Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…
Capítulo 44: Buenas noches
Pero concentrarme en mi vida con Eliana no iba a ser tan fácil.
Al lunes siguiente había que volver a la oficina y por suerte para mi, esa quincena le tocaba a Cintia, lo que significaba 15 días más de tranquilidad en el trabajo. No me había dado cuenta en ese momento, pero a pesar de que ella me seguía calentando y seguía pudiendo con mi pito, empezaba a molestarme su actitud y cada vez me bancaba menos como se comportaba. Cuando arrancó Febrero la suerte parecía de mi lado, ya que la primer quincena tuvimos pintores en la oficina, por lo que era imposible hacer algo y cuando estos terminaron, Roberto decidió contratar a alguien para que reemplace a Georgina.
- Chicos, ella es Pamela, tiene 19 años y va a arrancar a trabajar a partir del lunes.- Nos dijo a su hija y a mí, el segundo viernes del mes.
Pamela era una chica bastante simpática, mucho más tímida que Georgina, pero bien predispuesta a la hora de trabajar y solía quedarse muchas veces después de terminado su horario, lo que molestaba un poco a Cintia. Pero eso significaba que ya casi no teníamos tiempo solos y yo aprovechaba para irme en el mismo horario que ella. Si a eso le agregamos que a Cintia le había dejado en claro que no me mande más mensajes y que ella lo respetaba, la tentación empezaba a irse.
La facultad arrancó en Marzo y me trajo una sorpresa. Esteban y Bruno era con los únicos dos que seguía cursando algo y me comentaron que Luz estaba de vuelta en Rosario. “Se tomó un año para trabajar en su pueblo y volvió para estudiar fotografía” me comentó Esteban el primer día de cursada. Aparentemente había decidido instalarse en la ciudad de forma permanente y lo había hecho en un nuevo departamento mucho más grande que el anterior. Me emocionó mucho la noticia, que decidí organizar algo para reencontrarnos todos.
Así fue que el viernes siguiente nos juntamos en un bar cercano a la facultad con el grupo de la facultad. Esteban y Carla fueron los primeros en llegar, le siguió Bruno y Paola, después Diego y por último ella. No podía creer lo hermosa que estaba. Siempre había sido petisa y flaca, con poco de tetas y un culito interesante, pero tenía algo distinto en la cara. Su sonrisa era más linda que antes, sus ojos más verdes que nunca, el pelo le quedaba hermoso y la nariz era un divino detalle en su cara. No pude contener una sonrisa al vera, una sonrisa que hacía tiempo que no tenía.
Nos quedamos hablando los 7 hasta altas horas de la noche y cuando el bar iba a cerrar, Luz nos invitó a que conozcamos su departamento y decidimos ir con Diego y Paola. Ahí nos quedamos hablando hasta que el sol asomó y terminamos cada uno en su casa. Pero yo tenía ganas de saber más de la vida de Luz, por lo que la invité a tomar algo la semana siguiente a pesar del enojo de Eli por salir con ella.
Me contó muchísimas cosas, sus nuevos proyectos, su idea de dedicarse de lleno a la fotografía, su relación con sus padres, el amor fallido que tuvo de regreso en su pueblo y la alegría que le dio cuando la invitamos a juntarse con nosotros. “Sos una más del grupo” le dije con una sonrisa en la cara. Me había devuelto la alegría verla otra vez ahí y saber que la tenía para lo que sea. “Ema, gracias por ser tan bueno conmigo” me dijo de la nada. Pero no entendí a que se debía, por lo que le terminé preguntando.
- Yo sufrí mucho con vos en su momento y a pesar de eso me haces muy bien.- Me dijo.- Cualquier cosa que necesites, avísame. Estoy para hacerte bien a vos.
Esas palabras me quedaron retumbando en la cabeza durante mucho tiempo y me hicieron eco durante las siguientes reuniones. Luz parecía la luz que iluminaba a cada uno de nosotros. En las siguientes reuniones que se dieron a lo largo de marzo y principios de abril era ella la que nos provocaba una sonrisa a todos en la cara. Le había devuelto la alegría al grupo.
- No me copa para nada que te juntes todo el tiempo con tus amiguitas.- Me dijo Eliana ese jueves 16 de abril cuando volví de trabajar y le comenté que el sábado nos reuníamos a almorzar con los de la facultad.- Ahora que volvió la pibita esa no se paran de juntar. ¿Quién es la loca?
- Eli calmate.- Le digo tratando de bajarle los humos.- Somos amigos. No pasa nada.
- ¿Alguna vez estuviste con ella?- Me pregunté de la nada.
- ¿Qué?- Le pregunté haciéndome el tardado.
- ¿Si alguna vez estuviste con esta tal Luz?- Volvió a preguntar bien claro. Pero no responderle con la rapidez suficiente me mandó al muere.- ¡Ah no! Y encima te la cogías.
- Fue antes de conocerte Eliana.- Le digo reprochándole.
Pero mi celular no me ayudó en nada cuando vibró sobre la mesa que estaba atrás de ella. Eli se dio vuelta y lo agarró mientras me preguntaba “¿Es ella?”. Pero al abrir el mensaje que quedó totalmente paralizada y una cara de espanto se le fue armando enseguida. “¡Hijo de puta!” me gritó y me tiró el celular al pecho para después salir corriendo y encerrarse en la pieza. Lo vi y se me calló el alma a los pies, ya que era una foto de Cintia completamente desnuda y abajo el mensaje de “Ya sé que acordamos que no iba a hacer esto, pero me caliento mucho pensando en vos y tengo ganas de volver a tenerte en mi cama”. Traté de abrir la puerta, pero ella se había encerrado y empezamos a los gritos. “¡Me cagaste! ¡Forro! ¡Me cagaste!” me gritaba. Y yo no me pude contener y le terminé gritando que sabía sobre ella y Tomás. Se quedó callada y segundos más tarde abrió la puerta. Lloraba desconsoladamente.
