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Con un camionero (Relato Gay)

Esto que voy a contar me pasó hace poco, unos diez meses atrás, ya habiendo pasado un buen tiempo desde la última vez que fui a San Nicolás (ver otros relatos).

La empresa me reclamó atención porque estaba creciendo, al igual que mis hijos, y no pude ir más a San Nicolás a sacarme el gusto, por desgracia. Fue pasando el tiempo, y medio que ya no tenía muchas ganas de volver, un poco porque me daba miedo que me descubra mi señora, y otro poco porque no sabía bien de qué jugaba en ese partido de a tres (o de a cuatro, como se mire). Igualmente, como dije, la empresa me sacaba mucho tiempo y aunque quisiera no sé si hubiera podido, así que quizás las pocas ganas de volver fueran sólo una racionalización del hecho de que no podía hacerme tiempo para ir.

Resultó por esas épocas que salió un cliente muy importante, un importador de herramientas eléctricas de Buenos Aires, que tenían varias empresas y eligieron mi empresa para instalarles un software de gestión muy conocido, que era muy complicado de instalar y mantener, así que era realmente un negoción a futuro que me eligieran. Pero, como todo tiene un pero, me veía obligado a viajar un montón al principio, y a contratar aún más gente para mantener los clientes fijos antiguos. Entonces la realidad era que al principio, mucho mucho dinero extra no me dejaba esta empresa. No perdía, pero no ganaba tanto, por los gastos de viaje, hotel, etc. Para colmo otro cliente grande cambió de proveedor de sistemas porque lo compró una multinacional, asi que mis ingresos bajaron.

Por eso fue que con mi señora decidimos ahorrar un poco en los viajes, y pasar de viajar en avión para aprovechar el tiempo, a viajar en colectivos aunque durara más el viaje. Así, minimizaba lo que me quedaba en hoteles y gastaba mucho menos en viajes. Pero a veces demoraba bastante el volver a casa, por los horarios de los colectivos.

En varios de esos viajes, tuve que ir a Mendoza capital. Hermosa ciudad, pero no me quedaba precisamente cerca y los horarios de los colectivos hacían que tuviera que viajar 12 horas al menos para llegar allá. Por ese motivo es que no me gustaba demasiado.
En la sucursal de la empresa (era una sucursal nueva) en la cual debía instalar todo el sistema, el gerente me hizo un recorrido del lugar, mostrándome las instalaciones nuevas, los vehículos que tenían (camiones último modelo Scania) para transportar las importaciones, orgulloso de su lugar, como él mismo decía. La verdad era todo nuevo y muy lindo.
Como yo me tenía que quedar bastante hasta después del horario de oficina, me solicitó el gerente que al retirarme hable con el sereno, que era el que cerraría y apagaría todo.
-Sin problemas, Alfonso.-le dije, tal cual era su nombre. Se fue contento de mi buena disposición para terminar el trabajo cuanto antes.

Estaba terminando, cuando aparece en la puerta un tipo grandote, más de 1,90 tenía seguro. Morocho, de pelo oscuro pero ojos medio claros (no veía bien el color desde donde estaba apagando las máquinas), tenía puesta una remera blanca inmaculada y unos pantalones tipo cargo marrón clarito, con esos zapatos especiales para obras. Tenía unos brazos muy grandes realmente, parecía rugbier o algo así. No los músculos de un levantador de pesas, más bien de alguien que estaba acostumbrado a levantar mucho peso en general.

-Buenas noches.-me dice, en voz baja.-Disculpe que lo moleste,-agrega, sacándose la gorra que tenía (una gorra con el logo de la empresa).-pero me dijo Ermenegildo que usted vive en Rosario, y que se va para allá hoy?.-pregunta, con una voz media gruesa pero muy educado, muy bien verbalizado todo.

-Ehh...si, hoy me vuelvo. Por qué motivo? -pregunté, desconfiado pensando que me quería manguear algo.

-Brian.-me dice, y extiende la mano, enorme. Se la estreché como pude y le respondí, en un acto reflejo.-Julián. Qué tal?-

-Sr. Julián, yo salgo para Rosario hoy a entregar una carga, y... me tomo la libertad de preguntarle si lo puedo llevar, porque me dicen que hoy hay paro de colectivos.-me dice, titubeando como en duda de la respuesta de su ofrecimiento.

-Uff..que cagada!.-Digo yo, molesto por esa circunstancia, y pensando que el gerente me lo podría haber dicho.-No será una molestia? -le pregunté, pensando en realidad si no sería una molestia para mí por lo incómodo de un camión.

-No, señora, para nada.-me dice, como orgulloso,-Sepa que son muy cómodos los camiones nuevos, va a viajar mejor que en un colectivo, puede incluso dormir en la litera si quiere...-agrega.

