organizaban las cosas en la oficina. Por lo que decidí relajarme. Almorzando tranqui en casa, mirando algunas películas y disfrutando al máximo el aire acondicionado. El sábado a la noche los chicos de la facultad querían juntarse (en realidad Luz y Diego propusieron) pero como el resto no podía se terminó cancelando y me atreví a invitar a Luz a comer algo en casa.
   Vino un rato más tarde y después de cocinar algo simple nos sentamos en el sillón a ver una película que pasaban por la tele. Pero no había razón para perder el tiempo y terminamos a los besos enseguida. Cuando mi mano se fue de lugar y comenzó a levantarle la remera ella me paró y me dijo que esa noche no, que ella estaba con esos días y que prefería no hacerlo. Me dio bronca, pero entendí y le dije que no había problema. Así que nos quedamos viendo la película tranquilos.
   - Te quiero Ema.- Me dijo después de darme un beso y minutos antes de irse.- Te quiero de verdad.
   Mi mente quedó pensando en esa situación todo el fin de semana y no fue recién hasta el domingo a la noche que le pude decir algo. “Gracias por la noche de ayer. La pasé muy bien” fue lo primero que se me ocurrió. Obviamente eso dio pie a una conversación que terminó cerca de la una de la mañana y nuevamente con un “Te quiero”, esta vez de mi parte.

   El lunes 18 volví a la oficina y enseguida me di cuenta que algo había. León estaba medio agrandado, se hizo el banana conmigo un par de veces y cuando entró Cintia a la oficina a dejar unos papeles él actuó medio raro. Para colmo el aire de la oficina se había roto y los del service no iban a ir hasta el miércoles. Dejé pasar un poco el tiempo y cerca de las 6 de la tarde le pregunté qué pasaba cuando lo escuché reírse por lo bajo. Al principio me dijo que después me contaba, pero como le insistí un par de veces, se paró cerró la puerta de la oficina y me confesó que se había cogido a Cintia el fin de semana.
   - Re trola la loca.- Me dijo mirando de reojo la puerta y con una sonrisa de ganador.- De entrada me dijo que no quería que use forro y que le gustaba que le acabe en las tetas. Muy puta. Para colmo después de coger yo me quería ir, ella me dijo que me quedara un tiempo y empezó a chupármela de nuevo. Me la tuve que terminar garchando viste.
   El aire de superioridad con el que hablaba me generó un disgusto importante, pero lo que más me había chocado era el hecho de que Cintia se lo había cogido tan solo una semana después de que empezara a trabajar. Conmigo había pasado algo parecido, pero esperó más tiempo. No podía creer, me parecía cualquiera lo que había hecho tenía que hablarlo.