- ¿Y ahora qué hacemos?- Me preguntó resignada.
- No sé.- Le dije…
- ¡Ey! ¿Qué pasó? No entendí muy bien lo que me contaste por teléfono.- Me dijo Luz al abrir la puerta de su edificio. Al ver que tenía un bolso enorme y mi cara de destruido entendió.- Pasá.
Subimos hasta su departamento y le conté entre llantos todo lo que había pasado, absolutamente todo. Desde que la conocí, mi relación enfermiza con Cintia, las tardes en el trabajo que me buscaba, cuando me puse de novio, la vez que me imaginé a Cintia mientras lo hacía con ella, el casamiento de Cristian y Geselle con el pete en el baño y la prima Antonella, la orgía de mi cumpleaños, las fotos de Eliana y Tomás. Todo de todo. Después de dos horas de haber estado hablando me respondió diciéndome lo que nadie me había dicho antes y que a pesar de eso, yo lo sabía.
- Vos a Eliana no la amás. Y ella a vos tampoco.
Costó un llanto más, pero necesitaba saber la verdad. Al final me dejó quedarme a dormir esa noche en su casa y después de un buen rato nos fuimos a acostar a la cama. Me acosté de costado, dándole la espalda y segundos más tarde siento como ella me abraza. “Te quiero Ema” me dijo al oído. Giré la cabeza y me encontré con la de ella a pocos centímetros. Nos miramos un instante y el beso fue inevitable.
Fue suave, despacio, sensual, completamente con los labios. Su mano recorrió mi brazo, desde mis dedos hasta mis hombros y terminó en mi cuello que empezó a acariciar suavemente. Estiré mi mano hacia atrás y toqué su cintura bien despacio. Luz se había desnudado a excepción de un culote que mis dedos tocaban en ese momento. Sus besos fueron bajando hasta llegar a mi cuello y sus manos empezaron a recorrer mi pecho. Bien despacio, bien suave, bien sensual. Me fui dando vuelta despacito y quedamos frente a frente.
Volvimos a besarnos. Ella me abrazó por encima de los hombros y yo puse mi mano sobre su cintura acercando mi cuerpo al suyo. El beso iba subiendo la temperatura, pero no dejaba de ser un beso que demostraba amor, cariño, pero sobre todas las cosas consuelo. Bajó sus brazos hasta mi cintura y despacio me sacó la remera para después ir acariciándome el pecho mientras me besaba el cuello. La calentura comenzaba a notarse en ambos.
Me senté sobre el borde de la cama para sacarme el pantalón y las zapatillas y ella se sentó atrás mío colocando una pierna de cada lado. Al principio me quedé quieto, apreciando como me acariciaba la espalda y la cintura. Sus manos se fueron adelantando y llegaron hasta mi pecho y apoyó su cuerpo contra el mío y pude sentir sus tetas en mi espalda. Me terminé de desvestir mientras ella me seguía acariciando y cuando estuve listo me di vuelta y la miré con cariño. Ella me devolvió la mirada con una sonrisa, haciéndome sentir feliz y seguro por un instante.
Me agarró la pija con la mano y me empezó a masturbar mientras me besaba la panza y le cintura con besos suaves y profundos. Su boca se terminó acercando y empezó a chupármela de manera muy sensual. Se la metía y se la sacaba en la boca mientras que seguía pajeándome bien despacio. Pero esa noche no quería sexo común, quería hacerle el amor.
Me alejé un poco y la tomé de la cintura y mientras me acostaba en la cama la coloqué a ella debajo de mí. La abrí de piernas acariciando sus muslos y después de tocarla unos segundos y comprobar que estaba bien mojada se la metí. Ella enseguida me abrazó y me besó y después me regaló una sonrisa que se la devolvió enseguida. Coloqué mis manos sobre sus brazos y bien despacio me la empecé a coger.
Lo fuimos haciendo bien suave, bien despacio, disfrutando de cada momento, de cada segundo que pasaba. Ella cerró los ojos y se relajó para saborear cada uno de mis movimientos. Mi cintura iba hacia adelante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, de un lado hacia otro, muy despacio, muy suave, haciendo que mi pija se moviera con total delicadeza. Luz parecía fascinada con la manera en la que me la estaba cogiendo y sus suspiros no paraban de sonar, emitiendo el único sonido que se sentía en la habitación. Nuestros cuerpos se rozaban con cada movimiento y sentía sus pezones acariciar mi pecho cada vez que iba hacia arriba o hacia abajo. Los besos, suaves y profundos gobernaban la noche. Hacía tiempo que no disfrutaba de esa manera el sexo. Habíamos conectado en cuestión de minutos y sentíamos lo mismo que sentía el otro. Mi mayor placer era ver su cara de satisfacción.
Acabamos los dos al mismo tiempo. Cuando ella abrió la boca bien grande y su orgasmo llegó, el semen empezó a salir de mi verga para llenarle la concha. Abrió los ojos y me miró sorprendida, después me dio un beso bien profundo y me sonrió una vez más. Nos acostamos en cucharita, esta vez ella adelante mío. Giró la cara y me miró unos segundos para después volver a mirar al frente.
- Buenas noches.- Me dijo.
- Buenas noches.- Le respondí yo dándole un beso en el cachete. Ella sonrió por última vez.
Después de un día complicado y de varias horas de tristeza, estaba feliz.
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