-Bueno...-respondo, con dudas aún, pero sin dudar por un momento de la palabra de Brian.-Cuando sale Ud.?-le pregunto a continuación.
-Dentro de una hora, señor.-me responde.-Bárbaro, está perfecto.-le respondo, aunque sin muchas ganas aún. Igual pensé en el ahorro del pasaje que no me vendría mal, y seguro que también en tiempo ahorraba, aunque no estaba seguro de ello. Ya el ahorro del dinero sería suficiente, aunque le pagara una comida en el camino me saldría cinco o seis veces menos que el pasaje de colectivo.
Así que terminé de hacer mis cosas, guardé todo en el maletín mío, y salí de las oficinas, avisándole al portero o sereno (calculo que ejecutaba ambas funciones) para que cierre, y me reuní con Brian en el estacionamiento, donde me esperaba con el camión ya en marcha (seguramente al verme salir de las oficinas).
Me subí con algo de trabajo al camión (yo estoy pasado de peso y el camión es muy alto), y realmente me sorprendió la limpieza, amplitud y comodidad del mismo: jamás me lo hubiera imaginado, pero tenía aire acondicionado, todo un panel que parecía de ciencia ficción, y una litera atrás que se entreveía por las cortinas semicerradas. Además olía muy bien: ese olor a auto nuevo, mezclado con una fragancia de pino o algo así. No pude evitar el comentario ante Brian de lo lindo del camión.
-Y si,-me dice con una buena dosis de orgullo,-lo cuido al amigo. Son muchas horas las que se pasan acá arriba.-y agrega a continuación:-Está listo? Así partimos.
Le dije que si, y arrancamos. Manejaba muy bien, aunque algo rápido para mi gusto. Le pregunté cuánto demoraba hasta Rosario, mientras sacaba mi celular del bolsillo y lo dejaba sobre el frente del camión para escucharlo sonar mejor.
-Ocho o nueve horas si no paramos. Es mucho tramo de autopista y se puede ir lindo por acá. Pero yo calculo unas doce o trece horas, porque un par de paradas seguro hago.-me contesta. Yo no esperaba mucho más, me relajé y dormité un rato.
No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté cuando estábamos parando, por el cambio de marcha seguro. Desconcertado, miré para todos lados, pero no veía muchas luces.
-Que pasó?-le pregunté, medio dormido.-Se averió el camión? Se rompió?-agregué pensando que quizás no me entendería.
-No, lo que se rompe hoy es otra cosa.-me respondió con otro tono de voz. Me mostró el celular, y lo sacudió para mi lado, como para que lo agarre, cosa que hice. En la pantalla, ví una foto mío y de Martín con su hermano. No supe qué decir. Ni atiné a balbucear, y Brian empezó a hablar como para llenar el vacío.
-Yo vivo acá ahora, pero nací en San Nicolás, sabe? Y mis primos viven ahí. Están los dos en la foto, los vé? Uno atrás suyo y el otro adelante.-me dice, sin mirarme siquiera, mientras se sobaba un bulto que apareció por entre sus piernas debajo de sus pantalones. Sin decir nada más, como veía que yo no reaccionaba, se bajó los pantalones y la ropa interior, dejando ver una pija enorme (la más grande que he visto hasta ahora), a medio crecer.

-Y?-me pregunta. –Qué hacemos??-agrega, y ahí me doy cuenta que tiene mi celular en la mano. Mi mente hizo rápidamente uno mas uno, y entendí que quería y cuáles serían las consecuencias si no lo hacía, y me agaché sobre su verga gigantesca. La agarré con las dos manos, y empecé a chuparla como podía. Lamía la punta, iba hasta abajo, la pajeaba un rato, me la metía lo que podía en la boca. El sabor de una poronga linda es tal como recordaba. Enseguida se me hizo agua la boca y mi saliva caía a los costados de esa cosa grandota, mientras hacía esfuerzos por tragarla. Lo masturbaba lentamente de a ratos, y nuevamente la lamía despacio, de arriba abajo y de abajo a arriba. Le chupaba un huevo, luego el otro, despacio, para después subir por el tronco y recorrer toda su extensión de a poco. La saboree un rato largo, la mordía suavemente, pasaba la lengua por su cabeza, mis labios le daban besos de costadito, y Brian sólo suspiraba fuerte.

En un momento (no se cuanto habría pasado, más de media hora), me agarró la cabeza con esa mano enorme, y yo me resigné a lo inevitable: me metió casi la mitad de su chota en la boca, y bombeando despacio, me entró a largar chorros de leche caliente en la garganta, tanto que casi me ahoga. Por suerte no me había olvidado de las lecciones de casi un año atrás, y pude tragar todo sin desperdiciar una gota. Cuando sentí los últimos movimientos del orgasmo de Brian, igual seguí con la chota en la boca, sacándole los últimos jugos y limpiándola de los restos de semen.
-Que lindo!-me dice, y me agarra suave de los pelos, separándome suavemente de su poronga ya algo fláccida.
-Mi primo me dijo que la chupabas de primera, pero se quedo corto.-agregó, con un gesto casi de cariño, que pasó su mano por detrás de mi cabeza y hacia mi barbilla, mientras yo lo miraba y me relamía por el sabor residual de su leche en mi boca.