   Estuve toda la noche pensando que decirle y cómo hacerlo y llegué a la conclusión de que tampoco le podía reprochar tanto. A pesar de eso, al día siguiente, en un momento en el que León fue a llevar unos papeles, le dije que él me había contado lo que había pasado y que la había tratado horrible. Le dije que me parecía cualquiera lo que ella había hecho, pero que tenga cuidado porque él loco la había tratado de fácil y de puta.
   - ¿Y a vos que te molesta?- Me preguntó de mal modo.- Si para vos también soy una puta a la que le sacás fotos para extorsionarla.
   - Nada que ver Cin.- Le digo sorprendido por su respuesta.- A mi me importás…
   - Aparte… ¿Tan celoso te vas a poner?- Me preguntó interrumpiéndome
   - ¿Qué?
   - Es obvio que estás celoso.- Me dijo empujándome contra la pared y apoyando su mano sobre mi pecho.- Tranquilo papi. Mi cuerpo tiene energía para vos.
   Acto seguido me dio un beso que me tomó completamente por sorpresa. Intenté correrle la cara, pero ella me agarró con la otra mano y no pude moverme. La alejé con las manos, pero ella me seguía buscando y bajó la mano desde mi pecho hasta el cierre de mi pantalón y tiró haciendo que me acercara nuevamente a ella. Apoyó su culo contra el escritorio y volvió a besarme. Esta vez, ya no puse resistencia.
   Apoyé mis manos sobre su cintura y le devolví el beso. Ella sabía que no había tiempo que perder y empezó a desabrocharme la camisa, para terminar acariciándome el pecho de manera muy sexy. Le levanté la camisa y ella se la sacó y le desabroché el corpiño para chuparle las tetas. Seguí bajando mi cuerpo y la senté sobre su escritorio, le abrí las piernas y le bajé la bombachita que tenía, hasta los tobillos. Me puse a chupársela y ella apoyó sus manos sobre mi nuca y se dedicó a revolverme el pelo. “Ay Ema” dijo cuando le colé el primer dedo.
   - Vení. Parate y date vuelta.- Le dije levantándome y desabrochándome el pantalón.
   - Antes dejame maltratarte un poquito.- Me dijo ella arrodillándose.
   Se metió la pija en la boca y empezó a chupármela bien rápido. Mientras me hacía una paja con la mano, con los labios y la lengua, me mamaba la verga como una profesional. Su cabeza se movía hacia adelante y hacia atrás a toda velocidad. Su otra mano fue subiendo por mis muslos hasta llegar a mis huevos y los agarró para manosearlos mientras seguía con lo suyo. Después les pasó la lengua de un lado al otro, se los metió en la boca y volvió a lamerlos. Yo le recogí el pelo para que no le molestara y fui acompañando cada uno de sus movimientos. “¿Me vas a dar la lechita después?” Me preguntó antes de volver a meterse mis 20 centímetros en la boca. “Toda” le respondí yo. Ella abrió bien grande la boca y se la metí toda entera hasta tocar mi cuerpo con su nariz. Se alejó, y volvió a hacerlo.
   - Ahora sí. Parate.- Le dije.
   Ella se levantó y tomándola de la cintura la di vuelta y apoyando mi mano sobre su espalda la agaché un poco. Apoyé mi verga sobre su concha y se la metí hasta el fondo. “¡Ay sí!” gritó ella de placer. Con una de mis manos sobre su hombro y la otra sobre su cintura me la empecé a coger bien fuerte. Se la metía y se la sacaba a toda velocidad, haciendo que mi cintura chocara contra sus muslos y su pollera que había quedado toda amontonada a la altura de su cintura. Ella tenía sus manos bien firmes sobre el escritorio, resistiendo cada uno de los golpes de nuestro cuerpo.
   Sabíamos que no teníamos mucho tiempo, León podía llegar en cualquier momento. La ventaja que teníamos era que él no tenía llave, por lo que nos daba un poco de tiempo para cambiarnos si él llegaba. Sin embargo también podía aparecer Roberto, su padre, y eso no podíamos controlarlo. El morbo que generaba esa situación me calentaba mucho y de solo pensarlo hiso que empezara a darle más fuerte.
   - ¡Ay papi sí!- Gritó ella.
   Levantó una de sus piernas y la apoyó sobre el escritorio, haciendo que su conchita se abriera más y fuese más fácil cogérmela y más profunda la penetración. El calor se hacía notar y nuestros cuerpos transpirados chocaban constantemente. Su culo estaba rojo de todos los golpes que recibía. Sus gemidos eran cada vez más fuertes, más excitantes.
   “Arrodillate” le dije justo a tiempo y cuando lo hico el semen empezó a salir de mi pija y fue a parar a su boca y a su pecho. Ella tragó el que pudo y recogió el resto para mandárselo después a la boca. Esperamos dos segundos a que bajara el calor y nos cambiamos, sin embargo la transpiración se notaba. León llegó unos minutos más tarde y cuando le preguntó que le pasaba que estaba toda transpirada ella le respondió que no corría nada de aire.
   - Andá y fijate, tiene la camisa abierta y se le notan todas las tetas.- Me dijo en voz baja acercándose a mi escritorio.


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