No dije nada al principio, pero mi cara decía todo: me había encantado chupar esa pija grande y gorda, y quería sentirla adentro. Después de unos momentos de silencio, mientras Brian me miraba fijo, volví a apretar con mi mano su chota linda, y a pajearla de a poco, buscando que se endurezca nuevamente. Mientras hacía eso, lo miré a los ojos y le dije lo que pensaba: -Quiero esta pija en el orto…me la podés dar? Suavecito, por favor.-le supliqué, pensando en el tamaño de su verga.
-Si, Juli,-me respondió meloso-.papi te va a dar verga un buen rato. Chupála de nuevo.-agregó.
-Esperá que me saco el pantalón.-le dije, a lo cual me respondió:-Sacáte todo, putito.-y yo le obedecí, moviéndome como podía dentro del vehículo para sacarme la ropa, que quedó toda amontonada en el fondo del camión, tan olvidada como mis temores en ese momento.
Me la volví a meter en la boca, mientras él sacaba un potecito de vaselina sólida de la guantera y, untándose un dedo primero, empezó el lento laburo de prepararme para la cogida. Como era más alto y tenía brazos más largos, estábamos cómodos, yo arrodillado de costado con su trozo en la boca, y él metiéndome despacio un dedo en el culo, laburando lentamente para ir agrandándolo. Se ve que sabía, incluso más que Martín, porque al cabo de un rato yo no había sentido ningún dolor o molestia, y ya estaba en tres dedos de esa mano grandota. Lento y con paciencia los sentía moverse dentro mío facilitando la próxima entrada.

Mientras tanto yo lamía y chupaba su poronga, metiéndome lo que podía en la boca, escupiendo el resto y pasándole la lengua al tronco despacio, como me gustaba. Bolas, tronco y cabeza con la lengua, meterme la cabeza en la boca, lamerla toda la circunferencia, meterme la mayor cantidad de pija en la boca posible, intentando sacar la lengua afuera, para luego salir, escupir, y trazar el camino hacia abajo nuevamente.
Creo que estuve media hora así, hasta que Brian me cacheteó la cola y me dice: -Dejáme lugar.-me corrí, sin entenderlo demasiado, mareado por la excitación, y él a continuación se corrió a donde estaba yo antes, y agarrándose la pija con una mano, primero se pasó una buena porción de vaselina por todo el tronco y aún más en la cabeza de su poronga, para a continuación palmarse la pierna con la otra mano mientras agregaba: -Sentáte ahora.
Yo despacito me fui sentando sobre esa picha enorme, intentando hacer fuerza para que entre ese monstruo. Despacio, centímetro a centímetro, gracias a mis experiencias anteriores, a la vaselina, y al trabajo paciente de Brian, mi orto se fue abriendo y se fue tragando poco a poco su pija.
Al cabo de un rato, yo estaba todo traspirado a pesar del aire acondicionado, y me dolían un montón las piernas por el esfuerzo, cuando sentí que al fin mis glúteos tocaban su pelvis.
Los dos a la vez largamos un suspiro profundo, yo de alivio, él de placer. Yo aún no disfrutaba, sólo había estado intentado darle de comer a mi culito ese pedazo terrible de pijón. Por fin lo había logrado, y me mantuve quieto por unos largos minutos, mientras se terminaba de acomodar Brian dentro mío.

De a poco me empecé a mover, primero lento de arriba hacia abajo, para luego agregarle un pequeño movimiento rotativo que hacía que Brian emita ligeros quejidos de placer. Yo tenía la pija a full y el estómago con una sensación de saciedad y relleno increíbles. Me sentía recontra caliente y en el cielo, y de a poco, mientras se me iba el miedo de tener una pija tan grande adentro, fui acelerando el ritmo, subiendo y bajando cada vez más rápido.
Pero se ve que no lo contentó del todo eso a Brian. Después de al menos quince minutos de mete y saca, me agarró fuerte con sus dos manos y me levantó de prepo, saliendo de adentro mío medio fuerte. Se escuchó un sonoro “pop” como cuando uno descorcha una botella al hacerse un poco de vacío dentro mío, pero fue muy pequeña la incomodidad. Más bien lo que me dejó mal fue que sacara la pija.
-No…ponémela, cogéme!!!-le dije, desesperado.
-Si, putito, no te hagas problema, pasa que vos vas lento.-me dijo, y me empujó hacia la litera, boca abajo. Ahí se subió arriba mío y sin contemplaciones se arrodilló sobre mí con sus piernas abiertas, me abrió las gambas, empujó su picha enorme, dura y con la cabeza casi violácea contra mi culo, ya distendido por suerte, y me la mandó a guardar hasta el fondo. Gemí de placer al sentirla de nuevo y se me cayó la cabeza contra la almohada, casi desmayado de la calentura. Más aún cuando se empezó a mover dentro mío, despacio primero para acelerar al poco tiempo, funcionando como un pistón bien aceitado: arriba y abajo, arriba y abajo. Me metía la verga hasta el fondo para a continuación moverse un poco en círculos como había hecho yo, para sacarla casi del todo y de una sola estocada volver a iniciar el proceso. Lo hacía cada vez más rápido, y mis gemidos salían de mi boca en concordancia con sus embates. Ahhhhh…..ahhhhhh….ahhh…ahhh…ahhh..ahh.ahh..ahh. cada vez más rápido, y yo casi no tenía tiempo de expeler el aire que ya sentía su verga ingresar hasta que tocaba su pelvis contra mi culo.
Me agarró de la barbilla, me metió dos dedos en la boca (sus índices, uno de cada lado), y mientras yo los chupaba, él se recostó aún más sobre mí y se empezó a mover a un ritmo tremendo, que yo pensaba que me partía al medio.

No sé cuanto duró bombeándome…yo creo que estuvo más de veinte minutos, pero se sintió como horas. Con el roce de la sábana acabé cuatro veces en ese interín, mientras sentía su pija entrar y salir rápido de dentro mío. Sólo paró en un momento por un corto instante, en el cual creo que agregó un poco más de vaselina, pero no estoy seguro: ya estaba totalmente ido, inmerso en gozar esa pija que me cogía, ese olor a sexo que permeaba el ambiente escaso de la cabina y la litera.
No logré acabar una vez más cuando sentí sus chorros potentes inundar mi interior, tanto que cuando la sacó siguió chorreando semen por mi espalda y culo.
Si acabé una vez más cuando se la chupé una tercera vez, unos quince minutos después que acabara, mientras me masturbaba frenéticamente. Igual seguí chupándosela, y cuando se le puso dura, me volvió a coger, aunque esta vez salimos fuera del camión. El aire fresco de las montañas y sierras pegando contra mi piel sudada, mientras Brian me culeaba frenético contra el costado del camión, es algo que nunca voy a olvidar.

Cuando me enlechó de nuevo (en la boca, como se lo pedí goloso), nos limpiamos con unas toallas que tenía, y seguimos viaje. Cansados los dos, yo evidentemente mucho más, paramos una hora recién en un parador de Río Cuarto, en donde aproveché a bañarme, y se la chupé de nuevo aprovechando que no había nadie dentro del baño (el cuidador estaba afuera, y aunque me miró raro, no dijo nada cuando salimos). Descansamos un rato y siguió manejando.

Sin muchas palabras me dejó a un par de cuadras de mi casa. Yo bajé, y me fui caminando muy despacio a casa, ya que me temblaban las piernas muchísimo. Cuando llegué a casa, me tumbé en el sofá cama de la habitación de invitados para no subir las piernas, cambiado. Ni fuerzas tuve para sacarme la ropa, ni para pajearme una vez más con los recuerdos de la noche.

Al rato, me llegó un mensaje, que me despertó a duras penas:

-“La semana que viene salgo de Buenos Aires y voy a Mendoza de nuevo. B.”

Entonces me dormí, ya programando una visita de control a Mendoza la semana próxima.

8 comentarios - Con un camionero (Relato Gay)

Juansemontero +1
Vaya casualidades... El mundo es un pañuelo.
Grinpis +1
@Juansemontero Te agradezco sobre manera los puntos! perdón si no lo comenté antes, pero como habrás visto soy medio nuevo en esto de crear post y no estoy muy al tanto de la etiqueta! Saludos, y muchas gracias!
Juansemontero +1
@Grinpis Gracias a Ti por tanto deleite. Las historias son verdaderamente excelentes.
Grinpis
@Juansemontero Muchas gracias! Intentaré mantener el nivel.
kramalo +1
al que le toca....le toca!!..muy bueno..!
Grinpis
Me alegro que guste!
jesuco_20 +1
Buenisimo el relato van puntines. ...
Grinpis
Muchas gracias! Se agradecen!
Carlosh21906 +1
MUY BIENNNN CHE QUIERO VER FOTOS DE ESE CULO AGUANTADORRR
Grinpis
Gracias! me alegro que haya gustado. Quizás en un futuro postee fotos. Saludos!
jacgu
Hola, me gustaría ponerme en contacto con vos
francati18 +1
Estoy en rosario! Me encantaría hacer algo..
Ale-heil
Wow. Que gran historia. Te envidio jaaj